A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. (Tim. 6:17)
Un peligro muy real que enfrentan los cristianos es la tentación de fijar su esperanza en la incertidumbre de las riquezas. Basar su esperanza en la incertidumbre de las riquezas, en vez de Dios, es una tontería. Proverbios 11:28 advierte que "el que confía en sus riquezas, caerá." Proverbios 23:4-5 añade: "No te afanes por hacerte rico; Sé prudente, y desiste. ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas como alas de águila, y volarán al cielo."
En lugar de confiar en las riquezas, los creyentes deben poner su esperanza en Dios, que nos da abundantemente todas las cosas para disfrutar. Dios da mucha más seguridad que cualquier inversión terrenal. Salmo 50:10-12 describe Su riqueza incalculable: "Porque Mía es toda bestia del bosque, Y los millares de animales en los collados. Conozco a todas las aves de los montes, Y todo lo que se mueve en los campos me pertenece. Si Yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; Porque Mío es el mundo y su plenitud." Dios no es tacaño; Él suministra de manera pródiga a Sus hijos todas las cosas para disfrutar. Eclesiastés 5:18-20 dice:
He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte. Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios. Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el corazón.
La forma más elevada de gozo para el creyente es glorificar al Señor. El verdadero gozo, entonces, llega cuando los creyentes prestan atención a las palabras de Jesús en Mateo 6:19-21:
No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Más tarde, en ese mismo pasaje, Jesús ordena tres veces a no estar ansiosos (vv. 25, 31 , 34 ) . Cuando confiamos en Dios en vez de las riquezas, no tenemos ninguna razón para preocuparnos.
Adaptado del comentario de John de 1 Timoteo (Moody, 1995).
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