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Existe un paralelismo directo entre las publicidades de los refrescos y la psicología —ambos no solo hacen promesas que no pueden cumplir, sino que realmente dejan a la gente anhelando la verdadera fuente de vida, energía y vitalidad.
En nuestra última publicación, comenzamos a explorar —mediante un estudio del Salmo 19— la realidad de la Palabra de Dios como completa, confiable y útil para la corrección. Los que confían en Él encuentran vidas transformadas, sabiduría y gozo eterno. Ahora, veremos tres de los aspectos más notables de la Escritura y cómo es suficiente para su vida.
La Escritura es pura, alumbra los ojos
El Salmo 19:8 brinda una cuarta característica de la suficiencia total de la Escritura: “El precepto del Jehová es puro, que alumbra los ojos”. “Precepto” enfatiza la naturaleza no opcional de la Biblia. No es un libro de sugerencias. Sus mandamientos divinos son autoritativos y obligatorios. Aquellos que lo tratan ligeramente se colocan en peligro eterno. Aquellos que lo toman con seriedad, encuentran la bendición eterna.
“Puro” podría traducirse mejor como “coherente”. La Escritura no es mística, ni confusa, ni misteriosa. El sinónimo “claro” es mejor. La Palabra de Dios es una revelación —una revelación de la verdad para explicar misterios, destacando la eternidad. Por supuesto, hay cosas en las Escrituras que son difíciles de entender (2 Pedro 3:16). Pero en su totalidad, la Biblia no es un libro confuso.
La Escritura, debido a su absoluta claridad, trae comprensión donde hay ignorancia, orden donde hay confusión y luz donde hay oscuridad espiritual y moral. Se destaca por su evidente contraste con las reflexiones equívocas de los hombres no redimidos, que a su vez son ciegos e incapaces de discernir la verdad o de vivir virtuosamente. La Palabra de Dios revela con claridad las benditas verdades llenas de esperanza que ellos nunca pueden ver.
La Escritura es limpia, permanece para siempre
En el Salmo 19:9, David usa el término “temor” como sinónimo de la Palabra de Dios: “El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre”. “Temor” habla del respeto reverencial por Dios, que nos impulsa a adorarlo. La Escritura, en este sentido, es el manual de Dios sobre cómo adorarlo.
La palabra hebrea traducida como “limpio” es la ausencia de impureza, suciedad, deshonra o imperfección. La Escritura no tiene pecado, maldad, corrupción o error. La verdad que trasmite es, por lo tanto, absolutamente inmaculada y sin defecto. Esa verdad se representa en el Salmo 12:6, en donde David llama a la Palabra “limpia, como plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces”.
Debido a que es perfecta, la Escritura permanece para siempre (Salmo 19:9). Cualquier cambio o modificación sólo podía introducir imperfección. La Escritura es eterna e inalterablemente perfecta. Jesús dijo “el cielo y la tierra pasarán, pero mis Palabras no pasarán” (Marcos 13:31). Eso garantiza que la Biblia es permanente, inmutable y, por lo tanto, relevante para todos en cada época de la historia. Siempre ha sido y siempre será adecuada.
Debe afligir a Dios cuando la gente lo calumnia al afirmar que la Biblia está desactualizada o que no es lo suficientemente sofisticada para nuestra sociedad educada. La Escritura no necesita actualización, edición o ser mejorada. Sea cual fuere la época o la cultura en la que usted vive, es eternamente relevante.
No necesita ayuda en ese sentido. Es verdad pura, sin pecado, inerrante; es permanente. Es la revelación de Dios para todas las generaciones. Fue escrita por el Espíritu omnisciente de Dios, quien es infinitamente más inteligente que cualquiera que se atreva a juzgar la relevancia de las Escrituras para nuestra sociedad, e infinitamente más sabio que todos los mejores filósofos, analistas y psicólogos que marchan a la intrascendencia.
La Escritura es verdad, completamente justa
El versículo 9 da la característica final y el efecto de la palabra suficiente de Dios: “Los juicios de Jehová son verdad; todos justos”. “Juicios” —en ese contexto— significa decretos o veredictos divinos del banquillo del Juez Supremo de la Tierra. La Biblia es el estándar de Dios para juzgar la vida y el destino eterno de cada persona.
Los incrédulos no pueden saber qué es verdad porque están ciegos a la Palabra de Dios. Engañados por Satanás, buscan en vano la verdad espiritual. Pero fuera de la Palabra de Dios, no pueden descubrir la verdad sobre las cosas que realmente importan: los orígenes, el propósito de la vida, la moral, los valores, la vida, la muerte, el destino, la eternidad, el cielo, el infierno, el amor verdadero, la esperanza, la seguridad y todo otro tema espiritual.
En una ocasión, recibí un libro acerca de cómo lidiar con la depresión escrito por una psiquiatra. Una sección titulada “Reprogramando su mente consciente” llamó particularmente mi atención. La primera sugerencia de la doctora era gritar: “¡cancelar!” cada vez que tuviera un pensamiento negativo. Ella también recomendaba la reprogramación del sueño, reproducir una grabación con muchos comentarios positivos durante toda la noche. Durante el día, ella dijo que debía escuchar música positiva.
La doctora también pensó que sería útil cultivar una filosofía espiritual significativa. Ella dijo que buscara un sistema de creencias que funcionara para usted —cualquiera sería bueno— pero, que se asegurara de evitar a personas que hablen del pecado y la culpa. Su conclusión fue que usted debe encontrar la luz en sí mismo. Desafortunadamente, eso es lo mejor que la sabiduría humana puede brindar. [1] Priscila Slagle, The Way Up from Down (New York, NY: Random House, 1987), 218-27.
Jesús ilustró la búsqueda desesperada e inútil de la verdad en la sabiduría humana cuando dijo a un grupo de incrédulos:
“¿Por qué no entendéis Mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi Palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad ¿Por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios”. (Juan 8:43-47)
En contraste, los creyentes conocen la verdad sobre todo lo que realmente importa. ¡Qué gran privilegio poseer la Palabra de verdad!
Debido a que la Escritura es verdad, es “toda justa” (Salmo 19:9). La implicación de esa frase es que su veracidad produce una justicia integral en aquellos que la aceptan. Y como es una fuente completa y exhaustiva de verdad y rectitud, tenemos prohibido agregarle, quitarle o distorsionarla de alguna manera (Deuteronomio 4:2, Apocalipsis 22:18-19, 2 Pedro 3:15-16).
Contrario a lo que muchos están enseñando hoy, no hay necesidad de revelaciones adicionales, visiones o palabras de profecía. En contraste con las teorías de los hombres, la Palabra de Dios es verdadera y absolutamente completa. ¡En lugar de buscar algo más que la revelación gloriosa de Dios, los cristianos sólo necesitan estudiar y obedecer lo que ya tienen!
Más que oro afinado
David concluye que la Palabra de Dios es “deseable más que el oro, y más que mucho oro afinado” (Salmo 19:10). La Escritura es infinitamente más valiosa que cualquier cosa que este mundo tenga para ofrecer, perfectamente suficiente para cada necesidad de la vida. Así, las Escrituras evalúan su propio valor inmenso.
En cuanto a su capacidad para satisfacer nuestros apetitos espirituales, David continúa escribiendo que “es más dulce que miel, y que la que destila del panal”. Para David, meditar en la Palabra de Dios fue una fuente de gran placer y enriquecimiento. Significaba más para él que las cosas más dulces de la vida.
Nada de lo que este mundo tenga para ofrecer es más precioso que la Palabra de Dios. Tengo un amigo que colecciona Biblias limitadas. Posee una colección maravillosa, con una Biblia que data del siglo IV. Pero mi favorita es una Biblia de Inglaterra del siglo XVI, una de las primeras copias impresas de la Palabra de Dios. El tercio superior de esta Biblia está cubierto por la sangre de su dueño original. Mi amigo me dejó sostenerla en mis manos, y las lágrimas brotaban de mis ojos mientras que la hojeaba.
¿Cómo llegó la sangre a las páginas de esa Biblia? Cuando “María la Sanguinaria” gobernó Inglaterra, aterrorizó a los protestantes, matando a todos los que pudo. Sus soldados derramaban la sangre de la persona, luego tomaban su Biblia y la sumergían en la misma. Algunas de esas Biblias se han conservado y se conocen como las Biblias de los mártires. Científicos han examinado el papel y han confirmado que las manchas oscuras en cada página de la Biblia de mi amigo son de sangre humana.
Examiné esa Biblia cuidadosamente, página por página. Pude ver dónde estaba muy gastada de ser estudiada. Hay manchas de agua como si se tratara de lágrimas, y lugares donde un pulgar había deshilachado páginas favoritas. Esta era la posesión más valiosa de alguien, y su sangre está allí para probarlo.
En triste contraste, sin embargo, los cristianos contemporáneos tienden a tomar su Biblia por sentado, olvidando que muchos han dado sus vidas solo por tener una copia. Si la iglesia de hoy en día le diera tanta importancia a la Palabra de Dios como lo hicieron esos mártires, tal vez, no habría tanta gente corriendo a expertos en teoría humana y buscando consejo fuera de la sabiduría perfecta de Dios que nos da en Su Palabra.
Estoy convencido que muchos de los que se someten a diversos tipos de terapia extra-bíblica, lo hacen precisamente porque están buscando una forma de resolver sus problemas sin rendirse a lo que saben que la Palabra de Dios requiere de ellos.
La Escritura no les ha fallado, ellos le han fallado a las Escrituras. Muchos nunca han aprendido a dejar que la Palabra de Cristo more ricamente en ellos, como Pablo instruye en Colosenses 3:16. Han tratado las Escrituras de manera superficial y nunca han sondeado sus profundidades. Su indiferencia pecaminosa inevitablemente lleva el fruto de la confusión doctrinal y la impotencia espiritual.
Debido a que nunca se disciplinaron a sí mismos para vivir de acuerdo con los principios bíblicos, ahora están abandonando las Escrituras por alternativas mundanas. Se vuelven al psicoanálisis para resolver sus problemas, a la ciencia para explicar el origen de la vida, a la filosofía para explicar el significado de la vida y a la sociología para explicar por qué pecan. Las iglesias, las escuelas y los seminarios se han vuelto vulnerables a la influencia de tales enseñanzas.
En el Salmo 19:11, David concluye su himno sobre la suficiencia de las Escrituras: “Tu siervo es además amonestado con ellos; en guardarlos hay grande galardón”. Las advertencias de las Escrituras nos ayudan a protegernos de la tentación, el pecado, el error, la necedad, los falsos maestros y cualquier otra amenaza para nuestro bienestar espiritual. Y prestar atención a esas advertencias trae una gran recompensa. No es un premio material; la palabra hebrea para “recompensa” habla de una bendición espiritual, no de riquezas temporales. Es el gozo y el descanso permanente que llega a aquellos que viven según la Palabra de Dios.
No hay sustituto para la sumisión a la Escritura. Su salud espiritual depende de poner el máximo valor en la Palabra de Dios y obedecerla con un corazón deseoso. Si cree que puede encontrar respuestas a sus problemas espirituales a través del consejo humano o la sabiduría mundana, está renunciando a la fuente más valiosa y confiable de respuestas al dilema humano. No renuncie a las dulces y gratificantes riquezas de la Palabra de Dios por la amarga hiel de la locura de este mundo.
David terminó este Salmo al orar: “Sean gratos los dichos de mi boca, y la meditación de mi corazón delante de Ti, oh Jehová, roca mía, redentor mío” (v. 14). ¿Cómo podemos estar seguros de tener pensamientos y meditaciones aceptables? Josué 1:8 nos da la respuesta y los resultados: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien”.
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¿De que manera las Escrituras demostraron ser valiosas en su vida, en tiempos de luchas con el pecado o el sufrimiento?
(Adaptado de Nuestra Suficiencia en Cristo)