por Cameron Buettel y Jeremiah Johnson
La verdad importa, especialmente cuando se trata de adorar. Eso debería ser obvio; usted no puede adorar de manera apropiada al Señor si usted no sabe quién es Él. Cristo mismo fue inequívoco en este punto - Él dijo que los verdaderos adoradores “deben adorar en espíritu y en verdad” (Juan 4:24, énfasis añadido).
Sin embargo, gran parte de la música de adoración moderna parece apuntar a reducir al único Dios verdadero. Algunas “canciones de adoración” populares no son nada más que una adoración artificial ofrecida a un dios diferente. En su libro Adorar, John MacArthur describe las consecuencias del analfabetismo bíblico que permea a la Iglesia en la actualidad.
La “Adoración” tiene como objetivo ser lo más informal y relajada posible, reflejando una fácil familiaridad con Dios que no es apta para Su majestad trascendente. Este tipo de “adoración” parece apuntar principalmente a lograr que los pecadores estén cómodos con la idea de Dios -suprimiendo de nuestros pensamientos todo lo que sea temor, temblor, reverencia o verdad bíblica profunda…
El derrumbe de la verdadera adoración en las iglesias evangélicas es una señal alarmante. Refleja una degradación de Dios y una apatía pecaminosa hacia Su verdad entre el pueblo de Dios. Los evangélicos han estado jugando una especie de búsqueda trivial en la cultura pop durante décadas; y como resultado, el movimiento evangélico ha perdido la visión de la gloria y la grandeza de Aquel a quien adoramos.
Durante nuestras recientes visitas a Hillsong Los Ángeles hemos visto cómo esa tendencia se desplegó con vívidos detalles. Peor aún, hemos identificado algunas características no bíblicas que Hillsong atribuye a Dios de manera rutinaria.
El dios de Hillsong es pasivo
En su declaración de creencias, Hillsong afirma - sin ningún fundamento bíblico - lo siguiente: “creemos que Dios quiere sanarnos y transformarnos para que podamos vivir vidas saludables y bendecidas con el fin de poder ayudar a otros de manera más eficaz.”
Esta declaración plantea algunas preguntas importantes: ¿que está impidiendo a Dios hacernos saludables y bendecidos? Y, ¿por qué está el mundo lleno de enfermedad, pobreza y penurias, si Dios no quiere que así sea?
La respuesta simple es que Hillsong adora a un dios pasivo e impotente. Una y otra vez durante nuestro tiempo en Hillsong Los Ángeles, se nos animó a “invitar a Dios a liderar y guiar” y a “permitir” que Él nos lidere. Fuimos enseñados que la adoración abre la puerta para que Dios obre en nuestras vidas - que le ofrece a Él la oportunidad de traer un quiebre de nuestras circunstancias. Una noche se nos aseguró categóricamente que “nuestras oraciones pueden incluso hacer que Dios cambie de opinión.”
Eso está muy lejos del Dios de la Biblia, quien “hace lo que le place” (Salmo 115:3); cuyos propósitos no pueden ser frustrados (Job 42:2); quien predestina a Su pueblo de acuerdo con Su propósito y voluntad (Efesios 1:11); y quien gobierna de manera soberana sobre toda Su creación (Salmo 103:19). Si bien la soberanía de Dios se menciona ocasionalmente en canciones y sermones, el concepto de un Señor verdaderamente soberano es totalmente ajeno a la teología de Hillsong.
El Dios de Hillsong es unidimensional
Pero eso no es una sorpresa, debido a la miopía general de Hillsong cuando se trata de los atributos divinos. En la economía doctrinal de Hillsong, un aspecto del carácter de Dios sobresale con respecto a los demás: Su amor. En más de una ocasión, se nos dijo que “Dios ama desesperadamente a cada persona aquí en Los Ángeles.” Se nos recordó de manera repetida que el Evangelio y el mensaje de Jesucristo son “inclusivos” - que a Dios no le interesan las personas perfectas; que Él te ama “tal como eres” (más acerca de esto la próxima vez).
En un servicio vespertino, escuchamos a Christine Caine, una activista en contra de la trata de personas y conferencista internacional, siendo ella misma un producto de Hillsong. Su mensaje se refirió a la fidelidad de Dios en mantener Sus promesas. Ella utilizó la historia de Abraham y Sara como su texto. Finalizó asegurándonos que Dios aún nos ama después de las “cosas tontas” - un término que ella aplicó a todo tipo de pecado, incluyendo la fornicación de Abraham con Agar. Su punto fue que no hay nada que nosotros podamos hacer - sin importar cuán escandaloso y rebelde el pecado sea - para que Dios nos ame menos. Su gran amor por la humanidad siempre ganará, superando cualquier obstáculo.
El problema con esa perspectiva del amor de Dios es que ignora muchos de Sus otros atributos fundamentales. No se medita en Su santidad, Su justicia o Su ira justa. De hecho, tal como muestra Romanos 5:8-9, el amor de Dios y Su ira se comprenden mejor conjuntamente. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en Su sangre, por Él seremos salvos de la ira.”
Hillsong se apresura en aplicar las bendiciones y beneficios del gran amor de Dios. Pero fuera de esos otros aspectos vitales de Su carácter, parece poco más que un afecto confuso. Dicho de manera simple, el amor de Dios pierde su brillo en el vacío.
Tal como John MacArthur explica en un vídeo blog a principios de este año, “no se puede tomar un atributo de Dios - cualquier atributo de Dios - y aislarlo como si el mismo definiera a Dios. Dios debe ser entendido en todo el conjunto de Sus atributos.” En la naturaleza divina de Dios, dichos atributos se complementan uno con el otro - no compiten entre sí. Y no pueden ser comprendidos en su totalidad o de manera precisa si están aislados.
El Dios de Hillsong es familiar
Quizás uno de los otros peligros de sobre enfatizar el amor de Dios es que lo convierte en un benefactor benévolo, robándole la debida reverencia y respeto. Los servicios de adoración no necesitan ser sombríos, pero existe una falta de sobriedad notoria que es difundida en los encuentros de Hillsong.
Y no es tan sólo un tema del ambiente parecido al de un club o a la parafernalia de un concierto de rock. No se percibe un sentido de reverencia o temor reverente a Dios - ninguna noción de que Él es un fuego consumidor (Hebreos 12:28-29). Y si bien pasan un tiempo importante atrayendo a las personas para que entren en una relación con Cristo, no hay un sentido de “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (Hebreos 10:31). Más bien, el Dios de Hillsong es un mayordomo cósmico, atento a todas nuestras necesidades y deseoso de dar rienda suelta a nuestros logros, sanar nuestras relaciones y derramar bendiciones en nuestras vidas. Él está a nuestro servicio y disposición.
El sentido de la trascendencia o la santidad de Dios ha desaparecido por completo. De hecho, las reacciones de hombres como Moisés, Isaías, Ezequiel, Pablo y Juan, quienes de manera humilde cayeron sobre sus rostros ante la presencia del Señor, atónitos en temor reverente, parecen inapropiados para una deidad tan íntima y familiar como la que Hillsong describe.
Esa actitud puede conducir a un alarmante debate casual y negligente de la persona y la obra de Dios. Por ejemplo, en el mensaje de Christine Caine mencionado anteriormente, ella condujo a la audiencia a la histeria con la siguiente descripción de la obra creadora de Dios: “Dios despertó un día y eructó y (gestos) la Tierra y dijo: “Uy, mira lo que he hecho.”” Estas, simplemente, no son palabras de alguien que toma a Dios y a Su palabra en serio.
Una Palabra Acerca de la Palabra de Dios
Ese mismo descuido frívolo se despliega en la mayoría de la predicación que oímos en Hillsong Los Ángeles. Los oradores con frecuencia juegan con la Escritura y su significado. Rara vez se preocupan por su contexto. El modelo general es aislar una porción narrativa de la Escritura; y convertirla en una analogía para la audiencia y en una promesa de bendición y favor de Dios.
Inclusive los versículos y pasajes más familiares son extremadamente flexibles en manos del liderazgo de Hillsong. El primer domingo que atendimos, el pastor líder de Hillsong Los Ángeles, Ben Houston, convirtió a Juan 3:16 en una exhortación a ofrendar a la Iglesia, explicando cómo “Dios amó de tal modo que dio,” y que nuestro amor por la Iglesia debería impulsarnos a dar nuestro dinero.
Ese tipo de flexibilidad posmoderna es traída al texto en cada servicio; y convierte a cada lección en un recordatorio del provocador amor de Dios por usted, Su ardiente deseo de bendecirlo y su parte integral en desatar esa bendición en su propia vida. No es más que una versión diluida del Evangelio de la prosperidad o el movimiento Palabra de Fe.
En su libro Adorar, John MacArthur señala varios ejemplos del Antiguo Testamento para ilustrar cuán seriamente Dios considera la adoración. Ya sea que se trate de los israelitas moldeando un becerro de oro en los pies del monte Sinaí, o el fuego extraño ofrecido por Nadab y Abiú o Uza, para asegurar el arca del pacto, el mensaje es claro:
Dios no aceptará la adoración pervertida. Algunos insisten en que cualquier tipo de adoración sincera es aceptable a Dios, pero eso simplemente no es verdad. La Biblia enseña que aquellos que ofrecen adoración diseñada por ellos mismos es inaceptable a Dios, sin importar sus buenas intenciones. No importa cuán pura pueda parecer nuestra motivación o cuán sincera pueda ser nuestra intención, si no somos capaces de adorar a Dios como Él lo ha ordenado, Él no puede bendecirnos.
En el mejor de los casos, el dios de Hillsong es una sombra pálida e incompleta de la plenitud definida en la Escritura. En el peor de los casos, él es un ídolo falso, hecho en la imagen del hombre e incapaz de proveer la redención y la transformación que los pecadores necesitan de manera tan desesperada.
* Cameron Buettel y Jeremiah Johnson son los escritores regulares del blog de Grace To You.
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