Creemos que la Escritura enseña que debemos someternos al gobierno, incluso si el gobierno no funciona del todo (ni esencialmente) por principios bíblicos (Romanos 13:1-7). Ese principio es explícito en el mensaje de Pedro a los siervos (1 Pedro 2:18-19), que está justo a continuación de sus comentarios más generales relacionados con el gobierno (vv. 13-17). Y esa epístola enseña lo mismo una y otra vez en formas variadas: someteos incluso si sufrís, porque al hacerlo os identificáis con Cristo y sois bendecidos (cf. 2:21-24; 3:1-2; 4:12 -14; 5:9-10). Hay momentos en que tenemos que obedecer a Dios antes que a los hombres, pero creemos que debemos desobedecer a las autoridades sólo si nos ordenan hacer algo directamente en contra de la ley de Dios (por ejemplo, Hechos 5:29 y su contexto circundante).

Esa es una distinción sutil, pero es precisamente donde radica el problema. Si decimos que los cristianos sólo están obligados a obedecer a su gobierno cuando está funcionando según los principios bíblicos, entonces anulamos la enseñanza de Romanos 13:1-7 y 1 Pedro 2:13-17 en casi cualquier época de la historia, ¡especialmente el tiempo durante el cual esos pasajes fueron escritos! El gobierno romano era tan corrupto e impío como cualquier otro en la historia; y sin embargo, Pablo y Pedro dijeron a los cristianos que "vivieran en sujeción", "se sometieran a toda institución" y "honraran al rey."

Así que creemos que la desobediencia civil se justifica sólo cuando el gobierno nos obliga a pecar o cuando no hay recurso legal para luchar contra la injusticia. La razón por la que ponemos el límite es simplemente porque todos los ejemplos bíblicos de desobediencia civil encajan en las dos situaciones. Cualquier otro tipo de activismo no tiene precedentes en la Palabra de Dios y viola el espíritu de Romanos 13 y 1 Pedro 2.

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