Hay muchas ideas confusas y conflictivas en nuestra época en cuanto a lo que enseñan las Escrituras sobre el divorcio. Ellas no son causadas por ninguna falta de claridad o cualquier otra deficiencia en la revelación de Dios, sino por el hecho de que el pecado ha empañado la mente de los hombres para que no vean la simplicidad directa de lo que Dios ha dicho. Cuando la gente lee la Biblia con las parcialidades de sus propios preconceptos o apetitos carnales, el único resultado posible es una imagen confusa. La causa de tanta confusión no se encuentra en Dios sino en la pecaminosidad de la raza humana.
Es importante acudir a las Escrituras para obtener respuestas a nuestras preguntas sobre el divorcio. Ni el sentimiento ni la experiencia personal son una guía segura.
Las iglesias son culpables
Desafortunadamente, la realidad es que muchos cristianos nunca han examinado bíblicamente los temas del matrimonio, el divorcio y el volverse a casar. A menudo las iglesias de hoy dan pocas pautas, o equivocadas, para el matrimonio y el divorcio – o dan ninguna en absoluto –. En consecuencia, abunda la confusión con respecto a estos temas en la comunidad cristiana. A veces se ignoran o pasan por alto hasta las pautas bíblicas más básicas.
Yo he visto esto muchas veces, en mi propia experiencia. De hecho, la primera crisis que experimenté en mi ministerio fue cuando una destacada familia en la iglesia en al que yo era un joven pastor me pidió que oficiara en la boda de la hija, una muchacha cristiana, con un hombre que no era creyente. Les dije que no podía hacerlo. Los creyentes no deben unirse en yugo desigual con los no creyentes (2 Corintios 6:14), y si casaba a la pareja estaría afirmando y dando validez a un acto de desobediencia a la clara enseñanza de la Escritura. Yo no iba a hacer eso a sabiendas.
No obstante, no todas las iglesias están dispuestas a tomar una posición como esa. Algunas iglesias y pastores casan a cualquiera con cualquiera bajo cualquier circunstancia. Los temas del sexo y las relaciones a menudo se tratan a la ligera y de manera casual desde el púlpito, sin la restricción y dignidad que se ve en la Palabra de Dios. En los últimos 50 años, la sociedad occidental se ha vuelto cada vez más materialista, egoísta y carnal; y también muchas iglesias. En consecuencia, líderes fieles de la iglesia tienen que tratar diariamente con un interminable flujo de problemas asociados con el divorcio porque su gente no sabe cómo mantener las relaciones correctas. La manera en la que cualquiera puede aprenderlo está en la Palabra de Dios.
(Adaptado de El Dilema Del Divorcio )