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Robots. Para la mente no iluminada, eso es lo que somos bajo el control de un Dios soberano —solo autómatas inconscientes que ejecutan órdenes divinas para Su placer. Y aunque el Señor podría controlar y dirigir Sus criaturas de esa manera, no lo hace —sino que obra a través de nuestras voluntades, nuestros intelectos y nuestras personalidades para lograr Sus fines soberanos.
Los métodos de Dios son más evidentes en la composición de las Escrituras que en cualquier otra parte. Dios podría simplemente haber dictado Su Palabra a través de un hombre o haber mantenido un tono y un vocabulario consistentes a través de los diversos autores humanos. En cambio, como veremos hoy, Él obró a través de una diversa colección de autores y personalidades para entregar Su Palabra a Su pueblo, sin sacrificar la continuidad o el carácter de las Escrituras.
Qué es la inspiración
La última vez examinamos varios conceptos comunes erróneos sobre cómo el Señor inspiró Su Palabra. Hoy vamos a considerar lo que dice la Biblia sobre su propia naturaleza inspirada.
Dos pasajes de las Escrituras —2 Timoteo 3:16 y 2 Pedro 1:20-21— nos dicen qué es realmente la inspiración. Muchas versiones de 2 Timoteo 3:16 dicen algo así como: “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (énfasis añadido). La expresión griega utilizada aquí es pasa graphē theopneustos. Examinemos más detenidamente el significado de estas tres palabras cruciales.
Theopneustos es una combinación de la palabra griega theos (Dios) y pneu (respiro). De la raíz griega pneu proceden palabras como neumático y neumonía. Theopneustos significa, pues, literalmente “respirada por Dios”. La clave para entender este concepto, viene realmente del Antiguo Testamento. En el Salmo 33:6 leemos: “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca”. En otras palabras, Dios le dio existencia al universo con Su respiro. Del mismo modo, Dios respiró la existencia de Su Palabra, la Biblia. Cuando la Escritura habla, Dios habla. Romanos 3:2 nos dice que las Escrituras son los “oráculos de Dios” (NBLA) —Sus palabras mismas.
En el primer capítulo de Jeremías, el profeta escribe: “Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jer. 1:4-5). Unos versículos más adelante, Jeremías relata: “Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca” (Jer. 1:9). Dios siempre ha obrado a través de las palabras, no sólo de los pensamientos. Él ha puesto Sus palabras en boca de los escritores de las Escrituras.
El segundo punto de 2 Timoteo 3:16 se refiere a la cantidad de las Escrituras que han sido inspiradas por Dios. Pablo utiliza la palabra griega pasa, que puede traducirse “toda” o “cada una”. Pablo está diciendo que toda la Escritura —cada parte de ella— es inspirada.
Un argumento utilizado por los que critican la Biblia es que 2 Timoteo 3:16 solo puede referirse al Antiguo Testamento porque esa es toda la Escritura que Pablo tenía en ese momento. El canon del Nuevo Testamento no fue aprobado oficialmente por la Iglesia organizada hasta el siglo IV. Esto, sin embargo, no altera el hecho de la inspiración del Nuevo Testamento. Lo que Dios inspiró, Él lo inspiró (incluyendo 2 Timoteo 3:16). James Packer dice:
“De la misma manera que sir Isaac Newton no nos dio la fuerza de gravedad, la Iglesia no nos dio el canon del Nuevo Testamento. Dios nos dio la gravedad, por Su obra de creación, y de manera similar Él nos dio el canon del Nuevo Testamento, inspirando los libros individuales que lo componen”[1]J.I. Packer, God Has Spoken: Revelation and the Bible (London: Hodden and Stoughton, 1965), 81..
El Dr. William Hendriksen añade:
“Aunque la historia del reconocimiento, la revisión y ratificación del canon fue algo complicada... lo que se debe enfatizar es que estos libros son la Biblia inspirada no porque la iglesia, en cierta fecha, largo tiempo atrás, hizo una decisión (la decisión del Concilio de Hipona, 393 d.C.; de Cartago, 397 d.C.); por el contrario, los sesenta y seis libros, por su mismo contenido, inmediatamente dan testimonio a los corazones de los hombres que tienen el Espíritu Santo viviendo en ellos, de que son los oráculos vivientes de Dios”[2]William Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento: 1 y 2 Timoteo y Tito (Grand Rapids: Libros Desafío, 2006), 341..
Entonces, se puede decir que la Iglesia solo reconoció esta realidad del canon de las Escrituras.
¿Qué tiene que ver todo esto con lo que dijo Pablo en 2 Timoteo 3:16? Sencillamente esto: decir que toda la Escritura es inspirada por Dios no significa necesariamente solo toda la Escritura pasada. Creo que 2 Timoteo 3:16 se refiere a toda la Escritura —la que se había escrito, la que se estaba escribiendo y la que estaba por escribirse.
En cuanto al tercer punto de 2 Timoteo 3:16, debemos preguntarnos qué es la Escritura. Y aquí tenemos la otra palabra griega —graphē. Esta es la palabra de la que obtenemos grafito —que es el material que se utiliza para hacer lápices. Graphē, simplemente significa “escritura”. ¿Quería Pablo decir que todos los tipos de escritura eran inspirados? Obviamente no, y podemos volver a 2 Timoteo 3:15 para ver a lo que se refería. Pablo le dice a Timoteo: “Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús”. Así que Pablo está hablando de la Sagrada Escritura la cual es inspirada por Dios.
La Palabra de Dios a través de autores humanos
Técnicamente hablando, nunca se hace referencia a los escritores de las Escrituras como personas inspiradas. Pablo se refiere a sus escritos y dice de ellos que han sido inspirados por Dios. Así que cuando a veces decimos que Pablo fue inspirado al escribir ciertos libros de la Biblia, esto no es técnicamente correcto. Pablo no fue inspirado. La epístola a los Romanos es inspirada, al igual que las cartas a los Corintios, a los Gálatas, a los Efesios, etcétera. No son los hombres que escribieron las Escrituras los que son inspirados; es el mensaje. Algunos escritores de la Escritura escribieron solo un breve libro o carta y nunca escribieron otra cosa “inspirada” en toda su vida.
¿Cuál era entonces la condición de un escritor bíblico en el momento en que escribió la Escritura inspirada? ¿Cuál era la diferencia entre la forma en que Pablo sentía y escribía cuando escribió Romanos y todas esas otras cartas en las que simplemente escribía listas de provisiones para su próximo viaje misionero?
Encontramos la respuesta en el otro texto que se refiere a las Escrituras siendo inspiradas o respiradas por Dios —2 Pedro 1:20–21. Aquí leemos: “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”. Pedro está diciendo que ninguna parte de la Biblia fue de origen privado. Ninguna Escritura salió simplemente de la mente de un hombre. Hubo una condición especial para la composición de la Escritura y Pedro se refiere a esta al decir que fueron “impulsados por el Espíritu Santo” (NVI).
Gordon R. Lewis, profesor de teología sistemática en el Conservative Baptist Theological Seminary, escribe:
“Los escritores humanos no eran autónomos, sino que vivían, se movían y tenían su ser en el Señor de toda sabiduría. Creados con capacidad de autotrascendencia a imagen de Dios, podían recibir verdades inmutables mediante la revelación. Preparados providencialmente por Dios en sus personalidades únicas, también tenían características comunes a todos los demás seres humanos de todos los tiempos y culturas. Sin embargo, su enseñanza no se originó en su propia voluntad, sino en la de Dios, y les llegó a través de diversos medios. En todos los procesos de escritura humana, fueron eclipsados sobrenaturalmente por el Espíritu Santo, no de forma análoga a las relaciones humanas mecánicas o indignas, sino como una persona amorosa influye eficazmente en otra. Lo que está escrito, por tanto, en lenguaje humano, no es meramente humano, sino también divino. Lo que enseñan las frases humanas, lo enseña Dios. [3]Gordon R. Lewis, “The Human Authorship of Inspired Scripture,” Summit Papers, International Council on Biblical Inerrancy (1978)..
En pocas palabras, entonces, la inspiración es la revelación de Dios comunicada a nosotros a través de escritores que usan sus propias mentes, sus propias palabras, y, sin embargo, Dios dispuso de tal manera sus vidas, sus pensamientos y sus vocabularios, que las palabras que eligieron de sus propias mentes fueron las mismas palabras que Dios determinó desde la eternidad pasada que usarían para escribir Sus verdades.