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Esta serie de sermones incluye los siguientes mensajes:
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Información de la EditorialUna de las cualidades fundamentales de la Biblia es su claridad. Eso significa que las enseñanzas de las Escrituras, están escritas tan claramente, que se pueden entender sin la necesidad de una maestría especial o las sanciones de la iglesia.
La Biblia habla frecuentemente de su propia claridad. Salmo 119:130 dice, “La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples”. Cualquier persona que humildemente lee la Biblia puede decir, “Más que todos mis enseñadores he entendido, porque tus testimonios son mi meditación” (Salmo 119:99). Salmo 19:7 enseña, “El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.”
La idea de que puedan haber códigos ocultos en la Biblia, limita la accesibilidad del mensaje verdadero de la Biblia, a los supuestos expertos, quienes “pueden descifrar” los mensajes profundos que Dios “esconde” en las Escrituras... Pero este tipo de expertos no son necesarios porque la Biblia no contiene ningún código oculto.
Una teoría de código-oculto, trabaja como un rompecabezas común, de una búsqueda de palabras-mensajes ocultos que están supuestamente encajados diagonalmente entre el texto Hebreo. Pero eso es tan absurdo, como convertir la página de nuestro periódico a un rompecabezas de búsqueda de palabras, esperando encontrar historias significativas detrás de ello. Los periódicos no son escritos para dar a entender mensajes en códigos ocultos, como tampoco la Biblia. Los dos deben ser leídos usando las reglas ordinarias del lenguaje.
Por supuesto que hay conceptos en la Biblia que son difíciles de entender--hasta el apóstol Pedro lo admitió (2 Pedro 3:15). Pero la manera de descubrir el significado de esos pasajes difíciles no es en buscar los mensajes ocultos, sino que en ocuparse en el estudio diligente que tiene, al usar con precisión La Palabra de verdad (2Timoteo 2:15).
La Biblia es clara y hasta la persona menos entrenada puede entenderla. Dios quiere que usted entienda la Biblia, y Él ha provisto al Espíritu Santo como un guía. En fin, “no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre” (Deuteronomio 8:3).