“Bienaventurados los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad,” Mateo 55. Siempre pienso que el libro que estoy estudiando en el momento es lo más maravilloso que jamás he estudiado. Y definitivamente pienso eso cerca de Mateo. No sé cuántos mensajes hemos dado en Mateo, quizás veinticinco o algo así. Y han sido tan emocionantes para mí. Y ahora, al ver el capítulo 5, el maravilloso sermón de nuestro Señor Jesucristo llamado el Sermón del Monte me encuentro literalmente abrumado por la verdad que está en él.
Me Siento como si cuando vengo aquí ustedes están viendo la punta de un iceberg porque ni siquiera pudo comenzar a tocar todas las cosas que están pasando en mi corazón y mente día tras día, conforme me expongo a mí mismo a la verdad de este pasaje tremendo. Si soy obediente a Dios, si respondo al Espíritu Santo como Él quiere que responda en este estudio, voy a ser una persona diferente y va a ser refrescante para mí y yo estoy seguro que también para usted.
La afirmación que nuestro Señor hace en el versículo cinco: “bienaventurados los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad,” es una afirmación conmovedora para la audiencia que oyeron decirlo. De hecho, las tres bienaventuranzas como son conocidas son conmovedoras. Las primeras dos fueron conmovedoras para lo audiencia que se sentó allí en el monte el día en que Jesús habló. Jesús llamó a cosas absolutamente extrañas para su manera de pensar. Sabían cómo ser orgullosos espiritualmente. Sabían cómo ser autosuficientes. Sabían cómo jugar la función piadosa. Sabían de la religión. Realmente, eran buenos con la forma. Pensaban que eran el grupo de los elegidos. Pensaban que podían sobrevivir en su propia fortaleza y su propia sabiduría, en su propia fortaleza y sus propios recursos.
Esperaban que el Mesías cuando llegara, les dijera: “estoy aquí para felicitarlos por su gran religiosidad. Estoy aquí para felicitarlos por su espiritualidad tan maravillosa. Estoy aquí para decirles que Dios ha visto desde el cielo y Él está muy contento con ustedes; de hecho, podemos entrar al Reino y muy poco cambio se necesita.”
Pero nuestro Señor abrió Su ministerio a ellos y dijo esto en el versículo 3: “bienaventurados los pobres en espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos.” No aquellos que creen que son justos sino aquellos que saben que son pecadores. Bienaventurados los que lloran porque recibirán consolación. No aquellos que están felices consigo mismos, sino aquellos que están tristes por sí mismos. Bienaventurados los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad. No aquellos que son orgullosos, sino aquellos que son humildes.
Ellos no entendieron esto. Esto no es lo que esperaban; dependían en su espiritualidad, en su orgullo. Y Jesús lo derribó todo la primera vez que habló. Él quería un espíritu quebrantado. Él quería un corazón que llorara, Él quería humildad. Eso era necesario para entrar Su Reino, no justicia personal, nada de orgullo espiritual. Y cuando Jesús dijo ‘bienaventurados los mansos’ si hubo alguna persona que no había quedado sin haber sido sacudida, esto debió haber terminado con ellos. Bienaventurados los mansos, digo eso sería sorprendente para nuestra sociedad; porque no somos diferentes ellos. Pensamos que la victoria y el botín son por los fuertes, ¿verdad? Aprovéchalo todo, saca lo más que puedas macho. ¡Qué sacudida para su pensamiento!
Permítame explicarle la escena: poco más de medio siglo antes de que Jesús naciera en el 63 a. C., Pompeyo había incluido a Palestina para Roma. Y de esta manera, la Independencia judía llegó a su fin. Y, por cierto, esa independencia había sido adquirida en una revolución que derramó sangre llamada la revolución macabea y habían peleado para liberarse de Grecia. Y no pasó mucho tiempo después de que conocieron esa libertad hasta que fueron llevados bajo el yugo del poder imperial de Roma. A partir de ahí, del 63 a. C. en adelante, la tierra era gobernada en parte mediante reyes herodianos. Los herodianos era una familia, es como un apellido, era una familia de reyes designados por César. Y además de los reyes herodianos, él le dio al pueblo de Palestina reyes; porque querían reyes, pero además de eso, les dio procuradores o gobernadores. El más famoso de los cuales para nosotros es Pilato.
Entonces a lo largo de todo ese tiempo estaban bajo el dominio romano y estaban estos reyes títeres, y la familia herodiana y estos procuradores o gobernadores. Al mismo tiempo, virtualmente, el resto de la tierra con la cual el Nuevo Testamento se relaciona, también estuvo bajo sujeción a Roma. Y este fue un día opresivo, triste para el pueblo judío. Ellos literalmente despreciaban esta opresión romana. De hecho, para ser honesto con usted, ni siquiera lo admitían. Cuando Jesús estaba hablándoles en Juan 8 a los líderes judíos es sorprendente porque les dijo “conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. Y ellos respondieron “somos simiente de Abraham y nunca estamos en esclavitud a hombre alguno”. Una afirmación bastante torpe. Ellos ni siquiera admitían que eran esclavos de Roma. Nunca hemos sido esclavos de nadie, dijeron. Ni siquiera lo reconocieron, eran orgullosos, menospreciaban el yugo romano.
La historia entera, entonces, de Jesús se encuentra dentro del marco de una nación en esclavitud a Roma. La sombra de César literalmente se encuentra por todo el Nuevo Testamento. Y usted ve a César en cada página. Y al mismo tiempo, escuche esto, hubo un movimiento en los corazones de los judíos por creer que el Mesías estaba por venir. Había algunas personas que no querían experimentar la muerte hasta que Él viniera. ¿Se acuerda usted de Simeón y Ana? Había el sentimiento de que algo estaba por suceder. El Mesías estaba por venir, el Reino de Dios sería establecido y el Antiguo Testamento era claro en esto y existía este sentimiento de que iba a suceder. Y después, este individuo llamado Jesucristo llegó a la escena y abrió Su boca.
Y en Marcos capítulo 1, observe lo que Marcos nos dice que dijo. Marcos 1:14, después de que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el Evangelio del Reino de Dios y diciendo: ‘escuchen, el tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios se ha acercado. Arrepentíos y creed en el Evangelio de las buenas nuevas.’ Y hombre, se emocionaron. Ellos habían conocido este dominio romano y esta opresión romana y ahora, de pronto, venía un obrador de milagros. Un hombre que hablaba como ningún otro hombre había hablado. Un hombre que hacía cosas como ningún otro hombre jamás había hecho. Quizás éste es el Mesías…
Y cuando Él había alimentado a la multitud ahí al lado de un monte, estaban listos para creerlo y querían tomarlo y hacerlo un rey y comenzar una revolución política militar para quitarse el yugo de Roma. Estaban emocionados por ello. Estaban esperando el Mesías que derrocara a Roma. Estaban esperando un gran general que pudiera iniciar una revolución judía que pudiera producir una independencia mediante acción militar. Ahora, observe esto: primordialmente, el derrocamiento militar, el concepto militar del Mesías pertenecía a un grupo de judíos llamados los zelotes.
Había cuatro grupos primordiales en el judaísmo: fariseos, saduceos, zelotes y esenios. Los esenios eran los místicos que viven ahí en Qumrán en donde encontramos los rollos del mar Muerto. Eran los que copiaron esos. Los zelotes eran los activistas políticos que no estaban muy preocupados por la religión. Realmente estaban preocupados por la política. Los fariseos eran los conservadores religiosos y los saduceos eran los liberales religiosos.
Pero los zelotes realmente querían que el Mesías viniera y creían que sería un gran general quien vendría y tendría mucho poder político que derrocaría a Roma. Y entonces, ellos esperaban un reino militar; por otro lado, los fariseos estaban igualmente ansiosos por derrocar a Roma, pero no estaban buscando militar. Estaban buscando un reino santo, estaban esperando una restauración de la teocracia del Antiguo Testamento; estaban esperando a que el Mesías gobernara de manera religiosa.
Y entonces, lo podría ver de esta manera: los zelotes esperaban un Mesías militar y los fariseos esperaban un Mesías milagroso. Los zelotes probablemente creyeron que el Mesías llevaría a cabo acciones militares y los fariseos probablemente creyeron que el Mesías haría algo milagroso y simplemente derrocaría a Roma mediante algún milagro divino sobrenatural.
Mientras que ambos estaban esperando alguna intervención catastrófica por parte de Dios y la venida del Mesías, ellos sabían lo que Daniel decía en Daniel 7:13 y 14. Ellos sabían que el Mesías vendría en las nubes y gran gloria no sabían cómo sucedería; pero cada uno tenía sus propias ideas. Incluso los apóstoles, los doce apóstoles, lo esperaban. En Hechos 1:6, ellos dijeron: “Señor, ¿acaso en este tiempo restaurarás el Reino a Israel? ¿Cuándo lo vas a hacer? ¿Cuándo vamos a ver lo milagroso, lo militar?”
Pero este no fue el propósito de Jesús. Y esta es la razón por la que en Juan capítulo 18, cuando Jesús estaba hablando con Pilato y Pilato estaba tratando de entender qué tipo Rey era y qué tipo de Rey no tiene un trono, qué tipo de Rey no tiene una corona, y entonces le estaba hablando a Jesús acerca de qué si era Rey o no, entonces Él dijo “Mi Reino no es de este mundo. Tu no entiendes qué tipo de Rey soy. No busco operar de manera militar. Y ni siquiera estoy a punto de dar un golpe de estado milagroso y derrocar a Roma. Este no es Mi propósito. Él dijo ‘si quisiera podría haber llamado a legiones de ángeles. Legiones de miles de ellos.’ Y, por cierto, si un ángel puede matar a 185,000 asirios de una vez, una legión de ángeles podría matar a cualquiera.
Entonces, como puede ver, la esperanza de la restauración política religiosa no era nada más que un sueño. Israel estaba bajo el poder de Roma y César no les permitió independencia alguna. Y sin embargo en sus corazones esta esperanza ardía, ardía y ardía, que un Mesías vendría.
Francamente, la esperanza ardía tanto en sus corazones que produjo un montón de mesías falsos como urticaria en un cuerpo. Estaban por todos lados. Mesías falsos por montones. Los zelotes esperando lo que necesitaba ser hecho, simplemente dirían ‘bueno no podemos esperar al Mesías.’ Y junto con los sicarios, quienes eran los asesinos en sus rangos, estaban listos para derrocar a Roma. Asesinaban a una persona importante o llevaban a cabo un acto revolucionario y lo único que hacía era traer represiones romanas. Y finamente en el año 70 d. C., los romanos llegaron a un punto en que se cansaron de las reacciones de los zelotes, se cansaron de esto y por eso enviaron a Tito Vespasiano en el 70 d. C. y al ejército romano y vinieron y literalmente destruyeron a Jerusalén. Aplastaron la ciudad, aplastaron al pueblo, mataron a 1,100,000 personas.
Pero esto no fue lo peor. En el año 132 y 135 d. C., unos 60 años después, un hombre llamado Adriano vino desde Roma y fue por toda la tierra de Israel y mató a todas las personas y destruyó a todas las ciudades y literalmente aplastó a la nación de Israel en términos de existencia nacional. Le digo esto para darles una idea de lo que ellos querían. Ellos querían alguien que derrocara a Roma. Los zelotes creían que se podía hacer militarmente y los fariseos y los otros religiosos pensaban que podía ser hecho milagrosamente por el Mesías, pero estaban equivocados.
Como puede ver, estaban equivocados. Jesús no vino con eso en mente. Antes de que jamás pudiera haber una independencia judía, tenía que haber una salvación judía y eso tenía que venir primero. Y estaban a punto de rendirse en eso.
Entonces, el plan de Dios no era lo que pensaban. Y cuando Jesús comenzó hablar como en Sermón del Monte, podía imaginar la reacción de ellos. Esperaban que el Mesías viniera a aplastar a todos. Esperaban que el Mesías viniera y con una espada de pronto aplastara al enemigo y aquí viene y dice “felices los pobres en espíritu; felices los que lloran; felices los mansos.” y ellos se están diciendo a sí mismos ‘¿qué tipo de Mesías es este? ¿qué tipo de multitud quiere recolectar? ¿Quién quiere una multitud de cobardes, una multitud de gente mansa? Nunca derrotarán a Roma. Y entonces, desanimó a los activistas políticos porque Él no estuvo dispuesto llevar a cabo una revolución. Y decepcionó a los religiosos porque Él sólo curó a la gente. Él no destruyó a Roma con milagros cataclísmicos, no lo hizo.
Y esta es la razón por la que, como puede ver, cuando finalmente vieron a Jesús capturado por los romanos, cuando finalmente vieron a Jesús allá arriba y lo vieron al lado de Barrabás y vieron a esta persona patética a quien Pilato había golpeado y golpeado y azotado y con una corona de espinas en Su cabeza, y no había belleza en Él para que lo desearan, y no había nada en Él que fuera atractivo, lea Isaías 53, “no había forma deseable en Él,” lo vieron y dijeron “olvídalo. Ese no es el Mesías que queremos.”
Y entonces, dijeron: “crucificadle. Crucificadle. Queremos a Barrabás. Queremos a Barrabás.
Barrabás se acerca más a un tipo de Mesías que este hombre.” Y lo odiaron por eso. Y realmente lo odiaron porque los decepcionó. Lo odiaron porque no satisfizo las expectativas de ellos. Y una vez que Él murió, y una vez que terminaron con Él, ésa fue la gota que derramó el vaso. Cuando el resto de la gente vino y dijo ‘bueno él era el Mesías.’ Dijeron ‘mira Él murió en la cruz, en el Antiguo Testamento dice ‘maldito es todo aquel que cuelga de un árbol.’ No nos digas que nuestro Mesías fue crucificado como una maldición. No nos digas que el Mesías vino y se fue y no derrocó a Roma. No nos digas que el Mesías vino y se fue y no cambió nuestras circunstancias en el mundo. Ese no es un Mesías;” y ni siquiera creyeron en Su resurrección, aunque fue verdad. Aunque 500 personas lo vieron, no lo creyeron.
Cuando los apóstoles se pusieron de pie a predicar, tuvieron que predicar siempre la resurrección. Y siempre tuvieron que decir “como pueden ver, el Mesías tuvo que sufrir. Él tuvo que sufrir y morir, esto es lo que el Antiguo Testamento enseñó; tuvo que ser así.” Jesús en el camino a Emaús dijo: “si hubieran conocido las Escrituras, habrían sabido que esto sucedería así. Pero estaban decepcionados realmente, terriblemente decepcionados con Jesús.
Y todo comenzó aquí, porque la primera vez que oyeron hablar, Él dijo: “los mansos heredarán la tierra.” ¿Qué tipo de cosa es esta? El botín le pertenece a los fuertes, no los mansos. Eso fue en contra de su filosofía entera de la vida; pero Él vino como un siervo. Como puede ver, ellos ignoraron Isaías 40 al 66, esa sección entera de Isaías 40 al 66 presenta al Mesías como un siervo sufriente. Ni siquiera conocían su Antiguo Testamento, una sección enorme. De hecho, cuando Él anunció quién Él realmente era, citó de Isaías 61. Y sabe una cosa, Él se identificó con un grupo de gente bastante rechazado.
Él dice, Lucas 4:18: “el Espíritu del Señor está sobre Mí porque me ha ungido para predicar el Evangelio a los pobres,” oh, por favor, “para sanar a los enfermos de corazón, liberar a los cautivos, para dar vista a los ciegos y para liberar a los que están golpeados. Ahora ese, es un grupo de personas bastante triste; los ciegos y los golpeados y los pobres y los bancos. ¿Qué tipo de personas son éstas?
El apóstol Pablo lo dijo en 1 Corintios no muchos nobles, no muchos sabios, muchos poderosos. Él ha escogido lo insensato del mundo, Él fue un siervo. Él no vino para derrocar a Roma. Él vino a lavar los pies de discípulo amorosos. Su vida entera fue una ilustración de humildad y servicio. Él dijo “el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar Su vida en rescate por muchos.” Ellos no lo entendieron, ni siquiera supieron para qué vino. Humildad, negación personal, abnegación.
Ahora esto prepara el escenario para lo que Él dijo en este sermón. Y lo que él dijo que es esto, escuche: “no son los autosuficientes, no son los que se creen santos, no son los orgullosos o los fuertes o los arrogantes y los que tienen confianza sí mismos y los satisfechos. No son los religiosos los que entran en Mi Reino; son sólo los quebrantados y los que lloran, los mansos y los hambrientos y los sedientos y los misericordiosos y los puros y los pacificadores y los perseguidos y los que son calumniados y los que nunca se vengan. Ellos son los ciudadanos del Reino.” Y hombre, los mató con esto. No lo podían creer, este no podría ser el Mesías. Los verdaderos ciudadanos del Reino, dijo Él, son de este tipo. ¡Qué mensaje tan revolucionario!
Olvidamos eso. ¡Hombre, cómo lo olvidamos! Pensamos que Dios necesita superestrellas, pensamos que Dios necesita a los más poderosos. Nunca ha sido así, nunca. Los ricos y los famosos, nunca ha sido así. Nuestro Señor vino y simplemente puso el dedo donde estaban lastimados. Él dijo: “mira, ¿quieren estar en Mi Reino? Los que están en Mi Reino son los que están en bancarrota espiritual,” versículo 3, “los que lloran,” versículo 4, “los mansos,” versículo 5.
Ahora, hablemos esto: mansos. Es diferente estar quebrantado en espíritu; permítame enseñarle cómo. La palabra de raíz es la misma idea. Palabra diferente, misma idea. Pero permítame mostrarle de hecho en algunos lugares en la Biblia estas dos palabras podrían ser utilizadas de manera intercambiable. Pero hay una distinción hermosa que se hace aquí. Observe quebrantado en espíritu se centra en mi pecaminosidad, ¿muy bien?, versículo 3. Quebrantado en espíritu se centra en mi pecaminosidad; mansos se centra en la santidad de Dios. Dos lados de lo mismo. Quebrantado en espíritu porque soy un pecador y manso porque Dios es tan Santo por comparación. Dos lados de lo mismo.
Véalo de otra manera: quebrantado en espíritu es negativo y resulta en lloro. Mansedumbre es positivo y resulta en buscar la justicia ¿se da cuenta? Es simplemente el otro lado de esto. Esa es la belleza de la secuencia, hay una progresión aquí. En primer lugar, es este quebrantamiento, este sentido tremendo de pecaminosidad que es negativo y resulta en lloro.
Y después, de pronto comienza a ver el otro lado de esto, comienza a ver un Dios Santo y eso es mansedumbre. Y después comienza a tener hambre por su santidad. ¿Ve la secuencia, el flujo? Felicidad, Jesús dice, felicidad, bienaventuranza, oh, eso es para personas así, como estas; personas que son, escuche, realistas acerca de su pecado; quienes se arrepienten por su pecado; quienes responden a Dios. Y los no bienaventurados y los infelices y los que quedan fuera del Reino son los arrogantes, los autosuficientes, los que creen que son muy buenos, los no arrepentidos, los duros de cerviz, orgullosos. Esto fue devastador.
Como puedo ver, los zelotes estaban decidiendo que querían un Mesías militar, que querían un Reino militar. Los fariseos estaban diciendo que querían un Mesías milagroso, que querían un Reino milagroso. Por cierto, los saduceos estaban diciendo que querían uno materialista. Ellos eran los materialistas. Supongo los esenios estaban por ahí en la esquina diciendo que querían uno monástico. Pero Jesús dijo que les iba a dar uno manso; el Reino no va a ser materialismo, no va a ser monasticismo, no va a ser militarismo y no va a ser simplemente milagros espectaculares; va a ser para los mansos.
Y sabe una cosa, nuestro mundo todavía tiene problemas con eso. Nuestro mundo asocia la felicidad y el éxito con la fortaleza y la confianza y la certeza y la supervivencia del más fuerte y la conquista y el poder. Ese no fue camino de Jesús. Su Reino es para las personas que son mansas.
En Efesios 4, ¿recuerdan qué estudiamos ahí? Vamos a ver muchos paralelos con eso en esta noche. Efesios 4:1: “yo pues, preso del Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados.” ¿Cómo ando Pablo? Con toda humildad y mansedumbre. Ahí está. El Reino de Dios es para los mansos. Tito 3:12, no hablen mal de nadie, no sean beligerantes, sean gentiles mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres. Bastante simple. Sea manso con todo el mundo.
Colosenses, capítulo 3, versículo 12: “vestíos pues como escogidos de Dios, santos y amados, entrañable en misericordia, benignidad, humildad, mansedumbre. Como puede ver, una y otra vez en la Biblia, dice que el pueblo en el Reino de Dios era manso. Y, por cierto, eso no es nada nuevo. El estándar de Dios siempre ha sido igual. Usted regresa al Antiguo Testamento y es lo mismo. Usted ve mansedumbre ahí atrás como el estándar de Dios. Creo que es el Salmo 22, versículo 26, escuche: “los mansos comerán y estarán satisfechos. Alabarán a Jehová los que le buscan. Su corazón vivirá para siempre.” La vida eterna, como puede ver, le pertenece a los mansos. A los mansos, no a los orgullosos.
Salmo 25:9, “a los mansos Él guiará en justicia,” escuche esto, “y a los mansos enseñará Su camino.” Dios se identifica con los mansos. Al final de los Salmos, en el Salmo 147, versículo 6, Jehová levanta al manso.
Como puede ver, Dios siempre se ha identificado con eso. Es una prioridad con Él. Este es Su tipo de personas. Isaías 29:19: “los mansos también aumentarán su gozo en Jehová.” Como puede ver: salvación y enseñanza y bendición y gozo para los mansos. Muy bien. Le he enfatizado que Jesús vino y predicó que Su Reino iba a estar ocupado por personas caracterizadas por la mansedumbre. Ahora, quiero hacer cinco preguntas en esta noche y ver si son respondidas de manera adecuada para ayudarnos a entender lo que esto significa.
Pregunta número uno: ¿qué significa la mansedumbre? ¿qué significa ser manso? ¿Qué es la mansedumbre? Y debemos responder eso; si las únicas personas felices son personas mansas y queremos ser felices, más vale que sepamos qué es la mansedumbre. ¿Qué es? Bueno, observe el versículo 5 que sigue a otras cosas, pobreza en espíritu y lloro. Entonces lo que sea la mansedumbre, sigue a esas dos cosas. La mansedumbre sale de esos corazones que están quebrantados en espíritu y que lloran. El diccionario tiene algo interesante. Busqué “mansedumbre” en el diccionario y dice “deficiente en valentía”. ¿Bienaventurados los cobardes? Eso está mal. Ésa no es la definición de la Biblia de mansedumbre. La mansedumbre no es eso.
Observe. “Los mansos” viene de una palabra griega. La raíz es praus. Y básicamente significa, aquí está la raíz, gentil y suave. Gentil y suave. Entonces, la idea es una persona que es gentil, tierna de corazón. Alguien que es paciente. Alguien que es simplemente sumiso y demás.
Ahora, ése es el concepto de la raíz. Suave, gentil, paciente, amable, callado, dispuesto, sumiso. Permítame ilustrarlo a partir de algunos de sus usos. Con frecuencia, era usada como una palabra para describir una medicina suave, que confortaba. Otras veces, se usaba para describir una brisa gentil. Y otras veces, se usaba para describir a un potro que había sido quebrantado y había sido domesticado y podía ser usado para propósitos buenos.
Entonces, era algo que era gentil o algo que era muy confortante. Además, se dice que fue característico de Jesús. En 2 Corintios 10:1 habla de la mansedumbre de Cristo. La mansedumbre de Cristo. En Mateo 21, versículo 5, habla de la mansedumbre de Cristo. Dice: “he aquí viene a ti el Rey manso, sentado sobre un asno.” Cuando Jesús vino a la ciudad, como puede ver, Él no vino conquistando y a conquistar. Él vino montado sobre un asno. Digo, eso realmente fue transporte de clase baja. Él fue manso.
Además, permítame decirle algo acerca de esto: es una gentileza y una suavidad de una persona, escuche esto, que no es debilidad. Es poder bajo control. Escuche esa definición: compartimos eso con ustedes en nuestro estudio de Efesios. Es poder bajo control. ¿Muy bien? Poder bajo control. Es el resultado de vaciarse uno mismo en humillación personal. Es un quebrantamiento delante de Dios, es el domar al león. ¿Se acuerda cuando le dije eso? No es matar al león. Es poder bajo control. Es Efesios 4:26. Está bien estar enojados, pero no pequen. En otras palabras, que sea un enojo justo, un enojo controlado para los propósitos de Dios. No se enoje porque usted ha sido ofendido. Esté enojado porque Dios ha sido ofendido, ¿verdad? Es enojo por la razón correcta en el momento correcto.
Mansedumbre no significa impotencia. Es poder bajo control. Y si usted examina Proverbios, capítulo 25, versículo 28, dice: “el que no domina su espíritu es como una ciudad que está quebrantada sin muros.” Eso es poder fuera de control. Usted tiene poder, pero no hay nada que lo contenga. Es como una ciudad destruida.
Por otro lado, Proverbios 16:32 dice: “el que es tardo para la ira es mejor que los poderosos y el que gobierna o domina su Espíritu, que el que toma una ciudad.” En otras palabras, gobernar el Espíritu es mansedumbre. Estar fuera de control es la falta de mansedumbre. Es poder bajo control.
Tomémoslo a partir del punto de vista del uso de los griegos de esto. Le dije que lo usaban para hablar de una medicina confortante. La medicina bajo control es útil. Fuera de control, mata. Solían usarla para hablar de un animal que había sido quebrantado y era útil. Un caballo no quebrantado, destruye. Un caballo quebrantado es útil. Lo usaban para hablar de una brisa gentil. Una brisa gentil refresca y conforta. Un huracán mata, fuera de control. Poder bajo control es mansedumbre.
Un escritor lo dijo de manera hermosa: esto es lo que dijo: “la mansedumbre es el fruto del espíritu. Y está listado en Gálatas 5. La mansedumbre es un fruto del espíritu el cual se encuentra en la tierra de la pobreza espiritual, contrición y lloro. Es una flor noble que crece a partir de las cenizas del amor personal, en la tumba del orgullo.
Por otro lado, el hombre que ve su propia ruina, su indignidad y miseria. Por otro lado, él contempla la bondad y la benignidad de Dios y Cristo Jesús. La característica interna es una disposición de corazón, la cual, mediante la percepción aguda de su propia miseria y la misericordia abundante de Dios, se ha vuelto tan gentil, flexible, dócil, que no quedan rastros de su aspereza original, de su naturaleza salvaje.” Fin de la cita.
Es lo opuesto de violencia. Es lo puesto de la venganza. El hombre manso ha aprendido como en Hebreos 10:34: “él ha aprendido a recibir con gozo que le roben sus posesiones, sabiendo que tiene una mejor posesión, inclusive una permanente con Dios.” La persona mansa ha muerto a sí misma. Ahora, se va a cristalizar para usted en un minuto. La persona mansa ha muerto a sí misma. Él nunca se preocupa acerca de sus propias heridas. Él nunca se amarga. ¿Se acuerda lo que le dije que dijo John Bunyan? “El que ya está abajo no puede caer.” No hay nada que perder. Una persona mansa nunca se defiende a sí misma, porque él sabe que no merece nada. Él nunca se enoja por lo que se le hace, porque no merece nada.
Mansedumbre. Esto es lo que Cristo dijo que caracteriza a la gente en Su Reino. No se están defendiendo a sí mismas. No están corriendo por todos lados tratando de buscar lo que merecen. Saben que no tienen nada. Ya están quebrantados en Espíritu por el pecado. Ya están llorando y lamentándose por la consecuencia de su pecado. Y en humildad, ellos están delante de un Dios Santo y no tienen nada que ofrecerle.
Poder bajo control. Ellos confían en Dios. Se deleitan en Él. Y Dios promete darles la tierra. No es cobardía. No es debilidad. No es una falta de convicción. No es tan sólo amabilidad humana. La mansedumbre dice: en mí mismo, nada es posible. Pero en Dios, todo es posible. La mansedumbre dice: para mí, yo no ofrezco defensa. Por Dios, yo entregaré mi vida. Por Dios, moriré. No es una aceptación pasiva del pecado; sino que es un enojo bajo control. Es indignación santa.
Ilustración. “Porque para esto fuisteis llamados, porque Cristo también sufrió por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigáis Sus pisadas.” Ahora, aquí está la verdadera mansedumbre. Él no pecó. Ni se halló engaño en Su boca. Ahora comience ahí. Él no hizo nada malo. Entonces, de lo que alguien lo haya acusado, fue una acusación falsa. Entonces, por cualquier cosa que lo castigaron, estuvo mal. Cuando lo abusaron, estaban fuera de lugar. Cuando lo calumniaron, estaban mal. Cuando se burlaron de Él, fue una mentira porque Él nunca hizo nada malo. Él nunca pecó. Él nunca engaño. Él nunca hizo nada malo.
Y aunque Él nunca mereció una crítica, cuando vino, en el versículo 23, cuando le maldecían, no respondía con maldición. Y cuando sufrió, no amenazaba. Sino que encomendaba la causa al que juzga justamente. Deténgase ahí. Eso es mansedumbre. Jesús nunca se defendió a Él mismo. Nunca. Pero cuando profanaron el templo de Su Padre, Él hizo un látigo y comenzó a golpearlos, ¿no es cierto? La mansedumbre dice: “nunca me defenderé a mí mismo, pero moriré defendiendo a Dios.” Eso es mansedumbre. Nunca me defenderé a mí mismo, yo moriré defendiendo a Dios.
Dos veces limpió Jesús el templo. Él denunció a los hipócritas. Condenó a los líderes falsos de Israel. Él pronunció juicio divino sobre ellos sin temor alguno. Y, sin embargo, la Biblia dice que fue manso. La mansedumbre no es impotencia. La mansedumbre es poder utilizado sólo en la presencia de Dios, nunca en la defensa de mí mismo.
Él nunca la utilizó en sí mismo. Él podía haber llamado a legiones de ángeles, pero nunca lo hizo porque Él nunca hizo nada para defenderse a sí mismo. Él podría haber tenido doce legiones de ángeles.
¿Qué significa ser manso? ¿Qué es lo que significa este concepto? Significa poder bajo control. Usted se ve a sí mismo y usted está quebrantado en espíritu porque ve su pecado. Y llora por su pecado. Y sabe que no merece nada. Y entonces, no hay nada que defender. Pero usted ve la santidad de Dios; y usted ve la santidad de Dios y usted morirá defendiendo Su Nombre Santo. ¿Se da cuenta?
Esto es un shock para esos judíos. Esto despedazó a esos judíos. Estos judíos pasaron todo el tiempo defendiendo su propia santidad y eran hipócritas. Ellos nunca entraron en Su Reino porque ellos no conocieron el significado de la mansedumbre. Su poder estaba fuera de control. Estaban destrozando a toda persona que los ofendía. Esto no es mansedumbre.
Segunda pregunta: ¿cómo manifiesta a sí misma la mansedumbre? Podemos entenderlo mejor si podemos verla en acción; entonces, permítame darle algunas ilustraciones. Algunas de ellas compartimos con ustedes en la serie de Efesios. Entonces, únicamente voy a repasarlas. Ahora escuche: ¿cómo funciona la mansedumbre? Para que tenga una idea de dónde está usted.
En primer lugar, permítame pedirle que me acompañe a Génesis 13, regresemos a Génesis. Una historia fabulosa, fabulosa. Este es Abraham. Me encanta esta historia. Abraham estaba viviendo en Ur de los caldeos. Ur era una ciudad secular y Dios le dijo a Abraham: “Abraham, tú eres mi hombre. Abraham, levántate, salte de esta ciudad, a una tierra que te voy a mostrar.” Y en el capítulo 12 Dios le dio a Abraham este pacto fabuloso. Dios le dijo que le daría un pacto que no podría querer. “Va a tener simiente como las estrellas de los cielos y la arena del mar. Abraham, te voy a dar una tierra. Abraham, te voy a dar un pacto como ningún pacto jamás se ha dado. Eres mi hombre, Abraham. De tus lomos va a venir una nación.” El pacto Abrahámico fabuloso. Abraham fue el hombre escogido por Dios.
Abraham tuvo un sobrino con él. El nombre de su sobrino fue Lot. Observe el versículo 7. “Y hubo contienda entre los pastores del rebaño de Abraham y los pastores del rebaño de Lot.” Deténgase ahí. Hubo un gran argumento, hubo una gran discusión acerca de quién obtiene qué pastura. ¿Muy bien? ¿Y sabe una cosa?, normalmente si pensáramos en esto, diríamos que Abraham diría: “oye, niño, ¿quién obtuvo el pacto tú o yo?” “Bueno, tú, tío Abraham.” “Nunca se te olvide, hijito. Yo tengo el pacto.” Cómo puede ver, él pudo haber hablado con jerarquía fácilmente. Abraham tenía derecho. Él era el hombre de Dios. Abraham tenía la decisión. A él se le había dado el pacto. Lot no era nada más que un pariente que se le pegó a Abraham. Usted pregunta cómo enfrentó eso Abraham.
Observe el versículo 8: “Abraham, y le dijo Lot, que no haya contienda entre tú y yo, te ruego. Entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. ¿No está la tierra entera delante de ti? Sepárate, te ruego, vete de aquí. Si quieres tú ir a la izquierda, entonces yo iré a la derecha. Si tú quieres ir a la derecha, yo iré a la izquierda.” ¡Guau!, él dice: “Lot, yo no quiero tener esto. Escoge lo que tú quieras. Yo sólo me quedo con lo que quede.” Abraham, ¿estás loco? ¿Vas a cederle lo mejor de la tierra? Eso es mansedumbre. ¿Acaso Abraham tuvo el poder de tomar la tierra que quería? Abraham tenía el poder de deshacerse de Lot. Él tenía el poder, pero nunca usó su poder en defensa de sí mismo. ¡Qué sumisión hermosa a Dios!
Él sabía en su corazón que Dios estaba en control y si Lot se iba a la izquierda, Dios se encargaría de eso. Y si Lot tomaba la derecha, Dios haría eso también. Mansedumbre. Él tenía el derecho y el poder, pero nunca lo usó para su propio beneficio. Amados, tenemos que aprender esa lección. Eso es mansedumbre. Después de todo, cuando usted ve que no es nada más que un pecador, usted aprende el significado que Romanos 12:10, “en honra prefiriendo los unos a los otros.” Así como Abraham.
Y después, estuvo José. José, como usted sabe, vendieron a José. Sus hermanos lo vendieron a esclavitud, ¿recuerda? Y él fue llevado a Egipto y ellos pensaron que se deshicieron de ese niño, el favorito del padre. No podían tolerarlo. El niño favorito. El padre lo consintió y entonces, se deshicieron de él.
Poco después, hubo una hambruna. Y se desesperaron, tuvieron que ir a Egipto para obtener grano. ¿Y adivine quién era el más importante de Egipto? José. Él había ascendido por la jerarquía de Egipto de tal manera que era el más importante en Egipto después del faraón. Y aquí están sus hermanos rogándole grano. Él pudo haberles dicho ‘déjenme contarles, caballeros, una historia antes...’ Pero no hizo eso. Él tuvo el poder, pero estuvo bajo control.
¿Sabe lo que hizo? No hubo un hueso que tuviera venganza en su cuerpo. No había antagonismo ni amargura ni remordimiento alguno. Él los vio y los amó. Y les dio todo lo que necesitaron, de hecho, él notó que Benjamín no estuvo ahí y anhelaba ver a Benjamín. Mansedumbre. José no fue cobarde, José fue un hombre poderoso. Pero la mansedumbre no es cobardía. Es poder bajo control. Nunca haré nada por defenderme a mí mismo. Haré cualquier cosa por defender a Dios.
Después, está David. En 1 Samuel capítulo 24, David encontró a Saúl, recuerda, y Saúl estaba persiguiéndolo. Saúl estaba tratando de matarlo. Saúl le aventó lanzas. Saúl andaba tras David. Saúl sabía que David iba a ser el próximo rey y Dios lo había ungido. Y Saúl lo odiaba y lo menospreciaba.
Y lo que lo hacía peor era que el propio hijo de Saúl, Jonatán, amaba profundamente a David. Saúl persiguió a David por todos lados y Jonatán le aventó flechas para decirle cuándo su padre venía. Y finalmente, David, de pronto encuentra a Saúl. Ahora es la oportunidad de David. Simplemente, toma un cuchillo y ¡ushh!, se acabó. Con un solo movimiento de la navaja él pudo haber terminado la revolución que se estaba llevando a cabo entre él y Saúl. Él pudo haber tomado su trono. ¿Y sabe lo que los hombres de David le dijeron? Hazlo, David, hazlo. Acaba con él. Aquí está el hombre. Este es tu momento. ¿Te das cuenta? Hazlo. Si lo dejas ir, vas a pagarlo.
¿Y sabe lo que David hizo entonces? Él sacó su cuchillo, fue por ahí y cortó una parte de su túnica y simplemente se la llevó para que Saúl supiera que estuvo ahí, pero no lo mató. Como puede ver, David no usó su poder. Lo tuvo. Él tenía el derecho, era el rey ungido, pero no lo hizo. Él nunca actuó a favor de sí mismo, sino que actuó a favor de Dios.
En 2 Samuel 16, David y su hijo Absalón están en conflicto. Y Absalón está guiando una revolución, un golpe de estado. Y él persigue y expulsa a David de la ciudad. Y David está afuera en el desierto. Y uno de los hombres de Saúl viene. Uno de los hombres que antes estaba con Saúl llamado Simei. Comienza a maldecir a David. “David, mira. Ja, ja, tú estás ahí afuera y tu hijo te ha derrotado. ¿No era que tú eras muy bueno? ¿No + muy fuerte, el rey de Israel? David, estás ahí escondiéndote en el arbusto.”
Y Abisai, el sobrino de David, le dijo a David “permíteme ir y cortarle la cabeza. ¿Quién se cree, maldiciendo al rey?” Segunda de Samuel 16:9, él dice: “permíteme ir y cortarle la cabeza.” David miró a Abisai y le dijo “déjalo solo. Déjalo solo.” David no actuó para defenderse a sí mismo. Tuvo una actitud maravillosa de confianza con sumisión total a la voluntad de Dios.
Como puede ver, Dios puede hacer lo que quiera en el mundo si hay personas que se sujetan a Él. Pero Él no puede operar con personas que hacen lo que quieren. Su Reino debe estar ocupado con personas que son sumisas. Eso es lo que Él está diciendo. Los judíos no estaban listos para ellos. Piense en Moisés, Números 12:3, escuche esta afirmación, “el hombre Moisés era muy manso, más que todos los hombres que estaban sobre la faz de la tierra.” Números 12:3 dice que el hombre más manso sobre la faz de la tierra fue Moisés.
Usted pregunta: ¿manso? ¿Él fue manso? ¡Hombre!, pero era un hombre bastante fuerte. Él entró ahí y cuando ese egipcio estaba lastimando a un israelita, él mató al egipcio y lo sepultó en el suelo. Digo, él era un hombre muy fuerte. Y después, el entró y le dijo al faraón que dejara ir a su pueblo. Faraón comenzó a sacar a sus magos y estaban sacando algunos trucos; y Moisés siguió ahí y sacó mejores trucos y le dijo “lo vuelvo a decir, faraón, deja ir a mi pueblo.” Eso no suena muy manso para mí. Y bajó del monte Sinaí, vio a Aarón, su hermano, guiando al pueblo en la adoración del becerro de oro en una orgía enorme y él estaba tan furioso que rompió las tablas de piedra y decidió aplastarlos a todos. No se oye demasiado manso para mí.
Sí, pero como puede ver, si usted cree esto, usted no sabe lo que la mansedumbre. Usted lo ve en Éxodo 32:19-20 y hombre, él está furioso. Moisés está enojado. 32:19. “Y sucedió que al acercarse al campamento vio al becerro y al baile que ardió el enojo de Moisés. Y él arrojó las tablas de sus manos y las quebró debajo del monte y tomó el becerro que habían hecho y lo quemó en el fuego. Y lo hizo polvo y los esparció en el agua e hizo que los hijos de Israel lo bebieran.” Hombre, él estaba enojado. ¿Por qué estás tan enojado Moisés? “Estoy enojado por lo que le hicieron a Dios. Estoy enojado porque violaron lo que Dios me acaba de decir cuando estaba ahí arriba. “No tendréis dioses ajenos delante de Mí. No os haréis imagen alguna.” Él no estaba defendiendo a sí mismo, él estaba defendiendo a Dios.
De hecho, cuando Dios le dijo a Moisés en Éxodos 3: “Moisés, tu eres mi hombre,” él dijo, “Tú no quieres que yo sea Tu hombre. Yo soy inútil. Yo soy inadecuado. Yo soy un inepto. Tengo un problema con el habla, no puedo hablar. Tiene que estar bromeando. ¿Quieres que vaya a guiar a todos los hijos de Israel y los saqué de Egipto solo? Escucha, yo maté a un egipcio y me ha costado 40 años en el desierto. Bueno, ¿cómo voy a sacar a 2 millones de judíos de este país con muchos problemas? No lo puedo hacer. Soy inepto.” Como puede ver, él no confío en ti mismo. Él no podía defenderse a sí mismo delante de Dios, pero él defendió a Dios delante de cualquier persona. Eso es mansedumbre.
Pablo tuvo lo mismo. Pablo dice en Filipenses 3:3: “no puedo confiar en la carne.” Filipenses 4:13, “pero todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Permítame mostrarle un contraste. Segunda de Crónicas, capítulo 26. 2 Crónicas, capítulo 26. Esta es una historia fantástica. El rey Uzías, se acuerda que Isaías dijo en el año Uzías murió, vi al Señor. Oh, Isaías lloró cuando el rey Uzías murió porque era algo triste.
Uzías realmente fue un general excepcional. Segunda de crónicas 26:6 dice que él salió y estuvo en guerra contra los filisteos. Este es Uzías. El guía a las tropas en contra de los filisteos. Y él derribó el muro de Jabne, estas son ciudades filisteas, él derribó el muro de Jabne, él derribó el muro de Ashdod y él construyó ciudades alrededor de Ashdod entre los filisteos. El hombre literalmente devastó la ciudad entera. Él aplastó a todas las ciudades y reconstruyó sus propias ciudades en su país.
De hecho, los filisteos es el nombre antiguo para Palestina. Él literalmente los expulsó. Y Dios le ayudó, versículo 7, en contra de los filisteos, en contra de los árabes que moraban en Gur Baal y Meunum. Y los amoneos y demás. Y continúa. Y era maravilloso. Él ganó todas estas cosas. Él tenía un ejército increíble. Usted llega al versículo 12: “Todo el número de los jefes de familia, valientes y esforzados, era dos mil seiscientos. Y bajo la mano de éstos estaba el ejército de guerra, de trescientos siete mil quinientos guerreros poderosos y fuertes.” Casi un tercio de un millón de soldados. Un ejército increíble.
Y el versículo 14 dice que tenían: “escudos, lanzas, yelmos, coseletes, arcos, y hondas para tirar piedras.” Estas grandes máquinas de guerra. Y dice en el versículo 15 que él hizo motores de guerra inventado por hombres hábiles. Él tenía ingenieros. Él literalmente tenía una maquinaria militar fantástica. Y su nombre se esparció por todos lados, porque, él llegó a ser muy fuerte. Y de pronto, Dios está en la victoria. Pero, ¿qué pasó, versículo 16, cuando fue fuerte? Su corazón se exaltó para su destrucción. Porque él transgredió en contra de Jehová su Dios y entró al templo de Jehová para ofrecer incienso en el altar del incienso.
Escuche, sólo hubo un grupo de personas a las que se les permitió entrar a ofrecer incienso en el altar y ¿quiénes eran? Los sacerdotes. Pero a Uzías se le ocurrió la idea de que él era tan grande y tan invencible y tan superior que estaba por encima de los sacerdotes. Y él preguntó ¿qué tengo que ver con un sacerdote humilde? Véanme. Yo he conquistado a mi mundo. Y él entró ahí y comenzó a hacer lo que quiso en el área religiosa. Y él estaba tan ocupado exaltándose a sí mismo que profanó a Dios. ¿Y sabe lo que pasó? Le voy a decir lo que pasó, nos dice en el versículo 21: “y Uzías el rey fue un leproso hasta el día de su muerte y vivió en una casa separada, apartada, siendo un leproso.”
Cuando un hombre busca ser orgulloso, él inevitablemente va a violar a Dios defendiéndose a sí mismo. Cuando un hombre es manso, él defenderá a Dios porque no tiene necesidad de defenderse a sí mismo. Mansedumbre.
¿Quién fue el más ejemplo más grande de todos? Jesucristo. De regreso a Mateo 5:5. Tercera pregunta, y nos apresuraremos para llegar a una conclusión. ¿Cuál es el resultado? ¿Cuál es el resultado de la mansedumbre?
Bueno, primero que nada, dice “bienaventurados los mansos”. ¿Quiere ser feliz? Eso es lo que significa. Y no quiere decir felicidad en el sentido del tipo de felicidad del mundo circunstancial. Quiere decir bienaventuranza, felicidad en la terminología de Dios. Un gozo verdadero permanente. Y lo que él está diciendo aquí son “felices los mansos.” Felices.
Lo segundo que resulta, esto es maravilloso, recibirán la tierra por heredad. ¿Y sabe una cosa?, usted puede hablar por todos lados. Digo, podemos hablar pasar horas simplemente hablando de lo que esa frase significa: recibirán la tierra por heredad.
Como verá, originalmente, Dios había prometido a Israel la tierra. Pero aún más allá de eso, Dios le había prometido al hombre la tierra, ¿verdad? ¿No es cierto? ¿No le dio dominio sobre la tierra, los peces del mar, las aves de los cielos y los animales? Como puede ver, Dios le dio dominio al hombre sobre toda la tierra. Y lo que él está diciendo es que cuando usted se convierte en un creyente y usted es manso, usted entra al Reino y usted entra a esa herencia original. El paraíso recuperado. Y amados, en últimas, ¿acaso no ganaremos la tierra? En últimas ¿no reinaremos sobre la tierra entera con el Señor Jesucristo en el gran Reino venidero? Sí.
Y lo que él está diciendo es esto: La gente en el Reino que heredará la tierra y los únicos que entran a Mi Reino son los mansos, no los orgullosos. Los que están quebrantados por su pecado, no los que creen que no tienen pecado. Los que están llorando por el hecho de que están perdidos, no los que están riéndose por el hecho de que supuestamente están bien.
Como puede ver, ahí atrás en Isaías y antes de eso en Génesis, Dios les prometió la tierra. Y ellos realmente nunca la obtuvieron. Ellos nunca recibieron la tierra. Ellos siempre tuvieron una posesión parcial. Inclusive en la actualidad es una posesión parcial. Ellos no tenían toda la tierra. Porque, ¿se da cuenta de que la promesa original de la tierra a Abraham se extiende hasta el río Éufrates? Ellos ni siquiera se acercan a eso. Difícilmente pueden cruzar el Jordán al lado este. No tienen eso. Hay un sentido en el que esta es una promesa que no se ha cumplido.
Isaías, capítulo 57, Isaías, capítulo 60 dice que vendrá un día cuando el Mesías venga y les dará toda esa tierra y la tierra entera también. Pero, ¿sabe lo que los judíos pensaban? Hombre, el Reino milenario le pertenece a los fuertes, los orgullosos, los desafiantes, aquellos que no aceptan esta opresión. Jesús dijo: “No. No. Como puede ver, la tierra le pertenecerá a los mansos.” Y usted pregunta cómo es que los mansos recibirán la tierra. ¿Cómo lo lograrán? Bueno, el punto, como puede ver, es que los mansos van al Reino de Cristo y Él los hace.
Y quiero añadir esto. El pronombre enfático está aquí como en las otras, y esto es muy útil. En el griego dice “bienaventurados los mansos.” Ahora escuche esto: “porque sólo ellos recibirán la tierra por heredad.” La gente orgullosa no va a recibir eso. Como puede ver, ¿se acuerda de lo que dijo Jesús? “Os digo que, si no os volvéis como un niño, no entrareis al Reino.” A menos de que usted se humille a sí mismo y se vuelva como un niño pequeño, usted no puede entrar al Reino. La gente orgullosa no viene al Reino.
Si usted tiene orgullo, es muy posible que usted no esté en el Reino, si es que eso domina su vida. La palabra “heredad,” hermosa palabra, klēronomeō, significa recibir una porción designada. Dios la prometió. Dios lo estableció. En el Salmo 37, por cierto, esta bienaventuranza es casi una cita directa del Salmo 37:11.
Y en el Salmo 37, como puede ver, hubo una promesa muy definida de la tierra y los justos entre los judíos estaban diciendo: “¿por qué toda la gente mala prospera? ¿Y por qué todo el resto de estas personas prospera? ¿Y por qué estamos recibiendo todo lo sucio de todos?” ¿Y usted recuerda lo que dijo el salmista? “No se preocupen por esto. Usted simplemente encomiende su camino a Jehová. Confíe en Él. Deléitese en Él y Él le dará los deseos de su corazón. Descanse en Él.” ¿Recuerda ese gran pasaje, el Salmo 37? Usted tan sólo mantenga su perspectiva hacia el Señor. No se preocupe por lo que está pasando a su alrededor. No se preocupe por cómo los impíos aparentemente prosperan. Simplemente confía y encomienda y deléitate y descansa en el Señor y el día va a venir cuando el Señor te va a dar el Reino. Tú simplemente espera ahí.
Y dice el Salmo 37: “y vendrá el día cuando Dios vendrá en juicio contra la maldad.” Así que no trates de determinar esas cosas por ti mismo. “Jehová, dice en el Salmo 37:13, “se reirá porque ve Su día venir.” Y puede verse como si estuviera al revés en este momento, pero Él dice que esas personas, esos malhechores van a ser cortados como el pasto y van a perecer como la hierba verde; “pero tú, simplemente confía en el Señor, deléitate en Jehová, encomienda tu camino a Jehová y descansa en el Señor.” Y después, me encanta esto, “porque los malhechores serán cortados, pero aquellos que esperan en Jehová heredarán la tierra.”
No te preocupes. Este mundo puede pertenecerle a los impíos y a la maldad en la actualidad, pero algún día nos pertenecerá a nosotros. Algún día, nos pertenecerá a nosotros. Usted preguntará si esto es solo futuro. Bueno, en un sentido es futuro. Es un verbo de tiempo futuro. Y yo creo que, para Israel, cuando esto fue originalmente dado en el Salmo 37, él estaba hablando de una tierra futura. Y creo que para nosotros que somos cristianos, la recibimos en el Reino, ¿no es cierto? Vamos a estar ahí. Claro. Vamos a ser parte de ese Reino. Vamos a reinar con Jesucristo.
En 1 Corintios 3:21, dice: “por tanto, ninguno se jacte en los hombres porque todas las cosas son vuestras.” Me encanta esto. “Sea Pablo, o Apolos o Cefas, o el mundo o la vida o la muerte o cosas presentes o venideras, todas son vuestras y vosotros sois de Cristo y Cristo es de Dios.” Todo es de usted. El Reino de usted. El futuro y el presente. Ahí en el capítulo 3, él dice: “van a juzgar al mundo.” En el Reino, literalmente van a juzgar al mundo. Van a juzgar a los ángeles.
Viene un día cuando el cristiano participará con Israel en el Reino y eso es futuro. Pero hay un tiempo presente aquí. Todas las cosas son nuestra ahora. Sabe una cosa, es algo así como el Reino ya es nuestro, nada más que realmente no lo hemos poseído. Pero es nuestro. Y sólo estoy esperando el día cuando se vuelva totalmente mío.
El Salmo 149 dice: “porque Jehová se agrada en Su pueblo. Él hermoseará a los mansos con salvación.” ¿Qué significa eso? Un día, Él ejecutará venganza en contra de las naciones. Él va a atar a sus reyes con cadenas y a sus nobles con cadenas.
¿Qué quiere decir eso? Uno de esos días va a reunir a los impíos y les va a quitar todo eso y nos lo va a dar a nosotros. Unos nuevos cielos y una nueva tierra. Pero, ¿puedo añadir un comentario? Los mansos heredarán la tierra es un futuro. Pero creo que hay un presente. No sé usted, pero el hecho de que sé que un día poseeré la tierra me da un sentido de posesión, ahora es verdad. ¿Se acuerda del himno hermoso? “El cielo arriba, el azul más suave, la tierra alrededor con un verde más dulce. Algo vive en todo tono de color que los ojos sin Cristo nunca han visto. Aves con canciones más hermosas, flores con belleza más profunda brillan desde que sé que ahora, yo sé que soy de Él y Él es mío.” El mundo, como lo conozco ahora, el mundo como lo veo ahora cobra vida con significado porque es mío. Está esperando el Reino.
George McDonald escribió algunos pensamientos hermosos. Esto es lo que él dijo: “no podemos ver el mundo como Dios quiere que lo veamos en el futuro. Nuestras almas están seguras y se caracterizan por la mansedumbre. En mansedumbre únicamente somos sus herederos. La mansedumbre únicamente hace que la retina espiritual sea pura para recibir las cosas de Dios como son, sin mezclarlas con la imperfección o la impureza.” Fin de la cita. Bueno, eso es hermoso. Como puede ver, es ese hecho que estamos en Su Reino que nos ayuda a verlo diferente. No podremos verlo como el mundo lo ve fuera de Cristo. Así que la tierra es nuestra ahora y para siempre.
Finalmente, usted pregunta por qué esto es necesario. Por qué es necesaria la mansedumbre. Le tengo que decir esto: es necesaria porque sólo los mansos pueden ser salvos. Eso es primero. Sólo los mansos pueden ser salvos. Salmo 149:4: “A los mansos en hermoseará con salvación.” No hay mansedumbre, no hay salvación. Escúcheme, si usted no viene a Dios con un espíritu quebrantado, llorando por su pecado y en humildad delante de Su santidad, no puede ser salvo. Ésa es la razón por la que es importante. Además, es mandado. Dios dice: “busca la mansedumbre. Busca la mansedumbre.”
¿Quiere saber algo más? ¿Sabe por qué un cristiano necesita ser manso? Usted ni siquiera puede recibir la Palabra de Dios a menos de que sea manso. Santiago 1:21 dice “recibid la palabra implantada con mansedumbre.” Si usted no es manso, usted no tiene un espíritu humilde. Usted ni siquiera escucha la Palabra de Dios. Ni siquiera puede recibirla. ¿Sabe una cosa? Necesitamos mansedumbre porque usted no puede ser salvo sin ella, porque es mandada por Dios, porque usted no puede recibir la Palabra de Dios sin ella.
Y le voy a dar otra razón: necesita mansedumbre porque usted no puede dar testimonio sin ella. Usted pregunta qué quiero decir. Usted no puede dar testimonio de manera eficaz desde un punto de vista de orgullo. Esa es la razón por la que Pedro dice: “dad a todo hombre respuesta de la razón de la esperanza que hay en vosotros con mansedumbre.” Primera de Pedro 3:15.
Le voy a decir otra cosa, usted no sólo debe ser manso porque es mandado por Dios, es necesario para salvación, es necesario para recibir la Palabra de Dios y es necesario para darla a otras personas. Pero usted necesita ser manso porque la mansedumbre únicamente le da gloria a Dios. Pedro, al escribir en uno Pedro 3:4, dice: “si quieren glorificar a Dios, no se preocupen por lo exterior, sino que adornan su anterior con mansedumbre.” Adornen su interior, mansedumbre.
¿Qué significa? Poder bajo control. ¿Cómo se manifiesta? En todas las vicisitudes de la vida usted nunca busca defenderse a sí mismo y sólo a Dios. ¿Cuáles son sus resultados? Bienaventuranza y la herencia del Reino. ¿Porque es necesaria? Es la única manera de ser salvo, es mandado por Dios, es necesaria para recibir Su Palabra, es necesaria para dar Su Palabra y es la razón misma para existir, glorificar a Dios.
Finalmente, usted dice: “John, ¿cómo sé si soy manso? Quiero ser manso. ¿Hay alguna manera en la que puedo examinar mi corazón?” Permítame cerrar con esto, escuche ahora. Voy a hacerle estas preguntas. ¿Quiere saber si usted es manso? Responda a estas preguntas: número uno ¿experimento dominio propio? ¿Sólo me enojo, sólo reacciono, sólo me vengo cuando Dios es deshonrado?
En segundo lugar. ¿Siempre respondo humildemente y en obediencia a la Palabra? Porque si soy manso, lo haré. Recibiré la palabra con mansedumbre. Pregúnteselo. ¿Experimento dominio propio? ¿Sólo me enojo cuando Dios es deshonrado? En segundo lugar, ¿respondo humildemente y en obediencia a la Palabra?
En tercer lugar, ¿siempre hago la paz? ¿Soy un pacificador? Porque, como puede ver, eso es mansedumbre. La mansedumbre perdona y restaurara y hace la paz. Esa la razón por la que en Efesios 4 dice que debemos “debemos caracterizarnos por toda humildad y mansedumbre, esforzándonos por mantener la unidad del espíritu en el vínculo de la paz.” Sólo la gente mansa produce unidad. Sólo la gente mansa busca la paz. ¿O soy el tipo de persona que agita?
Otro, número 4. ¿recibo bien la crítica y amo a las personas que la dan? La mansedumbre sí. ¿Recibo bien la crítica y amo a las personas que la dan? Segunda de Timoteo 2:25 dice: “en mansedumbre, enseñando a aquellos que se oponen.” Y yo añadiría lo siguiente a esto: ¿doy mi instrucción con mansedumbre o con orgullo? ¿Qué hace usted, recibe la crítica con mansedumbre y ama a aquellos que la dan y da usted crítica en mansedumbre?
Formúlese esas preguntas. Vea si conoce la mansedumbre real. Lo voy a resumir con esta frase: “la mansedumbre significa haber terminado conmigo para siempre.” Oremos.
Padre, sabemos que, si no nos vemos a nosotros mismos de esta manera, una de las dos cosas es posible: primero, si veo a mi vida y no paso la prueba y no veo mansedumbre, existe una posibilidad que no soy cristiano en absoluto, sin importar lo que pudo haber sucedido en el pasado.
En segundo lugar, existe la posibilidad de que soy cristiano, pero en este momento, estoy actuando en desobediencia. Señor, ayuda a toda persona aquí a ver esto. En donde no hay mansedumbre, podría haber un alma en camino al infierno. O podría haber un creyente camino a la disciplina. De cualquier manera, Señor, sabemos que no quieres que sea así.
Mientras que sus cabezas están inclinadas, permítanme decirle esto. Usted dice: “John, quiero aprender a ser manso, ¿qué hago?” Bueno, permítame darle dos cosas. ¿Realmente quiere ser manso? ¿Realmente quiere experimentar eso en su vida? Lo primero es esto, Jesús dijo: “venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados y Yo os daré descanso. Tomad Mi yugo sobre vosotros y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón.”
Si quiere ser manso, lo primero que le sugiero es que aprenda de Jesús. Si quiere ser manso, lo primero que le sugiero es que aprenda de Jesús. Estudie los Evangelios. Estudie cada día de la vida de Él, la belleza de Su virtud, aprenda de la mansedumbre de Jesús.
En segundo lugar, Gálatas 5 dice que el fruto del Espíritu es mansedumbre. Que el Espíritu de Dios controle su vida. Si usted aprende de Cristo y usted se somete al Espíritu, usted conocerá la mansedumbre. Padre, oramos porque en cada uno de nuestros corazones enfrentemos esto conforme el Espíritu nos convence. En el nombre de Cristo. Amén.
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