No podemos esperar que el mundo acepte el hecho del nacimiento virginal de Cristo. Como pasa con todas las doctrinas esenciales de la fe cristiana, la humanidad pecaminosa se resiste a abrazar la verdad única de Su nacimiento.
Trágicamente, no es solamente el mundo incrédulo que falla en aceptar el relato bíblico del origen de Cristo. La era científica y la aparición de teologías modernas y posmodernas durante los dos últimos siglos han deteriorado la confianza de muchos creyentes profesantes acerca de la veracidad del nacimiento virginal. (Junto con esa tendencia, ha habido una notable disminución en el porcentaje de cristianos que creen en la deidad de Cristo.) Pero tal pensamiento escéptico es necio y directamente contrario a la enseñanza explicita de los cuatro evangelios, las epístolas y el testimonio histórico de la iglesia primitiva completa de que Jesús era el Hijo de Dios, nacido de una virgen.
Dándole credibilidad al escepticismo, algunos de los comentaristas del Nuevo Testamento conceden que los autores de la Escritura creyeron sinceramente que el Espíritu Santo concibió a Jesús sin asistencia de un padre humano. Tales intérpretes, sin embargo, sencillamente descartan la validez de las afirmaciones de las Escrituras al afirmar inmediatamente que sus escritores eran ingenuos, faltos de educación y sujetos a mitos y supersticiones de la antigüedad. De acuerdo a los críticos, los escritores del evangelio simplemente adaptaron algunas de las leyendas conocidas de nacimientos virginales a la historia del nacimiento de Jesús.
Sembrar dudas acerca de la confiabilidad de la Palabra de Dios es uno de los pasatiempos favoritos de Satanás. Su estrategia típica es tratar de hacer que algún pequeño, pero fundamental elemento de una gran verdad, parezca insignificante, para luego ridiculizarlo y finalmente ponerlo en duda. Si él puede hacer que la gente dude o niegue la verdad fundamental más pequeña, él puede eventualmente destruir la superestructura completa.
Es por eso que temas como la inerrancia de la Escritura son tan importantes. Si la Biblia es la Palabra de Dios, debe ser verdad no mezclada con error. Cada detalle —incluido los históricos, geográficos y científicos— debe ser preciso. Si dudamos, aunque sea un punto de verdad bíblica, estamos abriendo la puerta al rechazo e incredulidad de toda verdad bíblica. La historia verifica la inevitabilidad de este patrón.
El nacimiento virginal es ese tipo de tema. Alguna gente lo ve como un punto no esencial o lo trata como mitología. Pero no es ninguna de las dos cosas. Aunque la iglesia no siempre ha sido cuidadosa en proteger esta preciosa verdad, es la base de todo lo que la Navidad significa.
De hecho, ningún otro detalle en la historia de la Navidad es más importante que el nacimiento virginal. El nacimiento virginal tiene que haber sucedido exactamente de la manera en que la Escritura lo dice. De otra manera, la Navidad no tiene sentido alguno. Si Jesús simplemente es el hijo ilegitimo de la infidelidad de María, o aún si Él es el hijo natural de la unión marital de José y María, Él no es Dios. Si Él no es Dios, Sus afirmaciones son mentiras. Si sus afirmaciones son mentiras, Su salvación es una farsa. Y si Su salvación es una farsa, estamos todos condenados.
En futuros blogs, durante el mes de noviembre, estaremos considerando los ataques al nacimiento virginal de Cristo y analizaremos por qué el nacimiento virginal de Cristo es fundamental.