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Mateo capítulo 5, versículo 4 dice “bienaventurados los que lloran porque ellos recibirán consolación.” En uno de los grandes salmos de David, él recita en las profundidades de dolor que el corazón conoce en los desánimos y tristezas de la vida; y después, este es el Salmo 55, él clama y dice: “Oh que tuviera alas como paloma, porque entonces volaría y estaría en reposo. Entonces, me alejaría y permanecería en el desierto. Apresuraría mi escape de la tempestad y la tormenta.” Fin de la cita.

Bueno, David hace eco de un clamor que ha salido de los labios de todos los hombres en un momento u otro. Cuando enfrentan tristeza, cuando enfrentan desánimo, cuando enfrentan tragedia. Cuando enfrentan desaliento dicen como David: ‘oh, si tan sólo pudiera escapar… si tan sólo pudiera volar y estar en reposo.’ La vida hace eco del clamor de la humanidad caída, un clamor por libertad, un clamor por una vida con alas para volar y alejarse del dolor y la tristeza, la angustia.

Cualquier persona que en algún punto ha estado en medio de ese tipo de situaciones sabe lo que es anhelar el consuelo en una vida de dolor, en una vida de tristeza o de desánimo o amargura. Todos hemos deseado huir, el mirar hacia otro lado, el huir de la tristeza a un lugar de consuelo que siempre está escondido y que nunca podemos alcanzar. Y entre más profunda es la tristeza y más profundo es el desánimo y más profundo dolor, más lejos se encuentra el lugar para el consuelo.

Y me imagino que esa es la paradoja de esta bienaventuranza porque aquí dice “felices son los tristes” y nunca pensamos que eso era una verdad. Serán consolados todos los que lloran, eso es opuesto a todo lo que conocemos la estructura entera de nuestra vida, la locura por el placer, la mentalidad del parque de diversiones, la manía por el entretenimiento, la búsqueda constante por la emoción, el dinero y la energía del tiempo y el entusiasmo que gastamos por disfrutar de la vida son expresiones del deseo del mundo de evitar el lloro y de evitar la tristeza y de evitar el dolor. Pero Jesús dijo: “felices son los tristes, felices son los que lloran.”

De hecho, Jesús también dijo en Lucas 6:25: “Ay de vosotros que reís ahora, porque vuestra risa se convertirá en lloro.” Ahora, eso es diferente ‘ay de vosotros que reís, porque lloraréis… felices son los que lloran, porque recibirán consolación…’ simplemente lo opuesto de la filosofía del mundo, un nuevo enfoque a la vida. Y eso es exactamente lo que Jesús está haciendo, ¿no es cierto?, en el Sermón del Monte. Él está ofreciendo un nuevo enfoque a la vida, Él condena la risa y felicidad aparentes del mundo. Pronuncia bendición, pronuncia felicidad, pronuncia gozo, paz y consuelo para aquellos que lloran.

Usted pregunta qué es lo que esto quiere decir. Respondamos a esa pregunta en primer lugar. Y vamos a cubrir cuatro preguntas en esta noche esperamos responderlas. En primer lugar: ¿qué significa bienaventurados o felices – Makarios - los que lloran? ¿En qué sentido es eso verdad? Hablemos de esto.

En el idioma griego hay nueve verbos diferentes que se usan en el Nuevo Testamento para hablar de tristeza. Este es el más fuerte de los nueve, este es el más severo. Pero el hecho mismo de que hay nueve verbos diferentes en un idioma para expresar el concepto de tristeza es una buena indicación de que es un estilo de vida, que es parte y medula de simplemente vivir. Y, de hecho, la historia entera del nombre es la historia de las lágrimas y es la historia de la tristeza. Y, por cierto, hemos tenido mucho de ello, pero no hemos tenido nada de lo que está por venir. En el capítulo 24 de Mateo, en el versículo 4, Jesús respondió y les dijo: “mirad que nadie os engañe, porque muchos vendrán en Mi nombre diciendo ‘yo soy el Cristo’ y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras, mirad que no os turbéis porque todas estas cosas deben pasar, pero aún no es el fin porque se levantará nación contra nación y reino contra reino y habrá hambres, pestilencias, terremotos en varios lugares.”

Ahora, si usted sabe algo acerca de Mateo 24, sabe que Jesús está hablando de un tiempo al final de los tiempos y Él lo sigue en el siguiente versículo diciendo “todo esto sólo son principios de dolores”. Todavía no han visto nada. La historia del hombre es la historia de la tristeza, es la historia de las lágrimas, en la historia de dolor y tristeza. Y el hombre solo ha visto el comienzo.

Ahora, ¿de qué tipo de lloro está hablando Jesús? ¿Qué quiere decir cuando dice ‘bienaventurados los que lloran? ¿qué tipo de bienaventuranza está disponible para qué tipo de lloro? Bueno, la Biblia habla de todo tipo de lloro, por cierto. Hay muchos tipos diferentes de lloro. Permítame compartir algo de esto con usted.

En primer lugar, está lo que usted podría llamar ‘tristeza general’. Simplemente la tristeza de la vida, un tipo de tristeza apropiada, por así decirlo; un tipo de tristeza que es aceptable, que es muy normal. El lloro en este sentido es parte de la vida humana, de hecho, es un regalo de Dios, ¿sabía usted eso? ¿Sabía usted que el dolor y la ansiedad que usted contiene en su interior, sería veneno en su sistema emocional entero si no pudiera ser liberado en lágrimas, si no pudiera ser liberado tristeza? Como puede ver, el llorar y la tristeza es como liberar una válvula de presión que saca todo de su sistema para que no contamine su vida emocional. Es un regalo de Dios, libera el dolor, permite que se lleva a cabo un proceso de curación. Y cuando el dolor se mantiene adentro y cuando el remordimiento se mantiene dentro y cuando la tristeza y el lloro se mantienen adentro, envenenan las emociones. Es muy natural llorar, es muy natural hacer eso. Abraham lloró cuando su esposa murió. Él tuvo todo el derecho de hacer eso. Así es como confrontó su tristeza, se manifestó en lloro y lágrimas.

En el Salmo 42:1-3, oímos a salmista llorando; y esto es lo que dice: “como el ciervo,” es un pequeño venado, “como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así brama por Ti el alma mía, oh, Dios. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios? Mis lágrimas han sido mi alimento día y noche, mientras que me dicen continuamente ¿dónde está su Dios?”

En otras palabras, la tristeza por la ausencia de Dios fue liberada en el corazón del salmista mediante las lágrimas que corrieron por sus mejillas. Y como puede ver, estaba sufriendo de soledad. Y la soledad es una razón suficiente para llorar; es una razón suficiente para tener algunas lágrimas; inclusive para un hijo de Dios, en algún punto en su vida pudo sentirse alejado de Dios y solo. Las lágrimas son una manera muy normal enfrentar con dicha tristeza.

En 2 Timoteo 1:3-4 Pablo le dijo Timoteo: “Doy gracias a Dios, a quien sirvo desde mis ancestros con una conciencia limpia, de que sin cesar Timoteo me he acordado de ti en mis oraciones noche y día,” escuche esto, “deseando grandemente verte recordando tus lágrimas.” Timoteo estaba llorando debido al desánimo terrible y la derrota. He derramado algunas lágrimas, a veces por soledad, a veces por desánimo y la derrota. Eso es normal.

En el noveno capítulo de Jeremías, el profeta que había sido llamado por Dios a predicar a Israel acerca del juicio venidero, vino y predicó con lágrimas. Esto es lo que dice en Jeremías 9:1. Simplemente escuche esto: “Oh, que mi cabeza fueran aguas y mis ojos una fuente de lágrimas para que pudiera llorar día y noche por herida de la hija de mi pueblo.” El salmista lloró porque estaba solo Timoteo lloró porque estaba desanimado Jeremías lloró porque vio el juicio de Dios a punto de caer en el pueblo que amaba. Él estaba desanimado, desalentado, trágicamente desanimado y él tenía tanto de ello dentro de él, que anhelaba que su cabeza entera fuera como un río para que saliera de él.

En Hechos, capítulo 20, el apóstol Pablo se reunió con los ancianos efesios y habló de sus lágrimas. En el versículo 31: “por tanto velad y acordaos que durante tres años no he dejado de amonestar a cada uno día y noche con lágrimas.” El salmista tuvo lágrimas de soledad. Timoteo tuvo lágrimas de desánimo. Jeremías tuvo lágrimas de decepción. Pablo tuvo lágrimas de preocupación, lágrimas de cuidado, lágrimas de ansiedad.

En Marcos, capítulo 9, un padre trajo a su hijo poseído por demonios a Jesús y las lágrimas corrían por las mejillas del padre conforme decía: “si puedes creer, todas las cosas son posibles al que cree.” Y el padre del hijo clamó y dijo con lágrimas ‘Señor, creo, ayuda mi incredulidad.’ Usted pregunta ¿Qué tipo de lágrimas fueron esas? Fueron las lágrimas de amor ardiente por un hijo, que quería ver a un hijo liberado de un demonio.

Supongo que algo como el Salmo 126:5: “los que siembran en lágrimas cosecharon en gozo. El que sale y llora llevando la semilla preciada, sin duda alguna, regresará regocijándose.” En el Salmo 126 está el amor ardiente por los perdidos que lo hace llorar a usted.

En Lucas capítulo 7, versículo 37, una mujer vino a la casa del fariseo donde Jesús estaba reclinándose y descansando. Y trajo un contenedor de perfumes, usted se acuerda de la historia, y registra que la mujer estuvo a Sus pies llorando. Y ella lloró y derramó sus lágrimas en los pies del Señor. Y después lavó los pies del Señor con el propio cabello de ella. ¿Por qué Jesús permitirías a una mujer tan pecaminosa como ésta, que te hiciera esto? Y Jesús dio una pequeña lección de cómo la gente que ha sido perdonada están muy agradecidas. ¿Qué tipo de lágrimas son esas? Son las lágrimas de devoción. Son las lágrimas de adoración. Fueron lágrimas de gratitud profunda.

Algunas veces, la gente llora cuando está agradecida. Algunas veces, llora por amor ardiente. Algunas veces, lloran por preocupación. Algunas veces, lloran por decepción. Algunas veces, lloran por desánimo. Algunas veces por soledad y algunas veces, simplemente por amor. El amor hace que la gente llore.

Nuestro Señor lloró en la tumba de Lázaro porque lo amó y tuvo compasión. Él lloró por la ciudad de Jerusalén, porque los amaba y tuvo compasión. María Magdalena lloró porque Jesús estaba muerto y esas eran las lágrimas de tristeza de la muerte. Y eso es muy normal. Es una manera dada por Dios para liberar ese dolor terrible que está en su corazón. No hay nada de malo con eso.

Entonces, hay un sentido en el que llorar de una manera muy normal humana puede ser una bendición porque usted libera ese tipo de cosas. Es como si las lágrimas son un regalo de Dios para liberar el dolor y hay un tiempo por eso: Eclesiastés, capítulo 3, “tiempo de nacer, tiempo de morir, tiempo de reír, tiempo de llorar.”

Pero encima de eso hay otro tipo de lloro humano que es diferente, que no es apropiado, es impropio, es ilícito. Esto es cuando un hombre llora porque no puede satisfacer su deseo pecaminoso. Es cuando tiene las lágrimas de un deseo malo insatisfecho. Estas son las lágrimas de Amón. Usted se acuerda que Amón en 2 Samuel 13 lloró y lloró hasta que se enfermó queriendo contaminar a su propia hermana Tamar sexualmente.

También Acab lloró; él quería la viña de Nabot. Él la codició tanto que dice en 1 Reyes 21:4: “que se acostó en su cama volvió su rostro y ni siquiera comió pan alguno.” Él lloró porque quería lo que no era de él. Ese es un tipo de lloro ilícito, equivocado.

Y después, también algunas veces está el lloro, el lloro extendido, necio de personas que no pueden dejar algo. Lo ve con mucha frecuencia cuando alguien muere y una persona se convierte literalmente en un problema de emociones. Sucede inclusive en el caso de cristianos. Recientemente, escuché de un individuo así, quien de manera coloquial ha perdido su mente, debido la pérdida de un cónyuge que se fue a estar con el Señor Jesucristo. Eso es egoísmo puro. La tristeza de depresión de alguien que es tan egoísta que no puede regocijarse en la exaltación del que ama con tanta profundidad.

Ahora, hay otro tipo de tristeza ilícita. Y es la tristeza que es excesiva debido a la culpabilidad. Algunas personas simplemente están en un estado de súper lamento y súper lloro como una manera de expiar su propio pecado. Una buena ilustración bíblica de esto es David. Absalón, recordará usted, había tratado derrocar a su padre. Lo puede leer en 2 Samuel capítulos 15 al 20 y tener la historia entera.

Pero se la voy a dar rápidamente aquí de manera resumida. Absalón trató derrocar a su padre. Absalón era orgulloso, egoísta le gustaba de manera particular su cabello. Y Absalón tramó derrocar a David. Y él tramó derrocarlo y él expulsó a David de la ciudad. Expulsó a su propio padre de Jerusalén. Él se apoderó del palacio y planeó un golpe de estado que aplastaría las fuerzas de David y se desató la batalla. Desafortunadamente para Absalón, su lado perdió y fue matado. David les había dicho a sus soldados que cuando la batalla comenzara, David dijo entre en el 18:5 de 2 Samuel, ‘trátenlo gentilmente por causa de mi al joven Absalón, trátenlo bien. Usted pregunta: ¿tratar bien a un hombre vil, pecaminoso, malo, rebelde? ‘Trátenlo bien’ y cuando se le dijo a David que estaba muerto, él dijo ‘oh hijo mío. Absalón, Absalón, hijo mío. Mi hijo Absalón quisiera que hubiera conseguido morir por ti. Oh Absalón mi hijo.’

Ahora, su amor era admirable; su idea era torpe. ¿Quién quiere que Absalón esté a cargo de Israel? La nación necesitaba a David. No al Absalón orgulloso, egoísta. ¿por qué estaba llorando David así? Porque David estaba lleno de culpabilidad porque había sido un padre tan terrible y su tristeza era una especie de catarsis para lavar su propia alma de sus fracasos propios. No hay duda en mi mente que la muerte de Absalón fue parte del pago del pecado personal con Betsabé.

Usted recuerda si regresa a 2 Samuel 12, Dios le dijo a David “pagarás cuatro veces por este pecado. Vive Jehová,” dijo él, “que el hombre que ha hecho esto ciertamente morirá.” Va tener que hacer restitución cuádruple. Hubo cuatro grandes tragedias que vinieron a David y el bebé murió que le dio a luz Betsabé. Su hija Tamar fue violada pecaminosamente; su hijo Abnol fue asesinado y Absalón fue asesinado. Y el lloro por Absalón fue una especie de expiración de su pecado.

Y el versículo 19 nos dice que los soldados de hecho estaban avergonzados porque David estaba tan triste. Y Joab dice: ‘percibo que, si Absalón hubiera vivido y todo nosotros hubiéramos muerto, te hubiera agradado.’ Como puede ver, entonces ahí hay un tipo impropio de lloro.

Algunas personas dicen ‘bueno, en general esta bienaventuranza es simplemente verdad, ¿sabes?, cuando lloras te sientes mucho mejor. La tristeza tiene una especie de crecer en ti y fortalecerte. E inclusive escribimos poemas acerca de esto. ¿Se acuerda usted de ese poema antiguo, “caminé durante una milla por el placer, ella platicó conmigo, pero no me dejó más sabio por todo lo que tuvo que decir? Caminé una milla con la tristeza y nunca dijo una palabra, pero oh, las cosas que aprendí de ella cuando la tristeza caminó conmigo.” Es un poema muy bonito.

Los árabes solían decir “todo el sol produce un desierto.” La tristeza nos enseña mucho. Es un sentimiento agradable, pero esto no está hablando de eso. No está hablando de la tristeza del mundo sea lícito o ilícito en absoluto. Está hablando de una tristeza piadosa que es muy diferente.

Quiero que vaya a 2 Corintios 7 y vea la diferencia. En 2 Corintios 7, versículo 10, el apóstol Pablo nos ayuda a entender. Él dice esto: “porque la tristeza según Dios,” ahora, no es la tristeza del mundo, “la tristeza que según Dios produce arrepentimiento para salvación, de lo cual no hay de qué arrepentirse. Pero, la tristeza que es según el mundo produce muerte.”

Escuche, usted puede llorar hasta que se le caigan los ojos por sus problemas y puede llorar todo lo que quiera por la soledad y por el desánimo y por la decepción y por amor ardiente; y puede llorar lo que quiera por todas esas cosas; y puede llorar hasta que no pueda llorar más por sus deseos pecaminosos insatisfechos. Y cuando termine, toda esta tristeza mundana no le va a producir vida.

Sólo hay un tipo de tristeza que trae vida y esa es la tristeza piadosa que lo lleva ¿a qué? Al arrepentimiento. Por lo tanto, concluimos tristeza ¿por qué? Por el pecado. Eso es lo importante. Ese es el fondo. Es tristeza piadosa, tristeza por el pecado, la tristeza del mundo es inútil. Produce muerte. Mientras que la tristeza piadosa produce arrepentimiento, lo cual produce salvación, lo cual produce consuelo. Esa es la idea. Esa es la clave. La tristeza piadosa está ligada al arrepentimiento. Y el arrepentimiento está ligado al pecado.

El punto, amados, regrese ahí, Mateo 5:4, el punto aquí es no estar triste porque usted está sólo. No estar triste porque está desanimado o decepcionado. No porque tenga un amor ardiente o porque alguien haya muerto, no es estar triste por no tener lo que quiera, no es estar triste por sentirse tan culpable. Es estar triste porque usted es un pecador. Ese es el punto. Y usted aquí no está llorando por la circunstancia, circunstancias humanas. Usted está llorando por el pecado.

¿Se acuerda del versículo 3? En donde comenzaron las bienaventuranzas, “bienaventurados los pobres en espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos.” ¿Qué significa ser pobre en espíritu? Le dije, es un sentido de estar en bancarrota espiritual. Es lo que dice “en mi carne no mora el bien”. Eso es lo que es. Y esa es la parte intelectual.

El versículo 4 es la parte emocional. Porque su mente está convencida de que usted está en bancarrota espiritual y su emoción se apodera de usted y usted llora por ese estado de bancarrota espiritual. Así es la gente del Reino. Pobre en espíritu es un reconocimiento de que no tenemos nada, de que no somos nada y que no podemos hacer nada. Y esto resulta en ser un mendigo que se acobarda y se encoge, que no tiene recurso ni capacidad de ayudarse a sí mismo. Y lo que Él está diciendo, lo que nuestro Señor está diciendo en el versículo 3 es “feliz es el hombre que está privado de manera absoluta espiritualmente, quien no es nada más que un mendigo, quien tiene que rogar misericordia y gracia. Porque ese tipo de hombre es el hombre que entra al Reino de Dios, dueño de los cielos.”

Entonces, ¿qué estamos diciendo? Escuche. La entrada a Su Reino comienza con un sentimiento abrumador de inutilidad, de pobreza espiritual. Comienza con un sentido de la bancarrota del alma. Ahí comienza. Mientras que usted viva en esta tierra, usted nunca entrará al Reino de Dios a menos de que tenga un sentido de bancarrota espiritual. Y si usted es un hijo del Reino, usted nunca perderá este sentido. Pero en su carne, continuamente no mora nada bueno. Mientras que vivamos, tenemos el mismo sentido de pobreza espiritual. Sino estuvo ahí desde el comienzo, usted no es un cristiano. Si no está ahora, es cuestionable si usted es cristiano, porque es parte del pueblo del Reino

George McDonald se refiere a este principio en su exposición del Sermón del Monte. Él dice lo siguiente: “los pobres, los mendigos en espíritu, los hombres humildes de corazón, los no ambiciosos, los abnegados, los que nunca menosprecian a los hombres y nunca buscan sus alabanzas, los bajos que no buscan admirar nada en sí mismos, por lo tanto, no pueden buscar el ser admirados por otros, los hombres que se entregan a sí mismos, estos son los hombres libres del Reino. Estos son los ciudadanos de la nueva Jerusalén, los hombres que están conscientes de su propia pobreza esencial, no los hombres que son pobres en amigos o pobres en influencia o pobres en requisitos o pobres en dinero; sino aquellos que son pobres en espíritu, que se sienten a sí mismos criaturas pobres, que no conocen nada que los pueda agradar en sí mismos y no desean nada para hacernos pensar bien de sí mismos, que saben que necesitan mucho para que su vida valga la pena vivir. Para que la existencia sea algo bueno, para que los haga aptos para vivir. Estos humildes son los pobres a quienes el Señor llama bienaventurados” dice McDonald: “cuando un hombre dice hoy bajo e indigno, entonces la puerta del Reino comienza a abrirse ante él.”

Dicha pobreza en espíritu, amados, en el versículo 3 llevará al lloro en el versículo 4. El verdadero lloro por el pecado. Sólo el mendigo puede decir ‘ay de mí, que soy muerto.’ Sólo el mendigo puede decir ‘apártate de mí porque soy pecador, oh Señor’. Observe a David, después de su terrible pecado con Betsabé, después de que él se aseguró de que Urías, su marido, fuera asesinado, él no sólo vio lo pobre que era. Él no sólo vio que era un hombre totalmente sin esperanza que en su pecado lo madre concibió en el Salmo 51, sino que él lloró con tanta profundidad que llevó su alma a las peores profundidades de un estado miserable.

Observe a Job. Job tenía todo. ¿Sabe cuán rico era Job? Era tan rico que en el 29:6 dice que él lavaba la entrada de su puerta con mantequilla. Eso es ser rico. Eso también hace que su puerta fuera bastante resbalosa. Él tenía todo. Pero el hombre realmente nunca fue hecho un hombre hasta que llega hasta el capítulo 42, después de que Dios lo llevó al piso, hasta que él reconoció que no era nada. Y él dice: “de oídas Te había oído, pero ahora mis ojos Te ven.” Y su respuesta “me aborrezco y me arrepiento en polvo y cenizas.” Cualquier persona que tiene un verdadero retrato de quién es con relación a Dios, tiene la misma reacción. Esa es la única manera de entrar al Reino. Tiene que arrastrarse.

La palabra “lloran” aquí en este versículo es la palabra más fuerte de todas las palabras griegas. Se reserva para llorar por los muertos. El lamento apasionado por el amado profundamente perdido. En la Septuaginta, es usada acerca de la tristeza de Jacob cuando él creyó que su hijo estaba muerto, Génesis 37; es usada en los evangelios en Marcos. Por ejemplo, en el 16:10. “Y ella fue,” y esto, claro, después de la muerte de Cristo, “y le dijo a aquellos que habían estado con Él conforme lloraban y se lamentaban.” Es la misma palabra. Es la palabra más fuerte que usted usa cuando alguien está llorando por la muerte de alguien que era grandemente amado. La encuentra en Apocalipsis 18, conforme el sistema maligno llora por la muerte de su comercio. En la destrucción de la gran Babilonia en el tiempo de la tribulación.

Ahora, permítame decir algo más acerca de este concepto de esta palabra en sí misma. La palabra expresa la idea de una agonía interna, no sólo un lloro externo. Hay una palabra griega que tiene que ver no sólo con gritar un lamento. Éste es un dolor profundo interno. La vemos con David si usted regresa al Salmo 32. Permítame tan sólo leerle unos cuantos versículos.

Salmo 32:3: “cuando guardé silencio, mis huesos envejecían mediante mi gemir todo el día.” Y usted sabe, cuando David no confesó su pecado a Dios, simplemente lo despedazó. Simplemente lo comió desde adentro. “Día y noche Tu mano estuvo sobre mí. Mi humedad o mis jugos vitales, la sangre, los jugos linfáticos y todas estas cosas, la saliva y todo lo demás en el cuerpo se volvió en sequedad de verano.” Dice que su persona entera fue simplemente aplastada. Y después, dice “reconocí mi pecado, mi iniquidad no Te escondí.” Dije: “confesaré mis trasgresiones al Señor y Tú perdonaste la iniquidad de mi pecado.” En el Salmo 51, reflexionando en el mismo pecado con Betsabé, él dijo ‘ten misericordia de mí, oh Dios, según Tu misericordia. Según la multitud de tus misericordias, borra mis trasgresiones, lava mi iniquidad, límpiame de mi pecado porque yo reconozco mis trasgresiones y mi pecado está siempre delante de mí. No lo puedo quitar de mi vista. No lo puedo sacar de mi mente.’

Versículo 10 ‘crea en mí, oh Dios, un corazón limpio. Renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de Tu presencia y no quites Tu Espíritu Santo de mí. Restáurame el gozo de Tu salvación y Tu Espíritu bueno me sustente.’ Escuche, cuando él lloró su pecado y confesó su pecado, él fue limpiado. Esta fue una actitud totalmente diferente. ¿Y sabe lo que él dijo en el Salmo 32 cuando sacó todo? Dijo ‘bienaventurado, feliz, feliz es el hombre que llora porque feliz es aquel cuya transgresión ha sido perdonada, cuyo pecado es cubierto. Feliz es el hombre a quien el Señor no acusa de iniquidad.’

¿Sabe por qué los que lloran están felices? Porque los que lloran por el pecado son los únicos que son perdonados. El resto del mundo tiene que vivir con esa culpabilidad de manera interminable, sin alivio.

Amados, permítanme decirles esto: la felicidad no viene en el lloro; viene en lo que Dios hace en respuesta al lloro. Así como usted trata de mantener como cristiano en su vida el pecado y lo acumula, y simplemente va a ver cómo lo arruina. Y usted lo confiesa y ve la libertad y el gozo que viene en del perdón.

Escuche: David había experimentado las lágrimas de la soledad. David había experimentado las lágrimas del rechazo. Él había experimentado las lágrimas de la frustración. Las lágrimas del desánimo y la decepción. Él había experimentado las lágrimas de la derrota. Él inclusive había experimentado las lágrimas ilícitas de su propia culpabilidad cuando él trató de expiar por su propio pecado. Pero nada jamás rompió el corazón de David y lo llevó a lágrimas como su propio pecado. Y después, Dios lo consoló y le dijo: “feliz es el hombre cuya transgresión es perdonada.”

Felices son los tristes. ¿Sabe lo que el mundo dice? Olvídate de tus problemas y sonríe, sonríe, sonríe. Y la Biblia dice: “llora, llora, llora.” Observe Santiago, capítulo 4. No hay suficiente de esto en nuestras vidas, no hay suficiente. Santiago 4:8, dice esto: y quiero que lo escuche: “Acercaos a Dios y Él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos y vosotros, los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.”

Ahora escuche, el versículo 9: “afligíos y lamentad y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro y vuestro gozo en tristeza. Humillaos en la presencia del Señor y Él os exaltará.” Escuche, no hay una palabra más importante que le pueda dar al cristianismo de nuestro día que comience a llorar en lugar de reírse. Entristece mi corazón ver la frivolidad y la necedad y la torpeza que se lleva a cabo en nombre del cristianismo. Tengo una palabra para esas personas. Mi palabra para esas personas es esta: afligíos y lamentad y llorad. Que su risa se convierta en lloro y su gozo en tristeza. Escuche: nadie jamás entró al Reino de Dios quien no lloró por su propia pecaminosidad. Y usted no puede verificarme que usted es un cristiano verdadero, o a nadie más, a menos de que a lo largo de su vida exista el mismo sentido de tristeza por el pecado de su propia vida.

Ahora, no me importa estar feliz porque estoy perdonado. Pero no puedo disfrutar esa felicidad hasta que haya enfrentado mi pecado. Un hijo de Dios es alguien quien está quebrantado permanentemente por la pecaminosidad. ¿Sabe una cosa? Para mí es difícil estar contento como antes. Realmente lo es. Solía estar mucho más feliz antes que ahora. Sé demasiado como para estar feliz. Ezequiel dijo esto. Ezequiel 21: “una espada, una espada ha sido afilada. ¿Debemos entonces hacer mirra?” Él dijo: “¿debemos estar riendo y bromeando? Una espada ha sido afilada y está desenvainada.” En otras palabras, Dios está listo para implementar un juicio eterno. ¿De qué nos estamos riendo? No es una broma.

En Isaías 22:12, vemos una palabra adicional que habla de lo mismo. “Y en ese día, Jehová, Dios de los ejércitos, llamó a lloro y al lamento y a vestirnos de cilicio.” Él estaba presentando un retrato del juicio que estaba por venir en Jerusalén. Él dice ‘ustedes deberían estar llorando’. Y el versículo 13: “he aquí, ¿qué es lo que él vio? Gozo, felicidad, matando bueyes, matando ovejas.” En otras palabras, tuvieron un festín, estaban tomando vino. Comamos y bebamos porque mañana moriremos. Y fue revelado en mis oídos por Jehová de los ejércitos, ciertamente esta iniquidad no será limpiada de ustedes hasta que mueran.” ¿Por qué? Porque mientras que usted esté riéndose acerca de esto, nunca conocerá su limpieza. ¿Se da cuenta? ¿Usted se ríe cuando ve algo malo? ¿Usted se ríe cuando la maldad es presentada en su televisión? ¿Usted se ríe cuando oye algo acerca de alguien haciendo algo malo? ¿Se ríe de bromas que hablan de impiedad? ¿Acaso son cosas dignas de reírse?

Proverbios 21:14 dice que algunos se deleitan en la perversidad de la maldad. Segunda de Tesalonicenses 2:12 utiliza la pequeña frase ‘se regocijan en la iniquidad’. ¿Hace usted eso? Realmente creo que la Iglesia en la actualidad tiene un sentido defectuoso del pecado. Tiene una doctrina defectuosa del pecado. Pensamos, cuántas personas creen, que la vida cristiana es una broma, que la Iglesia es algo de lo que usted se burla, que usted se ríe de ello.

Y hay personas que se han presentado a sí mismas como críticos de la Iglesia, quienes hacen una sátira de la Iglesia como si fuera una broma, como si fuera algo de lo que hay que reírse. Ellos pasan todo el tiempo pensando en maneras chistosas de comentar acerca del cristianismo. Nos vestimos de nuestra frivolidad cristiana. No estoy en contra de divertirme, usted sabe esto. Creo que el Antiguo Testamento es muy claro cuando dice: “un corazón alegre hace bien como una medicina.” Pero sabe una cosa, estamos tan desequilibrados que hemos perdido todo sentido de esto, ¿no es cierto?

La gente dice ‘Oh, este movimiento carismático es el avivamiento más grande que jamás he visto.’ Escuche. Nunca he visto tanta frivolidad y torpeza en mi vida; y eso está muy lejos de llorar. La convicción del pecado debe preceder a la conversión y debe seguirla. Ése es el camino a la bienaventuranza.

Y me sorprende que algunos cristianos pasan su vida entera tratando de encontrar felicidad y buscan alguna consejería y lo leen en algún libro, ‘el secreto cristiano de una vida feliz’. Y realmente tratan de encontrar todo esto. Y lo que realmente necesitan hacer es llorar, porque ése es el camino a la felicidad.

Ahora, cuando usted está en bancarrota espiritual y cuando usted es un pecador, usted puede responder de varias maneras. En primer lugar, puede negarlo como los fariseos. Y simplemente vivir con una vida de fachada y vivir una vida de engaño y hacer que todo mundo crea que usted realmente es perfecto. O, cuando usted enfrenta su bancarrota espiritual, usted puede admitirlo y después, trata de cambiarse a sí mismo diciendo ‘hombre, voy a cambiar por mí mismo. Voy a ser una mejor persona.’ Reforma moral. O, puede admitirlo y después estar tan triste que usted sale y se cuelga como Judas. Simplemente, no puede hacerlo. Usted es un pecador, lo sabe y no puede enfrentarlo.

Un joven en nuestra Iglesia, ha estado aquí desde que yo llegué aquí, hace dos días atrás, ayer, tomó una pistola y se mató; encontraron su cuerpo. Él sabía que era un pecador, claro, no pudo enfrentarlo. Su desánimo fue tan profundo que se quitó la vida. Entonces, puede negarlo, puede vivir con una vida de farsa, puede admitirlo y tratar de cambiarlo por sí mismo, y puede admitirlo y hundirse en el desánimo o puede admitirlo y volverse a Dios para encontrar gracia y misericordia. Y la última alternativa es la correcta.

¿Qué hizo el hijo pródigo cuando estaba ahí comiendo con los cerdos? ¿Negó sus circunstancias? Yo estoy bien, esto realmente no está mal, voy a salir adelante. O lo admitió y dijo ‘bueno, voy a trabajar duro y apoderarme de la granja, voy a mostrarles que puedo trabajar.’ ¿O lo admitió y el desánimo simplemente lo ahogó? No. Él hizo lo correcto. Él lo admitió y después, regresó al padre, en donde la fuente de gracia y misericordia se encontraba. Él lloró.

La salvación viene por arrepentimiento, viene por llorar y Dios lo demanda. Realmente, creo que hay muchas personas en este mundo que cree que son cristianas, pero no vinieron a Cristo con un espíritu de bancarrota, llorando por su pecado. Y ésa es la única manera en la que usted entra. Y si no es verdad en su vida en este momento, cuestiono si jamás llegó a ser salvo.

Sabe una cosa, es sorprendente cuando alguien le dice en círculos cristianos en la mayoría de los casos “¿eres cristiano?” Eso es dirán ‘sí’. ¿Y cómo lo sabes? Y la mayoría de las veces dirán ‘bueno, me acuerdo cuando pasé al frente.’ O, me acuerdo cuando, en otras palabras, la base de la seguridad de que son cristianos está basada en el pasado. No. El Nuevo Testamento nunca habla de eso. Nuevo Testamento nunca habla de una decisión. Un Nuevo Testamento nunca habla de caminar por un pasillo. Nunca habla de firmar una tarjeta. Nunca habla de que un consejero le diga “usted es cristiano”. De lo único que habla es que usted es cristianos si hay una evidencia actual. Ese es el punto siempre.

Y en 2 Corintios 12:21, “no sea que cuando venga de nuevo, mi Dios me humille entre vosotros y llore por aquellos que ya pecaron y no se han arrepentido de su inmundicia y fornicación y lascivia que han cometido.” El querido Pablo dice: “si ustedes no van a llorar, entonces lo único que me queda es llorar por ello.”

Dios demanda arrepentimiento. Él demanda un reconocimiento del pecado. No estoy hablando de revolcarse en la autocompasión. Estoy hablando de arrepentimiento genuino y si usted no conoce la diferencia, usted tiene un problema.

Por cierto, en 2 Corintios 2:7 dice que no debemos dejar que alguien se ahogue en la tristeza. Hay demasiado de esto. Y también tiende algunas veces a llevar a sentido de superioridad espiritual, ‘yo soy más santo que tú’. ¿Sabe una cosa?, como la niña pequeña que vio a la persona con la cara triste y dijo ‘debe ser un cristiano muy espiritual’. La felicidad viene en el lloro verdadero. “Un espíritu contrito y humillado no despreciarás, oh Dios,” Salmo 51.

Y quiero avanzar. Yo creo esto: Que hemos llorado en pobreza espiritual sobre nuestro pecado cuando venimos al Reino y continuamos haciéndolo toda nuestra vida. Romanos, capítulo 7, e hice alusión a esto esta mañana y quiero que lo vean, Romanos 7. La gente cree que esto fue lo que le pasó a Pablo una vez en su vida y una vez que llegó a Romanos 8 nunca tuvo problema ya con esto. Esto no es verdad.

En Romanos 7:15 dice: “porque lo que quiero hacer, no lo hago; sino lo que aborrezco, esto hago, y él dice en el versículo 17: “es el pecado que mora en mí.” Y él procede a hablar de esto. “En mi carne no mora el bien porque el desearlo está conmigo,” versículo 18, “el cómo hacerlo y eso es bueno y no lo hallo.” Y él procede en el versículo 20, “el pecado mora en mí,” dice, “y hay una ley que cuando quiero hacer el bien, pero la maldad está presente. Según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios, pero veo otra ley en mis miembros que se revela en contra de la ley de mi mente que me lleva en cautiverio a la ley del pecado, en el cual están mis miembros.”

En otras palabras, la justicia y el pecado están luchando. “Oh miserable de mí, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” En otras palabras, este es un modo de vida para él. Esta no es una situación en la vida que superó. Bueno, dice en el versículo 25, “doy gracias a Dios mediante Jesucristo nuestro Señor.” La gente dice ‘ahí está la victoria’, pero no leen el resto del versículo. ‘Entonces, con la mente, yo sirvo a la ley de Dios, pero con la carne, la ley del pecado.’ Sólo porque él sabía dónde estaba la victoria, no es que acabó con ello de una vez por todas. Él peleó cada día de su vida hasta que se encontró con Jesús cara a cara. Es un estilo de vida el enfrentar el pecado. Nunca cambia.

Escuche. Observe el versículo 23 del capítulo 8. Dice: “y no sólo de ellos, no sólo la creación gime, sino nosotros mismos, los que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos esperando la adopción que es la redención de nuestro cuerpo.” Escuche. No es sólo que la creación está gimiendo. Estoy cansado de esta lucha yo mismo. Estoy cansado de este pecado. Quiero alivio.

No es sorprendente que él dijera: “mucho mejor es partir y estar con Cristo.” No es sorprendente que él dijera en 2 Corintios 5: “porque nosotros gemimos deseando ser revestidos con nuestra casa, la cual es el cielo.” Escuchen amados, ustedes son salvos al estar en bancarrota espiritual en su espíritu y llorar por su pecado y así es como debe ser el resto de su vida. Debe estar realmente molesto por su pecado.

Sabe una cosa, Juan, en 1 Juan, da las evidencias de un cristiano y una de ellas es esta: “si estamos confesando nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados.” Y lo que esto realmente significan en el contexto es esto: si somos los que continuamente estamos confesando nuestros pecados, damos evidencia de ser los que estamos siendo perdonados. En otras palabras, los perdonados, los súbditos del Rey, los hijos del Rey, los hijos de Dios, se caracterizan por una confesión constante de pecado.

Me acuerdo cuando un hombre me dijo en una ocasión: “hombre, he sido liberado.” Un alumno de la Universidad de California. “He sido liberado. Alguien acaba de reinterpretar 1 Juan 1:9 y ahora sé que no tengo que confesar mi pecado. Es maravilloso.” Yo le pregunté cuándo descubrió eso. ‘Oh, hace unos meses atrás. Maravilloso.’ Y le dije que quería hacerle una pregunta, si confesaba su pecado. Y él respondió que acababa de decir que no tenía que hacerlo.

Y le dije ‘sabes que lo haces. ¿Confiesas tu pecado?’ Y él dijo ‘sí, y eso es lo que me molesta.’ Y le dije eso es algo bueno. Lo que tu aprendiste es superado por tu propia nueva naturaleza, es característico de cualquier creyente, va a confesar su pecado.

Por cierto, regresando a Mateo, capítulo 5, el verbo aquí es un tiempo presente, penthountes, una acción continúa, “los que continuamente están llorando son los que continuamente están siendo confortados. Lutero, en sus noventa y cinco tesis dijo que nuestra vida entera es un acto continuo de arrepentimiento y contrición. David clamó, en el Salmo 38, “porque mis iniquidades están sobre mi cabeza como una carga pesada, son demasiado pesada para mí.” Era un estilo de vida. Él simplemente enfrentó su pecado como una realidad a lo largo de su vida.

¿Quiere saber algo? En todo el Nuevo Testamento encontramos tanto acerca de Jesús, pero una cosa que nunca vemos a Jesús haciendo en todo el Nuevo Testamento es reírse. Él nunca se río. O, no sé si Él se rió o no, pero no está registrado. Es difícil para mí imaginar que Él tuviera mucho tuviera mucho de que reírse. Él tuvo hambre. Él se enojó. Él estuvo sediento, pero nunca dicen que se rió. Y eso es algo que es parte de la emoción humana. Pero dice que lloró. Él fue un varón de dolores, experimentado en quebranto.

Creo que hemos dejado eso. Creo que vivimos cautivados por el entretenimiento, buscando la emoción, locos por el placer, en un mundo lleno de bufones y necios y comediantes; algunos de ellos inclusive están tratando de vender su mercancía en la Iglesia. ¿Sabe que la otra noche vi en un programa de televisión cristiana a un hombre que fue presentado como el comediante cristiano más importante? ¿Quién necesita eso? Eso es lo que significa. Usted entiende ahora, ¿no es cierto? Lo que significa llorar por su pecado.

¿Cuál es el resultado de esto? Segunda pregunta. Está será más breve. Y no he dicho tampoco todo lo que quería decir acerca de esto. ¿Se da cuenta de que usted escucha la punta del iceberg semana tras semana? Vivir con esa frustración es muy difícil. ¿Cuál es el resultado de llorar? Usted pregunta qué recibe. ‘Yo oro, estoy triste por mi pecado, ¿qué recibo?’ Consuelo. Consuelo.

Por cierto, como dije antes, los que lloran no son bienaventurados por que lloran. Los que lloran son bienaventurados porque son confortados. Usted no llora, usted no es consolado. Usted simplemente trata de esconder su culpabilidad y lo consume. No hay felicidad en la tristeza del mundo porque no puede ser consolado. Y, por cierto, usan el pronombre enfático autoi aquí, lo cual significa bienaventurados los que continúan llorando porque sólo ellos serán consolados. Sólo los que lloran conocen el consuelo de Dios. Únicamente son sólo aquellos que lloran por el pecado que saben lo que es Jesús. Lágrimas sean secadas por la mano amorosa de Jesucristo. Ellos recibirán consolación, parakaleō, de la cual obtenemos paraclēte, el que es llamado al lado para ayudar, al que Jesús se refirió, el consolador.

Por cierto, la Biblia nos dice que Dios es un consolador, Salmo 30:5, Salmo 50:15, Isaías 55:6-7, Miqueas 7:18 al 20 y más y más, habla del consuelo que Dios nos da. Él nos ayuda, Él nos socorre, Él oye nuestro clamor, Él satisface nuestra necesidad, Él está ahí rogando siempre, Él estaba amonestando y consolando y mostrando empatía y alentando y fortaleciendo perdonando y restaurando; y eso añade al consuelo.

Conforme nuestro lloro llega al trono de Dios, Su consuelo sin paralelos desciende de Él por Cristo a nosotros. “Dios es un Dios de toda consolación”, dice la Biblia. ¿Y sabe usted quién fue el primer consolador? El primer consolador por Jesús por que Él dijo: “cuando Yo me vaya, Yo enviaré otro consolador.” Él fue el primero. Dios, el Dios de todo consuelo, Cristo, el primer paraclēte, llamado ayudar al lado y el Espíritu Santo siguió con la obra. Dios es un Dios de consuelo. Cristo es un Cristo del consuelo. El Espíritu Santo es un Espíritu de consuelo.

Y amados, yo no creo que esto sea algo futuro en su totalidad. Yo no creo que nada más esté diciendo: “bueno, adelante señores porque en el Reino serán consolados.” No creo que eso sea lo que dijo. Cuando yo pienso la conexión aquí, y usted puede hacer algún estudio en el versículo en sí mismo a detalle en el griego y la implicación aquí, es que el consuelo va de la mano con el lloro. Conforme usted continúa llorando, usted continuará siendo consolado. Es el concepto del ahora.

Oh, hay un aspecto final. Claro que está este aspecto final cuando todos vayamos al Reino eterno, en Apocalipsis 21:4 dice: “y Dios quitará toda lágrima de sus ojos y no habrá más tristeza, no más lloro, ni habrá más dolor porque las cosas pasadas han pasado.” Pero eso es futuro.

Pero hay un tiempo presente. El Espíritu es el consolador. Cuando Cristo estuvo en la tierra, Él fue el consolador. Por cierto, la Palabra de Dios, es un consolador. ¿Sabía eso? La Biblia es un consolador. Dice en Romanos 15:4: “porque las cosas que se escribieron antes para nuestra enseñanza se escribieron a fin de que, por la paciencia,” escuche esta frase, “a fin de que por la paciencia de la consolación de las Escrituras.” ¿Por qué fue escrita? Para consolarnos. Porque nos habla del amor de Dios y nos habla de Su perdón y nos habla de Su ayuda y nos habla acerca de Su aliento en Su presencia y todas esas cosas.

Entonces, diríamos que está a la obra subjetiva del Espíritu Santo que nos consuela y las Escrituras nos consuelan. Y le voy a decir algo más, nos consolamos unos a otros, ¿no es cierto? Me encanta oír al apóstol Pablo cuando dice: “fui consolado en la venida de tal y tal.” Conforme enfrentamos nuestro pecado, Dios nos consuela mediante la obra interna del Espíritu, mediante la obra de la Palabra, mediante el ministerio de otros creyentes.

Y cuando somos consolados, entonces estamos felices. La felicidad le viene a personas tristes, no porque están tristes, sino porque su tristeza lleva al consuelo. Me encanta lo que Jesús dijo en Mateo 11:28: “venid a Mí todos los que estáis trabajados y cansados y Yo os daré descanso.”

¿Sabe una cosa? Usted no va a venir buscando descanso a menos de que usted tenga una carga, ¿verdad? A menos de que usted esté cargado, a menos de que sienta su pecado, a menos de que esté doblando su espalda llevándolo al suelo, y entonces, usted llega y encuentra reposo. Él quita su carga pesada y le da Su yugo, el cual es fácil de llevar y su carga, que es ligera.

Escuche, llevar en mis hombros los estándares de Dios y los mandatos de Cristo es una carga fácil comparada con llevar la carga de mi pecaminosidad.

Consuelo. Consuelo porque mientras que lloremos, mientras que confesemos nuestro pecado. Amados, se reduce a eso. Escuche ahora. Conforme usted confiese su pecado día tras día, día tras día, delante del Señor, Él le da a usted consuelo, Él le da a usted consuelo. Y en ese consuelo viene la felicidad y entonces usted puede reír; y usted puede sonreír y se puede regocijar.

Usted dice ‘bueno, ahora sé lo que es llorar por el pecado. Conozco el resultado. Seré consolado y en el consuelo, viene la felicidad.’ Permítame darle una tercera pregunta. ¿Cómo puedo volverme en alguien que llora? ¿Cómo puedo volverme en alguien que llora? Ahora, estas son nuestras últimas dos preguntas y quiero que piense en ellas.

¿Cómo puede volverme en alguien que llora? En primer lugar, elimine los estorbos. Elimine los estorbos. Usted pregunta qué quiero decir. Digo, la mayoría de nosotros tenemos estorbos para reconocer el pecado. Usted dice ‘bueno, éstas son las cosas que hacen que nuestro corazón se endurezca.’ Esas son las cosas que nos hacen insensibles. Estas son las cosas que nos hacen resistir al Espíritu, un corazón de piedra simplemente no llora. Está ausente de gracia. La herramienta de Dios no puede romperlo. Simplemente, atesora ira para el día de la ira. Deshágase de los estorbos. Tiene que deshacerse de la parte de piedra. Usted pregunta cuáles son esas cosas que hacen que el corazón se endurezca. Permítame darle una lista rápidamente.

Aquí están los estorbos para el lloro. Estas son las cosas que hacen que el corazón se endurezca. Primero: el amor al pecado. Escuche. Si usted ama su pecado, usted va a congelar su corazón para llevarlo a la impenitencia. Usted va a petrificar su corazón si ama al pecado.

En segundo lugar, el desánimo. El desánimo. ¿Sabe lo que el desánimo dice? Dios no puede perdonar esto. Subestima el poder de Dios. Minimiza la sangre de Cristo. Denigra la gracia de Dios. Es denigrar a Dios de la realidad de quienes Él. Jeremías 18:2, dijeron no hay esperanza, entonces haremos lo que nosotros queremos y todos haremos lo que quiera nuestro corazón. En otras palabras, Dios de cualquier manera no puede hacer nada por nosotros. Estamos más allá de la esperanza. Entonces, disfrutemos.

Este es el lenguaje del desánimo y el desánimo esconde la misericordia detrás de la ignorancia. Esconde la gracia detrás de la duda. Escuche. No me importa qué tan malo sea. No me importa qué tan malo usted sea. La gracia de Dios es capaz de alcanzarlo a usted, de cambiarlo. Uno de los estorbos para el lloro es el amor al pecado y el otro es el desánimo que quiere esconder la misericordia de Dios detrás de la nube de la muerte.

En tercer lugar, el orgullo. Otro estorbo para el lloro es el orgullo. Y eso dice: “bueno, no estoy tan mal. No me conoces si crees que debo estar triste. Estoy bien. De hecho, soy bastante soy bastante bueno.” Este es un doctor necio tratando una enfermedad mortal como si fuera un resfriado. Escuche, si Jesús tuvo que derramar Su sangre y morir en una cruz por su pecado, usted es malo, usted realmente es malo. Yo también.

Y, por cierto, si usted cree que no es malo, está peor que el resto de la gente, porque ése es el peor pecado de todos. Entonces, el amor al pecado, el desánimo y orgullo son estorbos. Y también, la presunción, es el número cuatro. ¿Sabe lo que es la presunción? Es la gracia barata.

Bueno, usted sabe, yo en una ocasión dije que quería a Jesús en mi corazón y caminé por el pasillo y me bauticé. ¿De qué me tengo que preocupar? Simplemente, voy a seguir haciendo lo que yo quiero y estaré bien. No necesito confesar mi pecado. Me molesto por esto como el hombre del que le conté esta mañana que el otro día dijo “no tienes que cambiar nada en tu vida, simplemente recibe a Jesús y vas a estar bien. Él lo va a guiar.”

Isaías 55:7 dice “deje el impío su camino y vuélvanse a Jehová y Él tendrá de él misericordia y al Dios nuestro que será amplio perdonar. Y si el impío deja su camino no hay razón para creer que no ha recibido el perdón.” Usted nunca presuma. No hay algo así como la gracia barata. No hay licencia. Entonces, el amor al pecado, el desánimo, el orgullo, la presunción.

Número cinco: otra cosa que estorba en ser alguien que llora es la espera negligente. ‘Bueno, voy a llegar a hacer eso. Uno de estos días, voy a ver mi pecado y realmente voy a corregirme.’ ¿Quiere saber algo? Podría ser muy tarde. Dice Santiago 4:14: “¿no sabéis que vuestra vida es como un foco de neblina que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece?” Y antes de que comience a hablar acerca de mañana, es mejor que reconozca que puede no haber un mañana. No sea necio. Escuche. Cuanto antes trate con la enfermedad, más pronto viene el consuelo y con él, la bienaventuranza. Y si usted nunca lo enfrenta, usted pasará una eternidad sin Dios. No se espere.

Bueno, ¿cuáles son los estorbos? El amor al pecado, el desánimo, el orgullo, la presunción, el esperar de manera negligente. Voy a añadir una más: la risa, la risa. Usted pregunta qué quiero decir con eso. Quiero decir que hay algunas personas que simplemente no quieren enfrentar de manera realista la vida. Simplemente quieren reírse todo el tiempo. Simplemente una fiesta grande, siempre y cuando la fiesta pueda continuar, nunca van a tener que enfrentar el asunto, el problema.

Escuche esto, Amós 6:5. Él habla acerca de estos injustos, él dice, realmente es “ay, ay de aquellos que cantan al canto del arpa e inventan para sí mismos instrumentos de música como David, beben vino en contenedores, en otras palabras, una copa no es suficiente. Tienen que tomar un contenedor, un plato hondo y se ungen a sí mismos con los principales ungüentos, pero no llorarán por la aflicción de José. Serán llevados cautivos con los primeros que sean capturados.” Los necios que se ríen cuando no hay causa de risa. No hay lugar para la risa, no hay razón para ella. Deberían estar en tristeza.

En Job 30:31, nuevamente, indica este estorbo: “mi arpa se ha convertido en lloro y mi flauta en la voz de aquellos que lloran.” En otras palabras, a nuestro mundo le encantan las fiestas y la música. Y sabe una cosa, una de las primeras cosas que Dios hará cuando todo esto sea derribado y la tribulación venga, será apagar toda la música. ¿Sabía usted que en Apocalipsis 18 toda la música se va detener? La gente va tener que enfrentar la realidad. Apague la radio de vez en cuando. Esto le va a ayudar a reconocer lo que realmente está pasando en su interior.

Bueno, amor al pecado, desánimo, orgullo, presunción, espera negligente, risa. Estos son los estorbos. Usted dice: “bueno John, ¿cómo te deshaces del estorbo?” Bueno, una manera es ver la cruz. Si usted está jugando con todas estas cosas y no entiende la importancia de la cruz, usted no entiende lo que Cristo hizo. Usted ve a Cristo muriendo por usted, si eso no quebranta su corazón de piedra, no sé qué lo romperá.

Christina Rosetti escribió esto: “soy una piedra y no una oveja que puede estar de pie, oh Cristo, debajo de Tu cruz, contar gota a gota Tu pérdida lenta de sangre y sin embargo no llorar. No para esas mujeres que Te amaron con una tristeza excesiva, que se lamentaron por Ti, no como Pedro que cayó y lloró amargamente, no como el ladrón que fue conmovido, no como el sol y la luna que escondieron sus rostros en un cielo oscuro, un horror de gran oscuridad a mediodía, yo, sólo yo. Sin embargo, busco Tu ayuda, verdadero pastor del rebaño. Más grande que Moisés, vuélvete y ve una vez más y golpea una roca.”

Escuche, si usted tiene estorbos en el camino, vea la cruz, véala de cerca y vea cuánto necesita a Jesucristo, cuánto necesita enfrentar su pecado. Vea lo que le costó. Entonces, en primer lugar, quite los estorbos. En segundo lugar, estudie el pecado en las Escrituras. Estúdielo. David dijo ‘mi pecado esta siempre delante de mí’. Estudie a David, estudie a Isaías que dijo ‘ay de mí, porque soy hombre inmundo y vivo en medio de un pueblo de labios inmundos.’ Estudie a Jeremías, quien lloró por el pecado. Estudie a Pedro quien dijo ‘apártate de mí que soy pecador’. Estudie a Pablo quien dijo ‘yo soy el primero de los pecadores’. Y escúchelos hablar acerca de su pecaminosidad.

Y después, cuando haya comparado su vida con el Hombre más grande que jamás vivió, trate de convencer de a sí mismo que usted no es pecador. El pecado pisa las leyes de Dios, el pecado se burla de Su amor, entristece a Su Espíritu, se burla de Su bendición. El pecado nos afecta drásticamente, nos desnuda, nos hace impuros, nos roba en nuestra túnica y nuestra corona. Echa a perder nuestra gloria, nos deja en harapos y ropa inmunda, hechos a imagen de Dios, nos volvemos como bestias que perecen. Elimine el estorbo y estudie el pecado.

En tercer lugar, ore por un corazón contrito. Después de todo, sólo Dios puede hacer esto. Y Él no va a desechar, a aquel que realmente pide. Entonces, ¿qué significa? Significa llorar por el pecado. ¿Cuáles son los resultados? Consuelo y felicidad. ¿Cómo puedo ser alguien que llora? Quite los estorbos, estudie las Escrituras y ore.

En conclusión, ¿cómo puedo saber si soy alguien que llora? ¿Cómo puedo saber si estoy ahí? Muy simple. ¿Está listo? Pregúntese si usted es sensible al pecado. ¿Lo es? ¿Cómo reacciona al pecado? ¿Se ríe? ¿Lo deja pasar? ¿Se deleita en él? Algunos de ustedes lo están haciendo. Algunos de ustedes están viviendo en él, todo tipo de pecado. Y nunca han enfrentado su pecado. Quizás es el pecado en un área inmoral. Quizás es el pecado en su negocio. Quizás es deshonestidad. Quizás es no orar. Quizás es no tener buenos pensamientos. No ser amoroso. Quizás es quién sabe.

¿Cómo reacciona al pecado? ¿Llora ante su pecado? Permítame profundizar. Creo que, si usted realmente llora, usted no solamente llorará sobre su pecado, sino que va llorar por los pecados del mundo. ¿Sabe lo que veo en Jeremías?, Jeremías clamó y dijo ‘oh, que mi cabeza fuera fuente de aguas y que pudiera llorar y llorar’. Usted pregunta por qué Jeremías quiere llorar. ‘Quiero llorar por este pueblo. Este pueblo es un pueblo pecaminoso y están condenados. Estas personas serán juzgadas.’

¿Se siente así por el pecado de otras personas? Jesús se sienta en la cima del monte y ve a Jerusalén y dice que lloró. Y Él dijo: “oh Jerusalén, ¡cuántas veces quise reunirte como una gallina reúne a sus polluelos y no quisisteis!” Él no estaba llorando por sí mismo, Él estaba llorando por ellos. Usted ve a Ezequiel llorando en el capítulo 9, todo el capítulo 9 y 10 y puede ver eso, pero en el 9:4, Jehová le dijo “ve por el medio de la ciudad, por el medio de Jerusalén y coloca una marca en las mentes de los hombres que suspiran y claman por todas las abominaciones que son hechas en medio de ella.” Ve a encontrar a los que lloran. Ve a encontrar a aquellas personas que lloran por sus hermanas y hermanos.

En el gran Salmo 119, el largo Salmo, en el versículo 136: “Ríos de agua corren de mis ojos por que no guardaron Tu ley”, dice el salmista. ¿Usted llora así? ¿Su corazón está literalmente quebrantado cuando el corazón de Dios es quebrantado? ¿Dice con David en el Salmo 69: “el celo por Tu casa me ha consumido”? Y los vituperios de aquellos que Te vituperaban han caído sobre mí. Yo lloro cuando Tú lloras.

Lamentaciones 1:16, Jeremías dice: “por estas cosas lloro. Mi ojo está lleno de agua, cuando veo al pueblo de Dios volviéndose de Él.” Digo, ¿usted realmente llora por su pecado y los pecados de los que le rodean a usted? Si usted llora, va a llorar así. Y no estoy hablando de desfigurar externamente su rostro como los fariseos farsantes en Mateo 6, que arreglaban lo de afuera y no lloraban por dentro.

No estoy hablando acerca del lloro falso de Saúl en 1 Samuel 15, quien dice “he pecado” y después le dice a Samuel: “pero hónrame ante el pueblo para que no eche a perder mi reputación.” No estoy hablando de eso.

¿Es usted sensible al pecado? Y la segunda manera en la que sé que usted llora es si usted tiene un sentido del perdón de Dios. ¿Conoce usted el gozo en su vida? ¿Conoce usted la paz real, la felicidad real, el consuelo real que viene a una vida perdonada, limpiada, purificada? Espero que usted llore, porque quiero que usted sea consolado, porque quiero que usted sea feliz. Y también Dios. Oremos.

Padre, simplemente Te damos gracias por un gran tiempo en Tu Palabra en esta noche. ¡Qué rico, qué profundo! ¡Qué satisfactorias son estas grandes verdades! Bendice a toda vida aquí. Señor, ayúdame a ser alguien que llora. Quiero ser el tipo de persona que quieres que sea. Quiero llorar cuando Tú lloras. Quiero ser sensible a mi propio pecado. Y oh, Dios, quiero tener Tu corazón por el pecado que está en el mundo, los pecados entre los hombres, los pecados entre los hermanos, pecados de aquellos que no nombran Tu nombre inclusive. Que yo me entristezca por el pecado. Nunca dejes que me enfríe. Nunca dejes que me vuelva insensible. Ayúdame a pelear por Tu honra con gran celo. A defender Tu estándar justo. Y cuando yo lo viole, o alguien más lo viole, que mi corazón esté en angustia porque entonces, y sólo entonces, conoceré el gran consuelo y felicidad que Tú quieres dar.

Y Señor, si hay alguien aquí en esta noche que nunca ha ido quebrantado por su pecado, que nunca ha llegado a la bancarrota de espíritu que da lugar al lloro, oramos en esta noche que sea esta noche. Y así, al llorar, venga a lo único que puede consolar: el Señor Jesucristo que murió pagando el castigo por su pecado.

Y por aquellos de nosotros que somos cristianos, Padre, que quizás hemos olvidado cómo debemos ser hacia del pecado. Nos hemos vuelto algo insensibles y el mundo nos ha influenciado y nos hemos conformado a sus propios patrones y hemos olvidado lo malo que realmente es el pecado, y ya no nos duele más el pecado, Dios, renueva un espíritu recto en nosotros para que podamos percibir lo que Tú percibes.

Satisface toda necesidad, Padre, sea cual sea. Que sea cual fuera ese lugar en el que estamos en una relación contigo, llévanos a ese lugar en donde quieres que estemos. En el nombre de Cristo oramos. Amén.

 

 

 

 

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