En el liderazgo y en la vida, la lealtad es una de las virtudes más grandes y esenciales.
A menudo olvidamos esa simple verdad en la época de cinismo en la que vivimos. Nuestra sociedad está tan plagada de líderes corruptos y es tan hostil al concepto de la verdad autoritaria que la lealtad es a menudo percibida como una debilidad más que un mérito. En su lugar, la rebelión y el desafío han sido canonizados como virtudes. "¿Pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?" (Proverbios 20:6).
Pero la Escritura exalta la lealtad. La lealtad que se debe, en primer lugar, al Señor y a Su verdad; y también a aquellos que defienden la Verdad. 2 Crónicas 16:9 dice: "Los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con Él."
Por otro lado, la deslealtad es uno de los males más repugnantes. Judas pecó porque era un traidor. No tenía ninguna lealtad a Cristo, a pesar de que había sido un amigo privilegiado y un compañero cercano durante años. No hay pecado en toda la Escritura más despreciable que el acto de traición de Judas. Jesús mismo clasificó la maldad de Judas como más miserable que la de Pilatos (Juan 19:11).
¿Qué se entiende por lealtad? La lealtad auténtica no es una devoción ciega a un simple hombre. Es, ante todo, una lealtad a la verdad y al deber. Incluye también devoción a las obligaciones del amor y la amistad. Es una de las virtudes más piadosas y divinas, porque Dios mismo es eternamente fiel (2 Timoteo 2:13, 1 Tesalonicenses 5:24; 2 Tesalonicenses 3:03).
Es por eso que la lealtad es esencial para el liderazgo. El líder sabio cultiva la lealtad siendo fiel -fiel al Señor, fiel a la Verdad y fiel a las personas que lidera. No hay nada más destructivo para el liderazgo que el líder que pone en peligro su propia lealtad.
La paso mal cuando escucho críticas a las personas que están bajo mi liderazgo, porque estoy comprometido en mi corazón a serles fiel. Mi instinto es defenderlos. Yo siempre trato de darles el beneficio de la duda. Mi amor por ellos incluye un ferviente deseo de asumir lo mejor de ellos. Después de todo, así es como el amor se expresa: "El amor es sufrido, es benigno. . . no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta "(1 Corintios 13:4-7).
El liderazgo se basa en la confianza; y la confianza se cultiva con la lealtad. Cuando se trata de un liderazgo piadoso, el objetivo para los líderes es claro: nuestros corazones tienen que estar en nuestra gente y nuestra gente tiene que estar en nuestros corazones.
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