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Esta mañana tengo en mi corazón el continuar compartiendo a partir de mi corazón con ustedes. Hace varias semanas atrás, sentí la necesidad simplemente de hablar de cosas que creo que son importantes para nuestra iglesia. Y les confieso que esto es algo que el espíritu de Dios ha puesto en mi mente, no tanto como sermón, sino como una pasión.

Y como dije cuando comenzamos, no siempre estoy seguro de cómo lo voy a decir, cómo va a salir, cómo el espíritu de Dios pueda dirigir mi pensamiento para bosquejarlo. Pero realmente creo que es necesario que hablemos de los ingredientes esenciales, los elementos esenciales en una iglesia que horna al Señor Jesucristo.

Dios ha bendecido a esta iglesia. Hay razones por las que lo ha hecho así. Su soberanía es una razón, pero otra es porque Grace Community Church ha estado comprometida, creo yo, a lo largo de los años de su existencia con las cosas correctas. Y con eso quiero decir las cosas de la Palabra de Dios. Y estamos tomando unas cuantas semanas, simplemente para reafirmar esas cosas.

Entonces, para aquellos de nosotros que quizás hayamos olvidado o para aquellos de nosotros que somos nuevos, podemos restablecer en cierta manera en dónde hemos encontrado nuestra fortaleza y nuestra bendición. Y he titulado esta serie breve: “La anatomía de una iglesia”. La anatomía de una iglesia. Hemos tomado la analogía bíblica de un cuerpo y hemos dicho que, básicamente, podríamos reducir el cuerpo a cuatro elementos. Esto no es clínico, esto es simplemente para efectos de analogía. Un cuerpo es esqueleto, sistemas internos, músculos y carne.

Y entonces, es una iglesia la que es el Cuerpo de Cristo. Debe estar el esqueleto, y hablamos de eso en nuestro primer estudio juntos. Y dijimos que hay algunas cosas que bosquejan y forman a la iglesia, sin las cuales sería una masa sin forma. Hay algunas cosas medulares, algunos elementos no negociables, algunos mínimos irreducibles, algunos cimientos. Algunas cosas que conforman el marco, algunas realidades que dan forma y sustancia, que deben estar en el centro mismo de nuestra vida como iglesia.

Y les presenté cinco. En primer lugar, está un alto concepto de Dios. Una iglesia, para ser lo que Dios quiere que sea, debe tener como su enfoque a Dios mismo. Y hay muchos otros enfoques posibles, por así decirlo, pero solo hay un enfoque apropiado y ese es Dios. En otras palabras, conforme nos enfocamos en Dios, todo encuentra su lugar apropiado. No puede haber concesiones cuando Dios es todo en todos. Y todo lo que hacemos es para su Gloria consumada.

Ahora, eso esencialmente es el significado de que lo que usted hace, sea que coma o beba, hágalo todo para la Gloria de Dios. Ese es el enfoque de todo. Y después dijimos, en segundo lugar, la prioridad absoluta de las Escrituras. Porque no podemos enfocarnos en Dios, a menos de que sepamos quién es. Y no sabemos quién es, a menos que entendamos su revelación, la cuál es la Palabra de Dios. Entonces, comenzamos con un alto concepto de Dios y afirmamos la prioridad absoluta de las Escrituras, la cuál revela Dios.

En tercer lugar, estamos comprometidos con la claridad doctrinal. Al ver a Dios a través de su Palabra, extrayendo la verdad de su Palabra. Y después, en cuarto lugar, con la santidad personal, aplicar esa verdad a la vida. Y después, en quinto lugar, la autoridad espiritual. Haciendo que la gente rinda cuentas por vivir esa verdad.

Ahora, estas son las cosas del marco. Alto concepto de Dios, lo cuál significa que estamos totalmente comprometidos con la revelación que Él ha dado de sí mismo. Lo cuál significa que debemos aclararla y presentársela a la gente de una manera práctica, comprensible, para que puedan aplicarla en el asunto de la santidad personal. Y después, traer todo eso bajo autoridad espiritual.

Esas son las verdades que conforman el marco de referencia. Por lo tanto, deben ser predicadas. Deben ser enseñadas, deben ser modeladas y presentadas como un patrón. Y continuamente, necesitan ser reafirmadas y esa es la razón por la que regresamos a esas cosas. ¿Y sabe una cosa? Cuando nos congregamos en el día del Señor y demás, una de las características muy esenciales de eso es una reafirmación continua de nuestros valores básicos. Nos congregamos para reafirmar las cosas con las que estamos comprometidos.

Y cuando nos reunimos en el día del Señor, ¿qué hacemos? Bueno, en primer lugar adoramos en canción y oración. Y en las Escrituras, que ofrecen alabanza a Dios. Y esa es la razón por la que siempre leo los Salmos. O casi siempre. Y después el coro canta grandes verdades de nuestro Dios glorioso. Y los instrumentos tocan para su alabanza, como dice el Salmo 150.

Y todo eso es para cultivar en nuestros corazones y para reafirmar un alto concepto del Dios santo. Y después, detrás de eso viene la Palabra de Dios, porque le damos la prioridad a la Palabra y por eso enseñamos las Escrituras. Y conforme enseñamos las Escrituras, extraemos la verdad o la claridad doctrinal. Y después, en el mensaje, conforme llega una conclusión, aplicamos eso al corazón en donde la santidad personal puede ser la respuesta. Y conforme usted sale de este lugar, esperamos que usted tome ese cuarto paso, la santidad personal. En donde usted sale, lo vive. Y después venimos detrás de eso con pastoreo. Lo cuál es la autoridad espiritual que le da supervisión al rebaño. Entonces, lo que hacemos no es solo hacer lo que se nos antoja, sino que es entrar en una línea coherente con estas realidades irreducibles que hemos afirmado.

Ahora, en segundo lugar y en nuestro último mensaje, comenzamos a ver estas. Y estaremos haciéndolo durante varios mensajes, porque hay varias de estas que quiero enfatizar. Hablamos de los sistemas internos. Un cuerpo tiene que tener sistemas internos. No solo puede tener un esqueleto y músculos, carne. De lo contrario, no tendría vida. Tiene que haber fluyendo en todos los sistemas del cuerpo, y creo que este es el caso en la iglesia. Usted no sólo puede afirmar cimientos doctrinales sólidos, tiene que haber un flujo de vida. Y yo creo que ese flujo de vida son actitudes apropiadas. Actitudes apropiadas. Hay una batalla por la mente. Realmente la hay. Es una batalla por la mente. Porque como el hombre, ¿qué?, piensa en su corazón. Así es. Es una batalla por la mente.

Y entonces, lo que estamos tratando de hacer en el ministerio es que usted tenga actitudes espirituales apropiadas. Cultivar en usted la manera de pensar correcta. Que usted pueda, expresado en términos paulinos, usted pueda ser renovado en el espíritu de su mente. Que usted pueda, como Pablo le dijo a los Filipenses: “Pensad en esto”. Que usted tenga una mente renovada, que usted se vista de la mente de Cristo, que usted piense espiritualmente. Todas esas son frases bíblicas.

En otras palabras, queremos que usted piense de manera correcta. Y siendo honesto con usted, no es cuestión de tratar de controlar su conducta. Es cuestión de tratar de ayudarle a pensar correctamente, lo cuál va a producir conducta correcta. A usted se le podría forzar a hacer cosas correctas, con pensamientos equivocados, y motivos, y razones, y actitudes equivocadas, y todas sus cosas correctas no son nada más que hipocresía. Eso es todo. Simplemente hipocresía.

Y entonces, no nos preocupamos por forzarlo a que se conforme externamente, sino que nos esforzamos por crear dentro de su pensamiento, actitudes espirituales correctas. Y cuando usted piensa correctamente, usted va a actuar correctamente. Entonces, no solo estamos interesados en programas. No solo estamos interesados en actividades. No solo estamos interesados en que usted se conforme a algún tipo de código externo, sino que más bien en cultivar actitudes internas que honran a Dios.

Entonces, debe estar fluyendo en el cuerpo los sistemas. Así debe ser. Y el cuerpo es un todo y es saludable, productivo y dinámico. Y representa de manera apropiada su cabeza, el Señor Jesucristo. Ahora, permítame tan solo repasar lo que dijimos en nuestro último estudio juntos. La actitud más importante y la primera que necesita ser cultivada es la actitud de la obediencia. La obediencia. Es el sine qua non de todas las actitudes. Es la actitud que permea todo. Es la actitud que dice: “Voy a obedecer a Dios a costa de lo que sea”. Es la actitud que no hace concesiones. Es la actitud que dice: “Si Dios lo dice, eso es todo. Lo voy a hacer”. Es la actitud que no negocia con Dios, que no justifica el pecado pero que siempre busca, y únicamente busca, hacer la voluntad del Señor.

Es mejor que el sacrificio, esto es. Es mejor que cualquier acto externo de adoración. Es obediencia interna. Y todas las actitudes correctas espirituales comienzan ahí. Si usted no está dispuesto a obedecer a Dios para comenzar, nada va a ir más allá de eso. Más que dificultad, pruebas, circunstancias negativas.

La segunda actitud de la que hablamos fue humildad. Humildad. Obediencia y humildad. Y eso, básicamente, es la actitud que piensa que el resto de la gente es más importante que yo. Usted es más importante que yo, sus necesidades son más importes que las mías. Sus deseos son más importantes que los míos. Su felicidad es más importante que la mía. Su gozo es más importante que el mío. Su lugar es más importante que el mío. Su reputación es más importante que la mía. Todas esas cosas. Es la abnegación del Señor Jesucristo, quien se humilló a sí mismo, Filipenses, capítulo 2. Esa es una actitud esencial, porque el orgullo es algo tan devastador.

En tercer lugar, hablamos de la actitud del amor. Y el amor es humildad en acción. El amor es simplemente humildad haciendo cosas. La humildad y el amor son inseparables, como pueden ver, porque solo la gente humilde pude amar. Yo no puede entregarme a mi mismo a usted, a menos de que me preocupe usted más de lo que yo me preocupo por mí. Yo no puedo abandonarme a mí mismo a sus necesidades, a menos de que realmente sea humilde. Y entonces, la humildad es una plataforma para el amor. Si la humildad es abnegación, entonces el amor es servicio abnegado. Es el dar de manera abnegada.

Y después, en cuarto lugar, hablamos de la unidad. Cuando usted tiene a personas comprometidas con la obediencia, y usted tiene a personas comprometidas con el amor, porque tienen corazones que son humildes, usted verá el resultado, lo cuál será la unidad. La humildad lleva al amor y el amor lleva a la unidad. Porque en donde la gente se está entregando a sí misma a otras, hay una unidad maravillosa. Usted satisface mis necesidades, yo satisfago las suyas. Y sigue y sigue. Y ese tipo de intercambio es lo que construye una unidad de un corazón, una mente, una alma. De lo cuál habla la Biblia. Pero emana de la humildad. Ese es un asunto tan critico.

Entonces, hablamos de esos primeros elementos. Y quiero leerle una carta que alguien envió en respuesta a esas primeras. Y creo que simplemente, es muy cálida y nos alienta a todos nosotros. Escúchela: “Sus últimos dos sermones acerca de la anatomía de la iglesia me han convencido de pecado. Estoy orando por que Dios use esta serie, porque lleva a cabo una gran obra en los corazones del rebaño en Grace. Esta mañana usted habló de la humildad. Me gustaría compartir cómo el Señor está trabajando en mi vida con respecto a este asunto”.

“A principios del verano, leí un libro escrito por Andrew Murray acerca de la humildad y comencé a orar, pidiéndole a Dios porque me enseñara a ser humilde. Bueno, usted sabe lo que pasa cuando oramos según Su voluntad. Unas cuantas semanas atrás, Él me dio la oportunidad de ejercer todo el conocimiento de las Escrituras que había estado aprendiendo aquí, en Grace. Me ofreció como voluntario con cuatro otras personas de Grace para ir a los basureros en Méjico, para administrarle a la gente que vive ahí. Fue una experiencia que nunca olvidaré”.

“Fuera de las condiciones de vida pobres, la suciedad era lo suficiente como para causarle a usted náuseas, mi trabajo una vez que llegamos ahí era lavar las cabezas de los niños que tenían piojos. Esto fue algo que nunca antes había hecho. ¿Se puede imaginar a veinticinco niños, formados frente a usted, con diferentes niveles de piojos? No por mencionar que no teníamos agua corriente. Simplemente, contenedores de agua que eran usados una y otra vez para todos los niños”.

“Estuvimos afuera, en el sol, y estaba a más de 100 grados Fahrenheit. Conforme estaba ahí, lavando cabeza tras cabeza, mis pensamientos iban de enojo a gozo. Un niño pequeño tenía tantos piojos que tenia llagas en su cabeza. Bueno, debo reconocer que al principio no estaba muy contento por tener que tocar esas llagas. Sin embargo, comencé a pensar en cómo Jesús había lavado los pies de los discípulos y me humillé ahí, delante de Dios, reconociendo que esta necesidad de este niño era mucho más grande que mi comodidad”.

“Aprendí algunas lecciones grandes ese día acerca del sacrificio y considerar a otros más importante que yo mismo. Y oré por que Dios continuara a trabajar en mi vida para enseñarme las cosas que le traerían a Él gloria”.

Bueno, esa es una carta maravillosa. Y esa es la expresión de un corazón humilde. Esas es la expresión de un corazón amoroso. Hace sacrificios para satisfacer las necesidades de otros. Esas son actitudes por las que no hay sustituto. Y si va a haber una vida que está fluyendo en la iglesia, debe haber obediencia, humildad, amor, un sentido de unidad. Ahora, permítame continuar hablando de unas cuantas de estas actitudes.

Llamemos a la quinta, disposición a servir. Disposición a servir. Porque fluye de lo que acabamos de decir acerca del amor y la humildad y demás. Y realmente es otra manera de decir lo mismo. Disposición a servir. Alguien me dijo el otro día: “¿Sabes una cosa? Y ano vamos a tu iglesia, nos hemos ido a una iglesia pequeña que nos necesita”. La gente me dice eso a mí con frecuencia. Y está bien. Quizás el espíritu de Dios los guió, que Dios los bendiga, son personas queridas. Y estoy seguro de que el Señor los llevó ahí.

Pero no es que no lo necesitamos a usted. Digo, vea a todas estas personas. ¿Usted cree que no tienen necesidades? No es que entre más gente tiene, menos necesidad tiene. Lo que la gente parece querer decir es que tienen programas por aquí, y no tienen nadie que esté a cargo de ellos. Y necesitan a personas que les ayuden con el programa. Y eso podría estar bien.

Pero el ministerio no necesariamente está relacionado con programas diseñados con la iglesia. ¿Entendió eso? No es así. Digo, usted podría venir aquí y decir: “Bueno, tenemos la iglesia pero no hacemos nada. No cantamos en el coro, enseñamos una clase o no barremos el piso, lo que sea. No hacemos nada. Vamos ahí y simplemente no sabemos dónde hay una necesidad”. Observe a su alrededor. Todo tipo de personas con necesidades por todos lados. Todo depende de su perspectiva, ¿se da cuenta?

Vaya a 1 Corintios por un minuto, capítulo 4. Y quiero mostrarle algunas Escrituras y después llegar a una conclusión. 1 Corintios 4, y Pablo dice esto: “Así, pues, téngannos los hombres”. En otras palabras, cuando hablamos de emitir un juicio acerca de mí, los que están conmigo, cuando llegamos al punto de decir: “Bueno, ¿quién era este hombre?” Cuando hablamos de escribir mis últimas palabras después de que muera, por así decirlo, cuando hablamos de recitar qué contribución hice, cuando llegue el momento en el que yo sea reconocido, ¿sería tan amable de decir esto?: “Él fue un servidor de Cristo”. Me gusta eso. Puedo pensar por lo menos en media docena de palabras en el lenguaje griego para servidor. De la cuál, él usa la más baja, la palabra             uper ete es juper, significa “debajo de”. Eta es de la palabra remar. Un remero de nivel bajo.

En ese entonces, tenían esos barcos grandes de madera y en la parte de abajo tenían tres niveles. Tres niveles de esclavos que estaban encadenados a sus remos y jalaban esos remos grandes por los mares. Los hombres, en la parte de abajo, eran los remeros de abajo. Pablo dice: “Miren, cuando llegue el momento de evaluar al apóstol Pablo, por favor no nombren catedrales con mi nombre. No me den una ciudad en Minnesota con mi nombre”. Él dice: “No le pongan un nombre a una escuela que lleve mi nombre. No me den un doctorado honorifico”. Simplemente, digan: “Él fue un esclavo de galeón de tercer nivel”. Y gracias a Dios por ello, el jaló su remo.

Siervo. Mucha gente quiere ser una celebridad. Dios quiere gente que jale el remo. En el versículo 2, él dice: “La clave para todo esto es que se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel”. Fiel. Usted no busca un remero inteligente que inventó una manera nueva de hacerlo mientras que el resto de la gente se mete en problemas con sus remos. Usted quiere un remero fiel, eso es todo. Que se vea a sí mismo como un siervo, en el versículo 3: “Conmigo es algo muy pequeño, tengo en muy poca estima que yo sea juzgado por ustedes o por el juicio de un hombre”.

¿Qué estás diciendo? No estoy metido en esto buscando su opinión. No estoy haciendo esto para buscar reconocimiento. No estoy sirviendo al Señor Jesucristo para ser juzgado por ustedes, no puedo aceptar su juicio. Y entiendo lo que está diciendo, realmente lo entiendo. Como puede ver, la gente no siempre sabe lo que está pasando adentro. Podrían reconocerlo, alabarlo y puede tener motivos corruptos. Podrían maldecirlo y usted puede tener los motivos más puros en el mundo. Y está luchando en medio de eso con su propia humanidad.

Digo, a veces, realmente, a veces usted predica con todo su corazón y sabe que fue terrible. Le fue mal. Lo hizo mal. Y he tenido esos momentos, y me he ido con lagrimas porque simplemente no hice lo que pensé que honraba a Dios. Y se va y alguna alma querida le dice: “Maravilloso. El sermón más grande que jamás has predicado”. Y usted sonríe y estrecha su mano y le dice: “Gracias”. Y usted sabe que ellos no saben.

Y otras veces, hombre usted simplemente ha estado volando como águila. Y baja y alguien dice: “No te sientes bien hoy, ¿verdad?”. Y usted dice: “¿Qué? Hombre, nunca antes me había sentido mejor”. “No, no, parece como que no estabas bien, como que fallaste”. Después la gente lo critica, lo evalúa, lo alaba, y lo culpa, y lo bendice y lo maldice a usted.

Pablo dice: “Yo no me voy a meter en ese juego. Yo solo quiero jalar mi remo, eso es todo”. Y realmente, no estoy interesado en lo que la gente dice. Él dice: “Ellos no conocen los hechos”. Y me gusta esto, al final del versículo 13: “Ni siquiera yo me juzgo a mí mismo”. ¿Sabe eso? Ni siquiera puedo confiar en mi propio juicio, porque soy tan tendencioso a favor mío. Él dice en el versículo 4: “Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado”. Quizás no esté descubriendo todas las rocas en mi vida. Quizás piense que estoy haciendo lo bueno. Eso no me justifica. El que me juzga es, ¿quién?, el Señor. El Señor.

Y entonces, no voy a juzgar nada antes de ese día cuando Él venga y manifestará las actitudes del corazón, los motivos del corazón. Y cuando Él ve ahí el corazón de un siervo, eso es lo que yo quiero. Entonces, Él nos ha llamado a ser esclavos de galeón, de tercer nivel. Que jalemos nuestro remo, que seamos fieles. Que no tratemos de buscar una reputación, ni siquiera evaluarnos a nosotros mismos de manera favorable. Simplemente, jalar nuestro remo y dejar que el Señor juzgue.

Esa es la razón por la que en Hechos 20, él dice: “Sirviendo al Señor con toda humildad”. Regresamos a esa humildad. Estas cosas están íntimamente ligadas. De hecho, usted simplemente podría tomar cualquiera de estas actitudes y si usted ha cultivado esa actitud en su vida, el resultado sería el resto de estas actitudes que tendrían que ocurrir. Usted no puede tener amor sin humildad. No podría tener humildad sin amor. Usted no podría tener unidad verdadera en la comunión sin amor y humildad. Usted no puede servir verdaderamente con el corazón de un siervo, sin amor. Usted no podría servir verdaderamente con el corazón de un siervo sin amor. Y usted no podría ser un siervo con el corazón de un siervo sin humildad. Todo está íntimamente ligado. Es como si el Señor estuviera hablando del mismo asunto desde diferentes ángulos. Y si Él tan solo pudiera hacer que nos aferráramos a uno, y nos concentráramos en eso, lo demás encontrará su lugar apropiado.

Dice usted: “Bueno, ¿qué quieres decir con una disposición a servir?”. Simplemente quiero decir esto. No estoy hablando de programas de la iglesia. Acompáñeme a Romanos, capítulo 12, por un momento. Hemos hablado de motivo, ahora hablemos de función. En Romanos 12:4, retomamos esta analogía del cuerpo de nuevo, y dice: “Así como tenemos muchos miembros en un cuerpo y todos los miembros no tienen la misma función, entonces nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. Teniendo entonces diferentes dones, según la gracia que nos ha sido dada, puede tenerse ahí”.

Entonces, tenemos este cuerpo, ¿verdad? Y el cuerpo tiene miembros diferentes, como un cuerpo humano. Y la iglesia es igual. Cada uno de nosotros tiene dones diferentes. Y después, Él demanda de nosotros: “Si usted tiene dones de profecía, entonces profetice. Si de ministerio, entonces ministre de enseñanza, entonces enseñe. Si de exhortación, entonces exhorte. Si de dar, entonces de. Si de administración o si de guiar, hágalo con diligencia, mostrando misericordia, hágalo con gozo”. En otras palabras, él dice: “Adelante, hombre, no necesitas un programa”. Si eres un creyente, tienes una capacidad dada por Dios para administrar y necesita fluir de tu vida.

Y puede ser dentro de una estructura. Gracias a Dios, esa es un amanera maravillosa. Puede ser muy, muy personal, pero un creyente que no está administrando es una contradicción de términos, porque un creyente es alguien que es morado por el espíritu de Dios, capacitado por el espíritu de Dios para servir. Y no servir, es crear un cuello de botella en algún lugar.

Y venir a una iglesia y decir: “Bueno, vine ahí, pero tienen a todas esas personas y realmente no sé dónde puedo servir”. Escuche, hombre. Si usted está lleno del espíritu de Dios, Él quiere cultivar a través de usted a un ministerio que es absolutamente esencial. Ahora, aquí él usa la palabra profecía y después habla acerca del ministerio. Esos son términos muy amplios. Enseñar, muy amplio, exhortar, dar, gobernar, mostrar misericordia, muy amplios. Eso, ralamente, no son cosas pequeñas, estrechas, aisladas, sino que son categorías. Dentro de la categoría de dar hay todo tipo de maneras de dar. Dentro de la categoría de mostrar misericordia hay multitud de maneras de mostrar misericordia. En la categoría de predicar y enseñar hay multitud de maneras de predicar y enseñar y estilos y demás.

El punto es este, estas son categorías de dones y en su vida y en a mía el Señor ha mezclado, de todas esas categorías, una mezcla perfecta y nos ha dado un don que es nuestro de manera única. Y es la mezcla perfecta de esas categorías de don. Hay otras enlistadas en 1 Corintios 12, también. Entonces, las veo como categorías y a partir de ellas, el Señor toma una dimensión y las mezcla unas con otras y otras. Yo veo mi vida misma y digo: “Obviamente, Dios me ha llamado a predicar y enseñar, y a guiar, y a exhortar, y a demostrar el don de conocimiento, quizás”. Entonces, Él ha tomado esto y aquello y esto y Él los mezcla, de tal manera que cada uno de nosotros se vuelve un copo de nieve espiritual. No hay dos iguales.

Y si usted no funciona, si usted no sirve de la manera simple que usted pueda, no es la actitud que Dios quiere. Y entonces, es fácil generar una especie de actitud espectadora y no es así. Esta iglesia nunca ha estado contenta con ella. Me acuerdo años atrás, cuando la revista Moody Monthly promovió un artículo de nuestra iglesia. Lo publicó y todavía estábamos en la capilla. Pero tenemos a gente que estaba por todos lados y querían hacer un artículo de nosotros. Y realmente, no los conocía en esos días. Fue mucho tiempo antes de que hubiera yo escrito libros para Moody Press y demás. Y salieron. Y luego el Sanders hizo un artículo de nuestra iglesia, después de estudiarla, y evaluarla y entrevistar a personas. El título del artículo fue: “La iglesia con novecientos ministros”. Porque teníamos a novecientas personas en es época y él dijo: “Todo el mundo está sirviendo”.

Teníamos menos programas de los que tenemos ahora, en términos de programas formales, pero todo el mundo estaba sirviendo, Lo estaban haciendo. Simplemente, lo estaban haciendo, administrando con sus dones. La gente llamaba y decía: “¿Hay alguien en el hospital a quien yo pueda visitar, pueda ayudar? En el cunero, ¿puedo ir ahí? ¿Y ayudar a esas queridas damas que están persiguiendo a esos pequeños por todos lados en la alfombra? ¿Pudo mover sillas, puedo limpiar baños, puedo lavar ventanas? Simplemente quiero usar el don que ayuda. ¿Hay un lugar en el que puedas usar a alquilen que quiera enseñar? Me encantaría aprender, si me enseña. ¿Hay un lugar donde pudiéramos colocar a alguien que quiera alcanzar a la gente con el Evangelio? Me gustaría ayudar”.

O llegábamos a escuchar: “Hombre, tenemos un ministerio aquí y es maravilloso. Y Dios lo está bendiciendo, estamos usando nuestro dones, Gloria a su nombre y demás. Así debe ser en la iglesia. Quizás, cuando crece, todo el mundo cree que alguien más lo va a hacer. Pero entre más crece, mayor es la necesidad. Y simplemente necesitamos a más personas que se involucren.

Pero no es solo eso, no es que necesitamos hacer algo para “construir a la iglesia”, o cubrir con alguna meta de un programa. Si usted es cristiano y usted está en el cuerpo de Cristo, usted tiene que estar haciendo su parte. SI usted quiere conocer gozo, si quiere conocer la bendición, si quiere ser obediente, hay tantas necesidades. Simplemente comience a usar sus dones. No importa. Usted no tiene que analizar su don. Quizás nunca sepa cuál es. No se cuál es mi don, fuera de que se que debo predicar, enseñar, hacer unas cantas cosas. No necesito catalogarlo. No necesita una impresión de computadora para saber cuál es su don. Eso es ridículo, la computadora no sabe.

Me he estado viendo por mucho tiempo y no estoy seguro de cuál es la manera en la que Dios me ha mezclado. ¿Cómo ha mezclado todo esto? Básicamente, sé que la manera en la que entiendo mi don es que cuando comienzo a ministrar, y simplemente volteo y miro atrás, y digo: “Ah, eso es lo que hago”. Y cuando usted entra al flujo del ministerio y el poder del Espíritu de Dios, usted va a ver lo que Dios va a hacer a través de usted.

¿Y sabe una cosa? No hay necesidad. No hay fin para la necesidad. Acabo de oír el otro día que el setenta por ciento de la gente de más de dieciocho años de edad, en el Valle de San Fernando, son solteros. ¿No es eso increíble? Muchos hogares simplemente están desmoronándose, ¿no es cierto? Setenta por ciento. Esta es la época de los divorcios, de los padres solteros. Hablamos de necesidades, hombre, tenemos necesidades. Hay necesidades por todos lados. Hay necesidades por todos lados en nuestra iglesia.

Y voy a decir otra cosa acerca de los solteros, mientras que estoy hablando de esto. Creo que a veces los solteros piensan que lo único en la vida para ellos es casarse. Permítame decirle algo, ustedes tienen una alternativa, algo mejor que eso, lean 1 Corintios 7. Pablo dice que sólo se casen si tienen que casarse. Digo, si no pueden salirse de la opción. Y si no tienen el don de soltería y simplemente están ardiendo, y simplemente tienen que casarse, cásense. Pero hombre, si pueden quedarse solteros, quédense solteros. Yo creo en nuestra iglesia que los solteros proveen probablemente el recurso más grande para el ministerio espiritual, porque no están siendo estorbados por nada.

Dice, en 1 Corintios 7:35-36, todo eso del 32 en adelante, que la gente soltera se preocupa por las cosas del Señor. La gente casada se preocupa por la familia, sus esposas, sus cónyuges, y todas las cosas necesarias que tienen que cuidar. No está mal eso. Es simplemente que si usted puede ser soltero, disfrútelo y piense en todos los solteros que necesitamos alcanzar.

Escuchen, hay muchas cosas. Simplemente cultiven el ministerio que Dios ha colocado en su corazón y para el que Dios lo ha dotado. O quiero tan solo presentarle a dos personas, que son de mis favoritos, que son un poco oscuros. Colosenses 4:12. El nombre de este hombre es Epafras. Epafras, escuche esto. Me encanta. Dice: “Epafras, quien es uno de vosotros”, ¿no es eso bueno? ¿Quién es? ¿Un doctor en filosofía? ¿Un doctor en divinidad? ¿Un doctor medico? ¿Un ingresado de seminario Phi, Beta, Kappa? No, no. ¿Ordenado? No, no. “Epafras, quien es uno de vosotros”. Simplemente, personas. Gracias a Dios por él. Él es “un siervo”, ¿de quién?, “de Cristo”. ¿No es eso maravilloso?

Digo, pensé en eso hace años atrás. Pensé que sería algo maravilloso colocar en la tumba de alguien que simplemente fue un cristiano amado, maravilloso. Simplemente, digan su nombre. Uno de nosotros, un siervo de Cristo. Simplemente, uno de nosotros. Es un llamado muy elevado. Él lo saluda. ¿Cuál fue su ministerio? ¿Gran predicador, gran orador? No, no. ¿No, cuál fue su ministerio? Oh. Él siempre ha estado laborando al punto de quedar agotado de manera apasionada por vosotros en oración. ¿No es eso bueno?

Dios, danos más Epafras. Algunos Epafras. Él es suplemente uno de ustedes. Él le dice a los Colosenses: “Simplemente, uno de ustedes y siempre está orando de manera apasionada”. Entonces, ¿por qué está orando? Él está orando porque puedan ser perfectos y perfectos en toda la voluntad de Dios. Aquí hay un hombre que lleva en su corazón la carga del desarrollo espiritual de todo el mundo. Yo creo que este es el don de fe. El don de la fe está ligado a la oración. Aquí hay un hombre con el don de la fe y no sé qué otros dones estaban mezclados ahí. Pero digo, él simplemente lo ejerció. Él no necesitaba un programa organizado. Él simplemente se puso de rodillas y se quedó ahí. Oró. Oró.

Hay otro hombre, en Filipenses 2:25. Su nombre, noten, es cercano al que acabamos de ver. Epafrodito: “Mi hermano y colaborador, en trabajo, con siervo, pero vuestro mensajero”. En otras palabras, ustedes me lo enviaron. ¿Y qué hace? Oh, él ministró a mi necesidad. ¿Qué era? Él era un compañero. ¿Sabe cuánto valor tiene el tener un compañero? ¿Sabe lo que significa simplemente tener a alguien cuando usted está en la batalla? Simplemente, ser un amigo amado. Alguien que pueda tomar la espada y pelear con usted. Muchas personas necesitan eso. Y él ministró a mi necesidad. Él anhelaba estar con ustedes. Él estaba muy cargado porque ustedes oyeron que estaba enfermo.

Dogo, esto es increíble. El hombre está molesto. Él está cargado, tiene un corazón cargado. ¿Por qué? Porque él sabe que su iglesia se enteró de que estaba enfermo. Él piensa que van a estar tristes por ello. Y él está tan triste porque están tristes, porque él está enfermo. Él no está tiste porque él esté enfermo. Él está triste porque están tristes, porque él está enfermo. Qué hombre. Él no está regresando del campo diciendo: “Oren por mí, estoy enfermo”. ¿Se dan cuanta? Él está triste porque ellos están tristes, porque él está enfermo. Qué relación tan amorosa estas personas debieron haber tenido, ¿verdad? Y él estaba enfermo.

Versículo 27: “Él estaba tan enfermo que casi murió”. Él se enfermó y casi murió. Dice usted: “Bueno, ¿cómo se enfermó?”. Oh, versículo 30: “por la obra de Cristo él casi murió”. Él estaba tan ocupado tratando de proveer su servicio a favor mío. No sé. Creo que cuando lleguemos al Cielo, gente como esta va a sobresalir. Vamos a tener que buscar mucho para encontrar algunos de los que conocimos mejor. Gracias a Dios por él.

Entonces, en el versículo 29, él dice: “Recibidle”. Se los estoy enviado. Simplemente, “recíbanlo y tengan en alta estima”. Oh, pero ¿qué hizo?. Oh, él fue un compañero. Él fue un ayudante. Como pueden ver, es cuestión de ser espontáneos. Es cuestión de lo que hay adentro. Si usted tan solo tiene una disposición para servir, simplemente va a salir. Digo, si usted siempre está sentado allá atrás, diciendo: “Bueno, no quiero involucrarme en eso, no sé si me van a aceptar, no sé cómo va a ser trabajar con ellos”. Usted podría jugar así todo el tiempo que quiera, o simplemente servir. Servir.

Permítame darle otro. Gozo. Gozo. Esa es la sexta actitud espiritual interna. En nuestras reuniones en las ultimas noches, Ken Poor simplemente estaba hablando de este asunto del gozo. Disfrutamos de un gran tiempo pensando en esto, hablando de esto. Y disfrutamos mucho de esto, creo también. ¿Qué queremos decir con gozo? Bueno, el gozo es algo así como una exuberancia externa. Es la respuesta del corazón, el alma, la mente, el cuerpo, la persona entera a la relación con Jesucristo. Y una de las cosas que nos hemos esforzado por cultivar en esta iglesia es gozo.

Hay una seriedad en la Palabra de Dios. Oh, claro que la hay. Hay una seriedad en tratar con el Dios infinitamente santo y sabio, soberano, con quien tenemos que ver. Hay una gran seriedad en luchar en medio de las presiones terribles y ansiedades de la vida y la muerte. Y todo lo que la humanidad trae a nuestra vida. Hay muchas cosas que nos traen dolor, pero al mismo tiempo estamos llenos de gozo. Y ese es un entusiasmo del alma profundo. De que todo está bien. Y en últimas, todo va a ser glorioso.

Yo creo que el gozo viene de la Palabra de Dios. Yo creo que, conforme estudiamos la Palabra de Dios, conforme obedecemos la Palabra de Dios, el gozo es nuestro. “Estas cosas os he escrito”, 1 Juan 1:4, dice: “para que vuestro gozo sea”, ¿qué?, “cumplido”. Y el reino de Dios, dice en Romanos, es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Jesús dijo que él vino a darnos gozo. Pablo dice: “Regocijaos siempre. De nuevo digo regocijaos”. Y yo estoy convencido que el gozo está ligado a este asunto entero de una disposición a servir. Yo veo a gente involucrándose en cosas del Señor y haciendo cosas y usando sus dones. Y hay gozo. ¿Por qué? Porque el gozo viene en entregarse a sí mismo a otros. A otros.

La gente que es introspectiva, bueno, tratan de recogerlo todo, tratan de recibirlo todo y satisfacer sus propias necesidades. Y resolver sus propios problemas. Y satisfacer sus propios deseos. Se vuelven personas que se contemplan a sí mismos y se vuelven seres humanos miserables. Es la gente que entrega su vida, que está llena de gozo. Y queremos una iglesia que está llena de gozo.

Digo, me emocionan cosas. Y no dejo que las cosas roben mi gozo. Peleo por mantener mi gozo. Algunas personas tratan de robarse mi gozo. Así es. Vienen y dicen: “John, tenemos un verdadero problema aquí. Muy serio, muy serio”. Yo digo: “Bueno, ¿qué es?”. Y me hablan de algo pequeño, usted sabe, algo que no es nada. Y yo simplemente digo: “Bueno, simplemente tendremos que ver si el Señor no va a resolver ese problema. Haremos lo que podamos”. Y algunas veces vienen y tienen un problema, que es un problema grande. Y simplemente he cultivado en mi propio corazón, simplemente algo que cultivo, que cuando tengo un verdadero problema, serio, instantáneamente reacciono diciendo: “Eso es realmente emocionante. Hombre, eso es maravilloso. Muchas gracias, estoy tan emocionado por ese problema”.

Algunos de ustedes, que han estado cerca de mí, saben que eso es lo que he estado diciendo: “Hombre, me da tanto gusto saber eso. Qué problema tan maravilloso”. Me ven, usted sabe, como que mi elevador no llegó al piso de arriba. Pero, como puede ver, si yo sé cuál es el problema, estoy un paso adelante, ¿verdad? Porque yo conozco al que resuelve los problemas. Pero si no sé cuáles son los problemas, realmente estoy en problemas. No tengo ningún problema si sé dónde están los problemas. Tengo gozo porque conozco al que resuelve los problemas.

Usted puede perder su gozo. Usted puede comenzar a buscar el montón de estiércol en toda pradera  si usted quiere. Usted puede vivir así. Digo, simplemente es una decisión, es una decisión que usted toma. Yo escojo estar gozoso. Yo escojo estar feliz. Yo escojo ser entusiasta. Yo escojo estar emocionado por lo que Dios está haciendo. Y no me importa lo que usted me diga, no va a afectar. Si yo puedo enfrentarlo en la fortaleza del espíritu de Dios, porque yo creo que la Biblia me manda regocijarme siempre. Y de nuevo, digo, regocijarme.

Y entonces, yo le digo a mi espíritu: “Regocíjate, MacArthur, regocíjate”. Regocíjate en el Dios que te redimió y te ama, a pesar de ti mismo. Regocíjate porque algún día vas a irte al Cielo. Claro que tienes problemas. Pero algún día vas a llegar al Cielo, vas a tener una congregación de personas perfectas. Van a tener un predicador perfecto y ya ni siquiera se van a necesitar el uno al otro. Así que vas a poder despedirte de la iglesia. Y todos se van a poder ir a casa.

Escuche, no deje que nadie se robe su gozo. Y si usted no tiene el gozo del Señor es porque está viendo las cosas equivocadas. El gozo está disponible. Podemos regocijarnos en cualquier cosa. Vamos a hablar de eso en esta noche. Todas las cosas son para bien, por lo tanto todo lo que viene es una fuente de gozo. Nunca he visto a personas que estén más felices que cuando saben que han resuelto un problema. Usted no puede llegar a ser así de feliz si usted no tiene un problema para comenzar.

Vamos a hablar de una sexta actitud. Paz. Paz. Esa es una palabra hermosa, ¿no es cierto? Paz. “Mi paz os dejo. No como el mundo la da. No se”, ¿qué?, “no se turbe vuestro corazón, ni tengáis miedo”. Jesús vino a darnos su paz. 1 Corintios 7:15, dice: “Dios nos ha llamado a paz”. “Y la paz de Dios llenará vuestros corazones”, Filipenses 4 dice. “Vivid en paz”, 2 Corintios 13:11. “Estad en paz entre vosotros”. 1 Tesalonicenses 5:13, “Paz. Si el gozo es la exuberancia externa, la paz es el contentamiento interno”.

Y cuando usted ve a personas que vienen al Señor, hablan de gozo y paz. ¿No es cierto? El gozo del Señor, y su paz profunda establecida. Paz. En otras palabras, es esa satisfacción interna que dice: “Todo está bajo control”. Todo está bajo control. Ahora, si eso no es verdad, hay pecado en su vida. Pero cuando usted está enfrentando el pecado y está andando en el espíritu, no importa lo que pase, hay paz. Nunca debemos permitir que alguien quite nuestra paz.

A lo largo de los años de ministerio aquí, hemos tratado de cultivar en el corazón una actitud de paz. Una actitud de reposo, una actitud de confianza en Dios. He estado derramando mi alma durante semanas, ahora, en Romanos, capítulo 8, tratando de mostrarle que está seguro en Jesucristo y que el resultado de ese tipo de seguridad es un sentido de reposo profundo. Paz. Paz del alma.

No hay razón por la cual debe estar turbado. No hay razón por estar ansioso. Esa es la razón por la que Pablo dice: “Por nada que estéis afanados”. Nada. Que la paz de Dios gobierne su alma. Todos nosotros somos probados en ese punto. Claro. Y no vivimos de manera perfecta, en paz. Pero es una actitud que debemos tener. Una actitud de paz.

Permítame darle un corolario, y esto es lo que realmente quiero enfatizar. Podríamos decir mucho acerca de la paz misma. En Mateo, capítulo 5, Nuestro Señor dijo: “Bienaventurados los”, ¿qué?, “pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Los cristianos deben ser pacificadores. Amados, ustedes no podrían hacer algo más maravilloso para el reino de Dios, la iglesia de Jesucristo, que ser pacificadores. Que cosa tan maravillosa.

La naturaleza humana tiende a buscar el conflicto, ¿no es cierto? Simplemente, así como Job lo dijo: “El hombre nace para la aflicción así como vuelan las chispas hacia el aire”. Digo, la vida simplemente está llena de chispas, conforme la gente frota contra otras. Conflictos. Simplemente, sucede. Suceden personalidades, sucede simplemente continuamente. Y lo que porfiamos hacer que simplemente seria maravilloso es ser pacificadores. No fomenten la ansiedad. Suavícela.

Digo, yo oigo cosas. Alguien dice: “Bueno, ¿sabes qué? Algo está mal en Grace Church”. Hombre. Está pasando esto aquí. Y alguien más lo oye, y alguien más. Y de pronto viene esta gran ola, usted sabe, y me inunda. Y yo digo: “Espera un momento, creo que está un poco exagerado”. Y en lugar de que alguien, a lo largo de este proceso, sea un pacificador, tenemos esta fila de personas que en lugar de hacer la paz, están causando problemas. Y todos hemos sido parte de esto en algún momento. Todos caemos en esto.

En algún lugar en nuestros corazones tiene que haber ese compromiso con esa actitud que dice: “Estoy en paz, todo está bien, Dios está en control, Él todavía está en su trono. Voy a ser un pacificador”. Oh, qué cosa tan hermosa. Sé un pacificador. Sé un pacificador. Cada vez que usted tenga la oportunidad de enfrentar un conflicto, haga la paz. Reconcilie a dos partes para que puedan abrazarse la una a la otra. Sea un pacificador. No adopte una postura contra esta persona por acá. Trate de encontrar lo que es bueno en esta persona, bueno en esa persona. Elimine las coas que están mal en base a lo usted puede ver que está bien acerca de eso. Cultive relaciones apropiadas y sea un pacificador. Comience su propia familia.

¿Sabe una cosa? Hay algunas cosas, caballeros, que usted puede decir que van a hacer que su esposa salga de órbita. Y usted lo sabe. No diga esas cosas. ¿Por qué va a hacer eso? ¿Sabe una cosa? Hay algunas veces, en nuestra familia, cuando estoy bien. Mi esposa cree que estoy mal algunas veces, pero estoy bien. Algunas veces estoy mal, pero algunas veces estoy bien. Y hay algunas veces, cuando ella piensa que estoy mal, pero estoy bien, y Dios y yo quizás seamos los únicos que sabemos eso, pero estoy bien. Pero no voy a afirmar eso, porque eso no contribuye a la paz. No voy a hacer concesiones en convicciones, pero ciertamente no voy a defender mis derechos si no llevan a la paz. Porque la paz me es más importante que mi propia voluntad y hacer lo que yo quiero. No me es más importante que hacer lo que Dios quiere.

Y esa es la razón por la que voy a pelear algunas batallas continuamente contra aquellos que niegan la verdad de Dios. Pero voy a hacer la paz con aquellos que están en su familia. Debemos ser pacificadores. Oh, si tan sólo pudiera usted entender estas cosas. Cuán simple se volvería la vida. Una más, gratitud. Y estas son tan obvias. Esto es simplemente repaso. Estas son cosas tan básicas. “Dad gracias en todo”, 1 Tesalonicenses 5:18. Dad gracias en todo. “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros”.

La gente tropieza por tratar de encontrar la voluntad de Dios, busca la voluntad de Dios. Creen que Dios es un conejo de Pascua universal, quien ha escondido en los arbustos su voluntad y dice: “Más caliente, más caliente, te estás acercando”, conforme están buscando la voluntad de Dios. Acabo de leer un libro de cuatrocientas veinticinco paginas de cómo encontrar la voluntad de Dios. Encontré la voluntad de Dios en 1 Tesalonicenses 5:18. “Dad gracias en todo”. Tres palabras, simplemente estaré agradecido. Simplemente, esté agradecido.

La gente dice: “Oh, si  tan sólo tuviera un mejor trabajo. Si tuviera una mejor esposa, un mejor marido, una mejor familia, tuviera una mejor situación, un mejor auto”. Mejor esto, mejor aquello. Si no tuviera todos estos problemas. Todo. Esté agradecido. La gratitud es lo más poderoso en su vida. Si usted puede llegar a cultivar un corazón agradecido, usted puede resolver muchos problemas. Lo único que tiene que hacer es, continuamente estarle ofreciendo a Dios gratitud y alabanza y eliminará todos sus problemas. Usted simplemente ya no ve eso.

Digo, eso es lo que el salmista hizo. Él se metió en un problema, él estaba escondiéndose en algún lugar, debajo de una roca porque teme que Absalón lo va a matar. Digo, ¿este es David, verdad? Él no tiene a nadie que lo defienda. Está ahí afuera en el desierto, solo. Absalón está tratando de quitarle el trono. Él lo está persiguiendo en el desierto y él está sentado bajo una roca y él está clamando: “Oh, Dios, Oh, Dios”. ¿Por qué prosperan los impíos? ¿Por qué estás haciendo esto? ¿Hasta cuándo Jehová voy a estar aquí? ¿Por qué no entras y los destruyes? Y sigue, y sigue. Y finalmente, él comienza a pensar acerca de lo que Dios ha hecho. Y él comienza a recitar todo. “Dios, oh Señor, tú hiciste esto, Señor, tú hiciste aquello. Señor, tú estás tan elevado, tú eres tan poderoso, tú eres tan glorioso. Oh, Señor, te doy gracias por esto, te doy gracias por aquello”.

Y cuando llega al final del Salmo, Señor, eso es maravilloso. Él simplemente está totalmente liberado, él está bajo la misma roca, Absalón está haciendo lo mismo, nada más que él ha cultivado una perspectiva totalmente diferente. Y si usted tiene problemas, usted está quejándose todo el tiempo, no tiene nada que ver con sus circunstancias. Tiene que ver con su incapacidad de estar agradecido por las cosa que Dios está haciendo, que son positivas.

Cultive la gratitud. Que sus labios estén llenos de alabanza. En el Salmo 30:4, dice que “deberíamos estar agradecidos por recordar la santidad de Dios”. En el Salmo 106:1, “debemos estar agradecidos por la bondad y misericordia que él nos da”. En 2 Corintios 9:15, “deberíamos estar agradecidos por el don de Cristo”. En Apocalipsis 11:17, “deberíamos estar agradecidos por el poder de Cristo y el reino venidero”. En 1 Tesalonicenses 2:13, “debemos estar agradecidos por la recepción y la obra eficaz de la Palabra de Dios”. En Romanos 7:23-25, “debemos estar agradecidos por el hecho de que Cristo nos ha librado del poder del pecado que mora en nosotros”. En 1 Corintios 15:57, “debemos estar llenos de gratitud porque se nos ha prometido la victoria sobre la muerte y la resurrección”.

En Daniel 2:23, Daniel estaba agradecido por sabiduría y fortaleza. En 2 Corintios 2:14, “debemos estar agradecidos por el triunfo del Evangelio”. En Romanos 6:17, “debemos estar agradecidos por la conversión de otras personas”. En Romanos 1:8, “debemos estar agradecidos por la fe mostrada por otros”, como Pablo lo estaba. Y en 2 Tesalonicenses 1:3, “Él estaba agradecido por el amor que vio en otros creyentes, por el trabajo duro por causa del reino”. En 1 Corintios 1:4, “Él estaba agradecido pro al gracia concedida a otros”. “Él estaba agradecido”, en 2 Corintios 8:16, por el Cielo, por Cristo que él vio en las vidas de otros”.

Digo, usted simplemente cultive y cultive la gratitud. En lugar de estar por todos lados quejándose por lo mal que están las cosa, diga usted: “Bueno, no estoy agradecido pero mi circunstancia”. No, no son sus circunstancias. Como pude ver, la razón por la que no está agradecido es muy simple. La razón por la que no está agradecido es porque no cree que usted recibe lo que merece. Es correcto. Y si usted recibiera lo que merece, usted estaría en el infierno. Así que elimine eso. Usted no quiere lo que merece. Usted ni siquiera quiere lo que usted quiere, a menos de que usted sepa que Dios lo quiere para usted. Esté agradecido. Tantas cosas. Cultive la gratitud. Eso va a quitar lo agrio de su vida.

¿Estas son cosas simples, no es cierto? Gratitud, paz, gozo, disposición a servir, unidad, amor, humildad, obediencia. Escuche con atención. Lo que voy a decir podría sonar como herejía, pero no es así. Aquí hay ocho cosas que le acabo de dar. Ahora escuche. Podría tomar cualquiera de ellas, simplemente cualquiera de ellas, y si eso estuviera reinando de manera suprema en su vida, el resto estarían también ahí.

Simplemente, tome la obediencia. Usted tiene una actitud de obediencia, se encarga de todo. Tome la humildad. Si usted es humilde, verdaderamente humilde, abnegado, entonces va a amar y va a encontrar entonces unidad. Y si usted ama sí, usted va a servir y a partir de ese servicio va a salir gozo. Y de ese servicio y ese amor, un sentido profundo de paz. Y cuando usted tiene un sentido profundo de paz y un sentido profundo de gozo, y su vida está llena de servicio significativo, usted va a ofrecerle a Dios, ¿qué?, gratitud.

Tome el amor. Si su vida está dominada totalmente por el amor, ¿que va a pasar? Bueno, en primer lugar, si me amáis, guardaréis, ¿qué?, mis mandamientos. Entonces, si usted simplemente ama a Dios, usted va a obedecer todo. Y si usted simplemente ama a Dios, usted va a ser humilde, y usted va a encontrar unidad. Y a partir de ese gran amor va a venir servicio, y gozo, y paz, y gratitud. Porque va a agradecerle al que usted ama, ¿no es verdad?

Y si usted está gozoso, usted va a tener paz en su corazón. En esa relación de amor contenta que tiene. O usted tan solo, usted podría tomar la unidad. Digo, si usted realmente buscara tener un corazón y una alma unido con todo creyente. Hombre, lo voy a decir una cosa. Eso, para hacer eso, usted va a tener que expresar amor, y humildad y obediencia. Es todo. No importa. Digo, es casi como si el Señor estuviera diciendo: “Mira, te estoy dando unas ocho mil maneras de ver esto, simplemente, escoge la que quieras”.

Es como Gálatas 5 dice: “Más el fruto del espíritu. No fruto, sino fruto, es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”.  Usted tiene todo o nada. Usted no puede decir: “Bueno, mi vida está llena de amor, amor verdadero de Dios, amor generado por el Espíritu Santo. Nd amás que soy miserable. No tengo gozo en mi vida”. No, no. La vida llena de amor va a ser gozo, y paz, y paciencia, y benignidad.

Digo, simplemente viene todo. ¿Se da cuenta? O digamos que usted simplemente decidiera que va a estar gozoso. Usted simplemente va a cultivar el gozo. A partir de su gozo, va a venir gratitud, y paz y servicio. Digo, ¿se da cuenta de lo que estoy diciendo? Entre en cualquier punto. Bueno, yo creo que entendemos la exhortación. Permítame ofrecerle una palabra de reconocimiento.

Alabo a Dios continuamente porque ustedes son obedientes. Y no estoy diciendo que no lo son. Y son humildes y amorosos. Y tienen una unidad hermosa. Una disposición a servir, gozo, paz. La gratitud definitivamente está en sus vidas. Lo veo. Alabo a Dios por ello. Los felicito, lo reconozco. Pero solo les recuerdo que deben reforzar esto en caso de que esas cosas quizás hayan bajado un poco.

No es que no tenemos esas cosas, las tenemos. Necesitamos más de esas cosas buenas que tenemos, ¿verdad? Y necesitamos a más personas que estén viviendo esto al máximo nivel posible. Y quiero cerrar con una carta que creo que es una bendición maravillosa. Y creo que usted también lo pensará.

Escuche: “Hoy cumplimos un años de aniversario de estar en Grace Community Church. Salimos en fe de nuestro hogar en Fort Lauderdale, en Florida. Saliendo del oeste para asistir a Grace Church ha sido el año más emocionante en la vida cristina de nuestra vida. Es como mudarnos a California buscando el oro, nada más que no es oro corruptible lo que estamos buscando, sino una riqueza incorruptible en la Palabra de Dios que está disponible de una manera tan abundante en Grace Church”.

“Aunque verdaderamente estábamos creciendo en la Palabra de Dios a través de su ministerio de radio que nos ha bendecido tanto, sentimos que era el momento de entregarnos a nosotros mismos en un ministerio de servicio para ayudar al cuerpo de Cristo a crecer e Grace Church”. ¿No es eso maravilloso?

“Mi marido y yo estamos involucrados en el ministerio de estudios. La misión de rescate, de unión, como también sirviendo en la recepción, como usted sabe. Y verdaderamente es un gozo ser parte de la iglesia que Cristo está edificando, sirviendo. Y sacando de ello”, ¿qué?, gozo”.

“También estoy abrumada al ver cómo la gente que trabaja ahí nos han ayudado, no solo ha crecer en el Señor, sino a satisfacer nuestras diferentes necesidades, tales como alimento y comida. Y ayudarnos a encontrar un hogar cuando llegamos aquí por primera vez. Nunca me he sentido sola durante nuestras pruebas porque los Santos fieles en Grace realmente han llevado nuestras cargas cuando estábamos en necesidad”.

“Y el Salmo 34 ha llegado a ser muy especial para toda nuestra familia. Cuando estuvimos en necesidad, clamamos al Señor y Él nos oyó. Y nos libró de todos nuestros temores a través de los Santos amados en Grace Church. Y hemos gustado y visto que el Señor es bueno. Y verdaderamente estamos felices porque hemos confiado en él de manera plena. No tenemos nada más que alabanza a Nuestro Señor por cómo Grace Church nos ha ministrado a través de sus Santos”.

“Tanto financiera como espiritualmente. Muchas gracias por amar a su congregación tanto como para enseñarles la Palabra de Dios. Y enseñarles a cómo aplicar las Escrituras a sus vidas diariamente. Nos acordamos sin cesar de su obra de fe y labor de amor y paciencia en la esperanza de Nuestro Señor Jesucristo, ante Dios, Nuestro Padre”.

¿Qué tipo de iglesia puede tener ese impacto? ¿Qué tipo de iglesia se necesita para tocar una familia así? Esa es solo una de muchas. Una iglesia que tiene las actitudes correctas. Actitudes correctas de corazón, como amor, humildad, servicio, gozo, paz, gratitud. Todas esas cosas. Esas son las cosas que cambian una iglesia. Y una iglesia así es lo que cambia un mundo.

Bueno, oremos. Padre, hemos venido esta mañana con corazones llenos de expectativa de que Tú vas a encontrarnos. Te adoramos. Levantamos tu nombre en nuestras canciones y alabanza y en nuestros corazones. Hemos visto tu Palabra y te hemos oído hablar. Y nuestras almas han sido convencidas de pecado. Queremos conformarnos más, querido Señor, con ese hombre perfecto, que es la plenitud de Cristo.

Llena nuestros corazones, Padre, con las cosas buenas. Que seamos aquellos que estamos agradecidos. Agradecidos por todo. Todo. Gozosos, en paz, dispuestos a servir, usando nuestros dones en donde sea necesario. Y que haya un deseo tan por la obediencia que literalmente sobreabunde con el amor y la humildad que caracteriza a personas verdaderamente comprometidas.

Y Señor, sabemos también que donde te representamos en el mundo, tu reino se extiendo y tu pueblo es bendecido. Con ese fin en mente, oramos en el nombre de Cristo. Amén.

 

 

 

 

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