El lenguaje bélico está en los escritos del apóstol Pablo, en especial cuando se refiere al liderazgo. Él insta a Timoteo a "pelear la buena batalla de la fe" (1 Timoteo 6:12). Y ordenó a los creyentes a vestir la armadura de Dios (1 Tesalonicenses 5:8) y prepararse para la batalla. Su vida fue una guerra espiritual durante la que combatió la falsa enseñanza y el error religioso.
Pero Pablo sabía que la batalla real no era en última instancia contra los falsos maestros humanos. Era nada menos que una guerra a gran escala contra el reino de las tinieblas. "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes." (Efesios 6:12).
Todos los creyentes están en esa misma batalla. Estamos luchando por la preservación y la proclamación de la Verdad. Estamos luchando por el honor de Jesucristo. Estamos luchando por la salvación de los pecadores y estamos luchando por la virtud de los santos.
De hecho, incluso los líderes cristianos en los negocios, la política, la educación, la milicia, etc., se relacionarán inevitablemente con el reino de las tinieblas. Dado que todos los cristianos, en todo lo que hagan, deberían dedicarse al avance del reino de Cristo, se enfrentan a la oposición de los poderes del mal.
Usted no puede luchar una batalla espiritual con armas humanas. Las herramientas carnales no tienen poder alguno contra el reino de las tinieblas. Las armas humanas no tienen ningún poder contra Satanás. No pueden transformar pecadores. No pueden santificar santos. No tienen ningún efecto en el reino espiritual o el reino de las tinieblas.
Esas armas incluyen la filosofía humana, los argumentos racionalistas, la estrategia carnal, el ingenio carnal, la inteligencia humana, el entretenimiento, el espectáculo y todas las demás innovaciones que se supone aumentan el poder del Evangelio. Dichas estrategias están de moda en estos días. Pero son todas armas impotentes. Representan intentos vanos para combatir batallas espirituales en un nivel humano.
Se pueden utilizar esos trucos para vender alimentos y automóviles. Se pueden emplear en las campañas políticas o para propósitos en las relaciones públicas. Pero en la guerra espiritual son totalmente inútiles.
Pablo dijo que las armas que llevó a la batalla eran "poderosas en Dios" (2 Corintios 10:4). Él decía que eran armas que vinieron del cielo -del arsenal personal de Dios. Desde luego, no estaba hablando de trucos y novedades diseñadas para hacer su mensaje más comercial. Claramente, lo que Pablo tenía en mente no eran armas de invención humana, sino divina; armas poderosas espiritualmente.
¿Por qué? Porque el enemigo es formidable; y los trucos y la inteligencia humana no puede hacer lo que hay que hacer. Necesitamos armas poderosas de Dios "para la destrucción de fortalezas" (v. 4).
Las fortalezas que Pablo estaba describiendo son los sistemas de creencias corruptos, filosofías siniestras, doctrinas falsas y visiones del mundo malignas. Obviamente, si estamos en una batalla por la Verdad, las fortalezas que necesitamos derribar son los bastiones de mentiras, malas ideas, malos pensamientos, opiniones falsas, teorías inmorales y religiones falsas. En estas ciudadelas ideológicas, los pecadores tratan de esconderse y hacerse fuertes contra Dios y contra el Evangelio de Cristo.
Por lo tanto, la guerra espiritual como Pablo la describe, es ideológica en lugar de mística. Nuestros enemigos son demoníacos, pero la guerra contra ellos no se combate con tácticas comunes a las que la gente normalmente se refiere como "guerra espiritual". A pesar de lo que algunos maestros carismáticos le digan, no estamos peleando contra demonios cara a cara. El hecho es que no se puede librar una guerra espiritual con frases mágicas y palabras secretas. No dominamos a los demonios simplemente gritándoles. De todos modos, yo no tengo nada que decirle a un demonio.
Pero tengo mucho que decirles a las personas que se han atrincherado en fortalezas de mentiras satánicas. Quiero hacer todo lo posible para derribar esos palacios de mentira. Y lo único que me capacita para hacer eso correctamente es la Palabra de Dios.
En otras palabras, "las armas de nuestra milicia" que Pablo menciona en 2 Corintios 10:4 son instrumentos de la Verdad. La Palabra de Dios. El Evangelio. La sana doctrina. La verdad de las Escrituras.
La guerra espiritual tiene que ver con demoler las mentiras del mal con la Verdad. Utilice la autoridad de la Palabra de Dios y el poder del Evangelio para llevar la Verdad a la gente. Eso y sólo eso derribará las fortalezas de la falsedad.
¿Qué tiene que ver todo esto con el liderazgo? Uno de los requisitos fundamentales para el liderazgo espiritual es el conocimiento de la Verdad, capacidad para reconocer las mentiras y la habilidad en el uso de la Verdad para refutar las mentiras. En resumen, un líder debe tener discernimiento.
Uno de los principales requisitos que Pablo enumeró a los ancianos de la iglesia era que tenían que ser lo suficientemente habilidosos con la Palabra de Dios para poder "exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen." (Tito 1:9). Alguien que no es capaz de participar en la guerra espiritual en este nivel, simplemente no es capaz de liderar bien.
Por otra parte, usted no puede ser un buen líder y evitar la guerra. Tal como la vida de Pablo ha demostrado, cuanto más efectivo usted sea como líder, más el enemigo batallará contra usted. Ésa es la naturaleza del liderazgo. Por lo tanto, no podemos liderar o librar la batalla correctamente si no aprendemos de las Escrituras y adquirimos destreza en el uso de la Verdad de Dios para responder a las mentiras.
Las mentiras se rinden sólo ante la verdad. La rebelión termina cuando la verdad prevalece. Si usted es un líder que es también cristiano, quizás no se de cuenta, pero usted está involucrado en una guerra espiritual. Usted tiene que estar armado. Usted necesita saber la Palabra de Dios. Y es necesario que desarrolle la habilidad de usarlas contra las mentiras del maligno.
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