Lo invito esta mañana a acompañarme de nuevo a Mateo capítulo 5. Mateo capítulo 5, y estamos examinando los versículos 43 al 48. Este es un pasaje tan importante, tan lleno de verdad e importancia para nuestras vidas que vamos a pasar unas cuantas semanas en él. Creo que Dios tiene algunas cosas muy especiales e importantes que decirnos, a mí, a través de esto.
Permítame leerle los versículos 43 al 48 de Mateo capítulo 5, y me sigue conforme le leo. “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo, amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y o persiguen para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos, porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿no hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿no hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.”
Cómo usted sabe, si ha estado con nosotros por algún tiempo, Mateo presenta a Jesucristo como rey. Cada uno de los evangelios se concentra en un elemento diferente de la vida de Cristo, una faceta diferente de Su virtud misma y el punto de Mateo es que Él es el Rey, el Rey del universo, el Monarca de la tierra, el Rey de Israel, el Ungido de Dios. Y Mateo está escribiéndole a una audiencia judía primordialmente, porque quiere que entiendan que Jesús de Nazaret, a quien rechazaron no es ningún otro que su Mesías, Aquel de quien dijeron, éste hombre no reinará sobre nosotros, no es ningún otro que el Rey Ungido.
El propósito de Mateo entonces, en todas las páginas y capítulos y versículos de su evangelio, es presentar la realeza de Cristo. hemos visto como él ya ha hecho eso en los primeros cinco capítulos. Él comenzó al explicar su nacimiento real, llegando al final de un linaje real. Él explicó su adoración por parte de los que hacían reyes, los persas, conocidos como los magos, que reconocen que éste es rey. Él habló de su bautismo, en el cuál Dios lo aprobó como el Ungido, Él dijo: Éste es mi Hijo amado en quien tengo complacencia. Vemos a Mateo presentando Su naturaleza, conforme él presenta Su derrota sobre el monarca reinante de la tierra, Satanás, conforme Satanás viene tres veces contra Cristo, y las tres veces él es derrotado, y finalmente expulsado.
Vemos Su realeza en Su poder milagroso, conforme Él tiene poder sobre el mundo físico para curar, para resucitar a los muertos, para vista a los ciegos, y sentido de oído a los sordos y voces a los mudos, y pies a los cojos. Y todas estas cosas son los esfuerzos de Mateo por presentar la majestad de Jesucristo. Finalmente, conforme él llega a Mateo capítulo 5, 6 y 7, él presenta los estándares del reino del Rey. Si Él es un Rey, entonces, ¿cuáles son las reglas de Su reino? ¿cuál es el manifiesto del Monarca? ¿cuáles son los estándares mediante aquellos que están en Su reino viven? Y tenemos el Sermón del Monte incomparable presentando esos estándares mismos.
Y la nota clave que quiero que recuerde a lo largo de todo esto, es que los estándares del reino de Cristo, no son los estándares del mundo. De hecho, Jesús los presenta en contraste con el sistema de su día. Y Él muestra cuan inferior el judaísmo es en comparación a los estándares verdaderos de Su reino. Y ya hemos hablado del hecho de que el pueblo judío había tomado los estándares divinos de Dios y los habían rebajado a su propio nivel. Y después al guardar sus reglas identificándose a sí mismos como justos, con una justicia que ellos mismos habían inventado. En otras palabras, rebajaron los estándares y ellos se acomodaron a ellas. Jesús viene y los vuelve a levantar. Él no cambia el Antiguo Testamento, Él no lo hace a un lado, Él lo reafirma y dice, su estándar está aquí, el de Dios está aquí arriba.
Y entonces, en nuestro estudio del capítulo 5, hemos visto como Él ha hecho eso. Y Él lo ha hecho mediante una serie de seis contrastes. Él hizo un contraste en primer lugar, en el versículo 21 y en adelante, de su perspectiva del homicidio con la de Él. Después su perspectiva del adulterio con la de Él. Su perspectiva del divorcio con la de Él. Su perspectiva de los juramentos con la de Él. Su perspectiva de la venganza, con la de Él. Y finalmente, su perspectiva del amor con la de Él. Y aquí estamos en la culminación realmente, porque el apóstol Pablo tenía toda la razón bajo la inspiración del Espíritu cuando él dijo: “Lo más grande es el amor.”
Y Jesús guarda esto para el contraste definitivo. Jesús guarda esto para la afirmación final, que la cúspide de la diferencia entre los estándares de Su reino y los estándares de su día, puede ser vista en la diferencia entre las naturalezas de amores de los dos. Ese es el contraste final. El de ustedes, versículo 43, “Oísteis que fue dicho,” lo cual es simplemente una introducción a esas enseñanzas rabínicas transmitidas a ellos. Su sistema ha dicho, “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo,” pero Yo os digo, “Amad a vuestros enemigos.”
Ahora, usted ve ahí la diferencia, ¿no es cierto? entre una ética religiosa de nivel bajo, y aquella que es de Dios. Ahora, como hemos estudiado los textos a lo largo de Mateo 5, versículo 21 en adelante, simplemente hemos afirmado que hay tres características en cada uno, que son los enfoques primordiales. El punto de vista judío, el punto de vista del Antiguo Testamento, y el punto de vista de Jesús. Regresemos y repasemos de manera muy breve la tradición de los judíos, versículo 43.
Y recordará que hace dos semanas atrás dije que todo comienza bien, “amarás a tu prójimo,” eso se oye bien. Y así siempre es con cualquier sistema que quiere infiltrar la verdad, cualquier sistema que quiere volverse un sustituto para la verdad debe contener una porción de la verdad, ahí se encuentra el engaño, ahí se encuentra la sutileza. Esa es la razón por la que encontramos en Efesios 4 que los bebés espirituales son arrojados de aquí para allá por todo viento de doctrina, porque en dónde hay una infiltración sobre la verdad por parte de Satanás, él invariablemente quiere mantener algo de esa verdad para proveer un punto en común para llevar a la gente a la perversión.
Y entonces, todo comienza tan bien, “Amarás a tu prójimo,” pero como le dije, hay dos problemas, dejaron afuera algo y añadieron algo. Dejaron afuera, “amarás a tu prójimo,” ¿qué es lo demás? “como a ti mismo.” Le añadieron “y aborrecerás a tu enemigo.” Dejaron afuera “como a ti mismo,” debido a la soberbia y añadieron, “aborrecerás a tu enemigo,” debido al prejuicio. No pensaban que quería amar a alguien como a sí mismos, y querían el derecho de justificar su odio en contra de toda persona que no era parte de su pequeño grupo.
Entonces, de manera muy conveniente quitaron algo, y de manera muy conveniente añadieron algo. Y de esta manera terminaron con una perversión del estándar de Dios. Y eso es precisamente lo que Jesús ataca. Y lo que Jesús les está diciendo a estos fariseos y escribas y aquellos que estaban de acuerdo con su sistema, es que su sistema, sin importar cuan intelectualmente convencido lo estén, su sistema es inepto para redimirlos. No son el pueblo de Dios, no han cumplido con el estándar, son pecadores. Y como consecuencia, Él se ofrece a Sí mismo como el Salvador conociendo de manera plena que nadie viene a un salvador, sino conoce que lo necesita.
Entonces realmente es un mensaje del pecado. Pensaban que debido a que no mataban, no eran pecaminosos. Pensaban que debido a que no cometían adulterio, bajo su definición, no eran pecaminosos. Pensaban que debido a que si divorciaban y se aseguraban de que cumplieran con el papeleo, no eran pecaminosos. Pensaban que debido a que cuando juraban por el nombre de Dios guardaban Su palabra, estaban bien, y pensaban que debido a que su venganza era equitativa estaban bien, pero Jesús dice, no lo han entendido.
No han entendido el punto, si ustedes odian a alguien es igual que homicidio. Si ven a alguien es lo mismo que adulterio. Si se divorcian por una razón no bíblica, eso está mal, es malo. Y si no guardan Su palabra sin importar porque juran, han pecado. Y entonces, Él destroza su seguridad entera. Y aquí Él dice ustedes piensan que aman, y lo que aman es a toda persona en su pequeño grupo que está de acuerdo con ustedes. Y después tienen licencia para odiar al resto de la gente, y ni siquiera están dispuestos a amar a los que ustedes aman como se aman a sí mismos, lo cual deja lugar para su soberbia. Esa es la tradición judía.
Ahora, pasamos de ahí al segundo punto que estamos viendo, y esa es la enseñanza del Antiguo Testamento. De la tradición de los judíos vemos implícito detrás de nosotros la enseñanza del Antiguo Testamento. ¿Qué enseñaba el Antiguo Testamento? ¿Acaso el Antiguo Testamento en algún dijo, aborrece a tu enemigo? No. ¿Decía amad a tú prójimo? Si. Bueno, ¿cuál es el resumen de la enseñanza del Antiguo Testamento?
Bueno, en cierta manera comenzamos en esto la última vez, permítame recordarle esto. Hay una afirmación en el Salmo 139 en dónde David dice, “los aborrezco con odio perfecto,” ese es el único odio justificable en la Biblia. Esa es la única reacción justificable a un enemigo en la Biblia, y está basada en la misma actitud de corazón, la misma mentalidad del Salmo 69:9, en dónde David dice, “los vituperios de los que te vituperaban han caído sobre mí. El celo por tu casa me ha consumido.”
Por ejemplo, la vida dice está mal estar enojado, pero existe la indignación justa, ¿verdad? Jesús dijo, no debemos enojarnos unos con otros. Sin embargo, Jesús hizo un látigo. ¿Cuál es la diferencia? Jesús nunca se enojó con la gente que lo ofendió personalmente, pero Jesús se enojó con aquellos que contaminaron la gloria de Dios. Tenemos el derecho de reaccionar en indignación, cuando Dios es deshonrado, pero no a reaccionar en venganza por una ofensa personal.
Ahora, lo mismo es cierto con respecto a este tipo de situación con nuestros enemigos, con odio. Debemos tener un odio perfecto, justo, hacia aquellos que son los enemigos de Dios. Y David dijo, “los aborrezco con odio perfecto.” E inmediatamente después de eso, ¿sabe usted lo que él dijo? “Y Dios,” él dijo, “examina mi corazón, pruébame y conóceme. Conoce mis pensamientos, que no haya camino de impiedad en mí.” En otras palabras, Dios los aborrezco con odio perfecto, y Tú escudriña mi corazón. Tú sabrás que mi motivo es Tu gloria, no mi dignidad personal. Hay un lugar para eso. Hay un lugar para el celo por la santidad de Dios y lo sagrado de Su verdad y Su persona.
Y el Antiguo Testamento va a tolerar eso, pero no va a tolerar ningún tipo de ataque malo, ningún tipo de amargura o enojo, resentimiento, u hostilidad hacia alguien que trae contra nosotros una ofensa personal. No tenemos lugar para el odio personal motivado por la soberbia o el prejuicio, sin importar lo que se nos ha hecho. Como puede ver, los judíos definieron prójimo de una manera muy estrecha, pero la Biblia lo definió de una manera muy amplia. La palabra prójimo es lo que importa, es el punto central. Los judíos dijeron prójimo es aquel que cree como nosotros creemos. Y usted se acuerda que le dije cómo cuando maldecían a la multitud que no conocía la Ley, y menospreciaban a los galileos ignorantes. ¿Quiénes eran ellos de un lugar aislado? Simplemente era su pequeño grupo. Pero aborrecerás a tu enemigo nunca vino de la verdad de Dios en el Antiguo Testamento. Lo metieron como un acomodo para su soberbia y su prejuicio.
¿Qué es lo que realmente enseñó el Antiguo Testamento de amar a su prójimo? ¿Qué tan amplio es ese término? Permítame mostrarle. Acompáñeme a Deuteronomio 22, Deuteronomio 22, vamos a pasar unos minutos en el Antiguo Testamento, porque quiero que vea que Dios no ha cambiado Su perspectiva. Deuteronomio 22. Ahora, aquí estamos tratando con algo de la ley levítica, algunos de los códigos para la conducta de Israel.
Y éste es uno muy práctico y muy simple, no verás el buey de tu hermano, o tu prójimo, o su oveja desviándose y retendrás tu ayuda de ellos. Tú los traerás de regreso a tu prójimo. En otras palabras, si tu hermano, tu prójimo, tiene un animal que se suelta, se desvía, tú debes venir inmediatamente a ayudar. El punto es que usted satisface la necesidad de otra persona, ¿verdad? Versículo 2, si tu prójimo no está cerca de ti, o si no lo conoces, quizás es alguien que ni siquiera conoces, ni siquiera tienes idea de quién es.
Entonces, si los traería entonces a tu casa, y estará contigo hasta que tu prójimo lo busca, y entonces lo restaurarás de nuevo. Digamos que encuentras un par de ovejas o un buey en algún lugar, y realmente no sabes a quién le pertenece, lo cuidas, lo tomas, lo alimentas, lo que sea necesario, asegúrate de que hagas eso hasta que la persona venga y diga, “Oye, he perdido,” “los tengo aquí.” Y después los tomas y se los devuelves. De la misma manera harás con su asno, y harás lo mismo con su atuendo, si pierde su túnica y con cualquier cosa que pierda tu prójimo, que él ha perdido y los has encontrado.
Ahora, ese es el principio general de perder y encontrar. Cuando alguien lo pierde, no te lo quedas porque lo encontraste, simplemente lo guardas hasta que venga a buscarlo y después se lo das. Ahora observe, que esto es satisfacer la necesidad de alguien más. Versículo 4, “No verás el asno y el buey de tu prójimo, ahí en el camino y retendrás ayuda de él.” Ciertamente vendrás a ayudarlo, lo levantarás, a veces la carga se volverá pesada, el animal se va a cansar y él simplemente se va a caer. Bueno, alguien habría tenido dificultades en levantar al animal, y entonces debes venir a ayudarlo.
Entonces dice usted, ¿bueno, que tiene que ver esto con alguna cosa? Está hablando de su prójimo aquí. Muy bien, pase a Éxodo capítulo 23, y vamos al principio de la Escritura de Moisés y vemos el mismo principio en Éxodo 23, versículo 4, nada más que aquí adopta una identificación totalmente diferente. Éxodo 23:4, “Si te encuentras con el buey de tu enemigo,” dice usted, “a ha, ahí está el buey de mi enemigo,” suelto o desviándose su asno, ciertamente se lo traerás de regreso a él.”
Ahora observe, el mismo principio exactamente como Deuteronomio 22, nada más que Deuteronomio 22 ¿usó qué termino para el individuo? hermano, o prójimo. ¿Qué tan grande es ese término hermano-prójimo? ¿Qué tan grande es ese término? El silogismo de esto simplemente dice, el hermano, prójimo tiene que incluir ¿qué? enemigo. Ese es el punto. Versículo 5, “Si ves el lado de aquel que te aborrece estando ahí bajo su carga, ciertamente le ayudarás”. Alguien que te aborrece, y su animal se cae, la reacción normal es ¡¿qué te ayude?! ¡Espero que tu animal se muera, y coloca la carga entera en tu esposa! Usted conoce ese espíritu de venganza. Él dice, no, vas y ayudas aun si es tu enemigo.
En otras palabras, el estándar nunca cambia. El término prójimo, o hermano es lo suficientemente grande como para incluir al que tiene una necesidad. ¿Ve usted el punto? Ahí es dónde determinamos el significado de prójimo. Prójimo es tan grande como necesidad, eso es todo. Y cuando la Biblia dice, “amarás a tu prójimo, simplemente abre todo como el Salmo nos dice que el mandamiento de Dios es muy amplio para incluir a cualquier persona que tiene una necesidad, sin importar como se sienten acerca de ti. Eso es lo que importa.
No estamos hablando de nación contra nación en guerra. No estamos hablando de un proceso de justicia criminal, estamos hablando de la rutina diaria de relaciones humanas. Acompáñeme a Job 31, Job 31, versículo 29. Y Job tiene algunas personas que le están diciendo que es un pecador. Él tiene algunas enfermedades y algunos problemas en su vida y él realmente está siendo usado por Dios como una ilustración. Él realmente no ha hecho algo pecaminoso para causar esto, pero sus consejeros le están diciendo que sí, y entonces le están diciendo que es un pecador.
Y Job comienza a reflexionar y a responder un poco a este asunto, y una de las cosas que él dice está en Job 31:29, él está tratando de decirles que él realmente no ha hecho algo para pecar y merecer esto. Él dice, y aquí está su ilustración, “Si me regocijé ante la destrucción de aquel que me odiaba, o me levanté cuando la maldad lo encontró,” en otras palabras, hombre lo disfruté mucho, me encantó cuando él cayó en maldad. Y la implicación es, si hice eso entonces habría pecado. Digo, tendrían el derecho de acusarme si me hubiera regocijado por la destrucción de alguien que me odiaba.
Ahora, eso toca un nervio de la conducta humana. Porque cuando hay alguien que es su enemigo, y caen en problema, la primera reacción es que a usted le encanta. Usted simplemente lo disfruta. A usted simplemente le encanta. Y entre peor el problema más le gusta a usted, esa es la naturaleza humana. Job dice, “Pero no hice eso, o habría pecado.” “Me habría permitido,” versículo 30, “que mi boca pecara al desear maldecir su alma. Nunca permití que de mi boca saliera algún pensamiento malo hacia alguien.” Y hombre, hacemos eso mucho, mucho con nuestras maldiciones y nuestras condenaciones. Job dice, “No hice eso tampoco. Nunca me regocijé cuando cayeron en calamidad, nunca les deseé mal,” versículo 31, “si los hombres de mi tienda dijeron, oh, que hubiéramos tenido su carne, no podemos estar satisfechos.”
En otras palabras, nunca hemos anhelado la carne de un enemigo. Nunca hemos estado insatisfechos lo suficiente como para querer más herida, o dañar a alguien. No. Cómo puede ver la actitud de Job, y por cierto Job estuvo en el período patriarcal, entonces esto realmente lo lleva a usted de regreso a los primeros años de los tratos de Dios con el hombre. Y la actitud desde el comienzo mismo fue una de amor, y perdón, no deseando mal, ni siquiera en contra de un enemigo.
Avance conmigo al Salmo capítulo 7, el séptimo Salmo, versículo 3. Y David en un sentido está orando, haciendo una oración parecida. “Oh Jehová mi Dios, si he hecho esto, si hubiera iniquidad en mis manos,” ¿qué tipo de iniquidad, David? “si le he pagado maldad a aquel que estaba en paz conmigo.” En otras palabras, si no fui amable con mi enemigo. Sí, lo he librado a aquel que sin causa es mi enemigo. En otras palabras, si he pecado al ser malo hacia alguien que era bueno, o si he pecado al ser malo hacia alguien que era malo conmigo.
David realmente señala dos cosas, está mal ser malo hacia aquellos que son buenos contigo, inclusive es malo ser malo hacia aquellos que son malos hacia ti. “Si he hecho eso,” él dice, “que mi enemigo me persiga, persiga mi alma y la tome. Que pise mi vida sobre la tierra y coloque mi honra en el polvo.” Él se está justificando con Dios aquí y le está diciendo, Dios si he visto en mi corazón y nunca he respondido con maldad al bien, y nunca he dado mal por mal, tampoco usted como puede ver en el Antiguo Testamento, nunca justifica odiar a un enemigo. Eso es pecado. Job lo reconoció como pecado y también David.
En el Salmo 35, para que usted entienda aún más cuál es el corazón de Dios en esto. Versículo 12, David dice de sus enemigos, “Me recompensaron dándome mal por bien, para arruinar mi alma.” En otras palabras, simplemente me lastimó en el interior, me devolvieron mal por bien mis enemigos, lo hicieron. “Pero yo,” ahora mire, aquí hay un hombre justo, “cuando estaban enfermos mi ropa fue cilicio.” Ahora, de qué hablaba el cilicio. Bueno, hablaba de remordimiento y tristeza, y duelo, ¿verdad? Cuándo un judío se vestía de cilicio y ceniza, él estaba en duelo.
Él dijo, “Cuando fui bueno con ellos, fueron crueles hacia mí, pero cuando la maldad cayó sobre ellos lloré por ellos. mi corazón se rompió por ellos. Ese es el espíritu de Jesús quién está colgado en la cruz y ve aquellos que le escupieron y dice, Padre, ¿qué? perdónalos porque no saben lo que hacen. Este es el corazón de Esteban, quién está abajo de las piedras sangrientas que están quitándole la vida y clama a Dios, “No le tomes en cuenta este pecado.” Este es el perdón magnánimo, increíble, no humano, sobrenatural, que viene aquí del corazón de David, quién ha recibido mal por bien, sin embargo, cuando sus enemigos sufren, su ropa es cilicio, y él dice: Humillé mi alma con ayuno y oración. Regresó a mi propio seno.
En otras palabras, David dice, y ayuné y lloré, y oré por mis enemigos cuando cayeron en calamidad. Versículo 14, “me conduje como si él había sido mi enemigo o hermano.” Observa eso, y aquí David trae a nuestros pensamientos Deuteronomio 22, y Éxodo 23, y él dice “mi enemigo es mi hermano, mi enemigo debe ser mi amigo por lo menos en ese sentido. Me postré pesadamente como uno que lloraba por su madre.”
Ahora, le voy a decir algo, cuando un hombre puede llorar por su enemigo como llora por su madre, en la calamidad, él ha aprendido una dimensión del amor que va más allá del nivel humano. Y esa es la enseñanza del Antiguo Testamento. “En mi adversidad,” versículo 15, se regocijan y se congregan,” tuvieron una fiesta, “y me destrozaron y no cesan, me destrozaron con sus dientes, pero ese nunca fue mi corazón hacia ellos.” Oh ésta es una verdad tan básica.
Observe Proverbios por un momento, 17:5. En Proverbios 17:5 dice esto: “El que se burla del pobre menosprecia a su hacedor.” Y después esto, “Y el que se alegra por las calamidades, no quedará sin castigo.” Cuándo usted se regocija por la maldad que le cayó a alguien, usted no quedará sin castigo. Ese es un pecado. Aun cuando esa persona es un enemigo. Proverbios 24:29, “No digas,” este es el mandato, “No digas, le haré como él me ha hecho a mí.” No digas eso. No seas una persona vengativa, no le devuelvas a tu enemigo. Eso es lo opuesto de lo que conocemos como la regla de oro.
Y después finalmente en Proverbios 25:21, encontramos, creo que encontramos el resumen de todo. Proverbios 25:21, escuche cuidadosamente, muy simple, y muy profundo. “Si tu enemigo tiene hambre, dale pan para comer, y si él tiene sed, dale agua para beber.” Amados, ¿les puedo decir esto? Su enemigo es su prójimo, eso es lo que el Antiguo Testamento enseña, su enemigo en un sentido humano es su hermano, no en un sentido espiritual, en un sentido humano es su hermano.
Quizás usted necesita algunas ilustraciones. Regresemos a Génesis capítulo 13 y veamos como el Antiguo Testamento honró este tipo de actitudes hacia un enemigo. Abraham y Lot tuvieron una disputa, habían demasiados de ellos, y sus animales como ocupar un terreno de tierra. Y el versículo 6 dice que tenían tantos rebaños y tantas tiendas y rebaños y todo esto que la tierra no podía contenerlos. No podían vivir juntos en el mismo lugar porque sus bienes eran muchos y no podían vivir juntos, y hubo una lucha entre los pastores del ganado de Abraham y los pastores del ganado de Lot.
Entonces, aquí usted tiene enemigos, tiene una guerra pequeña. ¿Cómo debe ser enfrentada? ¿de manera amarga, antagonista? Observe a Abraham y usted ve la virtud del hombre, versículo 8. “Y Abraham le dijo a Lot: No haya contienda, te ruego, entre tú y yo, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. ¿No está la tierra entera delante de ti? ¿apártate te ruego de mí? Si tú te vas a la izquierda, yo me iré a la derecha. Si tú te vas a la derecha, yo me iré a la izquierda. Ahora, escuchen, esa es una reacción sorprendente. Abraham terminó la pelea ahí, porque él dijo: Lot, toma lo que tú quieras. Y simplemente me quedaré con lo que quede. Tú escoge lo mejor, tómalo. Así es como usted debe tratar a un enemigo. Dele lo mejor que hay.
Y entonces Lot, revisó, levantó sus ojos, versículo 10, vio la planicie del Jordán, bien rogada en todos lados antes de que claro, Jehová destruyera Sodoma y Gomorra, era como el huerto de Jehová, la tierra de Egipto, conforme usted llega a Zoar, la cual es un área muy fértil de Egipto, entonces Lot escogió toda la planicie del Jordán y Lot se fue al este y se separaron el uno del otro, y Abraham moró en la tierra de Canaán, y Lot moró ahí en las ciudades, en la planicie y levantó su tienda hacia Sodoma. Pero los hombres de Sodoma eran impíos y pecadores delante de Jehová excesivamente.
Ahora, podríamos hablar mucho de la torpeza de Lot al colocar su tienda hacia Sodoma, y cómo eventualmente se acercó, y se acercó hasta que estuvo en Sodoma, y finalmente él salió de Sodoma y la esposa de Lot fue una columna de sal. Pero el punto que quiero que vea aquí es el hecho de que Abraham trató a un enemigo como la Biblia quiere que tratemos a uno. Él lo amó como se amaba a sí mismo. En lugar de buscar la tierra para sí mismo, él buscó lo mejor para su enemigo.
La Biblia honra ese tipo de virtud. 1 Samuel capítulo 24 nos ofrece otra ilustración, y estoy tomando el tiempo para desarrollar esto porque creo que es un punto tan importante. Y realmente vamos a llegar a algunas cosas prácticas el próximo día del Señor, conforme concluimos. Pero en 1 Samuel 24, quiero que observe los primeros seis versículos. “Sucedió que cuando Saúl regresó de seguir a los filisteos que se le dijo diciendo: He aquí David está en el desierto de Ein Guedi.”
Ahora Saúl estaba ocupado persiguiendo a David, David era una amenaza para el trono de Saúl, una amenaza para su seguridad, Saúl había estado tratando de matar a David, tratando de encontrar la manera que pudiera encontrar para encontrar a David y matarlo. Y entonces, dijeron: David está en el desierto de Ein Guedi. Ve y encuéntralo. Allí es dónde está y puedes encontrarlo ahí. Entonces, Saúl tomó a tres mil hombres escogidos de todo Israel, y estos eran los mejores hombres, los mejores arqueros, usted sabe, el equipo S.W.A.T, Fuerzas Especiales. Y salieron a encontrar a David y a sus hombres en las rocas de las cabras salvajes.
Y, por cierto, he estado en Ein Guedi, y es un área rocosa, peligrosa. Él llegó ahí, y habían pequeñas pilas de rocas que colocaban en frente de una cueva para actuar como una, una especie de muro para mantener adentro a las ovejas. Y había una cueva ahí, y Saúl entró a cubrir sus pies. Ahora, esa es una expresión hebrea para, no sé de qué otra manera decirlo, para visitar el baño de los hombres. Lo que hacían es que simplemente entraban, no sé cómo describir esto a manera delicada, pero voy a intentar, de cualquier manera, tenían esas túnicas largas y entraban, y en cierta manera se inclinaban y levantaban su túnica cubriendo sus pies, eso es literalmente lo que hacían. En cierta manera, un excusado portátil.
Y entonces Saúl entró en esta cueva en particular por sí mismo para tratar con esa necesidad en particular, y mientras que él estuvo ahí David y sus hombres estaban en la misma cueva. Una circunstancia interesante. Y ellos estaban a los costados de la cueva mientras que Saúl estaba a la mitad. Y los hombres de David le dijeron: He aquí el día en el que Jehová dijo: Digo, eh, aquí está David. Voy a entregar a tu enemigo en tu mano.
Dijeron: La profecía se ha cumplido, es verdad, aquí está él. De todas las cosas, aquí estamos a la mitad de ningún lugar en el desierto de Ein Guedi, y entra nuestro enemigo para cubrir sus pies. Él literalmente está ahí sentado, vulnerable. Bueno, ¿qué sucedió? Los hombres de David le dijeron: Este era el cumplimiento de la profecía. Haz con él lo que te parezca bien. Aquí está tu enemigo, David. Hazlo, este es tu momento, aprovéchalo. Tú sabes que eres el ungido de Dios, desaste de este hombre malo, este enemigo.
Entonces David se levantó y cortó un pedazo, cuidadosamente, de la túnica de Saúl. Él llegó por detrás de él y le cortó un pedazo de la túnica. Dice usted: Bueno, David, eso no es lo que tenemos en mente. Bueno, no estamos tomando partes de su túnica, pedazo a pedazo, nos gustaría deshacernos de él, pero simplemente para mostrarle la sensibilidad del corazón de David. “Sucedió después de que el corazón de David lo acusó debido a que había cortado del atuendo de Saúl, él se sintió convencido de pecado por eso.”
“Y él dijo a sus hombres: Jehová que prohíba que yo haga esto bajo mi amo, el ungido de Jehová, estirar mi mano en contra de él. Debido a que él es el ungido de Jehová usted puede sentirse así acerca de un enemigo, después de todo es una creación de Dios. Él es amado por Dios. Y David refrenó a sus siervos con estas palabras, y no les permitió que se levantaran contra Saúl. Pero Saúl se levantó de la cueva y siguió por su camino. David también se levantó después y salió de la cueva, y clamó tras Saúl diciendo: Mi señor el rey.
Hombre, se puede imaginar usted como se sintió Saúl. Y cuando Saúl miró atrás de él, David se inclinó con su rostro hacia la tierra y se postró. Sorprendente. Él rindió honor a este enemigo malo, y David era un hombre piadoso como lo fue Abraham. Cómo puede ver la virtud se conduce hacia un enemigo, como nos conduciríamos hacia un amigo, porque un enemigo es un prójimo.
Quiero mostrarle una ilustración más, 2 Samuel 16, y de nuevo es David. 2 Samuel 16, versículo 5, y esto, y esto debió haber sido, oh, simplemente no puedo recrear la ansiedad terrible de este momento en la vida de David. David fue un padre terrible. Usted tiene que ser un padre terrible para terminar con un Absalón, pero así fue. Y Absalón, su hijo, con quien fue demasiado flexible, terminó revelándose en contra de él. Absalón vino en contra de su propio padre, quiso usurpar su trono. Absalón no solo vino contra David políticamente, sino que Absalón francamente rompió el corazón de David.
Finalmente, David simplemente clamó con lágrimas que corrían por sus mejillas, Absalón, hijo mío, hijo mío, hijo mío, cuando él oyó de su muerte. Pero Absalón está buscando a David, y David está huyendo de su propio hijo. David quien es el rey. Y en medio de todo esto, versículo 5 de 2 Samuel 16 dice: “Y cuando el rey David vino a Bahurim, he aquí vino un hombre de la familia de la casa de Saúl, cuyo nombre era Simei, el hijo de Gera, que salió y él maldijo continuamente conforme él vino.”
Él era un hombre vulgar, irrespetuoso, y él arrojó piedras en contra de David, y todos los siervos del rey David y todos los hombres fuertes estaban a su diestra y a su mano izquierda. Él simplemente comenzó a arrojar rocas contra todos ellos, y maldiciendo a David, y de esta manera Simei, cuando él maldijo: “Salid, salid, tu hombre sangriento, tu hombre sin valor.” David aparentemente estaba adentro de la tropa, un poco, y él estaba porque saliera. Jehová te ha devuelto toda la sangre de la casa de Saúl. ¿Tú sabes porque estas recibiendo lo que estás recibiendo? ¿Tú sabes porque Absalón se ha vuelto contra ti? Porque tú derrocaste a Saúl, porque tú le quitaste el lugar a Saúl. Y recuerde, éste era un hombre de la familia de Saúl.
Ahora, tú estás recibiendo lo que mereces, David, tú hombre sangriento. “Y Jehová ha entregado el reino en la mano de Absalón tu hijo, y he aquí tú eres llevado de esta manera porque eres un hombre de sangre.” ¿Quiere saber una cosa? había simplemente suficiente verdad en eso como para hacerlo doloroso. Dice más adelante, cuándo David quiso construir el templo, Dios dijo: “No, porque tus manos están llenas de sangre.” Él no había asesinado a Saúl, pero él había peleado muchas batallas y había manchado de sangre sus manos. “Después dijo, Abisai,” Abisai fue leal a David, “el hijo de Sarvia: ¿Por qué es que este perro muerto va a maldecir a mi señor el rey?”
Ahora, aparentemente, perro muerto era algo malo, que se le decía a alguien. Digo, probablemente fue la peor afirmación que Abisai podía pronunciar. Usted encuentra frecuentemente en la Biblia que los paganos son llamados ‘perros’ inclusive en Pedro. Usted oye a Pedro refiriéndose a perros que regresan a su vómito y él tiene en mente a apóstatas que regresan a sus caminos malos. Y llamar a alguien un perro era un término terriblemente de menosprecio, pero añadir el término muerto a perro realmente es fuerte. Pero inclusive decimos eso, hombre, tal y tal es un perro muerto. Usamos ahí un término un poco diferente, pero de ahí vino.
“¿Por qué es que este perro muerto va a maldecir a mi señor el rey? Permíteme ir, te ruego, y quitarle su cabeza.” Éste era un tiempo bastante primitivo y eso era lo que normalmente habría sucedido. “Y, el rey dijo: ¿qué tengo que hacer contigo, con vosotros hijos de Sarvia? Déjenlo maldecir porque Jehová le ha dicho que maldiga a David y que lo haga así.” Lo que David está implicando aquí es que quizás el Señor le dijo que hiciera esto. Cómo puede ver David está sintiendo la culpabilidad de su fracaso con Absalón. Y David está enfrentando el reconocimiento de sus manos sangrientas, y él está diciendo: ¿Cómo sabes que Dios no le ha pedido que haga esto? David le dijo a Abisai y a todos sus siervos: He aquí mi hijo, que salió de mi propio cuerpo busca mi vida. ¿Cuánto más este Benjamita también?
En otras palabras, “Mira, me importa poco este hombre, el dolor es de Absalón. Lo que él necesita es mínimo para mí. No se molesten con esto, déjenlo solo, y déjenlo maldecir porque el Señor le ha mandado que lo hiciera.” Estoy seguro que éste es el sentimiento de David. Si el Señor lo hizo no sé, pero él siente que él debió haberlo hecho. Podría ser que Jehová verá mi aflicción y Jehová me quitará para bien su maldición este día. Y conforme David y sus hombres iban por el camino, Simei, iba ahí por el costado del monte, del lado opuesto a él, y lo maldijo conforme él iba pasando y le aventó piedras, y aventó polvo, y el rey y toda la gente que estaba con él se cansaron mucho y se refrescaron ahí.
Pero el corazón de David estaba bien. En ese momento él amó con el amor que el Antiguo Testamento enseñó. Los judíos estaban equivocados en el día de Jesús. El Antiguo Testamento no enseñaba aborrecer a su enemigo, esa fue su enseñanza mala, soberbia, de prejuicio. Prójimo incluyó inclusive un enemigo. Regrese conmigo por un momento a Mateo, y permítame compartir esto con usted, capítulo 5, versículo 10. Antes en el sermón Jesús había usado términos semejantes. Bienaventurados sois cuando los hombres os vituperen y os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo, por causa de mí.”
¿Cómo debe usted reaccionar? ¿Cómo debe usted reaccionar? Versículo 12, ¿vengarse? No. ¿Qué? “Regocijaos, gozaos, porque grande es vuestra recompensa en el cielo,” eso es lo que David dijo. quizás el Señor algún día me va a bendecir por una reacción correcta a esta maldición. Sea cual sea la relación humana en la que usted este, esto es lo que Dios está buscando, esa reacción correcta. Quizás usted tiene conflicto en su matrimonio, quizás tiene conflicto en su familia entre los hijos y los padres, quizás tiene conflicto en el trabajo, quizás tiene enemigos en casa y usted tiene enemigos en el trabajo, y gente que habla mal en contra de usted, quizás un cuñado, una cuñada, un hermano o hermana, otra parte de su familia habla mal de usted, o sus hijos.
Y es fácil en nuestro mundo humano que estas cosas empiecen y estos enemigos, y nos amargamos y comenzamos a ser hostiles y en lugar de buscarlos en amor a estas personas, en lugar de verlos como nuestro prójimo y nuestro hermano, como el Antiguo Testamento los ve, comenzamos a verlos como el enemigo, y perdemos de vista el punto de lo que Jesús dice, y caemos al nivel bajo de la religión farisaica. Así no debe ser.
Entonces, el Antiguo Testamento fue muy claro, y Jesús estuvo en acuerdo absoluto con esto. Puedo meter la enseñanza de Jesús aquí en el versículo 44, ¿se la puedo presentar? Únicamente voy a presentarla el día de hoy, y vamos a entrar a esto la próxima vez. Vimos la tradición de los judíos en el versículo 43, vimos la enseñanza del Antiguo Testamento implícita detrás del versículo 43, pero pervertida, y ahora, la enseñanza y la verdad de Jesús mismo. Este es el correctivo del Señor para el error del sistema judío. Y Él da cinco principios para corregir el amor fallido de los fariseos y los escribas, cinco afirmaciones cortas, afirmaciones secuenciales que ascienden a la afirmación más alta de todas. Tienen un flujo hermoso que asciende, y veremos eso la próxima vez.
Él dice cinco cosas, permítame tan solo dárselas. Amen a sus enemigos, oren por sus perseguidores, manifiesten que son hijos, exceden a su prójimo, imiten a su Dios. Y cuándo finalmente ascendamos ese quinto principio, usted va a ver quizás de una manera que nunca jamás ha visto lo que Jesús quiso decir cuando Él dijo que debe amar a sus enemigos. Es la afirmación más poderosa, creo yo, en el Nuevo Testamento acerca del significado del amor. Lo vemos, simplemente esa primera por un momento antes de que terminemos. Versículo 44, “Pero yo os digo, amad a vuestros enemigos.” Jesús habla con autoridad aquí, Él es el Señor de la Ley, Él es el Hijo de Dios.
Una de las cosas que aprendemos en griego es que los verbos griegos cambian su forma dependiendo de qué pronombre es usado. Por ejemplo, usted no necesita pronombres como yo, tú, el, ella, eso, ellos, ellas, ustedes, etc. En griego debido a que la forma del verbo indica que pronombre es el propio, es el final del verbo. Entonces, cuando el pronombre es colocado enfrente del verbo está colocado ahí para intensificarlo, para enfatizarlo. Habría sido suficiente simplemente tener una forma verbal, os digo, decir, podrían ser varios verbos, podría decir “lego” yo les digo, pero si es “ego lego” significa “Yo les digo,” y el énfasis no está en el decir, el énfasis está en el que dice.
Y entonces, Jesús al usar el pronombre enfático está intensificando el hecho de que Él habla con autoridad. “Yo os digo,” levantándose como alguien que puede hablar, en contraste a su sistema, sin importar quienes han sido sus maestros, no importa que tan larga ha sido la lista de rabinos bien intencionados y bien conocidos, “Yo os digo.” Y entonces, Él es el Señor de la Ley. ¿Y qué es lo que él dice? El primer principio, conforme ascendemos por los peldaños es amar a vuestros enemigos, amad a vuestros enemigos.
Y la idea que aprendemos del Antiguo Testamento es que su enemigo es su prójimo. Para ilustrar eso, acompáñeme a Lucas 10. Lucas 10, versículo 25. Un intérprete de la ley vino a Jesús, él dijo: ¿Qué haré para heredar la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la Ley? Y él dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con toda tu mente y a tu prójimo,” ¿qué? “como a ti mismo.”
Ahora, la pregunta es, el intérprete de la ley dice: Muy bien, si quieres que ame a mi prójimo como a mí mismo, pregunta apropiada, versículo 29, ¿quién es mi…(qué) prójimo? ¿quién es? ¿quieres que ame a mi prójimo? ¿quién es? Jesús dijo: permíteme contarte una historia. “Cierto hombre descendió de Jerusalén a Jericó,” y eso es hacia abajo, digo, realmente es hacia abajo. Usted va de kilómetro y medio arriba a por debajo del nivel del mar en poco tiempo. “Descendió a Jericó,” y fue un camino muy peligroso, ladrones que estaban ahí. Y este hombre cayó entre ladrones que le quitaron su ropa, lo hirieron y lo dijeron ahí medio muerto, lo golpearon, lo robaron y lo dejaron ahí en el camino como si estuviera muerto.
“Y pasó por ahí cierto sacerdote cuando lo vio, el pasó de lado.” Ahora, un sacerdote era un hombre que representaba a Dios, al pueblo, un hombre que estaba en lugar de Dios. Un sacerdote era quien conectaba al pueblo con Dios, un sacerdote de todas las personas de la sociedad debía haber sido uno que se condujera como Dios se conducía, él era el representante de Dios.
“Y el sacerdote vino y vio al hombre, y dijo: ese hombre no está en mi grupo, y él pasó por el otro lado del camino. ¿Quién quiere tocarlo?, él no es mi prójimo, él es uno de la multitud del pueblo judío que probablemente ni siquiera pertenece a mi partido, a mi grupo religioso. Él fue seguido poco después por un levita, quien era del gran legado de los sacerdotes levitas también. Y él estaba en el lugar, y él vino, y lo vio, y pasó por el otro lado. Él dijo: él tampoco está en mi grupo. Y siguieron.
“Pero cierto samaritano,” y esa palabra produce todo tipo de pensamientos porque los samaritanos básicamente eran una raza de personas, originalmente eran personas judías que se casaron con los paganos que infiltraron al reino del Norte. Se volvieron de raza mixta. Y lo más terrible para un judío de sangre pura era que alguien contaminara la naturaleza pura de ser judío al casarse con un pagano. Puede imaginarse que el judío ni siquiera entraba a la casa de un gentil. El judío ni siquiera comía con un utensilio gentil. El judío ni siquiera podía comer comida cocinada por un gentil.
Ni siquiera entraban a una casa gentil porque creían que los gentiles abortaban a sus bebés en esas casas, y eran lugares profanos. Creían las cosas más raras y locas de los gentiles, y los menospreciaban. Cuando regresaban a su propio país se sacudía el polvo de sus atuendos, porque no querían que el polvo gentil entrara en su tierra. Y cuando ellos iban del sur al norte, cruzaban por el Jordán, por arriba, por la parte este cruzaban en la parte de arriba, para que no tuvieran que pasar por Samaria. No querían contaminarse con esa tierra contaminada.
Y aquí viene un samaritano, un enemigo que vio a ese judío sangrando y dijo: Hombre, es momento de que alguien recibiera lo que merecía, por cómo nos han tratado. Pero el sacerdote que decía ser piadoso, santo, y el levita, no lo vieron como un prójimo, y el samaritano, menospreciado y odiado, sí. Y él fue a él, y curó su herida, versículo 34, y derramó aceite y vino, y lo colocó sobre su bestia y lo trajo a una posada, y cuidó de él, y al día siguiente cuando él se fue, él sacó denarios y se los dio al anfitrión, y le dijo: Cuida de él, y lo que tú gastes más, cuando yo regrese te lo volveré a pagar.
Hombre, fue magnánimo, ¿no es cierto? él se involucró y él curó sus heridas, y él lo amó y cuidó de él y lo colocó en su bestia, y llevó a su bestia a la posada y pagó lo que costaba. Y dijo: Te voy a pagar el resto cuando regrese, si, es más. ¿Cuál ahora, dice el Señor, cuál de estos tres crees que fue prójimo a aquel que cayó entre ladrones? Él dijo: el que mostró misericordia a Él. Después Jesús dijo a él. Ve y has lo mismo. ¿Quiere saber algo? ¿Quién es su prójimo? Su prójimo es cualquier persona que lo necesite a usted. Ahí está. Cualquier persona en mi camino con una necesidad constituye mi prójimo. No porque cree en lo que yo creo, piensa lo que yo creo, o pertenecen a mi grupo. Dios nos amó cuando éramos enemigos, y Él murió por nosotros, y ese es el amor mismo que debemos tener hacia otros.
Voy a cerrar con esta historia. En el año 1567 el rey Felipe II de España envió al Duque de Alba, y el Duque de Alba era notorio por su odio amargo hacia toda persona que abrazaba el Cristianismo Reformado. Era la época de la Reforma y la gente estaba volviéndose del catolicismo, al cristianismo bíblico y creyendo en Cristo de una manera apropiada. Y odiaba a esas personas, de hecho, la época del Duque de Alba fue conocida como el reinado de terror en España, y el Concilio de Alba fue llamado el Concilio de Sangre porque mataron a tantas personas que abrazaron la fe Reformada.
Pero los historiadores nos dicen que un hombre, un hombre llamado Dirk Willumzoon quién se volvió un cristiano, un cristiano protestante, y de esta manera fue condenado a la muerte de una manera terrible, de alguna manera él se escapó y comenzó a huir por su vida. Era cerca del fin del invierno y habían algunos lugares de nieve ahí en el suelo, y conforme él corrió y finalmente llegó inevitablemente a un lago, el lago estaba congelado pero no congelado muy mucho, porque el invierno casi se acababa.
Sin embargo, no tuvo otra alternativa porque estaba siendo por un soldado. Y entonces él decidió cruzar el lago. Y el historiador dice que conforme corrió el hielo del lago comenzó a romperse y a sacudir bajo sus pies conforme él iba corriendo. Pero él no se detuvo porque él quería evitar la muerte terrible que le esperaba, si era atrapado. Él estiró sus piernas más y más hasta que en un último salto él pudo salir, y salió del lago. Y conforme él comenzó a dar su siguiente paso, él escuchó un grito de terror detrás de él. Y él volteó a todos lados y el soldado que lo había estado persiguiendo se había caído y estaba aferrándose al hielo para poder salvar su vida.
Nadie estaba cerca para ayudar al soldado más que Dirk. Pero el soldado era su enemigo. ¿Qué haría usted? El historiador nos dice que Dirk regresó caminando sobre el hielo que estaba agrietado, rescató a su enemigo, y lo rescató. Ese es el meollo, ¿no es cierto? Ese es el espíritu de Jesús, el espíritu de Esteban, de Abraham, de David. ¿Qué hay acerca de usted? Oremos juntos.
Gracias Padre por nuestro tiempo esta mañana, por la bondad, la gracia de Dios que nos da un amor que es humanamente imposible. No podemos amar así y lo sabemos. Entonces, cuan agradecidos estamos porque Romanos 5 nos dice que el amor de Cristo ha sido derramado en nuestros corazones. Sino fuera porque tú nos diste este amor, nunca podríamos amar de esta manera. Ayúdanos a amar en el Espíritu. Amar con un amor que es Tu amor amando a través de nosotros. Cuando lleguemos a esos momentos, cuando consideramos un enemigo un enemigo, cuando queremos vengarnos de ellos, que en ese momento nos detengamos y le roguemos al Espíritu de Dios que nos llene de amor y amemos como Tú nos amas.
Y que seamos conocidos en este mundo como los que aman, y mediante nuestro amor que el mundo sepa que te pertenecemos. Estamos tan agradecidos Padre por lo que nos has enseñado y por lo que nos espera en la majestad del pasaje que resta. Y Señor, también no podemos evitar, sino estar emocionados, conforme miramos hacia adelante en esta noche, conforme compartimos en torno a la vida de este hombre Daniel, quien fue todo lo que un hombre podía ser en una sociedad mala.
Oramos que este día sea un día que cambie nuestras vidas, conforme aprendemos a amar y a permanecer fieles en este día malo. En el nombre de Cristo. Amén.
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