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John MacArthur

Parte 5: Sométase al programa de Dios

Muy pocas personas pasan por la vida sin algún tipo de plan. La gran mayoría de nosotros hemos dedicado mucho tiempo nuestros horarios; y planificamos con tiempo si queremos lograr algo. Y lo que hemos planificado por más tiempo, dice mucho acerca de dónde están nuestros corazones -con frecuencia las vacaciones y las celebraciones, mientras que las responsabilidades en el trabajo y en la casa se ajustan a nuestros horarios según sea necesario.

Pero, ¿cuándo tenemos en cuenta la voluntad de Dios en nuestros planes? ¿Somos absorbidos en nuestros propios planes y expectativas para el futuro, sin considerar adecuadamente la voluntad soberana de Dios?

Al igual que Santiago 4:15 dice, nosotros deberíamos decir: "Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello "en la planificación de los próximos días y semanas. No podemos dejarnos llevar por nuestro propio programa. No reconocer la voluntad y el control supremo de Dios es una falta de respeto, sobre todo cuando Él es quien nos otorga nuestro aliento.

Esa misma mentalidad tiene que mantenerse en nuestra vida de oración. Es fácil quedar atrapado en las peticiones al Señor con respecto a nuestras necesidades y deseos inmediatos. Es mucho más difícil entregar habitualmente esas cosas a Su voluntad y sabiduría, confiando en Su plan perfecto y provisión.

El ejemplo de Cristo a los discípulos lo deja en claro -la prioridad para los creyentes es el programa de Dios, no el nuestro. Como hemos visto anteriormente en esta serie, nuestra relación con Dios nos da la confianza audaz de llevar nuestras peticiones delante de Él. Pero esas peticiones -y nuestras vidas- deben estar subordinadas a Su plan.

Y Él les dijo: "Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre. Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal"(Lucas 11:2-4).

La frase de cierre de Lucas 11:2 es "Venga Tu reino." Es una oración para el avance del reino de Dios. Al igual que cada frase de la Oración del Señor, esta es la antítesis de las oraciones rezadas por aquellos que en general se preocupan principalmente por el avance de sus propios programas, la construcción de sus propios imperios o llenar sus propios bolsillos. Esta es una oración para que el programa de Dios avance y que se haga Su voluntad. De hecho, en algunos manuscritos griegos el texto incluye la frase: "Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra" (RV 1960). Jesús mismo incluyó esa frase en la oración modelo, cuando la dio en Su Sermón de la Montaña (Mateo 6:10).

Cada solicitud que hacemos en nuestras oraciones debe pasar primero a través de este filtro: ¿Está en armonía con los objetivos y principios del reino de Dios? ¿Es consistente con la expansión del Reino? ¿Avanza realmente el Reino o simplemente cumple con algún deseo egoísta?

La teología “pídalo y recíbalo” es miope, autoindulgente y de mente estrecha. Lo único que le importa son los deseos de egocéntricos y egoístas, sin pensar en la gran causa del reino de Cristo. Una actitud piadosa dice: Señor, avanza Tu reino si eso significa que lo pierdo todo. Eso es lo que la frase "Venga Tu reino" indica.

El reino, por supuesto, es el ámbito donde manda Cristo -el reino donde Él es el Señor. Orar "Venga Tu reino" con sinceridad es rendir los deseos de uno y ceder el corazón sin reservas al señorío de Cristo. Afirmar el programa del Reino de Cristo es dejar a un lado las propias peticiones carnales, materialistas y egoístas, porque, después de todo, "el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo" (Romanos 14:17).

No hay nada verdaderamente malo en orar a Dios por las cosas que deseamos, siempre y cuando los deseos de nuestro corazón sean santos. De hecho, se nos alienta -en repetidas ocasiones- a pedir, a confiar y a alinear nuestros deseos con la voluntad de Dios. Y se nos promete respuestas a esas oraciones. "Deléitate asimismo en Jehová, y Él te concederá las peticiones de tu corazón" (Salmo 37:4).

Recuerde, Jesús dijo: "Si permanecéis en Mí, y Mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis y os será hecho" (Juan 15:7). "…Todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará " (Juan 16:23). "Esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye" (1 Juan 5:14). Preste mucha atención a los requisitos calificadores: "Si permanecéis en Mí, y Mis palabras permanecen en vosotros, [entonces]… lo que quieras" "Cualquier cosa en Mi nombre" "Cualquier cosa conforme a Su voluntad". La oración modelo de Jesús tiene las mismas calificaciones incorporadas, debido a la forma en que Él nos enseñó a reconocer la paternidad de Dios, ceder a la prioridad de Dios y subirnos a bordo del programa de Dios antes de que siquiera hagamos una petición para nosotros mismos.

Cualquier oración que sigue un patrón diferente, no es un acto de adoración verdadero; y por lo tanto no es una oración legítima.

Por el contrario, toda oración verdadera es adoración. Vamos a un Padre amoroso, aceptando que Él sabe más. Nuestras oraciones, entonces, reflejan un corazón obediente, una pasión por Su gloria y un deseo de ver la extensión de Su reino, para que Dios sea honrado.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org  
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