Pocas porciones de la Escritura ofrecen tanta orientación para los padres como el libro de Proverbios. Cada uno de sus versículos rebosa de sabiduría práctica para guiar el corazón y la conducta de los hijos. En lugar de intentar abarcar todo su contenido, he decidido concentrarme en diez principios clave que capturan su mensaje central para la tarea de la crianza. El día de hoy cubriremos los últimos dos principios.
9- Enseñe a sus hijos a administrar su dinero
Cuando sus hijos trabajan, hay una novena lección que deben aprender: cómo administrar su dinero con sabiduría. Proverbios 3:9‒10 dice: “Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto”.
En otras palabras, si usted es generoso con Dios, Él será generoso con usted. De modo que, honre al Señor con su dinero. Esta es la primera regla de una administración prudente de las finanzas. Las primicias pertenecen al Señor. Y no solo las primicias, sino todas nuestras posesiones deben ser usadas para la gloria de Dios. Por tanto, si quiere que sus hijos e hijas conozcan la plenitud de la bendición de Dios, enséñeles a dar generosamente a Dios y enséñeles a usar sus recursos para honrarlo.
Esa es la lección más importante que podemos aprender sobre el dinero: debemos utilizarlo para honrar al Señor. Hay muchas otras lecciones positivas.
La generosidad es una estrategia financiera más sabía que la tacañería (Pr. 11:24‒26). La bondad para con los pobres atrae las bendiciones de Dios (Pr. 19:17; 22:9). Y (como ya lo expliqué anteriormente) la persona sabia trabaja duro y planea para el futuro (Pr. 10:4‒5).
También hay lecciones negativas. Proverbios 15:27, por ejemplo, expone la insensatez de buscar provecho económico por medios malvados: “Alborota su casa el codicioso; mas el que aborrece el soborno vivirá”. Proverbios 6:1‒5 describe los peligros de asociarse con amigos o con extraños en intentos de enriquecerse rápidamente.
Y aún hay más: “No te afanes por hacerte rico” (Pr. 23:4). “El que confía en sus riquezas caerá” (Pr. 11:28). “El que oprime al pobre para aumentar sus ganancias, o que da al rico, ciertamente se empobrecerá” (Pr. 22:16).
Observe cómo las Escrituras vinculan repetidamente la verdad moral y los principios financieros. La forma en que uno administra su dinero es una cuestión moral y espiritual. Asegúrese de que sus hijos comprendan esto.
10- Enseñe a sus hijos a amar al prójimo
Finalmente, enseñe a sus hijos a amar a sus semejantes. Enséñeles a valorar la bondad, la misericordia y la compasión:
No te niegues a hacer el bien a quien es debido,
Cuando tuvieres poder para hacerlo.
No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve,
Y mañana te daré,
Cuando tienes contigo qué darle.
No intentes mal contra tu prójimo
Que habita confiado junto a ti (Pr. 3:27–29).
El mandamiento de amar al prójimo era un principio fundamental de la ley de Moisés: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lv. 19:18).
En la época de Jesús, algunos rabinos habían diluido esta ley diciendo que se aplica al prójimo, pero no a los enemigos. Su versión del principio era: “Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo” (Mt. 5:43). Pero Jesús señaló que el mandamiento se aplica también a los enemigos, pues incluso Dios es misericordioso con los malvados (Mt. 5:44–48). ¿Se ha dado cuenta de que el principio de amar a los enemigos también forma parte de la sabiduría que aparece en Proverbios? Proverbios 25:21‒22: “Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan, y si tuviere sed dale de beber agua: porque ascuas de fuego amontonaras sobre su cabeza, y Jehová te lo pagará”. Las “ascuas de fuego” amontonadas sobre la cabeza se refieren a la quemazón de la conciencia. Si usted es bondadoso para con un enemigo y el fuego en su propia conciencia lo derrite a la bondad hacia usted, habrá transformado un enemigo en amigo. Debería enseñar a sus hijos, tanto por precepto como por ejemplo, a tratar así a los enemigos. Porque nuestros enemigos son también nuestro prójimo. Y la Biblia nos manda claramente que los amemos.
Jesús dijo que el mandamiento de amar al prójimo es el segundo mandamiento más grande de la ley (Mt. 22:39). El mayor mandamiento, naturalmente, es Deuteronomio 6:5: “Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”. Toda la Ley y los Profetas dependen de estos dos mandamientos.
Observe que estos mismos dos principios son el primero y el último de los diez que he relacionado aquí: Tema a Dios y ame a su prójimo. Todo lo que está en medio incorpora y amplifica estos principios. Enseñe estos principios a sus hijos y los criará en sabiduría.
Este es el deber de los padres. Padres, si descuidan enseñar a sus hijos a temer a Dios, Satanás les enseñará a odiar a Dios. Si descuidan enseñarles que guarden sus mentes, Satanás les enseñará a tener mentes corrompidas. Si descuidan enseñarles a obedecer a sus padres, Satanás les enseñará a rebelarse y a romperles el corazón. Si descuidan enseñarles a escoger con cuidado sus compañías, Satanás escogerá compañías para ellos. Si descuidan enseñarles a controlar sus deseos, Satanás les enseñará a cómo satisfacer estos deseos. Si descuidan enseñarles a cómo gozar de sus propios cónyuges, Satanás les enseñará a destrozar sus matrimonios. Si descuidan enseñarles a vigilar sus palabras, Satanás llenará sus bocas de inmundicia. Si descuidan enseñarles a llevar a cabo su trabajo, Satanás convertirá la holgazanería de ellos en un instrumento del infierno. Si descuidan enseñarles a administrar su dinero, Satanás les enseñará a malgastarlo viviendo perdidamente. Y si descuidan enseñarles a amar a su prójimo, Satanás les enseñará a amarse solo a sí mismos. Tenemos una gran responsabilidad para con esta generación y con la venidera.

(Adaptado de Cómo ser padres cristianos exitosos)