El cambio en la cultura americana del carácter a la imagen ha convertido a la vanidad y al orgullo en virtudes. ¿Dónde queda la virtud de la mansedumbre? ¿Los mansos realmente heredarán la tierra? ¿Qué es la mansedumbre, de todos modos?
El orgullo ha sido redefinido en la cultura americana como una virtud. Los fuertes, los hermosos, los poderosos, los inteligentes y los privilegiados aprovechan cada oportunidad que tienen para ponerse en primer plano. Los políticos manifiestan orgullo en discursos y debates; los artistas hacen del orgullo algo atractivo en sus películas y estilos de vida; los educadores enseñan el orgullo, haciendo hincapié en la autoestima y en hacer que todos los niños sean un ganador (sin importar si lo merecen o no); y los iconos deportivos refuerzan el orgullo como el camino a la grandeza.
Probablemente, la mansedumbre sea la cualidad menos admirada en el carácter en los Estados Unidos. Y sin embargo, la Persona más grande que jamás haya vivido era un hombre manso y humilde "aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón" (Mateo 11:29). Jesús ejemplificó la mansedumbre durante Su primera venida, así como Él ministró en el poder de Dios. Los que le siguen, también demostrarán mansedumbre o gracia como fruto de una vida llena del Espíritu (Gálatas 5:22).
"La mansedumbre" es una actitud humilde que se expresa en la paciencia ante las ofensas. La “apacibilidad" es un sinónimo virtual. Implica condescendencia y paciencia.
La mansedumbre no es debilidad, es poder bajo control. Como el escritor de los Proverbios dice: "Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad" (16:32). Por el contrario, el individuo que no es manso se asemeja a "una ciudad derribada y sin muro” (Proverbios 25:28). La mansedumbre siempre utiliza sus recursos de forma apropiada, a diferencia de las emociones fuera de control que tan a menudo son destructivas y no tienen lugar en su vida como creyente.
Y no equipare la mansedumbre con la cobardía, la falta de convicción o la mera cordialidad humana. Es una virtud que atrae valor, fuerza, convicción y una buena disposición de parte de Dios, no de los recursos humanos egocéntricos.
La mansedumbre caracteriza a nuestro Señor Jesucristo. Él siempre defendió la gloria de Dios y, en última instancia, se entregó en sacrificio por los demás (véase 1 Pedro 2:21-23). Jesús no reaccionaba cuando se le criticaba, calumniaba o trataba injustamente, sino que respondía adecuada y firmemente cuando el honor de Dios era profanado o Su verdad era corrompida o ignorada. Dos veces limpió el Templo por la fuerza (Mateo 21:12-17; Juan 2:14 -15) y en varias ocasiones y sin temor, denunció la hipocresía de los líderes religiosos judíos (Mateo 23:13-36, Marcos 12:13-40, Juan 8:12-59; 9:39-41).
Cuando llegó Su tiempo de sufrimiento, sin embargo, Jesús se sometió a la voluntad de Su Padre y soportó el abuso y las intenciones asesinas de los líderes hipócritas. Él demostró mansedumbre hasta el final. "Cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente" (1 Pedro 2:23).
Como Cristo, la persona gentil no se defiende (ver 1 Pedro 2:21). Esto se debe a que ha muerto a sí mismo y, por lo tanto, no se preocupa por el insulto, la pérdida material o incluso lesiones personales. El creyente que abraza la humildad sabe que no merece la defensa en sí mismo y que, en el largo plazo, no vale la pena luchar por todos sus bienes. En ese sentido, la mansedumbre es lo opuesto a la violencia y la venganza.
Para algunos, la mansedumbre lleva al sufrimiento. "Por causa de ti somos puestos a muerte todo el día; éramos considerados como ovejas para el matadero" (Romanos 8:36). Pero no es el triunfo de los humildes, incluso en el sufrimiento - "Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" (v. 37).
La mansedumbre es un camino digno de seguir. Puede que no le lleve a un lugar en "American Idol" o " Survivor", puede que no gane una campaña política, pero encontrará que la recompensa de Dios es suya en abundancia. Jesús prometió: "Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad" (Mateo 5:5).
Adaptado de The Quest for Character, por John MacArthur. © Copyright 2006. Todos los derechos reservados.
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