En su comentario clásico sobre la Biblia, el escritor puritano Matthew Henry escribió estas conocidas palabras, que han sido adaptadas y repetidas en muchas ceremonias matrimoniales: “La mujer fue sacada de una costilla del costado de Adán; no fue sacada de su cabeza para gobernarlo ni de sus pies para ser pisoteada por él, sino de su costado para ser igual a él, bajo su brazo para ser protegida, y junto a su corazón para ser amada”.
El simbolismo que Matthew Henry vio en la costilla de Adán concuerda bien con lo que la Escritura enseña acerca de la relación correcta entre el marido y la esposa. Nos recuerda, una vez más, cómo la Escritura exalta a la mujer.
El papel divino para las mujeres
La creación de Eva encierra algunas importantes lecciones bíblicas acerca del papel divino establecido para las mujeres. Aunque Eva fuera espiritual e intelectualmente par de Adán; aunque fueran ambos de una misma esencia, además de iguales frente Dios, y en un rango superior al de las demás criaturas, había, no obstante, una clara diferencia en el modelo. Y era que ambos correspondían al diseño creativo deliberado de Dios mismo.
En las palabras del apóstol Pablo: “Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón” (1 Corintios 11:8), vemos que Adán fue creado primero y entonces vino Eva a llenar un vacío en su existencia. Adán era la cabeza; Eva su ayuda. A Adán se le diseñó para que fuera padre, proveedor, protector y líder; a Eva para ser madre, para confortar, para nutrir y para ayudar.
Que Dios haya ordenado, estas funciones diferentes para hombres y mujeres, se hace evidente por la naturaleza (1 Corintios 11:14). Los hombres y las mujeres no poseen la misma fuerza física. Son corporal y hormonalmente diferentes (en varias maneras bastante obvias). Una montaña de pruebas empíricas y clínicas indican que los hombres y las mujeres son también distintos en otros aspectos importantes, incluyendo lo social, lo emocional y lo sicológico.
Reconocer que hay tales diferencias fundamentales entre los sexos, y que los hombres y las mujeres fueron diseñados para diferentes funciones, podría no coincidir con las sensibilidades feministas modernas; pero esto es, después de todo, lo que la propia Palabra de Dios dice.
Dios los creó diferentes con un propósito, y su plan para ellos refleja estas diferencias. La Escritura es clara en la enseñanza de que las esposas, deben estar sujetas a la autoridad de sus maridos, (Efesios 5:22-24; Colosenses 3:18; 1 Pedro 3:1-6), y que las mujeres deben estar bajo la autoridad y la instrucción de los varones en la iglesia (1 Corintios 11:3-7; 14:34-35).
Primera Timoteo 2:11-15 es un pasaje clave sobre este asunto porque ahí es donde el apóstol Pablo defiende el principio de liderazgo masculino en la iglesia. La primera razón que Pablo da para este argumento, proviene de la creación, no de la caída: “Adán fue formado primero y después Eva” (1 Timoteo 2:13).
Así que el principio de la autoridad masculina fue diseñado en la creación. No fue (como algunos han sugerido) una consecuencia del pecado de Adán y, por lo tanto, algo que puede ser mirado como fruto del mal. Y cuando la Escritura asigna a los hombres el papel de liderazgo en la iglesia y en el matrimonio, refleja la impronta de Dios como Creador.
Soy un convencido que si la gente hoy abrazara de manera sencilla el propósito de Dios y tratara de cumplir las funciones que Dios ha diseñado para nuestros respectivos géneros, tanto hombres como mujeres serían más felices, la iglesia más saludable y los matrimonios más sólidos.
Adán fue la cabeza representativa y el arquetipo para toda la raza humana. Pero recuerde, aunque a Eva le fue dado un papel subordinado, seguía siendo espiritual e intelectualmente igual a Adán. Era su “ayudante”, no su supervisor ni su esclava. Llamándola “ayudante” de Adán, la Escritura hace hincapié en la mutualidad y en la naturaleza complementaria de la sociedad conyugal. Eva no era en modo alguno inferior a su marido, pero le fue dado, no obstante, un papel que estaba subordinado a su liderazgo.
Conclusión
La creación de Eva establece un paradigma similar para la raza humana. Aquí está la suma de esto: hombres y mujeres, aunque iguales en esencia, fueron diseñados para funciones diferentes. Las mujeres no son, en ningún sentido, intelectual o espiritualmente inferiores a los hombres, pero fueron evidentemente creadas con propósitos distintos.
En la administración de la iglesia y la familia, la Biblia dice que las mujeres deben estar subordinadas a la autoridad de los hombres. Aun cuando la Escritura reconoce esto en un sentido totalmente diferente, las mujeres son exaltadas por encima de los hombres porque son la manifestación viva y palpitante de la gloria de una raza hecha a imagen de Dios (1 Corintios 11:7).
Ese era, precisamente, el lugar de Eva después de la creación y antes de la caída. Ella estaba bajo la dirección de su marido, si bien era en muchas maneras aún más gloriosa criatura que él, apreciada y alabada por él. Eran pareja y compañeros, labradores del Jardín. Dios estableció a Adán como cabeza de la raza humana, y a Eva como responsable ante su marido. Lejos de consignarla a una esclavitud servil, o a un estado de doméstico sometimiento, esta fórmula la liberó completamente.
Este fue el paraíso verdadero, y Adán y Eva constituían un microcosmos perfecto de la raza humana, tal como Dios lo diseñó. Pero entonces el pecado todo lo arruinó. En forma trágica, Eva fue la puerta involuntaria a través de la cual el engañador logró el acceso para atacar a Adán.
(Adaptado de Doce Mujeres Extraordinarias )