Imagínese a Pedro de pie en el pasillo de piedra labrada del templo. Todo el Sanedrín está sentado ahí, incluyendo a Caifás que está sentado detrás de ellos en la silla del sumo sacerdote. ¡Pedro está predicado a Jesús ¡ Y no está en desorden. Le habían preguntado en qué nombre había sanado al cojo de la puerta Hermosa, y sólo les estaba contestando honestamente.
Luego el sufrimiento empeoró.
Las autoridades ordenaron a Pedro y Juan a que no hablaran ni enseñaran en el nombre de Jesús (Hech. 4:18). Pedro y Juan contestaron: “Juzgad vosotros si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios” (Hech. 4:19). Esa fue una pregunta muy difícil de contestar ante el Sanedrín porque ellos se creían religiosos y decían creer en Dios. Si decían: “Ustedes deben obedecernos en lugar de Dios”, los pondría abiertamente en contra de dios. Si decían: “Deben obedecer a Dios, no a nosotros”, eso también los pondría en contra de Dios, y exoneraría a los discípulos. Pedro los había dejado perplejos.
Las autoridades sermonearon a Pedro y Juan y los amenazaron más. No pudieron encontrar una manera de castigarlos porque tenían miedo del pueblo, así que los dejaron ir.
Pedro y Juan corrieron hacia la asamblea de cristianos, y todos ellos tuvieron un tiempo glorioso alabando a Dios. Luego oraron. No dijeron: “Dios, protégenos; están tras de nosotros”.
Ellos oraron: “Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos que hablen tu palabra con toda valentía” (Hech. 4:29).
Ellos no dijeron: “Ayúdanos”. Ellos dijeron: “¡Llénanos de poder y envíanos de regreso otra vez!”.
“Cuando acabaron de orar, el lugar en donde estaban reunidos tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban la palabra de Dios con valentía” (Hech. 4:31).
¿Qué dice el siguiente versículo? “La multitud de los que habían creído…” (Hech. 4:32). ¡Tuvieron resultados? Salieron y pusieron a ese pueblo de cabeza.
Fue algo hermoso, ¿sabe?, porque se sometieron al sufrimiento. Ellos confrontaron su mundo con valentía; no dieron marcha atrás. No se escaparon a escondidillas o usaron tácticas evangelísticas reaccionarias. No estuvieron tratando de poner el evangelio en el bolsillo de alguien. Ellos confrontaron al mundo de frente con las declaraciones de Cristo, con amor y sin importar las consecuencias. ¿Sabe lo que sucedió? Lograron oportunidades que jamás hubieran tenido de otro modo, y Dios les dio más valentía que nunca.
Uno de los problemas del evangelismo de hoy en día es que los cristianos no están dispuestos a estar firmes cara a cara con el mundo y decirles las verdades de Jesucristo tal como son. El evangelio ha sido mutilado para acomodar los prejuicios de todos. Necesitamos valentía. Es triste que la valentía de Pedro y Juan está lejos de lo que la mayoría de nosotros experimentamos en nuestras vidas. Ruego a Dios para que nos dé más valentía.
Extraído del libro, “La voluntad de Dios” escrito por el Pastor John MacArthur y publicado por Editorial Portavoz.