Grace to You Resources
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Al comenzar nuestro servicio esta mañana, le leí del primer capítulo de Efesios. Me gustaría invitarlo, si es tan amable, a abrir su Biblia a ese capítulo conforme compartimos algunas grandes verdades de la porción de la Escritura. Conforme pensamos en este aniversario número 25 de nuestra iglesia. Efesios, capítulo 1. La iglesia Grace Community es excepcional. Ha sido tema de mucha discusión a lo largo de los años entre personas, pastores, líderes, laicos e incluso el mundo exterior. Han habido revistas que han escrito artículos de nosotros, varios alumnos de doctorado han escrito sus tesis acerca de nuestra iglesia. Reportes, seminarios, periódicos, publicaciones, cintas, libros, todos estos han buscado analizar a Grace Community como iglesia. Hemos sido diseccionados, examinados, estudiados, etiquetados, categorizados, analizados, copiados, bendecidos, maldecidos, defendidos, ignorados, publicados e incluso demandados.

Ahora, ¿qué ha causado toda esta atención? ¿Por qué es que esta iglesia, Grace Community, tiene tanta atención? Grace Community se ha convertido en un refugio, un hogar, un muelle para aquellos que están en necesidad; una familia para los necesitados; los que están solos; una escuela para los que no han sido instruidos; una fortaleza para los temerosos; una puerta abierta para aquellos que están afuera; un ofrecimiento de amor para los que no son amados; paz para aquellos que están en caos; aceptación para los rechazados; perdón para los culpables; esperanza para los que no tienen esperanza; trayendo luz a las tinieblas; dando luz por muerte.

Me acuerdo vine inicialmente aquí en febrero de 1969, varios de los jóvenes tenían puesta una playera, y en esa playera decía: “Grace, ahí está todo”. La gente a lo largo de los años ha estado tratando de entender qué es eso en Grace. ¿Por qué este lugar es tan especial? ¿Por qué es tan excepcional? ¿Por qué es el objeto de tanto interés y el canal de tanto poder?

Bueno, creo que la clave para entender a Grace Community y su sorprendente historia de 25 años no es analizar sus pastores, ni a su personal, programas, métodos, ni a sus líderes, ni ancianos, ni a su congregación, su crecimiento, su tamaño, su ubicación. Aunque, todos esos son esenciales para lo que es, realmente no son la clave. La clave real, y creo que puede ser reducida de manera simple, es entender lo que Grace es mediante su nombre mismo. Creo que todo está revelado ahí. Y no creo que está en la palabra “gracia”, aunque esa es una palabra maravillosa, también está la compañía de petróleo “Grace”. Y la compañía de envíos Grace, y la compañía de inversiones Grace, y aunque no lo crean, una compañía de manufactura de fertilizantes Grace. Tengo bastante confianza en que no está en el título “comunidad”, aunque hay muchas agencias comunitarias.

La clave para nuestra identidad está en esa última palabra: “Iglesia”. Ahí está. Eso resume todo lo que somos. No somos el Club de la Comunidad de Gracia. No somos la Compañía de la Comunidad de Gracia. No somos el Centro de Recreación de la Comunidad de Gracia. No somos la Agencia de Cuidado de Niños de la Comunidad de Gracia. No somos la Asociación de Ayuda Personal de la Comunidad de Gracia. No somos la Escuela de Divinidad de la Comunidad de Gracia. No somos el Centro de Convecciones de la Comunidad de Gracia. No somos el Teatro de la Comunidad de Gracia, ni somos el Centro Religioso y Psicológico para ayudar a los que están mal de la Comunidad de Gracia. Somos la Iglesia de la Comunidad de Gracia, y esa es la clave.

Esa es la razón por la que el mundo tiene tantas dificultades en entendernos, porque no entienden lo que es una iglesia. El término nos aparta del resto de las instituciones humanas. Y si usted realmente entiende la palabra “iglesia”, usted va a entender 25 años de historia en este lugar en particular. Somos la iglesia del Señor Jesucristo comprados con su propia sangre. Ninguna otra institución en el mundo, en ninguna manera, se parece a la iglesia. Y si podemos entender lo que significa ser una iglesia, entonces podemos entender lo que somos, lo que hemos sido y lo que continuaremos siendo.

Ahora, cuando digo la palabra iglesia, simplemente el término en sí mismo, no le da a usted todo lo que necesita saber acerca de lo que significa. De hecho, la palabra iglesia, en cierta manera, ha perdido su riqueza profunda. Cuando decimos la palabra iglesia normalmente pensamos en concreto y tabique, así un edificio en una esquina, en una calle, en algún lugar, o quizás pensamos de iglesia como una jerarquía de órdenes, una institución de algún tipo. Realmente, hemos perdido la riqueza de la palabra iglesia. No debería sentirnos muy mal, la mayoría de los idiomas de alguna manera pierden el significado de eso, por la manera en la que designan al cuerpo de Cristo. Leí esta semana que en japonés, coreano y chino está la misma raíz para la palabra iglesia en los tres idiomas, y significa una sociedad de enseñanza en donde la gente se reúne en un salón de clases para que le dé clase un maestro profesional religioso.

Bueno, una iglesia no puede realmente ser definida como algún edificio a la mitad de una cuadra o en una esquina, ni puede ser definida como una asociación de enseñanza en donde se dan clases por parte de un maestro religioso. Entonces, los términos en sí mismos, realmente no nos ayudan. Tenemos que ir atrás de ellos.

Entonces, regresemos. En el Nuevo Testamento encontramos la palabra iglesia usada repetidamente. Básicamente, es una traducción de una palabra griega, ἐκκλησία (ekklesia). Me gustaría, en cierta manera, que los traductores simplemente hubieran transliterado y nos hubieran dado la palabra ekklesia, para que tuviéramos una palabra excepcional, única para nosotros mismos. Pero viene de una raíz de un verbo καλέω (kaleó), la cual significa llamar, llamar. Y hay una muy buena palabra para lo que somos. Somos los llamados. Somos los llamados. De hecho, creo que somos definidos de manera maravillosa al final de Romanos 8:28, “Somos llamados según su propósito”. La iglesia puede ser mejor entendida como los llamados. Eso es lo que somos. Somos la asamblea de los llamados. Somos los Llamados de la Comunidad de Gracia. Somos un grupo que ha sido llamado por Dios para su propósito, no somos una organización humana. No somos el resultado de la ingenuidad o el poder humano. No somos edificados por personas religiosas buenas. Somos llamados por Dios para existir, somos la congregación llamada por Dios. Esa es nuestra definición. Esa es nuestra identidad.

La iglesia, entonces, amados, no es el tema de la oración. La iglesia es el objeto de la oración. Somos los llamados, y Dios es el que llama. Cuando la gente me pregunta -y me preguntan todo el tiempo, cómo edificamos a la iglesia Grace, les doy la misma respuesta: no lo hicimos, Dios lo hizo. Y eso no parece ayudarles. Quieren saber: “¿Qué hiciste? ¿Cómo puedo tomar lo que tú tienes y hacerlo lo que es, que estás viendo, en términos de resultados, en mi propia ubicación? ¿Cómo puedo reproducir lo que tienes? ¿Cómo puedo hacer esto?” Pero, el problema es que somos lo que somos porque Dios nos llamó a ser, no porque nos hicimos lo que somos. Somos los llamados.

Esto es enfatizado a lo largo del Nuevo Testamento, si usted quiere ver por ejemplo Romanos capítulo 1, por tan solo un momento, usted va a descubrir ahí en el versículo 6, Pablo escribiéndole a la iglesia en Roma, dice: “Entre quienes también estáis vosotros los llamados de Jesucristo”. Esa es la mejor definición de una iglesia. Los llamados de Jesucristo. “A todos los que están en Roma, amados por Dios, llamados a ser santos”. Primera de Corintios, usted oye lo mismo a la iglesia corintia, versículo 2 de 1 Corintios 1: “A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos”. Después, escuche esto: “Los que en todo lugar invocan el nombre de Jesucristo, nuestro Señor”. En otras palabras, cualquier persona, en cualquier lugar, que invoque el nombre del Señor Jesús, es un llamado. Santos llamados. Hemos sido llamados a estar juntos. En 1 Corintios 1:26: “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación”, y después, él procede a describir la naturaleza de la constitución de la iglesia. “Dios los ha llamado para que existan”.

Encuentra en Efesios capítulo 4 versículo 1: “Andad dignos de la vocación a la que fuisteis llamados”. Versículo 4: “Llamados a una esperanza de vuestro llamado”. Encuentra de manera semejante en 1 Tesalonicenses 2:12: “Anden digno de Dios, quien nos llamó a su reino”. Segunda de Timoteo 1:9: “Dios nos salvó y nos llamó con llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según su propio propósito”. Y sigue así. De hecho, ese término aparece en la Escritura o en la forma del Antiguo Testamento o en la forma del Nuevo Testamento más de 700 veces. La iglesia es mejor identificada como los llamados. Los llamados según Su propósito. Pedro recoge lo mismo en 1 Pedro capítulo 5 y versículo 10, y básicamente dice de manera idéntica lo que Pablo dijo: “El Dios de toda gracia que os llamó a Su gloria eterna por Cristo Jesús”. Somos llamados de Dios. Esa es la razón por la que somos lo que somos, eso nos explica, básicamente.

Ahora, si hay algo que creo de esta iglesia, si hay algo, la médula de todo, creo que esta iglesia es llamada a existir por Dios mismo. Y creo que lo que somos, lo somos porque Dios, así ha ordenado que seamos. No se debe a la expresión del genio religioso del hombre, o el carisma de algunos líderes, o el poder del discurso persuasivo, o la cantidad de nuestros miembros, o la eficacia de nuestras instalaciones, o la sabiduría de nuestros comités, o nuestros programas, o el resultado de trabajo duro, o inteligencia, es la obra de Dios. Esta iglesia nunca ha sido guiada por hombres, únicamente ha sido servida por hombres. Siempre ha sido guiada por Dios mediante el señorío de Jesucristo, mediado por el Espíritu Santo, mediante la Palabra en las vidas de personas obedientes, es la iglesia de Cristo. Y le confieso, que me gusta el nombre Iglesia de la Comunidad de Gracia mucho. Pero, si tuviera una opción para el nombre de una iglesia, yo llamaría a una iglesia, la iglesia de Cristo. Para que nadie tuviera duda alguna de a quién le pertenece. Es Su iglesia. Él la edifica. Él la guía. Él es el llamador, nosotros somos los llamados.

Ahora, ese hecho, amados, explica toda nuestra bondad, y todo nuestro éxito, y todo nuestro poder, y toda nuestra bendición, y todas nuestras riquezas espirituales. Eso explica todo eso. Por otro lado, quiero apresurarme a añadir, que la debilidad y los fracasos de nuestra iglesia son explicados por el hecho de Dios ha escogido llevar a cabo su obra mediante agentes humanos. Cuando tenemos éxito, es Él, no nosotros. Cuando fracasamos, somos nosotros, no Él. En dondequiera que Dios se mueve, las flores florecen. En donde nosotros caminamos se mueren, y esa es la razón por la que es tan difícil analizarnos. Un seminario solía traer a sus alumnos aquí para analizarnos, y dejaron de hacer eso, porque confundió a los alumnos. Porque no encajábamos con el patrón estándar. No podían entender cómo hacíamos las cosas y cómo las cosas se hacían sin seguir ciertos procedimientos.

¿Sabe usted por qué es difícil analizarnos? Es fácil analizar nuestros fracasos. Esos son humanos; pero a nadie le importa analizar y repetir eso. Es casi imposible analizar nuestro éxito porque eso es sobrenatural, y usted no lo puede reproducir. Y entonces, cuando tenemos éxito, es Él, y cuando fracasamos somos nosotros. Ahora, lo que estoy diciendo es que la Iglesia de Comunidad de Gracia, durante 25 años ha sido bendecida únicamente en donde ha operado de manera plena como el pueblo llamado por Dios. No alguna organización humana. La meta primordial de esta iglesia es dejar que Dios lleve a cabo Su obra. Dejar que Dios esté activo. Dejar que Dios edifique Su reino. Edifique Su iglesia. Y quitar los estorbos para que Él, mediante nuestra sumisión obediente a Su Palabra y a Su Espíritu, lo lleve a cabo. Somos los llamados.

Ahora, acompáñeme a Efesios, capítulo 1, y creo que quizás puedo comenzar por lo menos a llenar su mente de una compresión de lo que significa ser llamados o ser la iglesia. Simplemente, al tomar la palabra llamados y añadir una serie de proposiciones a ella, todas las cuales son señaladas en el primer capítulo de Efesios, versículos 3 al 14. Y la razón por la que escogí Efesios 1 es porque este capítulo, más que cualquier otro, presenta la definición de la iglesia teológicamente, y también porque ha sido un capítulo tan bendito en el estudio a lo largo de los años en los que nos hemos involucrado aquí en Grace. Comencemos en el comienzo.

En primer lugar, somos llamados desde antes. Ahora, recuerde, somos los llamados. Eso es lo que iglesia significa, y lo primero que tenemos que entender es que somos llamados desde antes. Esa es nuestra elección, y usted puede seguir su bosquejo, por cierto, en el boletín si le ayuda a seguirnos. Pero observe el versículo 4, al hablar de la iglesia, Pablo escribe: “Según escogió en Él, desde antes de la fundación del mundo”. En el versículo 5: “Según nos predestinó para ser adoptados hijos suyos por Jesucristo, para sí mismo, según el beneplácito de Su voluntad”. Versículo 11: “Él nos predestinó según el propósito de aquel que hace todas las cosas, según el consejo de su voluntad”. Él nos escogió por su voluntad, por su propia voluntad, desde antes de la fundación del mundo. Somos llamados, desde antes, amados. Esto no es simplemente algo que sucede. Porque sucedió esto, no es algo que los hombres edifican por su propia sabiduría o ingenuidad o promoción o publicidad o lo que sea. Esta iglesia, como la iglesia en total, es un resultado del llamado de Dios, predeterminado, soberano, pre-creación.

En 2 Timoteo, mencioné un versículo antes. Únicamente lo voy a volver a leer, dice: “Hemos sido salvados y llamados no según nuestras obras”, 2 Timoteo 1:9, “sino según Su propósito y gracia”, escuche esto, “que nos fueron dadas en Cristo Jesús desde antes que el mundo comenzara”. Fuimos llamados desde antes, fuimos seleccionados por Dios, para Dios, antes de que el mundo comenzara.

Ahora, es muy difícil, entonces, ¿no es cierto?, comprimir esto y pasarlo a todo el mundo. La identidad única de esta iglesia se encuentra en el llamado soberano de Dios desde antes de que el mundo comenzara. Somos lo que somos por la decisión de Dios, soberana, independiente, no alterada. Jorge Chadwick dijo: “Busqué al Señor, y después supe que Él movió mi alma para buscarlo, buscándome a mí. No fui yo quien te encontré, oh Salvador. Es verdad, no, fui encontrado por ti”. Si usted está en esta iglesia, usted no nos encontró, Dios lo encontró a usted. Y usted está aquí por designio divino, y yo también. Esa es la razón por la que somos lo que somos. Estamos cumpliendo un destino predeterminado. Un llamado que va antes del tiempo, más allá del espacio. Somos llamados antes de que el mundo comenzara. Como puede ver, en la mente consciente de Dios, no hay tiempo, y todo es un presente, termino inmediato, y fuimos tan reales antes de que el mundo comenzara como los somos ahora para Él.

Dios añade a esta iglesia a aquellos a quien han determinado, desde antes de que el mundo comenzara, que fueran añadidos a esta iglesia. Piénselo. Cuando solo quedaron 8 personas en el mundo, Él había ahogado al resto de la gente. Dios sabía que de los lomos de esas 8 personas vendrían los pastores, y los líderes y la gente de esta iglesia. Y Él sabía que sería un símbolo de la manera en que está ensamblada. Veo a mi niñez -y está siendo más y más difícil verla, conforme se aleja más y más de mí. Pero veo a mi niñez, y pienso en mi madre, quien oró porque Dios le diera un hijo que predicara, y después, cuando nací, ella siguió preguntándole a Dios: “¿Es este? Tienes que trabajar un poco, Señor, si este es el niño”. A lo largo de los años, de todas mis dificultades, no sabía dónde iba en la vida, o cuando era un niño pequeño, me ponía de pie en, sobre una caja, en el patio de atrás y les predicaba a mis hermanas. Pero, eso era porque en cierta manera estaba copiando a mi papá. Eso era lo que oía que hacía y pasé en la vida.

Un par de veces, casi perdí mi vida. Una vez me caí de un lugar. O en otra ocasión, un accidente de auto casi me quitó la vida. Dios me libró de la muerte en esas dos ocasiones. Rompiendo mi propia voluntad humana, mis propios deseos, trazando mi curso a lo largo de los años, Dios sabía exactamente dónde estaría. Todo desde antes de que el mundo comenzara. Y sabe una cosa, eso me da un sentido tremendo de confianza de que yo pertenezco a este lugar en este pequeño período de la historia, de la historia redentora, y también usted. Estuve en el personal del seminario de Talbot antes de que viniera aquí, unos tres meses antes de que me contactaran para venir aquí, que fuera considerado como un candidato pastoral posible, otra iglesia me llamó, en ese entonces era una iglesia más grande, una iglesia bien conocida, una iglesia maravillosa. Y llamaron y dijeron: “Nos interesaría hablar contigo para que fueras nuestro pastor”. Y entonces, comenzamos a hablar y hablamos durante un mes y demás. Y finalmente, después de todas estas conversaciones, me dijeron: “Sabes una cosa, simplemente pensamos que eres demasiado joven e inexperto para nuestra iglesia, y entonces, vamos a encontrar a alguien más”.

Bueno, estaba abierto a lo que el Señor quisiera que hiciera, si ahí era donde quería que fuera. Estaba decepcionado, pero no era donde Dios quería que estuviera. El plan no era para mí estar ahí, el plan era que estuviera aquí y antes de la fundación del mundo, Dios sabía que Él usaría a esta iglesia para redimir almas, y que yo sería parte de ese proceso. Todos estamos aquí para un tiempo como este. Esto es el destino. Cada vez que oigo de alguien que es salvo en esta iglesia, algo simplemente pasa en mi mente, ese es otro cumplimiento del plan destinado por Dios. Y aquellos de ustedes que se han unido a nuestra iglesia y ahora por 13 años he estado entrando a la junta de miembros nuevos, y siempre siento lo mismo adentro. Estas personas no están aquí por accidente, Él Señor está edificando Su iglesia. Cada uno de ustedes que están aquí, están aquí, bajo Su plan soberano. Eso simplemente me quita una presión tremenda. Yo no tengo que edificar la iglesia. ¿Sabe usted eso?

De hecho, un reportero me hizo una pregunta hace unos años atrás, él dijo: “¿Tienes un gran deseo por edificar a la iglesia?” Yo le dije: “No tengo deseo por edificar la iglesia en absoluto”, a él le sorprendió. Él dijo: “He hablado a otros pastores por todo el país, no responden de esa manera”. Dije: “Yo no tengo deseo edificar la iglesia”. Él dijo: “¿Por qué?” Dije: “Porque Cristo dijo que Él edificaría la iglesia, Mateo 16, y ciertamente no quiero competir con Él. Únicamente, quiero ser parte de lo que Él está edificando. Eso es todo”. Es Su iglesia. Este no es el resultado de alguna mente brillante, o alguna organización humana. Esta es la iglesia de Cristo. Si usted no entiende eso, usted no los entiende. ¿Y sabe lo que eso hace para mí? No hay sentido de pánico en el ministerio. No hay un sentido de frustración. No hay razón para buscar medios mundanos, o promoción mundana, o círculos mundanos, o sistemas mundanos para tratar de que todo esto funcione. Lo único que tiene que hacer es descansar en el Espíritu de Dios, ser fiel en entregar su vida en compromiso a Jesucristo. Él edificará Su iglesia. Y nunca quise hacerlo de manera artificial, porque temía que pudiera ser mi iglesia, no la de Él. Y después, no podría identificar la diferencia.

No puedo encontrar palabras para expresar el sentido tan especial que siento en mi corazón por saber que Cristo ha edificado esta iglesia y soy parte de eso; y usted es parte de eso. Este pequeño pedazo de historia redentora es nuestro destino. Y entonces, siempre en Grace hemos tenido un énfasis fuerte en la soberanía de Dios. Somos Su iglesia, llamados desde antes de la fundación del mundo.

En segundo lugar, no solo somos llamados antes, somos llamados afuera. Somos llamados afuera. Esta es nuestra redención. Llamados antes es nuestra elección. Llamados afuera es nuestra redención. Dice en el versículo 7, que es en Cristo “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados, según las riquezas de su gracia”. Después dice, ahí en el versículo 13, que: “Oímos la palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación. Creímos y recibimos al Espíritu Santo”. Y Pablo aquí identifica la iglesia como aquellos que han sido redimidos. Aquellos que han sido perdonados. Aquellos que han recibido gracia, aquellos que han oído la Palabra, aquellos que han sido salvos porque creyeron. La iglesia entonces es llamada afuera. Es un grupo redimido, regenerado.

¿Qué quieres decir con “llamado afuera”? Llamado afuera del pecado. Llamado afuera de la muerte. Llamado afuera de las tinieblas. Llamados afuera de la desesperanza. Llamados afuera del estado de perdición. Llevados, Colosenses 1:13 “del reino de las tinieblas, al reino de su amado hijo”. Romanos 6 nos dice que estuvimos involucrados en la muerte y fuimos llamados de eso a la vida. Somos llamados del mundo. Somos una comunidad redimida, somos regenerados. Esa es la única razón por la que somos la iglesia verdadera. Si no somos redimidos, no somos una iglesia. La gente anda por todos lados bajo una bandera religiosa con un título iglesia, que no son redimidos, y no son la iglesia. La iglesia son los llamados  afuera, llamados afuera del mundo, llamados afuera del pecado, llamados afuera del reino de las tinieblas.

Ahora, nos damos cuenta de que la gran concentración de la iglesia tiene que estar en una membresía regenerada, personas redimidas. Digo, esta es la iglesia. Existen “iglesias” por todos lados que tienen un nombre, que viven, pero están muertas. No hay personas regeneradas ahí. Esa no es una iglesia. No son llamados afuera, son parte del mundo. Simplemente, son religiosas. Y sabe una cosa, es tan importante esto para mí, que el primer domingo que estuve aquí, prediqué de este tema. El primer servicio que jamás prediqué como pastor de esta iglesia en febrero de 1969, mi texto fue Mateo 7:21-23, “Muchos me dirán, ‘Señor, Señor’, y yo les diré: ‘apartaos de mí, nunca os conocí’”. Ahora, algunas personas podrían pensar: “Bueno, hombre, digo, podrías por lo menos calentar un poco antes de que les pegaras tan fuerte. Pero como puede ver, estaba preocupado porque hubiera personas que pensaban que eran parte, que no eran parte de la iglesia. Y usted necesita entender desde el comienzo lo que es la iglesia para que sepa a dónde va. Somos un grupo llamado afuera, y me acuerdo predicar ese sermón, y varias parejas se fueron de la iglesia. Incluso puedo pensar, por lo menos, en un anciano que no era cristiano.

Les dije: “tienen que distinguir entre el trigo y la cizaña, los verdaderos y los falsos, aquellos que juegan a la iglesia y aquellos que son la iglesia”. De hecho, el título de ese primer sermón fue: “Cómo jugar a la iglesia”. Y cité a Lucas 6:46: “¿Por qué me llamáis ‘Señor, Señor’, y no hacéis lo que yo digo?” Y les leí una frase antigua, grabada ahí en la catedral de Lebach, Alemania, y esto es lo que decía: “Hablas de Cristo nuestro Señor a nosotros. Me llaman Amo y no me obedecen, me llaman Luz y no me ven, me llaman el Camino y no andan por mí, me llaman la Vida y no me viven, me llaman Sabio y no me siguen, me llaman Hermoso y no me aman, me llaman Rico y no me piden, me llaman Eterno y no me buscan. Si te condeno, no me culpes”.

Y después, di una ilustración. La primera ilustración que jamás di aquí. Hubo un pastor mayor ya tan mayor, tan grande que, se le había forzado a que se jubilara, su voz ya no se oía bien por años de predicación. Él era un caballero mayor, humilde. Él fue invitado a una especie de comida de la alta sociedad por un amigo. Él realmente, francamente, no pertenecía a ese grupo, pero él fue, y había un actor famoso ahí, y el que estaba a cargo de la comida le dijo a ese actor, en medio de todos: “Oh, ¿sería usted tan amable de recitarnos algo?” Y él dijo: “Claro, tengo un repertorio interminable. ¿Qué le gustaría?” El pastor mayor pensó que este era su momento, él dijo: “¿Qué tal el Salmo 23?” Y el actor dijo: “Bueno, esa es una petición excepcional, pero, resulta que lo conozco y lo voy a hacer con una condición, que usted lo haga después de mí”. Bueno, el pastor mayor no había negociado eso, pero por el Señor, él dijo: “Muy bien”. El actor, entonces, se puso de pie, recitó el Salmo 23 con gran entonación, con una voz hermosa, con una interpretación tremenda. Y él término y todo el mundo aplaudió. El pastor mayor se puso de pie y con una voz que no se oía bien, cubrió el Salmo 23, en su manera humilde y cuando él acabó, no había un ojo seco ahí en el lugar. Y percibiendo la emoción del momento, el actor se puso de pie y dijo: “Creo, creo que entiendo la diferencia en su respuesta a mí y a él. Ustedes me aplaudieron, pero lloraron por él. La diferencia es esta: yo conozco el Salmo, pero él conoce al Pastor”.

Y si hay una cosa que una iglesia debe ser, debe ser la asamblea de las personas que conocen al Pastor, ¿verdad? Esa es una iglesia. Cualquier cosa menos que eso, no es una iglesia. Hay muchas personas que conocen los salmos, simplemente, no conocen al pastor.

Entonces, siempre hemos estado comprometidos con la predicación de la doctrina de la salvación. Siempre hemos hablado de la verdad del pecado del hombre, y la necesidad de un Salvador. Hemos tratado con seguridades falsas y hemos llamado a la gente a la fe genuina en Cristo. Hemos enfatizado el bautismo. Hemos enfatizado el evangelismo. Porque una iglesia, son los llamados afuera, llamados antes, y llamados afuera. No somos una iglesia si no somos redimidos.

En tercer lugar. Somos llamados de. Somos los llamados de o desde. Versículo 4: “Para que seamos santos y sin mancha delante de Él”. Ahora, no solo hemos sido llamados afuera del mundo, sino que hemos sido llamados del mundo, en el sentido de santidad. Esta es nuestra santificación. Nuestra santificación. Primera de Pedro 1:15, la Biblia dice: “Sed santos como Yo soy santo”. Somos llamados a ser separados del mundo. Somos llamados a no hacer concesiones. El Espíritu nos ha dicho que nos guardemos sin mancha del mundo. “Debemos ser”, Pablo dice: “Sin mancha y sin arruga”. Él dice en 2 Corintios: “Deseo presentar a la iglesia a Cristo como una virgen pura”. Dios nos ha llamado a la santidad, a la pureza, a la semejanza a Cristo, a la virtud. Y ese ha sido nuestro mensaje. Predicamos eso, oramos por eso, hablamos de eso. Debemos manifestar la santidad de nuestro Padre. Debemos radiar la Santidad de nuestro Salvador. Debemos revelar la santidad del Espíritu quien mora dentro de nosotros. Debemos apartarnos del mundo. “Debemos matar, hacer morir las obras de la carne”, dice en Colosenses 3.

No debemos prestar atención alguna a la carne, dice en Gálatas, capítulo 5. No debemos amar al mundo, 1 Juan, capítulo 2. Hemos sido llamados a la santidad y entonces, hemos predicado y predicado a lo largo de los años que debemos ser un pueblo santo. Somos llamados de. Cuando Dios llama, Él llama antes. Él llama fuera de, y Él llama de. Santidad. Hemos enfatizado la humildad. Hemos enfatizado la confesión del pecado. Hemos enfatizado la disciplina de la iglesia. Hemos sacado a personas de nuestra iglesia. Hemos enfatizado la adoración de un Dios santo. La exaltación de un Dios santo. Nos hemos concentrado en la naturaleza de Dios, la virtud de Dios, los atributos de Dios, de tal manera que al ver la santidad de Dios podamos vivir en temor de Él.

Ahora, cuando un grupo no es santo, pueden llamarse una iglesia, pero no es una iglesia, porque son un grupo de personas llamados de, si son una iglesia verdadera. Muéstreme usted una iglesia que no predica del pecado, y le voy a mostrar una iglesia que está llena de impiedad y esa no es una iglesia en el sentido pleno. Somos llamados a la mesa del Señor aquí constantemente. ¿Por qué? Porque necesitamos enfrentar la evaluación personal constante de la mesa del Señor, conforme vemos en la profundidad de nuestros corazones, con la lámpara del Espíritu de Dios para ver si hay algo entre nosotros y Él.

Nuestras comuniones recientes han ilustrado cómo hemos enfrentado el pecado en un esfuerzo por purgar y purificar a la iglesia. Somos llamados a ser un pueblo santo. La iglesia no puede tolerar la impiedad. Usted no puede predicar en contra del pecado y no hacer nada al respecto, de lo contrario, la gente va a pensar que la predicación y la vida son dos cosas diferentes que no están relacionadas. Hemos buscado la santidad en las vidas de los líderes, en las vidas de aquellos que siguen.

En 1 Tesalonicenses 5:23, Pablo nos llama a esto con las palabras: “El Dios mismo de paz os santifique por completo, y oro porque Dios santifique su espíritu, alma y cuerpo preservado de manera irreprensible hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará”. Él dice: “Oro para que sean irreprensibles”, y entonces hemos buscado la santidad. Hemos buscado ver a Dios para que temamos a Dios, ver a Cristo para que temamos a Cristo. Hemos visto cómo Jesús traumatizó a la gente, cómo Jesús los hizo temer cuando vieron Su gloria, cuando vieron Su santidad. Somos una iglesia. Así es como usted nos explica. Llamados antes del mundo, llamados del mundo, y llamados a alejarnos del mundo, y no hay lugar para las concesiones. Esa es nuestra identidad única. Somos los llamados según Su propósito, y ese es Su propósito.

En cuarto lugar, somos llamados a. No solo somos afuera y de, sino a. Esa es nuestra identificación, ¿y a qué somos llamados? Observe el versículo 4. Es hermoso. “Según nos escogió en Él, para que seamos santos y sin mancha delante de Él. Habiéndonos predestinado, para ser adoptados hijos suyos, por medio de Jesucristo, para sí mismo”. Dice en el versículo 4, en Él, antes de Él, y para sí mismo. En el versículo 5. En el versículo 3, termina con dos palabras: “En Cristo”. Al final del versículo 6: “Hemos sido aceptados en el Amado”. Ahora, observe esto. Estamos en Dios. Estamos en Cristo. Esa es nuestra identidad única. Esa es nuestra identificación. Llamados a sí mismo. A la mitad del versículo 5: “Por Jesucristo para, o, a sí mismo”.

No somos una organización religiosa de personas comprometidas con cierto conjunto de reglas. No somos aquellos que han sido preparados en cierto modo de religión. No somos aquellos que están apegándose a cierto tipo de ritual o rutina. Somos aquellos que estamos en Cristo. En Dios. En 1 Tesalonicenses, capítulo 1, versículo 1, Pablo y Silvano, o Silas, y Timoteo, escribiéndole a la iglesia de los tesalonicenses, escuche: “Que está en Dios Padre y en el Señor Jesucristo”. Esa es una iglesia. En otras palabras, somos llamados a una identificación íntima con Dios mismo en una unión personal. Tan vital. Estamos en una comunión maravillosa. En 1 Juan 1:3, Juan dice: “Nuestra comunión es con el Padre y Jesucristo”. Estamos en una comunión inter-Trinitaria. Lea Juan 17, en donde Jesús ora porque seamos uno con Él, como Él es uno con Dios, y Él nos encierra a todos en el mismo paquete. Primera de Corintios 6:17 dice: “Él que se una al Señor, un espíritu es con Él”. Hemos sido hechos íntimos. ¿Cuán íntimos? Somos adoptados como hijos, en el versículo 5. Estamos en Cristo, coherederos del reino de Dios.

Entonces, sabe una cosa, la iglesia no es un grupo al que usted se une al firmar su nombre. No es algún tipo de una sociedad humana comprometida con un sistema de enseñanza. Somos salvos para entrar en una relación personal, íntima, única con el Dios vivo mediante Jesucristo. “Cuando fueron salvos”, la Biblia dice en Romanos 6: “Son identificados con Jesucristo. Murieron con Cristo. Resucitan para caminar en una vida nueva”. Pablo dijo en Gálatas 2:20: “Estoy crucificado con Cristo, mas no vivo yo, si no Cristo vive en mí”. Esa es nuestra unión. Somos diferentes que los sistemas de religión. Creo que esa es la razón por la que vemos a tantas personas que antes eran católicas que vienen y visitan nuestra iglesia y vienen a Cristo, saben qué son los sistemas de religión, nada más que no conocen a Dios, y la gente viene de todo tipo otras sectas y religiones porque han estado en los sistemas de religión, pero, nunca habían conocido a Dios y no hay intimidad ahí. Nuestra iglesia es una iglesia comprometida con ser llamados a Cristo, y entonces, celebramos nuestra unión con Él.

Sabe una cosa, conforme veo mi vida, voy a ser muy honesto con usted, no sé en dónde John MacArthur termina y Cristo comienza. Ahora, cuando he pecado, sé quién lo hace; pero, así como examino mi vida, y conforme hago las cosas, y sirvo al Señor, no sé en dónde termino y él comienza. Yo como Pablo, estoy crucificado con Él, “No obstante, vivo; pero no vivo yo, si no Cristo vive en mí. Y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por la fe del Hijo”. Digo, usted sabe, eso es lo que Él está haciendo, es Él y yo, y es Él y yo, y no sé dónde comienza uno y dónde termina el otro. Usted tampoco sabe eso. Usted, simplemente, vive su vida y ve a Dios operando y a Cristo, y es muy natural para usted hablar con el Señor y percibir Su poder y verlo respondiendo sus oraciones y sentir Su dirección y Su guía y Su consuelo en su vida. Y entonces, nos reunimos y compartimos acerca de eso, y hablamos de eso, y oramos por eso, y tenemos nuestros pequeños estudios bíblicos íntimos y hablamos de lo que Jesucristo significa para nosotros. No creemos que Dios es algún tipo de ogro cósmico esperando pisarnos si rompemos alguna de sus reglas. Tenemos una relación íntima de amor con Él.

Un escritor dijo: “Cercano, tan cercano a Dios, más cercano no podría estar; porque en la persona de su Hijo, estoy tan cercano como Él. Querido, tan querido para Dios. Más querido, no podría ser, porque en la persona de su Hijo, soy tan querido como Él”. Entonces, somos llamados a una intimidad dulce con Jesucristo: una relación cálida, personal, viva con Dios. Esa es una iglesia. Si usted no entiende eso, usted no nos entiende. Llamados antes, llamados afuera, llamados de, llamados a.

En quinto lugar, somos llamados abajo. Somos llamados abajo. Somos llamados según Su propósito. Eso es lo que es una iglesia, y parte de nuestro llamado es ser llamados abajo. ¿Qué quieres decir con eso? Estoy hablando de revelación. Estoy hablando de elección, redención, santificación e identificación. Aquí está la revelación. Versículo 8, habiendo sido redimidos, versículo 7: “Dios ha sobreabundado hacia nosotros”, eso es lo que ese verbo significa, “en toda sabiduría”, y esa palabra, σοφία (sophia), tiene que ver con la sabiduría de cosas eternas como vida y muerte, y Dios, hombre, y el tiempo y la eternidad. “Dios nos ha inundado con todo eso, como también prudencia”. Esto es práctico. La sabiduría de cosas terrenales -como resolver problemas. Dios nos ha dado la verdad profunda acerca de cosas eternas. Él nos está dando implicaciones prácticas en términos de vivir la vida, y Él nos ha dado todo eso de una manera sobre abundante, versículo 9: “Porque Él nos ha dado a conocer los elementos escondidos de su voluntad”.

Ahora, dígame usted, ¿en dónde es que Dios nos reveló Su voluntad a nosotros? ¿En dónde? En la Palabra de Dios. Aquí, en este libro, la Biblia. El Nuevo Testamento es la revelación de Su voluntad escondida. Tenemos la Palabra de Dios y somos llamados abajo de eso, ¿no es cierto? Somos llamados a la obediencia. Pablo dice: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros”. Somos llamados a someternos a la Palabra de Dios. Estamos bajo autoridad. No trazamos nuestro curso. No soñamos en nuestro propio destino. Sabe usted, cuando nos reunimos para planear, no reunimos para orar, o nos reunimos para trabajar en la iglesia, hay una cosa que está en nuestra mente, ¿qué tiene que decir la Palabra de Dios acerca de este asunto? ¿Qué es la Palabra de Dios? Ese es el enfoque de todo lo que hacemos.

Recientemente, me reconocieron por algo. Creo que fue un reconocimiento. Supuestamente, tenía que ir a una comida para pastores, y no fui.  Y alguien se pudo de pie en la comida y dijo: “Creo que sé por qué MacArthur no está aquí. Él no podía encontrar una ruta bíblica para llegar aquí”. Bueno, creo que ese fue un reconocimiento. Creo que me entendió. Creo que la reputación de esta iglesia, es que más vale que sea bíblico o no están interesados. Creo que eso es maravilloso.

Sabe una cosa, estoy tan comprometido con la Palabra de Dios. Si hay algo que ha identificado a esta iglesia a lo largo de los años ha sido esto, ¿no es cierto? La Palabra de Dios. Sabe una cosa, cuando estaba en el seminario, para cuando llegue a mi último año de seminario, era una persona muy frustrada porque quería entender la Biblia. Durante años había sabido lo que la Biblia decía, simplemente, no sabía lo que significaba por lo que decía. Podía leerla. Digo, la había leído bastante, nada más que no entendía, y no sabía lo que significaba. Eso me frustraba, porque aquí estaba la Palabra Dios y quería saber lo que significaba. Y simplemente, la razón por la que fui al seminario realmente fue para conseguir las herramientas para poder saber lo que significaba. La gente dice: “Bueno, cuándo fuiste al seminario, ¿cuál fue tu meta?” Mi meta fue, recibir las herramientas para entender la Biblia. No pensaba en ministrar a alguien más en ese punto. Quería entenderla. Y si Dios me daba un ministerio, ese era el resultado.

Les dije a los pastores en nuestra conferencia de pastores reciente: “El gozo del ministerio no es la predicación a ustedes, ese es el trabajo. El gozo del ministerio es el estudio que aprendo para conocer lo que Dios quiere decir por Su Palabra y de esta manera, conocerlo mejor”. Simplemente, es la crema batida en la parte de arriba que les digo lo que he aprendido. Y ustedes únicamente reciben un poco de esto. Ustedes solo obtienen la punta del iceberg.

Pero, siempre quería aprender la Palabra de Dios. Y en el seminario, comencé a recibir las herramientas, y simplemente, comencé a tener hambre, y simplemente, comencé a desear devorar la Palabra de Dios para que pudiera aprenderla, y aprenderla, y después poder enseñarla; y fue un gozo especial. Y creo que eso es lo que debe ser una iglesia. Una iglesia debe ser un lugar de personas llamadas bajo la Palabra de Dios.

Ahora, cuando vine aquí, me preguntaron si yo lo haría. Prediqué el domingo después de que el pastor Elvee se había ido con el Señor. Y dijeron: “¿Puede regresar y buscar ser un candidato para ser nuestro pastor?” Y dije: “Muy bien”, y lo hice. Y el domingo que vine a buscar ser pastor, a que me escucharan, decidí que iba a enseñarles Romanos 7. Ese es un capítulo difícil. Y yo dije: “Lo voy a hacer. Eso está en mi corazón. Voy a enseñarles Romanos 7”. Entonces, simplemente, abrí mi Biblia, y no me importó lo que estaba pasando, y simplemente, prediqué a lo largo de Romanos 7, y lo disfruté mucho. Y tenía que sacar esta carga y explicar Romanos 7, fue tremendo. ¿Y sabe usted por cuánto hablé durante esa primera vez? Una hora y treinta y cinco minutos. Y mi esposa dijo: “Bueno, ahí se acabó esa iglesia. Y si se corre la voz, nunca vas a llegar a ninguna otra iglesia”. Entonces, ustedes no deben quejarse. Lo he acortado, deberían agradecerle a Dios porque ahora están aquí 25 años después de que comenzó, o 13 años, de cualquier manera, desde que he estado aquí. Pero, dice usted: “¿Por qué hiciste eso? Digo, ¿no fuiste considerado con los del cunero?” Escuche, lo único a lo que era considerado era a que yo estaba disfrutando mucho, ¿entiende?

¿Sabe usted lo que descubrí? Descubrí que al hacer eso, la gente tenía una mente para someterse a la Palabra de Dios. Se me acercaron después y dijeron: “Eso es lo que queremos, pero ¿podrías acortarlo un poquito?” Oiga, sí sé que voy a predicar aquí más de una vez puedo acortarlo todo lo que ustedes quieran, ¿verdad? El compromiso con esto, de esta iglesia a lo largo de su historia, ha sido estar bajo la Palabra de Dios. Estar bajo la Palabra de Dios.

La primera vez que conocí a un anciano aquí, él habló conmigo acerca de la iglesia y de ser el pastor. Él dijo: “Estamos listos para servir. Queremos saber lo que Dios quiere que hagamos”. La iglesia es un grupo llamado abajo, a estar abajo. Abajo de la autoridad de la Palabra de Dios. Entonces, el lema a lo largo de los años de esta iglesia ha sido a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio. ¿Cómo es que usted perfecciona los santos? “Toda la Escritura es inspirada por Dios –¿para qué? – a fin de que el hombre de Dios”, dice al final de ese siguiente versículo, a fin de que el hombre de Dios sea ¿qué? “Perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. El perfeccionamiento de los santos es la obra de la Palabra. Quería darle la Palabra a la espada, la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Y eso no es ser dueño de una Biblia. Eso es entender la Biblia para que usted pueda usarla como un arma y una defensa. Y entonces, el compromiso ha sido enseñar la Palabra de Dios, para que estemos bajo la autoridad y creo que eso es lo que ha pasado.

Y sabe una cosa, la meta que he tenido, y voy a revelarle un secreto en este punto, pero la meta que he tenido en el ministerio aquí es enseñar la Palabra de Dios para que usted se someta conscientemente a la autoridad de la Palabra de Dios en general, para que cuando usted presenta cualquier asunto específico de la Palabra de Dios, la gente responda instantáneamente porque ya han hecho el compromiso de sumisión total.

Sabe una cosa, un pastor en una ocasión dijo en una conferencia de pastores que estaba, él dijo: “Sabes una cosa, tu manera de ver cierto tema, si tratara de decirle a mi congregación que hiciera eso, me sacarían de la iglesia”. Y yo dije: “Pero es bíblico”. “Eso no les importaría”. Bueno, si no importaría para ellos si fuera bíblico, entonces ellos no tienen la perspectiva correcta de la autoridad de la Palabra de Dios, ¿verdad? Lo único que usted quiere saber es: ¿Es bíblico? Sabe una cosa, las preguntas que recibo no son: “Bueno, ¿Por qué enseñaste eso?”. E incluso si está en la Biblia es ofensivo. Cuando la gente me hace una pregunta que me acorrala es esta: “¿Estás seguro de que eso esté en la Biblia?”. Me da gusto que hagan ese tipo de preguntas. Esa es nuestra autoridad. Somos llamados antes del mundo. Somos llamados afuera del mundo. Somos llamados del mundo, al Señor y bajo la Palabra.

Número 6, somos llamados con. Somos llamados con. Esto muy importante. Esto es unificación. Versículo 10, dice que el propósito definitivo de Dios, y claro, esto está hablando de la plenitud del tiempo, del gran tiempo final, la plenitud del término de la historia de la redención, somos llamados al punto de ser congregados en uno en Cristo. El fin definitivo de Dios es congregar a todo en Cristo en uno, y la iglesia es el emblema de eso ahora, ¿no es cierto? Somos llamados con.

Sabe una cosa, crecí en un día cuando había mucho aislamiento espiritual, todo mundo en cierta manera mantenía su espiritualidad. Usted simplemente no hablaba de eso. Usted, en cierta manera, sonreía con la sonrisa cristiana, usted sabe, y llevaba su Biblia con cierre, iba a la escuela dominical y hacía lo que hacía, y realmente, usted no sacaba nada. Usted no dejaba que nadie entrara en su corazón o en su alma, y la comunión era, usted sabe, tomar un poco de galletas viejas y un poco de bebida de frutas, y unas cuantas damas mayores servían pan, y donas y café. Digo, eso era todo. Y simplemente, no había nada profundo en esto. Pero hemos sido llamados a estar juntos, en una unidad maravillosa, una comunión maravillosa, llamados con. Esa es nuestra identificación, o más bien nuestra unificación. Y esta iglesia tiene en vista este tipo de unidad. Creemos en Filipenses, capítulo 2 que Pablo dice: “Sed del mismo sentir”. ¿Cómo es que usted va a ser del mismo sentir? Eso es unidad”. Bueno, usted tiene que ser del mismo amor, tiene que amar a la gente. ¿Cómo es que usted puede amar a la gente? No mirando cada uno por lo suyo propio, sino por lo de los otros. Que es esa humildad, la mente de Cristo que se humilló a sí mismo.

Entonces, lo que usted aprende es que, si vamos a ser uno, debemos amarnos unos a otros. Y si vamos a amarnos unos a otros, debemos ser humildes, porque mientras que todo mundo esté pensando en sí mismo, no va a ver nadie que de y reciba. Permítame decirle algo, esta es la razón por la que siempre no hemos concentrado en el pecado, siempre nos hemos concentrado en la debilidad humana, en la palabra de Dios, para que sepamos cuán necesitados estamos, para que sepamos que no estamos bajo ninguna ilusión, para que haya una humildad genuina en nuestras vidas. Y esa es la razón por la que no predicamos lo que llamo el “evangelio de la ayuda personal”, o el “mensaje de macho” -está bien, todo bien. Usted sabe, piensa en algo positivo. Sé alguien. Ese tipo de situación. Muéstreme una iglesia en donde ese mensaje es predicado y le voy a mostrar una iglesia que no conoce el significado de la comunión, porque todo mundo está ahí buscado sus intereses personales y no los de alguien más. Muéstreme una iglesia en donde usted habla de la humildad, y le voy a mostrar una iglesia en donde la gente puede amarse unos a otros. Y somos llamados con, a amarnos unos a otros. A dar el uno al otro. Esa es una de las cosas que caracterizó a este lugar.

Si usted quiere analizar a esta iglesia, somos una iglesia. Eso es todo. Y una iglesia es un grupo llamado a estar con. Siempre ha habido ese espíritu de dar, y de amar, y de sustentar y cuidar. Me acuerdo de la abuelita Kelly, Frances Kelly murió hace unos años atrás. Y ella era guerrera de oración en toda esta iglesia. Una dama hermosa, y ella solía venir y sobarme el cuello y aun cuando estaba en sus años 90s. Manos fuertes, fabulosas, usted sabe, ella se preocupaba por mí, entonces quería que relajara y me daba un masaje en el cuello. Y entonces, cuando estaba ocupado, ella venía y me ayudaba a relajarme un poco, y oraba, usted sabe. Bueno, ella fue al hospital. Patricia y yo habíamos ido a verla a su casa, y finalmente, la llevaron al hospital, ella se iba a morir, y ella estaba en la unidad de terapia intensiva en el hospital. Y entonces, fui a verla, y le dije a la dama, ahí en la mesa de información, “¿Dónde está?” Y ella dijo: “en la unidad de terapia intensiva”. Entonces, subí al elevador y pasé por el pasillo y toqué a la puerta y una enfermera de cuidados intensivos vino y ella dijo: “¿En qué le puedo servir?” Yo dije: “Me gustaría ver a Frances Kelly, si me permite”. Ella dijo: “¿Usted también?” Yo dije: “Bueno, si”. Ella dijo: “Sabe una cosa, usted va a matar a esa mujer si siguen mandando a todas estas personas aquí”. Ella dijo: “Han estado aquí todo el día y ella simplemente no está bien”.

Yo dije: “Bueno, yo soy el pastor”. Ella dijo: “He oído esa frase también”. Entonces dije: “Bueno, veamos, tengo otra, yo soy el presidente, ¿va a ayudar eso?” No. Entonces, yo dije: “Bueno, bueno, no me hace menos el pastor, todavía soy un pastor en la iglesia, me gustaría verla, ¿podría preguntarle?” “¿Está seguro de que es el pastor?” “Bueno, yo soy uno de los pastores de la iglesia”. “Le voy a preguntar”. Entonces, entré a verla. Pero siempre ha sido así. Todo mundo satisfaciendo las necesidades de la gente. Eso es porque hay un enfoque en la humildad genuina. Y de ahí, nace el amor. Porque no somos un grupo de personas que estamos sentados aquí pensando: ¿Cómo podemos mejorar nuestra imagen personal? Estamos aquí sentados pensado: “¿Cómo podemos entender nuestras fallas y cómo podemos darles a otros que nos necesitan?”

Esta es una iglesia. La iglesia es un grupo de personas llamados a estar unos con otros. La gente aquí no son espectadores. Resistimos eso. Y esa es la razón por la que tenemos grupos de comunión y estudios bíblicos. Queremos que ustedes se reúnan. No queremos que la gente se esté apilando ahí en el borde como espectadores, simplemente viendo. Queremos rendición de cuentas, y ministerio, y amor, y estamos comprometidos con el enseñarle a la gente a ministrar, y así es como formamos misioneros y pastores. Esa es la razón por la que hemos enviado a misioneros y quizás a casi 20 pastores a otras iglesias, porque estamos formando a personas que ministran a otros.

Las multitudes nunca me ha satisfecho. Nunca. Ministrar a la gente es la meta. Bueno, permítame darle dos más y después, los dejo ir. Simplemente, rápidamente. Somos llamados hacía. Somos llamados hacía. Vea el versículo 11. Dice: “Hemos obtenido una herencia”. Versículo 14 de nuevo menciona nuestra herencia. Ahora, ¿Qué está diciendo esto? Pedro lo llama “nuestra herencia, incontaminada, inmarcesible, reservada para nosotros en los cielos”. Somos un grupo de personas comprometidas con la glorificación. Hemos hablado de elección, redención, santificación, identificación, relación, unificación y ahora, glorificación.

¿Qué quieres decir con eso? Quiero decir esto. Nuestro enfoque es futuro, ¿verdad? Nuestro enfoque es futuro. No somos ciudadanos de este mundo. Filipenses 3:20, nuestra ciudadanía no está aquí, está arriba. No estamos ligados a la tierra. No estamos amarrados al sistema. Hemos sido hechos herederos de una herencia inagotable, eterna y ese es nuestro enfoque. Somos una iglesia, y una iglesia es llamada a la gloria. Estamos comprometidos con una herencia eterna. No estamos atorados en el mundo.

Esa es la razón por la que no estamos marchando ahí en la oficina de gobierno. Esa es la razón por la que no predicamos un mensaje puramente político, o un mensaje puramente social. Esa es la razón por la que no trabajamos con agencias humanas. Somos el reino de Dios, abriendo brecha por el poder del Espíritu, en medio del mundo de las tinieblas. Y tenemos una perspectiva de gloria de un reino venidero. Y esa es la razón por la que en Colosenses 3 dice: “Si habéis resucitado con Cristo, poned la mira en las cosas de arriba y no en las cosas de la tierra”, ¿verdad? Digo, esperamos a que Jesús venga, esperamos que Su reino sea edificado, no estamos invirtiendo nuestras vidas y todos nuestros bienes en este mundo pasajero. Yo creo que esa es la razón por la que esta iglesia ha podido enviar a misioneros. Yo creo que esa es la razón por la que hemos podido tener instalaciones hermosas como estas, hemos podido tener ministerios porque la gente ha dado, y la razón por la que han dado es porque no se aferran a esas cosas para desperdiciarlas en el sistema pasajero terrenal.

Puedo acordarme cuando construimos este edificio. El primer domingo cuando vinimos aquí ya estaba pagado -ese domingo mismo. Todo estaba pagado, y me puedo acordar cómo fue pagado. Me acuerdo cuando fui a mi oficina al otro lado del campus, y vi una pequeña bolsa de papel al frente de la puerta, una de esas bolsas de papel del mercado, las grandes, y pensé que alguien había dejado algo de fruta como a veces lo dejaban, y entonces, la levanté y no podía, casi me rompí el brazo. Y no podía levantar la del piso. Abrí la parte de arriba y estaba llena de barras de plata. Tenía una pequeña nota que decía: “Esto es para invertir en la eternidad”.

Y después, poco después, una pareja joven vino a mi oficina que había ahorrado $1,000 dólares para su luna de miel, y dijeron, “hemos decido darle eso al Señor”, y abrió su bolsa y me lo puso todo en mi escritorio. ¿Por qué es que la gente haría eso? Por qué es que un hombre o mujer, o quien fuera que dio todo eso, nunca supe quien dio las barras de plata. ¿Por qué es que una pareja dio sus $1,000 dólares de dinero para la luna de miel? ¿Por qué? Porque ven la eternidad, ¿lo ve? Ven el reino de Dios, y la herencia eterna gloriosa. No están amarrados a la tierra, y una iglesia es una iglesia que es llamada hacia esa herencia. Y esa es la razón por la que la gente en esta iglesia ha sido liberada para invertir en la eternidad y no estar amarrada por el tiempo. Esperamos una ciudad cuyo constructor y arquitecto es Dios. Nuestro mensaje es que Jesús está por venir. Esa es nuestra gran esperanza.

Finalmente, somos los llamados según Su propósito y somos llamados para. Llamados para. ¿Qué quieres decir? Bueno, esta es nuestra proclamación. Dice en el versículo 6: “Para alabanza de la gloria de su gracia”. Dice en el versículo 12: “Para que seáis para alabanza de su gloria”. Dice en el versículo 14: “Para alabanza de su gloria”. Escuche, de manera muy simple, vamos a cerrar. Hemos sido llamados con el propósito de proclamar, ¿y qué es lo que proclamamos? Alabamos Su gloria. La iglesia existe para ser para alabanza de la gloria de la gracia de Dios. El mundo debe ver y decir: “Oh, ve ese grupo de personas. Qué Dios tan lleno de gracia es su Dios”. ¿No debería ser glorificado en nosotros? Esa es nuestra proclamación.

Hay un sentido en el que proclamamos Su gloria a Él. Hay un sentido en el que proclamamos Su gloria a los ángeles santos. Hay un sentido en que proclamamos Su gloria al mundo que nos rodea. Somos para alabanza de Su gloria. El punto es este. El resumen es este: Usted no puede entendernos a menos de que entienda la gloria de Dios, porque únicamente somos Su manifestación. No somos sujetos fáciles de analizar.

Más que nada creo yo, este último punto ha sido el enfoque de mi propio corazón. El tema más grande en la Biblia es la gloria de Dios. Esa es la razón por la que existimos. De hecho, todo tema que Clayton me hace cantar, esa misma canción, es acerca de glorificar a Dios. Y, por un lado, sé que la gente piensa que soy una operación de un caballo, por un lado, eso es lo que mi corazón dice que es lo más importante, que Dios sea glorificado. Ese es el único punto de revisión en mi vida, solo me hago una pregunta conforme vivo el día de hoy, conforme llego a una encrucijada. Una pregunta simple. ¿Glorificará a Dios? Simple punto de revisión, para todo en mi vida, porque debemos ser para alabanza de Su gloria.

Mateo 5:16, nuestro Señor lo dijo en estas palabras: “Así brille vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras y –¿qué? – y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Por 25 años Dios le ha permitido a esta iglesia que sea para alabanza de Su gloria. Hemos sido llamados para la proclamación, y hemos proclamado Su gloria. Dice usted: “¿Qué hay acerca de los siguientes 25, John?” ¿Sabe usted lo que realmente creo? Creo que apenas acabamos de construir la plataforma de despegue. Sigo pensando en eso conforme estaban haciendo que despegara el Columbia. Así es en esta iglesia. Construimos eso, y acabamos de hacer que despegara. El futuro es infinitamente más grande que el pasado. Pero, quiero advertirle aquí de algo. Dios nos ha llamado a existir, y Él así de rápido puede hacer que dejemos de existir. Somos Su iglesia. Él controla nuestro destino, y usted va por las calles de Estados Unidos, y usted ve testimonios callados del hecho de que Dios algunas veces apaga la vela.

Lea Apocalipsis 2 y 3, grandes iglesias, y Dios dijo: “Voy a venir y voy a quitar su candelero”. Puede pasar, y pasará si Grace deja de ser una iglesia, un grupo llamado afuera. Si somos fieles, por la definición de Dios, de los que es una iglesia, seremos para alabanza de Su gloria hasta que Jesús venga. Inclinémonos en oración.

Padre nuestro, ahora congregamos nuestros corazones para reconocer que somos llamados según Tu propósito. Eso es lo que somos. Nada menos, nada más. Que somos llamados desde antes. Ayúdanos, a recordar que somos la iglesia que Cristo edificó. Somos llamados afuera. Debemos tener una congregación redimida. Somos llamados de. Debemos buscar con todo nuestro corazón la santidad sin concesiones. Somos llamados a. Debemos estar comprometidos de manera íntima y personal con el Señor Jesucristo viviente. Somos llamados abajo, debemos tener la disposición a someternos a la autoridad de la Palabra de Dios. Somos llamados con. Debemos continuar haciendo compromisos profundos el uno al otro. Somos llamados hacía. Debemos buscar la eternidad. No el mundo pasajero. Y somos llamados para, debemos ser para alabanza la gloria de Tu gracia. Padre, gracias por 25 años de fidelidad en edificar una iglesia, una iglesia real, Tu iglesia. Mantén la luz ardiendo, que seamos Tu iglesia hasta que Jesús venga. Oramos en Su nombre. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org 
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