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¿Cuáles son los hechos concisos del evangelio? ¿Cuál es el mínimo de información necesaria para creer y ser salvo? Si bien esas preguntas pueden promover discusiones interesantes, no son preguntas válidas para desarrollar programas evangelísticos. Tristemente, demasiados esfuerzos evangelísticos están basados en respuestas a esas preguntas.
De hecho, muchos de esos enfoques formulados respecto al evangelio, deliberadamente omiten verdades importantes como el arrepentimiento y la ira de Dios hacia el pecado. Algunas voces influyentes en el evangelicalismo moderno han argumentado que esas verdades (y otras, como el señorío de Señor) son extrañas al evangelio. Ellos dicen que tales asuntos ni siquiera deberían ser tratados cuando se habla con inconversos.
Otros líderes evangélicos, deseando unidad ecuménica con las iglesias católicas y ortodoxas, sugieren que temas doctrinales importantes tales como la justificación por la fe y la expiación sustitutiva, realmente no son esenciales para el evangelio. Ellos, en efecto, están pidiendo un enfoque reducido hacia el evangelio. Su apertura ecuménica implica que virtualmente cualquier tipo de fe genérica en Cristo pueda ser considerada como autentica fe salvadora. Ellos ignoran el hecho que el Nuevo Testamento condena a esos que profesan creer en Cristo, mientras que al mismo tiempo rechazan o tuercen la doctrina de la justificación (Gálatas 1:6-9). Parece que muchos evangélicos, están obsesionados con saber cuan poco de la verdad de Dios una persona puede creer, y todavía llegar al cielo.
Evangelismo Paternal
Aplicado a la paternidad, potencialmente ese enfoque tiene consecuencias eternas. Es por eso que los padres deberían resistir la tentación de pensar en tales términos. El tipo de enseñanza constante, fiel y diligente requerida por Deuteronomio 6:6-7 es incompatible con el enfoque minimalista hacia el evangelio.
El evangelio es las buenas nuevas acerca de Cristo. Hay un sentido en el cual el evangelio incluye toda la verdad acerca de Él. No hay necesidad de pensar en algún aspecto de la verdad bíblica como incompatible o extraña al evangelio. De hecho, dado que Cristo es la suma y el pináculo de la revelación bíblica (Hebreos 1:1-3), cada verdad en la Escritura apunta hacia Él. Y, por lo tanto, nada de eso está fuera de lugar en los contextos evangelísticos. Uno podría decir con precisión, entonces, que los padres que quieren ser meticulosos al evangelizar a sus hijos, necesitan enseñarles el consejo completo de Dios, cuidando de mostrar las ramificaciones del evangelio en toda esa verdad. Eso, yo creo, es el verdadero espíritu de lo que Deuteronomio 6:6-7 requiere.
De todas maneras, no hay formula que posiblemente pueda reunir las necesidades de cada persona no-regenerada. A aquellos que lo ignoran, se les necesita decir quien es Cristo y porque Él ofrece la única esperanza de salvación (Romanos 10:3). A aquellos que son descuidados se les necesita confrontar con la realidad de un juicio inminente (Juan 16:11). Aquellos que están atemorizados, necesitan escuchar que Dios es misericordioso, y que no se deleita en la muerte del impío, sino que les ruega a los pecadores que vengan a Él por misericordia (Ezequiel 33:11). A aquellos que son hostiles se les necesita mostrar la futilidad de oponerse a la voluntad de Dios (Salmo 2:1-4). Aquellos que son farisaicos necesitan tener sus pecados expuestos por las demandas de la ley de Dios (Romanos 3:20). Aquellos que son orgullosos necesitan escuchar que Dios odia el orgullo (1 Pedro 5:5). Todos los pecadores deben entender que Dios es santo y que Cristo ha cumplido todas las demandas de la justicia perfecta de Dios a favor de los pecadores (1 Corintios 1:30). Cada presentación del evangelio debe incluir una explicación de la muerte sacrificial de Cristo por el pecado (15:3). Y el mensaje no es el evangelio, si no cuenta también Su sepultura, y el triunfo de Su resurrección (vv. 4, 17).
Subraye las doctrinas cruciales del Evangelio
De todas maneras, junto con un compromiso de ser concisos, los padres deben tomar gran cuidado de subrayar ciertas verdades que son particularmente cruciales para un correcto entendimiento del evangelio. Aquí tiene algunos consejos que lo mantendrán en curso:
Enséñeles acerca de la santidad de Dios
“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová” (Salmo 111:10). Eso no se refiere a un miedo cobarde. No es el tipo de miedo que ve a Dios como caprichoso en Su ira. Más bien, es un temor devoto y reverente de ofender la santidad de Dios, basado en un verdadero entendimiento de Dios como Uno que “muy limpio es de ojos para ver el mal, ni puede ver el agravio” (Habacuc 1:13).
Muéstreles el pecado en sus vidas
Asegúrese de enseñarle a sus hijos desde una edad temprana, que la mala conducta no es solamente una ofensa en contra de Mamá y Papá; es también un pecado en contra de un Dios Santo, quien demanda que los hijos obedezcan a sus padres (Éxodo 20:12).
Ayude a educar las conciencias de sus hijos, para que entiendan que son responsables primeramente delante de Dios, y luego a sus padres. Enséñeles esto con amor y compasión genuina, no en una manera intimidante.
Enseñarles que son pecadores no significa menospreciarlos o atormentarlos con un constante maltrato verbal acerca de sus fallas. La meta no es pisotear su espíritu al continuamente regañarlos. Por el contrario, necesita instruirlos tiernamente y ayudarles a ver sus propias naturalezas caídas desde la perspectiva de Dios. Ellos necesitan apreciar porqué son atraídos al pecado, y finalmente deben sentir su propia necesidad de redención. Jesús dijo, “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos” (Marcos 2:17). ¿Cómo su hijo va a volverse hacia Cristo, si él no se da cuenta que está enfermo?
Instrúyalos acerca de Cristo y lo que Él ha hecho
Enseñarles a sus hijos acerca de su propio pecado, no es la meta en sí misma, en absoluto. Debe también dirigirlos al único remedio para el pecado - Jesucristo. Él es el corazón del mensaje del evangelio, así que instruirlos acerca de Jesucristo, debería ser el enfoque final y el diseño de toda su instrucción espiritual.
Explique la deidad de Cristo (Juan 1:13-14) y Su Señorío (Filipenses 2:9-11). Explique que Él se hizo hombre (Filipenses 2:6-7), pero mantuvo Su pureza sin pecado (Hebreos 4:15; 1 Pedro 2:22-23) y se transformó en el sacrificio sin mancha, por nuestros pecados (2 Corintios 5:21), derramando Su sangre como una expiación por nuestro pecado (Efesios 1:7). Explique cómo Su muerte en la cruz compró nuestra salvación (1 Pedro 2:24; Colosenses 1:20), y que Él triunfantemente se levantó de los muertos (Romanos 4:25; 1 Corintios 15:3-4). Y explique que Él libremente justifica a aquellos que confían en Él (Romanos 5:1-2; Gálatas 2:16), y que Su justicia es imputada a nosotros (2 Corintios 5:21; Romanos 4:5-6; Filipenses 3:8-9).
Dígales que es lo que Dios demanda de los pecadores
Dios llama a los pecadores al arrepentimiento (Hechos 17:30). El arrepentimiento genuino no es reformarse a uno mismo o cambiar el comportamiento. Es un giro del corazón a Dios, de todo lo que es malo.
Es provechoso remarcar que el arrepentimiento es un cambio del corazón y no debería ser comparado con ninguna acción externa de parte del niño. En muchas mentes evangélicas modernas, el acto de orar invitando a Jesús al corazón, se ha prácticamente convertido en un medio sacramental de salvación. Lo mismo pasa con levantar la mano en una reunión, o pasar al altar en un servicio. Pero tales acciones externas no tienen eficacia salvífica intrínseca. Esas son todas obras y las obras no pueden salvar. La Fe - una confianza arrepentida solamente en Cristo, para salvación - es el único instrumento verdadero de nuestra justificación, de acuerdo a la Escritura. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8-9).
Es mejor evitar todos esos énfasis en acciones externas, y en su lugar seguir enfocándonos en la respuesta que la Escritura pide de los pecadores.
Aconséjeles a contar el costo cuidadosamente
No minimice las duras demandas de Cristo. No describa la vida cristiana como una vida fácil, libre de dificultades y dilemas. Siga recordándole a sus hijos que el verdadero precio de seguir a Cristo siempre involucra sacrificio, y el preludio a la gloria es el sufrimiento. Es verdad que Cristo ofrece el agua de vida gratuitamente a todos quienes la tomen (Apocalipsis 22:17). Pero aquellos que la toman, están haciendo un compromiso incondicional de seguirlo a Él, que literalmente les podría costar sus vidas mismas.
Esta es la razón por la que las verdades centrales del evangelio se centran en la cruz: revela cuan nefasto es nuestro pecado. Muestra la intensidad de la ira de Dios en contra del pecado. Revela el gran amor de Dios en pagar tan alto precio por la redención. Pero también sirve como una metáfora adecuada del costo de seguir a Cristo. Jesús repetidamente afirmó que el costo de seguirle involucra una disposición de sacrificarlo todo.
Anímelos a confiar en Cristo.
Comenzamos por notar que la regeneración es la obra del Espíritu Santo en el corazón, y le advertimos a los padres a no emplear medios artificiales o presiones externas para coaccionar una confesión de fe superficial de su hijo. Sin embargo, existe una urgencia inherente en el mensaje mismo del evangelio, y es correcto que los padres impriman esa urgencia en el corazón del niño.
Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. (2 Corintios 5:18-20)
(Adaptado de Cómo ser padres cristianos exitosos.)