Cuando estaba en la universidad, era un miembro del equipo de atletismo de la escuela. Mi fuerte eran las pruebas de velocidad, y de vez en cuando, el cuarto de milla. Una de mis carreras favoritas era la de relevo. De todas las carreras que corríamos, la que mejor recuerdo es una que no ganamos.
La carrera empezó maravillosamente - estábamos liderando. Corrí tan rápido como podía. Pensé que teníamos una excelente oportunidad de ganar - nuestro cuarto finalista era especialmente rápido.
Nuestro tercer corredor despegó rápido como un rayo. Y entonces, ocurrió lo impensable. Se detuvo repentinamente, caminó fuera de la pista y se sentó en la hierba. Corrí hacia él, pensando que se había lastimado un músculo. Cuando lo alcancé, no se veía como si estuviera en dolor; le pregunté qué le pasaba. Nunca olvidaré su respuesta. Todo lo que dijo fue: "No sé, simplemente hoy no tenía ganas de correr."
Lamentablemente, muchas personas son como este corredor. En algún lugar a lo largo del camino se detuvieron en la búsqueda de una relación profunda y amorosa con Cristo, caminaron fuera del camino de justicia; y se sentaron a descansar en su propia justicia y la comodidad de los placeres mundanos. Pero la lealtad y el amor a Cristo exigen un compromiso de por vida. Como dijo nuestro Señor: "Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás es apto para el reino de Dios" (Lucas 9:62).
El apóstol Pablo entendió esa prioridad. Su relación con Cristo fue la pasión de su vida: "A fin de conocerle, y el poder de Su resurrección y la participación de Sus padecimientos, llegando a ser semejante a Él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos" (Fil. 3:10-11). Pero él no se hacía ilusiones de que hubiera conseguido algo; y comparó su propia búsqueda de Cristo a la de un corredor en una carrera (vv. 12-16). Su carrera espiritual debe tener la misma sensación de insatisfacción - sin ella no hay ninguna razón incluso para correr. De hecho, hay varios principios para aplicar a medida que la busca.
Esfuerzo máximo
Teniendo en cuenta quién es Cristo y lo que Él ha hecho por usted, su esfuerzo no debe ser inferior al de Pablo: "Prosigo por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús." (v. 12). La palabra griega traducida como "prosigo" se utilizaba para referirse a un corredor que corría de manera agresiva. Ese era el tipo de esfuerzo que Pablo realizaba - corría hacia Cristo con toda su fuerza, esforzando cada músculo espiritual para ganar el premio (cp. 1 Cor. 9:24-27). Esa debe ser su forma de pensar. Sólo hay una carrera que debe estar corriendo - y se necesita un esfuerzo máximo utilizando los medios de la gracia que Dios ha provisto.
Nadie va a desarrollar ese tipo de esfuerzo, sin embargo, a menos que exista algún tipo de recompensa al final. Para Pablo, y nosotros también, es "aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús" (Fil. 3:12). La recompensa de Pablo y nuestra es el verdadero propósito que Dios tenía al salvarnos: "A los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de Su Hijo" (Rom. 8:29). Dios nos salvó para que podamos llegar a ser como Cristo y, como resultado, esa debería ser nuestra búsqueda permanente.
Concentración focalizada
Si un atleta que compite en una carrera tiene alguna posibilidad de ganar, debe centrarse en la meta y hacer caso omiso de las distracciones a lo largo de la pista, los otros competidores e incluso la multitud. Del mismo modo, usted debe concentrarse en obtener la meta de ser como Cristo y no distraerse con las atracciones y tentaciones mundanas. Pablo estaba muy consciente de esos peligros. Por eso dijo: "Yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante" (Filipenses 3:13).
¿Cómo evitar las distracciones del mundo?
Mediante el desarrollo de estas dos actitudes:
En primer lugar, olvídese de su pasado. A medida que el corredor se acerca la línea de salida, sus últimas actuaciones no tienen relación con la carrera que se está preparando para correr. Lo mismo es cierto cuando se corre la carrera espiritual en pos de Cristo - el pasado es completamente irrelevante. Sus éxitos y fracasos pasados no son significativos en el presente, y mucho menos el futuro. No puede evaluar su utilidad por sus antiguas obras virtuosas y logros en el ministerio, ni debe usted ser debilitado por los pecados y fracasos del pasado.
En segundo lugar, busque llegar a la meta. En lugar de mirar hacia atrás, un buen corredor está siempre "extendiéndose a lo que está delante" (Filipenses 3:13). La palabra griega para "extendiéndome" se refiere a un extenderse más allá de la capacidad de cada uno. Para correr así, usted debe olvidar el pasado y concentrarse sólo en la meta por delante. ¿Tiene usted ese tipo de concentración en su deseo de llegar a ser como Cristo? Para seguir eficazmente a Cristo, debe enfocar toda su concentración en llegar a ser como Él.
Motivación Espiritual
Pablo estaba muy motivado en su búsqueda de Cristo: "Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (v. 14). Él estaba motivado por asuntos espirituales, no estaba atrapado en comodidades materiales y búsquedas mundanas. Su objetivo era ser como Cristo, y él recibiría su recompensa cuando el llamamiento de Dios llegara. Ser como Cristo es a la vez el objetivo y el premio que perseguimos.
Recuerde, esta búsqueda es objetiva, no subjetiva. No es una experiencia mística, sino una exposición de la verdad sobre Cristo revelada en la Biblia. La Escritura es el espejo que refleja Su gloria. Y cuando usted mira en ella con atención, se vuelve como Él (2 Cor. 3:18).
Asistencia Divina
Cada creyente debe tener la actitud de que él o ella no es perfecto (Fil. 3:15). Los que tienen esa perspectiva en cuanto a su espiritualidad estarán listos para responder positivamente a la corrección de Dios. Pero si usted tiene una actitud equivocada acerca de su espiritualidad, si usted está satisfecho con el nivel actual de su crecimiento espiritual, entonces Dios le revelará su verdadera condición. Él podrá hacerlo a través de la disciplina (Heb. 12:5-11) o a través de las pruebas (Santiago 1:2, 4) para construir y fortalecer su fe y confianza en Él.
Esfuerzo constante
Nadie puede ganar una carrera con un esfuerzo intermitente. No se puede llegar a ser como Cristo con ese tipo de esfuerzo tampoco, es una búsqueda permanente. Así es que Pablo dice: "Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa" (Fil. 3:16). El verbo griego traducido "sigamos una misma regla" se refiere a caminar de manera recta. Al igual que un corredor debe permanecer en su carril y mantener el mismo esfuerzo hasta que llega a la meta, usted tiene que estar en la línea espiritual y seguir avanzando hacia la meta de ser como Cristo.
Un verano, durante una visita a Europa, me encontré con una famosa lápida al pie de una de esas majestuosas montañas de los Alpes. Debajo del nombre del individuo el epitafio dice: "Murió escalando." Ésa debe ser su actitud a medida que busca a Cristo. Cuando sea el momento para que el Señor lo llame a su casa, usted debe estar buscándolo a Él.
Adaptado de First Love por John MacArthur.
© 1995 por John MacArthur. Usado con permiso.
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