Al regresar esta mañana del estudio de la Palabra de Dios, llegamos al mensaje final en nuestra serie especial acerca de la anatomía de una iglesia. Y al concluir la serie realmente hemos llegado al mensaje más importante. Hemos tratado de ver la iglesia en la analogía de un cuerpo, hemos hablado del esqueleto, verdades fundamentales básicas con las que la iglesia debe estar comprometida; hemos hablado de los sistemas internos, actitudes espirituales que deben existir en los corazones de su pueblo, de su congregación. Hemos hablado del músculo, la función del ministerio, y hemos hablado de la carne, la forma que adopte ese ministerio; pero en ningún cuerpo estará completo sin su cabeza. Y entonces en nuestro estudio en esta mañana quiero que veamos la Palabra de Dios, para adquirir un entendimiento de la cabeza del cuerpo quien no es ningún otro que el Señor Jesucristo.
Ahora hemos estado hablando mucho de cosas que tenemos que hacer en la iglesia, y han respondido de una manera tan maravillosa que ha sido un gran aliento para mí, un aliento tremendo; y han oído cosas que nos han confrontado mucho, y han sido muy directas y nos han motivado en nuestros corazones, y he visto al Espíritu de Dios dar frutos ya en estas áreas. Realmente nos hemos concentrado durante siete semanas en lo que debemos estar haciendo, lo que debemos estar creyendo, lo que debemos estar pensando, lo que debemos estar planeando; y estaría muy desequilibrado si no llegáramos hablar de la cabeza quien es Jesucristo, y lo que Él está haciendo en su iglesia. Y esto, por cierto, amados, es el consuelo definitivo.
Como puede ver, el consuelo definitivo es saber que con todas las cosas que hacemos y las hacemos de una manera tan inadecuada, quedamos tan cortos de lo que debiéramos hacer; con todas las cosas que dejamos de hacer, con todos los errores que cometemos, y todos los pecados en los que caemos con tanta facilidad en la carrera por hacer la voluntad de Dios, tenemos esta confianza suprema de que Cristo está edificando su iglesia; ese es un aliento tremendo y queremos hablar de eso. Pablo habló de esto en Efesios capítulo 4, Él dijo que “todos estamos creciendo en Aquel que es la cabeza”; la cabeza que es Cristo, y después Él dijo esto, escuchen de Él: “De quien todo el cuerpo viene unido por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, recibe su crecimiento en amor; conforme cada parte cumple con su trabajo”. En otras palabras Pablo dijo: “Tenemos que dar todo lo que tenemos, tenemos que esforzarnos por hacer todo lo que podamos hacer, y ser todo lo que podemos ser en el conocimiento pleno que realmente es el poder de Cristo lo que hace que todo esto funcione”, esto, amados, es la paradoja divina ¿no es cierto?
Hacemos el esfuerzo supremo, y si algo es hecho es de Dios, y es consuelo supremo el saber que donde fracasamos Él tiene éxito; y entonces quiero que en esta mañana nos enfoquemos en el que es nuestra cabeza, sin el cual no podemos hacer, ¿qué?, nada, dice Pablo, nada. Y conforme estaba pensando en un pasaje que pudiéramos examinar, me había traído la bendición majestuosa en la conclusión de la Epístola a los Hebreos. ¿Será tan amable en abrir su Biblia en Hebreos 13 versículos 20 y 21? Y realmente quiero usar este versículo simplemente como un punto de contacto con la verdad para llevar los otros pasajes en el Nuevo testamento que van a enriquecer nuestro entendimiento en la obra del Señor para su iglesia. Hemos hablado durante siete semanas acerca de lo que debemos hacer, y ahora vamos hablar de lo que Cristo hace por su iglesia.
Realmente ésta debería ser una serie en sí misma, pero nos vemos presionados a condensarla en un mensaje. Por cierto, es una bendición, una doxología majestuosa; se incluye las palabras de conclusión de esta gran Epístola. Dice: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo Él en vosotros lo que es agradable delante de Él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”.
Hermosa doxología, hermosa bendición. Pero en una manera esa bendición concluye en forma de resumen la obra de Cristo; de hecho inclusive cierra en forma de resumen el mensaje de la Epístola a los Hebreos, pero no la vamos a ver de manera particular desde ese ángulo; la doxología tiene la intención de ser una alabanza de conclusión para el Dios de paz, y Él es llamado así debido a que a través de la sangre de Jesucristo Él ha hecho la paz con hombres pecaminosos. Él es el Dios de paz quien fue una en una ocasión el Dios de ira, el Dios de guerra, el Dios de juicio, el Dios de furia, pero Él se ha convertido para nosotros el Dios de paz; no siempre un Dios de paz, sino para nosotros Él se vuelve el Dios de paz a través de la sangre de Jesucristo, cuando Él hace la paz y Él hizo la paz, Él hace la paz con nosotros. Entonces es una doxología para alabar al Dios de paz, pero en alabar al Dios de paz delinea cómo Él se convirtió en el Dios de paz a través de la obra de Jesucristo; comienza con la afirmación que Él es el Dios de paz, comienza con la afirmación que Él debe ser glorificado por los siglos de los siglos; y el medio para ello está a la mitad de la obra, la maravillosa obra del Señor Jesucristo. ¿Qué es lo que Cristo hace por su iglesia? Está aquí en este pasaje que obtenemos un vistazo de ello conforme comenzamos a verlo.
En primer lugar, Él es el salvador de su iglesia. Hay varias cosas en este texto que apuntan a la obra salvadora de Cristo en favor a su iglesia. La primera que señalé fue su nombre Jesús, Señor Jesús en el versículo 20, Jesús debía ser su nombre dice Mateo 21: “Y llamarás su nombre Jesús, porque Él salvará su pueblo de sus pecados”, ese nombre significa “Jehová salva”, es Jeshua, Joshua, del Antiguo testamento, significa” Jehová salva”; entonces su nombre mismo es el nombre de uno que salva.
Antes el escritor de Hebreos en el capítulo 2 en el versículo 9 y 10 escribió: “Pero vemos a Jesús que fue hecho un poco menor que los ángeles para el sufrimiento de la muerte, coronado con gloria y honra, para que Él por la gracia de Dios gustara de la muerte por el hombre. Porque convenía a Él para quien son todas las cosas, y por quien son todas las cosas, al llevar a muchos hijos a la gloria, el hacer al capitán de su salvación perfecto mediante sufrimientos”. Jesús es el que gustó la muerte para todo hombre, Jesús es el que se volvió el “arquegos”, el pionero, el capitán, el líder, el que abrió la brecha, el que comenzó la salvación; Él fue hecho perfecto en su propia ofrenda de sí mismo. De hecho el nombre Jesús habla de nuestra salvación tanto, que el escritor en Hechos 4:12 dice: “Que en ningún otro hay salvación bajo el cielo, por el cual podamos ser salvos en el nombre de Jesús”, entonces su nombre mismo, aquí habla de su obra salvadora. Y entonces ahí hay una nota de alabanza aquí, conforme a la bendición comienza, simplemente en el nombre de Jesús el Salvador, pero hay mucho más porque el versículo 20 dice que: “Él llevó acabo su obra salvadora mediante la sangre del pacto eterno”, esa es una frase maravillosa, “la sangre del pacto eterno”.
Como puede ver, los judíos siempre supieron que el pecado tenía que ser expiado por la sangre, no había otra manera, y eso es parte del mensaje de este libro de Hebreos. Allá atrás en el capítulo 9, y el versículo 18, leemos esto: “Así como ni el primer pacto o el primer testamento, –ese es el antiguo, el que estuvo bajo Moisés–, fue dedicado sin sangre”, todo judío sabía que la rectificación del antiguo pacto, en Levítico 17:11 fue por sangre. El antiguo pacto fue inaugurado y ratificado por el derramamiento de sangre, porque fue por el diseño de Dios que debía haber derramamiento de sangre para enfrentar el pecado.
Moisés fue el agente de Dios para rociar esa sangre, para ratificar ese pacto, para echarlo a andar; porque cuando Moisés había hablado todo precepto a todo el pueblo según la ley, Él tomó la sangre de corderos y cabras con agua y lana escarlata, hisopo, y roció tanto el libro como a todo el pueblo diciendo: “Esta es la sangre del pacto de testamento que Dios ha hecho con vosotros”. Además Él roció con sangre tanto el tabernáculo como todos los utensilios del ministerio; Dios está presentando algo importante aquí; había sangre por todos los lados, sangre por todo el libro de la ley, sangre por todo el pueblo, había sangre por todo el tabernáculo, y los utensilios en el tabernáculo; era un desastre sangriento, sangre por todos lados.
Dios estaba diciendo que no hay pacto hecho conmigo sin el derramamiento de sangre, pero todo eso únicamente era simbólico del derramamiento definitivo de sangre que podía llevar a los hombres a la paz con Dios. Entonces dice en el versículo 22: “Casi todas las cosas por la ley son limpiadas con sangre, y sin derramamiento de sangre (¿qué?), no hay remisión, no hay perdón, no hay paz con Dios”. Esa es la razón por la que Jesús ratificó el nuevo pacto, en Mateo 26:28 al decir esto: “Esta es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados”, y Él de hecho estaba diciendo mi sangre será lo que inaugura un nuevo pacto, entonces los pactos eran hechos en sangre; y si un hombre iba a tener paz con Dios sería mediante el derramamiento de sangre, y ningún sacrificio animal podía llevar acabo efectuar esa paz verdadera; tenía que venir el sacrificio definitivo de Cristo, del cual todos los sacrificios animales únicamente eran adelantos y retratos. Si usted vuelve a ver lo que dice en Hebreos 13:20, dice: “Es la sangre del pacto eterno”, el pacto mosaico, el antiguo pacto no fue eterno, fue un pacto temporal, sólo fue una sombra de cosas venideras; es reemplazado por el pacto eterno porque Jesucristo, mediante una sola ofrenda, perfeccionó para siempre a los santificados. Él, mediante ese acto único de sacrificio, trajo una salvación eterna.
En Hebreos 9:12 dice: “Ni la sangre de carneros, ni cabras, sino por su propia sangre É|l entró una vez al Lugar Santo, habiendo obtenido la redención eterna”. El sacerdote entraba una y otra, y otra, y otra vez, y había sacrificio, tras sacrificio, tras sacrificio, tras sacrificio. Cristo entró una vez y nunca volvió a salir. Él compró para nosotros la redención eterna. Entonces vemos en este pasaje que Él es el Salvador de su iglesia, que ese es su nombre, y que esa fue su obra en la cruz.
Después vemos otra frase ahí al principio en el versículo 20 cuando dice: “El Dios de paz, que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo”. Ese también es un elemento muy esencial en su obra salvadora, porque cuando el Padre resucitó a Jesús de los muertos, fue el sello de aprobación por parte del Padre a favor de su obra terminada. Pensamos en la resurrección como un medio para nuestra propia resurrección, pensamos de la resurrección como el conquistar la muerte que nosotros también disfrutaremos, y todas esas son maneras correctas de pensar en ella, pero no incluye en todo; debemos ver la resurrección de Jesucristo como la afirmación más importante, más grande de aprobación por parte de Dios a favor de su obra salvadora.
Cuando Él lo resucitó de los muertos, Él estaba afirmando que Él había cumplido lo que Él había hecho hacer a la cruz. Entonces la obra salvadora de Cristo viene a nosotros de manera clara a través del versículo 20; Jesús mediante su sangre nos mete en un pacto eterno, y en respuesta, el Dios de paz lo resucita de los muertos. Es Cristo quien Pablo dice en Efesios 2: “Es nuestra paz, Él es nuestra paz, Él ha hecho la paz”. En Colosenses 1:20 dice que: “Mediante la sangre de su cruz”, y creo que esa es la razón por la que Lucas 10 creo que es el versículo 6: “Somos llamados hijos de paz”. Entonces Él es el Salvador de su iglesia.
Ahora, amados, permítanme decirles lo que esto significa: Esta iglesia no es una organización humana, ni lo es ninguna iglesia de Jesucristo. Usted no entra en esta iglesia al apuntarse, usted no nada más se convierte en un miembro por que a usted le gusta el tipo de gente que está aquí, o cree que será bueno para sus negocios, o podría elevar su estilo de vida, o podría meterse en algunas de las cosas divertidas que hacemos, o podrá disfrutar la música, o lo hace sentir mejor acerca de usted mismo, no; usted entra a la iglesia en base a la muerte sacrificial del Señor Jesucristo, y la entrada le pertenece aquellos que son redimidos y lavados mediante su sangre preciosa. No estamos edificando la iglesia, Él la está edificando, es su iglesia; Él es el Salvador de su iglesia, Él trae gente a su iglesia. Hablemos de eso. Hay dos elementos de esto de los que quiero hablar.
En primer lugar, Él ama su iglesia. Su obra salvadora está edificada sobre su amor salvador, lo amamos porque Él nos amó primero, es Dios quien predeterminó la relación de amor con nosotros aún antes que de que nosotros llegáramos a existir, y nos amó mientras que nosotros lo odiábamos. Inclusive cuando éramos enemigos de Dios, a través de su gran amor, nos reconcilió consigo mismo mediante la muerte de su Hijo; Él nos ama, y fue su amor lo que nos redimió, fue su amor lo que hizo entregar su sangre preciosa, más preciosa que cualquier cosa humana.
En Efesios capítulo 5 hay una afirmación maravillosa en el versículo 2, con la que sin duda alguna está familiarizado, dice: “Andad en amor, así como Cristo nos amó, y se entregó así mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios como olor fragante”. Cristo nos amó tanto que se entregó a sí mismo por nosotros. ¿Y sabe una cosa? Es maravilloso saber que usted es amado, es maravilloso saber eso; Él ama a la iglesia, Él ama a la iglesia tanto, que se entregó a sí mismo por la iglesia.
Cuando nosotros en el proceso de estar ministrando y entregando nuestras vidas, y haciendo lo mejor que podemos hacer, y nos preocupamos porque la iglesia no es todo lo que debería ser, y vemos a la gente que no está donde debe estar, y deja de venir y nos preguntamos por qué no salen las cosas como debieran salir, nos decimos a nosotros mismos como hombres de Dios o ministros o aquellos que guían: “Señor, esta es mi vida, esta es mi pasión, estoy entregando todo lo que soy, lo que tengo a esto, me preocupa esto, vivo para esto, y no es todo lo que quiero que sea”, que nuestra tristeza sea ahogada por el hecho de que Él la ama infinitamente más de lo que nosotros la amamos. ¿Acaso mi propio corazón no es consolado en el hecho de que cuando yo estoy entristecido por aquellos que no hacen lo que debieran hacer, y no responden como deberían responder, y estoy entristecido debido a eso,
pienso en cuánto Él, quien ama la iglesia mucho más de manera infinita, se entristece? Y sin embargo Él ama, Él ama a su iglesia, y habiéndolos amado dice en Juan 13: “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta la perfección”.
Él no deja de amar a su iglesia porque fallan, Él no deja de amar a su iglesia porque fracasan, Él no deja de amar a su iglesia porque son indiferentes, porque no aprovechan las oportunidades, los recursos y los privilegios, Él no deja de amarlos; y también nosotros debemos recordar que el conoce todo en manera infinita, no deja de amar aun cuando la gente que Él conoce tan bien , y nosotros somos confortados, consolados en el hecho de que Él ama a su iglesia; Él predeterminó establecer su amor sobre ellos antes de que el mundo comenzara, y Él de hecho cumplirá eso hasta que el mundo vuelva a nacer en la eternidad futura; Él nos ama tanto que Él se volvió pecado por nosotros, el que no conoció pecado para que fuésemos hechos justicia de Dios en Él.
Él está llevando a cabo su obra en su iglesia, amando a su iglesia y amándolos mientras que están en la iglesia, su amor está elevándose a Dios, dice en E fesios 5-2: “Como olor fragante”, para la nariz del Santo, es tan confortante que Cristo ama a su iglesia. Eso me dice que necesito amar a su iglesia a pesar de las cosas que pasan, también me dice que no tema porque si estoy preocupado por la iglesia que yo amo, Él está infinitamente más preocupado por la iglesia que Él ama. Si yo creo que yo tengo un derecho de estar preocupado porque he entregado tanto de mí mismo a la iglesia, entonces cuánto de sí mismo Él ha dado a la iglesia que Él debería estar también preocupado y mucho más que yo.
En Apocalipsis capítulo 1, versículo 5, simplemente hay una afirmación hermosa ahí que dice – y de nuevo,es una doxología de alabanza, es una bendición gloriosa, majestuosa, y lo que dice es esto: “Aquel que nos ama y nos lavó de nuestros pecados en su propia sangre, nos ha hecho sacerdotes para Dios, incomprensible”, Él ama a su iglesia –tiempo presente por cierto–, ¿y quién nos separará de ese amor: tribulación, aflicción, persecución, hambre, peligro, desnudez, espada? ¿Qué hay acerca de la vida, muerte, ángeles principados, cosas presentes, lo porvenir, potestades, lo alto, lo profundo? Ninguna otra cosa creada. Nunca, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los ama Él hasta la perfección. Es tan confortante para mí, simplemente me aferro a esto; Él ama a la iglesia mucho más de lo que yo amo a la iglesia, eso dice que Él va a atender, eso dice que Él le va prestar atención al objeto de su amor.
En segundo lugar, cuando usted piensa en Él como un salvador de la iglesia, usted tiene que recordar que Él edifica la iglesia; como el que salva, Él es el que edifica, Él los mete, Él añade a su iglesia, Él hace que crezca como un templo santo para sí mismo. Me encanta Mateo 16, uno de mis pasajes favoritos: “Yo edificaré mi iglesia”, qué gran pensamiento. No estamos preocupados por edificar la iglesia, Él sí está preocupado; no es mi trabajo el edificar una iglesia o la de nadie más, no es nuestro trabajo inventar medios o planes, estrategias de sabiduría humana para edificar una iglesia, Él va a edificar su iglesia y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella, eso es un eufanismo hebreo para la muerte. La muerte es el arma definitiva que está en la mano del adversario, según Hebreos 2, ¿quién tiene el poder de la muerte? ¿Satanás? Lo que Él está diciendo es que “Yo edificaré mi iglesia, y lo peor que puede pasar, matarlos, no prevalecerá contra ella”. Usted mata a la iglesia, y lo único que está haciendo es poblar la gloria, eso es todo.
“Yo edificaré mi iglesia”. Simplemente quiero ser parte de la iglesia que Él está edificando, eso es todo. Simplemente quiero ser una parte de la iglesia que Él está edificando, esa es la razón por la que yo estoy tan comprometido con el hecho de que tenemos que hacer las cosas según el libro de Dios. No queremos hacer nada que va confundirnos, no queremos estar usando todos los planes humanos para edificar la iglesia, porque entonces no sabremos si nosotros la edificamos o Él la edificó; yo no quiere vivir con eso, yo simplemente quiero ser una parte de lo que Él está haciendo. Me encanta lo que Él dice aquí: “Yo edificaré, no la iglesia, sino que yo edificaré mi iglesia”. ¡Qué gran verdad! Él es el poseedor.
Con frecuencia se me pregunta ¿quién es dueño de tu iglesia?, me gusta esa pregunta, ¿quién es el dueño de la iglesia? Es el Señor Jesucristo, Él la compró con su propia sangre preciada. Él es dueño de ella, Él la edifica; de hecho, ¿sabe una cosa?, Él añade a la iglesia diariamente los que han de ser salvos; Él está ocupado en edificar a la iglesia. En Juan 10 Él dice: “Yo conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen, oyen mi voz, me siguen mis ovejas”, me gusta eso, le pertenecemos a Él; Él es el constructor, el dueño, el comprador, la principal piedra del ángulo, el cimiento, el poseedor, es su iglesia. Está siendo edificada con una certeza, encerrada en la promesa de que Dios no puede fallar; en contra de toda la oposición, en contra de todas las amenazas, en contra de toda la carnalidad, en contra de toda la ineptitud humana, en contra de toda la indiferencia, apatía, apostasía, neoliberalismo, denomicionalismo, y cualquier otro ismo y demás, y el resto, Él está edificando su iglesia. Él está edificando su iglesia. 1ª de Corintios 3:9 dice: “Vosotros sois edificio de Dios”. Efesios 2 dice: “Habéis sido edificados como templo santo, una habitación del Espíritu”. Pablo le dice a Timoteo: “Te estoy diciendo cómo debes conducirte en la iglesia del Dios viviente”, su iglesia. Entonces Él es el salvador, y Él ama y edifica su iglesia.
En segundo lugar, en Hebreos 13:20, Él es el Pastor. Es un pensamiento hermoso, hermoso. Él es el gran pastor de las ovejas, dice, como el salvador Él ama y edifica, y como el pastor Él tiene algunas funciones excepcionales y especiales también. Pero, en primer lugar, lo que queremos señalar es que Él es el gran pastor, en contraste a todos los pastores que simplemente son terrenales, Él es el gran pastor. El salmo 77:20 dijo de Moisés: “Tú guiaste a tu pueblo como un rebaño, por mano de Moisés y Aarón”, y ellos fueron pastores, pero no grandes pastores. Tres veces en el Nuevo Testamento llama Jesucristo el Pastor. Juan 10: “Él es el buen pastor”. 1ª Pedro 5: “Él es el príncipe de los pastores”, y Hebreos 13: “Él es el gran pastor, buen pastor, príncipe de los pastores y gran pastor”. ¿Y sabe una cosa? En las Escrituras conté más de una docena de lugares por lo menos en donde la Biblia identifica a personas impías como naciones con este título, eran como ovejas, ¿sin qué?, sin pastor. Entonces si somos creyentes, somos ovejas, ¿con qué?, con un pastor.
Estábamos reuniendo como una semana atrás con nuestros hombres, y estábamos hablando y discutiendo y tratando de desarrollar una manera de hacer un mejor nuestro trabajo de pastorear, y salgo de momentos así pensando porque la gente dice: “Estas personas no están involucrándose, no le estamos dando seguimiento a estas personas, y estamos perdiendo algunas personas por acá y tenemos a personas que no hemos visto por mucho tiempo y nos preguntamos dónde fueron, y estamos tratando de encontrarlas”, tenemos todos esos asuntos logísticos que tratamos de resolver, que usted se va y dice: “Señor, ¿cómo vamos a mantenerle la pista a estas personas?”. No vienen por una cuantas semanas, dónde están o están enfermas o no sabemos, o escuchamos de una tragedia y no hemos hablado con las personas para ver si realmente están avanzando con el Señor, si su salvación realmente es genuina, hay ansiedad en sus corazones y usted se preocupa por ello. Y le digo, algunas de estas veces voy a casa y me encuentro a mí mismo mirando el techo con mi mente llena de pensamiento “cómo podremos pastorear a las ovejas”, pero somos confortados en esto amados, que el gran pastor está pastoreando a sus ovejas.
Creo que a veces pensamos que si una persona se salva y no se mete en algún programa de seguimiento van a perder su salvación, tenemos que ayudarle al Espíritu Santo. Usted no puede dejar a la gente en manos del Señor, tiene que meterlos en el programa; no estamos desequilibrados en eso, siempre y cuando entendamos que queremos tener todas las herramientas. Pero el Señor es el pastor y no me voy a preocupar por sus ovejas, voy a hacer lo que pueda por involucrarme, pero son sus ovejas; y quiero ser fiel con lo que Él me da, pero no puedo mantener mi mente con juicio cabal si siento que yo tengo la responsabilidad definitiva. Yo le voy entregar mi corazón entero a ello, no porque creo que depende de mí. ¿Quiere una perspectiva? Entienda esta perspectiva: No sirvo al Señor Jesucristo, enseño su Palabra o lo que sea, ninguno de nosotros como ancianos o líderes de la iglesia, pastores, ninguno de nosotros hace eso porque sentimos que somos responsables por la iglesia.
No sé usted, pero yo lo hago porque quiero ser parte de lo que Cristo está haciendo, eso es todo. ¿Y sabe una cosa? Él edificará su iglesia con o sin mí, es correcto. Escuche, si las puestas del Hades no pueden prevalecer contra usted, ¿cree usted que John MacArthur pudiera? Él edificará su iglesia sin mí; pero yo pierdo, y mi servicio de todo corazón a Cristo, y nuestro servicio entero de todo corazón a Cristo no es para ayudar a Dios lo que de otra manera Él no podría ser, es para hacer parte de lo que Él está haciendo. ¡Qué gozo! Y entonces pastoreamos con todo nuestros corazones de la mejor manera que podemos, pero cuando se nos acaban los recursos y no sabemos qué hacer o qué decir, no nada más no sabemos cómo cuidar de la gente y satisfacer sus necesidades como debieran ser satisfechas. Digo tenemos que dar un paso atrás y decir: “Pero el gran Pastor, es el pastor”, ¿no es cierto?
Se me contó ayer de una señora que dio a luz a un niño en nuestra iglesia, ella murió, y el niño es prematuro, está conectado a máquinas; y en periodo de tiempo sin oxígeno con el cerebro y todo esto, el padre se ha quedado sin esposa con un niño así, dice usted: “¿Qué digo?”. Y usted está pensando y tambaleándose, y usted regresa al hecho de que el gran Pastor pastorea sus ovejas, ¿no es cierto? Ahí es donde los recursos humanos llegan a un fin, pero el Señor es el gran pastor, el príncipe de los pastores, el buen pastor como tal. Veamos dos cosas que Él hace. E n primer lugar, Él equipa; observe en el versículo 21 que: “El gran pastor de las ovejas, mediante la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad”. Él nos está equipando para hacer su voluntad, es tan maravilloso; Él usa la palabra “moldearnos”, conformarnos a su voluntad. Las Escrituras dicen en 2ª de Timoteo 3:16: “¿Para qué se dieron las Escrituras? A fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado, enteramente preparado para toda buena obra”. Entonces Él nos ha dado su Palabra, y después Él nos ha dado a hombres dotados.
Efesios 4: “Dios dio a unos apóstoles, a otros profetas, y evangelistas, y pastores, maestros o pastores que enseñan, a fin de perfeccionar para equipar a los santos”; entonces Él da la Palabra y Él nos da la Palabra, y no sólo a la Palabra sino algunos hombres dotados de manera excepcional, hombres de Dios que pueden entregarnos esa Palabra. Después Él nos da maestros, y después según 1ª de Pedro 5:10 dice: “Después de que habéis sufrido, mientras que el Señor os perfecciona, Él nos da pruebas que pueden llevar a cabo una obra”. En el Evangelio de Juan capítulo 15, dice que la Palabra es como un cuchillo y nos poda; entonces usted toma la Palabra que nos es traída individualmente, y nos es traída a través de hombres dotados; y después el Señor entra y trae sufrimiento, “después de que habéis sufrido por un poco de tiempo, el Señor nos hace atravesar por pruebas y tentaciones y sufrimiento doloroso”. ¿Por qué? Porque ese es el contexto en el que somos forzados en aplicar la Palabra.
Como puede ver, cuando yo estoy en la lucha, cuando he estado luchando con el pecado, y luchando con el sufrimiento, enfrentando la ansiedad y el dolor y la tristeza en mi vida, cuando estoy enfrentando los momentos de aflicción, esos son momentos cuando veo que está hirviendo dentro de mí lo horrendo de mi propia pecaminosidad y aprendo a odiar más el pecado; esos son los momentos cuando puedo cuestionar a Dios y dudar, y aprendo a odiar mis propias dudas y mi propia pecaminosidad más; esos son los momentos cuando soy llevado a mis rodillas y eso es bueno, los momentos en los que quiero aferrarme de Dios y eso es bueno, los momentos cuando anhelo el cielo y liberación de este mundo y eso es bueno. Entonces el sufrimiento lleva a cabo algo bueno. Entonces el Señor trae el sufrimiento, nosotros traemos la Palabra.
Los predicadores no deben traer el sufrimiento, no se confunda con cuál es su deber. El Señor se encargará de eso, usted traiga la Palabra. Entonces el Señor equipa, edifica, fortalece, Él nos da el poder del Espíritu Santo, Él dice: “Pero me seréis testigos, después de que el poder del Espíritu venga sobre vosotros”, en Hechos 1-8, “en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra”. “Para salir” dice en Juan 15: “Van a dar mucho fruto de vuestro interior”. En Juan 7: “Fluirán ríos de agua viva”. Entonces Él está equipando su iglesia. ¡Es tan maravilloso!
Tenemos clase de preparación, hemos estado hablando de esto; tenemos discipulado, tenemos que estar involucrados en el evangelismo, y todo el tiempo estamos trabajando tan duro como podamos trabajar; y mientras que hacemos esto, estamos recordando en nuestra mente que el Señor está equipando a su iglesia, Él lo está haciendo a través de la Palabra, a través de pruebas, a través del poder del Espíritu de Dios; eso es tan maravilloso y no depende de nosotros. Estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo porque queremos ser parte de lo que Él está haciendo. No puedo pensar en un mayor privilegio.
En Efesios 5:26 un versículo que normalmente es usado para hablar del matrimonio, pero quizás realmente más que cualquier otra cosa habla de la iglesia, dice: “Ningún hombre jamás aborreció su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, así como el Señor a la iglesia”. El Señor sustenta y cuida la iglesia, dos palabras hermosas; sustenta significa alimentar, y cuidar significa calentar con calor corporal; será como una madre que está lactando. El término sustenta es usado de una madre que alimenta a su bebé lactando. 1ª de Tesalonicenses 2:7, es como si el Señor toma a sus amados y los sustenta y los calienta; significa calentar con calor corporal, suavizar o derretir, aquí hay intimidad. El Señor viene y nos pastorea alimentándonos y calentándonos y derritiéndonos, para volvernos a moldear, para volver a darnos forma; es un hermoso pensamiento. Él está llevando a cabo su obra. Eso es algo consolador.
Cuando a mí se me han acabado los recursos, cuando se me han acabado las ideas, cuando estoy frustrándome en mi mente y digo: “Señor, cómo hacemos que la gente esté más comprometida, cómo los hacemos que avancen, que estén más equipados, que sean más fieles, que estén creciendo, que estén madurando. Señor necesitamos nuevas maneras de hacerlo, no hubo niveles de compromiso”, y soy confortado en el hecho de que Él lo está haciendo, Él está moviendo a su iglesia a lo largo del proceso, del progreso espiritual, Él está equipando a su iglesia, Él está sustentando, cuidando a su iglesia; es un gran consuelo.
En segundo lugar, como pastor Él intercede por su iglesia, así como un pastor salía y peleaba contra el lobo, el Señor Jesucristo pelea contra el adversario que viene constantemente delante del trono de Dios a acusar a los hermanos, Él viene delante del trono de Dios para acusarnos como acusó a Job; y Jesús viene a nuestro rescate y nos defiende. Él es nuestro defensor, Él es nuestro intercesor, Él es nuestro abogado, Él empatiza con nosotros, Él es nuestro sumo sacerdote; qué gran pensamiento.
Usted lo ve en Juan 17 conforme ora al Padre, dice: “Padre, no oro por lo que están en el mundo, sino por los que tú me has dado para que sean uno. Padre, oro para que sean uno conmigo, así como yo soy uno contigo”, y uno ora por los suyos en ese maravilloso pasaje, lo ve continuando a lo largo del Nuevo testamento su obra Sumo sacerdotal que Él comenzó.
1ª de Juan 2 dice que “si alguno pecare, tenemos abogado para con el Padre, a Jesucristo el justo”. En otras palabras, cuando usted peca, y la acusación de su pecado es traída delante del trono de Dios, Jesús se pone de pie como su abogado y dice: “Padre, ese pecado ha sido pagado, ese pecado ha sido pagado, mi sangre pagó por ese pecado”, y esa es la razón por la que ningún pecado puede ser traído en contra de los elegidos de Dios.
¿Acaso Dios va acusarlo a usted como a su elegido, cuando Él lo ha elegido a usted? ¿Acaso Él va acusarlo con ese pecado, cuando Él ya lo ha justificado? ¿Acaso Dios lo volverá a justificar? ¿Acaso Dios que lo justificó a usted, va acusarlo de algún pecado? ¿Hay una información que Él no tenía o hay una corte más elevada que Dios? ¿Acaso Cristo lo condenará, Él, quien llevó su pecado en su propio cuerpo en el árbol, en el madero? ¿Acaso Él, quien expiró de manera perfecta todo su pecado, tendrá más pecado en contra de usted? Entonces Él es el Cristo que intercede siempre, siempre.
Entonces Él intercede por su iglesia, Él habla con el Padre acerca de nuestras necesidades también porque tenemos muchas necesidades. Él no es un sumo sacerdote que no puede ser tocado, que no puede simpatizar, que no puede compadecerse con nuestras debilidades, sino que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Él sabe exactamente lo que enfrentamos. Y entonces Él puede fortalecernos, como dice en Hebreos 2:18: “Él es un sumo sacerdote perfecto”. Hebreos 7:25 dice: “Quien vive perpetuamente para hacer intercesión por nosotros”. Él tuvo hambre, Él tuvo sed, Él fue vencido por el cansancio, Él durmió, Él fue instruido, Él creció, Él fue amado, Él fue odiado, Él amó, Él odió, Él fue sorprendido, Él se maravilló, Él estuvo tuvo gusto, Él estuvo triste, Él estuvo enojado, Él se indignó, Él fue sarcástico, Él se entristeció, Él se afligió, Él fue superado por los acontecimientos futuros, Él ejerció fe, Él leyó las Escrituras, Él oró toda la noche, Él derramó su corazón por el dolor de los hombres, y Él lloró cuando su propio corazón se dolía; Él ha estado ahí siendo compasivo, mostrando empatía, defendiéndonos; es un gran pensamiento. Él es nuestro sumo sacerdote fiel, siempre intercediendo.
Entonces lo vemos como pastor por otro lado, alimentando en un tipo de relación que sustenta y cuida para equipar a su iglesia para hacer su voluntad. En otro sentido, Él intercede a favor nuestro, asegurándose de que nunca haya algo en contra de nosotros. Su sangre continúa limpiándonos de todo pecado, 1ª de Juan 1-9. Salvador de su iglesia, pastor de su iglesia.
En tercer lugar, Él es soberano en su iglesia. Observe de nuevo el texto, y observe la Palabra Señor, 92 veces “curios” es usada en el Nuevo testamento. Y podemos hablar de muchos matices y significados de la palabra, pero una cosa es clara, muy clara: cuando es usada en el Nuevo testamento en referencia al Hijo de Dios significa soberano, significa controlador, significa el que está con autoridad completa; Él es el Señor, Él es el soberano de su propia iglesia. Nos dice en Efesios capítulo 1 que Dios ha colocado todas las cosas bajo sus pies, y lo ha dado a Él por cabeza sobre todas las cosas sobre la iglesia, la iglesia la cual es su cuerpo, la plenitud de Él que lo llena todo y en todo. Él está a cargo.
Colosenses capítulo 1 dice esencialmente lo mismo, en el versículo 19 dice: “Por cuanto agradó al Padre que habitase en Él toda la plenitud en la deidad”, porque en el versículo 18 dice que Él es la cabeza de la iglesia, Él es el comienzo, el principio, Él es el “protótocos”, el preeminente, para que en todo Él tenga la preeminencia; entonces el concepto del Señor tiene que ver con el hecho de que Jesucristo es el soberano. Ahora, eso se manifiesta a sí mismo en la iglesia, de nuevo, en dos maneras que quiero enfatizarle.
En primer lugar, Él gobierna su iglesia; como el Señor de su iglesia, Él gobierna su iglesia. Permítame decirle algo, si alguien le preguntara quién está a cargo de Grace Church, usted dígale: “Jesucristo”. Eso no es dicho de broma. Jesucristo es la cabeza de esta iglesia. Efesios 5:23 dice que Él es la cabeza, la palabra usada ahí es “kefale”, básicamente tiene que ver con la idea de ser primero, o ser prominente, o ser supremo, ser el determinador, el que está a cargo, el soberano; es la idea, de nuevo, Él es la cabeza de su iglesia, eso es repetido varias veces en el Nuevo testamento. Y como la cabeza, Él tiene la autoridad en su iglesia, Él gobierna su iglesia. Lo ve en Apocalipsis 1, y Él está moviéndose entre los candeleros, cada uno de los cuales representa su iglesia, y Él está manteniendo alumbradas las lámparas, y Él viene con pies de fuego y con ojos penetrantes conforme Él escudriñe el pecado que necesita ser aplastado y sacado de su iglesia. Él es el Señor de su iglesia.
Esa es la razón por la que en Mateo 18, en donde usted tiene el proceso de disciplina y el pecado está siendo enfrentado ahí, dice que “cuando dos o tres están congregados ahí estoy en medio de ellos”; no es dos o tres en una reunión de oración, son dos o tres testigos que confirman el pecado de alguien en una disciplina, el pasaje entero trata de disciplina, y Él no vacila en hacerlo porque cuando usted ha llamado a los testigos correctos, y ha afirmado el pecado, no necesita detenerse porque estoy ahí en medio de eso haciéndolo con ustedes. Entonces ustedes solo están atando en la tierra lo que ya ha sido atado en el cielo, y sólo están soltando en la tierra lo que ya ha sido soltado en el cielo; entonces usted actúa a favor de Cristo, es una gran verdad. Él gobierna su iglesia, y Él gobierna mediante una pluralidad de hombres piadosos como siempre lo ha hecho, y esta es la razón por la que tenemos más de 50 ancianos en Grace Church y tenemos una meta, nuestra meta única es hacer lo que Cristo quiere que hagamos.
Ahora, sabemos mucho de lo que Él quiere que hagamos porque está escrito aquí, y donde la Palabra de Dios no habla y donde no tenemos información en las Escrituras que hablen de algún punto en particular, depende de nosotros discernir la mente de Dios en oración pensando en paciencia, esperar hasta que Dios abra para nosotros lo que quiere que hagamos; esa es la razón por la que siempre hemos estado comprometidos con el hecho de que todo lo que decidimos más de 50 hombres es unánime o no lo hacemos, es unánime, porque Dios sólo tiene una voluntad, y depende de todos nosotros que servimos como pastores, bajo la autoridad de Jesucristo, el saber cuál es su voluntad; depende de nosotros saber lo que Cristo quiera hacer en su iglesia; y vamos a buscar su meta hasta que todos nosotros lleguemos a un entendimiento de cuál es esa mente.
Cristo gobierna esta iglesia. No quiero la responsabilidad ni ningún otro humano que piensa con claridad; es bastante malo tener que responder por su propia vida sin tener que responder por una multitud de otras vidas. Entonces buscamos la mente de Dios mediante la oración hasta que el Espíritu de Dios revela su voluntad, pero Él es el que gobierna su iglesia. Lo único que queremos hacer es discernir su voluntad, eso es todo lo que queremos hacer, queremos discernir su voluntad. Esta es la razón por la que vivimos según este libro, eso lo simplifica.
En segundo lugar, conforme pensamos en el Señor Jesucristo en su iglesia, Él no sólo gobierna su iglesia sino que le enseña a su iglesia, esto es parte de su gobierno. Él tiene la autoridad de ejercer en todo asunto, y Él tiene la autoridad de revelar toda la verdad. Él es nuestro maestro, su voluntad de revelada a través de su Palabra, su voluntad es revelada a través de instrumentos humanos; pero Él es el maestro. De hecho Él les dijo a los discípulos, en el Evangelio de Juan, varias veces que este sería el caso. En Juan 14, creo que es el versículo 20, donde dice: “Sabrán que yo estoy en mi Padre, que ustedes están en mí, y yo en vosotros”, van a saber estas cosas, van a saber muchas cosas, ¿cómo van a saberlo?, versículo 26: “El Consolador, el Espíritu santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas, Él traerá a vuestra memoria lo que yo os he dicho”. Versículo 26 del capítulo 15: “Cuando el Consolador venga a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, quien procede del Padre, Él dará testimonio de mí. Él les va hablar de mí, Él les va decir lo que necesites saber”. Capítulo 16, versículo 12: “Tengo muchas cosas que deciros que no puedo sobre llevar ahora, no obstante cuando el Espíritu de verdad venga, Él los guiará en toda la verdad. Él no hablará de sí mismo sino que todo lo que Él oiga eso Él hablará, y Él os mostrará las cosas que vendrán, y Él me glorificará porque recibirá de mí y os lo dará a vosotros”.
Como puede ver, entonces el Señor mantiene el control en su lugar, Él gobierna, y Él alimenta, y Él enseña en su iglesia a través de la Palabra y el Espíritu; entonces cuando vamos a la Palabra de Dios vemos lo que es claro en la Palabra y dependemos del Espíritu, esa es 1ª de Juan 2:20 y 27, dice: “Pero nosotros tenemos una unción de Dios”, no necesitamos maestros humanos, tenemos un unción de Dios; eso es terrenal, maestros humanos fuera del reino que no conocen la Palabra de Dios, no necesitamos ese tipo de sabiduría porque tenemos una unción de Dios, y la unción no es ninguna otra que el Espíritu Santo. Entonces tenemos la Palabra de Dios y al autor del Espíritu de Dios entregando la verdad a través de hombres dotados de Dios, y de esta manera Cristo está guiando su iglesia.
No estoy aquí para darle mi opinión de nada. Si llegara yo hacer eso, por favor sáquenme de la ciudad; no estoy aquí para darle mi opinión de nada, no estoy aquí para hablar de asuntos sociales que no se relacionan con la Palabra de Dios, estoy aquí para abrirle la Palabra de Dios para que usted pueda conocer la mente de Dios y el corazón del Salvador, para que Él pueda enseñar a su iglesia. He dicho esto antes y lo vuelvo a decir: “Yo solo soy un mesero, yo no cociné la comida, yo sólo tengo que entregarla sin echarla a perder, y traérsela a usted caliente”.
Finalmente, Él no sólo es el Salvador quien ama y edifica su iglesia, y el pastor que equipa e intercede por su iglesia, y el soberano que gobierna y enseña a su iglesia, sino que Él es santificador que purifica y glorifica a su iglesia. Él el santificador que purifica y glorifica a su iglesia. Observe el versículo 21: “La meta definitiva es haciendo Él en vosotros lo que es agradable”. Eso es tan bueno. Como puede ver, es tan bueno saber que Él está haciendo su obra en nosotros, ¿no es cierto? Él es el santificador, Él es el que nos está apartando del pecado, Él es el que nos está purificando, y también es el que nos está guiando para darle gloria por los siglos de los siglos. Él es el santificador, purificador, glorificador; nos preocupa y usted también. Usted ve a alguien que es un cristiano, pero hay pecado en su vida y usted simplemente se preocupa por ello y quiere verlo salir de ello y los confronta, y quizá se lleva a cabo el proceso de disciplina.
Hablamos hoy acerca de un hombre que simplemente continúa metiéndose en pecado, y él dice que va a dejar de hacerlo, y después se vuelve a meter, y después sale y dice que está adentro y afuera, y aquí estamos de nuevo necesitando de regresar y atravesar por el proceso de disciplina; usted llega a estar tan triste en su corazón por este tipo de cosas, y el único consuelo que tiene es que si Él pertenece a Jesucristo, Él es el purificador de su iglesia; quizás Él purificará su iglesia quitándolo, quizás Él purificará su iglesia con la muerte de un creyente que es infiel como en 1ª de Corintios 11, y 1ª de Juan 5, y quizás Él purificará su iglesia al fortalecer a ese cristiano y al llevarlo a la santidad pero eso depende de Él. Pero su meta es hacer eso.
Eso es lo que dice en Efesios 5, escuche lo que dice: “Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la iglesia y se entregó así mismo por ella”. ¿Por qué hizo eso? ¿Por qué lo hizo? Para santificarla, apartarla del mundo, y limpiarla con el lavamiento del agua por la Palabra. Él quiere a su iglesia pura y limpia para que Él, en últimas, pueda presentársela a sí mismo a una iglesia gloriosa, esa es la gloria de la iglesia. Él la purifica para llevarla a la gloria, para que Él tenga una iglesia que no tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que sea santa y sin mancha. Entonces Él es el purificador y el glorificador, Él purifica; en últimas Él glorifica, y glorificar es simplemente purificación definitiva, ¿no es cierto? Algún día seremos para la alabanza de la gloria de Dios, y a través de Jesucristo, el Dios de paz recibirá Gloria por los siglos de los siglos –amén– de nosotros.
Cristo purifica, y Él está llevando a cabo su obra purificadora, limpiando – eso es tan confortante saber eso, y nos está llevando a la gloria. Cuando lleguemos allá arriba todos seremos perfectos, sin manchas, sin arruga. Espero que eso lo llene tanto de esperanza a usted el oír todas estas cosas como me llena a mí, que no estamos solos en esto; y permítame repetir lo que dije hace un momento, este es un pensamiento clave, escuche: “No estamos lo que Cristo no puede hacer, no estamos edificando la iglesia porque Él necesita que nosotros la edifiquemos, si Grace Church explotara el día de hoy, –y espero que no pase así–, si así fuera, la iglesia de Jesucristo avanzaría; si yo cayera muerto, y cada uno de nuestros líderes en la iglesia muriera, la iglesia avanzaría. Él no nos necesita para edificar su iglesia. Dice usted: “¿Por qué estamos trabajando tan duro?”, le voy a decir por qué, porque no hay algo más maravilloso, más emocionante, más glorioso, que produzca más gozo, que satisfaga más al alma, que ser parte más de lo que Jesucristo esté edificando para su gloria eterna.
Un reportero se acercó al lugar de construcción de la Catedral de San Pablo en Londres hace muchos años atrás, él estaba escribiendo un reportaje del edificio de esa gran catedral, y le dijo un hombre ahí que tenía muchas piedras en su mano. Él le dijo: “¿Qué estás haciendo?”, él dijo: “¿No puede ver lo que estoy haciendo? Estoy metiendo aquí piedras para construir esto”, simplemente más piedras todo el tiempo, simplemente cargando estas piedras.
Él se acercó a un segundo hombre y a él le dijo: “¿Qué estás haciendo?”, él dijo: “Me estoy ganando la vida, tengo una familia y muchos hijos, me estoy ganando la vida”.
Y se acercó a una tercera persona y le dijo: “¿Qué estás haciendo?”, él dijo: “Estoy ayudando a Sir Christopher Wren a construir la Catedral de San Pablo”. Esa es una perspectiva diferente, ¿no es cierto? ¿Qué está haciendo usted? “Estoy metiendo estas piedras por aquí”, “Tengo que hacer esto, usted sabe”, “Estoy ganándome la vida, después de todo soy cristiano y tengo que hacer algo espiritual”, no; soy parte de la edificación de Cristo de su reino eterno. Qué gloriosa perspectiva.
Padre, te damos gracias porque nos ha dado tu Palabra y no nos ha dejado con dudas, y sin confusión, para saber lo que significa para nosotros y lo que demanda de nosotros. Sin embargo, también Tú te has dado a nosotros y realmente es tu obra. Hazlo Señor, hazlo para tu gloria, y permítenos ser una parte no porque Tú nos necesitas, sino porque queremos ser una parte de algo que es eterno; queremos mostrar nuestro amor, queremos trabajar contigo, queremos conocer el gozo y la emoción y la bendición que viene a los obedientes y fieles y diligentes. En el silencio de este momento puede ofrecerle al Señor gratitud por el Salvador que lo amó y lo hizo parte de su iglesia, por el pastor que lo equipa, que intercede por usted, por el soberano que gobierna y lo instruye a usted, por el santificador que purifica y en últimas lo va a glorificar a usted.
Su corazón simplemente debería estar lleno de gratitud. Algunos de ustedes ni siquiera conocen al Señor, y quizás el Espíritu de Dios se está moviendo en su corazón y lo está motivando a usted a decir: “Quiero que Cristo quite mi pecado, quiero que Él sea el Señor en mi vida, quiero entregarle el destino de mi vida a Él”, búsquelo en esa área, sométase a Él en respuesta a la motivación del Espíritu de Dios. Otros de ustedes quizás perciben la necesidad de pertenecer a un grupo de comunión, a volverse parte de esta iglesia o cualquier iglesia en donde Cristo es exaltado y levantado, y puede servir su nombre Santo. Que su corazón se someta al Espíritu de Dios.
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