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Esta mañana tenemos el gozo de regresar a nuestro estudio de las parábolas de Mateo 13. Y esta mañana estaremos estudiando dos parábolas enseñadas por nuestro Señor, son muy breves y podemos tomar las juntas. Tocan el mismo tema. Mateo, capítulo 13, versículos 44 al 46. Mateo 13:44 al 46.

“Además, el Reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. También el Reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.”

Ahora, si fuéramos a resumir el significado de estas dos parábolas, podríamos resumirlo bajo el título ‘El Valor Incomparable del Reino’. El valor incomparable del Reino. El gran St. Thomas Guthrie de la antigüedad escribió en una ocasión acerca del valor del Reino o el valor de la salvación. Y él dijo esto: “en la sangre de Cristo para lavar las manchas más oscuras del pecado, en la gracia de Dios para purificar al corazón más sucio, en paz para calmar las tormentas más difíciles de la vida, con la esperanza de animar la hora más oscura de la culpabilidad, con una valentía que desafía la muerte y desciende con tranquilidad a la tumba, en aquello que hace del más pobre rico; y sin lo cual los más ricos son pobres en realidad, el Evangelio tiene un tesoro mucho mayor que el oriente o el occidente y sus recompensas son más preciadas de lo que son todos los almacenes de oro.” Fin de la cita

Lo que él estaba diciendo era lo que nuestro Señor está diciendo. No hay nada en todo el universo que llegue al valor inestimable del Reino. Y eso es lo que vamos a ver conforme vemos juntos estas dos parábolas. Ahora, recuerde esto: el Señor está enseñando en este capítulo en una serie de parábolas, siete para ser exactos, y son Su manera de describir el Reino.

Ahora, Dios gobierna sobre el universo entero. Y Dios lo gobierna porque está en el universo sobre esta tierra. En todos los puntos de la existencia de esta tierra, son gobernados por Dios. La forma en la que ese gobierno opera es distinta de vez en cuando. De tiempo en tiempo. Dios puede estar mediando Su gobierno sobre la tierra mediante patriarcas. Él puede estar mediando Su gobierno sobre la tierra mediante profetas o sacerdotes o reyes. Él puede estar mediando su gobierno sobre la tierra mediante la presencia del Señor Jesucristo encarnado, como lo hizo cuando estuvo aquí durante esos 33 años. Él puede estar mediando Su gobierno sobre la tierra mediante los apóstoles, mediante la Iglesia viva, como lo hace en la actualidad. Pero en todo punto de la historia de la tierra, Dios está gobernando.

Entonces, ahora estamos viviendo en una forma del Reino de Dios en la tierra. Es llamada por el título el Reino de los cielos aquí en Mateo 13. Y en esta sección, el Señor describe la identidad o la naturaleza del gobierno de Dios sobre la tierra de Dios en esta época. El tiempo desde el rechazo de Cristo hasta el regreso de Cristo.

Ahora, en esta serie de siete parábolas, entendemos cómo es este período de tiempo. Las primeras dos parábolas nos hablan de la naturaleza de la forma en misterio del Reino, como es llamada. Esta parte del Reino, siendo escondida de generaciones pasadas y ahora revelada a nosotros, ha sido un misterio revelado. Y nosotros, en primer lugar, vemos que su naturaleza es descrita en dos parábolas: la parábola de las tierras, la cual nos dice que aquí en este Reino habrá algunos que creen y habrá aquellos que no creen. Entonces, esta parte del Reino tiene creyentes e incrédulos. En la segunda parábola del trigo y la cizaña, encontramos que los creyentes y los incrédulos crecerán juntos hasta la cosecha que viene al final.

Entonces, la naturaleza del Reino es que incluye tanto a los buenos como a los malos. Los malos no son verdaderamente miembros del Reino, pero están incluidos dentro el gobierno de Dios, ya que Él gobierna en este tiempo en el mundo. Ahora, la segunda de dos parábolas, vienen en pares, las siguientes dos parábolas hablan del poder del Reino. A pesar del hecho de que los buenos y los malos están creciendo juntos, los buenos van a triunfar al final.

Y entonces, vemos que el elemento bueno del Reino en el mundo malo es, en primer lugar, descrito como una semilla de mostaza plantada en el campo. La cual, en últimas, crece hasta llegar a proporciones masivas de tal manera que, aunque el Reino comenzó muy pequeño, con tan solo los apóstoles, cuando Jesús viene a establecer Su Reino, llenará la tierra entera.

Y después, estaba la parábola de la levadura, la cual decía esencialmente lo mismo. La levadura representa al Reino. Sepultada, por así decirlo, en la masa del mundo, la cual, en últimas, penetrará y permeará e influenciará a la tierra entera. Y la parábola de la levadura muestra la influencia interna que permea del Reino, que toca toda dimensión de la vida humana.

Y entonces, vemos en primer lugar, la naturaleza del Reino y vemos el poder del Reino. Pero en esas cuatro parábolas notamos que estamos viendo el Reino en general. Lo estamos viendo, por así decirlo, desde arriba. Y viendo cómo ópera y cómo funciona. Y no hemos dicho nada de cómo es apropiado de manera personal. 

Y entonces, llegaríamos a la pregunta que surge en este punto. Bueno, entonces si este Reino cubre la tierra e influencia la tierra, ¿acaso sólo nacemos en el Reino? ¿Es como ser un judío - que en cierta manera usted nace dentro del pueblo del pacto? Así es. ¿Acaso usted simplemente nace en el Reino al pertenecer a padres que pertenecen a la iglesia? Entonces, nuestro Señor quiere hablar en este tercer par de parábolas acerca de la apropiación del Reino, la naturaleza del Reino. El poder del Reino y la apropiación del Reino. Y estas dos parábolas, como lo hacen los dos pares anteriores de parábolas, hablan del mismo tema.

Ahora, en primer lugar, veamos a las parábolas y después, los principios que enseñan. Un bosquejo muy simple. Las parábolas y después, los principios. Ahora, en primer lugar, veamos las parábolas en el versículo 44: “Además, el Reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.”

Ahora, esta es una situación muy común para la gente en el tiempo de nuestro Señor y no tan común para nosotros. Nosotros colocamos nuestro dinero en ahorros y en préstamos o simplemente, lo colocamos en el banco o en acciones o certificados de depósito o en bienes raíces o lo que sea. Así es. Esto es si tenemos el dinero para colocarlo en algún lugar.

Pero en ese entonces, no había bancos, como tales, para la gente común y corriente. Y los bancos no eran necesariamente buenos lugares para colocar todos sus recursos. Y entonces, era normal que los hombres tomaran lo que ellos consideraban de gran valor y lo sepultaran en la tierra. Particularmente, éste era el caso en Palestina, porque Palestina era un lugar de guerra. Era un campo de batalla. Su historia está literalmente llena del registro de una batalla tras otra, una guerra tras otra.

E inevitablemente había pueblos, naciones, que conquistaban y llegaban a robar; y con mucha frecuencia entonces, cuando una batalla estaba en el horizonte, la gente tomaba sus cosas de valor, las sacaba de sus casas, las llevaban a un campo y en un lugar marcado al que podían recuperar nuevamente, las enterraban en la tierra. Era algo muy común de hacer. La tierra era un lugar para almacenar cosas al cual consideraban muy confiable.

Y entonces, aquí hay un hombre que estaba en el campo. Y nosotros no sabemos si él trabaja en el campo o por alguna u otra razón está ahí en ese campo que le pertenece a otro hombre. Quizás, empleado por el hombre que es dueño del campo. Y conforme él está trabajando en ese campo, quizás está labrando la tierra o lo que sea, él se encuentra con un tesoro sepultado en el suelo. Inmediatamente, lo coloca de regreso en donde lo encontró y vende todo lo que él posee en el mundo, liquida todo lo que tiene para poder adquirir ese tesoro.

Ahora, no sería raro para él encontrar algo en el campo. En Mateo capítulo 25, nuestro Señor nos cuenta una historia acerca de un hombre que les dio talentos a sus siervos. ¿Recuerda eso? Y los primeros dos siervos tomaron los cincos talentos y los dos talentos y los multiplicaron. Y el tercero, quien era muy, muy tímido, en su manera de invertir, lo sepultó en el suelo. Ahora, eso nos dice algo acerca de un hombre que no fue sabio. Él debió haberlo invertido y haber ganado intereses, dijo el Señor. Pero también nos dice que eso era hecho de manera común por personas que no querían invertir su dinero, sino que querían aferrarse a él.

Y entonces, vemos que este hombre va por el campo, encuentra un tesoro, lo coloca de regreso en el suelo y va y compra el campo. Esto era muy, muy común. Josefo, el historiador de ese entonces, dijo: “el oro y la plata y el resto de los muebles más preciados que los judíos tenían y que los dueños atesoraban bajo la tierra, era hecho para resistir las fortunas de la guerra.” Fin de la cita. Y entonces, esto era algo muy, muy común que la gente hacía. Y había personas que trabajaban en la tierra y había personas que escarbaban en el campo con otros propósitos en mente. Y de manera no planeada, se encontraban con este tesoro de vez en cuando.

Ahora, en este punto la parábola nos presenta una situación ética. La gente ha dicho: “mira, este hombre no hizo lo correcto. ¿Cómo es que Jesús puede estar contando una historia en la cual hay una actividad no ética? ¿Cómo es que Jesús está contando una historia en la cual un hombre hace algo que está mal? Digo, el hombre descubre un tesoro y después lo esconde sin decirle al hombre que es dueño del campo y va y compra el campo. Lo que él debió haber hecho al descubrir el tesoro era recogerlo y llevarlo y decirle ‘aquí hay un tesoro que encontré en su campo.’” Y entonces, algunas personas han sido sacudidas por lo que parece ser no ético.

Bueno, permítame ayudarle con eso. Aunque ese no es el punto primordial, si usted no pasa más allá de eso, algunas personas en cierto modo se ahogan en eso y no entienden el resto del mensaje. En primer lugar, la ley rabínica decía: “si un hombre encuentra fruto o dinero esparcido, le pertenece al que lo encuentre. Ahora, eso era lo que la ley decía. Si usted encontraba fruto o dinero perdido, le pertenecía al que lo encontraba. Entonces, el hombre está dentro del permiso de la ley rabínica judía.

Entonces, los judíos que están escuchando a Jesús no habrían visto a este hombre como alguien no ético. En segundo lugar, aquello que fue escondido en el campo no le pertenecía al hombre que era dueño del campo. Si era suyo, no habría estado vendiendo su campo sin haberlo sacado. Él no sabía que estaba ahí. Él no había hecho el esfuerzo de descubrirlo y sacarlo. Sin duda alguna, le pertenecía a algún dueño previo de ese mismo campo, quien lo había sepultado ahí, había muerto en la batalla o había muerto por un accidente, no lo pudo recuperar; y entonces, ya no era el dueño número uno así como no era del dueño número dos. Entonces, no tenía un derecho previo al mismo. Y el hombre que lo descubrió, lo descubrió mediante la ley judía y lo podía reclamar. El otro hombre, no había hecho eso.

Ahora, en tercer lugar: este hombre fue muy equitativo. Este hombre fue muy justo. Si este hombre no hubiera sido un hombre honesto cuando hubiera encontrado el tesoro, ¿qué habría hecho todo? Digo, lo habría partido, lo habría dividido. El habría empacado su tesoro y ya se habría ido. Lo habría colocado en su propio campo. ¿Por qué atravesar por todo el problema de comprar el campo entero cuando usted tiene el tesoro en su mano?

Usted dice ‘bueno, quizás le molestaba su conciencia. O quizás era de su suegro o algún otro pariente.’ Yo pensé en eso. Y después, pensé en una buena idea. Esto le va a mostrar cómo funciona mi mente. Usted podía tomar el tesoro e ir y liquidar una parte del mismo y con el dinero que adquirió del tesoro entonces comprar el campo. No está mal, ¿verdad? Él no hizo eso. Él tomó ese tesoro que había encontrado, sabía que le pertenecía a él por la ley judía. Sabía que tenía más o por lo menos el mismo derecho que el hombre que era dueño de la tierra. Lo regresó a la tierra, ni siquiera usó nada del tesoro para la compra, liquidó todo lo que tenía sobre la faz de la tierra y sus posesiones; y fue y compró el campo entero simplemente para poder hacer lo que era correcto para obtener ese tesoro. No hay ninguna falta de ética aquí. Nadie fue defraudado.

Ahora, habiendo dicho eso, nada de esto es el punto de la parábola. Esto simplemente gratis por nada. El punto de la parábola es que aquí hay un hombre que encontró algo que tiene tanto valor que vendió todo lo que tenía para obtenerlo. Ése es el punto de la parábola. Él tenía tanto gozo, estaba tan emocionado que estaba dispuesto para hacer todo, cualquier cosa por tener ese tesoro.

Ahora, veamos la segunda parábola de la perla. “También el Reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas,” este es un mercader, emporos en el griego, un hombre que anda comprando y vendiendo cosas al mayoreo, quien entonces se las vendería a alguien que las vendería por menor. Entonces, este hombre que compra y vende al mayoreo está buscando perlas finas. Era muy común que un hombre hiciera esto. Un hombre que en cierta manera era un empresario, quien habría estado en el negocio de las perlas al mayoreo y habría habido una búsqueda diligente por su parte para ganar las perlas que él deseaba ganar. Muchas personas, al diversificar sus inversiones, invierten en perlas. Las perlas habrían sido los equivalentes a los diamantes en la actualidad. Las perlas eran en ese momento la gema de mayor valor disponible en el mundo. Tenían un valor increíble. Si usted tenía perlas, usted tenía una fortuna.

Era increíble el esfuerzo que la gente hacía en ese entonces al buscar perlas. Las buscaban particularmente en el mar Rojo, en el Golfo Pérsico y en el Océano Índico. Y había perlas que se podían encontrar, pero se encontraban a un gran precio. Y muchas personas morían adquiriéndolas. De hecho, eran incapaces de usar lo que conocemos en la actualidad como equipo moderno para bucear para poder encontrarlas. Básicamente, lo que hacían era amarrar rocas a su cuerpo y después, saltaban a un lado de una pequeña barca y bajaban hasta el fondo en medio de todos los monstruos de las profundidades, de los cuales ellos conocían muy poco. Y los tiburones y demás. Y ellos llegaban al fondo del lodo, tratando de encontrar algunos de estos ostiones conteniendo el aire, aguantando la respiración y temiendo que fueran demasiado profundo y explotaran y murieran.

Y encontraban estos tesoros. Y una vez que se descubrían, una perla que era perfecta y bella literalmente valía un precio inestimable. Tenía un valor increíble. Tenía tanto valor que el Talmud dice “las perlas van más allá de cualquier precio.” Tenían tanto valor que los egipcios, de hecho, adoraban la perla y esto se mostró en la vida romana. Tenían tanto valor que cuando las mujeres querían mostrar su riqueza, según 1 Timoteo 2:9, colocaban perlas en su cabeza.

Y se dijo de una dama llamada lo Lolia Paulina, la esposa del emperador Calígula, que en un acontecimiento estaba utilizando el equivalente a 36 millones de perlas. De hecho, el historiador dice que ella tenía perlas en su cabeza, tenía perlas en su cabello, tenía perlas en sus orejas, tenía perlas en su cuello y tenía perlas en sus dedos. Ella pudo haber sido una de las puertas del cielo.

Pero así eran percibidas las perlas en esos días. Plinio, el historiador, dice que Cleopatra tenía dos perlas, cada una valía el equivalente de medio millón de dólares y eso era en una época cuando el dinero tenía un poder adquisitivo 20 veces mayor que en la actualidad. Y cuando los emperadores romanos querían mostrar su riqueza increíble y mostrar cuán ricos eran, disolvían perlas en vinagre y se las bebían con su vino. Entonces, las perlas serán de mucho valor.

En Mateo 7:6, nuestro Señor dice: “no echéis vuestras perlas delante de los cerdos.” Porque Él está tratando de comparar lo peor con lo que tiene mayor valor. Usted no le da lo de mayor del valor a un cerdo. Eso es necio.

Entonces, las perlas eran realmente percibidas como percibimos a los diamantes en la actualidad. De mucho, mucho, mucho valor. De hecho, inclusive llegando al libro de Apocalipsis, encontramos que cuando Dios comienza a describir el cielo, usa perlas para describir su belleza.

Y entonces, aquí hay un hombre que andaba buscando perlas finas. Y él las comercializaba porque eran una buena inversión y subían en su valor. Y usted podía diversificar de tal manera que usted podía colocar parte de su dinero en el suelo, parte de su dinero en perlas, parte de su dinero en propiedad y en otras cosas. Y así era como la gente hacía negocios.

Lo que usted no hacía, entiendo que si usted es un inversionista inteligente y aún en la actualidad no lo hace, es colocar todo en una inversión. Pero, ¿no es interesante que en ambos casos esto es lo que estos dos hombres hicieron exactamente? El primer hombre, vendió todo y compró un campo. El segundo hombre, vendió todo y compró una perla.

Ahora, ¿cuáles son los principios de las dos parábolas? Ahora usted los entiende. ¿Cuáles son los principios? Le voy a dar seis principios. Escuche con atención.

Número uno, el Reino es inestimable en su valor. El Reino es inestimable en su valor. Ambas parábolas están diseñadas para enseñarnos el valor incomparable del Reino del Señor. Y cuando hablamos acerca del Reino del Señor, estamos hablando acerca de la salvación. Estamos hablando acerca de Cristo mismo y el regalo de la salvación que Él da. El conocimiento de Dios a través de Jesucristo. Lo preciado que es estar en Su Reino. Lo preciado que es la comunión con el Rey. Lo preciado que es ser un súbdito del Rey soberano.

La bendición del Reino es de tal valor que no hay nada que se compare en valor y sólo un necio no está dispuesto a vender todo lo que tiene para adquirirlo. Nada se acerca en valor. En Cristo y en Su Reino hay un tesoro. Hay un tesoro que va más allá de la comparación. Va más allá de la concepción. Hay un tesoro que es incorruptible, incomparable, incontaminado, inmarcesible, eterno.

Hay un tesoro celestial que está en el campo de este mundo azotado por la pobreza, bancarrota, maldecido, un tesoro que es suficiente para enriquecer eternamente a toda persona en la tierra que es pobre, miserable, que está ciega, desnuda. Todo habitante de la tierra que está así. La salvación y el perdón y el amor y el gozo y la paz y la virtud y la bondad y la gloria y el cielo y la vida eterna, todo está en ese tesoro. Y el tesoro es la salvación. Y el tesoro es esa salvación y la perla es esa salvación que es equivalente a estar en el Reino. Es lo que dijo el escritor del himno cuando dijo: “encontré en la perla de gran precio. La vida eterna tan hermosa fue a través del sacrificio del Salvador que encontré esa rara joya.”

De todas las perlas excelentes en el mundo, de todas las cosas que pueden estar en un campo, la salvación sobrepasa a todas ellas en su valor eterno. ¡Qué gema, qué tesoro! Y cómo el mundo conoce tampoco de ese tesoro. Y cómo no lo comprenden en absoluto. Cómo se envuelven a sí mismos en cosas que no tienen valor.

En segundo lugar, esta lección: el Reino no es visible superficialmente. El tesoro estaba escondido, ¿verdad? Y la perla tenía que ser buscada. No sólo está ahí sobre la superficie. El tesoro no es obvio para los hombres. El valor y lo preciado del Reino de los cielos, el valor y lo preciado de la salvación no son vistos por los hombres. No lo ven aunque está ahí y los ve cara a cara. Él mundo nos ve y no entiende por qué estamos en esto de adorar a Dios. No entienden por qué queremos dar nuestras vidas a Jesucristo. No entienden por qué queremos vivir y obedecer un código de ética y reglas que van en contra de las lascivias e impulsos más profundos que tienen. No entienden por qué valoramos tanto esto cuando significa tampoco para ellos. No, el Reino no es visible superficialmente.

En 1 Corintios 2 dice el hombre natural no entiende las cosas que son del Espíritu de Dios porque para él son locura. En 2 Corintios 4, dice que “el Dios de este siglo ha cegado las mentes de los incrédulos para que no les resplandezca la luz del Evangelio glorioso de Jesucristo.” Entonces, no es así de aparente aún que el mensaje está aquí, la Palabra está aquí, no lo ven. Están ciegos. No es manifiesto superficialmente. En ambos casos, uno, había una búsqueda; otro, había un descubrimiento y una búsqueda de aquello que fue descubierto.

Algunas personas nunca se molestan en mirar más allá de la superficie. Ellos están tan ocupados con todos los juguetes y lo superficial que nunca llegan el tesoro que está abajo. Un escritor lo expresó de esta manera: “bajo la forma de un hombre, bajo la privación y la pobreza de un nazareno estaba la plenitud de la Deidad, escondida ese día de los sabios y los prudentes del mundo. La luz estaba cerca de ellos y, sin embargo, no la vieron. Las riquezas de la gracia divina fueron traídas a su puerta y sin embargo continuaron siendo pobres y miserables.” Fin de la cita.

Y eso es verdad. Y ha habido múltiples veces en las cuales usted y yo, también, hemos salido y hemos dado la descripción del tesoro y la perla a personas que han dado la espalda y se han alejado. No les preocupa. No la quieren. No comprenden su valor inestimable. Es algo que no se percibe de manera superficial. Ese es el motivo por el cual en Mateo 7:14 dice: “estrecho es el camino y pocos son los que lo hayan.” Y esa es la razón por la que dice en Mateo 11 que el Reino es tomado por los violentos, quienes lo toman por la fuerza. En otras palabras, debe ser buscado.

El Reino tiene valor, pero el Reino también está escondido de los que buscan a nivel superficial y no quieren buscar profundamente. La verdad está escondida en la Palabra de Dios. Esa es la razón por la que dice en Lucas 13:24: “esforzaos por entrar por la puerta estrecha porque os digo que muchos buscarán entrar y no podrán.”

Inclusive la perla da esta misma idea. La perla, mientras que no está escondida en el sentido de que el hombre tiene que sacarla de algún lugar, escarbarla, aun así, originalmente, tuvo que ser adquirida en un tipo de circunstancia más increíble en donde la persona bucea en el mar, la saca de la profundidad del mar, abre la concha, la encuentra ahí. Y ahora, el hombre la busca por todo el mundo hasta que la halla.

Y entonces, ahí está el sentido en el que vemos lo escondido del mensaje. El mundo no lo ve. Usted sabe, Jesús lo dijo: “y no queréis venir a Mí para que tengáis vida.” Y después, Él dijo: “escudriñad las Escrituras porque ellas dan testimonio de Mí.” Y Juan dijo: “Él estuvo en el mundo y el mundo fue hecho por Él y el mundo no le conoció. A los Suyos vino y los Suyos no le recibieron.”

Como puede ver, un enfoque superficial en la vida, simplemente pisar el camino de la vida día tras día, sin pensar nunca en nada profundo o que es de valor genuino no lo llevará a la verdad en absoluto. No está en la superficie. En algún punto tiene que estar ese deseo por responder. Inclusive en el caso del hombre que encontró el tesoro, tuvo que buscar lo que originalmente encontró. Y quizás se encontró con algo al arar o algo que él estaba dispuesto a buscar.

Tercer pensamiento. El Reino es apropiado de manera personal y éste es el clímax de las parábolas. El Reino es apropiado de manera personal. Ahora, las dos parábolas previas nos dan la idea de que el Reino es simplemente influyente, o simplemente es grande. No dice nada acerca de apropiación personal. Y ése es el motivo por el cual el Señor nos da estas dos. Usted tiene a un hombre en el versículo 44. Usted tiene a otro hombre en el versículo 45. Ahora, estamos lidiando con individuos. Y cada uno de ellos encuentra algo específico para sí mismo y se lo apropia para sí mismo. Muy importante.

Ahora escuche. Esto es para mostrarnos que usted en cierto modo puede estar en el Reino, bajo el dominio de Dios y no ser un miembro del Reino. Si usted está vivo en la tierra, si usted vive en el universo, usted está bajo el gobierno de Dios. ¿Verdad? Porque Él es soberano en el universo. Y si usted está en la tierra, en un sentido, usted está en el Reino porque Él está gobernando. Pero usted no es un súbdito del Rey. Usted no es un miembro personal del Reino. Así como hay muchas personas en la Iglesia que no son cristianas, el mundo entero está bajo el dominio de Jesucristo. Pero no son parte de Su Reino verdadero. Esa es la razón porque en la que en Mateo 8 cuando Él habla a los judíos dice “los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de afuera, donde habrá el lloro y crujir de dientes.”

En otras palabras, hay algunos judíos, quienes, aunque son judíos, y aunque están bajo el pacto de Dios con Israel, van a perderse todo lo que eso significa porque nunca han llegado a conocer de manera personal a Dios, ¿verdad? En Romanos 2 dice que la circuncisión no es la circuncisión de la carne, sino del corazón. Y Romanos 9:6 dice: “todo Israel, no es Israel.”

Y entonces, usted podría ser un judío, por así decirlo, bajo esa monarquía, o teocracia, ese gobierno de Dios y nunca ser un miembro verdadero del Reino. Y lo mismo es el caso en la actualidad. Hay personas en la tierra que están aquí pero que nunca se han apropiado del Reino.

Y entonces, es al punto de apropiación personal que llegamos en estas dos parábolas. No es suficiente estar bajo la influencia del Reino. No es suficiente estar tan sólo bajo la influencia de la Iglesia o bajo la influencia del cristianismo. No es suficiente tan sólo, por así decirlo, acogerse en las ramas o ser tocados por su influencia que permea. Debe haber una apropiación personal. Y en algún punto en el tiempo, los hombres y las mujeres deben llegar al momento en el que se dan cuenta del valor del mismo. ¿Sabe una cosa? La gente pasa el tiempo buscando lo que no es de valor. Digo, es increíble.

Ahora, si usted simplemente lo reduce a lo medular, en esos días eran perlas; pero en la actualidad, son diamantes. Y usted sabe, en nuestro mundo, los diamantes son el epítome del valor. Y no sé si usted sabe lo que se necesita para encontrar diamantes, pero es absolutamente increíble. Y vi un artículo que salió en Los Ángeles Times describiendo cómo las minas de diamantes consolidadas encuentran diamantes. Y claro que esto se hace allí en la costa sudoeste de África. Y es una caza incesante noche y día para encontrar diamantes. El artículo dice: “los diamantes se encuentran incrustados en los que son llamadas terrazas marinas, playas atlánticas antiguas de piedras redondeadas por las olas, y la grava y la arena se unen para formar una sustancia semejante al concreto llamada conglomerado.”

Ahora, en ese conglomerado se encuentran incrustados los diamantes. En algunos lugares, está cubierto por 30 m o más de arena del desierto depositada por las olas o llevada ahí por el viento. Máquinas de construcción tienen que escarbar y quitar la arena hasta llegar a las terrazas marinas. Otras máquinas también buscan sacar el conglomerado que se encuentra en la plataforma de roca del océano de la playa. Y el conglomerado tiene un promedio de 1,50 m de profundidad. Y después, excavadoras hidráulicas con otras maquinarias barren los residuos del conglomerado en los huecos y fisuras de la plataforma de roca antigua. Y después, pasan a encontrar los diamantes.

Los barrenadores quizás pueden encontrar hasta 10.000 diamantes por semana. Y después de que es raspado y escarbado y barrido y dinamitado de la plataforma de roca, el conglomerado es llevado a una planta procesadora en donde sus rocas, grava y arena son golpeados, son lavados, son hechos añicos hasta desmoronarlos. Y el concentrado del 15% que queda es metido en una solución de para silicón con una gravedad específica de 3.0 -como si alguien le importara - y después, cualquier cosa, con una gravedad específica de 3.5, se hunde hasta el fondo y lo separa.” Fin de la cita

Ahora, ellos atraviesan por lo que ellos llaman una operación de manchas fluorescentes para encontrar los diamantes y eso va a un contenedor y es filtrado y separado y al final de todo esto, el director dice: “tratamos 180 millones de partes de material para llegar a una parte de diamante.”

Esto me recuerda a Job 28. Todo me recuerda a un versículo de la Biblia, pero esto me recuerda a Job 28 en donde dice que la gente entra a la tierra encontrar diamantes, para encontrar esmeraldas, para encontrar lo que es valioso, piedras preciosas. Y escarban agujeros y van a donde la luz nunca ha podido llegar y donde el ave nunca es vista y contienen los ríos y escarban en las profundidades de la tierra y hacen todo esto buscando esto que no vale nada.

¿Sabe una cosa? Básicamente, cuando usted tiene un diamante, ¿sabe lo que usted puede tener? Usted tiene un diamante. Eso es todo lo que usted tiene. Y eso no puede hacer nada por usted. No puede hacerlo sentirse mejor. No puede darle paz. No puede resolver sus problemas. Usted simplemente tiene un diamante. Hace algunos meses atrás estaba caminando por una calle de Washington D.C. Y había un negocio y decía: ‘diamantes, un quilate, $100’. Y pensé ‘eso es barato’.

Y entonces entré y una persona estaba esperando y le pregunté cómo podía vender un diamante tan barato. ‘Bueno, no es un diamante real, pero nadie puede darse cuenta que la diferencia.’ Nadie puede darse cuenta de la diferencia. Eso inclusive hace que los diamantes valgan menos. No valen nada.

Y las cosas que las personas enfrentan. Y entonces, en Job 28, después de todo eso, él dice en el versículo 12: “ahora que has estado buscando todo eso, permíteme decirte esto: lo que realmente este valor, nunca te molestas por buscarlo y eso es la sabiduría.” Si usted quiere conocer el valor real de las cosas en la vida, usted no lo va a encontrar en esos lugares. Usted va a encontrarlas en la revelación de Dios. El capítulo procede a decir. Como puede ver, Dios les ofrece a los hombres lo que realmente tiene valor. Y es increíble por los extremos por los que atraviesan para encontrar lo que no tiene valor.

Un cuarto principio. El Reino es preciado, está escondido y es apropiado de manera personal. Y, en cuarto lugar, el Reino es la fuente de gozo. Si usted ve el versículo 44, fue por gozo que el hombre, cuando había encontrado el tesoro, vendió todo lo que tenía para comprarlo. Fue gozo.

Ahora, este es un principio muy, muy importante en esta parábola. No tiene que decir eso ahí; pero lo hace y es muy importante. Porque el Señor está reconociendo algo que yo he creído que es verdad a lo largo de mi vida. Y está confirmado aquí. El deseo básico de todo ser humano sobre la faz de la tierra es ser feliz. Así es. Usted dirá que conoce a algunas personas que aman la miseria. Sí, son felices siendo miserables, pero están buscando la felicidad. No entiendo ese enfoque. Pero si la miseria los hace feliz, aun así, ilustra el punto.

El mundo está buscando felicidad, gozo. La gente quiere sentirse bien. El Señor sabe eso. Gozo. Digo, el Señor inclusive lo dijo en Juan 15:11 a Sus discípulos, resumiendo lo mejor que Él tenía para ofrecer: “estas cosas os he hablado para que Mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea cumplido. En Primera de Juan 1 dice “estas cosas os he escrito para que vuestro gozo sea cumplido.” Y Juan 16, nuestro Señor dice en el versículo 24 “hasta ahora no habéis pedido nada en Mi Nombre, pedid y se os dará para que vuestro gozo sea cumplido.”

Y en Romanos 14 dice: “el Reino de Dios es justicia paz y gozo en el Espíritu Santo.” Es gozo. En Romanos 15, esa gran bendición dice: “que Dios os conceda gozo. La gente quiere estar gozosa, quiere ser feliz. Y aquí está. Todo se encuentra en el tesoro. Gozo verdadero. Viene en el descubrimiento del Reino de los cielos y en el Señor Jesucristo.

Entonces, el Reino es preciado. El Reino está escondido. El Reino es apropiado de manera personal y el Reino es la fuente de gozo verdadero. Por el gozo del mismo este hombre vendió todo lo que tenía para tener ese tesoro. Por causa de gozo. No hay nada de malo con eso. El Señor quiere que nos regocijemos. La Biblia dice “estad siempre gozosos. Y otra vez digo regocijaos.” Debemos ser las personas más gozosas de todas porque hemos encontrado el tesoro.

Hay un quinto principio. Y este es uno muy, muy útil. El Reino puede ser entrado a partir de circunstancias diferentes. Al Reino se puede entrar a partir de circunstancias diferentes. Ahora, hay algunas semejanzas. En ambos casos, usted tiene un hombre. En ambos casos encuentran algo de gran valor. En ambos casos entienden su valor. Y ambos casos están dispuestos a pagar a cualquier precio por ello. Son muy parecidas, ¿no es cierto?

Pero hay una gran diferencia. En el caso número uno, el hombre simplemente se encuentra el tesoro. En el caso número dos, el hombre sabe exactamente qué es lo que está buscando. Ahora, inclusive si el número uno hubiera sido un cazador de tesoros, no sabía lo que estaba buscando. Y el número dos, sí.

Ahora, ¿qué es lo que esto nos dice? Bueno, lo más probable es que el hombre en el campo no estaba buscando un tesoro. Él estaría haciendo algo en su rutina: trabajando, construyendo algo, cultivando la tierra, preparando algo de la tierra, lo que fuera. Y él estaba en el campo y estaba buscando el sustento para su vida, haciendo lo que hacía. Y se encontró con una fortuna. Ahora, hay personas que entran al Reino así, ¿no es cierto? ¿Acaso el apóstol Pablo estaba buscando entrar en el Reino? Por supuesto que no. Él pensó que el Reino estaba en él. Él iba camino a Damasco a matar cristianos. Y después, lo que supo es que Dios se le aterrizó del cielo, aterrizó en el polvo y fue redimido. Él simplemente estaba haciendo lo que quería hacer. Él simplemente estaba trabajando en su tierra y se tropezó con una fortuna.

Bueno, ¿qué hay acerca de la mujer ser samaritana? Ella tenía sed. Ella fue a un pozo a tomar algo de agua y regresó a casa redimida. Y después, estaba el hombre que nació ciego. Y lo único que él quería en la vida era poder ver. Y también regresó a casa redimido. ¿Y sabe una cosa? Hay algunas personas que vienen a la Iglesia para burlarse del predicador y después se salvan. Entonces, más vale que tenga cuidado. Hay personas que no están buscando en particular eso, pero se tropiezan con el tesoro.

Charles Haddon Spurgeon cuando era joven, en cierta manera, asistió a la Iglesia porque era lo que debía hacer. Pero él no conocía a Cristo y no está buscando a Cristo. Él estaba contento con su religiosidad. Él tenía tan sólo 15 años de edad cuando una mañana decidió ir. Era una mañana de Año Nuevo. Y él decidió que era apropiado ir a la Iglesia. Su biógrafo dijo que había una nevada tan fuerte que no pudo llegar a la Iglesia a la que normalmente iba. Cuando no pudo ir más lejos, dio la vuelta en una esquina y llegó a una pequeña iglesia metodista. El predicador que debía estar a cargo del servicio nunca llegó ahí debido al clima. Y rápidamente, tuvo que ser traído uno de los líderes al frente para conducir el servicio con una congregación de quizás 15 personas. El hombre era realmente torpe, dijo Spurgeon. Su texto fue “mirad a mí y ser salvos o todos los fines de la tierra”. Y él simplemente siguió repitiéndolo porque no tenía nada más que decir. Y algo acerca del joven Spurgeon cautivó el ojo del predicador. ‘Joven,’ él dijo repentinamente, ‘te ves muy miserable. Miserable en la vida y miserable en la muerte serás, si tú no obedece es mi texto.’ Y repentinamente, él literalmente gritó: ‘joven, mira a Jesús, mira, mira, mira.’

Y Spurgeon dijo: ‘miré y en ese momento la nube se fue y las tinieblas fueron disipadas y en ese momento vi al Hijo.” Él no estaba buscando nada, pero lo obtuvo de cualquier manera. Él tropezó con una fortuna. Muy pocas personas que han vivido han afectado a tantas almas como Charles Haddon Spurgeon. No sé quién fue ese hombre torpe que simplemente siguió repitiendo el texto, pero fue de Dios.

Y después, estaba el otro, el que buscó las perlas. Él sabía lo que estaba buscando. Él no era el hombre mundano como el hombre que estaba trabajando en el campo. Él no era el hombre que estaba contento con lo secular o era algo religioso; este hombre realmente estaba buscando algo de valor genuino. Para mí, éste es el buscador verdadero. Éste es el eunuco etíope de Hechos 8. Éste es el Cornelio de Hechos 1. Esta es la Lidia de Hechos 16. Este es el carcelero de Filipos de Hechos 16. Estos son los de Berea de Hechos 17.

Éste es el que está buscando a Dios y está buscando la virtud y está buscando lo que es de valor verdadero. Pero lo que no entiende en su búsqueda de la religión, lo cual siempre viene a través de las obras de los hombres, es que todo eso está encerrado en tan sólo una perla, sólo una. Él estaba buscando perlas; él estaba buscando cosas que eran de valor.

Él estaba buscando la bondad y la honestidad y la virtud y a Dios y el perdón y la paz y el gozo y el cielo y la salvación. Y quizás, él pensó que estaba por todos lados, en una multitud de perlas. Y el shock para él fue que estaba todo en una. Todo lo que él necesitaba estaba en una. Y entonces, hay personas que vienen al Reino casi por accidente; claro, no del lado de Dios. Y después, están estas personas que buscan.

Hace unos meses atrás una pareja celebrando su aniversario número 50, el marido está ciego, está sentado aquí en la fila de adelante, se me acercó al final. Con lágrimas en sus ojos, dijeron si podrían cenar con mi familia. Y normalmente no hacemos eso, pero por alguna razón sentimos la guía del Señor y dijimos ‘muy bien, haremos eso’. Y nos sentamos en la mesa y comenzaron a llorar y dijeron ‘¿sabe que hemos buscado a Dios durante 50 años?’ Durante 50 años.

‘Cuando nos acabamos de casar deseamos encontrar a Dios, deseamos conocer a Dios. Lo buscamos en religión tras religión, tras religión, tras religión. Y finalmente, terminamos durante años en la unidad, la cual sale del foso del infierno. Y un día, llegamos a casa y sentimos que había tanta vaciedad ahí y prendimos la radio y ahí estaba usted. Y antes de que usted terminara su mensaje, ambos empezamos a llorar y dijimos ‘esta es la verdad que hemos buscado durante 50 años.’ Y tuvimos que venir aquí desde Oklahoma para decírtelo.’

Ahora, hay personas que buscan. Hay personas que tropiezan con la verdad. Y después, hay combinaciones de ambas, ¿verdad? Pero se puede entrar al Reino a partir de circunstancias diferentes.

Ahora, el último punto. Usted tiene que escuchar esto porque es tan importante. El Reino es hecho personal mediante una transacción. El Reino se vuelve personal mediante una transacción. En ambos casos, la palabra comprar o compró se involucra. Ahora, algunas personas realmente se ponen nerviosas aquí; dicen ‘espera un momento. No nos estás diciendo que compras tu salvación. No nos estás diciendo que compraron su salvación.’

Escuche con atención. En un sentido, la Biblia dice que lo hicieron; pero usted tiene que entender en qué sentido. Ahora ciertamente, la historia misma, un tesoro real comprado con dinero, una perla real comprada con dinero. Pero esa es solo la historia. El Reino de Dios es comprado, pero usted no saca el dinero de la parábola al Reino. Entonces, sea cual sea el intercambio aquí, no sería dinero.

De hecho, la Biblia dice que usted no puede comprar su salvación con dinero. Un hombre rico no puede comprar su derecho de entrar al Reino, como usted tampoco puede meter a un camello por el ojo de una aguja. Ese no es el punto.

Y la Biblia nos dice que la salvación es el regalo gratuito de Dios, Romanos 3. No por obras, para que nadie se gloríe. Nosotros no lo compramos por nosotros mismos, por nuestras buenas obras. No obstante, es comprado. Hay un gran pasaje en el Antiguo Testamento que la gente relaciona a la salvación por la gracia y es el capítulo 55 de Isaías. Y simplemente se lo voy a leer, el primer versículo de Isaías 55: “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.”

Y todo el mundo dice: “ah, sí, sin dinero; y sí, sin precio. Y usted no necesita dinero.” Pero ellos se olvidan que dice venid y comprad, venid y comprad, venid y comprad. Lo compra. Nada más que usted no lo compra con dinero. En la salvación hay una transacción de compra. Usted pregunta cuál es. Bueno, no es dinero. Y no son las obras humanas. Entonces usted pregunta cuál es. Tiene que haber un intercambio. Aquí está. Esta es la transacción. Usted deja todo lo que tiene por todo lo que Él tiene. ¿Escuchó eso? Esa es la esencia de la transacción de la salvación. Yo entrego todo lo que tengo y Dios me da todo lo que él tiene.

Ahora, escuche con mucha atención. No quiero ser mal entendido en este punto y necesita entenderlo con claridad en su propia mente. En Lucas 9:57: “Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.”

Muy bien, aquí está el precio. Tu comodidad. Tú me das tu comodidad y Yo te daré Mi Reino. No hay trato. Él no quiso hacer la transacción. El siguiente hombre dice: “Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre.” Ahora, su padre ni siquiera estaba muerto. Él quería quedarse ahí por la herencia. “Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el Reino de Dios.” No hay trato. El primer hombre no quería soltar su comodidad; el segundo hombre no quería soltar su dinero, su herencia.

“Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el Reino de Dios. “No puedes trazar un surco derecho si miras en la dirección opuesta. Aquí tampoco hay trato. Éste hombre no puede dejar su familia.

Ahora, usted no se salva por el dinero y usted no se salva por todos estos elementos. Ese no es el factor en la salvación, pero es indicativo de si usted está dispuesto o no hacer la transacción de la salvación la cual dice que nada se interpone entre mi disposición de entregarme para recibirte a Ti. Ése es el punto.

En Mateo capítulo 10, versículo 37: “el que ama padre o madre más que a Mí, no es digno de Mí, o el que ama a hija o hijo más que a Mí, no es digno de mí.” En otras palabras, si no estás dispuesto a entregarlo todo, todo lo que necesita ser entregado, tu familia, entonces no vas a entrar al Reino. El que no toma su cruz y sigue y viene en pos de Mí no es digno de Mí. Y aquí viene: “el que halla su vida la perderá y el que pierde su vida por causa de Mí, la hallará.”

Ahí está la transacción. Usted entrega todo lo que usted es y recibe todo lo que Él es. Eso es la salvación. En Mateo capítulo 16, y podría seguir sin parar con escrituras acerca de esto… Pero en el 16:24 Jesús les dijo a Sus discípulos: “si alguno quiere venir en pos de Mí” - aquí está la transacción - “niéguese a sí mismo.”

La salvación es un acto en donde yo me intercambio a mí por Él como el gobernante de mi vida. Ése es el principio básico. Un joven rico vino a Jesús en Mateo 19. Y le dijo: “¿qué tengo que hacer para entrar en Tu Reino? ¿Qué tengo que hacer para tener vida eterna?” Y esto es lo que Jesús le dijo: “si quieres estar en Mi Reino, entonces ve y vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Y entonces, tendrás tesoro en el cielo.” ¿Quieres Mi tesoro así como el tesoro en el campo, quieres mi tesoro?, entonces entrega todo tu tesoro.

Ahora, ¿se salva usted por darle su dinero a los pobres? No. Usted viene a Cristo y usted es salvo cuando usted está dispuesto a abandonar todo para afirmar que Él es el Señor de su vida. Esa es la transacción. Esa es la transacción.

Nos intercambiamos a nosotros mismos, nuestro pecado, nuestra voluntad, el control de nuestras vidas por el liderazgo de Cristo. Ahora, no creo que las personas que son salvas, en el momento que son salvas entiendan todas las ramificaciones de eso. No creo que entiendan todos los elementos de eso. Pero creo que la salvación verdadera está caracterizada por una disposición a hacer eso conforme el entendimiento se desarrolla.

No es decir ‘bueno, usted se puede salvar cuando usted deje de pecar y deje de decir malas palabras y deje de beber y deje de golpear a su esposa y deje de discutir y pelear y tener lujuria, entonces viene a Mí.’ No, no, no. Es decir, no puedo deshacerme de esas cosas. Intercambio toda mi voluntad y mi fortaleza personal y todos mis recursos, me despojo y me desnudo y recibo Tu fortaleza y Tu poder. Esa es la transacción. La disposición a abandonarlo todo, todo bajo el señorío de Cristo.

Una ilustración de esto está en Filipenses capítulo 3, y quiero que escuche esto con atención. Aquí esta Pablo. Dice que él le va a decir a usted lo que él tenía en su carne. Esto es lo que él tenía que él consideraba sus riquezas. Todo lo que él poseía. Esto era lo suyo. Él dice “circuncidado al octavo día, de la tribu de Israel. De la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos, en cuanto a la ley fariseos.”

En otras palabras, todo lo que estaba a su favor era su identidad judía, su pertenecer a la tribu de Benjamín. Y eso era importante porque Benjamín era una de las tribus buenas históricamente. Y entonces, él se identificaba como un judío verdadero, como un fariseo. Él tenía celo. Él tenía justo en cuanto la ley, era él irreprensible. Hombre, mi judaísmo, mi justicia personal, mi santidad y todas estas cosas eran lo que eran de valor para él. Pero cuando fue confrontado con Cristo, ¿qué pasó? Esas cosas que tenía por ganancia las tuve por “pérdida”. Y ésa es la transacción. Sí, todo lo tengo por pérdida, por estiércol para que pueda ganar a Cristo.

¿Usted ve que ahí está el hombre que compra el tesoro, verdad? Ahí está el hombre que compra la perla. Él va a liquidar todo. Toda su justicia personal. Todos sus recursos personales, toda su voluntad personal es abandonada a la afirmación del Señorío de Jesucristo.

Y él no entiende todo lo que eso implica. Él no entiende todo lo que eso significa, pero la disposición está ahí. Cualquier precio vale la pena si puedo ser hallado en Él, si lo puedo conocer, si puedo alcanzar la resurrección de los muertos, cualquier precio.

Ahora, yo creo que el factor de costo en la presentación de la salvación no se enfatiza lo suficiente. Estamos llamando a una transacción. En Lucas 14, el Señor dice: “un hombre construye una torre. Y si lo hace, cuenta el costo para saber si tiene lo suficiente para terminarla. Si un rey va a la guerra, él cuenta el costo, consulta para ver si puede con 10,000 encontrarse con el que va contra él con 20,000.” Nadie entra a ciegas. Usted calcula el costo. Y hay costo, pero vale la pena el costo. La perla tiene tanto valor y el tesoro es tan invaluable que vale la pena cualquier costo.

Una semana atrás, estaba ahí en el sillón con Melinda, acurrucado con ella y le dije que quería leerte una historia que pensaba que le gustaría. Es acerca de una oruga llamada Rayas. Y entonces, ella brincó y leímos acerca de Rayas. Rayas era una oruga y simplemente hacía lo que las orugas hacen. Andaba arrastrándose por el campo un poco. Se aburrió un poco y un día, vio a la distancia una columna que subía el cielo. Y pensó: “me pregunto qué es.” Y se acercó y vio que era una columna de orugas. Era simplemente una columna llena de orugas que estaban subiendo. Y no podía ver en la parte de arriba porque había una nube ahí. Y era simplemente un montón de orugas que estaban subiéndose una sobre la otra que iban hacia la nube. Y él pensó: “bueno, quizás eso es lo que hacen las orugas, simplemente se suben por columnas de orugas.” Y entonces, se subió a la columna de orugas y comenzó a subir.

Y cuando usted está subiendo por una columna de orugas, usted pisa la cabeza de las otras para llegar más arriba. Y entonces, siguió empujándose para seguir subiendo por la columna de orugas. Y le preguntaba de vez en cuando a la gente qué había en la parte de arriba. Y todos decían que no sabían, pero parece que todo el mundo va hacia allá y entonces, debe ser importante. Y entonces, simplemente siguieron subiendo. Y después, en una ocasión, pisó la cabeza de una pequeña oruga amarilla que era realmente hermosa y se sintió mal por eso.

Y después, él hizo algo que usted no debe hacer cuando está subiendo por una columna de orugas: vio a otra oruga en el ojo. Y usted no establece relaciones con personas a las cuales está pisando. Y después de que él cometió el error de verlo en el ojo, pensó: “esa es una hermosa oruga amarilla.” Y le dijo a esta oruga: “¿sabes una cosa?, quizás sería mejor no subir por esta columna de orugas, sino regresar al campo y abrazarnos mucho.”

Y entonces, los dos descendieron por la columna de orugas al campo y se abrazaron mucho. Y después de un rato, se aburrieron de estarse abrazando el uno al otro y él dijo: “creo que voy a regresar a la columna de orugas y ver qué hay allá arriba. Abrazarnos es algo aburrido.” Y ella dijo: “yo no puedo regresar allí a eso.” Y entonces, él la dejó ahí y ella estaba muy sola.”

Y ella estaba arrastrándose por el campo y vio hacia arriba y vio una rama. Y vio algo chistoso que estaba colgando. La mitad era como una bolsa y la otra mitad era una oruga. Y ella le dijo a la oruga qué estaba haciendo. Y él respondió que estaba tejiendo un capullo. Y ella preguntó por qué estaba haciendo eso. Y la oruga dijo porque me voy a morir. Y ella dijo, pero, ¿por qué te quieres morir?” Y él contestó: “porque si mueres, naces como una mariposa.”

Y ella preguntó si estaba seguro, porque qué si te mueres y después de que mueres, no naces como una mariposa. “Oh,” respondió él, “naces como una mariposa, porque eso es lo que las orugas están hechas para hacer. Mariposas. Pero primero, tienen que morir.” Y ella pensó en eso durante mucho tiempo porque esa era una decisión muy seria. Y ella también decidió que estaría dispuesta a morir y nacer como una mariposa.

Y entonces, ella no tenía que subir por la columna de orugas. Ella podía volar hasta la parte de arriba y mirar hacia abajo y ver qué había arriba. Y entonces, ella tejió un capullo y murió. ¿Y adivine qué? Ella nació como una mariposa y voló hasta llegar a la columna de orugas. Y allí encontró a Rayas. Y él estaba casi en la parte de arriba. Y él estaba muy cerca de la cima para poder descubrir qué había allí. ¿Y sabe lo que le pasó cuando llegó a la cima? Alguien que estaba abajo lo empujó. ¿Y sabe usted lo que pasaba cuando alguien llega a la cima? Alguien que estaba abajo de usted lo empujaba y usted se caía hasta la parte de abajo y moría. Y antes de que él hiciera esto eso, ella lo rescató y él tejió su capullo y él también se convirtió en una mariposa.

¿Qué es lo que eso dice? Le pregunté a Melinda. Sé lo que eso dice, ella respondió. Eso dice que si estás dispuesto a morir puedes nacer de nuevo como un cristiano. Eso es correcto. Ése es el mensaje de la parábola. Eso es lo que está diciendo. Piense en Cristo. Él tomó Su vida y la entregó para redimir. Y antes de que Su agonía terminara, antes de que el sol occidental descendiera coronando ese día con su corona roja, Él sabía lo que había ganado.

El Reino es preciado. El Reino está escondido. El Reino es personal. El Reino es gozoso. El Reino es entrado a partir de circunstancias diferentes, pero el precio es siempre abandonarme a mí mismo para recibir la soberanía suprema de Jesucristo.

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