La última vez, vimos que una obra verdadera del Espíritu Santo exalta al verdadero Cristo. Hoy, continuaremos viendo otra señal de la obra del Espíritu. El siguiente material ha sido resumido, adaptado y compendiado de Marcas Distintivas de la Obra del Espíritu de Dios, por Jonathan Edwards.
Orienta a las personas a las Escrituras
“Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error” (1 Juan 4:6).
El espíritu que causa que las personas tengan un mayor respeto por las Santas Escrituras y los establece más en la verdad y la divinidad de la Palabra de Dios, es ciertamente el Espíritu de Dios.
El diablo nunca intentaría establecer respeto por la divina Palabra en las personas. Un espíritu de engaño no inclinará a la gente a buscar dirección de la boca de Dios. “¡A la ley y al testimonio!” (Isa. 8:20) nunca es la exclamación de los espíritus malditos en quienes no se encuentra la luz. Al contrario, es la dirección misma de Dios que descubre sus engaños.
¿El espíritu de error, para poder engañar a los hombres, pondría en ellos una elevada opinión de la Palabra inefable? ¿El príncipe de la oscuridad, dirigiría a los hombres hacia el sol para poder promover su reino de oscuridad? El diablo siempre ha mostrado un rencor y odio mortal hacia ese libro sagrado, la Biblia. Siempre ha hecho todo en su poder para poder extinguir esa luz; o por lo menos desviar a los hombres de ella. Él sabe que es por medio de esa luz que su reino de oscuridad es derrotado. Él ya ha experimentado su poder para derrotar sus propósitos y frustrar sus diseños. Es la espada del Espíritu que lo atraviesa y lo conquista.
Es esa espada filosa de la cual leemos en Apocalipsis 19:15, que procede de la boca de Él que se sentó en el caballo, con la cual Él hirió a Sus enemigos. Cada texto es una flecha para atormentar a la vieja serpiente. Él ha sentido el ardor miles de veces.
Por lo tanto, el diablo está batallando contra la Biblia y odia cada palabra en ella. Nosotros podemos estar seguros que él nunca intentará que alguien la aprecie.
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