En este momento en la historia, aunque la mayoría de la sociedad moderna ya está totalmente comprometida al punto de vista evolucionista y naturalista, nuestra sociedad aún se beneficia de la memoria colectiva de una perspectiva bíblica. La gente en general sigue creyendo que la vida humana es especial. Aún toman en cuenta remanentes de la moralidad bíblica, tal como la noción que el amor es la virtud más grande (1 Corintios 13:13); el servicio a otros es mejor que pelear por el dominio propio (Mateo 20: 25-27); y la humildad y la sumisión son superiores a la arrogancia y la rebelión (1 Pedro 5:5).
Pero a cualquier nivel que la sociedad secular tome estas virtudes, lo hace sin ninguna base filosófica. Habiendo ya rechazado al Dios revelado en la Escritura y aceptado en vez al puro materialismo naturalista, la mente moderna no tiene base alguna para mantener ningún estándar ético; ninguna razón para estimar la “virtud” sobre el “vicio”; y ninguna justificación alguna para considerar la vida humana con más valor que cualquier otra forma de vida. La sociedad moderna ya ha abandonado su base moral.
A medida que la humanidad entra al siglo veintiuno, se acerca una esperanza más aterradora. Ahora, aún la iglesia parece estar perdiendo la voluntad de defender lo que la Escritura enseña sobre el origen humano. Muchos en la iglesia están muy intimidados o avergonzados de afirmar la verdad literal del registro bíblico de la creación. Están confundidos por el coro de voces resonantes que insiste que sí es posible -y aún pragmáticamente necesario- reconciliar la Escritura con las teorías modernas de los naturalistas.
Por supuesto, los teólogos liberales han aceptado la evolución teística desde hace mucho tiempo. Nunca han sido reacios a negar la verdad literal de la Escritura sobre este asunto. Pero la nueva moda es diferente, constando de evangélicos que contienden que es posible unir Génesis 1-3 con las teorías del naturalismo moderno sin violar la doctrina esencial del cristianismo. Ellos afirman las declaraciones evangélicas de la fe. Enseñan en instituciones evangélicas. Insisten en que creen que la Biblia es inerrante y autoritativa. Pero están dispuestos a reinterpretar Génesis para acomodarlo con la teoría evolutiva.
Se sorprenden que cualquier persona cuestione su aproximación a la Escritura. Y a veces emplean la misma clase de burla e intimidación que los liberales religiosos y ateos escépticos siempre han utilizado contra los creyentes: “¿Realmente crees que el universo tiene menos de un billón de años?”
El resultado es que en las décadas pasadas, un gran número de evangélicos ha mostrado un deseo sorprendente de tener una aproximación no evangélica a la interpretación de los primeros capítulos de Génesis. Muchos están aceptando la perspectiva de un “creacionismo de una tierra antigua”, la cual incluye algunos principios del creacionismo bíblico con las teorías naturalistas y evolutivas, intentando reconciliar las dos perspectivas opuestas. Y para poder realizar esto, los creacionistas de una tierra antigua explican mucho en vez de interpretar honestamente el registro bíblico de la creación.
Entre aquellos que han dirigido a este revisionismo hay varios científicos que profesan el cristianismo - la mayoría de ellos carente de alguna habilidad en la interpretación bíblica. Pero están estableciendo una gran reinterpretación de Génesis 1-3 diseñada específicamente para acomodar las últimas corrientes de la teoría naturalista. En su perspectiva, los seis días de la creación en Génesis 1 son largos siglos, el orden cronológico de la creación es flexible y muchos de los detalles sobre la creación dados en la Escritura pueden ser poéticos o figuras de expresión simbólica.
Muchos de los que deberían saber más -los pastores y los líderes cristianos que defienden la fe contra enseñanzas falsas todo el tiempo- han sido tentados a rendirse ante la batalla por los primeros capítulos de Génesis.
Recientemente, un pastor evangélico se me acercó después de una predicación. Estaba confundido e intimidado por varios libros que había leído -todos escritos por autores aparentemente evangélicos- pero que argumentaban que la tierra tiene billones de años. Estos autores tratan la mayoría de las teorías evolucionistas como hechos científicos indisputables. Y en algunos casos, despliegan credenciales científicas o académicas que intimidan a los lectores a pensar que sus perspectivas son resultado de una habilidad superior, en vez de presuposiciones naturalistas que han llevado al texto bíblico. Este pastor me preguntó si creía que era posible que los primeros tres capítulos de Génesis fueran solamente una serie de recursos literarios -una saga poética dando un significado “espiritual” a lo que actualmente ocurrió a través de billones de años de evolución.
Contesté que no lo creo. Estoy convencido que Génesis 1-3 debe ser tomado de modo literal -como la historia divinamente revelada de la creación. Ninguna cosa sobre el texto de Génesis sugiere que el registro bíblico de la creación sea solamente simbólico, poético, alegórico o mítico. El objetivo principal del pasaje simplemente no puede ser reconciliado con la noción que la “creación” ocurrió a través de procesos evolutivos naturales durante largos períodos de tiempo. Y no creo que un manejo fiel del texto bíblico, por cualquier principio aceptable de hermenéutica, pueda posiblemente reconciliar esos capítulos con la teoría de la evolución o con cualquier otra teoría científica sobre el origen del universo.
Además, así como el caos filosófico y moral que resulta del naturalismo, cuando rechazamos o comprometemos la verdad literal del registro bíblico de la creación y la caída de Adán, sucede toda clase de disparate teológico.
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