Inclinémonos en una palabra de oración.
Padre nuestro, al llegar a Tu Palabra en esta noche, queremos orar porque nuestros corazones estén abiertos y porque el Espíritu de Dios derrame la verdad en nosotros que necesitamos entender. Ayúdanos, Padre para poder tener la perspectiva correcta de todas estas verdades, para poder relacionarlas con nuestras vidas. Para que podamos entender nuestra relación contigo y entre nosotros, y a un mundo perdido. Te damos la alabanza en el nombre de Cristo. Amén.
En esta noche, vamos a hacer lo que es definitivamente un estudio bíblico. Vamos a estar moviéndonos a lo largo del texto bastante rápido, así que saque su Biblia y su cuaderno de notas, prepárelos. Y para comenzar, abra su Biblia en el capítulo 15 de Juan. Y simplemente, déjelo ahí abierto por un momento. Quiero hacer algunos comentarios de introducción y después, entraremos en este pasaje en particular y al texto que queremos estar explicando en esta noche.
Como usted sabe, éste es el comienzo de nuestra conferencia misionera. También es el segundo en una serie acerca del concepto del cuerpo de Cristo. Y para poder ligar estos dos temas en particular, tanto el cuerpo de Cristo como las misiones, en esta noche estamos hablando acerca del tema del testimonio del Cuerpo. Y mediante Cuerpo, no estoy hablando de un cuerpo físico, aunque también es verdad que es su cuerpo físico emite cierta comunicación a través de la manera en la que usted actúa y las cosas que hace con su cuerpo. No estoy hablando de eso. Estoy hablando del Cuerpo de Cristo y el testimonio del Cuerpo de Cristo.
Ahora, le mostramos la semana pasada que la Iglesia es presentada en el Nuevo Testamento como un organismo. Y ese organismo es llamado el cuerpo de Cristo. Cristo es la Cabeza, nosotros somos los miembros de Su Cuerpo. Él disemina Sus pensamientos, Sus impulsos, Su dirección y Su poder y Su vida a través de nosotros; y nosotros operamos. Somos un Cuerpo con Cristo como la Cabeza. Y hablamos de lo que eso significaba la última vez. Como dije esta mañana, si usted no escuchó ese mensaje o no estuvo aquí, asegúrese de escuchar ese mensaje para que pueda entender este concepto tan importante del Nuevo Testamento.
Después, dijimos que Cristo es la Cabeza. El Espíritu Santo es el poder del Cuerpo. Y la gente redimida constituye los miembros del Cuerpo. Ahora, también le mostramos, a partir de 1 Corintios 12, en la última semana, el cual fue nuestro texto, que el Cuerpo tiene tres características clave: unidad, diversidad y armonía. El Cuerpo es uno, sin embargo dentro del Cuerpo de Cristo hay muchos, muchos dones todos ministrándose los unos a nosotros, trayendo una unidad aún mayor; y que no sólo existe esta unidad y esta diversidad, sino que también existe una reciprocidad. Debe haber una armonía entonces entre estos ministerios.
El principio sobre el cual el Cuerpo debe operar, le hemos mostrado, es la humildad. El Cuerpo funciona en base a la humildad. El Cuerpo funciona conforme cada uno piensa en otros en lugar de pensar en sí mismo. El Cuerpo funciona en base a que la gente piensa en otros por encima de sí mismo. El Cuerpo funciona estando todos con el mismo sentir, teniendo la mente de Cristo, la cual es la mente de la humildad, cada uno estimando al otro mejor que a sí mismo.
Entonces, el principio sobre el cual el Cuerpo opera es la humildad. La marca mediante la cual el Cuerpo es distinguido es el amor. El amor es la característica predominante del cuerpo. El servicio del Cuerpo consiste en ministrar dones espirituales. Entonces, el principio del Cuerpo es la humildad. La marca del Cuerpo es el amor, el servicio del Cuerpo de ministrar dones espirituales entre sí. Y mediante dones espirituales nos referimos a aquellos que están enlistados en 1 Corintios 12, Romanos 12 y Efesios, capítulo 4.
Entonces, el propósito para el cual Dios constituyó el Cuerpo, lo hizo existir es para que sea un canal mediante el cual Él pueda cumplir Su voluntad. El propósito del Cuerpo en últimas consiste en ser edificado para que pueda ser un testigo al mundo.
Y entonces, hemos visto el principio de la humildad, la marca, amor, el servicio, ministrar dones espirituales; el propósito es para que podamos ser edificados para dar testimonio, para que podamos ser fuertes conforme uno comunica a Cristo.
Ahora, desde el principio de la comunicación de Dios al hombre, Él se ha esforzado por manifestar Su imagen en el hombre. Cuando Él envió a Jesucristo al mundo, Él plantó Su propia persona en un cuerpo, ¿no es cierto? Y la imagen de Dios es estaba en Jesucristo, Él era la imagen de Dios, dice Hebreos 1. Entonces, en un cuerpo humano, Dios se manifestó a sí mismo. Pero ese cuerpo se levantó de los muertos y ascendió al cielo. Y ese cuerpo ahora ya no es visible en la tierra. Ya no podemos ver el cuerpo que manifiesta a Dios.
Ahora escuche esto, Cristo envió a Su Espíritu Santo para producir otro cuerpo, para hacer que existiera un nuevo cuerpo. Y el cuerpo de Cristo esta vez no es un cuerpo físico, sino que esta vez muchos cuerpos físicos constituyendo Su cuerpo, la Iglesia. Y en la Iglesia Cristo continúa morando a través del Espíritu que mora en cada miembro. Entonces, Cristo es el Cuerpo en la Iglesia, manifestando Su gloria y todos Sus atributos así como lo hizo Su Cuerpo humano cuando Él estuvo aquí durante 33 años.
Cuando el cuerpo literal de Cristo estuvo aquí, Él manifestó amor, santidad, sabiduría, poder y la gloria de Dios. Y en Su nuevo Cuerpo, la Iglesia y a través de este nuevo cuerpo, Él quiere manifestar las mismas cosas idénticas: amor, santidad, sabiduría, poder y la gloria de Dios. Somos el cuerpo de Cristo. Como uno, debemos manifestar a Cristo.
Ahora, Dios quiere que Su cuerpo terrenal llamado la Iglesia, es como Pablo dice en Efesios 4, Él quiere que todos los miembros del Cuerpo, usted y yo que conocemos a Cristo, todos nosotros que somos partes del Cuerpo, que todos nosotros los lleguemos a la unidad de la fe del conocimiento del Hijo de Dios bajo la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. De hecho, ahora, escuche esto, debemos volvernos un cuerpo con Cristo. Somos la nueva manifestación de Jesucristo conforme El mora en nosotros por Su Espíritu.
Él entonces ha diseñado manifestar a través de Su cuerpo, la Iglesia, Su sabiduría perfecta y Su gloria. Y como puede ver, ésa es la razón por la que Romanos 8 nos dice en los versículos 28 y 29 que Él nos ha predestinado para ser conformados a la imagen de Su Hijo. Y esto es un milagro. ¡Imagine la naturaleza milagrosa de algo así! Que Cristo pueda tomar estos cuerpos humanos, sujetos a pecado y muerte; estos cuerpos frágiles, físicos; y pueda hacerlos Su templo y literalmente morando en ellos, plantando en ellos Su gloria - para que ellos puedan manifestarlo al mundo. ¡Qué tremendo milagro! Que yo, como un individuo, pueda manifestar a Jesucristo a este mundo; y que usted y yo juntos como un cuerpo, el Cuerpo de Cristo, también somos llamados a manifestar a Cristo. ¡Qué demostración del poder y el amor de Dios!
Ahora, aquí está la clave. Entienda esto: es a través de este Cuerpo, la Iglesia, esta unidad colectiva de todos los que creen, es a través de este Cuerpo que Cristo quiere manifestar el poder poderoso, victorioso de Su persona. ¿Lo ve? Como cuerpo de Cristo debemos manifestarlo al mundo. Ese es el punto de nuestra existencia como Cuerpo.
Esto, entonces, escúchelo, es un Cuerpo para testimonio. Somos llamados juntos para que maduremos y seamos edificados, que seamos enseñados y edificados, para que podamos ser un testimonio al mundo. La razón para nuestra unidad es que el mundo pueda creer que Jesús vino de Dios. La razón para nuestra unidad es testimonio. Somos un Cuerpo para dar testimonio. Y entonces, cuando hablamos del testimonio del Cuerpo, estamos llegando a la médula.
Ahora, dentro del Cuerpo, vimos que hay dones diversos para la edificación del Cuerpo y para su madurez. Pero mientras que hay diversidad en el Cuerpo, conforme se ministra a sí mismo, con todos estos dones, mientras que hay diversidad en el Cuerpo y el ministerio, entre más diversidad y más dones diversos operen, más obvia se vuelve la unidad al mundo. Entre más ministramos el uno al otro con nuestros diferentes dones, más nos volvemos uno y más el mundo puede ver nuestra unidad. Y cuando el mundo vea nuestra unidad, sabrán que Cristo vino de Dios. Eso es lo que Jesús dijo. Somos un Cuerpo para dar testimonio.
Ahora escuche estas dos cosas, y éstas son las dos cosas que estaremos repitiendo en esta noche. Número uno, nosotros damos testimonio como miembros individuales del Cuerpo. Número dos, debemos ser testimonio como un Cuerpo total.
Ningún miembro puede justificarse de no ser un testigo, ¿sabía eso usted? He oído que personas dicen que bueno, que no creen que Dios la haya llamado para ser un testigo. A dar testimonio. No, no es así. Cada uno de nosotros es un testigo. Cada miembro individual del Cuerpo es un miembro para testimonio. Hechos 1:8: “recibiréis poder”, dijo Jesús, “después de que el Espíritu Santo haya venido sobre ustedes y Me serán testigos.” No hay opción ahí en absoluto.
El apóstol Pablo, de manera tan cuidadosa, señala esto en 2 Corintios 5:17. Escuche: “así que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron. He aquí, todas son hechas nuevas y todo esto proviene de Dios quien nos reconcilió consigo mismo y nos ha dado el ministerio de la reconciliación.” No hay nadie que se justifique de eso, cualquier persona que ha sido reconciliada tiene el ministerio de comunicar reconciliación a otros. Que Dios, en Cristo, estaba reconciliando al mundo consigo mismo.
Versículo 20: “ahora entonces somos embajadores de Cristo”, como si Dios estuviera rogando mediante nosotros, “os rogamos en nombre de Cristo reconciliaos con Dios.” Todo creyente que ha nacido de nuevo, toda persona que ha sido reconciliada, ha recibido el ministerio de la reconciliación. Ningún creyente está disculpado de ser un testigo. Todo cristiano es un testigo de Cristo, para traer a otros a Cristo. Nadie está exento de esto. Somos un Cuerpo para ser edificado, para que podamos ser un cuerpo para dar testimonio. Nosotros somos miembros individuales que deben ser edificados para que podamos ser miembros individuales que den un testimonio eficaz.
Como puede ver usted, la meta en últimas del Cuerpo es testimonio. Testimonio. ¿Por qué queremos ser uno? Para que el mundo pueda saber que Dios envió a Cristo. Ésa es la razón. No para que nosotros podamos decir “somos uno, somos uno”. En absoluto. Ésa es nuestra misión. Sea aquí o en África, en el campo misionero o sea aquí en la parte del sur de California, somos miembros individuales para dar testimonio y somos un Cuerpo para dar testimonio.
Ahora, en esta noche vamos a ver lo que el Nuevo Testamento enseña acerca de la naturaleza de nuestro testimonio como miembros y como un grupo total. Y el texto es Juan 15:26. Y quiero que lo vea. Juan 15:26 y 27. Comenzando en el versículo 26: “Pero cuando venga el Consolador, a quien Yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, Él dará testimonio acerca de Mí. Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.”
Ahora, en esos dos versículos, conforme los dividimos, descubriremos un concepto entero de testimonio. El marco entero de testimonio desde Dios a usted y todo paso en medio de estos puntos está cubierto en estos dos versículos; versículos profundos.
Ahora, la palabra testimonio es una palabra muy interesante. Es utilizada aquí en el versículo 27. Testimonio es un término legal. Nos lleva a una corte legal. Vemos a un juez ahí en la banca y vemos a un prisionero que está siendo juzgado. Oímos el caso siendo presentado por los abogados; primero están los que procesan y después, la defensa. Y ambos llaman a testigos para sustanciar su caso. Y nosotros, como miembros individuales del Cuerpo somos testigos individuales en un juicio. Usted pregunta ¿quién está siendo juzgado? Jesucristo está siendo juzgado. ¿Quién es el juez? El mundo es el juez. ¿Quién es el abogado defensor? El Espíritu Santo. ¿Quién es el fiscal? Satanás con sus mentiras y acusaciones. Ahora, veremos todo esto en un momento.
Hemos dicho que tenemos dos modos de dar testimonio: como miembros individuales y como cuerpo total. Primero, consideremos nuestro testimonio como miembros individuales. Somos testimonios individuales separados, en una situación en la cual Cristo está siendo juzgado. Jesucristo está siendo juzgado delante del mundo en la actualidad, no el Sanedrín, no Pilato, no Herodes Antipas, sino el mundo. Él está siendo probado en la barra de la opinión del mundo. Y el mundo impío es el juez. Y el mundo está juzgando constantemente a Cristo en base a los testigos. Ellos juzgan diciendo que es una farsa, algunos juzgan que es bueno para muchos, otros lo juzgan como un maestro, otros lo juzgan como un mentiroso, etcétera. Pero el mundo está juzgando a Jesucristo en base al efecto de los testigos y ¿ve a partir de eso lo absolutamente estratégico que su testimonio es? Porque si su testimonio derriba las declaraciones de Jesucristo, por el tipo de vida que usted lleva, más vale que usted se salga de la corte. Usted sólo confunde el asunto. El diablo es el abogado acusador que acusa a Cristo y a los testigos con mentiras y falsas acusaciones.
Ahora, observe qué dice en el versículo 26 cuando venga el Consolador; la palabra Consolador es paracleto. Llegó a significar “el consejo para la defensa”. Es uno llamado al lado para ayudar. Se refiere al Espíritu Santo, quien es el consejero para defender -Él está defendiendo a Cristo y está llamándolo a usted y a mí como miembros individuales del Cuerpo para dar testimonio y confirmar el testimonio de Cristo. Lo que es triste es que gran parte de nuestro testimonio en la actualidad no confirma el testimonio de Cristo. Algunos testigos cristianos dañan más de lo que si no fueran cristianos. Usted sabe eso. Otros tienen un testimonio eficaz por todo el mundo defendiéndolo a Él y presentando a Cristo. Y substanciando sus declaraciones mediante sus vidas.
Y entonces, somos testigos como miembros individuales. No escogemos ser testigos, solamente escogemos si vamos a ayudar a Cristo o si vamos a dañar Su causa. Eso es todo. Usted es un testigo. Escuche. Usted es un testigo. La única cuestión es si usted va a ser uno bueno o uno malo.
Después, la segunda manera en la que podemos ser testigos es como un Cuerpo. Podemos dar testimonio a este mundo si somos uno, ¿no es cierto? ¿Podría imaginarse el impacto devastador que una Iglesia unida podría tener en este mundo? Y no quiero decir una Iglesia ecuménica en donde todo el mundo se olvida de la doctrina y se abraza el uno al otro y marcha para ayudar a los pobres. Ahora, yo creo en ayudar a los pobres. Jesús dijo que ‘si ven alguien tener necesidad y no le ayudan, eso es pecado’. Queremos ayudar a los pobres. Pero no nos unimos en una lucha por los derechos sociales. Pero el Cuerpo de Cristo necesita ser uno; y no lo somos.
En la actualidad, el testimonio del Cuerpo como uno es patético. Somos un testimonio corintio, ¿sabía eso? Nuestro testimonio es división, carnalidad y confusión así como los corintios. Y el mundo está emitiendo su veredicto acerca de la fortaleza de estos dos testigos; usted y yo como los miembros individuales del Cuerpo y el Cuerpo como un todo.
Ahora, quiero extender estas dos cosas en esta noche. Y verá cómo se expanden conforme vea los versículos 26 y 27. Y en estos versículos, yo quiero que vea la naturaleza de un testigo eficaz. La naturaleza de un testigo eficaz - esa es la propuesta - la naturaleza de un testigo eficaz; y después, quiero darles seis puntos y quiero que los tenga. La naturaleza del testimonio eficaz. Aquí viene. No tiene que escribirlos todos, vamos a verlos uno a la vez. Pero escuche simplemente.
El testimonio eficaz tiene ciertas características. Y todas ellas fundadas en estos dos versículos. Aquí vienen. El testimonio cristiano es al mundo. El testimonio cristiano es del Hijo. El testimonio cristiano es por el Padre, el testimonio cristiano es a través del Espíritu Santo y el testimonio cristiano es en el miembro individualmente y el testimonio cristiano es en el Cuerpo en total. Ahora, vamos a dividirlos.
La primera característica del testimonio cristiano verdadero, poderoso, potente es esta: el testimonio cristiano es al mundo. ¿Escuchó eso? El mundo es el objetivo del nuestro testimonio. Versículo 26: “Pero cuando venga el Consolador, a quien Yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, Él dará testimonio acerca de Mí.”
Ahora, usted sabe, aquí no da objeto. No dice a quién. El Espíritu o estos discípulos en particular o creyentes van a comunicarse con Él, no da ningún objeto. Pero es obvio que la referencia es al mundo. Es obvio, porque de eso ha estado hablando desde el versículo 18 de este capítulo. Él ha estado hablando acerca del mundo antagonista, que odia, que menosprecia a Cristo. Ellos son el objeto de nuestro testimonio. Y realmente, nunca entenderemos, ahora escuche esto, realmente nunca entenderemos la naturaleza de nuestro testimonio como cuerpo o como miembros individuales hasta que entendamos lo que el mundo es. Porque el mundo es nuestro objetivo.
Como puede ver, es ante el mundo que Jesús está siendo juzgado. Ahora, los escritos de Juan explican claramente lo que es el mundo. El príncipe de la potestad del mundo es el diablo, Juan 12. El mundo entero está bajo su poder, Primera de Juan 2:17. El mundo está en el proceso, ahora Primera de Juan 2:17, es la idea de que el mundo está pasando. El mundo pasa. Entonces, el mundo está bajo el poder de Satanás, es controlado por Satanás, está pasando, pero mientras que dura, es el antagonista absoluto de la Iglesia. Odia a la Iglesia y su odio es profundo y amargo. Entonces, las palabras en nuestro texto, versículo 26 y 27, esos dos versículos, esos versículos en nuestro texto están incrustados - ahora escuche esto - están incrustados en un contexto de hostilidad y el odio del mundo.
Para mostrarle esto, observe el versículo 18: “Si el mundo os aborrece, sabed que a Mí me ha aborrecido antes que a vosotros.” Versículo 19: “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes Yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.” Versículo 21: “Mas todo esto os harán por causa de Mi Nombre, porque no conocen al que me ha enviado.” Versículo 24: “Si Yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a Mí y a Mi Padre.” Versículo 25: “Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa Me aborrecieron.” Versículo 1 del capítulo 16: “Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. Y harán esto porque no conocen al Padre ni a Mí.”
Todo este pasaje es acerca del odio del mundo e incrustado en el medio de esto están los versículos 26 y 27, los cuales nos dicen claramente que nuestro testimonio y el dar testimonio es al mundo. El mundo odia, el mundo mata. Es el antagonismo del mundo. Pero Jesús va a mostrar que debemos dar testimonio al mundo; y la clave es el versículo 26, la primera palabra: “pero.” Aun cuando el mundo odia, aun cuando el mundo mata. Pero cuando venga el Consolador, entonces darán testimonio a ese mundo.
Nuestro testimonio, amigos, es al mundo. No es un testimonio en donde usted se sienta con otros creyentes y habla de Jesucristo. Ese no es necesariamente un testimonio. Un mundo hostil, diabólico, que odia a Cristo es el objeto de nuestro testimonio.
Usted preguntará cómo es que un miembro del Cuerpo va a reaccionar cuando enfrente a la oposición del mundo. Digo, si lo expulsan, si lo maldicen, ¿qué se supone que debe hacer, responder en enojo? No. Bueno, ¿qué debe hacer?, ¿lamerse las heridas en autocompasión? No. ¿Debe usted retraerse y meterse en un estudio bíblico? No. Debe dar testimonio de manera valiente ante el mundo sin importar cuál sea el costo. Y tener por sumo gozo sufrir por Jesucristo. El testimonio cristiano, amigos, es al mundo. Es ahí donde debemos dar testimonio. Y si usted no está dando testimonio al mundo, usted no ha entendido el punto.
En segundo lugar, el testimonio cristiano no sólo es al mundo, es del Hijo. ¿Escuchó eso?. Tan bueno. Versículo 26: “Pero cuando venga el Consolador, a quien Yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, Él dará testimonio acerca de Mí.” Versículo 27: “Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.” El testimonio es acerca del Hijo. El testimonio está enfocado en Jesucristo. Él es la causa. Es Jesucristo quien está siendo juzgado y nuestro testimonio debe ser acerca de Él. Como puede ver, a lo largo del Evangelio, cada vez que hay predicación, siempre es Jesucristo quien es central. Juan ilustra esto acerca de su testimonio siendo de Cristo en Apocalipsis. Capítulo 1, versículo 2, Juan dice: “quien dio testimonio de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo.” El testimonio de Juan fue Cristo.
Allí en el capítulo 12, usted lee, creo que es en el capítulo 12, versículo 17, él reitera lo mismo. “Sí, y el dragón estaba enojado con la mujer y fue a hacer guerra con el remanente de su simiente que guardaba los mandamientos de Dios y que tenía el testimonio de Jesucristo.” Cualquier tipo de testimonio, cualquier tipo de testimonio siempre está asociado de manera directa con Jesucristo.
De hecho, Juan inclusive dice eso del capítulo 19, creo que es el 10 de Apocalipsis, que aun el Antiguo Testamento dio testimonio de Cristo porque él dice: “el espíritu de la profecía es el testimonio de Jesús.” El testimonio de Cristo inclusive es medular en el Antiguo Testamento mediante profecía. ¿Acaso no profetizaron Cristo? Todo testimonio verdadero es acerca de Jesucristo. Los apóstoles no dudaron eso. Jesús les dijo antes y después de Su muerte y resurrección que debían testificar de Él y Hechos 1:8 dice “y me seréis testigos.” Testigos de Mí. Y ellos obedecieron y sus sermones en la primera Iglesia siempre fueron acerca de Jesucristo.
Usted dirá ‘bueno, ya sabemos eso’. Bueno, hay mucha gente que no parece saber eso. Ellos hablan y predican acerca de muchas cosas y después, no incluyen aquello de lo que debe ser el testimonio entero. En Hechos 10, me encanta esta porción. Él habla, y éste es Pedro predicándole a Cornelio: “como Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y con poder y Él estuvo haciendo bien y sanando a todos los que estaban oprimidos del diablo porque Dios estaba con Él” y escuche esto “y todos somos testigos de todas las cosas que Él hizo, tanto en la tierra de los judíos en Jerusalén, quienes lo mataron y lo colgaron en un árbol, en un madero. Y Dios lo resucitó en el tercer día y lo mostró abiertamente.” Y continúa y sus sermones fueron siempre acerca de Jesús.
Versículo 43, escuche lo que dice: “de Él dan testimonio todos los profetas.” ¿Escuchó eso? Todos los profetas dan testimonio de Cristo. Nuestro testimonio debe ser del Hijo. Es sorprendente cuánto del supuesto testimonio actual en el mundo misionero no tiene nada que ver con Jesucristo. Tanto de lo que se lleva a cabo, esté hablando de religión, hablando de la Iglesia o vagamente habla de Dios y decimos ‘oh, le di testimonio a mi amigo’. ‘No, ¿qué le dijiste?’ ‘Bueno, en cierta manera le dije que voy al Iglesia.’ Usted no dio testimonio a su amigo. Eso no es testimonio. Un testimonio es el testimonio de Jesucristo.
¿Sabe algo? Con frecuencia, nuestro testimonio es una autobiografía. ¿Ha analizado alguna vez el suyo? Nunca llegamos a Cristo, simplemente damos una autobiografía. Les damos todo nuestro testimonio y no saben nada más acerca de Jesús que cuando comenzamos, excepto que algo nos pasó. El testimonio no es una discusión de la Iglesia, amigos. El testimonio no es una discusión acerca de la religión y el testimonio no es una discusión simplemente acerca de usted. El dar testimonio es un testimonio acerca de ¿quién? Jesucristo. Eso es dar testimonio. No deje que su conciencia lo deje escapar con nada menos que eso. Entonces, ser testigos al mundo y del Hijo, siempre del Hijo al mundo. Eso es testimonio.
Tercera cosa. El testimonio cristiano también es por el Padre. Esto es hermoso, por el Padre. Versículo 26: “pero cuando venga el Consolador a quien Yo os enviaré del Padre.” Esto es hermoso. Jesucristo está enviando al Espíritu, Él realmente está enviando el testimonio de Dios a este mundo. Porque el Espíritu procede del Padre y dio testimonio del Padre al mundo. Permítame mostrarle cómo funciona esto. Esto es simplemente tremendo.
¿Sabe quién es el testigo más grande de Cristo? El Padre. El Padre es el testigo primordial. Fue la preocupación primordial suprema del Padre el dar honor y gloria al Hijo - eso es lo que Él quería hacer. En Juan, particularmente en el capítulo 8, versículo 54: “Jesús respondió: si Yo me honró a Mí, Mi honra no es nada.” Escuche esto. “Es Mi Padre el que me honra a Mí.” Y de regreso en el capítulo 5, algunos versículos tremendos, versículo 31: “si doy testimonio de Mí, Mi testimonio no es verdadero.” Versículo 32: “pero hay otro que da testimonio de Mí y sé que el testimonio que Él ha dado de Mí es verdadero.” Versículo 36: “Yo tengo mayor testimonio que el de Juan porque las obras que el Padre me ha dado que termine, las mismas obras que Yo hago, dan testimonio de Mí, de que el Padre me ha enviado.” Versículo 37: “y el Padre mismo que Me ha enviado la testimonio de Mí.”
En otras palabras, Jesús dice que ‘el Padre es Mi testigo primordial’. Él es el que está preocupado primordialmente con comunicar quién Yo soy. Y Yo meramente les estoy enviando al Espíritu que procede del Padre para llevar a cabo el testimonio del Padre y plantarlo dentro de ustedes, ¿se dan cuenta? Usted dirá ‘bueno, ¿cómo es que el Padre dio testimonio del Hijo? Digo, personalmente.’ Eso es fácil. Sabe ¿cómo es que el Padre dio testimonio del Hijo? En primer lugar, observe el Antiguo Testamento. Observe el versículo 39 de Juan 5, escúchelo: “escudriñad las Escrituras”, Jesús le dijo a estos judíos, “porque en ellas pensáis que tenían la vida eterna y ellas son las que dan testimonio de Mí.” Mi Padre dio testimonio de Mí en el Antiguo Testamento; todo es acerca de Mí. Y de hecho, el Antiguo Testamento trata acerca de Jesucristo.
En Lucas, una gran porción ahí en el 24:27, Jesús les dice a los discípulos en el camino a Emaús: “y comenzando con Moisés y todos los profetas les declaraba en todas las Escrituras las cosas que de Él decían.” El Antiguo Testamento fue el testimonio del Padre acerca del Hijo, ¿no es cierto?
La segunda manera en la que Dios dio testimonio acerca de Su Hijo, segunda, en una manera hermosa, hermosa - Y eso está en Juan capítulo 10, versículo 25 - “Jesús le respondió “les he dicho y no creen. Las obras que Yo hago en el nombre de Mi Padre, éstas dan testimonio de mí.”” ¿Sabe que el Padre también dio testimonio del Hijo al capacitar al Hijo para que hiciera obras poderosas?, ¿sabía eso? ¿Sabe que las obras que Jesús hizo fueron el testimonio del Padre de que Él era quien decía ser?
Capítulo 14 de Juan, versículo 10: “no creen que Yo estoy en el Padre y el Padre en Mí, las palabras que Yo les hablo no las hablo de mí mismo sino que el Padre que mora en Mí, Él hace las obras.” ¿Sabe usted que las obras mismas que Cristo hizo fueron de hecho las obras del Padre certificando Su declaración de que Él era Dios? Usted pregunta cómo el Padre dio testimonio del Hijo. Número uno, en el Antiguo Testamento; número dos, en las obras y palabras de Jesús. Dios lo capacitó para que hiciera esas cosas.
Hay una tercera manera en la que el Padre dio testimonio del Hijo y eso fue mediante testimonio verbal directo. En el bautismo, Él dijo “Éste es Mi Hijo amado”. Y así, el Padre dio testimonio del Hijo. Todo el verdadero testimonio cristiano es al mundo del Hijo, originándose en el Padre.
Entonces, las obras poderosas de Jesucristo señales mediante las cuales Él manifestó Su gloria fueron realmente las obras del Padre operando dentro del Hijo. Y entonces, el Padre es la fuente de todo el testimonio acerca de Cristo. ¿Y no es tremendo que el testimonio ha sido registrado para nosotros en las Escrituras? El Antiguo Testamento está aquí, ¿no es cierto? Todas las obras que Jesús hizo están aquí. Las palabras que Él habló están aquí. La declaración del Padre en Su bautismo está aquí. Todo el testimonio del Padre está aquí, ¿no es cierto?
¿Quiere saber algo? Su testimonio y mi testimonio no debe ser nada y no podría ser nada mayor que un eco del testimonio del Padre. Usted se pregunta cómo sé cuál fue Su testimonio. Usted lo estudia aquí. Y después, hace un eco de él. Esa es la razón por la que estamos pasando tanto tiempo en el Evangelio de Juan, para que usted conozca el testimonio del Padre y haga un eco del mismo al mundo. Entonces, como miembros y como cuerpo debemos apoyar el testimonio del Padre, ¿no es cierto? El testimonio cristiano entonces es al mundo, del Hijo, por el Padre.
En cuarto lugar, y estamos avanzando rápidamente. El testimonio cristiano es a través del Espíritu. El versículo 26 de Juan 15: “Pero cuando venga el Consolador, a quien Yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, Él dará testimonio acerca de Mí.” De hecho, es el testimonio del Padre que viene a través del Espíritu, ¿lo ve? En otras palabras, el Espíritu de hecho operó en Cristo para testificar. Esta es la razón por la que cuando condenaron a Cristo y dijeron que Él hacía lo que hacía por el poder de Satanás, Él dijo ‘ustedes blasfeman al Espíritu Santo, porque es Él que está operando a través de Mí.’ Y entonces, un testimonio cristiano es al mundo del Hijo por el Padre, viniendo a través del Espíritu Santo, quien capacitó a Cristo y quien, amigo mío, mora en nosotros y capacita nuestro testimonio, ¿no es cierto? ¿Puede haber un testimonio de Cristo fuera del Espíritu Santo? No. Todo el verdadero testimonio es a través del Espíritu.
Ahora, estamos acercándonos a la clave práctica que va a abrir la puerta que nos va a liberar para ser testigos eficaces. Así que manténganse conmigo. Jesús, de manera simple declara que el testimonio del Padre de Jesús viene a través del Espíritu Santo. Sea cual sea el testimonio que Dios tiene en el mundo, amigos míos, lo tiene a través del Espíritu Santo. ¿Escuchó esto?
Observe cómo el Espíritu Santo tiene dos nombres Consolador, versículo 26, paracleto literalmente significa alguien que viene al lado para confortar o dar consejo. Llegó a significar un abogado. Y es traducido abogado en referencia a Jesucristo, quien es nuestro abogado; la misma palabra. Consejero para la defensa. El Espíritu Santo es el abogado defensor de Cristo. El mundo lo está juzgando, el Espíritu Santo lo está defendiendo. Y el Espíritu Santo lo llama a usted y a mí a la corte a testificar.
Él también es llamado, observe a la mitad del versículo 26, el Espíritu de verdad. Y eso nos dice el tipo de testimonio que Él da, Él siempre dice la verdad, no puede mentir. Él no puede ser un testigo falso, Él siempre es verdadero. Entonces, el Espíritu es el testigo. Él es el testigo en la actualidad en nosotros glorificando a Cristo a través de nosotros.
Ahora, ahí vemos la base del testimonio. Es al mundo, del cuerpo, por el Padre, a través del Espíritu. Usted no puede testificar fuera del Espíritu. Cristo no podría operar fuera del Espíritu, ¿o sí? El Espíritu operó a través de Él y esa es la manera en la que Él lo dijo y ése es el modo en el que el Padre lo diseñó.
Y él dijo bueno, ¿en dónde entramos? Digo, se está llevando a cabo todo este testimonio y nosotros ni siquiera estamos ahí. Al mundo del hijo por el padre a través del Espíritu. ¿Dónde estamos? Aquí entramos. ¿Está listo? Nosotros. El testimonio cristiano está en los miembros. En los miembros. Individualmente. Versículo 27: “y vosotros daréis testimonio también,” una referencia especial a los discípulos que estaban ahí, pero también incluyéndonos a nosotros. “Vosotros daréis testimonio también” miembros individuales.
Entonces, ¿cómo funciona esto? Escuche. ¿En dónde mora el Espíritu en la actualidad? En dónde mora? En nosotros. Nosotros somos el vehículo llevando el testimonio que procede del Padre por el Espíritu y a partir de nosotros. O a través de nosotros. ¿Sabía que el Espíritu Santo no tiene una voz física? Claro que lo sabía. El Espíritu Santo no tiene una plataforma para dar testimonio a menos de que sea a través de nosotros. En los miembros individuales del cuerpo en el cual Él mora, el testigo es residente.
Juan 14:17, Jesús dice que va a enviar el Espíritu Santo y Él dice esto, escuche: “está con vosotros y estará en vosotros.” Primera de Corintios 6:19 y 20, Pablo dice ¿qué? “¿O no sabéis que vuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo?” Él vive en usted, dentro de usted, ahí es donde está el testimonio. Allí en su cuerpo. Como miembros individuales, todo creyente posee el Espíritu Santo, Romanos 8:9: “y si alguno no tiene al Espíritu de Cristo, no es de Él.” Todo creyente tiene al Espíritu Santo, el testigo residente. Y le voy a decir algo, si el Espíritu Santo va a hablar, escuche, va a ser a través de usted y a través de mí, porque ahí es donde el mora.
Me encanta Hechos 4:31: “y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban la palabra con denuedo.” ¿Se da cuenta? El Espíritu de Dios morando nosotros, Hechos 4:31, poder para testificar. Entonces, nosotros como miembros del cuerpo somos testigos individuales, capacitados individualmente por un residente individual, el Espíritu Santo. En eso consisten, amigos míos, las misiones. Eso son las misiones. Somos nosotros llevando el testimonio del Padre, traído a nosotros a través del Espíritu y comunicándolo al mundo. En eso consisten las misiones.
Hay algo más que nos califica. No sólo estamos calificados para ser testigos debido al Espíritu Santo residente, sino que estamos calificados debido a que hemos experimentado a Jesucristo de primera mano, ¿no es cierto? Usted no puede ser un testigo si no lo ha experimentado. Para ser un testigo en una corte, tiene que estar ahí.
Ahora, sólo puedo pensar en una ocasión en mi vida cuando fui testigo en una corte y nunca olvidaré lo que sucedió. Estaba en de oficina, la Iglesia en donde mi papá había sido pastor; y una secretaria entró corriendo y dijo que había una pelea en el estacionamiento. Y ella me preguntó si me gustaría verla. Y entonces, salí por la puerta y realmente había una pelea. Un hombre estaba en el piso y dos personas muy grandes estaban pateándolo de manera furiosa. Bueno, había unas 15 o 17 personas, un grupo, parados simplemente mirando. Y yo estaba ahí en toda mi pompa ministerial y me di cuenta que habiendo salido de la puerta, tenía que hacer algo. No solamente podía pararme ahí. Y entonces, decidí tomar esto en mis propias manos. Entonces, simplemente saqué el pecho, bueno, usted sabe cómo es, y grité en el estacionamiento: “deténganse”. Y no se detuvieron.
Y entonces pensé bueno, probablemente un viento cruzado, no me escucharon. De lo contrario, habrían hecho algo. Pero bueno, empecé a caminar a lo largo del estacionamiento. Y llegué y continúe diciendo “déjenlo, suéltenlo”. Y llegué a oír algo. Y este hombre dijo “mátalo, mátalo, mátalo.” Y lo vi, no pude reconocer su cara porque estaba todo lleno de sangre y le habían pateado la cara y había roto todas sus costillas. Y ellos nunca lo habían visto a él en su vida. Iban por la calle, drogados, y simplemente querían pegarle a alguien. Salieron del automóvil, lo atacaron y él se defendió. Y ahora se habían vuelto tan insensibles, estaban drogados, y lo querían matar.
Entonces, salí de ahí y pensé ‘esta no es una pelea, este es un asesinato’. Y yo estoy diciendo aquí que lo dejen. Y uno realmente no sabe qué hacer en una situación así, la mente está confusa. Yo estaba ahí parado y ellos eran muy grandes y a medida que yo me acercaba, más grandes ellos se veían. Uno de ellos medía más de 1.90 m y el otro lo mismo, hombres muy grandes, que jugaban rugby de manera profesional y eran personas realmente despreciables. Realmente despreciables. Pero bueno, yo estaba ahí de pie y realmente no sabía cómo manejar la situación. Entonces les dije que lo dejaran; y no lo hicieron.
Finalmente, le grité a este hombre y no sabía qué más hacer. Había un tercer hombre en el auto que estaba esperando. Y éste era el hombre más grande, que salió tras de mí y vino hacia mí. Inmediatamente, di un paso hacia atrás. Siempre he dicho que pelearé con alguien que es más pequeño que yo, que haya tenido una enfermedad recientemente; pero éste empezó a ir tras de mí y yo no sabía qué hacer. No sabía si tenía una pistola o un cuchillo o qué. Y entonces, por reflejo comencé a retroceder. Y regresé a la puerta de la Iglesia. Y el otro hombre simplemente estaba ahí sobre el cuerpo. Y en ese punto, salió mi padre, con mucha dignidad y no sabía qué sucedía, pero nunca olvidaré lo que hizo: él midió a este hombre y le dijo: “¿qué sucede aquí? ¿No sabe usted, yo soy el pastor?”
Realmente no sé qué tipo de reacción él esperaba, pero sé qué tipo de reacción obtuvo: el hombre le pegó. Mientras tanto, yo me volví y llamé a la secretaria para que llamara a la policía. Y ella corrió y llamó a la policía. Y él realmente le pegó a mi papá y le dio fuerte y lo empujó; y después, volteó a la izquierda y me pegó a mí, y yo lo evité en cierta manera, vi que venía. Ustedes saben, usted puede recibir mucho ahí, pero cuando alguien le pega a su papá, eso realmente molesta. Entonces, cuando él le pegó a mi papá, yo dije “hasta aquí. La policía viene.”
Bueno, después de un largo período de tiempo, este hombre siguió amenazándome con su puño y me di cuenta más tarde que tenía unos antecedentes penales - bueno, ahora de hecho, está muerto. Lo mataron en una pelea en un bar poco después de que salió de la cárcel luego de un año por lo que hizo ese día. Pero de cualquier manera, finalmente entendí el mensaje. Le habían pegado en la cabeza al hombre en la pared de la Iglesia. Tuvimos que volver a pintar. Había sangre por todos lados. Le habían pegado muy fuerte y sobrevivió. Pero nunca olvidaré, tuve que ir a la corte como testigo. Y me preguntaron si quería ser testigo y dije que claro. Me dijeron que habían amenazado la vida de los otros testigos. Estos hombres habían estado en esto varias veces. Y ellos tenían la reputación de golpear a las personas y habían amenazado a los otros testigos y me amenazaron a mí. Pero dije bueno, no soy un héroe, obviamente, pero sentí seguridad del Señor en esto y sabía que yo podía correr más rápido que cualquiera de los dos de cualquier modo. Y entonces dije que sí, que iría y sería un testigo.
Y fui a la corte y me preguntaron tres cosas: ¿qué viste?, ¿qué oíste?, ¿qué sentiste? Eso es básicamente lo que un testigo hace. Un testigo es alguien que experimentó eso. Lo oí, lo vi y lo sentí. Estuve ahí. Eso es un testigo. Y sabe lo que dice Juan en Primera de Juan 1:1: “lo que hemos visto con nuestros ojos, oído con nuestros oídos y nuestras manos palparon, acerca del Verbo de vida, esto os declaramos.” Eso hace un testigo.
Para ser un testigo, usted no tiene que ver y decir ‘bueno, no puedo ser un testigo, porque no puedo dar una gran disertación de la doctrina, y no sé cómo explicar esto y aquello.’ Usted no necesita preocuparse por eso. Lo único que necesita hacer es decir ‘he conocido a Jesucristo’ y usted es un testigo. Usted tiene los requisitos. Está calificado.
Esta es una larga manera de decir que un testigo no sólo es morado por el Espíritu Santo, sino que tiene una experiencia de primera mano. De hecho, es su experiencia de primera mano con Cristo, lo que resulta en ser morado por el Espíritu Santo, ¿no es cierto?
Y entonces, el testimonio del miembro del cuerpo presupone una experiencia de primera mano con Cristo y de esta manera, el Espíritu que mora en nosotros nos capacita para dar testimonio. Y nuestra tarea, amigos, no es dar un discurso acerca de Jesús con un detalle filosófico, es decir ‘yo quiero compartir al Cristo que he visto y he odido y tocado con mi vida.’ Ahora, este tipo de testimonio cuidadoso debe ser más preciado para usted que su propia vida. Lo fue para muchos. La palabra martureo, la cual es la palabra para testigo, a lo largo de los años llegó a significar mártir. Porque tantas veces cuando la gente estaba de pie siendo fiel a Cristo, les costó su vida. Fue más preciado para ellos su testimonio que su propia vida.
Que Dios nos dé más y más hombres y mujeres y más misioneros y más maestros y predicadores y laicos con el calibre de vida que darán testimonio de manera eficaz, sin importar el costo de su ego o de su cuerpo. Sí, el testimonio cristiano viene desde Dios, pasa a través del Espíritu Santo a su cuerpo y a través de usted, a un mundo en donde se encuentra contenido en Su Cuerpo. Y como individuos, somos miembros del testimonio que comunica a este mundo; y su testimonio ayudará o estorbará al mundo en juzgar a Cristo de manera correcta.
Entonces, vemos que nuestro testimonio es al mundo, del Hijo, por el Padre, a través del Espíritu, en el miembro individual.
Finalmente, y esto es crítico, el testimonio cristiano es en el cuerpo. Total. No sólo en los miembros individuales, pero también en el miembro total. Versículo 27: “y vosotros,” plural, “vosotros daréis testimonio también”. El Espíritu es el poder del testimonio. Y Él mora en cada miembro, ¿no es cierto? Acabamos de cubrir eso, ¿no lo hicimos? Pero usted sabe, hay otra dimensión aquí que es fantástica. El Espíritu Santo no sólo dice “Yo voy a morar en el miembro individual,” sino que el Espíritu Santo también dice que mora en todo el cuerpo colectivo llamado la Iglesia.
¿Por qué dice eso? Quiero que observe Efesios, capítulo 2, versículo 14. Efesios 2:14, hay una tremenda verdad en esta porción. Escuche. Efesios 2:14, hablando de Cristo, Pablo dice “porque Él es nuestra paz que ha hecho de ambos uno” -esto es entre judío y gentil-“derribando la pared intermedia que estaba entre nosotros, habiendo abolido en Su carne la enemistad.” Ese es el antagonismo entre judío y gentil, esta es la ley de mandatos contenidos en ordenanzas para hacer de los dos un nuevo hombre.” Ahora escuche esto. Versículo 18: “porque a través de Él, ambos tenemos acceso por un Espíritu bajo el Padre,” versículo 21, “en quien todo el edificio bien concertado crece para ser un templo santo y la Iglesia es un templo así como su cuerpo,” versículo 21, “en quien vosotros,” plural, “sois edificados para ser un edificio de Dios a través del Espíritu.”
¿Sabe usted que ese versículo enseña sin lugar a dudas que el cuerpo entero de la Iglesia es el templo del Espíritu Santo así como lo es su cuerpo individual? Usted pregunta si quiero decir que el Espíritu Santo en un sentido muy real está morando en el cuerpo total en Cristo. Eso es correcto. ¿Y por qué piensa que Él lo hace? Para que Él pueda llevar a cabo el testimonio del Padre plantado en el cuerpo, para que no sólo ministremos como miembros, sino que tengamos un testimonio de cuerpo total. ¿Se da cuenta? El Espíritu Santo es el testigo poderoso, y Él mora el cuerpo en el mismo sentido que Él mora al miembro para que el cuerpo también de testimonio.
Usted pregunta cómo es posible que el cuerpo pueda dar testimonio. ¿Cómo es posible que todos los cristianos puedan tener un testimonio colectivo único? ¿Sabe algo?, y digo esto honestamente delante del Señor, yo creo que esta Iglesia tiene un testimonio colectivo. Ahora, no somos el cuerpo total de Cristo, somos una parte. Pero yo creo que el mundo está comenzando con levantar el oído un poco acerca de lo que está sucediendo aquí. Porque estamos emitiendo vibraciones bastante unificadas. No hemos llegado adonde debemos, de ninguna manera. Pero creo que tenemos una pequeña idea. Permítame darle esto. Hay dos maneras en la que el cuerpo testifica en total. Y vamos a concluir con esto. Dos maneras en las que el cuerpo testifica. Todas estas son importantes.
Primera manera, el cuerpo en total morado por el Espíritu, somos en total una habitación del Espíritu, el cuerpo testifica, número uno, al ser uno. ¿Escuchó eso? Nosotros testificamos mediante nuestra unidad, ¿no es cierto? Juan 17:20, la oración de Cristo, aquí viene: “y no oro nada más por estos discípulos, sino también por aquellos que van a creer en Mí a través de la palabra de ellos.” Escuche. “Para que todos sean uno, así como tu Padre en Mí y Yo en Ti, para que ellos también sean uno en Nosotros.” ¿Por qué? ¿Por qué queremos ser uno? “Para que el mundo crea que Tú me has enviado.”
¿Ve por qué tenemos que ser uno? Como un testigo, ¿no es cierto? ¿Cómo es que el cuerpo testifica en total? Al ser uno. Usted dice ‘no, no estamos siendo uno’. Es correcto. El testimonio del Cuerpo está siendo dañado. El testimonio del Cuerpo es carnal, división, confusión, no somos uno amigos. Estamos fragmentados y estamos divididos por todos lados, protegiendo nuestro pequeño mundo y nuestras pequeñas ideas; y podría seguir hablando de las ideas en las que esto es proclamado. Un pequeño grupo odia a otro y este grupo odia a Billy Graham y este grupo ama a este hombre y este grupo no quiere a este pequeño grupo y después, tienen a algunas personas que no quieren hacer nada más que venir a la Iglesia y destrozar a otros miembros del cuerpo. Nuestro testimonio como uno está siendo afectado.
Pero Jesús oró porque fuéramos testimonio al mundo en unidad. Yo oro por esta Iglesia, nuestro tema para este año es una palabra, ¿no es cierto? Uno. Ese es nuestro tema para este año. Para todo año, realmente. Podemos dar testimonio como cuerpo al ser uno. Y no hemos comenzado a ver lo que Dios puede hacer con esta Iglesia sola si realmente somos uno, a través del Espíritu. Esa es la razón por la que el Espíritu mora en nosotros, en todos nosotros, para que nuestro testimonio sea un testimonio total unificado de uno. Si el mundo puede verlo como uno, ¡qué impacto! Pero ven el cristianismo dividido y fragmentado.
Segunda manera en la que el Cuerpo da testimonio y es por amor. Amor. Juan 13:33: “hijitos míos, un poco más y estaré con vosotros. Me buscarán y como les dije a los judíos, a donde yo voy, ustedes no pueden venir; pero ahora les digo a ustedes” - escuche esto – “un nuevo mandamiento os doy, que os améis unos a otros como yo os he amado para que ustedes se amén unos a otros” - escuche esto – “y por esto todos sabrán que son mis discípulos, si os amáis unos a otros.” Nosotros damos testimonio por nuestra unidad. En segundo lugar, damos testimonio al amarnos unos a otros, ¿no es cierto?
Escuche, podríamos devastar de manera absoluta a este mundo si tan sólo pudiéramos mostrarles nuestro amor unificado, concertado, unos por otros. ¡Oh, qué testimonio sería eso al mundo! Y ustedes saben, amigos, en este versículo, versículo 35, Jesús de hecho le da al mundo el derecho de juzgarnos. Es un pensamiento aleccionador, ¿no es cierto? Él le está diciendo al mundo que nos vean. Si aman, son legítimos. Sobre ésta autoridad, Él le dio al mundo el derecho de juzgar si usted y yo realmente hemos nacido de nuevo, por el hecho de que amamos o no a nuestros hermanos. Y es un pensamiento bastante aterrador. Ahí están las claves del testimonio del cuerpo. Uno y amor.
Ahora, recuerde esto, mucha atención amigos en esta noche, conforme cerramos. ¿Lo ven? Usted y yo somos el último eslabón en el testimonio del Padre. El testimonio viene del Padre, a través del Espíritu, al miembro, fuera del miembro y fuera del cuerpo. Somos el último eslabón. Comenzó con el Padre acerca del Hijo, a través del Espíritu, vino a nosotros, nosotros somos el último eslabón en el testimonio de Jesucristo.
Oremos a Dios para que el testimonio de Jesucristo no se detenga en este nivel. Haga su parte como miembro de testificar individualmente. Haga su parte para que el Cuerpo sea uno al ministrar su don espiritual y al amar. Entonces, el ministerio y la misión del Padre al enviar al Hijo se cumplirá como Dios quiso. Cuando ministrarnos, y damos testimonio como miembros y como Cuerpo. Hay un mundo que debe ser ganado. Y comenzará a ser ganado cuando seamos uno y no antes.
Padre, Te damos gracias en esta noche por enseñarnos verdades de Tu Palabra. Te damos gracias porque quieres verificar al Hijo, porque enviaste el Espíritu para glorificar al Hijo; porque colocaste al Espíritu dentro de nosotros para glorificar al Hijo.
Dios, verdaderamente en nuestros corazones, no queremos que Tu testimonio sea interrumpido con nosotros. No queremos romper la cadena. Queremos llevar el testimonio como miembros individualmente, dando testimonio de Cristo Jesús. Y Señor, ¡cómo anhelamos ser testigos como Cuerpo! ¡Oh, qué impacto podemos tener si realmente somos uno! Prácticamente, como lo somos en posición. ¡Oh, deseamos responder la oración de Jesucristo conforme somos uno! Conforme somos un cuerpo para dar testimonio, siendo miembros para dar testimonio. Ése es nuestro propósito. Dios, ayúdanos a verlo y no dejes que esa cadena de testimonio se rompa con nosotros.
Señor, oro porque Tú hables a cada corazón de todo cristiano aquí en esta noche, para que estemos tremendamente impresionados y cargados con la verdad del testimonio. Dando testimonio al mundo del Hijo, a través del poder del Espíritu Santo. Dios, danos la valentía, el denuedo a través del Espíritu para ser testigos como miembros y como un Cuerpo, uno en vida, al mundo que no puede ver y que no puede comprender sin nuestro testimonio.
Padre, oramos porque estos pensamientos encuentren albergue en nuestros corazones. En el nombre de Cristo. Amén.
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