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El Día del Señor pasado, comencé a hablarle de mi corazón.  Acerca del tema que llamé “La anatomía de la iglesia”. Compartí con usted, en ese entonces, que siento que Grace Community Church se encuentra en un punto muy crucial en su historia. Dios ha hecho grandes cosas. Creo que hay cosas aún más grande por delante. Nunca en mi vida entera he estado más comprometido con esta iglesia y este ministerio, y con lo que Dios tiene para mí aquí. Estoy emocionado por el futuro. Sin embargo sé que hay un enemigo a quien le gustaría estorbar eso. Y se que tenemos una batalla espiritual en nuestras manos que va a intensificarse más que nunca en los días venideros.

Y entonces, simplemente sentí la necesidad en cierta manera de dejar la serie continua en Mateo y en cierta manera llevarlo a mi corazón un poco y compartir con usted en dónde creo que realmente está nuestra iglesia y lo que necesitamos reafirmar. Estoy tan agradecido por la respuesta del domingo pasado. Recibí muchas tarjetas, y algunas cartas, y llamadas telefónicas, y respuestas alentadoras por parte de personas en persona que dijeron: “Quiero reafirmar mi compromiso con el Señor, con esta iglesia y apoyar tu ministerio”. Y eso significa tanto.

Siempre estoy agradecido porque ustedes responden a la Palabra de Dios y al corazón del pastor que se las trae. Quiero continuar lo que comenzamos la última vez y creo que podríamos decir que esto, en cierta manera, es algo de arqueología espiritual. Algunos de ustedes han llegado aquí y no ven el cimiento. No estuvieron aquí en los años de construcción. Realmente, no entienden lo que está debajo de todo esto.

Y entonces, lo que estoy tratando de hacer es escarbar un poco y ayudarle a ver los aspectos elementales de aquello con lo que este ministerio realmente está comprometido. Y para ayudarnos a ver ese cimiento, para poder escarbar y descubrir lo que está en el fondo de Grace Church, yo quise tomar la maravillosa analogía de Pablo, del cuerpo. Y estamos hablando de la anatomía de la iglesia. Y le dije que hay cuatro características del cuerpo, que vamos a ver: el esqueleto, los sistemas internos, los músculos y la carne. Esa es una perspectiva más bien simplificada, pero nos ayuda, creo yo.

Dijimos la última vez que la iglesia debe tener un esqueleto. Eso le da su forma, eso le da su marco, eso le permite estar en pie. Ese es el cimiento no negociable, sustancial, básico, de lo cual todo depende y a través de lo cual todo lo demás se mueve. Y dijimos que nuestros principios de cimiento no negociables son estos cinco: un alto concepto de Dios, la autoridad absoluta de las Escrituras, claridad doctrinal, santidad personal y un entendimiento de la autoridad espiritual. Esas son las cosas clave.

Debemos continuar exaltando a Dios, exaltando su nombre bendito, santo. Debemos continuar dándole la prioridad a la Palabra de Dios, hacerla todo, estudiarla, predicarla, enseñarla. También debemos estar comprometidos con extraer de ella la doctrina que es clara, precisa y se aplica a la vida. También debemos buscar con todas nuestras fuerzas en el Espíritu Santo, la santidad, la virtud, la piedad, la justicia. Y debemos entender la autoridad espiritual. Hay una gran responsabilidad en ser un líder espiritual y ser alguien que sigue a aquellos que guían.

Y entonces, de vez en cuando usted me va a oír hablar de Dios, de las Escrituras, la doctrina, la santidad y la autoridad. Y usted entenderá que necesito continuar colocando la estructura, el esqueleto, el marco de referencia. Y entonces, estos son los temas a los que usted regresa una, y otra, y otra vez. Y a veces, si se oye como el mismo sermón, podría ser, pero en la mayoría de los casos, podría no serlo. Si lo es, de vez en cuando siempre trato de gritar en diferentes lugares para que se vea diferente en la superficie. Pero es simplemente que son estas cosas, que tienen que ser reafirmadas para que, como vimos la última vez en donde Pedro dijo: “Quiero que se acuerden de estas cosas para que después de que yo no esté, todavía se acuerden de ellas”.

Todavía las va a recordar. Es lo mismo que Pablo, tenía en su corazón cuando le escribía a los Filipenses, y dijo: “Me da gusto por lo que veo cuando estoy con ustedes, pero me va a dar aún más gusto por lo que veo cuando yo esté ausente de ustedes, que están ocupados en su salvación, con temor y temblor”. No se cuánto el Señor me va a dar, o cuánto tiempo voy a estar en este lugar. Pero la satisfacción más grande que jamás puedo tener cuando yo no esté, si ese es el propósito de Dios al mirar atrás, si es posible de donde quiera que yo esté, no se si pueda mirar atrás desde el cielo, y pueda decir: “Siguen, todavía están comprometidos con las cosas con las que estuvieron comprometidos en mi presencia”.

Y para ayudarnos a refirmar estas cosas de cimiento, en cierta manera estamos estructurándonos a nosotros mismos. Ahora, yo creo que es esencial en la vida de la iglesia que estos no negociables sean enfatizados. Lo cual quiere decir que son parte del ministerio de predicación, una, y otra, y otra vez. En segundo lugar, deben ser parte del ministerio de enseñanza. Si usted enseña a un grupo de comunión, o a un grupo de estudio bíblico, o a una clase de niños, o una clase de jóvenes, o lo que sea, en donde quiera que esté, si usted está discipulando a alguien, estas son las cosas a las que tienen que regresar. Debe continuar colocando el esqueleto para tener el cimiento, tener la forma que es necesaria para que el cuerpo sea lo que Cristo quiera que sea.

Y entonces, debemos predicarlo y enseñarlo. Y después también, el ejemplo es la clave. Debemos modelarlo. Debe haber una demostración del compromiso con estas cosas, no solo en lo que decimos, sino en la vida que vivimos. Yo tengo que estar tan comprometido con la santidad personal, la claridad doctrinal, la autoridad de las Escrituras y demás en mi vida, como lo soy en mi predicación. De lo contrario, todo se va a perder. Y entonces, estamos comprometidos con estas cosas.

Ahora, eso me lleva a una segunda categoría. Los sistemas internos. Y quiero hablar de ellos en esta mañana y la próxima semana, y veremos si puedo terminarlas. Inclusive, en dos semanas. Pero quiero hablar de los sistemas internos. Yo creo que la iglesia debe tener fluyendo en ella ciertas actitudes espirituales. Un cuerpo físico tiene órganos y fluidos que fluyen adentro del él y hacen que el cuerpo pueda vivir y funcionar.

Y entonces, no solo somos un esqueleto. Un esqueleto no está vivo. Le da forma al cuerpo, pero no está vivo. Tiene que estar fluyendo en él ciertas actitudes espirituales y eso es lo que veo como los sistemas internos de la iglesia. El esfuerzo pastoral, la meta de los ancianos, la meta de los líderes en la iglesia es generar en los corazones de la gente ciertas actitudes espirituales. No solo estamos tratando de hacer que usted haga ciertas cosas. No solo estamos tratando de decirle: “Necesita hacer esto y hacer aquello, y demás”. Sino que más bien, generar el tipo apropiado de actitudes espirituales que en sí mismas van a motivar el tipo apropiado de conducta.

Como puede ver, usted puede hacer lo correcto de manera externa y tener una actitud mala. Pero si usted tiene una actitud buena, usted va a hacer lo correcto externamente, emanando de una actitud correcta. Y entonces, trabajamos en el fruto del espíritu, por así decirlo. La motivación interna, la actitud interna. Algunas veces los jóvenes entran a un pastorado, llegan a una iglesia y ven que esa iglesia quizás no está organizada de la manera correcta. Y quizás no ven todas las cosas que les gustaría ver. Y entonces, su tentación invariablemente es reorganizar la iglesia. Y algunas veces van a llamarme o hablarme y me van a decir: “Hombre, queremos tener ancianos, queremos reorganizar esto y reorganizar aquello”. Y con frecuencia les digo: ¿Sabes lo que vas a tener cuando reorganices a la iglesia? Vas a tener a las mismas personas con las mismas actitudes en una estructura diferente”.

Me acuerdo cuando llegué por primera vez a Grace, tenía una idea entera de cómo hacer que la escuela dominical funcionara. Este era alrededor del primer mes que estaba aquí. Y escribí esto y se lo presenté al comité de educación y de manera unánime me dijeron que no. Dijeron: “¿Quién eres tú, niño? Hemos estado aquí por mucho tiempo. ¿De dónde saliste?” Prueba que puedes”. Años después, terminaron diseñando ese mismo sistema, simplemente era cuestión de cultivar, desarrollar las actitudes espirituales que llevaron, que dieron lugar al tipo correcto de respuestas.

Por otro lado, usted no puede preocuparse acerca de la estructura de la iglesia. Y si usted cultiva, infunde la actitud espiritual correcta, la estructura en cierta manera se va a encargar de sí misma porque la gente controlada por el espíritu, van a hacer cosas guiadas por el espíritu. Y lo que van a hacer es que van a estarse moviendo hacia la conformidad con el patrón bíblico de la iglesia.

Entonces, debemos tener un énfasis en la iglesia. En las actitudes. Tenemos que trabajar en lo que está dentro de usted. No estamos interesados en hacer que usted tan solo se conduzca de cierta manera. Asegurarse de que usted de su dinero, asegurarse de que usted se aparezca el domingo por la mañana, el domingo por la noche, el miércoles por la noche. Asegurarse de que usted ore cinco horas a la semana, lo que sea. Asegurarse de que usted lea su Biblia diariamente. Entregado al deber. Esa no es la idea.

Ahora, ese no es el enfoque. No estamos viendo las cosas de una manera legalista o superficial. Sino que el esfuerzo del ministerio siempre ha sido generar actitudes y algunas veces usted va a liar una batalla porque hay algunas personas que no vienen con las actitudes correctas. Y usted les quiere decir: “Hazlo en cualquier manera, inclusive con tu actitud mala. Pero usted tiene que dejar de hacer eso, porque usted no quiere terminar en las manos de la satisfacción que viene del legalismo”.

Y entonces, nos concentramos en actitudes. Y a lo largo de los años, estas son las actitudes que me ha preocupado ver en los corazones y vidas de los míos, en mi propia vida, como también en toda la gente aquí. En primer lugar, y sobre cualquier otra cosa, está la obediencia. Una actitud de obediencia. Ahora, esta es la actitud predominante de todas las actitudes. Esto dice: “Si Dios dice algo, lo voy a hacer”. Esto es, no hay un espíritu de concesiones cuando estamos hablando de esto, como lo vimos en el libro de Daniel un poco, unos cuantos meses atrás, en nuestro servicio de comunión. Esto no es concesión. Digo, si Dios lo dice, eso es todo. No está abierto a debate, no es algo con lo que usted discute. Usted lo hace. Obediencia. Esta es la actitud preeminente.

Y entonces, semana tras semana, mes tras mes y año tras año, simplemente seguimos presentando la Palabra de Dios, metiéndola en las mentes y corazones de todos nosotros, con la implicación: “Si esto es lo que Dios dice, debes responder”. Debe hacerlo para la Gloria de Dios, y para su propia bendición y la salvación de almas y el ejemplo para otros cristianos. Por todas esas razones, obedecemos. Porque es correcto y glorifica a Dios, porque nos coloca en el lugar de la bendición, porque nos permite estar llenos del espíritu para que podamos alcanzar a otros. Y establecer el ejemplo para aquellos que nos ven, y ven cómo vivimos. La obediencia.

Dice usted: “Bueno, parece bastante obvio”. Claro. Porque usted fue salvo al afirmar el señorío de Cristo, ¿verdad?. Y eso es simplemente decir: “Tú estás a cargo, Señor. Yo voy a seguirte. Tú eres Señor, yo soy el siervo”. “¿Por qué me llamáis Señor, Señor y no hacéis lo que yo digo?”. Jesús dijo: “Eso no tiene sentido. No me llamen Señor y después no me obedezcan”. Entonces, “Si Yo soy Señor, eso significa que ustedes hacen lo que digo, ¿verdad?”. Correcto. Eso es obvio.

Y eso es lo que Él quiso decir en el Evangelio de Mateo, capítulo 7, cuando dijo: “Es un camino estrecho, y una puerta estrecha, y un camino estrecho”. El camino es estrecho porque está confinado por la Voluntad de Dios, y la Ley de Dios, y la Palabra de Dios. Y entonces, “Venimos afirmando a Jesús como Señor”, Romanos 10: 9 y 10. “Venimos sometiéndose a su señorío y básicamente esto es una vida de obediencia”.

Y entonces, esta es la primera actitud y la más importante. Phil Johnson quiso compartir conmigo esta semana, ahí en el ministerio de radio, una cinta que había recibido de uno de nuestros oyentes, que escribió y dijo- O no, le envió, creo que una carta, junto con la cinta. Pero su cinta básicamente comunicaba el deseo de su corazón. Durante diez minutos, él habló de cómo había escuchado el programa, y apreciaba, valoraba el estudio de la Biblia y demás. Y después él entró en su problema. Él tenía muchos problemas en su Vida y el Señor estaba trabajando con él.

Pero una cosa en particular por la que él estaba curioso, él tenía curiosidad y tenía dudas, y se preguntaba cuál era nuestra perspectiva, era esto: Que él no sentía que en su vida, jamás, había tenido un sentimiento normal hacia las mujeres. Él no parecía sentirse como los hombres deben sentirse hacia las mujeres. Y se sentía de una manera muy fuerte hacia los animales de granja. Es correcto, animales de granja. Y él se preguntó lo que nosotros pensábamos acerca de esto. Y él dijo que él pensaba que no era un problema eso. Él no sentía ninguna culpabilidad, que él estaba haciendo cosas así. Y el pensaba que el Señor, en cierta manera, lo estaba refinando en otras áreas y que esa área no era un problema.

Y entonces, se le envió una carta de regreso. Cuatro páginas de largo, expresándole que eso de hecho era un problema. De hecho, si él hubiera estado viviendo en el Antiguo Testamento, él habría estado muerto. Porque si un hombre yace con una bestia, él es matado. Y procedimos a expresar en términos amables que Dios no divide la vida y dices: “Voy a enfrentar estos pecados y no me voy a preocupar demasiado por estos”. Todo pecado es un afrenta a su nombre santo.

Y entonces, todo tipo de referencias bíblicas le fueron enviadas de regreso al hombre. Y cuando recibimos otra cinta, y Phil tocó esta cinta, aquí está una cita de la cinta: “No creo que nadie entiende. Los cristianos están tan enredados en la Biblia y tan enredados en la Palabra, y tan enredados en lo que Dios dice, que realmente no entiende cómo Dios opera algunas veces, o cómo Dios se siente”. Es increíble. Los cristianos están tan enredados en la Palabra, en la Biblia y en lo que Dios dice, que no saben cómo Dios se siente. ¿De qué otra manera usted va a saber cómo Dios se siente si usted no lee la Biblia?

Lo que el hombre está diciendo: “Mira, no me acusen con la Biblia, yo no siento culpabilidad y no me va a molestar lo que Dios dice”. Mi pregunta acerca de este hombre es: ¿Es él un cristiano? No me importa si va a la iglesia todo el tiempo. 1 Juan: 2, dice: “El que guarda mis mandamientos, en él ciertamente el amor de Dios ha sido perfeccionado”. Por esto sabemos que le conocemos, ¿verdad? Si guardamos sus mandamientos, digo, usted puede cultivar ese tipo de abominación en su vida y decir que no le molesta en absoluto. Y después, simplemente, decir: “No quiero enredarme con las cosas de la Biblia, de manera independiente de la Biblia. Yo sé cómo Dios se siente”. Y usted tiene un problema.

Pero el pecado es así, como puede ver. Se vuelve algo en lo que nos justificamos a nosotros mismos. Obviamente, esa es una ilustración extrema. Pero simplemente apunta al hecho de que Dios nos ha llamado a la obediencia de Su Palabra. Sabemos cómo se siente porque nos dice cómo se siente en su palabra, ¿verdad? Y ese es el punto de fondo. Y gran objetivo y la gran meta del ministerio, escuche, es tan claro en las Escrituras. Es edificar a un grupo de personas obediente. Eso es lo que Dios quiere hacer con su pueblo en el Antiguo Testamento. Eso es lo que Él quiere hacer en el Nuevo, es producir a un grupo de personas obedientes.

Dios habla, obedecemos. Pero lo que es triste, con mucha frecuencia, cuando somos confrontados con la Verdad Divina, que nos convence de pecado de algo en nuestra vida, que no está bien, en lugar de obedecer, simplemente lo hacemos a un lado y seguimos con nuestro patrón de desobediencia. Quizás hay un mensaje del perdón y usted no ha perdonado a alguien. Bueno, en lugar de encargarse de eso, usted simplemente saca eso de su mente consciente y continúa con su espíritu amargado, no perdonador. Y entonces, realmente nada sucede. Y eso es desobediencia. Y eso se opone de manera total a todo lo que Dios quiere hacer en su vida.

Dice usted: “Bueno, voy a la iglesia, hago mi parte”. Bueno, ¿se acuerda de 1 Samuel: 15-22, donde Dios dice: “Obedecer es mejor”, ¿que qué?, “sacrificio”. El ritual nunca reemplazará la obediencia. Y en 1 Pedro, capítulo 1, Pedro escribe: “Teneos que ceñir los lomos de nuestro entendimiento”. En otras palabras, por favor, enderezcan su vida. Coloque sus prioridades en un lugar correcto, como hijos obedientes. No conformándose a las concupiscencias que antes tenían en su ignorancia. No vivan como solían vivir. Deben ser hijos obedientes. Lucas 11:28, Jesús dijo: “Bienaventurado es el que oye mi palabra y la guarda. Que oye mi palabra y la guarda”.

Pablo reconoce a los cristianos en Romanos 16:19: “Porque su obediencia ha llegado a todos los hombres, y me da gusto”. Eso hace que el corazón del pastor esté contento cuando la obediencia de su congregación es hecha manifiesta. Ahora, usted sabe algunas cosas si usted llega aquí, porque le han sido enseñadas a usted. Pero si usted no las aplica de una manera obediente, usted no va a madurar.

Prendí la radio esta semana, estaba manejando a algún lugar y salió Howard Hendricks. Y él dijo algunas cosas, pensé que eran muy interesantes. Él dijo que los cristianos de más de cincuenta años deberían ser los que son más leales al Señor, los que están más emocionados, los más comprometidos, los más puros, los más entusiastas y los que están más disponibles para el servicio. ¿Por qué? Porque han estado oyendo la Palabra de Dios por más tiempo. Han estado aplicando la palabra de Dios más tiempo. Han estado madurando por más tiempo y deberían estar mosteando el fruto de ese proceso, ¿verdad?

Digo, las personas más apasionadas, más entusiastas, emocionadas, disponibles, dinámicas, poderosas en una iglesia, la energía misma de esa iglesia deberían ser las personas que tienen más de cincuenta años de edad. Más de cincuenta y cinco, más de sesenta. Deberían ser la dinámica de la iglesia, el gozo, la emoción, la energía. Deberían estar a la vanguardia en el evangelismo. Deberían ser las personas que están a la vanguardia en la oración, ¿por qué? Porque han vivido con Dios por más tiempo. Han aplicado la Palabra. Y entonces, su patrón de obediencia se ha llevado a cabo durante más tiempo. Por lo tanto, maduran más que aquellos que tienen menos años porque han aplicado constantemente la verdad.

¿Pero con qué frecuencia ha oído usted esto? Estoy de acuerdo con Howard, exactamente con lo que dice. ¿Con qué frecuencia ha oído esto? Bueno, la cosa más maravillosa de nuestra iglesia es que hay tantos jóvenes, son la energía y la dinámica de la iglesia. Ahora, me gustan los jóvenes, yo soy uno, lo soy. Y estoy de acuerdo con eso. Digo, hay cierta dinámica en los jóvenes. Siempre he dicho que me gusta hablarle a los jóvenes porque por lo menos, si no están interesados, tienen la cortesía de decírtelo y de esta manera sabes de inmediato que no están interesados.

Y hay una dinámica con los jóvenes. Pero escuche, ese es un comentario triste de una iglesia. Cuando usted vaya a la iglesia y oiga a pastores jóvenes decir esto todo el tiempo: “Bueno, está llena de gente mayor”. Oigo eso: “Esa es una iglesia amable, y esa es una área buena, pero simplemente está llena de gente mayor”. Esa debería ser la dinámica de la iglesia. ¿Pero sabe cuál es la verdad? Que si usted es un cristiano, y si usted no aplica de manera continua lo que sabe, usted simplemente va a ser una de esas personas mayores. Y al no aplicar de manera constante la Verdad Divina, usted va a llegar a tener más de cincuenta años o lo que sea. Y simplemente va a guardar su tienda y se va a meter a dormir. Usted va a querer retirarse espiritualmente.

“Bueno, he servido muchos años. No sé, no quiero meterme en discipulado de evangelismo. Oh, yo soy ya mayor. Que los jóvenes hagan eso”. ¿Se da cuenta? Cuando vemos el Antiguo Testamento, vemos a líderes en Israel con cabezas blancas, con hombres y mujeres de cabello blanco que eran piadosos. Vemos a la primera iglesia y el dinamismo, la dinámica de esos santos maduros. Y vemos a la iglesia contemporánea, y tiene que encontrar su vida en niños jóvenes. Me gustan los niños, pero no estoy interesado en una iglesia de adolescentes. Creo que hay más en la iglesia que eso. Necesitamos la vida y la energía que los niños tienen, pero necesitamos el poder que los creyentes maduros tienen. Que han vivido las vidas por suficiente tiempo. De aplicar la verdad. Pero si usted puede oír la verdad y continuar con el mismo patrón de vida, sin hacer un esfuerzo consciente en el poder del espíritu por aplicar esa verdad, lo que sucedes es que usted simplemente envejece.

Eso es todo. Usted no se vuelve más poderoso. Usted no se vuelve más dinámico. Digo, debería ser que usted casi está en el cielo, simplemente al pararse, ¿no es cierto? Es casi una experiencia única porque hay tanta energía que está en usted, que usted se acerca a ese punto en la vida. Me gustaría que eso fuera verdad. Pero veo a tantas personas que van a la iglesia y conforme pasan los años, debido a que realmente no aplican las cosas que oyen, las oyen, entienden la doctrina, entienden muchas cosas, realmente nunca ha sido aplicada.

Entonces, su vida no ha cambiado. Se han endurecido en una especie de frialdad espiritual. Llenos de información, pero sin poder. No quiero que eso pase en mi vida. Digo, simplemente quiero seguir disparando. Si eso significa que necesito estar recogiendo mis dientes falsos, que se can del púlpito, hasta que finalmente usted sabe uno de estos días, quizás esté tan emocionado, pero no lo voy a hacer al mirar hacia atrás en mi vida. Y decir todo el poder, y toda la energía, y toda la dinámica se acabó, ya para cuando tenía cuarenta y cinco o cincuenta. No estoy esperando retirarme del servicio a Cristo. Y realmente siento que lo que pasa, cuando la gente en cierta manera se desvanece, es que han podido oír la Palabra de Dios sin aplicarla.

Ahora, en algunos casos realmente nunca han podido oírla. No han sido alimentados, no han sido instruidos. Pero aún en este caso, y entonces, debemos estar comprometidos con la obediencia. Oh, pero qué básico es esto, la obediencia, la Palabra de Dios. Si hay una verdad y usted la oye de manera consciente en el poder del espíritu, comience a aplicarla. Cuando usted es confrontado con convicción, no se la aplique a alguien más. No se vaya diciendo: “Hombre, me gustaría que tal y tal hubiera oído este sermón”. Aplíquela, aplíquela usted, porque usted está bajo el señorío de Cristo.

Y conforme usted obedece, usted progresa a lo largo del camino de la madurez, a un nivel de mayor utilidad a Dios. Me encantaría ver esta iglesia llena de personas de todas las edades. Pero la fortaleza y poder, viniendo de aquellos que han aprendido más y han aplicado más en un acto de respuesta, de obediencia.

Permítame darle una segunda actitud: humildad. Humildad. Esa es otra cosa que deseamos mucho generar en los corazones de la gente. Esta siempre ha sido una preocupación para mí. Digo, el orgullo es un problema para mí. Es un problema para usted, yo lo sé. El orgullo fue un problema serio para mí. Creo que todavía lo es. Pero quizás solía manifestarse más que ahora. Y siempre pensé, una vez que entendí las cosas de Dios, que Dios debería hacerme humilde. Es difícil porque, simplemente, cuando me decía finalmente eres humilde, se acabó. Entonces, es muy difícil aterrizarlo. Es muy difícil. Pero siempre es algo que he buscado guiar a la gente. A un entendimiento de la humildad.

Me acuerdo cuando construimos el gimnasio, y era un auditorio, y colocaron una plataforma y alguien ordenó cinco sillas grandes con cinco respaldos grandes. Y cosas así, que salían como coronas. Y que salían de esta silla así. Era para que yo me sentara en la del medio, la que estaba en medio era mía. Realmente, no les importaba quién se sentaba en las otras. Pero a mi me dieron la de en medio. Y traté de sentarme ahí, en esa silla de corona, un par de semanas. Y, simplemente, me sentía miserable. No podía hacer eso.

Entonces, me bajé y me senté en la fila de enfrente porque eso no era un acto de humildad. Simplemente, sentarse en el podio, ahí, con una corona en su cabeza. Hace algo que realmente no quería yo decir. Entonces, así fue. Y simplemente me dio una perspectiva de adorar, como al resto de ustedes. La única diferencia entre usted y yo es el hecho de que Dios me ha llamado a hacer esto. Y me da hacer esto. Y eso es todo. No tiene nada que ver con mi espiritualidad.

Y después, cuando Clayton vino y dijo: “¿Por qué te sientas ahí?”. Y yo le dije: “No sé, simplemente me siento cómodo aquí abajo. No creo que debas sentarte en la plataforma”. Entonces le dije: “No tenemos sillas”. Entonces, él volteó y encontró algunas sillas. Y el primer domingo que él estuvo aquí, teníamos todas las sillas allí arriba, y después él dice: “Eso no fue bueno, ¿verdad?”. Le dije: “No, te dije”. Entonces él me dice: “Puedes regresarte allí abajo”.

Bueno, eso es algo pequeño, pero eso es una actitud que yo creo que el espíritu de las Escrituras nos expresa. Y es una actitud de humildad, lo que buscamos. No es que lo hemos encontrado. Es que lo buscamos en la fortaleza de Dios. Cuando usted se convirtió en cristiano, usted no estaba bajo ninguna ilusión, espero yo, de que el Señor realmente lo necesitaba a usted. ¿O sí? ¿Oigo eso? Sabe, si el Señor tal sólo pudiera salvar a este hombre, tiene dinero, tiene talento. Digo, es un gran líder. Guau. El Señor simplemente lo podría usar. Eso es ridículo. El Señor podría salvar a quien Él quisiera, pero ese no es el punto. Como puede ver, básicamente, usted no tiene nada que ofrecer. No me importa quién es usted y tampoco yo.

Como el hombre en el capítulo 18, quien, cuando fue confrontado con su deuda de diez mil dólares, no podía pagarla. ¿Por qué? Porque él no tenía nada con qué pagar. Nada, nada, nada que ofrecer. O como Mateo, capítulo 5: “Cuando venimos para entrar en el reino”, dice, “venimos rogando en espíritu”. Venimos como mendigos, tan privados que ni siquiera podemos ganarnos la vida. Tenemos que rogar, no tenemos nada. No tenemos nada en de nuestra mano, no tenemos ningún talento para ganárnosla. Solo podemos rogar, solo podemos mendigar y así es como entramos, en bancarrota.

¿Y quiere saber algo? Si tenemos algo ahora, no es nuestro. Es que Dios, ¿qué? Nos lo dio. Lo único que tengo que regresarle a Dios es lo que Él me dio. Santificado por Su Salvación y Su Espíritu. Y eso no es para mi crédito, sino para Su Gloria. Entonces, ¿qué va a hacer que yo sea orgulloso? Nos hemos esforzado por resistir a las sectas de autoestima, el egoísmo de nuestra propia sociedad contemporánea. Apuntando el hecho de que Dios nos ha llamado a la mansedumbre, y a la abnegación, y a la humildad sacrificada. Y ese ha sido un énfasis importante. Y lo hemos abordado desde todo ángulo diferente.

Nos acordamos, ¿no es cierto?, Mateo, capítulo 10, cuando el Señor dice: “Niéguese a sí mismo, tome su cruz, deje la vida, gane la vida”. Y cuando Él dice lo mismo en el capítulo 16: 24 y 25: “Tomen su cruz, niégate a ti mismo, sígueme. Paga el precio de la abnegación, la humildad, la denigración personal, el colocarte debajo de otros”. Y hemos entrado a detalle muchas veces en Filipenses, capítulo 2, lo cuál dice: “Que cada uno vea por los otros. No lo suyo estimando a otros mejor que a sí mismo”. Siempre colocándose abajo, eres mejor que yo. Busco lo que satisface tu necesidad.

Esto es tan importante en la iglesia. Si usted tiene una iglesia, en done hay una lucha por que la gente llegue a lugares de autoridad, usted va a tener el mismo caos que tuvo entre los discípulos. Y todos ellos estaban buscando ser el mayor. Y eso es algo terrible. Todos estamos buscando ser el menor, y al mismo tiempo no significa que nos subestimamos porque en Cristo somos eternamente invaluables. Pero no es por nosotros, es por Él. La humildad simplemente dice esto: “Tú eres más importante que yo”. Eso es todo lo que dice. No anda por todos lados diciendo: “Soy un gusano, soy una rata, soy un vagabundo, soy nada, soy basura”. No dice eso. No dice: “Soy bueno para nada”. Lo es. Usted es de valor a Dios. Porque usted ha sido redimido, y santificado, y le ha dado cierto potencial para servirlo. Pero lo que la humildad dice es: “Tú eres más importante que yo para mí”.

Esa es la razón por la que dice: “Debe amar a su prójimo”, ¿cómo qué? “Como a ti mismo”. Usted debe darle a sus prójimo la misma devoción y compromiso que usted se da a si mismo al satisfacer necesidades. ¿Usted se acuerda de nuestro estudio de 1 Corintios? Cómo Pablo reprende de manera severa a la Iglesia Corintia por la manera jactanciosa, orgullosa, centrada en sí misma, egoísta en la que manifestaron sus experiencias extáticas. Y en cierta manera, colocaron moños espirituales como si fueran los más espirituales. Porque habían tenido los éxtasis más profundos. La humildad es aquello que Dios busca en su iglesia, y una actitud que debemos tener. Significa: no me voy a enojar si alguien tiene lo que yo no tengo, porque usted es más importante que yo. Así es. Significa que yo quiero asegurarme que hago a un lado algunas de mis prioridades para asegurarme de que sus necesidades sean satisfechas. Significa que yo digo no a mis libertades y digo sí a las suyas. Significa que yo no voy a violar la conciencia de usted.

Si comer carne le ofende, no voy a comer ninguna carne. Si beber le ofende, entonces no voy a comer ninguna carne, no voy a beber nada de eso. Nada que le ofenda a usted, por la razón simple de que el Reino de Dios no es comida y bebida, sino justicia, gozo y paz en el Espíritu Santo. Como Romanos 14 dice: “No voy a violar la consciencia de usted. No voy a hacerlo tropezar”. Yo voy a hacer un lado mi libertad. No voy a ofenderlo a usted. Voy a asegurarme de que si usted tiene una necesidad, voy a satisfacer esa necesidad. Me veo a mí mismo como alguien que tienen que cuidar de ustedes. Debo amarlos. Si ustedes se desvían del rebaño, como dice Mateo 18, voy a salir a buscarlo y traerlo de regreso. Eso es humildad. Y eso es algo como lo que dice en 2 Corintios 10:1: “La mansedumbre, gentileza de Cristo”. Eso debe verse reflejado en nosotros.

Y entonces, siempre ha sido mi deseo en la iglesia que no solo en un sentido general seamos personas obedientes. Sino que haya fluyendo en nosotros esta actitud de humildad, de mansedumbre y soledad y de abnegación en lugar de buscar nuestra propia gloria. Tantos problemas vienen cuando la gente busca su propia voluntad, busca su propia supremacía, por así decirlo. O buscan ser exaltados. Hay personas que constantemente se les tiene que decir lo maravillosos que son, lo grandes que son, en lugar de entregar sus vidas para alentar a otros. La humildad, bueno, podríamos decir mucho más de eso. Eso es siempre lo que digo cuando se me acaban las notas, ¿verdad?

En tercer lugar, tercer actitud, es el amor. Usted no puede hablar de la humildad sin hablar del amor, porque solo la gente humilde ama. Nadie ama más que la gente humilde. No estoy hablando del tipo de amor del mundo, que es falso, que está orientado en un objeto. Ven un objeto agradable, sienten cierto apego emocional. Esta es la razón por la que los matrimonios no duran. Porque ese tipo de amor es solo emoción. Y cuando se acaba la emoción o se apega alguien más, la relación se acaba.

Pero no estoy hablando del tipo de amor del mundo orientado en un objeto. No estoy hablando del tipo de amor que se alimenta a sí mismo. Para el mundo, el amor es grandioso por lo que yo siento cuando estoy enamorado, ¿verdad? No por lo que puedo dar. Es lo que yo recibo. Es la emoción. Y cuando se acaba la emoción, se acaba la relación.

Entonces, esa es la idea del mundo. Pero el amor en un sentido Bíblico es completamente diferente de eso. No es una emoción en absoluto. El amor es simplemente un acto de sacrificio, de servicio sacrificial. El amor es un acto. Es amor no es una actitud, es un acto. El amor siempre hace algo. Lea 1 Corintios, todo son verbos. El amor es benigno, el amor es paciente, todas esas son formas verbales. El amor es hacer esto, el amor es hacer aquello, el amor es hacer esto, el amor es hacer aquello. El amor actúa.

Ahora, permítame decirle algo. El amor es un acto de servicio de fluye de un corazón de humildad. Y el corazón de humildad dice: “Me importas más tú que yo”. Entonces, el amor es la respuesta. Y esta es la razón por la que digo que solo la gente humilde ama. La gente orgullosa no puede amar, porque lo único que la gente orgullosa quiere hacer es alimentarse a sí misma. El único amor que conocen es amor físico. El único amor que conocen es un apego emocional a ciertas personas. Y si usted no es una de esas ciertas personas, usted no va a sentir nada por parte de ellas. Inclusive, quizás no reciba nada de ellos. Tienen ese tipo de amor que realmente los atrae a ciertas personas que piensan como ellas y realmente disfrutan estar con ellas, pero los hace indiferentes a las necesidades de casi el resto de la gente.

¿Entiende usted la diferencia? ¿Sabe una cosa? Cuando yo llegué por primera ve a la iglesia, me parecía difícil amar emocionalmente a ciertas personas. Se me hacía difícil. Y me molestaba mucho porque me sentía responsable ante Dios por amar al rebaño entero. Y sin embargo, había algunas personas que sin importar lo difícil que tratara, realmente no las amaba emocionalmente. Digo, a usted simplemente no le importaba estar con ellas. Estaba con ellos, quizás, y decía: “Si nunca vuelvo a estar con ellos, está bien”. Y probablemente ellas decían lo mismo. Simplemente, ¿usted sabe? Realmente, no encajábamos. Y eso es verdad.

Digo, hay algunas personas, digo, podría vivir mi vida entera y morir e irme al cielo y pasar toda la eternidad y nunca pasar una hora con ellos, y realmente no voy a estar triste. Y hay muchas personas que se sienten igual acerca de mí. De hecho, sé que hay personas que van a encontrar un lugar agradable, lejos de mí en el cielo, de donde yo esté. Algunos, de hecho, están ansiosos por estar ahí. Porque no va a haber cintas en el cielo. No obstante, es razonable suponer que en nuestras relaciones humanas no podemos sentirnos atraídos a todo el mundo porque, simplemente, no somos así. Pero eso no es amor. Eso ni siquiera es importante. El amor simplemente dice: “Si tú tienes una necesidad, yo voy a satisfacer esa necesidad”.

Como puede ver cuando Jesús explicó que usted tiene que amar a su prójimo como a sí mismo. Y la pregunta que se le hizo: “Bueno, ¿quién es mi prójimo?”. Digo, ¿cómo sé de quién estás hablando?. Y entonces, Él contó la historia acerca del buen samaritano. Lo que

Él estaba diciendo era: “Tú estás caminando por el camino y un hombre que está ahí al lado del camino está golpeado y tiene una necesidad, y tú satisfaces esa necesidad”. Eso es todo.

¿Quién es tu prójimo? Cualquier persona en tu camino que tiene una necesidad. Eso es todo. ¿A quién debes amar? A cualquier persona en tu camino que tiene una necesidad. ¿Cómo lo amas? Satisfaces su necesidad. Quizás nunca se sienta sentimental. Quizás usted nunca se sienta atraído a la persona. Y hemos tratado de enfatizar eso a lo largo de los años. Que somos llamados un amor que fluye de la humildad, y la humildad dice: “Tú eres más importante que yo”. La ilustración clásica.

Y puedo acordarme cuando prediqué Juan 13, la ilustración clásica está en ese capítulo. Me acuerdo del domingo, me acuerdo del clima, me acuerdo de la escena en la capilla, me acuerdo cómo se veía la congregación. Fue grabada de manera indeleble en mi mente por el espíritu, estoy seguro, debido a su importancia. Y Jesús estaba ahí. Y todos estaban discutiendo acerca de quién iba a ser el mayor, el más grande. Y cuando llegó el momento de comer, ya habían comenzado a comer y era hora de comer. Y en esos días usted se reclinaba en la cena, lo cual significaba que su cabeza estaba unos centímetros de los pies de alguien, y era un acto de cortesía común el lavarse los pies antes de una ocasión así.

No puedo pensar en algo pero que no hubiera pasado eso. Pero nadie fue contratado para hacer eso. No había un siervo, ninguno de los discípulos quería hacerlo. Porque estaban discutiendo acerca de quién iba a ser el más grande. Y nadie quería hacer eso, inclinarse y ser un siervo. Entonces, el Señor se quitó su atuendo exterior, se colocó una toalla alrededor de su cintura, lavó los pies de ellos y les dio una lección inolvidable profunda. Entonces les dijo: “Ustedes deben amarse unos a otras como yo los he amado”.

¿Cómo los acababa de amar? ¿Al sentirse emocional? No. La única emoción que él sintió probablemente fue disgusto. Eran tan orgullosos, tan egoístas, tan nauseabundos, tan repulsivos. No fue emoción. Simplemente fue lo que era necesario. Lo que Él está diciendo es: “Cuando veas a alguien que tiene necesidad, satisfácela”. Alguien en su camino con una necesidad, y usted hace eso instantáneamente, de manera espontánea, involuntaria, casi como un reflejo. Porque usted tiene un corazón humilde. Un corazón humilde siempre se va a manifestar a sí mismo. Y no se manifiesta a sí mismo por alguien que está caminando por todos lados, con ropa en pedazos, diciendo: “Soy un gusano, soy un gusano, soy un gusano”.

Con mucha frecuencia, esa es una forma falsa de orgullo. Eso es engañarse a sí mismo, de Colosenses 2:18,     de humildad falsa. No. La humildad no anda por todos lados diciendo que es humilde. La humildad siempre puede ser vista, porque la humildad actúa en servicio hacia aquellos que están en necesidad. La humildad considera a otros mejor que a sí mismo. Y se convierte en amor inmediatamente, y el amor es una acción. Mantenga eso en mente.

1 Juan, dice: “¿Dices que el amor de Dios mora en ti?”. Hazte una pregunta simple. ¿Ves a tu hermano teniendo una necesidad? SI cierras tu corazón hacia esa necesidad, ¿cómo es que el amor de Dios mora en ti? Porque el amor de Dios se mueve para satisfacer la necesidad. No es una emoción. Es servicio hacia alguien en necesidad. Y si usted dice que pertenece a Dios, 1 Juan 2: 9-11, dice: “Y si usted no ama a su hermano, usted es un mentiroso, porque Dios produce en un cristiano amor verdadero”.

Entonces, esa es una actitud: amor, amor, amor. Y no es la actitud de emoción hacia personas que son atractivas. Es la actitud de servir a personas con necesidad. Recibí una carta esta semana que ilustra eso. Pensé que realmente fue maravillosa. “Querido Pastor John, esta carta estaba por llegar hacía mucho tiempo atrás, pero finalmente tomé el tiempo de escribirla. En mayo pasado, mi marido y yo tuvimos la oportunidad de tener comunión allí, en Grace Community Church, y quería decirle, desde el punto de vista de una visita, acerca de su iglesia y su congregación. Venimos de una iglesia muy grande también y nuestro lema es: “La iglesia donde está el amor”. Sin embargo, nunca en mi vida me he sentido tan bienvenida como en Grace Community. La gente era maravillosa. Nos trataron como si fuéramos reyes. A dónde quiera que íbamos, la gente nos rodeaba para darnos la bienvenida. Conocí a un caballero y me dio un tour temprano, por la mañana, de Grace Community Church”.

“Y después, durante el descanso entre el primer y segundo servicio, conocí a otro hombre. Hablamos por un tiempo. Me preguntó si me gustaría tener una cinta del servicio de la mañana. Le dije: “Claro”. Unas cuantas semanas después, no solo llegó una cinta, sino la serie entera acerca de la enseñanza de Jesús del divorcio. Muchos de mis amigos han escuchado esta serie de seis cintas, y se les han respondido muchas preguntas que habían hecho por años. Mi marido y yo vamos a volver a visitar Grace Community el dieciocho de septiembre. Esperamos con tanto gusto estar ahí. Simplemente, pensé que le gustaría saber lo maravillosa que es su congregación. Dios lo bendiga a usted”.

¿No es eso maravilloso? Resulta que conozco a esas dos personas. La primera persona que les dio el tour, realmente no tenía el tiempo de hacer eso porque tiene una responsabilidad tremenda. La segunda persona que les envió las cintas no tiene el dinero para hacerlo tampoco, pero lo hizo de todas maneras. Pero como puede ver, así actúa el amor. Porque el amor fluye de un corazón humilde. Y el amor no busca lo suyo propio, sino el consuelo, la satisfacción, el gozo de otros. Y siempre ha sido parte de esta iglesia. Oro a Dios porque siempre sea así. Que tengamos fluyendo, a través de nosotros, una actitud de amor, de amor abnegado, que fluye de un corazón humilde.

Le voy a dar un comentario final y después las siguientes doce, la semana próxima, o después de la semana próxima. Unidad. Unidad. Algo más que siempre ha sido de gran preocupación para mí es la unidad. Jesús oró en Juan 17: “Oh Padre, que sean uno. Así como tú y yo somos uno. Para que el mundo sepa que tú me enviaste”. Jesús responde mis oraciones. Me gustaría responder las de Él. ¿A usted no? Él oró por unidad. En el sentido más verdadero, la aplicación de ese texto es a la unidad de los creyentes que existe en la vida eterna en común que viene a nosotros en la redención. Pero extrayendo la aplicación de eso, es que Él desea, no solo una unidad redentora, sino una unidad en términos de vida y propósito en la iglesia.

Y Cristo realmente desea la unidad de su pueblo. Esa es la razón por la que en Efesios 4, versículo 3, el apóstol Pablo llama a los efesios y les dice que hagan esto: “Esforzándose por mantener la unidad del espíritu en el vínculo de la paz”. ¿Verdad? Él no dice: “Genere una unidad”. Ya la tienen. Simplemente, manténganla. Hagan lo que puedan por mantener la unidad. Y creo que esa es una parte tan importante de la vida de la iglesia. Y esa es la razón por la que Satanás la ataca de manera constante.

¿Alguna vez ha notado cuantas iglesias se dividen? ¿Cuántas personas se van de iglesias porque no están contentas? ¿Cuánta división puede haber? Estuve en Montermon esta semana, y una dama se me acercó diariamente, los primeros dos o tres días, y me dijo: “Por favor, tengo hablar con usted, por favor tengo que hablar con usted”. Y finalmente, nos sentamos y pasamos unos cuarenta minutos, y me abrió su corazón. Y ella dijo: “Oh, estoy en medio de una división de iglesia. La iglesia entera se está dividiendo por la mitad”. Y yo dije: “¿Por qué, por qué?”. Y ella me vio como sorprendida, me dijo: “No sé. Realmente, no podemos entenderlo. Realmente, no sabemos por qué. De alguna manera, ni siquiera importa el porqué. Hay tanta división y tantas personalidades, que están unas en contra de otras, que ya ninguno de nosotros sabe por qué”.

¿No es eso increíble? Simplemente, división. Ella dijo: “¿Qué debo hacer?”. Yo le dije: “Sé una pacificadora. Haga lo que pueda. Haga lo que pueda por mantener la unidad por causa del testimonio de Jesucristo”. “Bueno, algunas personas están diciendo que eso es la voluntad de Dios”. “Bueno, no es la voluntad de Dios. ¿Todos creen lo mismo?”. “Sí, todos creemos lo mismo. Es simplemente un conflicto de personalidades”. Eso es tan trágico, tan trágico.

Me acuerdo que Patricia y yo, en una ocasión, estuvimos en una conferencia bíblica con la hija del Doctor Criswell, en la primera iglesia bautista de Dallas, quien es una solista soprano muy capaz. Y estábamos hablando acerca de la vida de la iglesia. Y ella estaba diciendo que ella le llama “papi”. Es difícil para mí imaginar ese término para el Doctor Criswell, un hombre de tal dignidad, pero él es el papi de ella. Y ella dijo: “Papi enfrentó algo terrible, en donde un hombre llego, era parte del servicio de la iglesia, y trató de dividir a la iglesia”. Una gran iglesia como esa. Y ella dijo: “Él estaba tan cargado en su corazón, él podía verlo venir. Y entonces, después de un domingo, cuando él estaba en particular molesto por eso, él llamó a una compañía de construcción, de manera unilateral actuó sin consultar con el consejo, con nadie”. Y él dijo: “Quiero que antes del próximo domingo coloquen bancas con lugares donde podamos arrodillarnos en esta iglesia”.

Y entonces, llegó la gente. Y ya para el próximo domingo, cuando todo el mundo llegó, tenían bancas donde podían sacar una viga, en donde podían arrodillarse. Todavía están ahí, hasta el día de hoy, en la primera iglesia bautista de Dallas. Y se levantó y dijo: “En los cuarenta y cinco años del pastorado de George W. Truett, quien me precedió, y en los treinta y cinco años o los años que he estado aquí, nunca ha habido una división en esta iglesia. Y por la Gracia de Dios, nunca la habrá”. Y llamó a esas personas a bajar esas vigas, y tomó a la iglesia entera de miles de personas, y los llevó a sus rodillas en oración y Dios trajo sanidad en esa congregación.

Ahora, eso trae Gloria a Dios, ¿no es cierto? Eso honra su nombre. Y yo creo que el enemigo, de manera incesante, está tratando de dividir la iglesia. Y yo le doy gracias, y le alabo, porque los veinticinco años y más de ministerio de esta iglesia, nunca ha habido una división en la iglesia. Oh, hay algunas personas que se enojan y quieren irse por el color de las cortinas, que no les gusta, o porque algo no salió como pensaban que debía salir. Y con mucha frecuencia, podrían tener la razón. Pero la humildad y el amor no actúan de cualquier manera de esa manera.

Y entonces, nos hemos esforzado de alguna manera por cultivar en el corazón del pueblo de Dios y en mi propio corazón también la unidad. Satanás quiere despedazar las cosas. Simplemente, nunca se detiene. Quiere que alguien en el equipo de servicio, que no está contento, cause una división aquí. Y bendigo al nombre de Dios por la unidad dulce que hemos tenido en la historia d esta iglesia, en el quipo de servicio.

Digo, simplemente alabamos a Dios por ello y mantenemos abierto el ojo porque sabemos que el enemigo siempre quiere sembrar discordia. Siempre. Y de vez en cuando, alguien viene, usted sabe, y quieren causar algo de discordia por eso y aquello. Simplemente, le pedimos a dios: “Danos una congregación llena de pacificadores, que quieran asegurarse por mantener la unidad y no sembrar la discordia”.

Inclusive si tienen la razón. Simplemente porque usted tiene la razón, no siempre tiene que tener la plataforma, ¿verdad? Algunas veces, usted puede decir: “Dios, Tú sabes y yo sé que estoy bien, pero hagamos eso a un lado y busquemos la unidad”. Y nadie es perfecto. Siempre va a haber causa para desacuerdos, pero bendecimos a Dios por que cuando nos arrodillamos juntos podemos buscar la unidad vía el espíritu y el vínculo de la paz. Este es el deseo de los escritores del Nuevo testamento. Colosenses o 1 Corintios, dice, 1:10: “También os rogamos, hermanos”, y Pablo realmente está derramando su corazón a los corintios, “por el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, no por mi causa, ni mi nombre, no por causa de mi reputación, o nada más, sino por causa del Señor Jesucristo, que todos habléis lo mismo. Que no haya división entre vosotros, estén perfectamente unidos con la misma mente y el mismo parecer”.

Él dice, en el siguiente versículo: “Oigo que hay contenciones entre vosotros. No puedo tolerarlo”, dice, “no lo puedo tolerar. “Acaso está Cristo dividido?”, dice él. No puede ser. Cristo no está dividido. Cristo no está dividido. Filipenses 1. Él dice: “Deben esforzarse por la unidad del Evangelio”. Unidad. Actitudes. ¿Las ve en su vida? ¿Su vida se caracteriza por la obediencia, de tal manera que hay una madurez progresiva? ¿Hay un grado de santificación que se incrementa conforme usted oye la palabra instantáneamente y de manera apropiada la aplica? ¿Puede ver crecimiento de tal manera que cuando usted llegue al final de sus años terrenales, usted esté llegando al clímax de si vida espiritual, en términos de dedicación?

¿Y qué hay acerca de la humildad? ¿Se ha abandonado a sí mismo por causa de otros, para que a partir de ese corazón humilde salgan acciones amorosas? ¿Y usted a costa de lo que sea y mediante sacrificio personal busca hacer la paz para mantener la unidad del espíritu? Esto es lo que buscamos. Esto es lo que buscamos. Y yo creo que esta es la voluntad de Dios para nosotros.

Inclinémonos en oración. Padre, te pido que comiences conmigo. Reavive en mi corazón una dedicación con la obediencia. Ayúdame por la Gracia del Espíritu de Dios a experimentar la humildad, que vea a otros, no a mí mismo. Y vea a otros mejor que yo mismo. Ayúdame a hacer sacrificios, a satisfacer necesidades, para cualquier en mi camino cuya necesidad yo puedo satisfacer. Y que no busque que me devuelva nada. Y a toda costa, Señor, con mi acción y mi lengua, que yo sea una fuente de unidad y no de discordia. Porque si no hay humildad, y no hay amor, y no hay una búsqueda de unidad, entonces realmente no hay obediencia tampoco. Y yo sería culpable, todos nosotros lo seríamos. De oír la verdad y no aplicarla. Y volvernos endurecidos, estancarnos, fríos.

Vamos a cerrar en oración en un momento, pero mientras que sus cabezas están inclinadas, me gustaría que todos en cierta manera hiciéramos un pacto juntos en nuestros corazones delante de Dios. ¿Sería tan amable en orar y pedirle al Señor que produzca en usted estas cuatro actitudes de las que hemos hablado en esta mañana? Ore en silencio, porque Dios le dio un corazón de obediencia, sin importar cuál sea el precio. Porque Dios quebrante su orgullo y le humille. Porque le de un amor que se extiende a aquellos que están en necesidad, y que le haga un pacificador que busca la paz a costa de lo que sea, por la unidad del cuerpo.

Si a usted se le ha hecho difícil orar por estas cosas, simplemente esto habla de lo endurecido que su corazón se ha vuelto. Si usted no lo quiso hacer, está aún más duro. Si usted ha oído y no ha obedecido, ya ahora ha desarrollado hábitos de desobediencia, que son tan difíciles de romper. Y quizás debe buscar en oración intercesora que su espíritu sea quebrantado, y que comience a cultivar un hábito nuevo de obediencia.

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