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En preparación para la Mesa del Señor en esta noche, quiero que regresemos a Daniel, capítulo 9. Durante las últimas dos semanas hemos estado viendo los primeros 19 versículos de Daniel capítulo 9 y quiero que terminemos este estudio en esta noche, brevemente; y después, compartamos la Mesa del Señor.

Daniel capítulo 9 nos presenta un gran principio de la oración. Los primeros 19 versículos son una oración realizada por Daniel al Señor a favor del pueblo que él amaba, el pueblo de Israel. Como hemos estado aprendiendo en los últimos dos domingos por la noche conforme hemos estado examinando esta maravillosa oración, la oración tiene muchas facetas; muchas facetas. He estado tratando de señalarle a lo largo de los años y meses recientemente en los que hemos estudiado la oración del Señor en Mateo capítulo 6 que la oración es primordialmente comunión con Dios. Realmente no está tanto diseñada como para que obtengamos cosas como lo es en entender cosas; esto es identificarnos con el Señor y Sus causas y Sus propósitos.

Para ilustrar eso, permítame contarle una pequeña historia. Un día, el hijo de cinco años de D. L. Moody, gran evangelista, llegó al estudio del señor Moody. Y su padre estaba y muy ocupado con sus libros y sus biblias; y estaba escribiendo y no quería ninguna interrupción. El pequeño niño simplemente se paró a su lado y no dijo nada. Ni una palabra. Y finalmente, la distracción fue más de lo que el señor Moody podía tolerar y, con cierto enojo, le preguntó qué era lo que quería. El niño respondió ‘Nada papi, simplemente quería estar donde tu éstas.’ Y yo creo que eso bien podría ser lo que es la oración en primer lugar y sobre cualquier otra cosa. No es necesariamente que usted quiere algo, simplemente quiere estar donde Él está.

Orar es entrar en Su presencia. Orar es compañerismo con Dios. La oración es desear identificarse con la persona de Dios, el plan de Dios, el poder de Dios y el propósito de Dios. Hemos estado viendo esta gran oración de Daniel. Él sabe cuál es el plan, le fue revelado en el libro de Jeremías conforme él leyó. Él sabe lo que Dios está preparando hacer, él conoce la situación. Y no es que él está pidiendo algo más allá de eso. Es simplemente que quiere identificarse con Dios y lo que Dios ya ha prometido hacer. Él simplemente quiere estar donde Dios está y ser parte del plan de Dios.

Y a favor del pueblo de Israel, él intercede. Y de hecho, la petición en los 19 versículos aparece en el versículo 19 y realmente es simple: “¡Señor, escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, presta atención, y actúa!” El punto primordial es “Actúa, Señor. Ya has dicho que lo vas hacer, ya has planeado hacerlo. Revelaste en Tu palabra que lo vas a hacer y simplemente quiero venir y decir ‘hazlo’. Simplemente quiero identificarme con eso. Y si Señor, eso significa perdonar a Tu pueblo, entonces hazlo y cumple la conclusión de su disciplina.”

Ahora, en esta maravillosa oración, hay 18 versículos antes de que él llegue a su petición. Dieciocho versículos de preparación de corazón. Dieciocho versículos de intercesión por parte de Daniel a favor de su pueblo. Y le he señalado que hay ocho elementos que marcan a la oración intercesora genuina. Hay ocho elementos que marcan a la oración intercesora genuina. Vemos estos ocho conforme avanzamos a lo largo de esta maravillosa oración. Se vuelve un modelo para nosotros - de hecho - una de las mejores en todo el Antiguo Testamento. Permítame recordarle de lo que ya aprendimos y vamos a ver los primeros principios que hemos examinado en el pasado.

Número uno, la oración es generada en la Palabra de Dios. El versículo 2 nos dice que mientras que él estaba leyendo el libro de Jeremías, él quiso orar. Nuestra vida de oración procede de la intensidad de nuestro estudio de la Palabra de Dios. Conforme oímos a Dios contarnos Sus planes, respondemos. Podríamos decir entonces que el primer principio, la oración es generada por la Palabra de Dios, simplemente es que buscamos conocer el plan de Dios. Ahí es donde comienza y entramos a la Palabra para descubrir qué es lo que Dios va hacer para que podamos orar de manera inteligente.

En segundo lugar, dijimos que la oración está arraigada en la voluntad de Dios. Es generada en la Palabra de Dios y está arraigada en la voluntad de Dios. No sólo buscamos conocer el plan de Dios, sino verlo cumplido. No estamos tratando de cambiar la mente de Dios. Estamos tratando de identificarnos con lo que Él ya quiere hacer, lo cual es lo mejor.

En tercer lugar, hemos aprendido que la oración se caracteriza por la pasión. La oración es un involucramiento apasionado en los asuntos que le preocupan el corazón de Dios. La oración no sólo busca conocer el plan de Dios, no sólo busca ver el plan de Dios cumplido, sino que busca ver el plan de Dios cumplido ahora. Hay un anhelo. Hay una pasión involucrada.

El cuarto lugar, entonces, también vimos que la verdadera oración intercesora, la oración genuina se identifica por la negación de uno mismo. Es reconocido en la negación de uno mismo. Vemos la pasión en el 3 tres y vemos la negación de uno mismo en el versículo 4, en donde dice “Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión.” Él no viene y dice ‘necesitas hacer esto por mí porque yo quiero reclamarte algo’. Él no viene y dice ‘tengo un derecho de demandar esto de Ti, Dios.’ Él viene y dice ‘soy un pecador y de hecho no tengo el derecho de demandar nada’. La oración desde el comienzo es un reconocimiento de su propia indignidad y un sentido de negación de sí mismo. Y entonces, la oración busca no sólo conocer la voluntad de Dios y no sólo verla cumplida, no sólo verla cumplida de inmediato sino verla cumplida sin importar lo que me cueste a mí.

Y después, en quinto lugar, dijimos que la verdadera oración intercesora se identifica con el pueblo de Dios. No es egoísta. Digo, si se acaba de negar a sí mismo, no va a ser egoísta. No va estar buscando tomar lo que puede, ser posesiva para sus propias metas. Y vemos, conforme vimos los versículos 5 al 14 cuántas veces él dice ‘nosotros’ y ‘nuestro’ y ‘todo Israel’. Y una y otra vez él está diciendo ‘quiero incluir a todo el pueblo de Dios, todos nosotros. Éste es nuestro problema. Minístranos’. La esencia de la verdadera oración intercesora es que es más grande que cualquier individuo, que cuando realmente oramos, nosotros nos hacemos a un lado y estamos perdidos en las necesidades de otros. Le recordamos 1 Samuel 12:23 que dice ‘que Dios me guarde que peque al dejar de orar por ustedes’.

Entonces, podemos decir que la verdadera oración intercesora no sólo busca conocer el plan de Dios, no sólo busca verlo cumplido, no sólo busca verlo cumplido de inmediato, no sólo busca verlo cumplido de inmediato sin importar lo que me cueste, sino que busca verlo cumplido por causa de otros, por causa de otros. No es ‘Señor, haz esto porque me gustaría tenerlo’. Es ‘Por favor, hazlo para que Tu pueblo sea bendecido’.

Y después, el sexto lugar, en donde nos detuvimos la última vez, la verdadera oración intercesor es fortalecida en la confesión. Es fortalecida en la confesión. Observe el versículo 3. Y después, versículo 20. Versículo 3: “Y volví mi rostro al Señor Dios, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. Y oré a Jehová, mi Dios, y le hice esta confesión.” Versículo 20: “Aún estaba yo hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel.”

Ahora, a lo largo de todo esto, hay un sentido de confesión. Confesión es decir lo mismo que Dios está diciendo acerca de su pecado, es estar de acuerdo con Dios en que su pecado es el pecado de usted. Daniel reconoció delante de Dios su pecado y los pecados de su pueblo. Realmente estaba diciendo ‘Señor, te damos gracias porque ya nos perdonaste, pero confesamos estas cosas.’ Y eso es esencial en la verdadera oración. La verdadera oración entra en la presencia de Dios con un sentido de la santidad absoluta de Dios y entonces, está dispuesto a reconocer su propio pecado.

Cuando vamos a una ocasión importante y probablemente no está vestido de manera apropiada para ella, usted se disculpa. Usted sabe, eso me ha sucedido. He compartido algunas veces cuando me sucede, me acuerdo cuando la primera vez que estaba en la conferencia de pastores de Moody. No era un orador, simplemente fui a ser refrescado de mi corazón. Y había estado haciendo algo esa tarde y estaba vestido de manera casual y tenía puesta una camisa de Mickey Mouse. Normalmente, no usó una playera de Mickey Mouse en lugares importantes; pero pensé que entraría en el auditorio para oír el mensaje final esa noche. Y el Presidente se puso de pie y dijo: “¿Está John MacArthur en la audiencia? Y si ésta, me gustaría que pasara y nos guiara en oración.” Esa fue la primera y última vez que usé una remera de Mickey Mouse en una conferencia de pastores. Y ahí estaba yo en mi camisa de Mickey Mouse.

Y claro, se vuelve más simpático entre más tiempo pasa usted pensando en ello. Eso pasó hace mucho tiempo atrás cuando era joven y necio; pero, lo que obviamente estaba en mi mente después es que simplemente me estuve disculpando. No sé por qué usted me pidió orar. Estoy seguro de que si usted supiera, nunca me hubiera pedido que pasara al frente. No pertenecía yo a ese lugar. No estaba vestido de manera apropiada. Estaba fuera de lugar. Y usted, simplemente tropieza y no sabe qué decir porque no pertenecía ahí por no estar vestido de manera apropiada.

Y eso realmente es la esencia de lo que es la confesión en la oración. Es ir a la presencia del Dios santo con un reconocimiento de que usted no está vestido de manera apropiada para estar ahí a no ser por la justicia de Cristo que lo ha cubierto a usted. Y ciertamente, a la luz de eso, debe haber un hacer a un lado toda la pecaminosidad. Como lo dijo un escritor, aun antes de que pudiera rogarle al Señor a favor de nada, así es como él comenzó su oración “Dame un horror del pecado, un terror de que se acerque, un arrepentimiento más profundo. Ayúdame a huir de él y de manera celosa determinar que mi corazón será sólo tuyo. Escarba en las profundidades de mí, gran señor, granjero celestial, para que mi ser sea un campo que éste bien arado, las raíces de Tu gracia extendiéndose en las profundidades y extensiones hasta que sólo Tú seas visto en mí. Tu belleza dorada, la cosecha de verano: Tu fruto, como la cosecha abundante de otoño.” Fin de la cita.

En otras palabras, la preparación del corazón antes de la petición. Pablo tuvo un profundo sentido del pecado así. En Romanos 7 habla de él. En 1 Timoteo 1:15 se llama a sí mismo el primero de los pecadores, el que es totalmente indigno de predicar. La confesión era parte diaria de la vida de Daniel y también es parte de las oraciones de cualquier persona. Y realmente creo que esto es simplemente otra buena razón para tener la Mesa del Señor. Porque para prepararnos para la Mesa del Señor, debemos confesar nuestra pecaminosidad y al hacerlo, y confesar pecado, abrimos el potencial de la comunión plena en oración también.

La confesión era parte de la vida diaria de Daniel, como dije, sin embargo hubo veces cuando la confesión especial era necesaria. Simplemente porque Daniel confesara su pecado ahí no significa que nunca antes lo hubiera hecho. No quiere decir que él se esperó para que hubiera grandes acontecimientos para hacerlo. Pero la mayoría de nosotros hacemos eso. No enfrentamos nuestro pecado a nivel diario, en la vida diaria. Tendemos a acumularlo hasta que llegamos - por así decirlo - al límite, hasta que llegamos a la comunión o hasta que llega el desastre. O estamos a punto de perder el trabajo o no sabemos lo que está pasando mal o por qué están saliendo mal las cosas en nuestra vida. Y después, de pronto, nos volvemos personas que confesamos mucho.

Daniel confesó su pecado todo el tiempo, pero aún así hubo ocasiones en su vida cuando grandes acontecimientos lo enfrentaron, cuando hubo un mayor sentido de pecaminosidad. Lo encontramos en el Antiguo Testamento, por ejemplo, en Levítico 16:21. Dice en el día de la expiación, Yom Kippur, ese gran día cuando los pecados de toda la nación durante el año eran expiados. Ese era el día de confesión tremenda, grande. No el lugar de la confesión diaria sino además de eso. En 2 crónicas capítulo 29, versículo 6, cuando Ezequiel vio a Dios trayendo un gran avivamiento, hubo en respuesta un tremendo derramamiento de confesión. En el capítulo 9 del libro de Esdras versículos 4 al 15, encontramos de nuevo cuando la Palabra de Dios aviva los corazones de la gente en preparación para el movimiento de Dios, la operación de Dios en medio de ellos y el hacer cosas poderosas, hubo gran confesión. En el capítulo 1 y en el capítulo 9 de Nehemías vemos lo mismo. Y claro, en Mateo 3, conforme llega Juan el Bautista y él declara que el Mesías está por venir, él llama al pueblo a confesar y arrepentirse y producir frutos dignos de arrepentimiento.

Jeremías, claro, cuando él clamó acerca del juicio venidero en el tercer capítulo, en el octavo capítulo, en el capítulo decimocuarto y nuevamente en Lamentaciones, capítulo 1, Jeremías dice: “Dios viene y debido a que Dios viene, necesitan prepararse por la confesión de su pecado.” Y es tan real como eso en cualquiera de sus lugares que debemos encontrarnos con el Señor aquí en Su mesa de esa manera, ¿no es cierto? Y entonces, debemos tener corazones preparados mediante la confesión de nuestro pecado.

Ahora, señalamos que eso es exactamente lo que sucede en los versículos 5 al 14. Observe el versículo 5: “Hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente.” Versículo 6: “Ni hemos oído a Tus siervos los profetas.” Versículo 9: “De Jehová nuestro Dios es tener misericordia y perdonaron que contra Él nos hemos rebelado.” Y no obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios para andar en Sus leyes que Él puso delante de nosotros por medio de Sus siervos los profetas. Todo Israel traspasó Tu ley, apartándose para no obedecer Tu voz.

Y entonces, de manera repetida habla de su pecado. Esto es confesión y a lo largo de la oración una y otra vez viene la confesión. Ahora, ¿qué está haciendo él? Ahora escuche esto. Daniel de hecho está diciendo esto: “Merecemos el juicio que estamos recibiendo. De acuerdo, reconocido, no lo estoy negando.” Y eso es algo maravilloso. La confesión tiene mucho fruto. Uno, simplemente reconocer mi pecaminosidad para que el Señor pueda purificarme, pero dos es un reconocimiento de mi pecaminosidad, para que cuando Dios me discipline, yo admita que lo merezco.

Yo tuve que disciplinar a Melinda el otro día y la discipliné bastante duro. Y más adelante, le dije ‘¿Sabes por qué estuve que hacer esto, no es cierto me amor?’ Y respondió ‘Sí’. No había duda en su mente. Ella expresó su amor a mí con un gran beso y un abrazo. Ella sabía que había hecho lo justo porque ella estaba recibiendo los frutos de su pecado y en un sentido, eso es lo que Dios está diciendo. Cuando confesamos nuestro pecado, liberamos a Dios para disciplinarnos sin pensar en desigualdad o injusticia.

Permítame darle una ilustración. Pase en su Biblia a Josué capítulo 7. Josué capítulo 7. El sexto libro en el Antiguo Testamento. Josué le dijo a Acán, versículo 19. Acán, usted recordará, era culpable de haberse robado cosas de Jericó. Dios dijo ‘cuando entren y se apoderen de la ciudad no tomen nada de la ciudad, no saquen nada.’ Y él entró y se robó varias cosas y las trajo de regreso y las sepultó debajo de su tienda. Y Josué lo confrontó por ello. El Señor había mostrado de manera obvia que él había hecho esto. Y: “Entonces Josué dijo a Acán: ‘Hijo mío, da gloria a Jehová el Dios de Israel, y dale alabanza, y declárame ahora lo que has hecho; no me lo encubras.’ Y Acán respondió a Josué diciendo: ‘verdaderamente yo he pecado contra Jehová el Dios de Israel, y así y así he hecho.’” Y entra en los detalles “Pues vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos, lo cual codicié y tomé; y he aquí que está escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello.”

“Josué entonces envió mensajeros, los cuales fueron corriendo a la tienda; y he aquí estaba escondido en su tienda, y el dinero debajo de ello. Y tomándolo de en medio de la tienda, lo trajeron a Josué y a todos los hijos de Israel, y lo pusieron delante de Jehová. Entonces Josué, y todo Israel con él, tomaron a Acán hijo de Zera, el dinero, el manto, el lingote de oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda y todo cuanto tenía, y lo llevaron todo al valle de Acor. Y le dijo Josué: ¿Por qué nos has traído desgracia?” En otras palabras, tu pecado ha afectado al país entero, el pueblo entero. “Caiga la desgracia de Jehová sobre ti en este día. Y todos los israelitas los apedrearon, y los quemaron después de apedrearlos. Y levantaron sobre él un gran montón de piedras, que permanece hasta hoy. Y Jehová se volvió del ardor de su ira. Y por esto aquel lugar se llama el Valle de Acor, hasta hoy.”

Ahora escuche, alguien estaba leyendo a lo largo del libro de Josué y usted lee la historia de Acán menos versículo 19 y 20 y diría ‘bueno, ¿qué tipo de Dios va a hacer eso? Eso es severo. Digo, todo el mundo murió. Todo animal murió. Quemaron su tienda. Todo remanente de la vida del hombre fue eliminado. No tendría ningún sentido y usted podría pensar que Dios es injusto y no es equitativo sino leyera los versículos 19 y 20. Él confesó. Él dijo ‘he pecado’. Y cuando él dijo eso, él admitió que merecía morir porque la paga del pecado es muerte. Y eso se remonta al principio, en el día que desobedezcas, Dios le dijo a Adán, ciertamente morirás. El hombre que pecare, dice Ezequiel, morirá. En otras palabras, la confesión de pecado hace dos cosas. Número uno trae perdón pero también libera a Dios para disciplinar sin injusticia alguna. Ahora, Él no tiene injusticia, pero hace pública la demostración de que el castigo es merecido.

Creo que es un buen punto porque tendemos a preguntarnos por qué las cosas no siempre salen como pensamos que deben salir. Escuche, si usted recibiera lo que merece, usted habría muerto hace mucho tiempo atrás. Yo también. El mismo hecho de que usted vuelva a respirar es la gracia de Dios. Entonces, tenemos que reconocer nuestra pecaminosidad y liberar a Dios de cualquier pensamiento de injusticia.

Regrese por un momento a 1 Samuel capítulo 4. Primera de Samuel 4. Hemos visto este pasaje en algún tiempo en el pasado y simplemente se lo voy a recordar. Los filisteos y los israelitas estaban en una batalla. Peleaban todo el tiempo. Los israelitas estaban perdiendo. Realmente tenían miedo. Entonces, alguien dijo ‘más vale que vayas a traer a Dios’. No habían prestado atención alguna a Dios quién sabe durante cuánto tiempo y entonces, decidieron traer a Dios. Bueno, Dios estaba representado por una pequeña caja conocida como el arca del pacto y entonces, mandaron traer el arca del pacto. Y dijeron ‘traigan el acta del pacto aquí’. En la primera parte del capítulo 4, y por los versículos 4, 5 y 6. Y vienen los hombres cargando el arca del pacto, la pequeña caja ahí con las varas en la espalda de los sacerdotes y entran con ella. ¿Y qué pasa? Los filisteos tienen miedo, en el versículo 7, y dicen ‘Dios ha venido al campamento, ¡Ay de nosotros!’ Ellos dicen en el versículo 8: “¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de estos dioses poderosos? Estos son los dioses que hirieron a Egipto con toda plaga en el desierto.”

Y entonces, realmente tienen pánico. Y ahí estaba Dios. Ahora claro, ellos eran idólatras y entonces, ellos pensaban que éste era su ídolo. Esta era simplemente una pequeña caja que representaba a Dios pero representaba la presencia de Dios. Y claro, los hebreos estaban emocionados. ¡Dios ha llegado, la victoria nuestra! Pensaron que Dios era un genio utilitario. Usted simplemente lo frota un poco y dice ‘Haz lo que debes hacer y lo hace’. Pero no fue así. Ellos no habían vivido una vida justa y Dios no iba a venir a su rescate, no iba a ayudarlos; y entonces la pelea continuó y en el versículo 10, Israel perdió. Ahí hay un cambio. No sólo eso, los filisteos se robaron el arca. Salieron corriendo con la pequeña caja. Si usted cree que eso fue problema para Israel, usted no conoce la historia. Eso fue problema para los filisteos. Ahora tienen a Dios en sus manos.

Versículo 1 del capítulo 5 dice: “Cuando los filisteos capturaron el arca de Dios, la llevaron desde Eben-ha-Ezer a Asdod. Y tomaron los filisteos el arca de Dios, y la metieron en la casa de Dagón, y la pusieron junto a Dagón.” Los filisteos tenían un Dios llamado Dagón que era mitad pez y mitad hombre en su representación. Y pensaron que éste era el dios de los israelitas, ‘vamos a meterlo en la casa de nuestro dios y vamos a tener dos dioses’. Entonces, lo meten ahí. “Y cuando al siguiente día los de Asdod se levantaron de mañana, he aquí que Dagón estaba postrado en tierra delante del arca de Jehová;” Dios no tolera ninguna competencia.

“Y tomaron a Dagón y lo volvieron a su lugar.” Se preguntaron qué había pasado. No podían entender cómo se había tropezado, quizás había habido un terremoto local. “Y volviéndose a levantar de mañana el siguiente día, he aquí que Dagón había caído postrado en tierra delante del arca de Jehová; y la cabeza de Dagón y las dos palmas de sus manos estaban cortadas sobre el umbral, habiéndole quedado a Dagón el tronco solamente.” Y Dios estaba diciendo ‘Yo lo puse donde Yo quería. Ya no lo levanten.’

Y por cierto, el versículo 5 dice que ya nadie más volvió a adorar a Dagón. Por supuesto que no, ¿quién va a querer adorar a un perdedor? Y el versículo 6 dice: “Y se agravó la mano de Jehová sobre los de Asdod, y los destruyó y los hirió con tumores en Asdod y en todo su territorio.” Y usted ahí tiene todo tipo de traducciones. Algunas de sus Biblias dicen hemorroides. Algunas de ellas se oye como una flor. La traducción correcta es tumores. De pronto, todos tenían tumores y todos tenían tumores en sus partes internas. El versículo 9 habla acerca de sus partes secretas, significa lo interno. Arraigado en sus profundidades. Comenzaron con tumores.

Bueno, el pueblo de Asdod dijo ‘Miren, ¿podrían deshacerse de esa caja? Nos está trayendo una plaga terrible. Entonces, llevaron la pequeña caja a Gat. ¿Se acuerda de Gat? Ahí había un hombre alto llamado Goliat. Entonces, la llevaran a Gat. Todo el mundo en Gat terminó igual.

Y la gente dijo ‘llévenla a Ecrón’. E iba de ciudad a ciudad en Filistea. La llevaron a Ecrón y ahí sucedió lo mismo. Los ecronitas clamaron y dijeron que sacarán a eso de ahí. Y entonces, ahora deciden tener una junta con todas las mentes de las tierras para que puedan descubrir cómo regresarla al lugar de donde la sacaron porque dos cosas comenzaron a pasar. La gente que no terminó con tumores murió en una plaga que fue traída por los ratones. Algo así como la peste bubónica o la muerte negra y la gente estaba muriendo por todos lados.

El Arca del Señor estaba en el país de los filisteos, dice el capítulo 6 por 7 meses. Siete meses. Y los filisteos llamaron a los sacerdotes y a los adivinos y dijeron ‘¿qué vamos a hacer con el arca de Jehová? Díganos en qué la vamos a enviar a su lugar, ¿adónde pertenece? Regresémosla.’ Y ellos dijeron ‘si envían el Arca del Dios de Israel, no la envíen vacía. No la envíen vacía de regreso. Sino que devuélvanle una ofrenda por transgresión. Le hago una pregunta simple. ¿Qué admite una ofrenda de transgresión? Pecado. Esos paganos, en su mentalidad pagana por lo menos reconocieron que era su culpa esto que les estaba sucediendo a ellos. ¿Se da cuenta?

No estaban levantando sus puños, como en Apocalipsis 16, cuando la gente en la tribulación futura esté siendo quemada con el fuego y maldigan al Dios del cielo y van a blasfemar Su nombre. No, no, de hecho estaban diciendo ‘hombre, hemos ofendido a este Dios y más vale que corrijamos esto. Estamos recibiendo lo que merecemos.’ Entonces dijeron ‘bueno, vamos a tener que hacer algún tipo de ofrenda.’ Y preguntaron cuál sería. Versículo 4. “Envía de regreso cinco tumores dorados y cinco ratones de oro.” Ahora, eso es conocido como una ofrenda devota. Los paganos hacían esto con frecuencia. Ellos replicaban la enfermedad o la plaga en madera o en arcilla o en metal; y lo ofrecían al Dios como una afirmación de que ellos sabían que la plaga venía de esa deidad.

Estaba en la ciudad de Corinto y un hombre nos llevó a un pequeño lugar que no muestran a todos ahí. Contiene ofrendas votivas que excavaron alrededor del lugar de Corinto antiguo donde adoraban al dios Asclepio de quien creían que era el dios de la curación. Y entonces, al adorar a este dios, cuando venían y traían sacrificios a Asclepio, hacían pequeños modelos de arcilla de cualquier parte, cualquier miembro o cualquier parte interna del cuerpo que estaba enfermo. Y lo ofrecían a la deidad como un reconocimiento de que su enfermedad vino a ellos porque lo ofendieron. Y el lugar está simplemente cubierto de miles de pequeñas cosas que han sido excavadas. Esa es una ofrenda votiva.

Y entonces, ellos hicieron estos tumores dorados y estos ratones dorados - hablando de la plaga - y después, dice en el versículo 5: “Haréis, pues, figuras de vuestros tumores, y de vuestros ratones que destruyen la tierra, y daréis gloria al Dios de Israel; quizá aliviará SU mano de sobre vosotros y de sobre vuestros dioses, y de sobre vuestra tierra.” En otras palabras, ellos dijeron ‘tienen que admitir que es su culpa’. Amados, éste es uno de los elementos más esenciales de la confesión.

Las confesiones no son algo ligero. Es un reconocimiento de que usted ha ofendido al Dios santo. Y si las cosas no están bien en su vida, es porque usted ha traído esto sobre usted mismo; porque Dios es justo y debe reaccionar en contra de su injusticia. ¿Verdad? Es sólo Su gracia lo que evita que seamos consumidos.

Ahora, de regreso a Daniel. Entonces, Daniel está haciendo una oración de confesión y él reconoce que la cautividad, los 70 años y todos los juicios y castigos son merecidos debido a los pecados del pueblo. El final del versículo 15, creo, lo resume bien. “Hemos pecado. Hemos hecho impíamente.” Versículo 16: “Oh Señor, conforme a todos Tus actos de justicia, apártese ahora Tu ira y Tu furor de sobre Tu ciudad Jerusalén, Tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y Tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro.” No es la culpa de nadie más que la nuestra.

Permítame resumirlo. La verdadera oración intercesora es generada por la Palabra de Dios, está arraigada en la voluntad de Dios, se caracteriza por la pasión, se reconoce en la negación de uno mismo, se identifica con otros y es fortalecida en la confesión. Brevemente, dos puntos finales.

Número siete, la verdadera oración intercesora depende de la persona de Dios. Depende de la persona de Dios. ¿Sabe una cosa?, si Dios fuera como los dioses de los filisteos, realmente no ayudaría mucho pedir perdón porque sus dioses eran malos, dioses crueles en sus propias mentes, pero no es así nuestro Dios. Nosotros oramos por perdón, oramos confesando, clamamos a Dios a favor de su pueblo. Intercedemos por las necesidades de otros porque creemos que Dios oye y responde, ¿verdad? Toda oración entonces está basada en la persona de Dios.

Ahora, observe cómo esa persona es desarrollada comenzando en el versículo 4. “Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande.” En primer lugar, él dice grande. Esa palabra significa poderoso. En otras palabras, oro a Dios porque Él es lo suficientemente poderoso como para responder. Él no es impotente. Él puede cambiar las circunstancias. Él tiene todos los recursos infinitos a Su disposición. Él es el Dios - en el versículo 15 - “que sacaste Tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa.” Es maravilloso orar a un Dios que es omnipotente, ¿no es cierto? Digo, ¿no sería terrible orar a un dios que sólo fuera la segunda deidad más poderosa y tuviera que llevar todo a alguien más? ¡Qué situación sin esperanza es esa! Pero Él es poderoso.

En segundo lugar, Él es majestuoso. Él es majestuoso. Esto significa que debe ser honrado. Debe ser glorificado. Debe ser exaltado. Debe ser alabado. Él es digno. Él es el más poderoso y Él es el más majestuoso. Observe qué más. Que guarda el pacto, guarda el pacto. No sólo vemos Su poder y Su majestad sino Su fidelidad. Cuando Dios hace una promesa, la guarda. Y Él hizo un pacto con Su pueblo y Él nunca los va a dejar, ¿verdad? Y si ellos se arrepentían, Él los perdonaba. Y si ellos le obedecían, Él los restauraba. Y Dios guarda Su promesa.

La Biblia dice ‘clama a Mí y te responderé y te mostraré cosas grandes y maravillosas que tú no conoces.’ Y creemos eso, ¿no es cierto? La Biblia dice: “Si nuestros corazones son puros y nuestros pecados son hechos a un lado e invocamos Su nombre, Él va a responder a nuestro llamado.” Oramos porque creemos que Dios tiene el poder de cumplirlo, porque Él es el majestuoso en el universo y es digno de nuestras oraciones; y debido a que Él es un Dios fiel quien va a guardar Sus promesas.

Observe también en el versículo 4, Él dice ‘que guardas la misericordia con los que te aman y guardan Tus mandamientos’. Misericordia para los que lo aman. Permítame decir que la palabra misericordia ahí es realmente amor. Él va a perdonar porque él ama. Él nos va a conceder lo que pedimos en Su voluntad porque Él ama. Una cosa es ser poderoso y algo más es ser majestuoso. Y es especialmente maravilloso ser fiel, pero lo que encierra la fidelidad es el amor. ¡Amor!

Y después, observe conforme usted avanza en el versículo 7: “Tuya es, Señor, la justicia.” Él es Santo. Él va a hacer lo que está bien, no lo que está mal. ¡Qué maravilloso es saber eso! Dios nunca puede hacer algo mal. Siempre bien, siempre bien, siempre bien. No importa lo que Él haga, siempre es lo correcto. Está bien, está bien, está bien. ¿No es maravilloso tener ese tipo de Dios? Nunca comete un error, nunca comete una necedad, nunca hace algo que está mal.

Nuestro Dios es poderoso, majestuoso, fiel, amoroso y absolutamente santo. Y después, ¡qué maravilloso es saber que Él es misericordioso y perdonador! Y eso podría ser el corazón de todo. En el versículo 9 dice: “De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar.” Me gusta el hecho de que el perdón esté en el plural, ¿a usted no? Lo he necesitado más de una vez. ¿Usted? Perdones, misericordias. Y entonces, podemos decir que nuestro Dios es un Dios de gracia. Él es poderoso, majestuoso, fiel, amoroso, santo y lleno de gracia.

Ahora, ése es el tipo de Dios que buscamos en nuestras oraciones. Al reunirnos en torno a la mesa del Señor y vemos la cruz, vemos todas esas cosas. Conforme veo la cruz, veo Su poder, porque en esa cruz Él conquista al pecado y la muerte y a Satanás y al infierno, ¿verdad? Eso es poder. Conforme veo a la cruz, veo a Su majestad porque Él ahí es una víctima a los ojos de los romanos y los judíos; y sin embargo, paso a paso Él está controlando todo lo que está pasando en la vruz. Y veo a alguien que está de lejos y viéndolo controlar Su propia muerte y controlar todo acontecimiento para cumplir la profecía en un asombroso asombro absoluto “De cierto, verdaderamente éste era el hijo de Dios.” Él fue majestuoso inclusive al morir.

Y veo a la cruz y veo Su fidelidad. Él dijo que Él moriría por nosotros. Él dijo que tenía que ir a la cruz. Él dijo que el Hijo del Hombre tenía que morir. Aunque en el huerto Él agonizó por ello, Él guardó Su promesa. Él es fiel. Veo a la cruz y veo Su amor, porque Él no debería haber estado ahí. Yo debería haber estado ahí. Pero debido a que Él amó, Él tomó mi lugar. Veo la cruz y veo Su santidad porque es Su santidad lo que lo colocó ahí. Él no sólo podía perdonar pecadores. Él tenía que pagar el precio para enfrentar el pecado porque Él no puede tolerar el pecado. Su castigo debe ser pagado. Y veo Su misericordia y perdón ahí. Él es un Dios de gracia.

Como puede ver, todo lo que Dios es para Daniel, Dios es para nosotros. Y Daniel sabe a partir de su trato con su pueblo y lo sabemos a partir de la cruz. Vemos Su poder, Su majestad, Su fidelidad, Su amor, Su santidad, Su gracia; y esa es la base de nuestras oraciones. Y me da tanto gusto orar a un Dios quien es todopoderoso. Me da tanto gusto orar a un Dios quien es absolutamente majestuoso y controla todas las circunstancias del mundo entero. Me da tanto gusto orar a un Dios quien es absolutamente fiel con Sus hijos, y los ama. Me da tanto gusto amar, me da tanto gusto orar a un Dios quien es absoluta y totalmente Santo y siempre va a hacer lo que está bien. Y me da tanto gusto orarle a un Dios quien es un Dios de gracia y perdona y perdona y perdona.

Entonces, la oración intercesora genuina, como puede ver, es generada por la Palabra de Dios, está arraigada en la voluntad de Dios, se caracteriza por la pasión, es reconocida en la negación de uno mismo, se identifica con el pueblo de Dios, es fortalecida en la confesión y depende de  la persona de Dios.

Un pensamiento final. La oración intercesora, finalmente, se consume en la gloria de Dios. Se consume en la gloria de Dios. Vea el versículo 16, y simplemente siga conforme leo hasta el versículo 19: “Oh Señor, conforme a todos Tus actos de justicia, apártese ahora Tu ira y Tu furor de sobre Tu ciudad Jerusalén, Tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y Tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro.” Ahora, deténgase hay un momento. Él dice: Dios, Jerusalén, Tu ciudad, Sión, Tu monte santo debido a nosotros ha tenido que recibir Tu furia y Tu ira. Vuélvete de eso porque Tu pueblo se ha vuelto un oprobio para Ti. En otras palabras, no lo hagas por nosotros, hazlo por Ti. ¿Se da cuenta? Toda la oración se consume en la gloria de Dios. Hazlo por Ti.

Versículo 17: “Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de Tu siervo, y sus ruegos; y haz que Tu rostro resplandezca sobre Tu santuario asolado, por amor del Señor.” No por amor nuestro Señor sino por amor del Señor. Versículo 18: “Inclina, oh Dios mío, Tu oído, y oye; abre Tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado Tu Nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante Ti confiados en nuestras justicias, sino en Tus muchas misericordias.” No estamos haciendo demandas en base a nuestra propia justicia. Estamos diciendo ‘hazlo para que manifiestes Tu gran misericordia. Esta ciudad es llamada por Tu Nombre y Tu reputación está en juego.’

En el versículo 19: “Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de Ti mismo, Dios mío; porque Tu Nombre es invocado sobre Tu ciudad y sobre Tu pueblo.” Como puede ver, se encuentra por todos estos cuatro versículos. Hazlo por Ti, no por nosotros. Como puede ver, la cautividad de Judá y la inexistencia del santuario en Jerusalén era interpretado por las naciones que los rodeaban indicando que el Dios de Judá o no tenía poder o era un engaño en su totalidad. Y Daniel está diciendo “Dios, redime Tu Nombre. No dejes que Tu nombre sea manchado. No dejes que se hable mal de Ti. No dejes que nuestro pecado corrompa Tu reputación.” Hombre, esa es una oración madura. Perdónanos por Tu causa.

Y quiero decirles una cosa, vivimos en un día cuando la oración está infinitamente lejos de ese tipo de oración. La gente sólo estaba orando por sus propias metas y fines. Dios debe ser glorificado. Jeremías dice lo mismo. Jeremías 29:17. “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí envío Yo contra ellos espada, hambre y pestilencia, y los pondré como los higos malos, que de tan malos no se pueden comer. Los perseguiré con espada, con hambre y con pestilencia, y los daré por escarnio a todos los reinos de la tierra, por maldición y por espanto, y por burla y por afrenta para todas las naciones entre las cuales los he arrojado; por cuanto no oyeron Mis palabras, dice Jehová, que les envié por Mis siervos los profetas, desde temprano y sin cesar; y no habéis escuchado, dice Jehová.”

Dios dice ‘los voy a aplastar por un período de tiempo debido a su maldad’ pero el profeta dice ‘Dios, no lo prolonga es. Esto es horrible. Somos oprobio entre las naciones, es Tu reputación la que está en juego. Llevamos Tu Nombre.’ El salmista invoca a Dios con respecto a lo mismo. Creo que es el Salmo 102. Permítame ver para asegurarme, versículo 12: “Mas Tú, Jehová, permanecerás para siempre, Y Tu memoria de generación en generación. Te levantarás y tendrás misericordia de Sion, Porque es tiempo de tener misericordia de ella, porque el plazo ha llegado. Porque Tus siervos aman sus piedras, y del polvo de ella tienen compasión.  Entonces las naciones temerán el nombre de Jehová, Y todos los reyes de la tierra Tu gloria; Por cuanto Jehová habrá edificado a Sion, Y en su gloria será visto; Habrá considerado la oración de los desvalidos, Y no habrá desechado el ruego de ellos. Se escribirá esto para la generación venidera; Y el pueblo que está por nacer alabará a JAH, Porque miró desde lo alto de Su santuario; Jehová miró desde los cielos a la tierra.”

En otras palabras, el salmista dice “Dios, cuando Tú regreses y reconstruyas Tu ciudad, el pueblo va a mirar hacia atrás y va a decir ‘El Señor es grande. ¿Ora usted así? ¿Ora usted porque Dios haga ciertas cosas en su vida y en su Iglesia y en las vidas de otros para que Él sea glorificado? En Juan 14, nuestro querido Señor dijo, como vimos tantas veces en la oración de los discípulos, ‘pedid y recibiréis para que el Padre sea glorificado en el Hijo.’

Daniel dice ‘hemos pecado y hemos traído el oprobio y hemos corrompido Tu Nombre. Y eso no está bien. Vuelve eso, Dios. Perdónanos y restaura la virtud de la santidad de la majestad de Tu Nombre a los ojos del mundo. Llevamos Tu Nombre. Redímelo.’

Para mí, esta es una palabra personal conforme cerramos. Para mí, es el elemento más severo del pecado el que traiga oprobio al nombre del Señor cuyo nombre yo llevo. ¿Verdad? Digo, si yo solo estuviera tratando de proteger mi propia reputación, yo tendría más tendencia a caer en pecado. Pero es la reputación de Dios la que está en juego. Una serie de verbos llevan a su clímax a este pasaje. ‘Oye, perdona, haz y no te tardes. Hazlo Señor.’

¿Y qué hemos aprendido? La oración es generada por la Palabra de Dios, está arraigada en la voluntad de Dios, se caracteriza por la pasión, se reconoce en la negación de uno mismo, se identifica con otros, es fortalecida en la confesión, depende de la persona de Dios y se consume en la gloria de Dios. Y ese tipo de oración, amados, es respondida. Y no sólo es cualquier respuesta, sino una respuesta tan abrumadora que podría ser la profecía más gloriosa en todo el libro de Daniel. Para eso, va a tener que esperar tres meses comenzando en el versículo 20.

Oremos juntos. Padre, Te damos gracias en esta noche porque hemos podido compartir esta mirada final de la oración de Daniel. Ayúdanos a orar como enseñaste a Daniel a orar. Y ahora, conforme preparamos nuestros corazones para nuestra para Tu mesa, oramos porque Tú nos hables de una manera muy especial, para que podamos oír lo que tienes que decir.

Mientras que sus cabezas están inclinadas por un momento, permítame sugerirle una oración para que usted pueda hacerla. Como usted sabe, la Biblia dice que usted no debe venir a la Mesa del Señor de una manera indigna. Y para preparar su corazón, Pablo dice en 1 Corintios 11: “deben examinarse a vosotros mismos.” En un momento, van a reunirse y tener comunión con el Señor en Su Mesa. La Biblia nos dice cuando participamos del pan, tenemos comunión con Su cuerpo y Su sangre en la copa. Y conforme participamos de estas cosas, tenemos comunión con Él en el sentido más pleno y más maravilloso. Conforme hacemos eso, confío en que su corazón esté preparado; y haya consensado cualquier pecado que esté entre usted y Él.

Y usted podría pensar en esta oración: “Señor misericordioso, perdona todos mis pecados de este día. Pecados de omisión y comisión, de enojo, de emoción, de labio y de vida y de andar. Pecados de dureza de corazón, de incredulidad, de presunción, de orgullo. Pecados de infidelidad a las almas de los hombres. Una falta de decisión determinante en la causa de Cristo. Pecados de deficiencia al no tener celo por Tu gloria. Pecados por traer deshonra sobre Tu gran Nombre. Pecados de engaño, injusticia, mentira. Pecados de impureza en pensamiento, palabra, en obra. De avaricia, de sustancia guardada acumulada de manera inapropiada y esparcida de manera no prudente. Y no consagrado con la gloria Tuya, el gran dador. Pecados en privado y en la familia y en el estudio y en la recreación, en el estudio de Tu Palabra, en el descuido del estudio de la misma. En oración, ofrecida de manera irreverente y fría. Pecados al desperdiciar el tiempo, pecados al ceder a los deseos de Satanás. En abrir mi corazón a su tentación. Pecados en no velar cuando sé que estás cerca. Pecados al contristar al Espíritu Santo. Pecados en contra de la luz y el conocimiento, en contra de las restricciones conscientes de Tu Espíritu. Pecados contra la ley del amor eterno.

Perdona todos mis pecados conocidos y no conocidos, sentidos y no sentidos, confesados y no confesados, recordados y olvidados. Oye, oh Señor, y oyendo, perdona. Esa es nuestra oración, Padre. Y conforme examinamos nuestros propios corazones que podamos percibir que Tú nos estás hablando, revelando esos pecados que necesitamos hacer a un lado y revelándonos el camino de la obediencia. Oramos, también Señor porque conforme vemos hacia la cruz en este momento, que veamos en ella la maravilla que está ahí del que nos ha perdonado de nuestro pecado. En el nombre de Cristo. Amén. 

 

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