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¿Cómo podemos distinguir una iglesia verdadera de una falsa? ¿O una iglesia sana de una que es débil e incompleta?
Durante la Reforma, cuando los protestantes se separaron del sistema católico romano, se vieron obligados a plantearse estas preguntas. Las sectas falsas se multiplicaban a su alrededor, así que tuvieron que desarrollar una serie de criterios o "marcas" para distinguir una iglesia verdadera de una falsa.
Si bien formularon esas marcas de diferentes maneras, muchas determinaron -a partir de las Escrituras- que la correcta administración de los dos sacramentos y la disciplina eclesiástica eran marcas necesarias de cualquier iglesia verdadera[1]Traducido de Luis Berkhof, Systematic Theology (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1941), 576-17..
Por tanto, debería ser preocupante que una “iglesia” virtual no pueda practicar ninguna de esas marcas legítimamente.
Bautismo
Momentos antes de Su ascensión, Jesús ordenó a sus discípulos: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28:19-20).
Acerca del mandato de Cristo de bautizar, John MacArthur explica: “El bautismo de Juan el Bautista simbolizaba arrepentirse del pecado y volverse a Dios (Mt. 3:6) Sin embargo, tal como lo instituyó Cristo, el bautismo se convirtió en un acto externo de identificación con Él mediante la fe, un testimonio visible y público de que se le pertenecía de ahí en adelante”[2]John MacArthur, Comentario MacArthur de Nuevo Testamento: Mateo (Gran Rapids: Portavoz, 2017), 1558..
Vemos a Pedro obedecer sin demora el mandato de Cristo de bautizar en su famoso sermón de Pentecostés. A medida que sus oyentes se sentían profundamente persuadidos por el sermón, Pedro les exhortaba: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hechos 2:38).
De nuevo, el pastor John explica:
“Al pedir a cada uno de ellos que se bautizara en el nombre de Jesucristo, Pedro no permite ninguna posibilidad de ‘discípulos secretos’ (cp. Mt. 10:32-33). El bautismo marcaría una ruptura pública con el judaísmo e identificación con Jesucristo. Tal acto contundente en público ayudaría a eliminar cualquier conversión que no fuera genuina… El bautismo y el costo de esa confesión era elevado”[3]John MacArthur, Comentario MacArthur del Nuevo Testamento: Hechos (Grand Rapids: Portavoz, 2014), 77..
El bautismo legítimo implica identificación. Cuando Dios salva a los pecadores, su primer acto de obediencia es identificarse abiertamente con Cristo y Su cuerpo. Ese patrón es evidente en todo el libro de los Hechos (Hechos 2:41; 8:12; 10:47-48; 16:31-34). La iglesia del primer siglo también siguió este modelo. Un historiador escribe:
“Un ‘cristiano’ en la Iglesia antigua era una persona que aceptaba formalmente todas las responsabilidades de la fe mediante el bautismo en agua. Este rito, realizado ante una comunidad reunida, era el signo inequívoco de su ingreso como miembro de la Iglesia. Era un juramento de lealtad y naturaleza, similar al que hacía un soldado cuando abandonaba la vida civil y entraba al servicio de un comandante”[4]Traducido de Bryan M. Litfin, Early Christian Martyr Stories: An Evangelical Introduction with New Translations (Grand Rapids: Baker Academic, 2014), 94n3..
Hay mucho más que decir sobre el bautismo, pero el punto es claro: el bautismo identifica públicamente al creyente con Cristo y Su Iglesia. Sin embargo, en 2021, Transformation Church, pastoreada por Michael Todd, invitó a la gente a bautizarse "donde quiera que estuviera" a través de una transmisión en vivo. Incluso más bizarro es el uso reciente de avatares en la realidad virtual para el bautismo.
En el primer caso, el bautismo es privado y no muestra ninguna identificación con Cristo o con la Iglesia. En el segundo caso, no sólo es privado, sino que el bautismo no se lleva realmente a cabo—no es más que una simulación. En ambos casos, se pierde por completo una función clave del bautismo.
La Cena del Señor
Además de la ordenanza del bautismo, las Escrituras también ordenan a los creyentes a que participen de la Cena del Señor, lo que constituye otra marca de una iglesia verdadera y saludable.
Como con el bautismo, la Cena del Señor también fue instituida personalmente por Cristo (cf. Mateo 26:26-29). Y como tal, John MacArthur dice que: “Simboliza la unión del creyente con Cristo (cf. Ro. 6:5) y la unidad que los creyentes comparten unos con otros (cf. Ef. 4:5; 1 Co. 10:16-17)”[5]John MacArthur, Doctrina Cristiana Esencial (Grand Rapids: Portavoz, 2021), 414..
El mismo Pablo explica cómo la Cena del Señor simboliza la unidad de la Iglesia cuando escribe: “Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan” (1 Corintios 10:17).
Dustin Benge explica: “La Iglesia primitiva repartía un solo pan y los miembros tomaban un pequeño trozo para celebrar la cena. Mediante esta representación visible, Pablo les recuerda que son un solo cuerpo”[6]Traducido de Dustin Benge, The Loveliest Place: The Beauty and Glory of the Chruch (Wheaton: Crossway, 2022), 140..
Acerca del propósito de esta práctica, el pastor John explica:
“Las palabras de Pablo están expresadas de una forma que hacen pensar que la participación en la Cena del Señor es una práctica regular de los fieles cristianos. Fue establecido por Nuestro Señor (Lc. 22:19; 1 Co. 11:24-25) para ayudarnos a recordar su sacrificio por nosotros y nuestra unidad con Él y con los demás creyentes. Cuando los creyentes participan, están participando en la comunión de la sangre de Cristo y en la comunión del cuerpo de Cristo. Es estar en comunión con el Señor y con su pueblo. Celebrar nuestra común salvación y en la vida eterna es la suprema comunión de los creyentes mientras que estamos en la tierra, y refleja el compañerismo perfecto que tendremos en el cielo”[7]John MacArthur, Comentario MacArthur del Nuevo Testamento: 1 Corintios (Grand Rapids: Portavoz, 2015), 282..
Él añade: “Cuando participamos de forma correcta en la comunión, participamos espiritualmente en la comunión con Cristo, Jesús y con otros creyentes. Es mucho más que un símbolo; es una celebración profunda de una experiencia espiritual común”[8]1 Corintios, 282..
Por esta razón, Dustin Benge concluye: “La Cena del Señor es uno de los momentos más importantes de la Iglesia para congregarse en amor y reconciliación mutuos. Por eso la Cena del Señor no debe celebrarse a solas, pues es una cena de la congregación para demostrar y fomentar el amor genuino entre el pueblo de Dios”[9]Traducido de Dustin Benge, The Loveliest Place: The Beauty and Glory of the Chruch (Wheaton: Crossway, 2022), 141..
Al igual que con el bautismo, la naturaleza comunitaria de la Cena del Señor se pierde por completo cuando se hace de forma individual o virtual.
Disciplina de la Iglesia
La disciplina de la Iglesia, al igual que el bautismo y la Cena del Señor, fue instituida por Cristo (Mateo 18:15-20). El proceso y la práctica de la disciplina en la Iglesia son demasiado extensos para abarcarlos en este artículo (puede encontrar una explicación más larga aquí), pero su propósito es extremadamente relevante cuando se trata de considerar la Meta-Iglesia.
Debido a que la disciplina es a menudo malentendida, recordemos lo que no es su propósito. John MacArthur escribe: “La meta de la disciplina de la iglesia no es echar a las personas, avergonzarlas, ser arrogantes, espirituales, jugar a ser Dios o ejercer autoridad y poder de una forma que no es bíblica. El propósito de la disciplina es llevar a las personas que han pecado a una relación pura con la asamblea de creyentes”[10]John MacArthur, El Plan del Señor Para La Iglesia (Grand Rapids: Portavoz, 2005), 248..
Además de restaurar a los cristianos descarriados, la disciplina de la iglesia también preserva la pureza de la iglesia. Cuando el pecado es evidente, no se puede permitir que eche raíces (Gálatas 5:9; 1 Corintios 5:6). El pastor John dice: “La pureza de la iglesia debiera ser la preocupación de cada cristiano. Todos necesitamos enfrentar con humildad y amor, lo que hace que sea impura cuando llegamos a ser conscientes de ello”[11]El Plan del Señor Para La Iglesia, 250..
Ese tipo de responsabilidad es vital para la salud de la iglesia..
Sin embargo, la iglesia virtual desconecta a las personas de su vida real hasta el punto que esa responsabilidad es imposible. Los usuarios de la realidad virtual pueden pasar mucho tiempo en línea, pero nunca tendrán la rendición de cuentas que les ofrece una iglesia local.
Las Marcas de la Meta-Iglesia
Como señalamos en un blog anterior, los defensores de la iglesia virtual están alarmantemente desvinculados de las Escrituras. Esta realidad es enfatizada por la forma en que con displicencia redefinen -o directamente ignoran- las instrucciones de Cristo a Su iglesia.
Nuestro Señor instituyó tres prácticas que la iglesia debe seguir: El bautismo, la Cena del Señor y la disciplina de la iglesia. Pero la iglesia virtual sólo puede ofrecer bautismo sin identificación, comunión sin comunidad y una profunda carencia de rendición de cuentas.
Independientemente de las marcas que pueda tener la Meta-Iglesia, está claro que no las recibieron de Cristo.