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¿Cuál es su respuesta cuando alguien desnuda su alma ante usted, compartiendo sus problemas emocionales y espirituales?
Pocas cosas revelan tanto nuestra insuficiencia como el escuchar los problemas de los demás y no tener idea de qué decirles. Cuando la gente usa términos como “depresión”, “ataque de ansiedad”, “adicción”, o “enfermedad mental”, tendemos a retroceder. Estos son términos que describen problemas muy profundos, que probablemente requieren una combinación de atención médica y consejería profesional. ¿Son en verdad necesarios?
Durante el siglo pasado, la iglesia comenzó a beber de la fuente de la psicología. Su agua prometió ser el elixir que resolvería problemas emocionales, mentales y aún espirituales. La psicología proyectó los problemas bajo una nueva luz, identificó nuevas fuentes para nuestros problemas, y propuso nuevas soluciones para resolverlos.
Aún con su multitud de teorías contradictorias y terapias cuestionables, la psicología ha alterado cómo el mundo piensa y responde a los problemas de la vida. Trágicamente, dejando a un lado sus infinitos recursos espirituales, la iglesia de Jesucristo abrazó esta revolución de pensamiento humanista.
Un movimiento en la dirección equivocada
Por siglos, la carga de cuidar las almas de hombres y mujeres fue alegremente llevada por la iglesia. Con su confianza en las Escrituras, su fortalecimiento por el Espíritu, y con la gracia toda-suficiente de Cristo, la iglesia pudo proveer consuelo en la aflicción, luz en la oscuridad, reprensión en la rebelión, ayuda en la debilidad, y esperanza en cada prueba.
Predicadores famosos del pasado son justificadamente conocidos por sus exposiciones fieles, evangelismo poderoso, y entendimiento de las Escrituras. Pero mucho de estos hombres fueron también ejemplares en su cuidado por los pecadores y los santos afligidos a través de su predicación, escritos, y consejería.
Un ejemplo supremo de un intenso y practico cuidado pastoral, es Un Directorio Cristiano de Richard Baxter —una obra extensa acerca de la vida cristiana practica y cómo manejar los problemas de la vida. John Bunyan, Thomas Watson, John Owen, al igual que muchos otros pastores puritanos, dejaron un legado de predicación fiel y trabajo pastoral de almas.
En contraste, muchos de los predicadores de hoy en día son conocidos casi exclusivamente por sermones interesantes y culturalmente relevantes que apenas tratan con las necesidades profundas de sus congregaciones. ¿Entonces, qué sucede cuando alguien busca ayuda para sus problemas personales intensos? Es común que él o ella sean referidos a un consejero profesional, afuera de la iglesia.
La mayoría de las iglesias dejaron de ser centros de cuidado del alma. Lo que sea que ellas sean, no son el lugar donde almas pecadoras y afligidas pueden ir por ayuda y consuelo.
El tipo de ayuda equivocada
Es cierto que muchas iglesias carismáticas buscan ser lugares de sanidad espiritual. Healing Rooms International (Habitaciones de Sanidad Internacional) es un claro intento de parte de las iglesias carismáticas de cuidar por las almas atribuladas. Adicionalmente, libros y sermones de líderes carismáticos tratan con las luchas de la vida, en un intento de saciar las necesidades de los que sufren.
El problema es que sus soluciones no son mejores —y tal vez son peores— que las doctrinas humanistas de la psicología. Así como la psicología, el tratamiento carismático del alma viene con su propia colección de términos únicos, diagnósticos y soluciones.
Leanne Payne es una de las voces líderes en el tratamiento carismático del alma. A través de sus escritos y ministerio de enseñanza, ella ha entrenado a miles en su visión única y estilo de oración de sanidad.
En su libro, La Presencia Sanadora: Curando el Alma a Través de la Unión con Cristo, Payne tiene palabras fuertes para aquellos que confían en prácticas y teorías humanistas. Ella se apoya al decir, “Esta es la razón por la cual nuestro eclecticismo (tan prevaleciente en la iglesia hoy en día, debido a que muchas ideas no-cristianas nos inundan) no funcionará. Aquí está la exclusividad (terrible para algunos) de la verdad y la realidad cristiana que hemos de proclamar" (p.96).
Sin embargo, su libro está lleno de citas de evangélicos, católicos, poetas, novelistas, y otros. Referencias Escriturales son poco común, y raramente usadas como el fundamento de sus ideas. Además, ella refleja una clara aceptación de algunas teorías de la psicología.
En un punto, Payne provee un caso de estudio de un hombre que luchaba con la homosexualidad. Ella escribe:
La fuerte compulsión que el sufrió, he llegado a llamarla ‘la compulsión caníbal’, la torcida manera en que tratamos de obtener eso que creemos que nos falta. En realidad, es eso que está adentro de nosotros que (por alguna razón) no está santificado, no está afirmado…El pedófilo, por ejemplo, intenta ganar una niñez que nunca tuvo al ‘tragarse’ niños pequeños. [1] Leanne Payne, La Presencia Sanadora: Curando el Alma a Través de la Unión con Cristo (Wheaton, IL.: Crossway Books, 1989), 144.
Mientras que ella crea su propio término (“compulsión caníbal”), ella esencialmente usa el dogma de la psicología moderna, en el que las luchas actuales de uno son el resultado de deficiencias en su experiencia de la infancia. Lo que claramente falta en su diagnóstico es el concepto de pecado, y, por lo tanto, lo que faltaba en su tratamiento era el arrepentimiento.
¿Cómo Payne propone tratar con esos problemas? Ofrece una experiencia multi-sensorial de oración de sanidad para curar las memorias pasadas, la “mente enferma”, y más importante aún, invocar la “presencia sanadora” de Dios.
De hecho, el primer capítulo comienza con un ejemplo paso a paso de cómo ella buscó sanar a un hombre del miedo y la depresión.
Primero, apliqué agua bendita en su frente y comencé la oración invocando la Presencia del Señor. En el nombre de Cristo, yo entonces rompí e hice huir la presencia demoníaca que había estado atando, cada vez más fuerte, a la mente de este joven. Luego, ungiendo su frente con aceite sanador (haciendo la señal de la cruz, como un símbolo de una presente y futura protección de su mente), oré por la sanidad de Dios, y que luz y amor entren y llenen su mente y su corazón, para disipar todo miedo y tormento, y garantizarle paz y tranquilidad. Procediendo a presionar sus sienes suavemente, sentí cómo esta limpieza y sanidad tomaban lugar, y continué así orando hasta que le pude dar gracias a Dios de que fue hecho. [2] Leanne Payne, La Presencia Sanadora: Curando el Alma a Través de la Unión con Cristo (Wheaton, IL.: Crossway Books, 1989), 21-22.
Hay muy poco en ese ritual que se parezca al cristianismo, y mucho se asemeja a la brujería. La Escritura no provee ninguna instrucción que lleve a alguien a desarrollar tal práctica.
Tenga en cuenta, que Leanne Payne no es una practicante aislada. Fui dirigido a su material por el Dr. Michael Brown, un crítico del libro de John MacArthur, Fuego Extraño (Strange Fire,) y líder autoproclamado en el movimiento carismático.
Uno podría también apuntar al “Ministerio Profético” (Prophetic Ministry) de Bethel Redding como un intento místico similar para ejercitar el cuidado de las almas. Habitaciones de Sanidad Internacional, donde también ocurren prácticas similares, tiene cientos de localidades en los Estados Unidos, y cientos más a través del mundo. Estos no son ministerios aislados en las esquinas oscuras de la iglesia.
Volviendo a la Fuente
Dichosamente, hay un movimiento creciente para retornar a la verdadera fuente del cuidado del alma. El Autor de la Vida no nos ha abandonado, para que inventemos mecanismos de supervivencia para los problemas de la vida. Él nos ha dado recursos abundantes y suficientes en las Escrituras para manejar las luchas con el pecado y el sufrimiento.
Ese movimiento es conocido como el movimiento en consejería bíblica, que comenzó en los 1970s bajo la luz guiadora de Jay Adams. Para promover un cuidado bíblico del alma y asegurar fidelidad continuada, la Asociación de Consejeros Bíblicos Certificados (anteriormente la Asociación Nacional de Consejeros Nutéticos) activamente equipa y certifica consejeros, a través de numerosos entrenamientos en seminarios y conferencias. De hecho, John MacArthur fue un orador invitado en la conferencia nacional del año 2014, tratando el tema “La Verdad de Dios en una Cultura de Enfermedad Mental.”
La verdadera consejería bíblica no tiene como meta el crear una clase de profesionales o nuevas escuelas de pensamiento. No tiene su propia jerga, teorías y remedios. Más bien, retorna el cuidado de las almas a su esfera apropiada —la iglesia de Jesucristo. Restaura el único propósito significativo para aconsejar —hacer más y mejores discípulos de Cristo. Y utiliza el único verdadero poder para cambiar —la Palabra de Dios energizada por el Espíritu de Dios.
Los verdaderos consejeros bíblicos no son profesionales. Ellos son miembros compasivos del cuerpo de Cristo, con el poder del Espíritu y saturados de la Escritura. Algunos, por virtud de sus habilidades y llamados, pueden ser pastores o consejeros vocacionales. Pero la mayoría de los consejeros bíblicos son simplemente creyentes maduros, adiestrados en esgrimir la espada del Espíritu, mientras asisten a aquellos con serias luchas emocionales y espirituales.
Se ha dicho, “Todos son consejeros —usted puede ser uno bueno o uno malo.” Mientras que a menudo nos sentimos inadecuados para responder a las necesidades espirituales de los demás, ese sentimiento no se debe a nuestra falta de recursos; por “como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder…” (2 Pedro 1:3). Estoy persuadido que a menudo nos sentimos inadecuados porque por mucho tiempo la iglesia ha tomado sus señales del mundo, y nos han convencido de que somos inadecuados.
En los próximos artículos, vamos a estar enfocando nuestras publicaciones de blog en la insuficiencia de la psicología y la suficiencia total de la Escritura, el Espíritu, y la gracia. John MacArthur corregirá la publicidad falsa de las ideas del mundo, llevando nuestra atención de regreso a los ricos recursos que tenemos en Cristo. Esta es una serie que usted no se querrá perder.