La enseñanza de Cristo en Mateo 18:15-17 describe instrucciones claras con respecto a la práctica de la disciplina de la iglesia. Lo he dicho muchas veces a lo largo de esta serie, pero no me canso de enfatizarlo: la disciplina de la iglesia siempre debe ser impulsada por la esperanza de restaurar a un hermano extraviado, nunca por la burla o el desprecio.
El amor por Cristo, su iglesia y unos a otros requiere que tratemos el pecado con extremo prejuicio, pero tratamos al hermano o hermana que peca con profundo amor.
Amar a un pecador que profesa a Cristo significa que nos negamos a permitir que el cáncer de pecado se propague dentro y alrededor de él. A través de una serie de confrontaciones compasivas y llenas de gracia, debemos hacer todo intento de rescatarlo del autoengaño y la trampa del diablo. Como hemos visto, tal procedimiento comienza dentro de la privacidad de una confrontación uno a uno. Si él se niega a arrepentirse, se debe traer a uno o dos más al círculo. Si continua en su rebelión, el asunto debe ser presentado ante la congregación. La falta de arrepentimiento persistente culminará en la excomunión. Sin embargo, si en algún momento el pecador se aparta de su pecado, el proceso debe ser detenido, y el pecador, ser perdonado y reconciliado. Tales son los cuatro pasos descritos por Jesús.
La participación de Dios en la disciplina
Pero las instrucciones del Señor para proteger la pureza de la iglesia no terminaron en el versículo 17. Y aunque sus declaraciones posteriores son conocidas para muchos creyentes, el contexto de esas declaraciones es a menudo olvidado o ignorado:
De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.
Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.
Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. (Mateo 18:18-20)
Esos versículos a menudo son sacados de contexto y aplicados a pedidos de oración de toda clase. Pero estos aplican específicamente al tema de la disciplina de la iglesia. Jesús estaba enseñando cómo Dios está obrando en el proceso de la disciplina de la iglesia.
“Todo lo que atéis” y “todo lo que desatéis” se refieren al veredicto de la iglesia en un caso de disciplina. Enlazar y soltar eran términos rabínicos indudablemente familiares para los discípulos. Se referían a la esclavitud del pecado y a la liberación de la culpa de ello. Jesús estaba diciendo que el cielo está de acuerdo con el veredicto de la iglesia en un caso de disciplina propiamente manejado.
Los tiempos verbales en la cita anterior de Mateo 18:18 son traducciones literales. La idea no es que el cielo siga la dirección de la iglesia, sino que cuando la disciplina es administrada correctamente, todo lo que se hace en la tierra ya ha sido hecho en el cielo.
Esta es una de las peticiones en el Padrenuestro: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” Si la voluntad de Dios debe ser cumplida en la tierra como en el cielo, la iglesia debe practicar la disciplina apropiada de los miembros en pecado.
Esta promesa está diseñada para ser de consuelo y estímulo. Muchas personas piensan que no es amoroso para la iglesia confrontar el pecado. Pero la verdad es que cuando una iglesia practica la disciplina como Cristo ordenó, esa iglesia simplemente está haciendo el trabajo del cielo en la tierra. Están amando al Salvador y al pecador.
El versículo 19 también es a menudo malentendido. La palabra griega traducida como “de acuerdo” es la misma palabra de la que se deriva la palabra sinfonía en español.
Literalmente significa “producir un sonido en conjunto”. Ya sea que el veredicto implique atar o desatar, cuando la iglesia está en armonía, y especialmente los “dos o tres testigos” que establecen el hecho de que el individuo pecador es impenitente, el Padre también está de acuerdo.
Este versículo no significa que cada vez que usted logre que dos personas estén de acuerdo en algo, Dios tiene que cumplir su pedido de oración. Los “dos” en el versículo 19 son dos testigos cuyo testimonio está de acuerdo. Si también están de acuerdo con la voluntad de Dios cuando imponen disciplina a un hermano en pecado, pueden estar seguros que Dios mismo está trabajando en medio de ellos y en su nombre.
El versículo 20 reitera una promesa similar de Cristo: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” No solo el Padre actúa de acuerdo con nosotros (Mateo 18:19), sino que el Hijo está participando también (Mateo 18:20).
Aunque el versículo 20 a menudo se cita para invocar la presencia de Cristo en las reuniones de oración, esa es una interpretación errónea de la intención. Dios es omnipresente; entonces Él está presente ya sea que ore una persona o cincuenta. Pero en este contexto, los “dos o tres” se refieren a los “dos o tres testigos” del versículo 16. Y el versículo no habla simplemente de la presencia de Cristo, sino de su participación en el proceso de disciplina. Él se une a la disciplina llevada a cabo por la iglesia: una realidad temible para el individuo que se niega a arrepentirse, pero un gran consuelo para quienes deben administrar la disciplina.
Como hemos visto a lo largo del proceso de disciplina de la iglesia, el objetivo principal de toda la disciplina de la iglesia es restaurar al hermano o la hermana que está en pecado.
Este objetivo nunca debe de ser abandonado, incluso después de que el individuo haya sido expulsado. Y si en algún momento se arrepiente, debe ser restaurado y bienvenido con gran amor y compasión, no sea que olvidemos el gran amor y la compasión que Cristo nos extendió en la redención.
Si bien el proceso de disciplina de la iglesia puede ser doloroso e incluso triste, los creyentes deben recordar que la pureza de la iglesia es una prioridad dada por Dios, y que siguiendo el patrón que nos dio, podemos tener confianza de que Él está obrando en nosotros y a través de nosotros para cumplir con su voluntad.
(Adaptado de La Libertad y El Poder del Perdón)