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Promoviendo casi todo desde la cerveza hasta el jabón, los anunciantes nos atraen a comprar productos creando descontento – si compras solamente uno de estos autos de lujo, el equipo de entretenimiento más moderno, y el traje de diseño, estarás satisfecho. Diga adiós al aburrimiento, adiós a la soledad, y de la bienvenida a la felicidad. En cualquier caso, ellos quieren que no estés satisfecho con lo que ya tienes. No es sorpresa que muchos no lo estan.

La afluencia de altos niveles es increíble de los Estados Unidos, y señala un problema grande con el hombre no redimido: no puede sostener lo que produce porque al final es totalmente egoísta. Cuando el corazón del hombre pecaminoso es tentado a una unión egoísta a las cosas, la codicia domina y la auto-destrucción llega a ser la meta final. Él no esta contento sin estas cosas y no está satisfecho cuando las adquiere – es el enigma del materialismo.

Con eso en mente, uno puede ver la razón por la cual administrar el dinero y las posesiones es una lucha, aún para los cristianos. ¿Qué haces con el? ¿Cómo debes invertir en el? ¿Cómo lo debes usar? Tus respuestas a estas preguntas revelarán mucho de tu madurez espiritual. Tristemente, sin embargo, muchos cristianos tienen la misma filosofía del mundo, olvidándose de lo que el Señor Jesucristo dijo en Lucas 12:15, “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”.

El apóstol Pablo habló de este problema en 1 Timoteo 6 en donde dirige su atención a “los ricos en este siglo” (6:17). Tal vez no te consideres rico porque no tienes un coche caro, una casa de lujo, o una cuenta de banco con mucho dinero. Pero “rico” en este contexto, se refiere a alguien que tiene más de lo que necesita para proveer comida, ropa, y techo para él mismo y su familia (v. 8). Si tú tienes fondos más allá de estas necesidades, discrecionales, eres rico, y Pablo te está hablando a ti.

No es malo tener dinero y posesiones; sí es malo construir tu vida alrededor de ellos. Pablo no manda a los ricos a regalar todo su dinero y hacer un voto de pobreza, pero sí da directrices específicas a seguir cuando se trata de las cosas materiales.

Peligros inherentes

La primera cosa que Pablo dice es “no sean altivos” (v. 17) – es el centro de todo. Personas ricas son constantemente enfrentadas con la tentación de creerse superiores – con pensar que son mejores que aquellos que tienen menos. La riqueza y el orgullo son gemelos – entre más tengas, más será la lucha contra el orgullo y la auto-exaltación. Es fácil creer que hemos ganado nuestras riquezas solamente por medio de nuestras propias habilidades (Deut. 8:10-19).

En contraste, Filipenses 2:3-4 dice que debemos ser humildes, no solo buscando nuestros propios intereses pero también los intereses de otros. La cultura griega y romana se burlaba de la humildad y exaltaban del orgullo – así como lo hace nuestra sociedad hoy. Eso hacía de la humildad un distintivo que marcaba a aquellos que vivían para Cristo.
Primera Timoteo 6:17 también dice, “ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas”. Debemos continuamente luchar con esa tentación y fijar nuestra esperanza en la realidad de nuestra futura gracia (1 Pe. 1:13). Aún, nuestra tendencia es apoyarnos en nuestras riquezas cuando nos abundan, y vamos a Dios cuando tenemos poco.

Yo creo que una de las razones por las cuales muchos cristianos en los Estados Unidos son apáticos, es porque no ven su necesidad de Dios. Lo han reemplazado con su plan de sucesión y sus fondos de retiro. No estoy implicando que todos debemos ignorar el planear para el futuro y, en efecto, confiar de Dios. Pero cuando te aferras a tus posesiones y vives con miedo de perderlos, ignoras la dirección del Espíritu Santo y pones tu confianza en tus riquezas en vez de confiar en Dios.

De quien viene toda bendición

En contraste Pablo dice que debemos poner nuestra esperanza “en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Tim. 6:17). Después de todo, a Él le pertenecen todas las cosas (Sal. 50:10). Si en verdad quisieras ser feliz, ten la perspectiva que todo lo que tienes es un regalo de Dios. No eres dueño de tu dinero ni de tus posesiones – las administras para Dios. Él usa todo como una prueba para ver cual es el enfoque de tu corazón. Dios quiere que disfrutemos todo lo que Él nos ha dado. Cuando nos bendice con más de lo que necesitamos, es una oportunidad para invertir lo exceso en lo que sea que honre Su nombre.

En Filipenses 4:11-12 Pablo dice, “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad”. Ese contentamiento, totalmente no relacionado a las posesiones mundanas, siempre esta en demanda en este mundo. Y aún es la actitud que marca a los hijos de nuestro Padre todo-suficiente en el cielo.

Tu dólar está obrando

Nuestra confianza en Dios es manifestada en la forma en que actuamos. Entonces Pablo nos dice “que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos” (1 Ti. 6:18). La palabra griega traducida “que hagan bien” habla de aquello que es inherentemente, intrínsicamente y cualitativamente bueno. Debemos de hacer cosas nobles, excelentes, y loables con nuestro dinero, no cosas que son superficiales y triviales. Aquí hay algunas responsabilidades básicas de 1 Timoteo 5 que más honran a Dios.

Provee para tu familia (5:8)
Provee para las viudas (5:3, 16)
Provee para los líderes de la iglesia (5:17)

Más allá de esas responsabilidades, debemos ser “ricos en buenas obras”. Las riquezas no pertenecen al banco, de manera constante brindando un interés para proveer tu seguridad. Ese dinero no te seguirá al cielo – pero tus obras sí (Ap. 14:13). El dinero permanece aquí, pero lo bueno que has hecho por la causa de Dios es una inversión en la eternidad.

La palabra “dadivosos” identifica la clase de buenas obras que debemos hacer. Debemos estar dispuestos a suplir cualquier necesidad y a ser tan generoso con otros así como Dios ha sido contigo. Comparte lo que tienes con otros, y segarás el fruto de tu generosidad. La frase “generosos” quiere decir participar en comunión con otra persona. ¿La implicación? No des a distancia. En vez de hacer un cheque, debes estar envuelto en las vidas de otras personas. Comparte con otros en tu iglesia o estudio bíblico que tienen necesidad.

Comparte con todos los que tienen recursos limitados. Y especialmente comparte al invertir en la obra de Dios y de esa forma en el Reino.

Inversión a largo plazo

Juntando dinero y posesiones no puedes proveer contentamiento. Si quieres ser feliz, pon tu tesoro en una bóveda celestial, en donde pagará intereses eternos. Pablo dice, “atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna” (1 Ti. 6:19). Debes estar comprometido con una perspectiva celestial, contento de esperar a recibir tu interés del Señor. Ve en contra del grano de la preocupación del mundo con gratificación instantánea y busca la recompensa eterna.

La legitimidad de tu afirmación espiritual es provista a través de como manejas tu dinero y posesiones. Tu casa, tu auto, tu cuenta del banco, son todas una prueba de tu espiritualidad. No dejes que el mundo dicte lo que hagas con tu dinero y posesiones y la avaricia de envuelva. Cuando pases la prueba de posesiones personales, podrás ver con anticipación gozosa el día cuando el Señor dirá, “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel…entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:21, 23).

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