John MacArthur
Si Yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado. El que me aborrece a Mí, también a Mi Padre aborrece. Si Yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a Mí y a Mi Padre. (Juan 15:22-24)
Todas las personas son responsables por sus pecados, “porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de Él, Su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:19-20; cp. Juan 1:9).
Pero aquellos que escucharon a Jesús cargan una responsabilidad aún mayor por rechazar la Verdad. Jesús dijo: “Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado… Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado.” Aquí el Señor no estaba hablando del pecado en general, sino del pecado específico de rechazarle de manera deliberada frente a la revelación completa. Ese es el pecado más grave de todos porque es el único imperdonable. Habiendo sido testigos de primera mano de los milagros de Jesús y habiendo oído Sus enseñanzas -ambos testimonio inequívoco de Su deidad (cp. Mateo 7:28-29; Juan 7:46; 10:25, 37-38; 14:10-11)- la conclusión de los fariseos fue: “Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios” (Mateo 12:24). Jesús declaró que su pecado era imperdonable debido a que ellos atribuyeron Sus obras milagrosas a Satanás y no al Espíritu Santo:
Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. (Mateo 12:31-32)
A pesar de que ese pecado específico ya no se puede cometer debido a que Jesús no está presente de manera física en la tierra, el principio permanece. El rechazo total a la luz de la revelación completa es imperdonable debido a que no existe nada más que Dios pueda mostrar a dichas personas. Según las palabras aleccionadoras del escritor de Hebreos:
“Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.” (Hebreos 6:4-6)
A pesar de su celo exterior (cp. Romanos 10:2), los enemigos judíos de Jesús habían visto y aborrecido a Él y también al Padre. La verdad es que aquellos que rechazan a Cristo no conocen a Dios. Eso se aplica tanto al que es religioso externamente como al que es un empedernido ateo. Todas las religiones falsas son de origen demoníaco. Pablo escribió a los corintios: “Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios” (1 Corintios 10:20; cp. Levíticos 17:17; Deuteronomio 32:27; Salmo 106:37). Jesús dijo a los más religiosos de Su tiempo: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer” (Juan 8:44).
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