Como hemos estado aprendiendo en estas mañanas el día del Señor recientemente, una manera muy importante en la que servimos al Señor es en nuestra vida de oración. Y Jesús nos está ayudando a ver cómo debemos orar. Abra su Biblia nuevamente conmigo en esta mañana al sexto capítulo de Mateo, si es tan amable. Y si no trajo una Biblia, hay una en la banca. Me gustaría que usted me siguiera conforme vamos de pasaje en pasaje en la palabra de Dios en esta mañana.
Servimos al Señor en nuestras oraciones, pero sólo si nuestras oraciones están de acuerdo con Su diseño para la oración. Y nuestro querido Señor, en este pasaje en particular, nos da instrucciones en cómo orar. Esta es la intención de esto. La oración de los discípulos, o como es comúnmente conocida, la oración del Señor, es una instrucción para que sepamos cómo orar. La oración es vital para el cristiano, es lo que es el respirar para el ser humano. Es inhalar la presencia de Dios lo que nos da vida y nos sustenta.
Sin embargo, debemos saber cómo debiéramos orar. Y tenemos problemas con eso, según Romanos 8, Pablo dice que no sabemos orar como debiéramos. Y nuestro Señor aquí está ayudándonos a entenderlo correctamente para que lo comprendamos. Y hemos estado viendo en esta oración en particular que nuestro Señor nos da, que no es solamente una oración que debe ser recitada, aunque eso ciertamente estaría bien. No es una oración que debe ser parte de un ritual o una rutina o liturgia, sino que es un esqueleto a partir del cual todas las oraciones encuentran su forma.
En otras palabras, estas son afirmaciones simples, breves, concisas que nos abren horizontes increíbles, ilimitados y panoramas de comprensión y contenido en nuestras oraciones. Nosotros hemos estado aprendiendo eso conforme hemos estado estudiando esto una frase a la vez.
Esta mañana llegamos a la tercera frase en el versículo 10. En las primeras palabras, “venga Tu Reino.” Venga Tu Reino. Leamos la oración entera. Y veámosla de nuevo en su contexto. “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre. Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque Tuyo es el Reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.”
“Venga Tu Reino” una afirmación increíble, tres palabras simples en español, tres palabras simples en griego. Y sin embargo, nos abren algo que va mucho más allá de nosotros, que nunca podríamos concebir todo lo que está contenido en esa afirmación simple. Conforme he llegado a este texto para estudiarlo, me sentí como un pequeño niño que estaba ahí en la playa ante los mares no explorados. No hay manera en la que pueda expresar todo lo que está aquí, pero si tan sólo puedo abrir su apetito, usted podría pasar el resto de su vida examinando todo lo que va más allá de esto. Y algún día, en la eternidad, entender la medida de lo que aquí el Señor quiere decir. Venga Tu Reino.
Frances Havergal ha escrito de manera hermosa la siguiente estrofa a Jesucristo y creo que en esa estrofa expresa algo del significado de esta frase, y cito: “Oh, el gozo de verte reinando a Ti, mi amado Señor. Toda lengua Tu nombre confesando, adorando; honor, gloria, bendición traído a Ti en una mente. A Ti, mi amo y mi amigo, en el trono, hasta lo más remoto de la tierra glorificado, adorado y poseído por todos.” Fin de la cita.
Esta oración consiste en la exaltación del Señor Jesucristo. “Venga Tu Reino” es expresada a Aquel que tiene un derecho de gobernar y un derecho de reinar quien no es ningún otro que el Rey mismo, el Rey de reyes y el Señor de señores, Jesucristo. Dios Padre busca esto de tal manera que cuando usted ora esto, usted está orando según la voluntad de Dios porque en el Salmo 2 leemos: “porque Yo he puesto a Mi Rey sobre Mi santo monte de Sión.” En otras palabras, Dios dice que Él está exaltando a Su Hijo, el Rey. Jehová ha dicho al Hijo “Tú eres Mi Hijo, hoy te engendré. Pídeme y te daré las naciones por heredad. Y toda la tierra como posesión Tuya.”
Como puede ver, Dios quiere darle los reinos del mundo al Hijo. Dios desea establecer a Su Hijo, a Su Rey, sobre el santo monte de Sion para reinar, sobre el trono de David. Cuando David quiso construir un templo para el Señor, Dios le dijo a través del profeta Natán “no puedes hacer eso porque eres un hombre de sangre. No te dejaré hacer eso.” Y Dios le quitó un gran gozo y le devolvió una gran promesa y le dijo en 2 Samuel 7: “aunque no me edificarás mi casa, a través de tus lomos vendrá un niño; y de ese Niño se edificará un Reino que nunca terminará.”
Y entonces, la propuesta del Reino al Rey, el Hijo eterno, es dada en el Antiguo Testamento no solo ahí, sino muchas veces. De hecho, a lo largo del Antiguo Testamento hay una promesa de un rey venidero, uno que nacería “sobre cuyos hombros estaría el gobierno, el principado,” dice Isaías. Uno que gobernaría y reinaría sobre la tierra, un Salvador, un monarca, un rey, un Mesías. La palabra misma Mesías significa ungido, uno con derecho para gobernar y reinar.
Y como puede ver, esto es tan importante que usted lo entienda, el programa de Dios se centra en una persona. No es un plan, sino una persona. No es un programa, sino una persona. La historia se enfoca en una persona -Uno que regresará para reinar como Rey de reyes y Señor de señores. Esta era la esperanza de Israel, esta es la esperanza de la Iglesia -esta es la esperanza del mundo. Jesucristo el Rey consumará la historia.
Alguien lo hay dicho de manera apropiada: la historia es la historia de Él. La historia es el desarrollo redentor del plan de Dios en la persona de Jesucristo. Nos estamos moviendo hacia el lugar en donde Cristo domina. En Daniel, como veremos en esta noche, no puedo evitar sino mezclar los dos sermones, en Daniel, vemos la imagen despedazada por una piedra que está volando, que viene del aire; esa piedra representa a Cristo y después, la piedra llena la tierra entera. Como puede ver, Cristo es inseparable de Su Reino. No hay plan fuera de la persona; la persona es el plan. Y orar “venga Tu Reino,” no es nada más, ni nada menos que “Cristo, reina aquí y ahora”. Eso es lo que se está diciendo. Y lo veremos conforme avanzamos en esta mañana.
Un verdadero hijo de Dios, entonces, no se preocupa tanto por sus propios planes y sus propios deseos, más bien se preocupa con el programa determinado y el plan de Dios revelado en la persona de Jesucristo. Orar de manera correcta no es dejar que Dios entre en los planes de usted, sino que es llamar a que Dios cumpla los Suyos. “Venga Tu Reino.”
Se necesita una transformación en la vida de un creyente, llegar a un punto en el que en lugar de decir ‘venga mi reino’ diga ‘venga Tu Reino’. Oh, podemos decir ‘venga Tu Reino’ en palabras; pero me pregunto si algunas veces en nuestras oraciones, literalmente no están llenas de nuestro propio reino, nuestro propio plan, nuestro propio gobierno, nuestro propio reinado, nuestras propias causas.
Y sin embargo, toda la historia, toda la historia redentora, desde la caída en Génesis en donde oímos de la simiente de la mujer que iba a nacer para aplastar la cabeza de la serpiente, toda la historia se está moviendo en la dirección de la glorificación del hijo de Dios, el Rey de reyes y el Señor de señores. Toda la historia redentora y toda la historia es historia redentora en ese sentido, se está moviendo hasta llegar a la consumación, el regreso de Cristo. Su causa, Su programa y, Su plan es nuestra preocupación.
Pero, ¿ha notado usted cómo eso va en contra de su naturaleza humana, ¿se ha dado cuenta de eso? ¿Se ha dado cuenta de cuántas de sus oraciones están llenas de usted? ¿Se ha dado cuenta de cómo usted entra corriendo a la presencia de Dios para descargarle sus necesidades, sus causas, sus preocupaciones? Creo que siempre es así con la naturaleza humana, porque tenemos una inclinación hacia nosotros mismos.
No creo que haya una mejor ilustración que como lo es ilustrado en la vida de un bebé. Un bebé recién nacido no conoce nada del espíritu de comunidad. Un bebé no conoce nada de dejar que alguien más tome alguna decisión. Un bebé grita y no puede enfrentar algo como una madre que entra y dice ‘¿sabes una cosa? Realmente voy a hacer eso. Pero creo que alrededor de las 9:15. Mientras tanto, tengo algunas cuantas cosas que hacer. No te voy a atender por un rato.’ No. Un bebé entiende una sola cosa y esto es yo, yo, yo, yo quiero, yo quiero. Y cuando pasa la etapa después de que están en la cuna, ‘esto es mío y no tuyo’. Y esa es la inclinación y a medida que crecen, continúan siendo igual. Nosotros generamos subculturas. Apelamos a estas subculturas a través de la promoción, la publicidad y a través de las diferentes cosas en nuestra sociedad. Y cuando crecen, aunque están en el secundario, les decimos que ellos son el rey de su propio castillo, que deben determinar su propio destino. Son el amo de su propio destino. Ellos se van a encargar de lo que ellos quieran, ellos están a cargo de su vida, deben gobernar sus propias vidas; y entonces, la sociedad humana entera tiene una orientación egoísta a sí misma que conoce muy poco acerca de otros pronombres fuera del ‘yo,’ ‘mío’ y ‘yo’.
Entonces, cuando Dios invade una vida, de pronto el mandato de la Palabra de Dios es cuando usted ore ‘no es yo, mío y yo’ es: santificado sea Tu nombre y venga Tu reino. Hágase Tu voluntad y venga Tu reino. Eso va en contra de esta inclinación. Y cuando usted tiene a personas que vienen y nos dicen que debemos decirle esto a Dios, oigo a estos predicadores que debemos acercarnos a Dios y demandar ciertas cosas y debemos reclamar ciertas cosas y afirmar ciertas cosas y forzar a que Dios haga ciertas cosas; y este es un malentendido total de todo lo que Dios jamás ha diseñado hacer en la historia humana. Y eso es glorificar a Su propio nombre, Su propia causa, Su propia voluntad y Su propio Hijo, Jesucristo.
Ahora, cuando sinceramente creo y confieso a Cristo como Señor y Rey en mi vida, y amados, eso es lo que hace la salvación, la salvación no es nada menos que eso. Y no es nada más tomarlo como Salvador y no como Señor. La salvación es confesar con su boca que es Jesús Señor, Romanos 10. Y cuando usted ha hecho eso, usted entonces llega a una afirmación de que la dirección de su vida es hacia la exaltación del Señor de su vida, quien es Jesucristo y Sus propias causas sólo son válidas siempre y cuando estén de acuerdo con las causas eternas de Dios, siempre y cuando estén en armonía con las causas eternas de Dios que van a estar reveladas en Cristo.
Cuando yo oro ‘venga Tu Reino’ realmente estoy afirmando que en mi propia voluntad está sometida a Dios. Estoy diciendo al Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo dentro de mí “Tú debes estar en control, Tú haz lo que quieras hacer para Tu gloria.” Ahora, cuando usted hace eso, usted se coloca en una confrontación inmediata con su propia naturaleza humana. Porque su naturaleza humana clama por hacer su propia voluntad y hacer las cosas a su manera y sus propias causas. ¡Oh, amados, que pudiéramos estar preocupados con las cosas de Dios, que pudiéramos estar perdidos en Su Reino! Porque si eso fuera verdad, entonces comenzaríamos a valorar las cosas que deben ser valoradas. Y ningún hombre jamás podría quitarnos algo de nosotros.
La gente me pregunta todo el tiempo qué le va a suceder a Estados Unidos. Oh… tenemos este problema con Irán, tenemos este chantaje internacional, tenemos todas estas intrigas en nuestro propio país a nivel económico, político y en la educación; y el humanismo que se está infiltrando y la inmoralidad y todas estas cosas, la homosexualidad. ¿Qué le va a pasar a nuestro país? ¿Va a empeorar la situación? ¿Vamos a ser perseguidos? Bueno, yo creo que ya cinco pastores en Estados Unidos están siendo jugados que podrían ir a la cárcel por cosas que creen y quizás, está por venir. Y quizás está viniendo el tiempo en el cual ya no podremos decir ciertas cosas y nos meterán en la cárcel. Pero si nuestra causas, escuche esto, son las causas de Dios, entonces no perdemos nada. Si la inversión de nuestras vidas está en Su Reino, esto no puede ser tocado.
La gente me pregunta si no estoy preocupado por Estados Unidos. Si no me preocupa hacia dónde va Estados Unidos. Bueno, lo estoy en un sentido, porque éste es mi hogar. Y estoy agradecido a Dios por colocarme aquí y por las libertades que gozamos aquí. Estoy agradecido por ellas. Pero francamente, mis preocupación es del Reino de Dios. No una nación pasajera en la historia del mundo. Estados Unidos va a seguir el camino del resto de las naciones y Estados Unidos va a existir tal como Dios lo ha diseñado y tal como lo dice la Palabra de Dios, la justicia engrandece a la nación, pero el pecado es afrenta de las naciones. Estados Unidos no va a durar porque ninguna nación jamás dura porque en ella se encuentra de manera intrínseca las semillas de su propia condenación debido al pecado. Y podemos ver rápidamente que hemos abandonado ya nuestras causas por Dios y hemos abandonado nuestros estándares bíblicos y moralidad; y vamos hacia abajo. Sabemos eso. Pero Estados Unidos no es importante. Lo importante es el Reino de Dios y el reino de Cristo y Sus causas. Y si esta es nuestra preocupación, entonces lo que quiten, nunca van a tocar lo que realmente importa.
En un estudio bíblico el viernes por la noche le dije a un joven, alguien me preguntó qué va a pasar si fuera perseguido por predicar o si pasaran estas cosas. Y por cierto, en muchas generaciones y muchas veces inclusive en nuestros días en otros países eso ha pasado. Y yo simplemente contesté que si me vienen a perseguir y me quitan todo lo que tengo y me meten en la cárcel, nunca podrán tocar algo que sea de valor para mí, ¿verdad? Pueden quitarme mi automóvil, mi casa, pueden quitarme algunas cositas que tengo por ahí, pueden quedarse con todo eso. Pero no pueden quitarme el amor que tengo hacia mi esposa y el amor que ella tiene por mí. No pueden quitar el amor que yo tengo hacia mis hijos y el amor que ellos tienen por mí. No pueden quitarme el amor que tengo por el pueblo de Dios y el amor de la gente hacia mí. Nunca pueden tocar mis amistades. Nunca pueden tocar a Cristo en mi vida. Nunca pueden tocar nada en el Reino.
Y entonces, invierto mi vida aquí y entonces, mis causas se convierten en las causas de Dios. Y lo único que le importa al creyente deben ser esas cosas que edifican el Reino de Dios. Esta es la razón por la que no queremos desviarnos con cosas de nuestro día. Y las cosas de nuestro mundo. Estamos ocupados por estar comprometidos con el Reino y el Reino va a continuar y las puertas del Hades nunca van a prevalecer en contra de él. Las naciones van a venir y se van a ir, nuestro propio Jesús puede tardar. Pero eso nunca es importante para nosotros. Lo importante es el Reino, el Reino.
Eso no significa que no debemos orar por nuestros líderes. Debemos orar por ellos. La Biblia nos dice eso. Pero debemos orar porque nuestros líderes actúen y hablen y piensen de acuerdo con los principios de Dios. Somos el pueblo del Reino y para nosotros, el hecho de orar ‘venga Tu Reino’ es la parte más elemental de nuestras vidas. Debemos orar por las causas de Dios. ¿Cómo podemos llamarnos a nosotros mismos cristianos, cómo podemos decir que hemos afirmado el Señorío de Cristo, como podemos decir que hemos coronado a Él rey de nuestras vidas cuando no estamos preocupados con Sus causas sino con las nuestras?
Ahora recuerde, el Señor está presentando el patrón para orar. Él está mostrándonos que el estándar de religión en Su propio día entre los judíos no era el adecuado. Su ayuno no era lo que deberían haber tenido, estaban dando limosnas de manera equivocada, su teología no estaba bien. Él dijo eso en el capítulo 5. La relación de ellos con las cosas materiales no estaba bien. Él dirá eso en el resto del capítulo 6; y aquí, Él dice que están orando mal porque ‘ustedes oran para su propia gloria’.
Regrese al versículo 5. ‘Ustedes no oren como los hipócritas. A quienes les encanta estar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para que puedan ser vistos por los hombres. No oren de esa manera buscando su propia ganancia, sus propios fines, su propio orgullo egoísta.’ Venga Tu Reino. Son las causas de Él las que deben estar en su corazón. Entonces, tenemos una oración modelo.
Ahora, recuerde esto, toda parte de esta oración habla de Dios. “Padre nuestro que estás en los cielos,” ésta es la paternidad de Dios como nuestro Padre. “Santificado sea Tu nombre,” esta es la prioridad de Dios. “Venga Tu Reino,” este es el programa de Dios. “Hágase Tu voluntad,” este es el plan de Dios. “El pan nuestro de cada día dánoslo hoy,” esa es la provisión de Dios. “Perdónanos nuestras deudas como también nosotros perdonamos a los que nos deben,” ése es el perdón de Dios. “Y no nos metas en tentación mas líbranos del mal,” esa es la protección de Dios. “Porque Tuyo es el Reino, el poder y la gloria por los siglos,” esa es la preeminencia de Dios. “La oración entera se enfoca en Él y de esta manera, hemos usado el versículo una y otra vez, en donde Jesús dijo en Juan 14:13 “y todo lo que pidáis en Mi nombre lo haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” Es la gloria de Dios lo que es la medida de la oración. La paternidad de Dios, ya estudiamos eso, ¿no es cierto? Es Dios quien es nuestro Padre amoroso y nos acercamos a Él sin temor, sin ansiedad, sino con un denuedo, con una valentía dispuesta porque sabemos que Él nos ama.
Y después, discutimos la prioridad de Dios, santificado sea Tu nombre, y dijimos que eso significa que el nombre de Dios es todo lo que Él es. Y santificar Su nombre significa apartarlo, exaltarlo, glorificarlo, honrarlo. Y le dimos cuatro maneras en la que hacemos eso. Santificamos Su nombre cuando creemos que Él es, cuando creemos que Él es quien es, cuando estamos totalmente comprometidos con Su presencia y cuando obedecemos Su palabra. Y Él debe ser santificado, no en general en el universo sino en general en el universo y sobre todo, de manera más importante, a través de nosotros.
Ahora, llegamos al tercero: la paternidad de Dios, la prioridad de Dios y el programa de Dios. ¿Cuál es Su programa? Venga Tu Reino. Su programa es exaltar a Cristo. Su programa es que la consumación de la historia sea en el reinado y el gobierno de Jesucristo. El talmud, el cual es el comentario judío de Dios y la palabra de Dios y la ley de Dios dijo esto: “que la oración en la cual no hay mención del Reino de Dios no es oración en absoluto.” “La oración en la cual no hay mención del Reino de Dios no es oración en absoluto.” El Reino es el corazón del asunto. El Reino es aquello por lo que Dios ha planeado la historia, para que Él pueda gobernar, para que Él pueda reinar y para que Él sea supremo. Él es el primero en nuestras oraciones; antes de que usted entré corriendo a Su presencia con todas sus peticiones, deténgase lo suficiente para considerar las causas de Él, el Reino de Él y afirmar que usted está anhelando Él sea glorificado en sus propósitos y reitere que sus peticiones son sólo peticiones, siempre y cuando estén de acuerdo con el propósito de Él.
Ahora, ¿por qué es tan difícil hacer esto? Permítame mostrarle. De regreso en el versículo 9 dice ‘santificado sea Tu nombre’. Y hablamos de esto a gran detalle. Hay un orden lógico en estas peticiones que realmente nos ayudan a entender. Santificado sea Tu nombre. Decimos ‘oh, Señor, quiero que Tu nombre sea santo. Quiero que Tu nombre sea tanto en mi vida. Quiero adornar la doctrina de Dios,’ como Pablo le dijo a Tito. ‘Quiero vivir la santidad que Te manifiesta al mundo. Sé santificado en mí, que Tu nombre sea santificado en mí. Y decimos esto y sin embargo, en esto hay un problema.
¿Cuál es el problema? Tan pronto como deseamos vivir una vida santa, tan pronto como deseamos vivir para Él, enfrentamos el hecho de que chocamos con un reino que existe en este mundo, que la Biblia dice que es el reino de las tinieblas, ¿verdad? Y es el reino de las tinieblas y el reino de Satanás que resiste el esfuerzo de un creyente por vivir una vida santa. Por lo tanto, después de decir “santificado sea Tu nombre”, nosotros debemos decir “venga Tu Reino.” Porque si el reino de Satanás no es resistido, no habrá santificación de Su nombre, a menos de que, como Pablo dijo, somos trasladados desde el reino de las tinieblas al Reino de Su amado Hijo, no podemos santificar Su nombre, a menos de que eso suceda.
De tal manera que “venga Tu reino” es la única manera en la que Su nombre jamás será santificado. Hasta que Su reino sea establecido, hasta que Su gobierno sea afirmado, no tenemos capacidad para santificar Su nombre. Y usted también notará que la siguiente petición es “hágase Tu voluntad”. Su Reino nunca jamás puede venir hasta que se haga Su voluntad porque Su Reino y Su voluntad son una y son lo mismo.
Y entonces, hay una progresión hermosa. Su voluntad no puede cumplirse hasta que Él no sea reconocido como Rey, nadie se someterá a Su voluntad hasta que se sometan a Su Señorío y hasta que se sometan a Su voluntad, Él no puede ser Señor. Y hasta que Él no sea Señor, usted no tiene capacidad de santificar Su nombre porque Él debe activar esto. Y entonces, no será suficiente decir ‘santificado sea Tu nombre’ a menos de que digamos ‘venga Tu reino’. Y no podemos decir ‘venga Tu reino’ fuera de que digamos ‘hágase Tu voluntad’, porque Su Reino es el derecho de gobernar, lo cual le da el privilegio de expresar Su voluntad a la cual nos sometemos. Y entonces, todo fluye junto.
Ahora, veamos la frase ‘venga Tu reino.’ Es tan emocionante para mí, simplemente espero que usted esté tan emocionado acerca de esto como yo ya para cuando terminemos. Simplemente, estoy emocionado por lo que el Señor está comenzando a abrir en mi propio corazón al ver esto. Tres palabras: “venga Tu reino.” La palabra Tu, un pronombre simple, Su. La palabra reino, basileia - quiero tomar un minuto para hablar de esto, basileia. La palabra es traducida reino, pero significa gobernar o reinar. Simplemente me encantaría, personalmente que en donde quiera que aparece la palabra la hubieran traducido reinado. Reinado. Porque creo que esto nos dice algo que reino no lo expresa. Pensamos en reino e inmediatamente, ¿en quién piensa usted? Enrique VIII, castillos, fuertes, caballeros. O quizás, usted piensa en el reino mágico de Disneylandia. No sé en qué piensa usted, castillos, la bella durmiente, ¿quién sabe? Reino. Cuando pensamos en un reino, pensamos en todas las ramificaciones de eso. Pensamos en la tierra y en personas que están montando caballos y pompa y ceremonia y damas y caballeros y castillos y muros y leyes y todo eso. Y no podemos pensar en un reino en otro término, porque esa es la perspectiva del mundo. Esa es la razón por la que Pilato le preguntó a Jesús si era un rey. Y la implicación era qué tipo de rey Él era. Digo, ¿quién Te vio como rey? ¿Qué tipo de rey eres? A lo cual Jesús respondió “Mi Reino no es de este mundo.”
Me gustaría que hubieran tomado la palabra basileia y la hubieran traducido reinado. Venga tu reinado. Porque entenderíamos esto. Esto significa que Cristo gobierna. Él no tiene que tener muros y castillos y caballeros y damas y coronas y todo eso. Es el gobierno de Cristo, es el reinado de Cristo, es la soberanía de Cristo por lo que debemos orar. Y después, el verbo elthetō, la cual es una forma aorista activa imperativa de erchomai, lo cual significa venir, significa que venga de manera inmediata y repentina. Que venga y que venga ahora y que venga de manera repentina. Que venga de hecho, y que venga completamente.
Entonces, estas tres palabras nos presentan tres preguntas que me gustaría tratar de responder y digo tratar, porque no lo puedo hacer en su totalidad. Pero voy a tratar de darle algo en que pensar. Y creo que es emocionante. Tres preguntas, pregunta número uno: ¿de quién es el Reino? Esta es la palabra tu. Vamos a tomar cada palabra y vamos a hacerle una pregunta. ¿De quién es el Reino? Es Tu reino. ¿Quién es Tu? Regrese al antecedente en el versículo 9: “Padre nuestro que estás en los cielos santificado sea Tu nombre. Venga Tu Reino.” ¿De quién es este reino? Es el Reino de Dios; no es un reino humano, es el Reino de Dios. No estamos involucrados en un Reino humano; esa no es nuestra prioridad. Nosotros no somos de este mundo. Hemos sido trasladados de este mundo. Nuestra ciudadanía no está aquí. Somos extranjeros y peregrinos. Nuestra ciudadanía está allá. Esperamos una ciudad cuyo arquitecto y diseñador es Dios.
Me sorprende cómo la gente quiere preocuparse por cómo poder preservar a la Iglesia a través de las entidades políticas en la sociedad. No puede hacerse; no lo puede hacer. No hay institución humana que pueda funcionar con el Reino. Ninguna. Y esa es la razón por la que cuando los cristianos se meten en la política se encuentran en todo tipo de situaciones extrañas, porque usted no puede extender el Reino a través de la política de ninguna sociedad.
Una de las tragedias en Estados Unidos es que en los primeros años de Estados Unidos, cuando Estados Unidos era cristiano en un sentido mayor de lo que es en la actualidad por mucho, y los líderes del país eran cristianos, la Iglesia cedió al gobierno ciertos derechos. Dejaron que el gobierno cuidara de las viudas y cuidara de los huérfanos y un sistema de beneficencia social y se lo dejaron en manos del gobierno porque todos eran cristianos.
Ahora, despertamos y descubrimos más tarde que el gobierno se ha apoderado de estas responsabilidades sociales que le pertenecen a la Iglesia y no sabemos cómo volverlas a recuperar. Y no nos gusta lo que el gobierno está haciendo con ellas. Y si alguien hubiera pensado en esto hace mucho tiempo atrás, que usted no puede implementar el Reino a través del gobierno, quizás no nos habríamos metido en esto.
Esto es único. No estamos hablando de un reino hecho por los hombres, ellos vienen y se van. Egipto vino y se fue, Siria vino y se fue, Asiria vino y se fue, Babilonia vino y se fue, Medo Persia vino y se fue, Roma vino y se fue y regresará. Grecia: Alejandro el grande conquistó todo desde Europa hasta India y el norte de Europa hasta Egipto y se fue. Y nada quedó nada de ese gran Imperio. Los historiadores nos dicen que ha habido por lo menos veintiún grandes civilizaciones todas las cuales ahora están extintas.
Daniel lo dijo. Él lo dijo en referencia Babilonia, pero podría ser dicho en referencia a todas las naciones del mundo. Dios ha contado el reino y lo terminó. “Tú has sido pesado en las balanzas y ha sido hallado deficiente. Tu reino es dividido.” Y esa noche, los medos y los persas entraron por las puertas y aplastaron al imperio babilónico. Todo reino sigue el camino de toda carne; el poder descendiente del pecado, es esa putrefacción, esa destrucción que es inevitable. Y sucederá en Estados Unidos, es inevitable. Es la ley inexorable de Dios.
Pero no estamos hablando de eso. Nunca equipararemos a la Iglesia con Estados Unidos,
nunca equipararemos al Reino de Dios con Estados Unidos. El Reino de Dios es el Reino de Dios y es más grande que una nación. Es diferente que una nación y entonces, nuestra causa es la causa de Dios. Amo este país porque es mi propio hogar y porque Dios nos ha dado grandes libertades aquí. Y estoy agradecido con Él por ello. Y es porque hay gente aquí que amo y gente que anhelo que conozcan al Cristo.
Pero Su Reino es mi causa; y este país sólo va a existir y sólo va a ser tolerado en el corazón de Él y en mi corazón siempre y cuando esté en línea con la causa del Reino de Él. Y cuando deja de hacer eso, no tiene derecho de ser perpetuado. El Reino de Él es lo que importa, no mi reino, sino el de Él. Y puedo enfatizar eso, como dije antes, usted tiene que aprender en algún punto de su vida de oración y en algún punto de su compromiso con Dios que no es la causa de usted lo que importa. Como puede ver, es lo que nuestro Señor quiso decir cuando Él dijo “buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia y Él se va encargar de añadir todas estas cosas que involucran a ti. Tu ropa y tu casa y tu alimento y todas estas cosas. Él se va a encargar de eso si usted busca el Reino. Y entonces, ¿cómo deben ser nuestras oraciones? Señor, oro porque Tú hagas todo lo que extienda Tu Reino, lo que traiga Tu gobierno y Tu reinado. ¿De quién es el Reino? De Él. De Él.
Segunda pregunta: ¿qué es el Reino? Y esa es una pregunta importante: ¿qué es? ¿De qué estamos hablando cuando decimos que estamos hablando del Reino de Cristo, el Reinado de Cristo? Bueno, no podemos cubrir todo. Le sugeriría que si quiere leer un buen libro acerca de esto, que lea el libro de Alva McCain acerca de La Grandeza del Reino. Es un libro maravilloso, profundo, que toca este tema. Pero permítame tan sólo tocarlo de manera superficial, ¿muy bien? Y esto es emocionante. ¿Qué es el Reino? Cuando decimos ‘venga Tu reino’, ¿qué estamos diciendo?
Bueno, en primer lugar, el Reino es una frase, el Reino de Dios, el Reino de los cielos es una frase que se utiliza más que ninguna otra por Jesús. Una frase muy común, de hecho, Él habla acerca de predicar las buenas nuevas del Reino. De hecho, cuando Él vino, Él dijo “arrepentíos porque el Reino se ha acercado”. Jesús dijo, yo creo que esto es muy importante, Él dijo esto en Lucas 4:43: “Debo predicar el Reino de Dios porque para esto he sido enviado.” En otras palabras, sea lo que sea este Reino, es el corazón del mensaje de Él. ¿Por qué? Porque es el corazón del plan, es el corazón de la historia, es el corazón de todo. El reinado y el gobierno de Cristo es el ápice de la historia humana. Nada más importa fuera de esto.
Y esas cosas que importan, importan porque se alinean con esto. Jesús pasó todos los años de Su vida con Sus discípulos, por breves que fueron, enseñándoles el Reino, el Reino, el Reino, el Reino. Y después, Él murió y resucitó. Y Él estuvo 40 días más. Y en Hechos, capítulo 1, versículos 2 y 3, dice les apareció a Sus discípulos y les dio mandatos que tenían que ver con el Reino de Dios. A Él sólo le quedaron 40 días, pero fue el mensaje del Reino nuevamente; y Él simplemente siguió hablando acerca del Reino, acerca de Su gobierno y Su reinado.
Ahora, Jesús habló del Reino de tres maneras: pasado, presente y futuro. Él habló del Reino como algo pasado porque involucraba a Abraham a Isaac y a Jacob en Mateo 8:11. Ya estaba ahí. Él habló del reino presente porque en Lucas 17:21 Él dijo “el Reino de Dios está en medio de vosotros. Está aquí,” Él dijo. Y Él habló del futuro porque Él dijo “oren: venga Tu reino.” Ahora, ¿cómo puede el Reino a ver estado en el pasado, estar aquí en el presente y sin embargo, necesite venir en el futuro? ¿Qué es este reino? ¿Este reino que está en todo tiempo, este reino que es pasado, presente y futuro, todo al mismo tiempo, este reino que ya fue, ya es y necesita ser?
Bueno, los judíos tenían una idea. Ellos pensaban que el Reino era político. Ellos pensaban que el Reino iba a establecerse cuando Jesús viniera y derrocara a los hermanos. Pero no fue así. ¿Qué es este reino? Bueno, en primer lugar mantenga esto en mente: Juan 18:36, Jesús dijo “Mi Reino no es de este mundo”. Mantenga esto en mente. Entonces, lo que sea, no va a ser lo que usted está acostumbrado a ver. Entonces, cuando Pilato dijo ‘¿eres rey?’ Lo que Pilato estaba diciendo ahí muestra mucha confusión. ¿Cómo puedes decir que eres rey? Y lo clavaron a Su cruz, Jesús, Rey de los judíos, de manera cínica, burlona. ¿Qué tipo de rey es este? ¿Es este un rey? Y Jesús dijo ‘como puedes ver, no entiendes porque Mi Reino no es de este mundo.’ Entonces, si estás buscando el tipo de reino que ves a Tu alrededor, no vas a verlo en Jesucristo. Es así. Bueno, ¿qué tipo de Reino es? Permítame hacer una distinción que le va a ayudar a hacer esto. En primer lugar, hay dos elementos del reino, está lo universal y lo terrenal. Uno cubre el universo entero. Uno está relacionado con la tierra.
Ahora, permítame tan sólo hablar del reino universal. En un sentido, Dios es el Rey del universo entero, ¿verdad? No hay duda acerca de eso. Digo, Él lo hizo, Él lo va a llevar a su consumación. Él es el Rey universal. James Orr dice: “por lo tanto se reconoce en las Escrituras un Reino universal, natural o un dominio de Dios que incluye todos los objetos, personas y acontecimientos, todo lo que hace un individuo y naciones, todas las operaciones y cambios de la naturaleza en la historia, absolutamente sin excepción.” Fin de la cita. En otras palabras, Dios domina. Y la Biblia habla de esto. Salmo 145:13 dice “Tu Reino es un reino eterno.” Salmo 103:19 “Jehová domina sobre todos.” Primera de Crónicas 29: “Tú reinas sobre todos.” Jeremías 10: “Tú eres un Rey eterno”. Salmo 29:10: “Jehová se sienta como rey por siempre”. Primera de Crónicas 29:11 y 12 resume el Reino universal de Dios en palabras que nos dejan sin aliento. “Tuya, oh Jehová, es la grandeza y el poder y la gloria y la majestad porque todo lo que hay en los cielos y la tierra es Tuyo. Tuyo es el Reino, oh Jehová, y Tú eres exaltado por encima de todos. Y Tú reinas sobre todos.” ¡Qué grandes palabras! Él es el Rey universal y el reina este gobierno a través de Su Hijo mediante el cual el hizo el mundo, la creación; y de quien se dice en Colosenses 1 “Él es antes de todas las cosas y por Él todas las cosas subsisten”. Y de quien dice Pablo a Timoteo “Él es el rey eterno, único sabio.” Dios es el rey universal y Él lo media a través de Su Hijo, quien gobierna y le ha dado el derecho de juzgar y gobernar.
Ahora escuche, ése es el reino universal. Observe el versículo 10 por un momento. ¿Ve lo que dice ahí? Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad en la tierra como también en el cielo. Ese es un paralelismo hebreo y creo que podríamos tomar la segunda parte y añadirla a la primera parte y entender lo que está diciendo. Tu Reino venga en la tierra como en el cielo. Tu reino venga en la tierra como en el cielo. Inclusive, podríamos decir santificado sea Tu nombre en la tierra como es santificado en el cielo, ¿verdad? ¿Acaso el nombre de Dios es santificado en el cielo? Sí. ¿Acaso la voluntad de Dios es hecha en el cielo? Sí. ¿Acaso Su Reinado y gobierno está establecido en el cielo? Sí. Entonces, ¿qué está pidiendo aquí? ¿Que sea establecido en dónde? En la tierra. Ésta es la esencia. El punto es éste amados: el reino universal en el cielo está establecido; la oración es que venga a esta tierra. A esta pequeña milésima de polvo de arena en un universo infinito que se revela en contra del Dios Santo, que sea traída en armonía, como puede ver, con el resto. El reino universal es total y es ininterrumpido y eterno; y simplemente, debemos reconocer eso.
Pero lo que aquí está orando es: “Oh, Dios, Detén la rebelión. Dale un giro y que es Tú estés reinando aquí como Tú estás reinando allá.” Es un gran concepto. Aunque Su nombre es santificado en el cielo, no siempre es santificado en la tierra. Aunque Su voluntad es hecha en el cielo, no es siempre hecha en la tierra. Y aunque Su Reino ha venido al cielo, no ha venido en todos los casos sobre la tierra, porque hay rebelión. El propósito, entonces, de la oración es traer Su Reino a la tierra para que Él pueda terminar con el pecado y terminar con la rebelión y que Él pueda terminar con la maldad y para que el nombre de Dios sea santificado, el reino de Dios, la voluntad de Dios. ¿Y sabe una cosa? Es algo maravilloso pensar en esto. Eso va a pasar, por cierto; y cuando suceda así, ya no habrá más distinción entre Su Reino universal y Su Reino terrenal. Se mezclan en Su Reino eterno. Se mezclan en Su Reino eterno.
Entonces, el Reino es el reinado de Cristo sobre la tierra, por eso estamos orando. No estamos orando venga Tu Reino universalmente. Él reina para siempre ahí. Estamos orando en la tierra como en el cielo. Por eso estamos orando. Señor, la tierra es nuestra preocupación. Trae la plenitud de Tu reinado aquí. Permítame hacerle una pregunta: ¿acaso el mundo necesita el gobierno, el reinado de Jesucristo? ¡Amén! Permítame hacerle otra: ¿va a venir un día cuando Él va a gobernar este mundo? Está por venir y Él lo va a gobernar con vara de hierro. Viene un día en el futuro cuando Él gobernará; y cuando Él gobernará, cuando Él reinará y cuando nuestras oraciones, en últimas y finalmente serán respondidas de manera total. Yo creo que en ese reino milenario de 1000 años, del cual habla Apocalipsis, y yo creo que cuando entremos en el estado eterno, en donde el Reino eterno y el Reino universal eterno se mezclen en uno para siempre, uno que ocupará con Su presencia bendita el Reino, ¿de quién será? El Suyo. ¿Qué es el Reino? El Reino que tiene en mente aquí es Su reino, Su gobierno, Su reinado sobre la tierra.
Tercera pregunta; y aquí está el corazón del asunto, ¿cómo viene? Dice en este versículo: Tu Reino, ¿qué? Venga. Y que venga ahora. Esa sería la manera de traducirlo. ¿Cómo hacemos que venga? ¿Cómo lo hacemos? ¿Cómo traemos el Reino? ¿Cómo buscamos esto? ¿Cómo será respondida esta oración? Ya hemos hecho referencia a esto, pero permítame darle tres maneras, creo que esto lo resume. Tres maneras.
Número uno: conversión. ¿Cómo puede usted traer el reinado de Cristo a esta tierra? En primer lugar, mediante conversión. Creo que esta es una oración misionera, creo que esta es una oración por evangelismo. Le voy a decir una cosa: Cristo reina en mi vida, ¿reina en la suya? En ese sentido, Él ha traído Su reinado a esta tierra, ¿verdad? Usted lo ve en Lucas 17, Él dice: “no busquen al Reino aquí allá.” La gente dice dónde está el reino, dónde está el reino, ¿dónde está la política del Reino?” Él dice no busquen aquí y allá. El Reino de Dios está en el medio de vosotros. ¿Dónde? Aquí, Él estaba de pie y ni siquiera lo reconocieron. Él es Su Reino. Usted nunca lo separará de Su Reino. Esta es la razón por la que la piedra que destruye la imagen se convierte en el reino que llena a la tierra. Cristo en mi vida, reinando y gobernando mi vida, trae Su reinado a esta tierra y Él media Su Reino a través del creyente. Es un gran concepto.
Esta es la razón por la que la Biblia dice que somos reyes y sacerdotes. Dios literalmente media Su reino a través del creyente; Él reina en mi vida y en la de usted. Y decir entonces “venga Tu reino” es orar porque Él pueda establecer Su residencia reinante en los corazones y vidas de aquellos que todavía están en rebelión. Es una oración por salvación. Cuando usted recibe a Jesucristo, esencialmente usted hizo lo que el escritor del himno dijo: “Rey de mi vida, Te corona a Ti ahora, Tuya sea la gloria.” Eso es lo que usted dijo. Yo creo que el coro de Navidad lo dijo bien: “gozo al mundo, el Señor ha venido.” Pensamos en Belén, ¿verdad? ¿No es eso lo que el escritor del himno tenía en mente cuando dijo “reciba la tierra su Rey”? ¿Cómo? Que todo corazón le prepare lugar y el cielo y la naturaleza cante.” Él es Rey en un corazón. Ese es Su Reino. Ese es su reinado. Ese es Su lugar de gobierno. El establece residencia. Usted es el único castillo que este Rey tiene. Usted es Su único palacio. Y entonces, es una oración por conversión, para que Él pueda reinar en los corazones de los hombres.
Escuchen, amados, la razón por la que evangelizarnos, la razón por la que le hablamos a las personas acerca de Cristo no es tanto por causa de ellos sino por causa de Él, porque está mal que alguien no le permita reinar, porque Él es digno. Y entonces, Pablo dijo en Romanos 1 que salimos y predicamos obediencia a las fe entre las naciones por causa del Nombre de Él.” Tercera de Juan 7: “salimos predicando por causa de Su nombre,” dice. La razón por la que alguien debe convertirse en cristiano es para glorificar y exaltar Su nombre y Su reino.
Entonces, el Reino de Dios comienza con una invitación. Si Cristo va a reinar en la tierra, comienza con una invitación. Jesús dijo: “el Reino del cielo es así,” en Mateo 22. Es como un hombre que tiene un gran banquete, envía invitaciones a los invitados para que vengan y pueden tomar la invitación a que vengan o rechazarla.” Jesús dijo: “vayan a las carreteras y finalmente, oblíguenlos a entrar,” Él dijo. En otras palabras, aquí hay una invitación, Mi Reino está aquí y quiero que vengan. Y entonces, orar venga Tu reino es orar una oración evangelística, una oración misionera, invitando a la gente al Evangelio de Su reino.
En segundo lugar, en el aspecto de conversión, el Reino de Dios comienza con una invitación e incluye arrepentimiento. Jesús dijo: “arrepentíos porque el Reino se ha acercado.” “Arrepentíos.” En Marcos 1:14 y 15 dice, creo que también lo resume, que Jesús vino a Galilea, predicando el Evangelio del Reino, ¿y qué fue? “El Reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el Evangelio.” El Reino viene cuando usted se arrepiente; el Reino viene cuando usted cree. Entonces, es una invitación que demanda arrepentimiento.
En tercer lugar, demanda un acto de la voluntad. Demanda un acto de la voluntad. Jesús le dijo a un escriba en una ocasión “no estás lejos del Reino.” ¿Qué quiso decir? Él quiso decir tienes el conocimiento en la cabeza, nada más que no has tomado la decisión aún. Si quieres entrar en el reino, no sólo debes tener el conocimiento en la cabeza, sino que debes de tomar la decisión. Debes escogerlo. “Nadie,” dijo Jesús, “quien coloca su mano en el arado,” esto es si quiere ser un seguidor, “quien comienza a seguir y después mira hacia atrás, es apto para Mi Reino.” En otras palabras, usted puede saber de Él y puede hacer cierto esfuerzo hacia Él, pero hasta que usted hace este compromiso final completo a una determinación, usted no entra en el reino. El gobierno de Cristo no es establecido en su corazón. Entonces, recuerde esto: el Reino es extendido como una invitación. Es una indicación que demanda arrepentimiento del pecado. Demanda una aceptación mediante un acto de la voluntad del señorío de Jesucristo.
Y quiero añadir finalmente en este pequeño pensamiento que el Reino es interno. “Mi reino no es de este mundo.” Es un Reino interno, está en el corazón y en la vida. Un Reino interno así, ofrecido mediante una invitación que demanda arrepentimiento y una decisión: volverse del pecado, volverse hacia Dios es ofrecido a todo hombre. ¿Cómo debemos responder? ¿Cómo debe usted responder?
Bueno, Jesús dijo esto, número uno: “buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia.” Usted debe estar buscándolo, ¿no es cierto? Si hay un reino, usted debería buscarlo. Si hay un reinado y un gobierno de Cristo, usted debería correr hacia él. Debería buscarlo con todo su corazón. ¿Sabe una cosa? En Lucas 16:16 dice, y este es un versículo sorprendente, “la ley y los profetas fueron proclamados hasta Juan.” Juan el Bautista. “Desde entonces,” escuche esto, “el Evangelio del Reino de Dios es predicado y todos están haciendo el esfuerzo por entrar ahí.”
Hay muchas maneras de interpretar esto, pero me gusta la que toma el verbo biazetai el cual significa realmente entrar de manera violenta. Hay personas cuyos corazones están bien y ven el Reino, se apuran por entrar corriendo ahí. Ellos literalmente se apoderan de él cómo cosas violentas. Cuando ven el valor del Reino de Dios, están corriendo por agarrarlo. ¿Es ésta su actitud? Debemos orar ‘venga Tu reino’ en el sentido de que los hombres sean convertidos, para que estén corriendo por aferrarse al reinado de Cristo en su vida.
En segundo lugar, debemos valorarlo. ¿Sabe una cosa?, en Mateo 13, Jesús dice: “el Reino es como un tesoro,” en el versículo 44. Después, en el versículo 45, Él dice: “es como una perla de gran precio.” Es invaluable, es inestimable en su valor. Y nosotros, debido a que vale tanto, debemos correr por aferrarnos a Él. Debemos recibir el Reino; por fe, nos aferramos de él. De labios para afuera, las palabras no sirven de nada. Muchos dirán ‘Señor, Señor’ y no entrarán en el Reino. El dinero no va a servir. Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja a que un hombre compre su camino al Reino. La justicia personal no va a servir de nada porque a menos de que vuestra justicia exceda la de los escribas y fariseos, nunca entrará en el Reino. ¿Cómo? ¿Qué es lo que lo hace? Fe. Recibir la invitación, arrepentirse de su pecado mediante un acto de voluntad, afirmar el Señorío de Cristo, ver el milagro interno llevándose a cabo. Y usted tendrá que buscarlo con todo su corazón porque usted lo valora. Entonces, el Reino viene mediante conversión.
En segundo lugar, creo que el Reino viene mediante compromiso. Usted dice: “yo ya soy cristiano, John.” Cuando oro Señor, que Tu programa y Tu reinado y Tu gobierno entre en el mundo, yo estoy orando porque los corazones de la gente sean abiertos a Tu Reinado. A Tu gobierno. Debemos decir ‘oh, que Tu reino venga a los corazones de hombres rebeldes que no se están glorificando. Pero qué si ya somos cristianos, ¿cómo se aplica a nosotros? ¿Qué le puedo decir al Señor? Señor, Tu gobierno venga a mi vida ¿si ya está ahí?
Simplemente esto, escuche: Él es Señor y Él está gobernando; pero creo que en la vida del cristiano hay un tiempo diario para que nosotros afirmemos que doblamos la rodilla a ese gobierno, ¿verdad? Eso es compromiso, cuando digo diariamente “Tú eres el Señor.” Y llego a estas encrucijadas de mi vida en donde escojo mi voluntad o la de Él. Y lo que yo quiera hacer o lo que Él quiere que yo haga. E inevitablemente, me veo jalado en ambos extremos. Y cuando afirmo que ‘me comprometo con Tus causas y Tu reino, yo voy a hacer lo que Tú quieras.’ En el corazón del creyente, debemos someternos y comprometernos constantemente a la sumisión a Su Señorío. Yo lo llamo responder a la realeza que reside en nosotros.
Creo que esto es lo que Pablo quiso decir en Romanos 14:17, él le está escribiendo cristianos. ¿Y sabe lo que dijo? “El Reino de Dios, no es comida y bebida,” el Reino de Dios no está afuera, el Reino de Dios no es externo, escuche esto. Él dijo: “el Reino de Dios de justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo.” Y entonces, si el Reino va a venir a mi vida, yo puedo orar como cristiano: “oh, Señor, hazme más justo, más como Cristo; oh Señor, lléname más con Tu paz bendita; oh Señor, que conozca la plenitud del gozo del Espíritu Santo.” Y conforme me entrego a las virtudes que el Espíritu quiere producir en mi vida, yo estoy pidiendo que la totalidad del Reinado de Cristo se manifieste en mí.
Hay una tercera manera en la que el Reino viene. Y me sorprende, sabe, que algunas personas han tomado estas primeras dos y han dicho “ahí está todo lo que hay; allí está el final.” No puedo aceptar eso. Hay una tercera manera. El reino viene en conversión, compromiso y finalmente, simplemente la llamaremos consumación. Yo creo que un día, los cielos se van a abrir y Jesucristo va a descender y va a colocar Sus pies sobre el monte de los olivos y en este mundo, Él establecerá Su Reino. Yo creo que Apocalipsis nos dice que habrá un Reino milenial, de mil años, en el cual Él va a corregir las cosas y va a gobernar con vara de hierro y el mundo finalmente oirá la respuesta a la oración, “que el reino universal se convierte en el reino terrenal.” Y durante 1000 años, Él reinará con vara de hierro en justicia, verdad y paz. Y al final de ese entonces, ese Reino va a entrar al Reino universal y nunca más habrá una distinción.
Pero yo creo que este mundo verá un Reinado real de Jesucristo aquí cuando la maldición sea revertida y sea como Dios quiso que fuera antes de la caída. Va a regresar. Alguien ha escrito: “venga Tu Reino, oh Dios. Tu reinado, oh Cristo, comienza. Rompe con Tu vara de hierro las tiranías del pecado.” Fin de la cita.
Viene un día cuando Él hará eso. Israel oró por ello, la Iglesia ora por ellos. Los discípulos preguntaron ‘¿Restaurarás a Israel el reino en este tiempo?’ Y Él dijo ‘no os toca a vosotros conocer los tiempos ni las razones, ni las temporadas, simplemente manténganse ocupados hasta que llegue.”
Y yo creo que Jesús viene a reinar, a establecer Su Reino. Y yo creo que el escritor del himno que dijo “Jesús reinará en donde quiera que el sol está, Su Reino se va a esparcir de costa a costa hasta que la luna ya no vuelva a salir. Yo creo que Él gobernará. Yo creo que es el destino de esta tierra que Jesús gobierne sobre la tierra en el trono de David, la ciudad de Jerusalén, desde el trono de Él. Y corrija las maldiciones que han sido traídas sobre esta tierra.
Y como Pedro, yo veo y espero ese día de manera expectante cuando Él venga. Y yo oigo a Juan, ¿lo oye usted? Diciendo una y otra vez Jesús viene en el libro de Apocalipsis, “Jesús viene, Jesús viene.” Y finalmente, usted llega al final y él dice “Amén, ven Señor Jesús.” Esa es parte de nuestra oración también, ¿no es cierto? Estamos orando no sólo porque Su Reinado venga en los corazones y vidas de la gente que no lo conoce, estamos orando porque Su Reinado venga en nuestros corazones en la plenitud de la que Él es digno, pero también estamos orando porque algún día Él venga y rompa la tiranía del pecado, y corrija este mundo maldecido, malo, horrendo. Debe ser así porque eso es lo que la Biblia promete.
Y yo creo que por lo que estamos orando por un milagro instantáneo de salvación en los corazones de la gente, ‘ven a sus corazones y ven ahora,’ y yo creo que estamos pidiendo un compromiso inmediato momentáneo, Señor, Tú eres Señor, Te quiero obedecer ahora. Aquí y ahora. Y lo afirmo. Y Señor, algún día cuando Tú vengas a establecer Tu reino, que sea repentino, inmediato, instantáneo, cuando Te sientes en Tu trono. Ese día glorioso está por venir, amados. Y mientras tanto, el Reino está en medio de vosotros, y Él reina y gobierna en los corazones de Su pueblo. Oremos.
Gracias, Padre, por darnos el privilegio más allá de palabras, más allá de nuestros pensamientos, de ser parte de Tu Reino. Oh Señor, más allá de nosotros el concebir de una gracia así, el hacernos parte del plan y después, hacernos mensajeros del Rey a este mundo despedazado por el pecado. Padre, Te reconocemos como Rey, como manifiesto del Hijo eterno, Jesucristo, para cuya gloria vivimos, para cuya gloria oramos. Amén.
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