En el blog anterior analizamos las verdades bíblicas que nos ayudan a vencer una conciencia débil, y hoy conforme avanzamos en esta pequeña serie extraída del libro Una Conciencia Decadente, veremos cinco principios que nos ayudarán a mantener una conciencia pura.
¿Cómo podemos mantener nuestras conciencias puras? ¿Cuál es la respuesta adecuada a los sentimientos de culpa? Esas preguntas son consideradas en profundidad en el libro, pero por ahora veremos algunos principios sencillos para recordar que implican confesión, perdón, restitución, procrastinación y educación.
Confiese y abandone el pecado conocido.
Examine sus sentimientos de culpa a la luz de las Escrituras. Trate con el pecado que revela la Palabra de Dios. Proverbios 28:13 dice: “Quién encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja halla perdón”. La Primera Carta de Juan, en el capítulo 1, habla de la confesión del pecado como una característica continua de la vida cristiana: Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” ( v. 9). Ciertamente debemos confesar a aquellos a quienes hemos ofendido: “Por eso, confiésense unos a otros sus pecados y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz” ( Santiago 5:16). Pero, sobre todo, debemos confesar a aquel a quien el pecado más ofende. Como escribió David: “Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: “Voy a confesar mis transgresiones al Señor”, y tú perdonaste mi maldad y mi pecado” (Salmos 32:5).
Pida perdón y reconcíliese con cualquiera que haya ofendido.
Jesús nos instruyó: “Por lo tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda” ( Mateo 5:23-24). “Porque, si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero, si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas” ( Mateo 6:14-15).
Restituya.
El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: “El hombre o la mujer que peque contra su prójimo traiciona al Señor y tendrá que responder por ello. Deberá confesar su pecado y pagarle a la persona perjudicada una compensación con el daño causado, con un recargo del veinte por ciento” ( Números 5:6-7). El principio que yace bajo esta ley también es vinculante para los creyentes que viven en la era del Nuevo Testamento (cf. Filemón 19; Lucas 19:8).
No posponga la limpieza de su conciencia herida.
Pablo dijo que hizo todo lo posible “para mantener siempre una conciencia intachable tanto ante Dios como delante de los hombres” ( Hechos 24:16). Algunas personas posponen el tratamiento con su culpa, pensando que su conciencia se limpiará a tiempo. No lo hará. La dilación permite que los sentimientos de culpa se contaminen. Eso a su vez genera depresión, ansiedad, y otros problemas emocionales. Los sentimientos de culpa pueden persistir mucho después de que se olvida la ofensa, y a menudo se extienden a otras áreas de nuestras vidas. Esa es una razón por la que las personas siempre se sienten culpables y no están seguras del motivo. Tal culpa confundida puede ser un síntoma de que algo está terriblemente mal espiritualmente. Pablo pudo haber tenido eso presente cuando escribió:
“Para los puros todo es puro, pero para los corruptos e incrédulos no hay nada puro. Al contrario, tienen corrompidas la mente y la conciencia” ( Tito 1:15).
Tratar con una conciencia herida inmediatamente –y mediante una oración inquisitiva ante Dios- es la única manera de mantenerla clara y sensible. Aplazar todo lo que tenga que ver con la culpa inevitablemente agrava los problemas.
Instruya su conciencia.
Como vimos anteriormente, una conciencia débil y fácilmente entristecida resulta de la falta de conocimiento espiritual ( 1 Corintios 8:7). Si su conciencia se hiere con demasiada facilidad, no la viole; hacerlo es entrenarse para anular la convicción, lo que conducirá a anular la verdadera convicción sobre el pecado real. Además, violar la conciencia es un pecado en sí mismo ( v12, cf. Romanos 14:23). AL contrario, sumerja su conciencia en la Palabra de Dios para que pueda comenzar a funcionar con datos confiables.
Un aspecto importante en cuanto a instruir a la conciencia es enseñarle a enfocarse en el objetivo correcto: la verdad divinamente revelada. Si la conciencia solo busca sentimientos personales, puede acusarnos injustamente. Lo cierto es que no debemos ordenar nuestras vidas de acuerdo a nuestros sentimientos. Una conciencia fija en los sentimientos se vuelve poco confiable. Las personas sujetas a la depresión y la melancolía, especialmente, no deben permitir que su conciencia sea instruida por sus sentimientos. Los sentimientos abatidos provocarán dudas y temores innecesarios en el alma cuando una conciencia bien aconsejada no los controle. La conciencia debe ser persuadida por la Palabra de Dios, no por nuestros sentimientos.
Además, la conciencia se equivoca cuando la mente se enfoca completamente en nuestra vacilación en el pecado e ignora los triunfos de la gracia de Dios en nosotros. Los verdaderos cristianos experimentan ambas realidades. Se debe permitir que la conciencia pese el fruto del Espíritu en nuestras vidas, así como los restos de nuestra carne pecaminosa. Debe ver nuestra fe, así como nuestros fracasos. De lo contrario, la conciencia se volverá excesivamente acusadora, propensa a dudas insanas sobre nuestra posición ante Dios.
Debemos someter nuestra conciencia a la verdad de Dios y a la enseñanza de las Escrituras. Al hacerlo, la conciencia se enfocará de forma más clara y será más capaz de responder de manera más fiable. Una conciencia digna de confianza se convierte en una poderosa ayuda para el crecimiento espiritual y la estabilidad.
En esta serie de blogs, hasta ahora hemos contestado la pregunta: ¿Qué es la conciencia? También vimos que, dado que la conciencia es la que inicia el juicio en el tribunal de nuestra alma, es importante mantenerla informada con la Palabra de Dios. Además, debido a que mantener una conciencia sana es tan importante, hemos contestado la pregunta: ¿Cómo limpiar la conciencia? En nuestro artículo anterior recibimos instrucciones bíblicas de cómo vencer una conciencia débil. El blog de hoy trató de que es lo que debe hacer el cristiano para mantener una conciencia pura, y en nuestra próxima edición concluiremos esta serie dándole una mirada a cómo podemos recuperar la doctrina de la conciencia, en la iglesia.
(Adaptado de Una Conciencia Decadente)