Años atrás, leí una entrevista con el pastor de una de las iglesias más grandes de nuestra nación. Cuando le preguntaron acerca de lo que él creía acerca del nacimiento virginal, dijo, “No podría en forma escrita o pública negar o afirmar el nacimiento virginal de Cristo. Cuando enfrento algo que no puedo comprender, simplemente no me ocupo de eso.”
Él fue sutil al hacerlo, pero ese pastor estaba desafiando el nacimiento virginal. Su declaración implicó que el nacimiento virginal de alguna manera es una verdad opcional o irrelevante. No lo es. Satanás sabe eso, aún si nosotros no. Quizás es por eso que él ha trabajado tan arduamente para desacreditar el nacimiento virginal.
Ataques de incrédulos
Los desafíos han tomado muchas formas, desde la ridiculización hasta la negación absoluta. Un libro afirmó que Jesús era el niño ilegitimo de un soldado romano, quien tuvo un romance con María. El autor cínicamente señaló que Nazaret estaba localizada en la carretera principal entre Jerusalén y las ciudades fenicias de Tiro y Sidón. Nazaret, él dijo, era notoria por su corrupción, vicio y prostitución. Quizás eso es verdad, dado que la Escritura misma refleja esa sórdida reputación. Antes de que conociera a Cristo, Natanael le preguntó a Felipe: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? (Juan 1:46). Pero confeccionar una historia elaborada acerca del nacimiento de Jesús en base a eso, requiere una imaginación estirada.
No hay nada nuevo acerca de esa teoría de los orígenes de Cristo. Los enemigos de Cristo a menudo cuestionaron Su ascendencia (Juan 6:42; 8:41). Ya en el siglo VIII, una secta extremista anti-cristiana popularizó la enseñanza de que después de que María se casó con José, ella sin querer concibió un niño por un vecino, quien vino en la oscuridad de la noche y tuvo sexo con ella. Ella asumió que el hombre era José, y debido a que nunca vio su rostro en la oscuridad, nunca supo la diferencia. De acuerdo a la leyenda, José supo que él no era el padre, así que él dejó a María después del nacimiento de su niño. Por supuesto, nada de eso tiene ninguna base histórica; su único propósito era hacer a Jesús ilegítimo y remover Su naturaleza divina. Los antagonistas que crearon la historia querían solamente invalidar las afirmaciones de Jesús de ser el Mesías.
Ataques similares han sido hechos en el nacimiento virginal, aún en nuestra propia generación. Hugh Schoenfield en La Trama de la Pascua, un libro popular durante los años sesenta, postuló que Jesús era el hijo natural de María y José. Schoenfield vio a Jesús como a un conspirador maestro, quien pensó que él era el Mesías, y trató de cumplir a propósito las promesas mesiánicas. Schoenfield escribió, “No hubo nada peculiar acerca del nacimiento de Jesús. Él no era el Dios encarnado y ninguna madre virgen le dio a luz. La iglesia en su celo antiguo engendró un mito y se ató a su dogma.”
Ataques de creyentes profesantes
Esos ataques, viniendo de incrédulos declarados, son predecibles. Otros ataques —más peligrosos debido a su sutileza— han sido hechos en contra del nacimiento virginal de Jesús por esos que se enmascaran como amigos del cristianismo. Algunos años atrás, un influyente profesor de teología concluyó que no importa si el nacimiento virginal realmente ocurrió. Podemos verlo como un mito en el más alto y mejor sentido de la palabra, él dice. Desafortunadamente, esta se ha convertido en una manera de pensar muy popular. ¡Otro líder de la iglesia comparó el nacimiento virginal a una historia al nivel de las historietas de Andy Capp! Está bien, él se apresuró a decir, porque Andy Capp es real —él es real al menos en nuestra imaginación, y así, es el nacimiento virginal.
Eso no tiene sentido —el nacimiento virginal no significa nada si solamente vive en la imaginación colectiva de la humanidad. Si el nacimiento virginal fue cualquier cosa menos que literal, en el sentido más completo, Cristo sería simplemente otro hombre. Y eso es lo que los enemigos del nacimiento virginal quieren probar.
Los ataques de las falsificaciones
Otra manera en la que Satanás ataca el nacimiento virginal es a través de falsificaciones. Varias religiones han afirmado el equivalente del nacimiento virginal. Por ejemplo, la mitología griega ensenó que Dionisio, el dios del vino, nació de la unión de su madre humana, Sémele, y el dios Zeus. En la antigua mitología asiria, Semiramis, la esposa de Nimrod, dio a luz a Tammuz, quien fue supuestamente concebido por un rayo de sol. Esa leyenda fue absorbida dentro de la mitología egipcia, donde los dos son conocidos como Isis and Osiris. En India, la misma leyenda es contada acerca de Isi e Iswara. Los chinos tienen evidencia de una antigua secta madre conocida como Shing Moo. Sus ilustraciones, mostrando a la santa madre sosteniendo un bebé en sus brazos, se ven muy similares al arte cristiano representando a María. En Fenicia era Astarté, y Baal, era el niño. Una leyenda acerca de Buda afirma que él fue milagrosamente concebido cuando un elefante entró en la panza de su madre. Diez meses después, Buda nació. Olimpia, la madre de Alejandro el Grande, muchas veces afirmaba que él había sido concebido por los dioses.
Otra falsificación muy sutil ha oscurecido la verdad en el mundo cristiano. No confunda el nacimiento virginal con la doctrina católica romana de la inmaculada concepción. Esa es la enseñanza que María fue concebida en el vientre de su madre como un ser sin pecado, preservada de los efectos del pecado de Adán (Como hemos tratado anteriormente en esta serie, María no fue inmaculada). De todas maneras, la Escritura no dice nada acerca de eso; es un invento de la iglesia medieval, ni siquiera reconocido como dogma oficial de la iglesia católica hasta que el Papa Pio IX lo declaró en 1854.
Tristemente, la doctrina de la Inmaculada Concepción es solamente una falsificación más del nacimiento virginal. Hace que la concepción y nacimiento de María sean algo supernatural y la eleva a un nivel que ella no ocupa en las Escrituras (Mateo 12:46–50). María misma se ha convertido en un objeto de veneración, contrariamente al espíritu de la enseñanza de Jesús (Lucas 11:27–28). Ella ha sido transformada en una leyenda, nada diferente de Semiramis o Shing Moo. Tal es la confusión que el enemigo ha sembrado.
Algunos eruditos, quienes quieren negar el nacimiento de Jesús, han caracterizado la narración bíblica como simplemente otra leyenda entre una larga serie de otras. Pero todos los mitos bizarros de las religiones humanas están en marcado contraste con la simple realidad de la concepción de Jesús; y ninguno de ellos está arraigado en la historia.