Uno de los aspectos más desesperanzadores de la vida de los pecadores impenitentes es que no tienen respuesta para la ansiedad. Se ven obligados a poner sus esperanzas en planes e instituciones endebles y falibles. No son capaces de descansar firmemente en las promesas inmutables de Dios, sino que tienen que sobrellevar cada ola de calamidades, cada desastre inesperado.
Nuestra relación con el Señor es una de las mejores protecciones que tenemos contra la ansiedad paralizante. Gracias a quién es nuestro Padre celestial, no tenemos que preocuparnos por las finanzas, las necesidades básicas de la vida, ni por lo que comemos, bebemos o vestimos. ¿Hemos olvidado cómo es Él?
Si su concepto de Dios es correcto y lo ve como dueño, gobernador y proveedor, y más allá de eso, como su Padre amoroso, entonces sabe que no tiene nada de qué preocuparse. Jesús dijo: “¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mt. 7:9‒11).
Gracias al control soberano de Dios y a Su amor paternal, podemos estar seguros de que Él proveerá fielmente para Sus hijos. En Mateo 6, Jesús ilustra el cuidado de Dios por nosotros con algunas observaciones de la naturaleza.
Dios siempre alimenta a Sus criaturas
En Mateo 6:26, Jesús dice: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?”.
Pensemos por un momento en los pájaros. No tienen conciencia de sí mismos ni capacidad para elaborar estrategias o razonar. De hecho, lo único que tienen a su favor es el instinto de supervivencia que Dios les ha dado. Y, sin embargo, ¡lo consiguen! El Señor no solo crea la vida, sino que también la sostiene. Job 38:41 y Salmos 147:9 nos dicen que los pajaritos claman a Dios por su alimento. Jesús nos dice que aunque no siembran, ni cosechan, ni almacenan excedentes, su Padre celestial los escucha y provee para ellos.
Ahora bien, eso no es excusa para la ociosidad. Usted no verá a los pájaros posados en las ramas con el pico abierto al cielo, esperando que lluevan gusanos. Dios las alimenta a través del instinto que las guía para encontrar gusanos. Él ha establecido un sistema que implica que trabajen duro para su sustento. Las aves siempre están ocupadas buscando, devorando pequeños insectos, preparando sus nidos, cuidando a sus crías, enseñándoles a volar, empujándolas fuera de los nidos en el momento adecuado, migrando con las estaciones, etc. Todo ese trabajo hay que hacerlo si quieren comer; así es como el Señor los diseñó soberanamente.
Y debido a ese diseño, los pájaros no se preocupan por dónde van a encontrar comida. Simplemente se dedican a lo suyo hasta que la encuentran, y siempre lo hacen porque Dios los cuida. Los pájaros simplemente no tienen motivos para preocuparse, y si ellos no lo hacen, ¿por qué se preocupa usted? Jesús lo expresó así: “¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos” (Mt. 10:29‒31).
¿No son ustedes mucho mejores que un pájaro? Ningún pájaro fue creado a imagen de Dios. Ningún pájaro fue diseñado para ser coheredero con Jesucristo. Y ningún pájaro tuvo jamás un lugar preparado para él en el cielo. Si Dios sostiene fielmente la vida de un pájaro, ¿no cree que Él pueda cuidar de usted y que lo hará? La vida es un regalo de Dios. Si Dios le da el mayor regalo, que es la vida misma, ¿no cree que le dará los regalos menores necesarios para sostener esa vida? Por supuesto que Él lo hará.
Tenga en cuenta, por supuesto, que al igual que los pájaros, tenemos que trabajar porque Dios ha diseñado que el hombre se gane el pan con el sudor de su frente (Gn. 3:19). Si no trabajamos, no es justo que comamos (2 Ts. 3:10). Así como Dios provee para los pájaros a través de su instinto, también provee para el hombre a través de su esfuerzo.
En el próximo blog veremos dos ejemplos bíblicos más de la naturaleza del cuidado paternal de Dios.

(Adaptado de Venza la ansiedad)