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Phil Johnson:

¿Qué supones, John, que sería la pregunta doctrinal más común que recibimos?

John MacArthur:

La pregunta más común...Yo no sé cuál sería la pregunta doctrinal más común.

Phil:

Se trata sobre la elección.

John:

Sí, iba decir que probablemente sería sobre el tema de la soberanía de Dios, la doctrina de la elección – somos Calvinistas, y ¿cuántos puntos afirmamos de la teología de Calvino? Esa hubiera sido mi hipótesis. Pero, es interesante que tú digas que esa es la pregunta hecha más seguido.

Phil:

Sí. La doctrina de la elección. ¿Sabes?, la gente dice, “Cómo explicas esto, que Jesús dijo a sus discípulos, ‘Ustedes no me escogieron a Mí. Yo los he escogido’. Pero, ¿no había un sentido en que ellos lo escogieron a Él?” ¿Qué significa eso?

John:

¿Sabes? Pensando un poca atrás. Estas últimas semanas han sido, como siempre hago cada semana de mi vida, de preparar sermones, y esto me vino a la mente. Estoy en 2 Juan, esta pequeña epístola de 2 Juan, la cual no es muy conocida como algo doctrinal. Es una advertencia en contra de mostrar hospitalidad a los maestros falsos. Pero me sorprendió como comienza. Escucha esto. Esto es el comienzo de 2 Juan: “El anciano a la señora elegida”. ¿No es esa una manera extraña de identificar a alguien? Esta es una carta a una señora y a sus hijos. Es como 3 Juan, la cual es una carta a un hombre llamado Gayo. Esta señora no es nombrada, pero la carta fue claramente escrita a una señora. Sabemos que es una señora porque habla de sus hijos, habla de su hogar, habla de su hospitalidad, y también se refiere a los hijos de tu hermana elegida.

Phil:

Sí tiene un sonido discordante, ¿verdad? En esta cultura, uno podría pensar que él estuvo hablando de Hillary Clinton o un político. 

John:

Sí, la persona que fue elegida. ¿Te pondrías de pie en un servicio de la iglesia para decir, “Les quiero presentar a nuestro hermano elegido?” La gente diría, ¿Qué?” Algunos dicen, debemos dejar esa doctrina en secreto. Pero no podemos; sí podemos llamar a las personas cristianos. Les podemos llamar hijos de Dios creyentes pero no decimos, “Mi amigo elegido”. ¿Por qué no? ¿Por qué no hacemos eso? Es sorprendente.

Estoy escribiendo un comentario sobre 1 Pedro. Y escucha como comienza esto: “Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados, de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos…” Eso es discordante en el sentido que solamente recibes la carta. No hay explicación. No dice, “Yo sé. Esa palabra parece difícil de entender. Te la explicaré después”.

No hay declaración, entre paréntesis. No hay advertencia. No hay deferencia dada a alguien quien pudiera ser ofendido. Era como si le llamaras a alguien “cristiano”. Si les llamaras creyente, hermano, hermana, hijo de Dios, uno que alaba a Cristo. Ese era un término usado libremente por aquellos en la primera iglesia.

Phil:

Es una idea prominente a través de la Escritura, si piensas en ello. Las personas escogidas de Dios.

John:

Israel, Mi elegido, Cristo, Mi elegido. Sí. Entonces, creo que nos hemos extraviado del más alto nivel de la comodidad que la primera iglesia y los autores del Nuevo Testamento tenían con el tema de la elección. No hemos introducido algo extraño en la Escritura. Nos hemos desviado tan lejos de esto y lo hemos hecho un conflicto tortuoso.

Hablé con un pastor por teléfono, y me dijo que el domingo previo era un pastor asociado, luchando en la iglesia donde asistía. Dijo que el pastor se paró al pulpito para predicar sobre Efesios capítulo uno del tema de la predestinación. Entonces, su sermón entero fue la historia del conflicto entre Calvino y “Arminio”. Y, al final de su sermón, él dijo, “¿Saben?, ustedes son libres de hacer su propia decisión. Escojan su lado”. Y este joven se aterrorizó.

Hemos convertido algo que es un hecho absoluto, el cual la primera iglesia reconoció y celebró y gozó y en el cual se gloriaron, en un problema divisible que nunca se debe de introducir entre convivencia amable, nunca debe ser presentada a un incrédulo, nunca debe ser presentada a un cristiano joven o alguien quien es nuevo en el estudio de la Escritura, porque puede ser ofensivo cuando lo opuesto es absolutamente propio. Entonces, únicamente necesito decir, cuando estás hablando sobre la doctrina de la elección, estás hablando sobre algo que fue tan claramente asumido en la comunidad del Nuevo Testamento que cuando escribías una carta a alguien, decían, a la señora elegida y a sus hijos. Digo, no conozco a nadie que me haya escrito una carta así. Al elegido, mi querido elegido, John.

Phil:

Esta es una doctrina difícil, ¿verdad? ¿Hubo alguna vez que luchaste con ella?

John:

¿Sabes? En un sentido eso es cierto. En otro sentido, todas las doctrinas son doctrinas difíciles. Es una cuestión de cómo las ves. Es una cuestión del ángulo en las que las ves. Si me dijeras a mí, “Dios es eterno”, ¿no es esa una doctrina difícil?

Phil:

Por supuesto.

John:

Es una doctrina imposible. Yo no puedo profundizar un ser que siempre ha existido. Esto no es posible concebirlo. 

Phil:

Correcto.

John:

Ni puedo entender que voy a existir por siempre. Mi eternalidad es más allá de la descripción. Y, si pienso mucho sobre ello, me da nauseas. De verdad. No puedo entender eso porque todo lo que he conocido en mi mundo entero ha tenido un principio y un fin. My padre decía, “Si piensas demasiado en eso, te encontrarás bajo la cama repitiendo el alfabeto griego”. Perderías la razón.

Entonces, me preguntaste de la elección, solamente te digo que no hay nada en la doctrina de la elección que es mucho más misterioso, ni más incomprensible para mí que el concepto de un ser eterno. Más allá de eso, ¿cómo puedo comprender que Dios es infinito? Eso es decir que no hay límite en Su ser. No hay confinamiento de Su ser. Yo vivo en un ambiente de tiempo y espacio. Eso es todo lo que puedo comprender. Todo tiene características de tiempo y espacio. Dios no tiene ninguna de esas. Esa es una doctrina imposible para entender.

Creo que la razón por la doctrina de la elección es difícil no tiene que ver con su incomprensibilidad. Tiene que ver con su ofensa a la voluntad, el ego y el orgullo humano. Creo que ese es el fin. No se trata sobre su incomprensibilidad, porque no puedo comprender cómo Jesús puede ser completamente Dios y completamente hombre. No puedo comprender como Dios hizo a Jesús el sacrificio por mi pecado. No puedo comprender como Dios puede crear. La completa creación, para mí, es incomprensible.

En mi sermón el domingo por la mañana hablaba sobre la bacteria en tu cuerpo. Y hable con Joe Francis, el profesor de inmunología de The Master’s College. Un científico genial. Y, me dijo que hay más bacteria en mis intestinos que la bacteria que tenían las personas quienes vivieron en este planeta desde la creación.

Phil:

¡Oh! ¿Estás enfermo?

John:

Estoy bien. Y, él dijo, la realidad extraña es que no puedo llegar hasta al fin de la vida. Al poder creativo de Dios…no puedes llegar a Su fin. Y, Einstein, por supuesto, murió terriblemente desilusionado porque llegó hasta el átomo, y aun no podía entender lo que lo contenía porque era algo que no podía ser calculado científicamente. La incomprensibilidad de eso es totalmente asombrosa para mí.

Entonces, cuando me enfrento con algo como la doctrina de la encarnación, o con algo como la doctrina de la salvación, o con algo como la predestinación, elección, no es más incomprensible para mí que cualquier otra doctrina. Y pienso, el problema está en el hecho que el orgullo del hombre y el hombre obstinado y la auto-determinación del hombre, que es una reflexión, puedo decir, de su deformado Imago Dei es la deformación de la imagen de Dios para que él se de más credibilidad de lo que merece.

Eso es el camino que se le ha inducido a la naturaleza del hombre por el pecado. Él se ofende por el hecho que no puede hacer esa decisión. Últimamente, es la ofensa, y no la incomprensibilidad de ella.

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