El cristianismo bíblico es acerca de la Verdad. La revelación objetiva de Dios (la Biblia) interpretada racionalmente produce la Verdad divina en la medida perfectamente suficiente. Todo lo que necesitamos saber para la vida y la piedad está para nosotros en las Escrituras (2 Pedro 1:3). Dios escribió un solo libro - la Biblia. Contiene toda la verdad que Dios quiso para ordenar nuestras vidas espirituales. No necesitamos consultar ninguna otra fuente de principios espirituales y morales para gobernar nuestras vidas. La Escritura no es sólo la verdad absoluta, sino que también es el más alto nivel de toda la verdad - la norma por la cual todas las afirmaciones de verdad deben ser medidas.
Esta convicción es la antítesis misma de la noción moderna puesto que nadie debe pretender conocer la verdad objetiva. Y esa es otra de las razones principales por las que el cristianismo ha sido el objetivo de los proponentes de inclusivismo postmoderno.
El cristianismo auténtico es "la fe que ha sido una vez dada a los santos" (Judas 3). La verdad cristiana no está sujeta a cambio o enmienda. No es anulada por los cambios en la opinión mundana o las normas de lo políticamente correcto. No tiene que ser adaptada y redefinida por cada nueva generación.
Sin duda, una comprensión individual de la verdad puede ser refinada y aguzada mediante el estudio de las Escrituras. Pero la Verdad en sí misma no tiene que ser reinventada o reestructurada con el fin de hacerla apta para los tiempos en que vivimos. La misma verdad que Abraham, Moisés, David y los apóstoles creyeron sigue siendo verdad para nosotros. Los tiempos de cambio no cambian la verdad. La Escritura es tan inmutable como Dios mismo: "Pero la palabra del Señor permanece para siempre" (1 Pedro 1:25). En otras palabras, tenemos que adaptar nuestra comprensión de la verdad de la Palabra de Dios, no tratar de manipular la Escritura en un vano esfuerzo por armonizarla con las opiniones cambiantes de este mundo.
La verdad de la Escritura es algo precioso que debe ser manejada con cuidado y celosamente guardada (1 Timoteo 6:20). Una vez más, una adecuada comprensión de la Escritura implica estudio concienzudo y diligente. Segunda de Timoteo 2:15 dice: "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad." Por implicancia, vemos que todos los que no disciernan las Escrituras correctamente son trabajadores descuidados que deberían estar avergonzados. En otras palabras, nadie que no haga primero una exégesis cuidadosa, tiene el derecho de ser un teólogo.
La verdad es todo para un cristiano. Por eso estamos llamados a refutar el error, defender la verdad y proclamar las Escrituras como la suprema verdad contra toda mentira propagada por el mundo.
Me temo que en esta era post-moderna, la iglesia ha perdido el foco de ese hecho. Ya no se considera necesario luchar por la verdad. De hecho, muchos evangélicos consideran ahora malos modales y falta de caridad discutir sobre cualquier punto de la doctrina. Ahora, el error grave es incluso tolerable en algunos sectores por el bien de la paz. En vez de usar bien la Palabra y proclamarla como verdad, muchas iglesias ahora cuentan con conferencias motivacionales, teatro, comedia y otras formas de entretenimiento, mientras que ignoran completamente las grandes doctrinas de la fe. Incluso las personas que atacan la Verdad de una manera pseudo-académica están encontrando editores en el ámbito evangélico y son considerados como si tuvieran un conocimiento profundo.
Debemos recuperar nuestro amor por la verdad bíblica, así como nuestra convicción de que es la verdad irrefutable. Tenemos la verdad en un mundo donde la mayoría de la gente simplemente deambula en la ignorancia sin esperanzas. Tenemos que proclamarla a los cuatro vientos; y dejar de jugar junto con los que sugieren que estamos siendo arrogantes si pretendemos conocer algo con certeza. Nosotros sí tenemos la verdad, no porque seamos más inteligentes o mejores que nadie, sino porque Dios lo ha revelado en las Escrituras y ha tenido misericordia de abrirnos los ojos para verlo. Nosotros estaríamos pecando si tratáramos de mantener la Verdad para nosotros mismos.
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