La justificación rabínica para un divorcio tan fácil estaba basada en una interpretación errónea de Deuteronomio 24:1-4, la mención más antigua que hace la Biblia acerca de la carta de divorcio:
“Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, y se la entregará en su mano, y la despedirá de su casa. Y salida de su casa, podrá ir y casarse con otro hombre. Pero si la aborreciere este último, y le escribiere carta de divorcio, y se la entregare en su mano, y la despidiere de su casa; o si hubiere muerto el postrer hombre que la tomó por mujer, no podrá su primer marido, que la despidió, volverla a tomar para que sea su mujer, después que fue envilecida; porque es abominación delante de Jehová, y no has de pervertir la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad.”
El enfoque de ese pasaje no es si se permite o no el divorcio. No provee pautas explícitas para el caso en que el divorcio pudiera ser permisible o no, mucho menos mandar el divorcio, en cualquier caso. El punto es que el divorcio impropio conduce al adulterio, lo cual resulta en contaminación. Por medio de Moisés, Dios reconoció y permitió el divorcio bajo ciertas circunstancias, cuando estaba acompañado de una carta, pero él de este modo no aprobó o mandó el divorcio. El permiso de Dios para llevar a cabo el divorcio fue un ajuste de su gracia por el pecado humano. “Ante vuestra dureza de corazón,” Jesús explicó a los fariseos en otra ocasión, “Moisés os permitió divorciaros de vuestras mujeres; pero desde el principio no fue así” (Mateo 19:8).
La carta no hacía que el divorcio fuera correcto, sino que solo le daba a la mujer un poco de protección. Protegía su reputación en contra de la calumnia y proveía prueba de que su ex esposo la había divorciado.
Una versión literal de la palabra hebrea que se traduce “cosa vergonzosa” en Deuteronomio 24:1 es “la desnudez de algo”. Eso abarca toda clase de conducta impropia, vergonzosa o indecente que no corresponde a una mujer y que avergonzara a su esposo. No se puede referir al adulterio porque el castigo por eso era la pena de muerte en ese entonces (Levítico 20:10). ¿Qué clase de cosa vergonzosa conducía a esa carta de divorcio en Deuteronomio 24? Debió haber sido un pecado de infidelidad o promiscuidad que casi llegaba al adulterio.
El propósito principal del Señor en Deuteronomio 24:1-4 no fue el de presentar una excusa para el divorcio sino mostrar la maldad en potencia de ello. Su intención no fue proveer para ello sino prevenirlo. Puesto que el divorcio de la mujer de su primer matrimonio carecía de suficiente fundamento, su segundo matrimonio sería adúltero. Ella estaba “contaminada,” lo cual en el texto hebreo significa literalmente “descalificada,” debido al adulterio causado por su segundo matrimonio.
El punto de Moisés fue que el divorcio injustificado por una cosa vergonzosa hace que aumente el adulterio, ya que el volverse a casar generalmente sigue inmediatamente después del divorcio. Como nuevo pastor, fui testigo de esta realidad cuando una mujer en mi iglesia acusó a su esposo de indecencia porque no le agradaba la higiene personal de él. Él decidió divorciarse de ella y ambos terminaron casándose con otra gente, todos los cuales en el proceso se convirtieron en adúlteros ante los ojos de Dios.
De modo que, desde la perspectiva de Dios, el otorgar una carta en sí no hace que el divorcio sea legítimo. Lejos de aprobar el divorcio, Deuteronomio 24:1-4 es una fuerte advertencia en su contra.
(Adaptado de El dilema del divorcio)