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Si Dios es el dueño de la iglesia (1 Pedro 2:9), ¿no debería Su Palabra tener prioridad en la manera como ésta está estructurada?
Sin embargo, este artículo de The Christian Post que promueve el cambio a una iglesia virtual, carece de una interacción con las Escrituras (a excepción de una aplicación distorsionada de Marcos 2:22). El artículo hace referencia a la integración de los jóvenes, a las posibles oportunidades misioneras y a los resultados de una encuesta para defender la importancia de la “iglesia” de la realidad virtual, pero nunca se detiene a considerar la Palabra de Dios con respecto a este tema.
Por consiguiente, los promotores de la iglesia virtual no sólo intentan rediseñar los servicios de adoración y las congregaciones según sus propios gustos y preferencias—ellos están atacando la autoridad de la Palabra de Dios en Su iglesia.
Sola Scriptura y la Adoración Cristiana
La doctrina de Sola Scriptura es a menudo dada por sentada por los protestantes de hoy, pero en los primeros días de la Reforma fue un punto de tensión difícil. Como escribió B. B. Warfield: “La batalla de la Reforma se libró bajo una bandera en la que estaba inscrita la autoridad exclusiva de las Escrituras”[1]Traducido de B. B. Warfield, “The Theology of the Reformation” en The Works of Benjamin B. Warfield (Grand Rapids: Baker Books, 2003), 9:465. . La cuestión de la autoridad fue el punto conflictivo de la Reforma, y los Reformadores así lo entendieron.
Fue la Escritura como autoridad final –Sola Scriptura– lo que se convirtió en el principio “formativo” de la Reforma. Una vez que se reconoció que las Escrituras tenían más autoridad que la Iglesia y la tradición, los protestantes comenzaron a reformar toda la vida conforme a estas premisas. Naturalmente, la práctica y adoración cristiana formaban parte de esto.
Un ejemplo claro de esto es el tratado de Lutero de 1520, Sobre la cautividad babilónica de la Iglesia. Sólo tres años después de publicar sus famosas noventa y cinco tesis, Martín Lutero desmontó el sistema sacramental medieval con este breve tratado, reduciendo la lista de sacramentos de siete a dos (el bautismo y la Santa Cena). A través de ese panfleto y de sus otras obras, socavó las estructuras de autoridad anti-bíblicas que le habían precedido.
Mientras que el tratado de Lutero se enfocó específicamente en los sacramentos, otros protestantes después de él continuaron reformando todas las otras prácticas de adoración de acuerdo a las Escrituras.
John MacArthur escribe: "¿Cómo se aplica la suficiencia de las Escrituras al culto de adoración? Los Reformadores respondieron esta pregunta aplicando el principio de Sola Scriptura al culto, el cual llamaron el principio regulativo”[2]Traducido de John MacArthur, Worship: The Ultimate Priority (Chigago: Moody, 2012),31. . Luego, él cita a Juan Calvino para definir el principio regulativo:
“No podemos adoptar ningún dispositivo [en nuestro culto de adoración] que nos parezca adecuado a nosotros mismos, sino mirar los mandatos de aquel que es el único que tiene derecho a prescribir. Por lo tanto, si queremos que Él apruebe nuestro culto, esta regla, que Él impone en todas partes con el mayor rigor, debe ser observada cuidadosamente… Dios desaprueba todos los modos de culto que no estén expresamente sancionados por Su palabra”[3]Traducido de John Calvin, The Necessity of Reforming the Church (Dallas: Protestant Heritage Press, 1995 reprint) 17-18. MacArthur, Worship: The Ultimate Priority, 31..
Siguiendo a los Reformadores, los Puritanos llevaron el principio regulativo a las siguientes generaciones de Protestantes. John Owen escribe: " La adoración a Dios no es algo que el hombre encuentra... No es enseñada por sabiduría humana, no puede obtenerse por esfuerzo humano; sino por la sabiduría y la revelación del Espíritu de Dios... Pues de lo que complazca a Dios, solo Dios es el juez"[4]John Owen, “The Nature and Beauty of the Gospel Worship” en The Works of John Owen, ed. William H. Goold (1853; London: Banner of Truth Trust, 1965 reprint), 9:72 qtd. Joel R. Beeke and Mark Jones, Una Teología Puritana: Doctrina para la Vida (Grand Rapids: Poiema Publicaciones, 2021), 948..
Comentando sobre la concepción Puritana, Joel Beeke y Mark Jones explican: “Los que se adhieren al principio regulador creen que Dios se ofende con las adiciones no autorizadas creadas por el hombre en Su adoración. La realeza de Cristo es violada y Sus leyes impugnadas. Los Puritanos creyeron que estas adiciones eran pecaminosas e irreverentes, sugiriendo que las Escrituras no son suficientes”[5]Beeke and Jones, 948..
En contraste con los Puritanos, muchos evangélicos hoy en día creen que la adoración es agradable a Dios simplemente porque pretende ser adoración. Sin embargo, las Escrituras hablan con regularidad de la adoración que Dios rechaza (Amós 5:21-24; Isaías 1:11-16; Salmo 51:16-17; Mateo 15:9). James Montgomery Boice argumenta que las Escrituras dicen más acerca de la adoración inaceptable que de la adoración que honra a Dios[6]Traducido de James Montgomery Boice, Foundations of the Christian Faith (Downers Grove, IL: IVP Academic, 2019), 604. . Y si usted tiene alguna duda de que Dios es específico acerca de cómo se le adora, pregúntele a Saúl (1 Samuel 15:22), a Uza (2 Samuel 6:1-7), o a Nadab y Abiú (Levítico 10:1-3).
Pero, ¿ha dado Dios suficiente instrucción para la conducta y adoración de la iglesia, o necesitamos instrucción suplementaria?
La Escritura es Suficiente para la Conducta en la Iglesia
En 2 Timoteo 3:16-17—que es un punto de referencia sobre la suficiencia de las Escrituras—Pablo escribe: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra".
Aunque estas palabras tienen una aplicación para todo creyente, es importante recordar que fueron escritas originalmente para un joven pastor. Pablo habla específicamente del “hombre de Dios”.
John MacArthur explica: "El apóstol se dirige aquí al hombre de Dios, una frase técnica usada solo para Timoteo en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento, se usaba a menudo como título para quien proclamaba la Palabra de Dios. En este contexto, hombre de Dios se refiere más directamente a Timoteo y, por extensión, a todos los predicadores"[7]John MacArthur, Comentario MacArthur del Nuevo Testamento: 2 Timothy (Grand Rapids: Portavoz, 2012), 159..
Así que, en contexto, este versículo enseña que, como pastor, Timoteo no necesita buscar más allá de las Escrituras para instruirse sobre la conducta dentro de la iglesia. Las Escrituras son suficientes para equiparlo "para toda buena obra" en el contexto del liderazgo de la iglesia. De hecho, la primera carta de Pablo a Timoteo fue escrita explícitamente como instrucciones para la conducta en la iglesia (1 Timoteo 3:15).
Como señalaremos en futuros blogs, muchos pasajes del Nuevo Testamento dan instrucciones para el liderazgo, las reuniones y las prácticas de la iglesia. Sin embargo, está claro que los defensores de la meta-iglesia no se han detenido a preguntar si sus nuevas estrategias son verdaderamente bíblicas.
Carl Trueman señala: “Se puede saber mucho acerca de cómo una iglesia en particular entiende la suficiencia bíblica al observar su forma de gobierno, el contenido y el énfasis de la adoración corporativa, y la forma en que los ancianos pastorean la congregación”[8]Traducido de Carl Trueman, "The Sufficiency of Scripture" en los articulos de 9Marks (Agosto 2013) https://www.9marks.org/article/journalsufficiency-scripture/.
Si una iglesia forma estas características basándose en propósitos puramente pragmáticos—como los resultados de las encuestas, "alcanzando a la próxima generación" o las tendencias culturales, entonces, ha sometido la Palabra de Dios a la sabiduría de los hombres. Estos han elegido construir su casa sobre arena en lugar del fundamento inamovible de las Escrituras (Mt.7:24-27).
Lo que la Iglesia Necesita
Rediseñar nuestras iglesias locales según nuestros propios antojos, sin tener en cuenta la Palabra de Dios, es abandonar funcionalmente la autoridad y la suficiencia de las Escrituras. Igualmente atroz es desobedecer las instrucciones de Dios sobre cómo debe ser adorado.
John MacArthur advierte: "Pero la reforma que la iglesia necesita con urgencia no es producto de una nueva estrategia o énfasis. Los creyentes no necesitan que alguien marque un nuevo sendero metodológico o proyecte una nueva visión emocionante para que la iglesia coincida con la perspectiva del siglo XXI"[9]John MacArthur, El Llamado de Cristo a Reformar la Iglesia (Grand Rapids: Portavoz, 2020), 181-182..
Por el contrario, “Una nueva comprensión de la sola Scriptura—la suficiencia de las Escrituras—debería impulsarnos a seguir reformando nuestras iglesias, a regular nuestra adoración según las directrices bíblicas y a desear apasionadamente ser aquellos que adoran a Dios en espíritu y verdad”[10]Traducido de MacArthur, Worship, 32-33..
Debemos concluir con una de dos: o Dios ha dado suficiente instrucción para la conducta y la adoración en la iglesia, o la Palabra de Dios ha fallado en su propósito declarado (1 Timoteo 3:15; 2 Timoteo 3:17). Y debido a que la Palabra de Dios no puede fallar, debe entonces ser nuestro deseo traer cada aspecto de la conducta de nuestra iglesia bajo la autoridad de las Escrituras.
Con este fin, en las próximas semanas examinaremos varios aspectos de la conducta de la iglesia mencionados en las Escrituras y los contrastaremos con las ideas presentadas por los defensores de la meta-iglesia.