La cultura de la iglesia en Estados Unidos sufre de una abundancia de líderes no calificados. Aun peor, muchos de estos heterodoxos presiden sobre una forma de gobierno de la iglesia incapaz de restringir o disciplinarlos.
Trágicamente, en muchos casos es la prensa la que les hace rendir cuenta a estos líderes —trágico porque la prensa termina desempeñando una obra que Dios le ha delegado a la iglesia. Además, el mundo incrédulo disfruta en primera fila los escándalos vergonzosos que traen vituperio a Cristo.
Muchas de estas iglesias profesan públicamente su lealtad a la Biblia. Sin embargo, el problema del liderazgo no calificado proviene de una falta de escuchar las claras enseñanzas de las Escrituras acerca de las calificaciones para el liderazgo en la iglesia. Y no es como si esas calificaciones fueran un misterio; Pablo fue bien claro acerca de los atributos que debe poseer cada obispo de una iglesia (pastores o ancianos).
Pero es necesario que un obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro. (1 Timoteo 3:2–3)
Pablo deja en claro que un obispo en la iglesia de Jesucristo debe ser primero y sobretodo irreprensible. El participio griego de (traducido “debe”) enfatiza que esto es una necesidad incuestionable. Una vida irreprensible es el requerimiento supremo para el liderazgo en la iglesia.
La necesidad de liderazgo piadoso
La palabra griega traducida irreprensible (anepilēmptos) significa “no poder ser retenido.” El hombre que es irreprensible no puede ser arrestado y retenido como si fuera un criminal, porque no hay nada por lo que acusarlo. Obviamente, esto no significa que no tiene pecado. Significa que su vida no está manchada por algún defecto pecaminoso evidente en su carácter que le impide exhibir el estándar más alto de conducta piadosa. Él debe ser un modelo a seguir, para la congregación (1 Pedro 5:3). Él tampoco debe dar razones a los enemigos de la iglesia para atacar su reputación (Tito 2:8).
Los pastores, por muchas razones, deben tener mucho cuidado en mantenerse irreprensibles. Primeramente, ellos son blanco especial de Satanás, y los va a atacar con tentaciones más severas que a otros. Los que están en las líneas del frente de la batalla espiritual recibirán lo más fuerte de la oposición satánica.
En segundo lugar, sus caídas tienen un potencial más grande de daño. Satanás sabe que cuando un pastor cae, el efecto en las ovejas es devastador.
En tercer lugar, el conocimiento mayor de la verdad por parte de los líderes, y la responsabilidad de vivirla, trae mayor castigo cuando ellos pecan.
En cuarto lugar, sus pecados son más hipócritas que los de otros, porque ellos predican en contra de los mismos pecados que cometen. En pocas palabras, los líderes necesitan abundancia de la gracia y el poder de Dios debido a su alta responsabilidad y prominencia.
El rol del líder en mantener su piedad
Para protegerse a sí mismos, los líderes deben pasar tiempo en el estudio profundo de la Palabra de Dios. Deben estar “nutridos con las palabras de la fe [la Escritura] y de la buena doctrina que has seguido” (1 Timoteo 4:6). El salmista escribió: “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Salmos 119:11). Un líder debe exponer su vida a la luz de la Palabra de Dios constantemente. Él también debe ser un hombre de oración y rendir cuentas a otros en la comunidad espiritual.
El rol de la iglesia en mantener un liderazgo piadoso
La iglesia también tiene un rol en mantener un liderazgo piadoso. La iglesia es responsable de evaluar a sus líderes con ese estándar de ser irreprensibles. Hoy en día es muy común la práctica de perdonar a un líder que peca gravemente, restaurarlo de manera inmediata al ministerio. La iglesia, como Dios, debe ser pronta en perdonar a aquellos que se arrepienten verdaderamente. Pero restaurarle inmediatamente al liderazgo disminuye el estándar que Dios espera que los líderes sigan. Y dado que los líderes sirven como el modelo visible de piedad y virtud en la congregación, el estándar de toda la iglesia es degradado.
En 1 Timoteo 3:2–7, Pablo enumera cuatro áreas en las cuales un hombre que aspira al liderazgo en la iglesia debe ser evaluado para determinar si es irreprensible. Estas tienen que ver con su carácter moral, vida hogareña, madurez espiritual y reputación pública.
Examinaremos cada uno de esos requerimientos fundamentales para el liderazgo de la iglesia en los días venideros.
(Adaptado de El Comentario del Nuevo Testamento MacArthur: 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito.)