¿Santos de vitral?
Si alguna vez ha visitado las grandes catedrales de Europa, uno pensaría que los apóstoles eran santos de gran tamaño, con halos brillantes que representaban un grado elevado de espiritualidad. El hecho es que eran hombres muy, muy comunes.
Es una pena que tan a menudo hayan sido puestos en pedestales tan magníficos como figuras de mármol o hayan sido retratados en pinturas como una especie de dioses romanos. Eso les deshumaniza. No eran más que doce hombres totalmente normales - perfectamente humanos en todos los sentidos. No hay que olvidarse de quiénes eran realmente.
¿Qué calificó a estos hombres para ser apóstoles? La verdad es que no tenían ninguna habilidad intrínseca o talento excepcional. Ellos eran galileos. No pertenecían a la elite. Los galileos eran considerados gente de clase baja, rural, sin educación. Eran plebeyos – relegados. Pero esos don nadie se convertirían en los líderes más prominentes de la Iglesia naciente - ¡su fundación!
Ahora, cuando se trata de liderazgo de la iglesia, hay algunas calificaciones morales y espirituales claras que los hombres deben cumplir. La Biblia establece un estándar muy alto (ver 1 Timoteo 3:2-7; Tito 1:6-9, Hebreos 13:7).
Pero, ¿sabe una cosa? La norma no es inferior para el resto de la iglesia. Los líderes deben ser un ejemplo para todos los que se esfuerzan por cumplir con las mismas normas. No existe tal cosa como un nivel aceptable "inferior" para miembros de la iglesia normales. De hecho, en Mateo 5:48, Jesús dijo a los creyentes: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto."
¡Eso es mucho pedir! Francamente, nadie cumple con dicho estándar. Humanamente hablando, nadie "califica" cuando la norma es perfección absoluta. ¡Qué alegría saber que es Dios mismo quien debe salvar a los pecadores, santificar y luego transformar a los no calificados en instrumentos que Él pueda utilizar!
Los doce eran como el resto de nosotros, fueron seleccionados de entre los indignos e incompetentes. Eran, como Elías, los hombres "con una naturaleza como la nuestra" (Santiago 5:17). Ellos no ascendieron a la más alta utilidad por ser diferentes de algún modo a nosotros. Su transformación en vasos de honra fue únicamente por trabajo divino y su influencia es resultado del mensaje divino que predicaron.
Por qué Dios nos elige
¿Alguna vez se siente desanimado y desalentado cuando su vida espiritual y testimonio sufren a causa del pecado o fracaso personal? Tendemos a pensar que somos un don nadie sin valor - y abandonados a nosotros mismos, ¡eso sería verdad! Sin embargo, tenga ánimo - los don nadie sin valor son el tipo de personas que Dios usa. Si lo analiza, ¡eso es todo lo que Él tiene conque trabajar!
Pero ¿alguna vez se ha detenido a pensar por qué eso es cierto? Escuche esto: Dios elige a los humildes, a los modestos, a los mansos y a los débiles para que nunca haya ninguna duda sobre la fuente de poder cuando sus vidas cambian el mundo. No es el hombre, es la verdad de Dios y el poder de Dios en el hombre. La próxima vez que esté leyendo los Evangelios o el libro de los Hechos, tómese unos minutos para examinar la obra de Dios en los apóstoles. ¡Eran lentos para creer, tardíos para comprender y tenían recuerdos horribles! ¿Suena familiar?
No se preocupe - es perfectamente consistente con la forma en la que el Señor siempre trabaja. 1 Corintios 1:20-21 dice: "¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría de este mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación". Esa es la razón por la que no hay filósofos, escritores brillantes, discutidores famosos, maestros distinguidos ni hombres que se hayan distinguido como grandes oradores entre los doce que Cristo eligió. Se convirtieron en grandes líderes espirituales y grandes predicadores bajo el poder del Espíritu Santo, pero no fue a causa de habilidades de oratoria innatas, capacidades de liderazgo o calificaciones académicas que estos hombres tenían. Su influencia se debe a una cosa y sólo una: el poder del mensaje que predicaban.
A nivel humano, se pensaba que el Evangelio era un mensaje absurdo; y los apóstoles eran considerados como simples predicadores. Su enseñanza estaba por debajo de la elite. Ellos eran simples pescadores; y pertenecían a la clase trabajadora. Peones. Populacho. Esa era la evaluación de sus contemporáneos y ha sido la opinión de la mayoría de la verdadera iglesia de Cristo en la historia y hasta nuestros días. "Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles son llamados" (v. 26).
Pero medite en esto: "Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en Su presencia" (vv. 27-29). Los instrumentos favoritos de Dios son don nadie, para que nadie se gloríe delante de Dios. En otras palabras, Dios escoge a quien Él elige para que Él pueda recibir la gloria. Él elige instrumentos débiles para que nadie se atribuya el poder de los instrumentos, sino a Dios quien maneja los mismos. Aquellos que persiguen su propia gloria tristemente encontrarán que la estrategia de Dios es inaceptable - y van a perder la oportunidad de la verdadera gloria y el verdadero gozo.
Con la notable excepción de Judas, los apóstoles no eran así. Ciertamente lucharon con el orgullo y la arrogancia, como todo ser humano caído. Pero la pasión la pasión que conducía sus vidas se convirtió en la gloria de Cristo. Y fue esa pasión, sometida a la influencia del Espíritu Santo - no una habilidad innata o talento humano - que explica por qué dejaron un impacto imborrable en el mundo.
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