El otro día, mientras estaba sentado ante un semáforo en rojo, observé cómo un joven instalaba minuciosamente una pequeña cámara en un parque local. Ajustó el trípode varias veces, hasta conseguir el ángulo perfecto para grabar la acrobacia que estaba a punto de realizar. Esperó a que una pareja de ancianos saliera del encuadre antes de agacharse, colocando sus brazos entrelazados alrededor de su torso y lanzándose a dar una voltereta hacia atrás.
Sin embargo, algo salió mal. Él no completó el giro y se tambaleó toscamente al aterrizar. Cuando cambió el semáforo para seguir en marcha, él se preparó para otro intento.
Toda la escena fue muy breve, pero fue un recordatorio divertido de un punto que no tenemos en cuenta lo suficiente: Las redes sociales no son la vida real.
Tú No Eres Tu Avatar
Ojalá esto sea un alivio para usted. Nadie, por mucho que profese valorar las virtudes modernas de la autenticidad y la transparencia, va a mostrarle hasta el último detalle de sus vidas. Por muy perfectamente ordenados que estén los muebles y la decoración, siempre hay un montón de ropa sucia en algún lugar fuera de la vista. Como el acróbata aficionado que observé ese día, siempre hay tomas fallidas y secuencias que terminan en un archivo que nunca se publica.
Las vidas perfectas que usted ve en Internet no son reales. Están cuidadosamente seleccionadas y editadas para presentar la versión de la realidad que esas personas quieren que usted vea, y a menudo envidia.
Esa pareja que viaja a lugares lejanos y exóticos –ellos no muestran la falta de sueño que padecen ni lo demacrados que están cuando llegan a casa. Las personas que hornean postres elaborados y exquisitos no le enseñan todos los pasteles que no suben y todas las galletas que se queman. Los culturistas y los modelos fitness no publican sus selfies durante un ataque particularmente desagradable de gripe estomacal.
Usted hace lo mismo. Usted no publica todas las fotos de su pareja en la playa—sólo las mejores. Lo mismo ocurre con las fotos familiares, las historias que comparte sobre sus hijos y mascotas, y los comentarios públicos que hace sobre deportes, política y actualidad. Todo ha sido editado y seleccionado para maximizar la respuesta que recibirá de sus amigos y seguidores en Internet.
Incluso, si usted fuera más honesto públicamente sobre sus fracasos y errores que esas personas influyentes en línea, no hay manera de que un perfil de Facebook o una cuenta de Instagram pueda resumir la totalidad de lo que usted es y lo que usted cree. Sin duda, usted tiene pensamientos y opiniones que nunca compartiría con otras personas, porque algunas cosas simplemente no son aptas para ser publicadas, ni siquiera en Twitter.
Usted No Puede Pastorear las Ovejas que No Conoce
Todo esto se aplica a los promotores de la meta-iglesia, quienes con engaños prometen que pueden alimentar, guiar y discipular a un rebaño digital.
La tarea que Dios ha encomendado a sus pastores está claramente definida en las páginas de las Escrituras. Pablo encargó a los ancianos de Éfeso con estas palabras:
“Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos” (Hechos 20:28-30).
Pero el trabajo de pastor es imposible para quien ni siquiera conoce a las ovejas. No es un trabajo que pueda hacerse a distancia, a intervalos intermitentes. La idea de un pastor que intenta proteger a sus ovejas de los lobos hambrientos a través de una llamada de FaceTime o una reunión por ZOOM es motivo de risa.
Pero como explica John MacArthur en un artículo titulado “More Than Just a Preacher“ (Más Que Un Simple Predicador), la vocación del pastor es mucho más que proteger a sus ovejas de amenazas externas.
Las ovejas carecen de instinto de supervivencia. Son tan humildes y mansas que, si se las maltrata, fácilmente se les aplasta el espíritu, y pueden simplemente rendirse y morir. El pastor debe conocer el temperamento individual de sus ovejas y tener cuidado de no infligirles un estrés excesivo. En consecuencia, un pastor fiel ajusta su consejo a la necesidad de la persona a la que ministra. Debe: “Amonestar a los ociosos, alentar a los de poco ánimo, sostener a los débiles, y ser paciente para con todos” (1 Tesalonicenses 5:14).
Una vez más, eso simplemente no puede suceder si todo lo que el pastor sabe acerca de un miembro de su congregación es lo que publican en las redes sociales. Y en muchos de estos llamados rebaños digitales, es probable que ni siquiera lo sepan. Los miembros de la meta-iglesia a menudo no son más que un nombre de usuario y un avatar. Eso podría significar una simulación de dibujos animados de la persona real, pero ¿cómo podría alguien más en la meta-iglesia saber si incluso esos vagos detalles corresponden con la realidad?
Francamente, el metaverso no trata de simular la realidad—sino de evitarla. Demasiado de lo que ocurre en las redes sociales y en las interacciones basadas en la web tiene que ver con el escapismo. Para algunos, se trata de construir una fachada para parecer más simpáticos, atractivos e interesantes de lo que son en la vida real. Para otros, se trata de dar rienda suelta a los aspectos de su personalidad que no encajan en el mundo real, diciendo y haciendo cosas que nunca harían en persona o delante de amigos y familiares. El relativo anonimato y oscuridad de la web no es una ayuda para cuidar y discipular al pueblo de Dios. Al contrario, es una barrera casi impenetrable para las funciones bíblicas de la iglesia y el trabajo de un pastor piadoso.
Además, también impide que las ovejas lleguen a conocerlo de verdad. Como explica John, las ovejas no pueden seguir a un líder que no pueden observar.
Pedro desafió a sus compañeros ancianos a “apacentar el rebaño de Dios entre vosotros” ejerciendo “cuidado sobre esta” (1 Pedro 5:2). Dios les confió la autoridad y la responsabilidad de guiar al rebaño. Los pastores son responsables de cómo lideran, y el rebaño de cómo sigue (Hebreos 13:17).
Además de enseñar, el pastor ejerce el cuidado del rebaño por medio del ejemplo de su vida. Ser pastor implica estar entre las ovejas. No se trata tanto de un liderazgo desde arriba como de un liderazgo desde adentro. Un pastor eficaz no pastorea a sus ovejas desde la retaguardia, sino que las guía desde el frente. Ellas le ven e imitan sus acciones.
El valor más importante del liderazgo espiritual es el poder que tiene una vida ejemplar. Primera de Timoteo 4:16 instruye a un líder de la iglesia a: “Tener cuidado de sí mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”.
Las ovejas no ganan nada con un pastor al que sólo ven de vez en cuando, e incluso entonces, sólo desde una gran distancia y a través de varias barreras. Bíblicamente hablando, eso no es un pastor. Nadie dotado y llamado al cuidado del rebaño de Dios sería tan displicente y descuidado en el desempeño de tan elevadas obligaciones.