¿Sería tan amable de abrir conmigo su Biblia al capítulo sexto de Mateo? Mateo, capítulo 6. Estoy teniendo un tiempo maravilloso en mi propia vida estudiando las Bienaventuranzas, o más bien la oración del Señor como fue con las Bienaventuranzas. Creo que usted recordará cuando cubrimos las Bienaventuranzas, con qué profundidad nos involucramos en ese entonces. Estoy contento por informarle que el viernes pasado esa serie de las Bienaventuranzas se volvió un libro titulado La Vida en el Reino Aquí y Ahora. Y lo tendremos aquí en dos semanas. Y podrá tener un libro de todos nuestros estudios de las Bienaventuranzas en forma de libro.
Pero tengo el mismo tipo de gozo conforme estudio la oración del Señor o como la hemos llamado, la oración de los discípulos. Simplemente, escarbando tan profundo como podemos en ese tesoro que Cristo nos ha dado al enseñarnos cómo orar.
Y de nuevo, quiero leerles todos los versículos de esta oración majestuosa en su profundidad y simplicidad, para que tengamos un marco de referencia conforme vemos en particular el versículo 12. “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre. Venga Tu Reino. Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque Tuyo es el Reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.”
Enfocándonos en este día del Señor y el próximo, con toda seguridad y quizás, más allá de eso, en el versículo 12. Y perdónanos nuestras deudas como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y después, un comentario al margen en el versículo 12 y en el 14: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.”
Esos tres versículos, la afirmación en la oración y después, en ese comentario al margen tan, tan importante y en ese comentario tan mal entendido que nuestro Señor da en los versículos 14 y 15, serán los temas de nuestro estudio en los días venideros. El enfoque y la concentración del versículo 12 es el tema del pecado y su perdón. Y esa es una petición que toda alma necesita enfrentar como parte de su vida de oración.
Con toda certeza, si usted piensa en esto, estará de acuerdo conmigo en que lo más esencial y lo más bendito y lo más difícil que Dios jamás proveyó para el hombre fue el perdón de pecado. Es lo más esencial porque nos mantiene lejos del infierno eterno. Y nos da gozo, inclusive en esta vida. Es lo más bendito porque nos introduce a una comunión con Dios que sigue para siempre. Y es lo más difícil porque le costó al Hijo de Dios Su vida en una cruz.
Pero lo más esencial, lo más bendito y lo más difícil es el perdón de pecado. Es la necesidad más grande del corazón humano. El pecado tiene un efecto doble generalmente; y eso es que condena a los hombres para siempre. Ese es su efecto a futuro. Su efecto presente es que les roba a los hombres de la plenitud de vida al traer a su conciencia una culpabilidad que no es aliviada. Y entonces, conforme enfrentamos el problema del pecado, enfrentamos el hecho de que el pecado trae consecuencias inmediatas, culpabilidad y la pérdida de significado, paz y gozo y vida y la consecuencia futura que el pecado trae condenación eterna.
El pecado, entonces, es sin duda alguna, la necesidad más grande o el problema más grande para el cual aquí hay una necesidad de solución en la vida del hombre. Simplemente pensando en la vida humana, en donde el pecado no es perdonado, tenemos que enfrentar el hecho de lo que nuestra culpabilidad y condenación hacen a nuestra conciencia. Shakespeare, quien nunca dijo ser un teólogo, ciertamente conocía algo de la indicación de la Biblia y del hecho de la vida humana de que la gente puede enfermarse en sus mentes y en sus cuerpos por el pecado no confesado y no perdonado.
Recuerdo, siendo niño, viendo Macbeth y aprendiendo de la lucha y la angustia y la ansiedad en el corazón de lady Macbeth por el homicidio de Duncan. Y ella enfrentó todo tipo de desórdenes psicosomáticos como resultado de este homicidio no confesado. Y Macbeth llamó a un médico y le dijo estas palabras -o más bien el médico le dijo a Macbeth estas palabras: “no tan enferma, señor mío, como más bien que ella está turbada por problemas que la mantienen alejada de su descanso.”
En otras palabras, el médico le dijo a Macbeth que el problema de ella estaba en su mente. Y Macbeth entonces le preguntó al doctor con estas palabras, una afirmación clásica: “¿acaso usted no puede ministrar a una mente enferma? ¿Quitar de la memoria una tristeza arraigada, levantar los problemas escritos del cerebro y con algún antídoto suave y dulce limpiar el seno de ese peligro que carga al corazón?” Y ningún médico puede hacer eso.
William Sadler dijo, y cito: “una conciencia limpia es un gran paso para proteger la mente en contra de ser neurótico.” Fin de la cita. John R. W. Stott en su libro Confiese sus pecados cita al jefe de un gran hospital británico diciendo, y cito: “yo podría deshacerme de la mitad de mis pacientes el día de mañana si estuvieran seguros del perdón.” Fin de la cita.
El perdón es la necesidad más profunda del hombre ahora y en el futuro para la salud y para el cielo. De esta manera, la primera petición relacionada con el alma del hombre aquí, está en esta oración.
Las primeras tres peticiones: “santificado sea Tu nombre, venga Tu Reino, hágase Tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra,” se relacionan con Dios. Las últimas tres peticiones se relacionan con los hombres. “El pan nuestro de cada día dánoslo hoy, perdónanos nuestras deudas como también nosotros perdonamos a nuestros deudores y no nos metas en tentación, más líbranos del mal.”
Pero la primera de las últimas tres es para sustento físico. El pan nuestro de cada día dánoslo hoy. Y mientras que sólo hay una petición para la vida física, hay dos para lo espiritual, porque es mucho más importante. Pero lo físico, en primer lugar es necesario. No podemos vivir nuestros principios espirituales a menos de que estemos vivos físicamente.
Entonces, primero, nuestras necesidades físicas son satisfechas en el versículo 11 y después, llegamos a lo espiritual. La primera petición y la más básica por parte del hombre interno es por el perdón de pecados. Esta es la necesidad espiritual más profunda del hombre. Ahí es donde el hombre y Dios, en primer lugar, deben encontrarse. Porque antes de que Dios nos pueda guiar y no llevarnos a la tentación, antes de que Dios nos pueda librar de cualquier cosa, debemos estar en una relación con Él la cual es posible sólo cuando nuestros pecados han sido enfrentados. Porque Dios es un Dios santo, de ojos más puros como para ver el mal y no puede ver la iniquidad. “Santo, Santo, Santo es Jehová Dios” dijo Isaías y no hay manera en la que un Dios absolutamente Santo pueda entretener en Su presencia una relación con hombres impíos, pecaminosos.
Si vamos a tener cualquier relación con Dios, si se va a ganar a algún tipo de cosa espiritual, comienza con una petición de perdón. Y usted notará que en el versículo 12, “perdónanos” se menciona dos veces. En el versículo 14, perdonar se menciona dos veces. Y en el versículo 15, perdonar es mencionado nuevamente dos veces. Seis veces, vemos el enfoque y el tema perdón de los pecados.
Ahora, recuerde como hemos aprendido, que esta oración básicamente se enfoca en Dios. Es una oración que tiene la intención de glorificar a Dios. Comienza con la paternidad de Dios. Padre nuestro que estás en los cielos. Y después, la prioridad de Dios, santificado sea Tu Nombre. Y después, el programa de Dios, venga Tu reino. Y después, el propósito de Dios, hágase Tu voluntad. Y después, la provisión de Dios, el pan nuestro de cada día dánoslo hoy. Y ahora, el perdón de Dios: perdónanos nuestras deudas. Seguido de la protección de Dios: y no nos metas. Y después, la preeminencia de Dios, porque Tuyo es el Reino. Todo se enfoca en Dios y ahora llegamos al enfoque del perdón de Dios para nuestros pecados.
La naturaleza misma de la oración, amados, ahora escuche esto, es que estamos reconociendo una dependencia total de Dios. No vamos a tener pan diario sin Dios. No tendremos perdón de pecados sin Dios. No tendremos guía ni dirección en nuestras vidas fuera de Dios. Por lo tanto, la preeminencia es Suya y el poder y la gloria en el Reino. Nos estamos enfocando en Dios. Y entonces, llegamos en el versículo 12 en nuestras oraciones, de manera rutinaria, a hablarle a Dios del tema del perdón de pecados.
Ahora, hay cuatro principios que quiero darle esta mañana. Y cuatro palabras que estaremos explicando. Únicamente explicaremos las primeras dos y la próxima semana, seguiremos a partir de ahí. Pero hay cuatro principios que encaran estas cuatro palabras. Quiero darle los principios y después, extraeremos las palabras y las veremos específicamente.
Principio número uno. Estos son los cuatro principios que veo en el enfoque de este texto. Número uno, el pecado hace que el hombre sea culpable y trae juicio. El pecado hace que el hombre sea culpable y trae juicio. Eso es bastante básico, creo que cualquiera de nosotros que somos cristianos o que hemos estado involucrados en la enseñanza de la Palabra sabemos que eso es verdad. El pecado nos hace culpables y trae juicio. Ese es realmente el meollo, ¿no es cierto? Ese es el dilema humano. El hombre es un pecador y ese es su problema.
Ahora, la Biblia dice que el pecado es trasgresión. El pecado es trasgresión, es romper la ley de Dios, es violar el estándar de Dios. La Biblia dice en 1 Juan 3:4 que el pecado es trasgresión de la ley. En Romanos 3:19 dice que por lo tanto somos culpables delante de Dios, quebrantamos Sus leyes, nos volvemos culpables. Y después, en Romanos 6, dice: “debido a que somos culpables, la paga de nuestro pecado, la paga o la sentencia es muerte.”
Entonces, el hombre es un pecador porque es trasgresor. Él rompe las leyes de Dios. Al romper las leyes de Dios, se vuelve culpable y el juicio por su culpabilidad es muerte. Entonces, el pecado nos hace culpables y trae juicio. Todos los hombres sobre la faz de la Tierra están en juicio delante de Dios por el pecado de ellos.
Segundo principio. Muy simple. Pero quiero que lo entienda. El perdón es ofrecido por Dios en base a la muerte de Cristo. El perdón es ofrecido por Dios en base a la muerte de Cristo. Ese es el segundo principio simple que necesita entender para comprender este pasaje. Dios es un Dios santo y Dios ve al hombre pecaminoso, a la mujer pecaminosa, a una sociedad pecaminosa; pero Dios también es misericordioso, amoroso, perdonador.
Entonces, el perdón es ofrecido al hombre pecaminoso. Aunque es culpable y merece el juicio, Dios es un Dios perdonador. La Biblia dice que Él ya no se acordará de nuestro pecado. Él pasará por alto nuestras iniquidades, Él las sepultará en las profundidades del mar, Él las alejará tan lejos como está el este del oeste; a lo largo de los profetas y los apóstoles de las Escrituras está esta promesa incesante de que Dios es un Dios de perdón. Él quiere perdonarnos nuestros pecados.
Ahora, Él no nada más puede hacer eso. Él tiene que tomar la paga por nuestros pecados y llevarla a Su plenitud. ¿Por qué? Porque un Dios justo, recto y santo no puede perdonar el pecado a menos de que la paga del pecado sea pagada, ¿se da cuenta? Entonces, Cristo tomó nuestro lugar. El perdón entonces, es ofrecido por Dios en base a la muerte de Cristo.
Un tercer principio, la confesión de pecado es necesaria para recibir ese perdón de Dios. La confesión de pecado es necesaria para recibir ese perdón de Dios. El perdón está disponible. El castigo ha sido pagado. La propiciación o la cobertura ha sido realizada. La satisfacción ha sido alcanzada. Sólo es cuestión de recibir el regalo; y lo que es básico de esa recepción es una confesión de pecado. Como lo dijo Pablo en Hechos 20: “arrepentimiento para con Dios y fe en nuestro Señor Jesucristo resulta en salvación.”
Entonces, debe haber confesión de pecado. Primera de Juan 1:9 dice “los que están confesando sus pecados son los que están dando evidencia de que están siendo perdonados.” En otras palabras, la confesión de pecado es una manifestación necesaria para el perdón. Es parte de la esencia de eso.
Cuando usted viene a Dios, viene como un pecador. Ningún hombre jamás recibe salvación que no está arrepentido de su pecado. En las bienaventuranzas, nuestro Señor dice: “si quieren entrar a Mi Reino, necesitan entrar a Mi Reino así: en primer lugar, reconoces que eres un mendigo en tu espíritu. Eres una persona privada, sin recursos disponibles para ti y en medio de tu pecaminosidad como mendigo, con tus harapos viles, miserables, clamas y dices llorando por tu pecado, manso delante de un Dios Santo, con un hambre y sed de justicia, le ruegas por Su misericordia. Y en base a eso, Dios te recibe.”
En Lucas 18 nos cuenta que el fariseo que fue al tempo y dijo ‘te doy gracias que no soy como los otros hombres, ni como este publicando por aquí, este recaudador de impuestos, sino que ayuno dos veces a la semana y doy diezmo de todo lo que poseo, etcétera, etcétera.’ Y por ahí en la esquina estaba el publicano, el recaudador de impuestos y él ni siquiera levantaba sus ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía ‘Dios, sé propicio a mí, pecador.’ Y Jesús dijo: ‘ese hombre se fue a casa justificado antes que el otro.’ ¿Por qué? Porque uno se rehusó a reconocer su pecaminosidad y el otro la reconoció. Es básico, entonces, para recibir el perdón disponible, la confesión de pecados. Y Dios está dispuesto y pronto a perdonar al que confiesa. Si confesamos, Él es fiel y todavía justo para continuar limpiándonos de todo pecado.
Hay un cuarto principio. Y este, en cierta manera es el enfoque central del pasaje. Y este confunde a la mayoría de las personas. En cuarto lugar, perdonarnos unos a otros es una parte esencial de recibir perdón para nosotros mismos. Perdonarnos unos a otros es una parte esencial de recibir perdón para nosotros mismos. Ahora, con mucha frecuencia, cuando la gente lee los versículos, particularmente los versículos 14 y 15, sólo vamos a ser perdonados si perdonamos, se confunden. Porque parece como si el perdón de Dios demanda que perdonemos a alguien más. Y ellos suponen entonces, que usted tiene que comenzar a perdonar a la gente antes de que usted puede hacer salvo. Y mucha gente dice ‘bueno, no entendemos. ¿Quiere decir que nunca voy a ser perdonado por Dios hasta que yo perdone a alguien más? ¿Cómo puedo perdonar a alguien más si ni siquiera soy un cristiano? ¿Cómo voy a hacer yo un acto justo, si ni siquiera tengo la naturaleza justa?’ Pero esa pregunta presupone el malentendido del concepto entero en los versículos 14 y 15. Quédese con nosotros en esta mañana y vamos a comenzar a establecer un fundamento para resolver esto.
Ahora, le di cuatro principios y espero que los recuerde. Principio número uno, el pecado hace que los hombres sean culpables y trae juicio. Número dos, el perdón es ofrecido por Dios en base a la muerte de Cristo. Número tres, confesar el pecado es necesario para recibir el perdón disponible de Dios. Y número cuatro, perdonarnos unos a otros es esencial si vamos a ser perdonados.
Ahora, tomemos cuatro palabras de esos principios. La primera es que el pecado nos hace culpables. Después, el perdón es ofrecido por Dios. Después, la confesión es necesaria y perdonarnos unos a otros es esencial.
El día de hoy y la próxima vez y quizás la vez después de la próxima, quiero hablar acerca del pecado, el perdón, la confesión y perdonarse; porque esas cuatro palabras, si son entendidas de manera clara y correcta, literalmente van a abrir el significado de esta porción que con frecuencia es confusa.
Comencemos con la primera palabra. Pecado. Y perdónanos nuestras deudas. Versículo 15, usa la palabra transgresión y trasgresiones. Ahora escuche, ambas palabras describen el pecado. El pecado es el problema. ¿Muy bien? Probablemente tenga eso en su bosquejo. El pecado es el problema; el problema de todo hombre. El hombre es pecaminoso.
Permítame mostrarle Romanos, capítulo 3 por un momento. Y esto es muy elemental, pero muy necesario y voy a edificar sobre esto, creo yo, algunas cosas que quizás no ha visto antes. Romanos, capítulo 3, versículo 10. “Como está escrito, no hay justo, ni aún uno.” El Señor colocó la última parte ahí porque tan cierto como usted ha nacido, si hubiera dicho ‘no hay justo’, alguien habría dicho: excepto yo. Y Él entonces, el Señor dice ‘no hay justo’, no, ni siquiera usted. Ni uno.
Versículo 12: “todos a una se desviaron.” Esto es que todo se han desviado o apartado del camino de justicia. “Todos se han hecho inútiles,” y la palabra en griego significa agriarse como leche agria. “No hay quien haga lo bueno”, no. Ni siquiera usted. Nadie. Versículo 19: “ahora sabemos que lo que la ley dice lo dice a aquellos que están bajo la ley para que toda boca sea detenida.” En otras palabras, no hay defensa, no tiene nada que decir para justificarse a sí mismo. “Y para que el mundo entero sea culpable de delante de Dios.” Versículo 23: “por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios.” El capítulo 4 continua diciendo: “En Adán todos han muerto y el pecado ha pasado a todos ellos.”
El punto es este, toda persona es confirmada en pecado. Toda persona. El pecado distorsiona toda relación en la esfera humana. El pecado causa un caos cósmico. El pecado espera atacar a todo bebé que nace en el mundo. David dijo ‘en pecado me concibió mi madre.’ La Biblia nos dice que la iniquidad comienza inclusive desde el momento en el que uno nace. El pecado es el monarca del mundo que gobierna el corazón de todo hombre. El pecado es el primer señor del alma. El virus del pecado ha contaminado a todo ser vivo. El pecado es el poder degenerativo en la vida humana que hace que el hombre sea susceptible a la enfermedad y a la muerte y el infierno. El pecado es el culpable en todo matrimonio quebrantado, todo hogar con problemas, toda amistad despedazada, todo argumento, todo dolor, toda tristeza, toda angustia y toda muerte. El pecado, el denominador común.
No es sorprendente que las Escrituras en Josué 7:13 digan: “el pecado, es eso maldito.” Es comparado al veneno de serpientes. Es comparado al hedor de la muerte y trágicamente, desde el punto de vista de los recursos humanos, nada, absolutamente nada puede ser hecho con ello. Jeremías dijo: “¿mudará el etíope su piel y el leopardo sus manchas? Ustedes tienen tanta posibilidad de hacer bien quiénes están acostumbrados a hacer mal.” Es desesperanza. El pecado domina la mente Romanos 1:21; los hombres tienen una mente reprobada, una mente entregada la maldad y a la lujuria. El pecado domina la voluntad. Jeremías 44: “los hombres quieren hacer el mal porque su voluntad está controlada por el pecado. El pecado domina las emociones y los afectos.” Juan 3: “aman las tinieblas más que la luz.” La mente, la voluntad, los afectos, las emociones, todo dominado por el pecado.
El pecado trae a los hombres bajo el control de Satanás. En Efesios capítulo 2 dice “los hombres son guiados por el príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia.” El pecado trae a las personas bajo la ira divina, se convierten en hijos de ira, dice Efesios 2:3. Se convierten en el objetivo del juicio de Dios. El pecado hace que la vida del hombre sea totalmente miserable. Como dice en el capítulo 5, versículo 7: “el hombre nace para los problemas así como las chispas vuelan al aire. Isaías 54:21 dice que no hay paz para los impíos. Romanos 8:20 dice que la criatura está sujeta a vanidad.
Entonces, la vida entera del hombre está afectada por el pecado y esos 50 millones que mueren anualmente enfrentan la consecuencia definitiva del pecado. Entonces, el hombre tiene un problema profundo, muy profundo. El pecado es su problema. Y es un problema más profundo que su necesidad para pan o cualquier otra cosa. Y entonces, dice nuestro Señor que cuando usted ora debe orar en relación a su petición con su pecaminosidad. Debe ser traído antes de Dios porque es su necesidad más profunda. Debe ser enfrentada, ¿se da cuenta? Y entonces, conforme oramos en nuestras oraciones, debe haber este elemento de reconocimiento de nuestra pecaminosidad. Eso es lo que Él está diciendo.
Ahora, notará en el versículo 12 la palabra deudas. Y notará en los versículos 14 y 15 trasgresiones. Ahora, permítame mostrarle algo. Hay cinco palabras en el Nuevo Testamento para pecado. Un pequeño estudio de palabras, se lo voy a dar rápidamente. Así que agárrese de su asiento. La primera palabra es harmartia; no se preocupe por escribirla. Para aquellos de ustedes que son eruditos del griego, entienden eso. Harmartia, la palabra es usada probablemente más que cualquier otra en el Nuevo Testamento para pecado. Y significa perder el blanco. Es una palabra de arquero. Usted dispara la flecha y no le da al blanco. Y generalmente, la idea es que usted no le da porque su flecha queda corta. Por cuanto todos pecaron y están destituidos. Todos son culpables de harmartia y han quedado cortos. No importa qué tan lejos usted trate de disparar, usted nunca llega ahí. ¿Y sabe una cosa?, las flechas de algunas personas llegan más lejos que otras, pero nadie llega ahí. Es algo así como brincar hasta la isla Catalina. Usted sabe, podríamos poner a 1000 personas en fila y todos podrían dar un gran salto desde la playa de Santa Mónica a la playa de Catalina. Y la gente estaría a diferentes niveles, pero nadie llegaría a la isla Catalina.
Entonces, hay diferencias en cómo vemos el problema, pero las flechas de todas las personas quedan cortas. No le damos al blanco porque, ¿cuál es la marca? Mateo 5:48 nuestro Señor lo dijo antes en el sermón aquí, el sermón del monte. Él dijo: “sed pues vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Y cuando usted es como Dios, usted llega al objetivo. Y cuando no lo es, no llega. Bienvenido a la comunidad de aquellos que no le dan al blanco. No le damos al blanco, esa es la primera palabra para pecado.
La segunda palabra es parabasis, básicamente significa cruzar una línea. Dios traza una línea y la línea es entre lo que está bien y lo que está mal. Cuando usted peca, usted cruza la línea. Es como cuando usted va a algún lugar y hay un letrero que dice “no pisar el césped.” Hay algo en usted que simplemente quiere pisar ahí, cruzar eso. Hay algo en nuestra naturaleza que reacciona a eso.
El pecado, entonces, es cruzar la línea, la cual está trazada entre lo que está bien y lo que está mal. Es hacer algo que está prohibido en pensamiento, palabra u acto. En tercer lugar, está la palabra anomia. Basada en la palabra nomos la cual es la palabra para ley en griego. Es la idea de trasgresión, como lo mencioné antes. Es romper de manera abierta, quebrantar de manera abierta la ley de Dios. Una rebelión en contra de Dios.
Y notará una progresión en estas palabras. Harmartia, la palabra, la cual tiene que ver con no dar en el blanco, habla más de nuestra incapacidad básica, nuestra naturaleza. Simplemente no le podemos dar. Quedamos cortos. Habla de la incapacidad de nuestra naturaleza.
La segunda palabra, parabasis, es la idea de que cruzamos la línea, simplemente no podemos restringirnos a nosotros mismos de entrar al área prohibida. Y esto es un poco más abierto de lo que parece ser harmartia, la cual en cierta manera es nuestra incapacidad, nuestra impotencia de darle al blanco. Parabasis está un poco más dirigida, un poco más planeada y premeditada. Pero cuando usted llega a anomia, es la rebelión abierta en contra de Dios. Entonces, usted ve una pequeña progresión en estos términos.
Este es el hombre que quiere patear en contra de la autoridad. Este es el hombre que no quiere que Dios le pida nada. Él quiere salirse y hacer lo que quiere. Siempre pienso acerca del soldado antiguo en la obra de Kipling titulada Mandalay, quien dijo: “envíenme a algún lugar al este de Suez, en donde lo mejor es lo peor, en donde no hay diez mandamientos y donde yo puedo hacer lo que quiero.” Digo, él no quería tener nada que ver con Dios, con los estándares de Dios y se reveló de manera violenta en una reacción.
Y entonces, usted puede ver una severidad que se incrementa en esos términos. Aunque todo el pecado puede ser clasificado con todos esos términos. Pero después llegamos a esas dos palabras que se usan aquí. En primer lugar, versículos 14 y 15, la palabra transgresión es paraptōma. Significa caer. Y de nuevo, es algo así como harmartia. Parece enfatizar nuestra incapacidad. Simplemente, queremos resbalarnos. Digo, caemos. En Gálatas 6:1: “si un hermano es sorprendido en alguna falta, restauradle en amor.” Usted, en cierta manera no lo puede evitar. Digo, tarde o temprano usted va a caer en algún pecado. El pecado es resbalarse. Y la idea de paraptōma es la pasión del momento o la lujuria del momento o la pérdida del dominio propio en el momento en el que usted, simplemente, se resbala. Eso es paraptōma. Esa es otra palabra para pecado. No es tan abierta quizás como parabasis o anomia.
Pero después, llegamos finalmente a la palabra en el versículo 12. Esa es la palabra deuda, opheilēma. ¿Y sabe una cosa?, esa palabra es muy, muy interesante. Sólo es utilizada aquí. Y creo que en Romanos 4, las únicas dos veces en la que jamás es usada como un sustantivo. Su forma verbal es utilizada muchas veces. Es una palabra que no es familiar para nosotros en término de pecado. Pero lo voy a decir algo muy interesante, su forma verbal es utilizada 30 veces, 25 veces en un sentido moral y significa deber una deuda. Cinco veces en el Nuevo Testamento es usada de una deuda monetaria; veinticinco veces es utilizada de una deuda moral. La idea es que el pecado es una deuda. Cuando usted peca, usted le debe a Dios una consecuencia por su pecado. Usted le debe esa deuda. Usted ha violado la santidad de Dios y usted le debe a Él por ello. Algo así como la idea cuando usted le dice a sus hijos “si haces eso, vas a ser disciplinado y si lo vuelves a hacer y recibirás dos.” Y lo siguen haciendo y haciendo; y ya han acumulado varios… Y entonces, tienen una deuda que pagar.
En un sentido, eso es lo que Dios está diciendo. Que el pecado se convierte en una deuda.
Cuando usted viola la santidad de Dios, se lleva el registro acerca de su deuda. Y ya para cuando usted termina, nos dice en Apocalipsis, en el juicio del gran trono blanco, Dios va a juzgar a los impíos a partir de los libros. ¿Ha leído eso? ¿Qué libros? Los libros que son el registro de la deuda que no ha sido pagada; y son sentenciados a un infierno eterno para pagar la deuda. ¿Se da cuenta? El pecado es una deuda.
Le podría parecer interesante saber que entre los rabinos y los judíos en el día de Mateo, la palabra más común que se usaba en referencia al pecado era la palabra koba, la cual es una palabra aramea; y ellos hablaban arameo, era el idioma del día común en la época, no griego en el que está escrito. Y entonces koba era el término más común judío para el pecado. Y koba significa una deuda, porque para un judío la responsabilidad primordial en la vida era obedecer a Dios. Y cuando usted desobedecía a Dios, le debía a Él por su desobediencia.
Y entonces, el judío pensaba en términos de eso. Ahora, cuando usted va a Lucas y usted lee acerca de la oración de los discípulos, Lucas no dice ‘perdónanos nuestras deudas’. Él dice ‘perdónanos nuestras transgresiones’ o nuestros pecados, porque él quizás habla de una manera más clásica. Pero aquí Mateo, con su orientación judía, se enfoca en este concepto de deuda porque él conoce a su audiencia judía y sabe que ellos realmente entenderán esto. Le debemos una deuda. El pecado, entonces, es una deuda a Dios.
De todas las cosas que hemos visto, las cinco palabras resumen lo que realmente clasifica y categoriza el pecado. Arthur Pink dice: “así como es contrario a la santidad de Dios, el pecado es una contaminación, una deshonra. Nos mancha. Así como es una violación de Su ley, es un crimen en cuanto a la culpabilidad que nosotros incurrimos, es una deuda. Como criaturas, debemos una vida de obediencia a nuestro Hacedor y Gobernante. Y a través de nuestra propia desobediencia abierta, hemos incurrido en una deuda de castigo; y es por esto que imploramos un perdón divino.” Fin de la cita.
En otras palabras, le debemos a Dios una deuda tan grande debido a nuestro pecado incesante, que nunca podríamos pagar esa deuda. ¿Sabe eso? Nunca podríamos pagar la deuda. Es como el siervo infiel que debía tanto que nunca podían pagarlo en su vida entera. No podía pagar en su vida entera. No podemos pagarla y ése es nuestro problema. Somos pecadores que le deben una deuda que es tan monstruosa, tan inconcebible, que no podemos pagarla. Nunca podría ser hecho. Y amados, si usted llega Dios, usted debe llegar a Dios en términos de reconocer esta deuda. Es correcto.
Inclusive Pedro dijo: “apártate de mí porque soy un hombre pecador, Señor.” Inclusive Pablo dijo: “yo soy el primero de los pecadores.” Escuche, Jesús enseñó a todos los hombres en todo lugar a orar esta oración “perdónanos nuestras deudas”. Y al hacer eso, Él presentó la universalidad del problema del pecado. Si todos los hombres deben orarla, entonces todos los hombres deben admitir que ése es su problema. Y esa es la razón por la que el Espíritu Santo vino al mundo, Juan 16, para convencer al mundo de pecado porque somos pecadores. Cualquier hombre que enfrenta honestamente la realidad de quién es Él, no puede evitar el estar consciente de su deuda con Dios y su necesidad de ser perdonado. Somos pecadores.
Eso nos lleva a la segunda palabra: perdón. Si el pecado es el problema, el perdón es la provisión. ¿No le da gusto eso? El perdón es la provisión. ¿Qué dice el versículo 12? “Perdónanos nuestras deudas.” Perdónanos. Y noten de nuevo la naturaleza colectiva de la oración, el ‘nosotros’ en lugar de ‘yo’ incluyendo el resto de los creyentes. Aquí hay un sentido de comunidad. Todos estamos en el mismo problema. Perdón. ¡Oh, que realidad tan maravillosa!
¿Pero realmente usted entiende lo que es el perdón? Esta es la parte a la que, en cierta manera, hemos querido llegar. ¿Sabe lo que es el perdón? ¿Qué es lo que significa que Dios lo perdone a usted? ¿Recuerda usted nuestro segundo principio? El perdón está disponible en base a ¿qué? La muerte de Cristo.
Bueno, entonces hablemos de lo que es el perdón. Básicamente, le voy a tratar de explicar el perdón de la manera más simple que pueda. Desde un par de ángulos. El perdón es pasar por alto nuestro pecado. Es Dios borrando nuestro pecado del registro. Es Dios liberándonos del castigo y la culpabilidad. Esencialmente, se encierra en lo que Miqueas 7:18-19 dice: “¿quién es un Dios como Tú que perdona la iniquidad y pasa por alto el acto rebelde del remanente de Su posesión? Él no retiene Su enojo para siempre. Se deleita en amor incambiable. Sin embargo, Él volverá a tener compasión de nosotros. Él pisará nuestras iniquidades. Sí, Tú arrojarás todos sus pecados en las profundidades del mar.” ¿No es eso maravilloso? El Antiguo Testamento dice que Él no se acuerda más de nuestros pecados. Él pasa por alto nuestros pecados.
Permítame resumirlo en cuatro afirmaciones simples. El perdón es quitar nuestro pecado, cubrir nuestro pecado, borrar nuestro pecado y olvidar nuestro pecado. Quitar nuestro pecado. ¿Por qué? Isaías 53:6: “Él ha tomado la iniquidad de todos nosotros y la ha colocado sobre Él.” ¿Verdad? Él ha quitado nuestro pecado y entonces, significa que Él ha cubierto nuestro pecado. Salmo 85:2: “Tú has cubierto todo su pecado.” Y Él ha borrado todo nuestro pecado, Isaías 43:25. Me encanta ese versículo. “Yo soy el que borra tus transgresiones.” Y después, Él olvida nuestros pecados. Él no se acuerda más de ellos. Dios literalmente elimina nuestro pecado.
¿Entiende usted esto? Sabe una cosa, si usted llega a un lugar en su vida cristiana en donde esto se vuelve un lugar común y corriente, y usted ha perdido ese gozo inestimable de entender el perdón, entonces, usted ha llegado a un lugar árido en su vida. ¡Oh, cuán agradecidos deberíamos estar por un perdón así! Y escuche, esto sólo es posible por Cristo. Dios no tan sólo podría pasar por alto su pecado, a menos de que Él colocara el castigo por su pecado en alguien más. Y ésa es la razón exactamente por la que Cristo murió.
Ahora, hay dos tipos de perdón. Ahora escuche esto, esto es realmente interesante. Dos tipos, número uno es perdón judicial. Número dos es, llamémosle perdón paternal. Judicial y paternal. Ahora, comencemos con el primero. Perdón judicial. Y creo que esto es de lo único que vamos hablar en esta mañana. Sólo el primero.
Perdón judicial. ¿Qué es eso? Ve a Dios como juez. Dios mira y dice ‘eres culpable. Has quebrantado la ley, estás bajo juicio y condenación. Tiene que haber castigo.’ Pero después, ese mismo juez dice ‘en base a la muerte de Cristo, Él llevó tu castigo, Él llevó tu culpabilidad, Él pagó tu pecado, el precio ha sido pagado, te declaro perdonado.’ Es un acto judicial, posicional, completo. Me gusta usar esa palabra posicional porque se relaciona con cosas que hemos estudiado en el pasado. Perdón posicional concedido por Dios como el juez moral del universo.
Y mediante ese acto de perdón judicial, escuche esto, todos sus pecados pasados, presentes, futuros, cometidos, siendo cometidos y no cometidos, son perdonados de manera total y completa y para siempre, perdonados. Y usted es justificado de todas las cosas para siempre.
Usted exclama ‘¡hombre!, ¿cuándo sucede eso?’ Sucede en el momento en el que usted invita a Jesucristo a su vida. El momento en el que usted es redimido, el momento en el que usted cree en Cristo, su pecado es colocado en Él y la justicia de Él es colocada en usted. Y Dios lo declara a usted judicialmente justificado. Eso es Romanos 3. Declarado justo. Posicionalmente y para siempre, todo el pecado es cubierto, pasado por alto, borrado y olvidado. ¡Oh, que pensamiento! ¿No es eso maravilloso?
Y él continuó haciéndolo. Eso es debido a Cristo, amados. Esto es debido a lo que Él hizo en la cruz. En Mateo 26:28, Él dijo conforme tenía la copa, “ésta es Mi sangre del nuevo pacto, del Nuevo Testamento, la cual es para el perdón de pecados.” ¿Se da cuenta? En Efesios 1:7, Pablo dijo: “en Cristo tenemos redención por Su sangre, el perdón de pecados.” En 1 Juan 2:12: “os he escrito a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados son perdonados por causa de Su Nombre.” Efesios 4:32: “Así como Dios por causa de Cristo os ha perdonado.”
En otras palabras, debido a que Cristo tomó todos nuestros pecados y pagó el castigo, cuando creemos en Cristo y aceptamos Su sacrificio, Dios se lo apropia a favor nuestro y judicialmente, somos declarados justos para siempre y perdonados por pecados pasados, presentes y futuros. Usted pregunta si eso es sólo el Nuevo Testamento. Ahora escuche esto. Yo no creo eso; yo creo que eso también es el Antiguo Testamento.
Algunas personas, creen que en el Antiguo Testamento, usted era salvo hasta que usted pecaba la próxima vez. Y después, usted hacía otro sacrificio y era salvo otra vez. Yo no lo creo. Yo creo que usted era salvo en el Antiguo Testamento, así como la gente en el Nuevo Testamento era salva, al creer en Dios, al someterse a sí mismos a Dios. Y yo creo que la redención en el Antiguo Testamento era tan momentánea y tan instantánea y tan exacta como en el Nuevo.
Por ejemplo, usted toma a Abraham en Santiago 2:23 y dice: “Abraham creyó a Dios.” En otras palabras, Abraham llegó a un punto en su vida cuando él tuvo fe en Dios y él ejerció esa fe hacia Dios y creyó todo lo que Dios había revelado hasta ese entonces, aceptó a Dios como su Señor y Salvador. Y en ese punto, a pesar de que él nunca vio la cruz o percibió todo lo que Cristo sería, él creyó en Dios. Y Santiago 2:23 dice: “en ese momento le fue imputado a él justicia. Y a partir de ahí, él fue llamado amigo de Dios.” Él fue salvado en un momento.
En Romanos capítulo 4 dice de nuevo: “Abraham creyó en Dios y le fue contado por justicia.” “Y al que cree en Aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.” Él creyó y le fue contada por justicia y a partir de ahí dice en el mismo capítulo: “bienaventurados son aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no imputará pecado.”
A partir del momento en el que Abraham creyó y de ahí en adelante a lo largo de su vida, Dios nunca le volvió a imputar pecado a él, porque sus pecados fueron colocados en Cristo, así como los de ustedes. Somos post Cristo. Él fue pre Cristo. Pero todos los pecados de todos los santos de todas las épocas en el momento en que creyeron, fueron colocados en Cristo. Cristo es el ápice de la historia. Sea que usted haya vivido en la parte de adelante o de atrás, Él llevó sus pecados. Y mediante un acto de fe en ese punto, la redención de Cristo, el valor de la redención de Cristo fue aplicado a ellos. El Salmo 103 dice que Dios es el que perdona todas nuestras iniquidades y sana todas nuestras enfermedades.
Yo creo que ellos conocieron la redención judicial en el Antiguo Testamento y yo creo que los pecados de ellos fueron clavados en la cruz tal como los nuestros, cuando creyeron en Dios. Escuche esto, Colosenses 2:13. Oh, es una ilustración fabulosa, fabulosa. Es el retrato que Dios ha mantenido este registro en Su libro de los que le hablé. Y a lo largo de nuestras vidas, Él escribe el registro de nuestros pecados. Y la deuda crece y crece y empeora y empeora y empeora. Y no hay capacidad en nuestras vidas para pagar la deuda en absoluto. Y toda esa deuda está registrada ahí. De pronto, Cristo va a la cruz y usted lee en Colosenses 2:13: “y a vosotros, estando muertos en vuestros pecados, en la incircuncisión de vuestra carne,” esto es estaban muertos, no podían hacer nada por sus pecados, no tenían esperanza, “habéis sido hechos vivos con Él.” Ahora observe esto, “se os perdonó todas las transgresiones” y después, esta imagen fabulosa, “borrando el escrito de ordenanzas que estaba en contra de vosotros y clavándolo a la cruz, Él lo quitó.”
¿Sabe una cosa?, cuando ellos crucificaban a un criminal, lo crucificaban colocando en la parte de arriba de la cruz el registro de sus crímenes. Lo clavaban ahí para que el mundo viera por qué estaba siendo crucificado. El apóstol Pablo está diciendo esto, una gran verdad. Cuando Jesús murió en la cruz, Dios arrancó todas las páginas de los libros que le pertenecían a todos los que creerían a lo largo de la historia; las colocó juntas, las clavó en la cruz como si fueran los crímenes de Jesús. Y cuando Jesús murió, Él pagó el pago de todo crimen que fue clavado a Su cruz. Y Dios los borró todos, ¿se da cuenta? Eso es perdón judicial. Saber que en últimas, y por todos los siglos, hemos sido perdonados en Cristo, ¡es un gozo tremendo, no es cierto! Ricardo III, Shakespeare, dice: “mi conciencia tiene varios miles de lenguas y toda lengua, varios cuentos y varios cuentos me condenan a mí.” Fin de la cita. Si usted es cristiano y usted no tiene que decir eso, ¿verdad? Usted puede decir con Pablo en Romanos 8: ¿Quién es el que condenará? ¿Dónde está? ¿Quién me condena? ¿Dios, el justificador? En otras palabras, si Dios es la corte más elevada en el universo y Él me declara justo, ¿quién me va a condenar? Nadie. “Por lo tanto nada me separará del amor de Cristo.” Nada en absoluto.
Quiero cerrar al mostrarle un texto más. Hebreos 10.Uno de mis pasajes favoritos. Espero que sea uno de sus favoritos también. En Hebreos 10, el escritor está comparando el sistema sacrificial de Israel con el sacrificio de Cristo y quiero que usted observe el versículo 10 de Hebreos 10. Él dice: “somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo de una vez por todas.” Deténgase ahí por un momento. Santificado significa ser hecho puro, ser hecho santo, apartado, separado. Somos hechos santos. Somos apartados por el único sacrificio de Cristo. Escuche esto. Usted no tiene que repetirlo. Cuando Él murió y creímos, Su sacrificio fue suficiente. Él dijo en la cruz tetelestai, consumado es.
Somos santificados, apartados del pecado a Dios, el cual es un participio perfecto en el griego con un verbo finito. Es la manera más fuerte posible en el lenguaje griego para mostrar el estado permanente, continuo de la salvación que emana de un gran acontecimiento. Y entonces, Cristo muere en la cruz y en el momento en el que creemos, eso nos es imputado. Y está ese perdón continuo basado en esa única ofrenda.
En contraste a eso, versículo 11, los sacerdotes del Antiguo Testamento estaban ministrando diariamente y estaban de pie. ¿Ve la palabra de pie? De pie, parados, ofreciendo los mismos sacrificios una y otra vez. Siempre de pie, porque el trabajo nunca se acababa. Versículo 12. Pero este hombre, después de que ofreció un sacrificio por el pecado para siempre, se sentó. ¿Por qué? Se acabó.
Los sacerdotes podían estar de pie caminando y haciéndolo una y otra vez, pero Cristo lo hizo una vez y se sentó. No puede ser repetido. No necesita ser repetido. ¿Por qué? Versículo 14: “porque mediante una sola ofrenda Él perfeccionó para siempre a los que son santificados.” Y si Jesús dice en Mateo 5:48 “sed pues vosotros perfectos” y Cristo va la cruz y nos perfecciona, entonces Cristo es la solución para el problema, ¿verdad? Debemos ser perfectos y Él nos perfecciona en Su única ofrenda. Eso, amados, es perdón judicial y el resultado de esto está en el versículo 17. “Y de sus pecados e iniquidades, no me acordaré jamás.” ¡Oh, qué gran pensamiento! Escuchen amados, todos los pecados de usted son perdonados debido a Cristo si usted cree. Eso es perdón judicial posicional.
Ahora, regrese a Mateo 6 y voy a cerrar al presentarle un pensamiento. Dice: “perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.” En el versículo 14 dice: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.” Y decimos de pronto, “espera un momento. Si todos mis pecados ya han sido perdonados en Cristo, si todos mis pecados fueron enfrentados en la cruz de Cristo, ¿por qué necesito pedir perdón? ¿Y por qué no lo voy a recibir a menos de que yo se lo extienda a alguien más?” Esa es la pregunta que ha confundido a muchas personas.
Algunas personas dicen ‘bueno, como puedes ver, esta es la oración para un incrédulo.’ No, no, no es la oración para un incrédulo, porque un incrédulo no comienza la oración diciendo ‘Padre nuestro’, ¿verdad? Esa es la oración de un creyente, la oración de un discípulo. Usted ya es un cristiano antes de que usted llegue al versículo 12. Y usted dice ‘bueno, si yo ya soy un cristiano y todos mis pecados son perdonados, ¿qué estoy haciendo diciendo ‘perdónanos nuestras deudas’? ¿Y qué es lo que Dios está diciendo al decir ‘y sino perdonas a alguien más, Yo no te voy a perdonar a ti?’
Si quiere conocer la respuesta a eso, regrese la próxima semana. Y si usted no quiere conocer la respuesta a eso, Dios tenga misericordia de su alma en pecado. Porque esa es una de las más grandes verdades en toda la Biblia. Y la base de esto es esto, usted necesita entender -le voy a dar un adelanto aquí- necesita entender la diferencia entre perdón judicial y perdón paternal. Uno tiene que ver con su posición delante de Dios para siempre y el otro tiene que ver con el gozo de su comunión día tras día. Y veremos eso, si el Señor quiere, la próxima semana. Oremos.
Es bueno estar juntos de nuevo, Padre, para compartir en Tu Palabra. Te damos gracias por Su riqueza. Oh, gracias por Tu perdón. Por la provisión que Tú has hecho para toda persona aquí. Mientras que sus cabezas están inclinadas y sus ojos cerrados por tan sólo un momento, quiero decir esto: algunos de ustedes no conocen a Cristo y por lo tanto, nunca han conocido Su perdón. Está disponible para usted en el día de hoy. En su corazón, en este momento, lo que tiene que hacer es clamar a Él y pedirle que perdone su pecado. Reconocer que es un pecador. Pedirle Su limpieza. Reconocer que Él ha muerto por usted. Saber que Él ha pagado la paga por su pecado.
Clamar a Él en arrepentimiento, y clamando a Él, va a resultar en perdón judicial, aplicado a usted y para siempre, y usted estará en la familia de Dios y disfrutará de la plenitud de Su cielo eterno. Y Él nunca le quitará su regalo. Espero que no se vaya sin ese perdón.
Padre, despídenos con Tu bendición. Gracias por Tu perdón. Tráenos de regreso en esta noche para una gran noche gloriosa; y te daremos la alabanza en el nombre de Cristo. Y todos dijeron ‘Amén’. Que Dios los bendiga.
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