A la luz de los avances científicos del siglo pasado, ¿es tiempo de abandonar la visión literal de una creación en seis días que encontramos en el libro de Génesis?
Por supuesto que no. Una comprensión bíblica de la creación y la caída de la humanidad establece las bases necesarias para la cosmovisión cristiana. Todo lo que la Escritura enseña sobre el pecado y la redención asume la verdad literal de los tres primeros capítulos del Génesis. Si se vacila en cualquier grado en la verdad de este pasaje, estamos socavando las bases mismas de nuestra fe. Después de todo, si Dios no es el Creador, entonces tal vez Él tampoco sea el Redentor. Si no podemos creer los primeros capítulos de la Biblia, ¿cómo podemos estar seguros de cualquier cosa que dice la misma?
Estoy convencido de que la correcta interpretación de Génesis 1-3 es la que surge naturalmente a partir de una simple lectura del texto. Nos enseña que el universo es relativamente joven, aunque con una apariencia de antigüedad y madurez; y que toda la creación se logró en el lapso de seis días literales.
Para aquellos que inevitablemente se quejarán de que esa opinión es crédula y poco sofisticada, mi respuesta es que ciertamente es superior a la idea irracional de que un universo ordenado e incomprensiblemente complejo apareció por accidente de la nada y se convirtió por casualidad en la maravilla que es.
La Escritura ofrece las únicas explicaciones precisas de cómo empezó nuestra raza que se pueda encontrar en cualquier lugar, donde se originó nuestro sentido moral, por qué parece que no podemos hacer lo que nuestra conciencia nos dice que es correcto y cómo podemos ser redimidos de esta situación desesperada.
La Escritura no es solo la mejor de varias explicaciones posibles. Es la Palabra de Dios. Y mi oración por usted es que al leer los primeros capítulos de la Biblia, crea lo que Dios ha dicho.
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