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Esta mañana tenemos el privilegio de compartir en la mesa del Señor, como ustedes saben. Y para preparar nuestros corazones para esa mesa, lo invito a abrir su biblia en Mateo capítulo 26. Es apropiado que estemos en este pasaje en un día cuando venimos a la mesa del Señor, porque es un texto que no podría ser más apropiado, debido a que es el pasaje mismo en dónde nuestro Señor instituye Su mesa. Estaremos viendo eso y después participaremos en la mesa y espero que lo hagamos con un significado nuevo y fresco, conforme hayamos compartido juntos este pasaje maravilloso, en Mateo capítulo 26.

Ahora, recuerde que Mateo aquí nos está dando la preparación para la cruz de Cristo. El capítulo 26 está dedicado a prepararse para la cruz, hemos explicado la preparación que Dios había hecho. La preparación de los líderes religiosos, la preparación de María, la hermana de Marta y Lázaro quien ungió a Jesús con perfume costoso. Hablamos de la preparación de Judas.

Y ahora, comenzando en el versículo 17, llegamos a la preparación del Señor mismo, conforme Él comienza a prepararse para Su propia muerte. Involucra la última pascua, el establecimiento de Su mesa, involucra un tiempo de exhortar a los discípulos débiles, involucra un tiempo de oración intercesora ante el Padre, en el huerto de Getsemaní. Todos estos elementos nos los da Mateo como parte de la preparación para la muerte de Jesucristo, la cual claro es un clímax de Su vida y ministerio.

Ahora, hemos comenzado a ver el versículo 17, y del versículo 17 al 25 encontramos a nuestro Señor experimentando la pascua final, la pascua final. Un acto esencial que nuestro Señor tiene con Sus discípulos conforme Él se mueve hacia la cruz. Ahora, conforme vemos el texto de los versículos 17 al 25, por un momento breve, recordamos que hay varios ingredientes o elementos de ese texto que nos apuntan en la dirección de esa pascua final.

Primero estableciendo el tiempo. En los versículos 17 al 19 vimos a detalle el tiempo y el escenario para esta pascua final. Explicamos porque Jesús necesitaba reunirse con Sus discípulos, explicamos lo que hacían en una pascua. Explicamos cuando era y descubrimos que es tarde el jueves después de que se ha puesto el sol. Al día siguiente va a ser crucificado. También explicamos el hecho de que en ese tiempo en la historia de Israel la pascua era celebrada tanto el jueves como el viernes, debido a las costumbres en Galilea, que diferían de las costumbres en Judea.

Y entonces el Señor, el jueves por la noche celebra un día de pascua galileo. Sin embargo, hay otro día de pascua el viernes, el cual significa que Jesús puede guardar la pascua un día y morir durante la pascua como el Cordero de la Pascua, al día siguiente. Y Dios había arreglado la historia y la tradición, y la costumbre y las circunstancias para hacer de eso una realidad.

Y entonces, vimos a nuestro Señor estableciendo el tiempo para la cena de la pascua, una cena que Él tenía un deseo intenso por guardar con Sus discípulos, para que Él pudiera tener tiempo para instruirlos, enseñarles, para darles la promesa del Espíritu Santo, para instituir Su nueva fiesta memorial que conocemos como la mesa del Señor, o la comunión. Un tiempo para desenmascarar al traidor. Fue un tiempo muy importante. Y veremos otra razón significativa por la que Él quería guardar esa pascua final, en tan solo unos momentos.

Entonces, vimos el establecimiento del tiempo, vayamos entonces esta mañana al versículo 20. Y el segundo elemento de esta pascua final, después de establecer el tiempo es compartir la mesa. Y de manera muy breve Mateo trata esta pascua, en el versículo 20 dice: “Y cuando vino la noche, él se reclinó con los doce y conforme ellos comían…” y podemos detenernos en ese punto. Eso es realmente todo lo que Mateo tiene que decir acerca de la cena misma, la cena de la pascua como era llamada. Recuerde, ahora es después de las seis de la tarde, el jueves, Cristo será capturado más tarde esa noche, llevado a un juicio falso, temprano por la mañana, crucificado, y Él morirá alrededor de las tres de la tarde el viernes.

Y entonces, esto es solo cuestión de horas antes de Su muerte, y están comiendo la cena de la pascua. Y tiene que ser comida, recuerde usted, esa noche. Tiene que ser comida antes de la medianoche, no puede quedarse nada para el otro día, y entonces, al llegar al versículo 20, Él está en la mesa con Sus discípulos, preparándose para comer la cena. Observe en el versículo 20 que dice: “se reclinó,” esa es una nota interesante, porque históricamente si usted regresa hasta la pascua, en Éxodo, recordará que cuando Dios estableció la pascua, Él dijo: Tienen que comer la pascua de pie, tienen que comerla con sus lomos ceñidos, apresurándose, tienen que comerla con su vara en su mano, y su calzado puesto, listo para salir.” Pero a lo largo de los años, la fiesta se había desarrollado en una costumbre de comerse en una fiesta más bien larga, y debido a que ya no se iban a apresurar para salir del país de Egipto, como en la primera pascua, la costumbre se adoptó que se reclinaban como en las muchas fiestas cuando estaban comiendo de manera tranquila.

Y entonces, encontramos a Jesús adaptándose a esa costumbre sin tener problema con eso, y se está reclinando entonces con los doce. Y el versículo 21 dice: “Y conforme comían.” Y eso simplemente nos lleva a la cena de la pascua misma. Ahora, había una secuencia muy definida en la cena de la pascua. La tradición es muy clara. Lo primero que sucedía era la copa inicial de vino rojo mezclado con agua. Y era su costumbre siempre mezclar el vino con el agua para que no se emborracharan, y sabemos que en la pascua mezclaban vino con una cantidad doble de agua, no sea que profanaran una ocasión tan sagrada al afectarse por la ingestión de vino.

Y entonces, lo mezclaban dos partes con agua y tomaban esa primera copa que es llamada la copa de bendición. De hecho, esa primera copa que venía con una bendición probablemente no debemos llamarla la copa de bendición, eso está reservada para la tercera copa, pero era una copa en la que había una bendición especial. En otras palabras, simbolizaba la bendición de Dios. Y usted puede ver Lucas 22:14-17, y puede encontrarlos ahí comenzando con esa primera copa simbolizando la bendición de Dios.

Y después, siguiendo esa primera copa, el siguiente acontecimiento y esto es algo muy significativo, en la cena de la pascua se lavaban las manos. Esta era una limpieza ceremonial y era un emblema del hecho de que antes de que pudieran entrar a la cena misma, necesitaban reconocer la necesidad de santidad personal, de limpieza personal. Después de todo estaban celebrando la salvación de Dios, la liberación de Dios para ellos. Y cuándo estaban celebrando la salvación de Dios, querían asegurarse de que no hubiera nada en ellos que fuera inmundo, porque, ¿cómo podían celebrar al Dios que los había salvado, mientras que entretenían el pecado del que los había salvado?

Entonces, era un tiempo de limpieza, un tiempo de lavado ceremonial de manos. Ahora, es muy probable que fue en este momento, conforme estaban lavando sus manos, que hubo un poco de interludio en la fiesta en sí, que la conversación de los discípulos se volvió a un tema muy conocido. En Lucas capítulo 22, y versículo 24 dice que hubo un argumento entre ellos, quién de ellos iba a ser el más grande. Y aquí estamos de nuevo de regreso a eso. Comenzaron discutiendo ahí, en medio de este acontecimiento acerca de quién de ellos sería el más grande. Es algo bastante sorprendente.

Y estaban lavando sus manos de manera ceremonial como una señal de la limpieza de su alma, interna, mientras que estaban ellos involucrados en el símbolo externo, sus almas estaban llenas de soberbia, de egoísmo, de gloria personal, de ambición. No había conexión en absoluto entre lo que estaban haciendo por fuera, lo cual tenía la intención de ser un emblema de lo que estaba pasando en el interior, y lo que realmente estaban haciendo en el interior. No es diferente de muchas personas que vienen a la mesa del Señor, y se meten en el ritual externo mientras que están entreteniendo el pecado en sus propias vidas.

Y entonces, ignoraron la realidad de la intención de esta limpieza, y siguieron cultivando su propia soberbia en el acto mismo de simbolizar su limpieza interna. Ahora, creo que fue particular en este momento, mientras que estaban lavando las manos, que es muy probable que también llegaron a reconocer la necesidad de lavar los pies. Cómo puede ver, dice en Juan 13, “Y después de que la cena había comenzado,” entonces ya habían entrado a la cena hasta cierto punto, quizás apenas habían pasado esa primera copa, y la cena ya había iniciado oficialmente, la cena de la pascua.

Y quizás conforme se estaban lavando sus manos, fueron muy conscientes todos de que sus pies también estaban sucios. Y si el lavado de las manos era simbólico, el lavado de los pies simplemente era práctico, especialmente si estaba reclinando usted ahí en una cena y su cabeza estaba a centímetros de los pies de alguien más. Y los pies en esos días estaban cubiertos por sandalias, y las sandalias no protegían de nada. Entonces, tenían lodo, tenían polvo, y era una costumbre muy común que los pies eran lavados cuando usted llegaba a un hogar. Ningún siervo lo había hecho, ningún discípulo se inclinaría a hacerlo porque estaban discutiendo acerca de quién era el más grande, y nadie quería tomar la función de un siervo, y descalificarse de la grandeza real.

Entonces, en su soberbia fracasaron en hacer eso. Y creo que fue en esa segunda vez que es un muy buen punto en la fiesta que Jesús, Juan 13 describe todo, se levantó de la mesa y se quitó Su atuendo exterior, y se ciñó con una toalla ahí en Su cintura y procedió a lavar los pies de los discípulos y les dio una lección profunda de la humildad. Una lección profunda de un amor condescendiente. Una profunda lección de satisfacer las necesidades de alguien más, y adoptar la función de un esclavo. Y Él dijo: Hagan lo que he hecho. Si me llaman Señor y Amo, y Señor, entonces hagan lo que yo digo, y hago y les he demostrado y les enseñó una lección de humildad.

Ahora, la lección de la humildad fue una reprensión fuerte contra Su soberbia, pero Jesús también les dio una reprensión verbal. En Lucas 22:25-27 literalmente los reprendió verbalmente por su soberbia. Entonces, están en la cena con tan solo dos acontecimientos, la primera copa y el lavamiento. Y estos hombres ya han sido intimidados, ya han sido confrontados y han sido reprendidos y han sido exhortados acerca de su soberbia, y su egoísmo y su ambición personal y demás.

Entonces han sido bastante azotados para que cuando acaban de entrar en esto. Y es importante que usted mantenga eso en mente. Cuándo Jesús reprende a alguien yo creo que realmente los reprendió. Entonces, han sido bien reprendidos y desenmascarados como egoístas y demás. Y eso los prepara para la reacción que vemos un poco más adelante. Entonces, Juan 13 probablemente entra en el punto del lavado. Eso llevaba a la tercera parte de la fiesta de la pascua, la cual eran las hierbas amargas.

Y las hierbas amargas entonces simbolizaban la amargura de la esclavitud en Egipto, y eran unidas con el pan sin levadura y el kasoret la cual era la salsa que hacían en la pascua. Y en esta salsa el pan, el pan sin levadura y las hierbas eran mojadas. Y después venía la cuarta parte de la pascua que era la segunda copa de nuevo, vino rojo mezclado con agua, y cuando el padre o la cabeza de la mesa, en este caso el Señor mismo tomaba esa copa, instruía a la gente ahí en cuanto al significado de la cena de la pascua. Y esa es la razón por la que se presenta ahí, se explica entonces una copa, un lavado, yerbas amargas, pan sin levadura mojado, una segunda copa. Después de eso había algo de cantos, y lo que se cantaba era el Hallel, de lo cual obtenemos la palabra halleluya o aleluya, lo cual significa alabanza. El Hallel es el Salmo 113-118, y en este punto cantaban el Salmo 113 y 114. Y entonces eso era cantar.

Ahora, después de cantar el primer par de salmos en el Hallel, el cordero era sacado, y ahora la parte más importante de la cena comenzaba. Las hierbas amargas y el pan sin levadura, mojado antes de esto había sido como un entremés. Y ahora viene el plato fuerte, y el padre de nuevo lavaba sus manos, tomaba pedazos de pan, los bendecía, los partía y los comía con el cordero. Y conforme él hacía eso, él iniciaba el que comiera todo mundo, entonces todos comenzaban a comer el cordero.

Y entonces, aquí es dónde estamos en la escena aquí en el versículo 21, conforme comían, estaban por lo menos en las hierbas amargas, por lo menos en este punto, quizás hasta la segunda copa, ya están en la cena hasta cierto punto. Y conforme entran a la cena, llegamos al contexto, al momento del tiempo y el compartir de la mesa, y lo que llamo, la sorpresa o la confrontación de los doce. Observe el versículo 21 de nuevo. “Y conforme comían, él dijo: De cierto os digo que uno de vosotros me entregará, o me va a entregar.”

Realmente no es la palabra traicionar. Los traductores han hecho eso porque Judas fue un traidor. Pero la palabra simplemente significa, uno de ustedes me va a entregar. Marcos añade la afirmación, en Marcos 14:18, en un relato paralelo, “Uno de ustedes que está comiendo conmigo me va a entregar.” Ahora, esto es algo conmovedor. Uno de ustedes que está comiendo conmigo me va a entregar, y claro, en esa parte del mundo, en ese tiempo en la historia cuando usted comía una comida con una persona se estaba identificando como un amigo. Y la idea de comer una comida con alguien y después entregarlos a sus ejecutores, simplemente era impensable porque una comida era un símbolo de amistad.

Y usted puede recordar ahí en el Salmo 55, las palabras de David, conforme él contempló dicha traición. Él dijo: Porque no fue un enemigo el que me menospreció, entonces podría haberlo enfrentado, ni fue el que me odiaba el que se magnificó contra mí, entonces me habría escondido de él. Pero fuiste tú, un hombre igual a mí, mi guía y mi amigo conocido. Tomamos consejo dulce juntos, y caminamos en la casa de Dios en compañía.” En otras palabras, él dice: La parte increíble de esta traición es que eras mi amigo, no mi enemigo. Era impensable que un amigo hiciera eso, sin embargo, Jesús dijo: “Uno de ustedes que está comiendo conmigo lo hará.” Y Jesús siempre habló la verdad.

Entonces, sabían que uno de ellos lo habría hecho, y fueron conmovidos. En el versículo 22 dice, que estuvieron excesivamente tristes. Y esa es una manera fuerte de indicar su tristeza. Pudieron haber habido lágrimas, pudo haber habido una gran cantidad de agonía en su interior, conforme lo oyeron decir, uno de ustedes que está comiendo en esta mesa conmigo me va a entregar. Estaban excesivamente tristes. Juan 13:22 en paralelo a esto dice: “dudaban de quién hablaba.” No sabían de quién estaba hablando. No sabían y dijeron: Ah, Judas. No, no dijeron eso.

Judas era un hipócrita muy capaz. Él era excelente en manifestar su máscara. De hecho, en Lucas 22:23 de nuevo un pasaje paralelo dice: comenzaron a preguntarse uno al otro quién era. Y uno le decía al otro, ¿quién es? Y él decía: Bueno, no sé quién es. Y probablemente en esa mesa en forma de u, en la que se estaban reclinando en la cena, y se estaban diciendo el uno al otro, ¿quién es?, ¿quién es?, ¿quién es? Cómo puede ver, Judas era muy apto en su hipocresía, muy capaz.

El hecho de que lo habían escogido para que él fuera el tesorero, muestra que no dudaba en su integridad, confiaban en él con sus recursos, que, en el mejor de los casos, eran pocos, y Jesús no había hecho para exponerlo, o exhibirlo externamente en absoluto. De hecho, Jesús había hecho todo lo que él había podido para jalar a Judas, para acercarlo a Él, él estaba sentado a Su mano izquierda en la mesa, la cual Edersheim, el historiador y erudito judío dice que era el lugar de gran honor. Fue a él a quién Jesús le dio el pan, de nuevo, un símbolo de él como el invitado de honor. Jesús no hizo nada para revelarlo como traidor.

Él entonces, no identificaron como el traidor, más bien vea el versículo 22, “Cada uno de ellos comenzaron a decirle, “No soy yo, ¿o sí Señor?” Cada uno de ellos. Ahora, ¿por qué serían tan prontos para imaginar que ellos mismos podrían ser el traidor? Es muy fácil entender y eso es lo que dije hace un momento, el hecho de que acababan de ser reprendidos por lo horrendo que era su soberbia, por su pecado y su ambición, y obstinación. Fueron azotados, digo, tenían su cola entre las piernas, fueron avergonzados por su reprensión por parte de Jesús, y después doblemente avergonzados por el lavamiento de sus pies, recordará que Pedro dijo: “Nunca lavarás mis pies,” “No serás tú quién lavará mis pies.”

Y después Jesús reprendió a Pedro y dijo: Si no lavo tus pies no tienes parte conmigo. Entonces fueron reprendidos. Fueron avergonzados, y ahora, en esa condición en dónde su pecado ha sido expuesto, exhibido y no pueden esconderlo. Y, están muy conscientes de su debilidad, que ni si quiera confían en sí mismos en ésta área, y comienzan a decir cada uno de ellos, no soy yo, ¿oh sí?, no soy yo, ¿oh sí? Ahora que están muy conscientes de la capacidad de su maldad. Y entonces, están haciendo la pregunta pensando en sí mismos.

Bueno, hay algo honesto en eso. hay algo de integridad en eso. ellos sabían que en la profundidad de su vida había un principio de pecado que podría ser tan horrendo que inclusive podía llevarlos a traicionar al que amaban. Tenían, dice William Hendriksen una desconfianza entera en sí mismos. Entonces dijeron: “Ciertamente yo no, ciertamente yo no.” Y el versículo 23 Jesús respondió y dijo: “El que mete la mano conmigo en el plato,” esto es de nuevo, mojar de nuevo el pan sin levadura, o las hierbas amargas en el haroset, “él me traicionará.” No tenían cuchillos o tenedores, comían con la mano, mojaban el pan, mojaban las hierbas, mojaban quizás metían ahí el cordero, Él dice, el que hace eso.

Ahora, ¿quién hizo eso? todos ellos lo hicieron. Todos ellos estaban mojando su pan. Y lo que Él está diciendo es, uno de ustedes que está aquí, que está comiendo, que está mojando el pan, es uno de ustedes. Y en Juan 13:18 Él cita del Salmo 41:9, y Él dice algo que apunta a la incongruencia de esto. Él dice, en el versículo 18, “la Escritura se cumple, el que come pan conmigo ha levantado su talón contra mí.” Salmo 41:9, y claro que eso habla de Ahitofel, 2 Samuel capítulo 16, habla de Ahitofel, quien fue el amigo conocido de David que lo traicionó, y Ahitofel es un retrato de Judas, el traidor definitivo, por así decirlo, quien traicionó a Jesucristo, el miserable que se sentó en la mesa, mojó el pan, comió con Cristo, se volteó y lo traicionó.

Lucas 22:21, de nuevo, en paralelo a esto dice Jesús dijo: La mano del que me traiciona está conmigo en la mesa. Entonces, primero Él dice, uno de ustedes, después Él dice uno de ustedes cuya mano está en la mesa. Y uno de ustedes que moja el pan. Y la conmoción va más allá de la descripción que uno de ellos pudiera hacer eso. Pero el versículo 24, lo equilibra. Él no es una víctima de la traición de un necio, Él no es una víctima de un traidor, y necesitaban saber eso, y nosotros también. Y entonces, en el versículo 24 Él dice, llamándose a sí mismo por Su nombre más conocido para Sí mismo, el Hijo del Hombre va como está escrito de Él.

En otras palabras, no piensen que soy una víctima, no piensen que este es un plan que salió mal. No piensen que no salió las cosas como debían salir, es exactamente lo que Dios había prescrito en la historia profética, y nadie está haciéndome algo que no sea un cumplimiento directo, inmediato del plan eterno de Dios. Esa es la razón por la que el escritor de Apocalipsis dice: él es el Cordero inmolado desde antes de la fundación del mundo. Esa es la razón por la que en Hechos 2:23, conforme Pedro predica en Pentecostés, él dice: Jesús nazareno, quien fue matado, fue matado no solo por sus manos impías, sino por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, dice él. En otras palabras, es el plan divino.  

Entonces, Judas fue un traidor. Judas fue un traidor por su propia decisión. Judas fue un traidor que rechazó la gracia. Y rechazó el ofrecimiento de la salvación. Y rechazó la gracia que Cristo le presentó a nivel personal. Judas rechazó todo eso, tomó sus propias decisiones, sin embargo, de alguna manera en la soberanía misteriosa, maravillosa de Dios, él fue planeado ahí en medio de la traición de Jesucristo, para cumplir propósitos santos.

Entonces, un hombre impío, en la mano de un Dios soberano cumple un fin santo, pero no lo hace un hombre bueno. Cuándo yo estaba en mi último año en seminario, decidí trabajar en mi disertación, mi tesis la hice de Judas, y me sorprendió leer en muchos libros, las personas que querían presentar a Judas como héroe, quien debía ser exaltado, porque Judas fue el que forzó a Jesús a que llegara a la cruz para cumplir la profecía, y algunos inclusive habían imaginado que Judas sabía lo que estaba haciendo, planeó la crucifixión de Cristo para que el mundo pueda ser redimido. No crea eso.

Si usted ve el versículo 24 descubrirá que Jesús dice: “Ay, o maldición, o condenación, contra ese hombre por quién el Hijo del Hombre es entregado.” Ese hombre es un hombre maldito. Jesús dijo que era un diablo. La Biblia dice que él fue un ladrón, él amaba el dinero, él vendió a Jesús por dinero. Eso es lo único que él quería, él no tenía deseo de traer el reino, él no tenía deseo por la salvación del mundo. Él quería dinero. Eso era lo único que le preocupaba.

Y sí, el Antiguo Testamento dijo que Jesús moriría en una cruz, Salmo 22 está escrito de Él, la crucifixión entera está descrita con todo detalle en el Salmo 22. Isaías 53 lo vuelve a describir. Fue escrito que Él moriría en la cruz, fue escrito que Él moriría por los pecados del mundo, que Él sería un sacrificio. Pero, aunque estaba en el plan de Dios, el hombre que lo hizo, que lo entregó, es un hombre maldito y condenado. Y Jesús dice de él algo que es tan aterrador. Y es difícil inclusive expresar su intención. Al final del versículo 24, “Bueno hubiera sido para ese hombre no haber nacido.”

En otras palabras, mejor nunca haber nacido que tener que soportar lo que ese hombre soportará. Mejor si el hombre nunca hubiera existido que existir para siempre en el infierno eterno. Y claro, reconocemos que los grados de castigo en el infierno eterno están relacionados al rechazo. En otras palabras, entre más rechaza usted, entre más verdad entiende usted y rechaza, mayor el castigo en el infierno, por lo tanto, la condenación más severa en el infierno viene para Judas, quien realmente, y las palabras de Hebreos capítulo 10, “pisó la sangre del pacto,” la consideró como algo inmundo;” quien rechazó al Jesucristo con el que caminó por tres años. Y cuando el Señor dice: Maldito sea ese hombre, significa, lo expresa de la manera más profunda y eterna. Y cuando Él dice, hubiera sido mejor que él nunca hubiera nacido, eso es exactamente lo que Él quiere decir. Mejor nunca haber existido que pasar la eternidad en las profundidades mismas del infierno.

Entonces Judas tomó sus propias decisiones, fue la fuente de su propia condenación. Sin embargo, encaja perfectamente en el plan soberano de Dios. Y eso significa que Dios controla no solo el bien de los hombres, no solo a los justos en el mundo, sino su maldad, y a los impíos entre ellos, para cumplir sus propios fines. Él no dice quién es, en el versículo 24, Él simplemente pronuncia condenación contra el que es culpable. Y creo que, en un sentido, ese es un recordatorio de gracia para Judas, e inclusive un llamado para que él se arrepintiera.

Entonces, los doce están ahí en shock, habiendo oído esta palabra increíble de que uno de ellos va a entregar a Jesús a los líderes para ser matado. Eso nos lleva al pensamiento final, apuntando al traidor, apuntando al traidor, versículo 25. Y esto es específico. “Entonces Judas, quien lo entregaría, respondió y dijo: Señor, ciertamente no yo.” Y él tuvo que decir eso, si él no hubiera dicho nada él habría sido desenmascarado, él tenía que jugar el juego, todo el mundo lo estaba diciendo. Entonces, él lo tuvo que decir.

Entonces, él se considera a sí mismo parte del grupo. El grupo está diciendo, “Ciertamente no yo,” entonces, él simplemente lo dice, “Ciertamente no yo,” enmascarando su hipocresía como si pudiera esconder algo llamando a Jesús ho didaskalos, el maestro, el rabino, el maestro con el que no estaba más comprometido que con cualquier otro elemento de Jesús. Realmente lo único que quería era dinero y gloria. Pero él recibió una respuesta directa, al final del versículo 25 Jesús le dijo: Tú lo has dicho. Tú lo has dicho. De tú propia boca salió. Tú lo dijiste.

En ese momento en particular, Juan 13, versículos 23 al 26, nos dicen que Simón Pedro se inclinó a Juan, quien estaba del lado derecho de Jesús, Judas estaba del izquierdo. Y Simón le dijo a Juan, pregúntale al Señor quién es. Entonces, él no oyó está pequeña discusión entre Judas y Jesús. Aparentemente Judas estaba enmascarando la situación por causa de Jesús, mientras que todos estaban hablando. Y obviamente Pedro y Juan no lo oyeron. Entonces Pedro dice: Juan, pregúntale a Jesús quién es. Y entonces Juan, 13:23-26 dice Juan se inclinó y dijo, ¿quién es? Y Jesús dijo: A quién yo le doy el pan y Él lo mojó y se lo entregó a Judas. Juan sabía, el resto no sabía. En ese mismo pasaje, Juan 13 dice que no sabía. Pero Juan sabía. Aquel a quien le dio el pan.

Entonces le dijo a Judas, le identificó a Juan quien era el traidor. Juan, su querido discípulo, amado. Y después dice en Juan 13:27, algo aterrador que sucedió en la vida de Judas. “Y cuando había mojado el pan, Satanás entró en Judas.” Satanás entró en Judas. Algo aterrador. El diablo mismo vino en su plenitud, para residir en Judas, él era infernal hasta la médula en este punto. Él era un agente supremo para el ángel caído Lucifer, para que llevara a cabo su obra diabólica en contra de Jesucristo. Él fue una víctima, no menos en un sentido que cualquier hombre que rechaza a Cristo, pero más que cualquier hombre, en el sentido de que él fue el archi-criminal de todos los tiempos, en quién moró el diablo mismo. Tan infernal cómo es posible en la esfera de lo natural y lo sobrenatural.

Y Jesús le dijo: Vete, y lo que vas a hacer hazlo pronto. Y dice que los discípulos no supieron por qué los despidió, algunos pensaron que fue a comprar algo más de comida, algunos pensaron que iba a darle dinero a los pobres. Entonces, todavía no sabían, Judas sabía, Juan sabía, el resto no sabía. Pero Jesús se deshizo de él antes de que de hecho comieran la cena, porque él no debía tener parte, ¿no es cierto? en la mesa del Señor. Entonces, él fue despedido. ¡Qué cena de preparación! Conforme Jesús tiene la pascua final, después de eso claro, el versículo 26 dice: Y conforme estaban comiendo, regresaron a la cena. De regreso a la pascua.

Ahora, ¿por qué esta pascua final? Ahora escuche con mucho cuidado a lo que digo, es esencialmente importante en su entendimiento de la Escritura. Este era un tiempo muy, muy importante en la historia, la pascua era la institución judía más antigua, más antigua que cualquier otra institución judía fuera del día de reposo mismo. Durante mil quinientos años habían celebrado la pascua, inclusive antes de que el sacerdocio aarónico fuera instituido, inclusive antes de que todo el ritual levítico y que se diera la ley mosaica. La pascua era muy antigua, tenía muchos años, y fue ordenada por Dios para celebrarse cada año, y todo judío devoto lo hacía cada año.

Pero ahora, escuche, ésta pascua después de más de mil quinientos años de pascuas, fue la última pascua divinamente autorizada que jamás se celebró. Cualquier pascua celebrada después de esta no es autorizada por Dios, es un remanente de una economía que ya no está en vigor, de una dispensación extinta, de un pacto que ya no es válido. Es un vestigio, no sirve un propósito significativo. Jesús aquí celebró la pascua como una manera de llevarla a su fin. La campana tocó en el aposento alto, para la economía antigua. Cristo terminó los años largos de la pascua, y comenzó una fiesta nueva, memorial que él comienza a instituir en el versículo 26. Y en esta nueva fiesta, es la fiesta no de la economía antigua sino de la economía nueva. No del antiguo pacto, sino del nuevo pacto. No del Antiguo Testamento, sino del Nuevo Testamento. No viendo a un cordero en Egipto, sino a un Cordero de Dios en un monte en el calvario.

Entonces Jesús termina lo antiguo antes de que comience lo nuevo. Y después de haber cerrado la cortina para la pascua de la economía antigua, él instituye la fiesta de la nueva. Y llegamos a eso en el versículo 26. Y quiero que únicamente vea tres cosas rápidamente: la directriz, la doctrina, y la duración. Esta nueva fiesta, debido a que la hemos estudiado tantas veces y la hemos cubierto en Corintios, no necesitamos entrar en mucho detalle, simplemente capturar la escena. ¿Cuáles son las directrices que Él da? “Y conforme estaban comiendo,” conforme estaban comiendo. El versículo 21 dijo: “Y conforme comieron.”

No sabemos exactamente el punto en el que esto se lleva a cabo. Tengo la idea de que habían participado de la primera copa, habían partido el pan y las hierbas amargas y las habían mojado, habían participado de la copa, de la segunda copa, y habían cantado el Hallel. Ya habían sido interrumpidos una vez con el lavamiento de los pies y las lecciones que vinieron con eso. Habían sido interrumpidos una segunda vez con la despedida de Judas, y ahora, conforme apenas empiezan a comer el cordero, era la costumbre de la cabeza de la fiesta, el padre, o en este caso Cristo, tomar el pan, romperlo, comerlo junto con el cordero y eso comenzaba la fiesta.

Bien pudo haber sido en ese momento mismo que esto sucede. No sabemos. Bien pudo haber sido durante la fiesta cuando ya estaban comiendo el cordero, no tenemos manera de saberlo, pero en algún punto al comer la pascua, Jesús tomó pan y dio gracias. Eso es lo que esa palabra significa, Él dio gracias, Él le agradeció a Dios por la provisión de pan, todas las cosas son recibidas con gratitud, 1 Timoteo 4:4 dice, y entonces Él agradece a Dios por la provisión que Dios ha dado. Ahora, no solo la provisión que Dios dio en el alimento, sino la provisión que Dios dio en Su poder liberador simbolizado en esta fiesta maravillosa.

Y después Él partió el pan. Y Él lo partió por la razón simple que venía en pedazos grandes, planos, y tenía que ser roto para ser distribuido y después se los dio a los discípulos y dijo: Tomad, comed. Y después en el versículo 27 tomó la copa, o de hecho el texto aquí dice, una copa. Marcos usa una copa, Mateo usa una copa, Lucas dice la copa, y Pablo en 1 Corintios 11 dice la copa. Y concluimos que era una copa, pero se volvió la copa. Y volvió a dar gracias, eucaresteo. Obtenemos la eucaristía de ahí, porque significa dar gracias o bendecir. Y entonces Él, dio gracias por el pan, dio gracias por la copa, se las dio a ellos y dijo: todos ustedes bébanla. Todos ustedes bébanla. Ahora, esas son las directrices.

Ahora, francamente oír esas cosas en este tiempo en la fiesta no sería demasiado sorprendente. El partimiento y el pasar el pan podría haber sucedido en el inicio de la cena del cordero mismo, de tal manera que no habría sido fuera de lo común y corriente. No habría sido nada diferente de una pascua normal. Y la copa del versículo 27 probablemente fue la copa tercera, la cual era llamada la copa de bendición, la copa de bendición. De hecho, Pablo en 1 Corintios 10:16 dice, “la copa de bendición que bendecimos no es,” y demás.

Entonces, la copa de bendición que era un término para la tercera copa en la cena de la pascua también se llama la copa de comunión por Pablo, en ese versículo 16 de 1 Corintios 10, lo cual nos dice en un sentido que probablemente era la misma copa, probablemente esa tercera llamada la copa de bendición, que era la que el Señor sostuvo, por cierto, unos versículos más adelante en el capítulo 10, versículo 21 de 1 Corintios, Pablo cambia su nombre y la llama la copa del Señor. Entonces, la copa de bendición llamada en la pascua, se vuelve la copa del Señor en la nueva fiesta.

Entonces, nada realmente está fuera de lo ordinario, Él de cualquier manera está partiendo el pan. Él lo parte y se los pasa, no hay un simbolismo real en el partido, algunas personas piensan que simboliza el cuerpo roto, pero el cuerpo de Cristo no fue roto, Juan 19:36, ni un hueso de Él fue roto, para que las profecías fueran cumplidas. Fue partido porque era la única manera de pasarlo, lo cual francamente es incidental. El simbolismo no está en el romper, o en el partir, y después la copa fue tomada y también bendecida. Esta es una oración de gratitud que se presentaba, y era pasada. Después Él dijo: Tomad, comed. Y Él dijo: Todos ustedes, beban.

Ahora, esas son directrices simples. Por cierto, Marcos nos dice que todos los once bebieron de la copa, todos compartieron, y esa es la idea que queremos enfatizar, que todos nosotros que venimos a la mesa del Señor somos participantes. Por muchos, muchos años y puede estar cambiando en algunos lugares, la iglesia católica tenía el sacerdote solo bebiendo de la copa, nunca dejaba que la gente hiciera eso, eso no es lo que la intención de la Escritura es, y todos nosotros participamos en la sangre de Cristo y el cuerpo de Cristo, y en la muerte y en la resurrección de Cristo. Y somos todos participantes de Su mesa. Y entonces, lo encontramos a Él diciendo: Todos ustedes bébanla, todos ustedes tómenla y cómanla e hicieron eso.

Ahora, ¿qué hay acerca de la doctrina? La directriz es simple, realmente si esto fuera todo lo que dijera, pensaríamos que todavía estábamos en la pascua, porque no hay nada diferente. Pero la doctrina viene al final del versículo 26 cuando dijo: Este es mi cuerpo. Esto es mi cuerpo. Ahora, eso fue algo totalmente nuevo. El pan sin levadura siempre había sido un símbolo de dejar Egipto, y hornear un nuevo pan que no tuviera levadura en él para simbolizar que no estaban tomando nada con ellos de su vida anterior en Egipto, la levadura era tomada como usted sabe de una masa. Cuándo la masa era horneada antes de que se horneara la masa, un pedazo era tomado y se permitía que fermentara y se volvía lo que iniciaba la siguiente masa para el siguiente pan. Simbolizaba influencia, como le dije la última vez. Y el pan sin levadura era una manera de decir, estamos comenzando nuevo, no hay influencia de la vida antigua.

Entonces era simbólico de una nueva vida, era simbólico de dejar Egipto, de separarse de la mundanalidad, pero ahora es algo diferente, ahora el pan sin levadura ya no habla de aquello que no es influenciado por la maldad del mundo. El pan sin levadura ahora significa ‘mi cuerpo’ dice Él, y Él está transformando la pascua, ahora eso demanda mucha autoridad, usted está jugando con algo que Dios ordenó, pero Jesús es Dios en carne humana, y Él puede reescribir el guion. Y habiendo terminado con la economía antigua Él ahora inicia la nueva y dice: Quiero que tomen y coman este pan, como una representación de mi cuerpo.

Ahora, algunas personas piensan que realmente es Su cuerpo. La iglesia católica enseña la doctrina de la transubstanciación, esto es que el pan de hecho literalmente, físicamente se vuelve el cuerpo de Jesucristo. Eso no es lo que esto está diciendo, ese fue el pensamiento ridículo de los fariseos en Juan 6, lo cual es digno de risa. Inclusive hicieron una, un comentario torpe al decir, bueno si comemos tu pan, como va a haber suficiente de Ti para que lo comamos. Esa manea de pensar, eso se implica en Juan 6.

Entonces, la intención no era decir eso, más de cuando Él dice, Jesús es la vid, significa que Él está creciendo así, no significa que Él está creciendo en un campo y tiene ramas. O cuando Él dice que Él es el agua, que Él es líquido, esas son palabras de imagen. Esto es emblemático de mi cuerpo, esto es simbólico de mi cuerpo. En Lucas 22:19 añade, “el cuál es dado por vosotros, haced esto en memoria de mí.” Y esto es lo que Pablo dice en 1 Corintios 11:24. Entonces, Él toma el pan y se vuelve emblemático de Su cuerpo, un símbolo y un retrato.

Ahora, Cristo está diciendo entrego mi cuerpo para morir en muerte por ustedes. Eso es lo que Él está diciendo. Mi cuerpo, como este pan, es partido y consumido, mi cuerpo será entregado. Y quiero que hagan esto en memoria de Mí. Después en el versículo 28 Él dice acerca de la copa, “Esta es mi sangre del pacto,” esta es mi sangre del pacto. Mateo y Marcos simplemente dicen: el pacto. Lucas de nuevo, y Pablo dicen, el nuevo pacto. De alguna manera, la palabra nueva se metió en una traducción en Mateo, pero lo que está diciendo Él es, ésta es mi sangre del pacto, es el nuevo pacto. El nuevo pacto escrito en Su sangre.

Si usted regresa a Éxodo 24, versículo 8, verá que básicamente esa es una cita de Éxodo 24:8. Y lo que Jesús está diciendo es que Dios cuando Él hizo un pacto con el hombre, demandaba ¿qué? sangre. Cuando Dios hizo un pacto con Abraham, se derramó sangre de animales. Cuando Dios hizo un pacto con Moisés se derramó sangre, cuando Dios hizo un pacto con Noé hubo un sacrificio presentado en un altar. Dios demandó que se derramara sangre al hacer pacto con hombres. Cuándo Dios trajo reconciliación consigo mismo el precio fue sangre, para que lo hombres pudieran saber que una relación con Dios iba a costar la sangre de un sacrificio. Y todo eso apuntaba a Cristo, quién sería ese sacrificio.

Y cuándo los sacerdotes estaban ahí hundidos en miles, de miles, de miles de corderos, era una manera de recordarles a todos ellos el costo de la reconciliación con el hombre, que costaba derramamiento de sangre, sacrificio. Esa es la razón por la que Hebreos 9:22 dice: “sin derramamiento de sangre no hay perdón de pecados.” Un pacto con Dios siempre demandaba no solo muerte, no solo muerte, no solo pegarle a un animal en la cabeza para que muriera, sino derramamiento de sangre porque la vida de la carne está en la sangre dice Levítico. Y el derramamiento de su sangre era una demostración muy vivida, muy dolorosa, muy descriptiva de la pérdida de vida.

Y entonces Jesús murió para salvarnos de nuestro pecado, pero no sería simplemente suficiente para Él morir, tenía que morir y en Su muerte derramar sangre mediante las heridas en sus manos, las heridas en Sus pies, la herida en Su costado, las heridas en Su cabeza, sangre corriendo por todos lados para demostrar que la vida estaba fluyendo de Él de manera vívida. Y evidente que Él se estaba ofreciendo a sí mismo como un sacrificio que derramaba sangre por el pecado.

Y entonces Jesús dice cuando tomen esta copa, ya no es para recordarles de la sangre del cordero en Egipto, la sangre colocada en el marco de la puerta. No es más para recordarles eso. Es para recordarles a partir de ahora, de mi sangre que es derramada. La palabra derramada es la clave para el entendimiento completo del versículo, es sangre derramada, esta es Mi sangre del pacto, la sangre siendo derramada, dice el griego. Tenía que ser sangre derramada, la manera evidente, vívida de ver la vida siendo entregada.

Ahora, obviamente fuimos salvos mediante Su muerte. No hubo nada en la química de Su sangre para salvarnos. Fuimos salvados en Su muerte, pero Él tuvo que derramar esa sangre porque Dios había demandado un sacrificio que derramara sangre, para que hubiera un elemento vívido y para que pudiera ser visto que la vida estaba siendo derramada. Y entonces Jesús dice: Esta copa les recordará de mi sangre derramada. Observe, ‘por muchos’, literalmente por el beneficio de muchos.

Y ¿Quiénes son los muchos? Todos los que creen. Judío y gentil. No solo la sangre derramada como el antiguo pacto por la nación de Israel, sino la sangre del judío y gentil, los muchos más allá de tan solo Israel a todos, por el perdón de pecados. En otras palabras, Su sangre fue derramada para traer perdón de pecados. La muerte sacrificial que derramaba sangre sustitutiva para traer perdón. Esa es la razón por la que Jesús vino. Y Él instituyó el memorial esa noche antes de Su muerte.

Entonces nuestro Señor se dirigía a la cruz para derramar Su sangre como un sacrificio por el pecado. Y Él instituyó el pan, y la copa como un memorial para todo el tiempo, para que recordáramos la muerte personal de Cristo en la que se sacrificó a sí mismo derramando sangre por nosotros. El antiguo pacto tuvo todos esos animales, ninguno de los cuales podía quitar el pecado, la sangre de Cristo, solo la sangre de Cristo podía hacerlo. Y entonces la fiesta que celebramos está aquí en esta mesa con el pan y la copa.

Finalmente, la duración. ¿Cuánto tiempo hacemos esto? La pascua terminó esa noche, nunca ha habido una pascua autorizada desde ese entonces, muchas personas judías todavía lo están haciendo, podría ser una costumbre agradable, pero es una fiesta muerta, no tiene propósito, ignoran la fiesta verdadera de redención. Entonces, si eso terminó en ese momento, ¿por cuánto tiempo hacemos esto? Bueno, el versículo 29 dice, “Os digo, no volveré a beber del fruto de la vid,” eso simplemente es un coloquialismo para referirse al vino, “hasta ese día cuando lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.”

Lo que Él está diciendo es, síganlo haciendo hasta que lo haga con ustedes en el reino. Cuándo Jesús venga en Su segunda venida y establezca el reino, ese gran acontecimiento del que estaba hablando en Mateo 24 y 25, iba a venir, Él les estaba diciendo que Él iba a morir aquí. Él les estaba diciendo acerca de derramar Su sangre, esto es algo bastante trágico que oír, y entonces inyecta en éste pensamiento, voy a regresar y voy a hacer esto con ustedes en Mi reino. No se preocupen, voy a regresar.

Y hay una reafirmación en el versículo 29 de Su promesa del reino. Lo voy a hacer con ustedes en Mi reino. Y yo creo que cuando Jesús venga, y entremos en Su reino vamos a hacer esto con Él. Vamos a celebrar esto con Él, vamos a recordar Su sacrificio juntos y no estoy seguro de que no vamos a hacer eso por los siglos de los siglos, por toda la eternidad, de alguna manera maravillosa que Él ha diseñado, porque es una redención inolvidable y gloriosa, nunca, nunca debe ser ignorada, siempre debe ser celebrada.

Entonces, Él dice: Haced esto, de hecho, hasta que lo haga con ustedes en el reino de mi Padre. Pero el énfasis es voy a regresar y beberlo con ustedes de nuevo. Los tres evangelios, por cierto, afirman que el Señor dijo eso, esto es algo maravilloso, maravilloso que nos asegura a todos que Él viene a establecer Su reino glorioso. Y después, en el versículo 30 dice que cantaron un himno. Literalmente el griego dice que himnaron, himnaron. ¿Qué fue eso? Bueno, ya habían cantado el Salmo 113 y 114, probablemente cantaron otros 15, quizás 16. Después hubo una cuarta copa, y después pudieron haber cantado el 117 y 118, y fueron al Monte de los Olivos.

Y entonces, la pascua final. Y entonces la institución de la cena del Señor. Colóquese ahí esa noche, conforme participamos juntos. Oremos. Bendito Señor Jesús, ante Tu cruz nos arrodillamos y vemos lo horrendo que es nuestro pecado, nuestra iniquidad que causó que Tú fueras hecho una maldición. La maldad de nosotros que trajo ira divina sobre Ti. Oh Señor, muéstranos la magnitud de nuestra culpa mediante la cruz de espinas, las manos y pies perforadas, el cuerpo golpeado, los clamores de muerte, la sangre. Tú sangre es la sangre del Dios encarnado. Cuan infinita nuestra maldad debe ser, cuan severa nuestra culpa como demandar un precio así.

El pecado de hecho es nuestra maldad, nacido de nuestra concepción misma, vivo a lo largo de toda nuestra vida, fuerte en nosotros, en nuestra esencia, tan dominante en nuestras facultades. Nos sigue como una sombra, mezclándose a sí mismo con todo pensamiento y motivo y acto. Es como una cadena que nos mantiene cautivos. Y preguntamos Dios porque es que Tú quieres mostrar gracia en nosotros. Sin embargo, Te bendecimos por la compasión que anhela por nosotros como pecadores, el corazón que se apresura a venir a nuestro rescate, el amor que soporta nuestro castigo, la misericordia que llevó nuestras heridas. Confesamos nuestro pecado Señor, pedimos que caminemos humildemente, con conciencias tiernas, que también caminemos de manera gloriosa, como herederos de salvación.

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