Creo que muchos de nosotros tendemos a subestimar la existencia de Satanás. No nos detenemos a considerar que Satanás es una entidad real, activamente involucrada en nuestras vidas, en la iglesia, y en el mundo de manera agresiva y personal. Así como el Espíritu de Dios nos capacita para vivir para Jesucristo, de igual forma, Satanás, se esfuerza constantemente por destruir nuestro testimonio, desviarnos y apartarnos de servir a Cristo de manera efectiva en cualquier capacidad.
Satanás es una realidad, y a través de esta serie de blogs titulada: “Satanás: el enemigo de Dios”, quiero que usted conozca algo de su estrategia. Como bien sabe, entender las tácticas de su oponente es crucial. En términos de fútbol americano, si conoce las jugadas del equipo contrario, se coloca en una posición muy ventajosa y podría dominar el juego. De la misma manera, nosotros tenemos la ventaja de que Dios reveló en las Escrituras todo lo que debemos de conocer acerca de Satanás, para que de esta manera, no tengamos que permanecer en la ignorancia acerca de su existencia y acciones.
El razonamiento filosófico, por sí solo, no puede probar ni refutar la existencia de Satanás. Sin embargo, la innegable presencia del mal sugiere la existencia de un perpetrador real. Las afirmaciones basadas en experiencias no son suficientes para demostrar la realidad de Satanás, ya que carecen de un estándar objetivo que justifique las experiencias alegadas.
No obstante, un relato histórico fiable de la humanidad podría establecer la existencia de Satanás, siempre que su autor fuera digno de confianza. De hecho, existe un libro así: la Biblia, cuyo autor es Dios, el Creador de todo, fuente de verdad sin error, y quien también creó a Satanás. Por lo tanto, para el cristiano, la Biblia es el único testimonio irrefutable de la realidad de Satanás.
Hechos básicos
La revelación de la existencia de Satanás se encuentra solo en ocho libros del Antiguo Testamento, aunque es completamente coherente con las referencias más frecuentes del Nuevo Testamento. El término hebreo para Satanás significa básicamente “adversario” u “opositor”. De las 27 veces que aparece en el Antiguo Testamento, 18 aluden directamente a Satanás (una vez en 1 Cr. 21; 14 veces en Job 1–2; y 3 veces en Zacarías 3), aunque 9 se refieren a adversarios que no son él. Además, 2 Corintios 11:3 y Apocalipsis 12:9; y 20:2 dan testimonio de la realidad de Satanás que se describe en Génesis 3, donde está disfrazado de serpiente. En 1 Reyes 22:21–22 y 2 Crónicas 18:20–21 se hace referencia a él como “espíritu de mentira”. Isaías 14 y Ezequiel 28 aluden a Satanás como poder subyacente a los reyes de Babilonia y Tiro, respectivamente.
Por otra parte, en el Nuevo Testamento abundan las referencias. Los términos generalmente traducidos “Satanás” o “diablo” se refieren al “maligno” en 74 ocasiones. Cada escritor del Nuevo Testamento lo menciona, y aparece en diecinueve libros del Nuevo Testamento (a excepción de Gálatas, Filipenses, Colosenses, Tito, Filemón, 2 Pedro, 2 Juan y 3 Juan). Es sorprendente que 28 de las 30 referencias en los Evangelios incluyan encuentros directos con Satanás o referencias a él.
Características básicas
Adicionalmente, las Escrituras presentan a Satanás con las tres características básicas asociadas con la personalidad: intelecto, emoción y voluntad. Con su inteligencia tentó a Cristo (Mt. 4:1–11) y conspira contra los cristianos (2 Co. 2:11; Ef. 6:11; 1 Ti. 3:7; 2 Ti. 2:26). Emocionalmente, manifiesta orgullo (1 Ti. 3:6) y enojo (Ap. 12:12, 17). El diablo también ejerce su voluntad contra los cristianos (Lc. 22:31; 2 Ti. 2:26).
Cinco cualidades personales adicionales completan el perfil elemental de este adversario mentiroso y asesino. En primer lugar, es un ángel creado. Según Pablo, Dios creó todas las cosas (Col. 1:16), y esto incluye a los ángeles. En su respuesta a Job, Dios equipara a las “estrellas del alba” con los “hijos de Dios” (Job 38:4–7; cf. 1:6; 2:1), refiriéndose a las huestes angelicales, creadas en primer lugar, que cantaron y se regocijaron por la creación. Al poder maligno detrás del rey de Tiro se lo menciona como el “querubín grande, protector” (Ez. 28:14, 16) quien fue creado (Ez. 28:13, 15). Originalmente creado como ángel principal, al nivel del arcángel Miguel (Jud. 9). Satanás ahora lidera una rebelión de ángeles malignos (Mt. 25:41; Ap. 12:9), que, aunque es un ángel de oscuridad, se disfraza de ángel de luz (2 Co. 11:14).
En segundo lugar, Satanás es un ente espiritual (1 R. 22:21–23; 2 Cr. 18:20–22; Ef. 2:2), aunque aparece en ocasiones como persona física (Mt. 4:3–11), igual que los ángeles santos (Mr. 16:5). Aunque el escritor de Hebreos alude a los ángeles como “espíritus ministradores” (He. 1:14), Cristo caracterizó a los demonios de “inmundos” (Lc. 4:36) y espíritus “malos” (Lc. 8:2). Lo mismo se puede decir del príncipe de los demonios.
En tercer lugar, Satanás posee una movilidad extraordinaria. Tanto Job 1:7 como Job 2:2 lo retratan como “rodea[ndo] la tierra y and[ando] por ella”, del mismo modo que 1 Pedro 5:8, que se refiere a Satanás como alguien que “anda alrededor” del mundo. En cuarto lugar, Satanás puede funcionar tanto en el cielo (1 R. 22:21–22; Job 1–2; Ap. 12:10) como en la tierra (Mt. 4:3–11). Finalmente, Dios hará responsable a Satanás por sus hechos malvados y traicioneros (Mt. 25:41; Ap. 20:10).
Es por esta razón, que Satanás se revela en las Escrituras como nuestro mayor enemigo, aquel del que debemos estar más atentos. La Biblia nunca subestima su poder ni malinterpreta sus intenciones. Una de las características más notables de Satanás es su habilidad para disfrazar la verdad. Rara vez presenta las cosas tal como son; siempre las adorna. Pero Jesús nos advierte claramente en Juan 10:10 que el diablo es un ladrón que viene a matar, robar y destruir. Ese es su propósito, y todo aquel que caiga en sus manos se encontrará en una situación donde Satanás no hará más que destruir vidas. Es crucial que no caigamos en sus engaños, pues sus falsas promesas siempre llevan a la destrucción.
(Adaptado de Teología sistemática)