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Abran sus Biblias en el capítulo 14 de Marcos. El Evangelio de Marcos, capítulo 14. Estamos en la historia de Marcos, en la semana de la pasión de nuestro Señor Jesucristo, la semana de Su crucifixión y resurrección. Conforme llegamos al capítulo 14 de Marcos y versículos 32 al 42, llegamos a un relato muy conocido de la agonía de nuestro Señor en el huerto de Getsemaní conforme Él lucha con la realidad de la cruz venidera más tarde ese día. Esto sucede el viernes, a la mitad de la noche, el día mismo cuando Él fue crucificado y murió.

Conforme nos acercamos a los versículos 32 al 42, en nuestro estudio continuo de la muerte y resurrección de nuestro Señor, podría ser bueno que recordemos que el profeta Isaías nos dio una profecía directa del sufrimiento del Mesías. En Isaías capítulo 53, esa es una gran profecía histórica, el profeta dijo muchas cosas acerca de cómo Cristo sería herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, y castigado para nuestra paz con Dios. Que Él sufriría en nuestro lugar.

Pero él también dijo esto, en Isaías 53:3, él dijo, que el Mesías sería un varón de dolores, experimentado en quebranto. Un varón de dolores experimentado en quebranto. En los 33 años de la vida de nuestro Señor en este mundo, como Dios encarnado en carne humana, Él había sido constantemente expuesto a las tristezas de la vida. Muy consciente de ellas como Él estuvo consciente absolutamente de todo, no solo lo que era visible y lo que se podía conocer afuera de él, sino lo que Él sabía debido a que Él sabía cómo era el corazón del hombre, significaba que Él no solo veía a la gente sufrir, sino que sentía Su dolor.

Él entendió la tristeza y el dolor que va junto con un mundo caído: pecado, enfermedad, incredulidad, ignorancia, rebelión, rechazo, desobediencia, sufrimiento, pobreza, pérdida, y ciertamente muerte. Él vio y sintió todas esas demandas del sufrimiento humano. Él incluso dio alivio temporal a ellas, mostrando Su compasión conforme curó a personas, echó fuera demonios de ellas, resucitó a los muertos, alimentó a las multitudes hambrientas. Esta fue una especie de alivio temporal, físico de las tristezas de la vida durante los tres años breves de Su ministerio. 

También fue una muestra adelantada de Su reino. Él regresará para establecer un reino terrenal, y en ese reino, el sufrimiento será severamente mitigado y disminuido. La tristeza será disminuida con él. La vida será extendida. La salud será incrementada. Pero eso, incluso en su mejor punto, solo será una muestra adelantada del cielo, en donde no hay enfermedad, no hay tristeza, no hay lloro, no hay lágrimas, y no hay muerte. Pero nuestro Señor lo vio todo y lo sintió todo. Él fue conmovido por la compasión. 

El Nuevo Testamento nunca dice que Él se rio. Nunca dice que estuvo feliz. Pero dice que estuvo triste, y dice que lloró. Él experimentó tristeza sobre tristeza. Él experimentó la totalidad de la tristeza en las maneras en las que nosotros nunca podríamos; solo podemos sentir nuestro propio dolor y absorber cierta cantidad del dolor que está afuera de nosotros, pero Él absorbió todo el dolor que estaba tanto afuera de las vidas de las personas como adentro de sus corazones, porque Él lo vio todo. Y Él vio todo en todo mundo. 

Pero por mucha tristeza que tuvo, tristeza sobre tristeza sobre tristeza, dolor sobre dolor, no hubo tristeza, y no hubo dolor jamás en Su vida como la experiencia registrada en estos versículos. Esto ha sido llamado Su última tentación, y es eso. Esto es tan severo, esta experiencia en particular de tristeza y dolor, que casi lo mata. Es tan severa que la Biblia dice que provocó que llorara con sonidos fuertes y lágrimas. Es tan severa que de hecho sudó sangre. Esta es una experiencia monumental en la vida de nuestro Señor, a la mitad de la noche, en ese viernes en el que iba a morir. 

Permítame leérselo, comenzando en el versículo 32. “Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro. Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse. Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad. (quedaos aquí y velad) Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que, si fuese posible, pasase de él aquella hora. Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú. Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras. Al volver, otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño; y no sabían qué responderle. Vino la tercera vez, y les dijo: Dormid ya, y descansad. Basta, la hora ha venido; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores. Levantaos, vamos; he aquí, se acerca el que me entrega.” 

Mateo describe esto; Marcos lo describe; Lucas lo describe, y Juan lo describió. Y el panorama completo es la suma de todas esas descripciones. De nuevo, esta experiencia de nuestro Señor en la tristeza y el dolor y sufrimiento desafía la comprensión, desafía el entendimiento humano, sobrepasa nuestra capacidad de comprensión. Esto es suelo sagrado; esta es una lucha sobrenatural; este es un conflicto privado, divino. 

Y podríamos simplemente alejarnos de él y dejarlo así, pero seríamos engañados y perderíamos algunas de las verdades más ricas y más profundas de nuestro Salvador que se encuentran en todas las Sagradas Escrituras. De hecho, aquí hay verdades más profundas de Su corazón de lo que ha sido escrito hasta aquí en el Nuevo Testamento. Tiene que llegar a este punto para ver algunas cosas en Su corazón como nunca antes las ha visto, lo cual me lleva a decir, en este punto, que tantos cristianos tienen un entendimiento superficial de Cristo. Y nunca van a las profundidades de la revelación de la Escritura y ven la majestad y la gloria que vienen cuando usted escarba en profundidad. 

Sí, Su gloria trasciende nuestro entendimiento, pero hay tanto que podemos comprender que hace que Él sea aún más glorioso, aún más digno de nuestra adoración y obediencia. Esta es una verdad preciada, preciada, que le acabo de leer. Fuera de la cruz, no hay agonía más grande que jamás ha sido experimentada por algún ser que ha vivido en este mundo en forma humana. Ningún hombre jamás ha sufrido de esta manera. Esta es la segunda agonía más grande que nuestro Señor experimentaría, la primera es aquella que estaba por venir en la cruz misma. 

Esta es la segunda gran agonía. Este es el ápice de Su vida de tristeza y dolor. Este es el punto alto de sufrimiento tormentoso. Esta es la noche cuando Él espera por adelantado el beber la copa de ira divina que será Suya de manera completa en la cruz. Y de nuevo, Su sufrimiento fue tan severo y la lucha es tan masiva que estuvo cerca de matarlo. Este es un conflicto que es alarmante para Él. Este es un conflicto que Él nunca antes ha tenido. Es mucho mayor que los encuentros pasados que tuvo con Satanás.   

El primero, usted recordará, el Espíritu Santo lo envió al desierto, lo ve en Mateo 4, Lucas 4, y Marcos 1, para ser tentado por el diablo durante un período de 40 días. Y durante 40 días, Jesús nunca comió nada; ayunó. Y Satanás lo amartilló. Satanás vino y dijo: “Tienes hambre, haz comida. Tienes derecho de comer. Tú eres el Mesías, tienes derecho de ser aceptado y reconocido. Aviéntate de la torre del templo y todo mundo sabrá que eres el Mesías y recibirás los reconocimientos y el honor que mereces. Y, por cierto, debes tener los reinos del mundo. Póstrate ante mí, y te los daré.” 

Satanás estaba tratando de desviarlo de la cruz. “Deshazte de esta humillación, deshazte de esta privación. No necesitas ser rechazado. No necesitas morir. Puedes tener los reinos ahora. Puedes tener la popularidad ahora. Puedes tener la satisfacción ahora. No mereces privación alguna”. Esa fue la primera tentación. Y todo eso estaba diseñado para evitar que fuera a la cruz. 

La segunda vez que Satanás realmente aparece en una tentación es en Mateo 16, en donde Jesús les dice a los discípulos: “Voy a morir.” Y Pedro dice: “No, no vas a morir. No, Señor. No, no, eso no puede pasar.” Y Jesús vio a Pedro y dijo: “Quítate de delante de Mí, Satanás.” De nuevo, el esfuerzo de Satanás por evitar que fuera a la cruz vino mediante la boca de Pedro. Es muy importante que usted entienda esto. Satanás siempre ha querido evitar que Jesús vaya a la cruz. Satanás no quería que Jesús fuera crucificado. Satanás no está detrás de la crucifixión de Jesús. Esto es lo último que Satanás quiere. Él quiere evitar que vaya a la cruz. En la primera tentación, le ofreció todo lo que merecía sin la cruz. Mediante Pedro, dijo: “Es una atrocidad pensar en que vayas a la cruz y mueras.” 

Y aquí, en el huerto, Satanás se vuelve aparecer. ¿Cómo lo sabemos? Porque en Lucas 22:53, el relato paralelo de Lucas, dice: “Esta es la hora de la potestad de las tinieblas.” Tres artículos definidos. Esta es LA hora de LA potestad de LAS tinieblas. Este es el momento específico para que Satanás actúe. Este es el esfuerzo mismo culminante de Satanás para evitar que Jesús vaya a la cruz. La experiencia en el huerto, es la esperanza de Satanás, llevará a Jesús a decirle al Padre, No, no lo puedo hacer. Y si Satanás tiene éxito en eso, entonces el infierno es el único lugar en el que la gente vivirá para siempre. El cielo estará vacío, La palabra de Dios no será verdad, la promesa de salvación una mentira, y Satanás realmente es el soberano. Esta es la gran, gran batalla. Esta es la gran batalla. 

Y no es sorprendente que la lucha fue tan severa que Jesús dijo, Mi alma está profundamente triste hasta el punto de la muerte. Ese el panorama de lo que está pasando aquí.

Vayamos al texto. Versículo 32, Vinieron, vinieron refiriéndose a Jesús y los 11, Judas ya se fue para planear el arresto de Jesús, lo cual vendría un poco después. Jesús y los 11 dejan el lugar en donde comieron la Pascua y la Mesa del Señor. El versículo 26 dijo al final de esa tarde, jueves por la noche, apenas alrededor de la media noche, Cuando hubieron cantado el himno salieron al monte de los Olivos. 

Camino al Monte, Jesús dice: “Todos ustedes van a caer, todos van a tropezar, todos van a ser dispersados, todos van a terminar negándome.” Ellos no lo creen. Versículo 31, Pedro dice, ¡Moriré antes de hacer eso! Y todos decían lo mismo. Jesús les advirtió de su debilidad, les advirtió del peligro, les advirtió de la tentación venidera. Esa fue la conversación conforme se dirigían al Monte de los Olivos. 

“Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní”. Este es un jardín. La gente vivía en una ciudad concurrida y tenía sus jardines afuera del muro de la ciudad en las laderas de los montes. Este es alguien que era dueño de un jardín, que se lo había dado a los discípulos y a nuestro Señor para que lo usaran. La ciudad está llena de gente, cientos de miles más de la población normal debido a la Pascua, y están quedándose en el jardín. El jardín quizás tenía algún tipo de lugar exterior para quedarse, quizás algún tipo de refugio donde podían dormir de noche, algunas veces iban a la casa de María, Marta, y Lázaro, pero quizás no todos cabían ahí, entonces, este era un lugar al cual también iban. Y no solo en esta Pascua, sino que Juan 18:2 dice, Jesús se había reunido ahí con sus discípulos. 

Entonces era un lugar para escapar de las multitudes, un lugar privado, un jardín privado al que podían apartarse y pasar tiempo juntos. Esa es la razón por la que Judas sabía en dónde estaban. Según Lucas 22:39, Judas, que estaba traicionándolos, conocía el lugar, lo cual significa que era un lugar al que iban con suficiente frecuencia como para que supiera que estarían ahí. 

Entonces, aquí hay otra persona sin nombre que provee algo para el Salvador. Como el hombre que proveyó el pollino no se nombra. Como el hombre que proveyó el aposento alto para la Pascua no se nombra. Aquí está un hombre con un jardín, y uno muy grande, como veremos. Y este es un lugar que ha provisto para el Señor Jesús. Este sería otro seguidor de Cristo, desconocido, sin nombre. Llegan a este jardín. Se llama Getsemaní, lo cual significa Olivar. Es el Monte de los Olivos. Ahí cultivan aceitunas. Incluso lo hacen hasta el día de hoy. Esto sería nombrado por el olivar que era usado para obtener el aceite de oliva. 

Este es el jardín. Cuando llegaron ahí, “dijo a sus discípulos, Sentaos aquí, entre tanto que yo oro”. Sentaos aquí entre tanto que yo oro. Eso es lo que les dijo, pero eso no es todo lo que dijo. Según el relato paralelo en Lucas, Lucas 22:40, Él también dijo esto, Orad que no entréis en tentación. Él acaba de advertirles del peligro en el que están de apartarse, dispersarse, negarlo. Orad que no entréis en tentación. Usen los medios de la gracia. 

Ahora, eso debería haber sido una instrucción muy conocida para ellos porque la primera vez que le pidieron al Señor que les enseñaran a orar, Señor, enséñanos a orar, ellos dijeron, Mateo capítulo 6, Lucas capítulo 11, Él les dijo: “Vosotros, pues, oraréis así, Padre nuestro,” y Él pasó por todos esos, y eventualmente llegó a esta línea, oren así, “no nos metas en tentación, más líbranos del mal.” Él les había enseñado que necesitaban orar para poder vencer la tentación y el mal. 

¿Cuántas veces se les había repetido esa lección? Oren porque no entren en tentación y sean vencidos. No dependan de su propia fortaleza, clamen al Señor. Un medio de gracia para vencer la iniquidad, para ser victorioso, es la oración vigilante. Sí, tenemos un Sumo Sacerdote orando por nosotros para que nuestra fe no falte. Jesús dijo eso con respecto a Pedro, Yo he orado porque tu fe no falte. No será un fracaso total, un colapso total. Tenemos a un Sumo Sacerdote intercediendo. Tenemos un ejemplo de Su oración en Juan 17, “Guárdalos, Padre, del maligno. Tráelos a la gloria, para que vean Tu gloria y Mi gloria.” 

Sí, tenemos a un Sumo Sacerdote que está intercediendo, y estamos seguros para no caer totalmente mediante Sus oraciones. Pero perderemos la batalla con la tentación a lo largo del camino si no oramos y dependemos de la fortaleza divina en lugar de tener una confianza excesiva en nuestra propia fortaleza humana. Entonces, deberían haber estado orando por lo que estaba por venir, los momentos más peligrosos en su experiencia hasta este punto. Bueno, con eso como contexto, veamos las escenas que se desarrollan en estos pocos versículos simplemente de manera breve. 

En primer lugar, vemos una aflicción trascendente, una aflicción trascendente. Esta es una aflicción que viene a Cristo en esta hora que realmente trasciende cualquier cosa que conoceríamos. Les voy a explicar eso. Versículo 33, “Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan”. ¿Por qué? ¿Por qué se los llevó? Dejó a ocho de ellos junto a la entrada, se llevó a Pedro, Jacobo, y Juan más adentro en el jardín, lo cual es la primera indicación de que era un jardín grande. Más adentro en el jardín. ¿Por qué? Eran los líderes. Jacobo y Juan, usted sabe, eran los que, vinieron a Jesús con su mamá y dijeron, ¿Podemos sentarnos a tu mano derecha y a tu mano izquierda? Habían tenido la idea de que eran los hombres principales. Habían tenido la idea de que tenían la relación íntima con Jesús. 

Y después estaba, claro, Pedro, quien era el líder reconocido hasta donde todos sabían, y no el menor de los cuales era Pedro. Entonces, van juntos. ¿Qué está pasando? Bueno, estos son los 3 líderes principales. Estos son los hombres que van a influir a los otros. Entonces, necesitan aprender una lección. Entonces, Jesús dice: “Vengan conmigo, porque tienen algo que aprender. Y si lo aprenden, se lo pueden enseñar a los demás”. Por cierto, iban aprender una lección. Iban aprender cuán importante es orar para que sea triunfal en la tentación, e iban aprenderlo al no orar y al caer en la tentación. Entonces, iban aprender como mejor aprendemos: al fracasar. Iban a aprender a partir del desastre de su falta de oración. 

Entonces, el círculo íntimo va para que su debilidad pueda ser expuesta. Porque estos son los que tenían tanta confianza que piensan que deben sentarse en la mano derecha y en la mano izquierda, y Pedro hasta los habría sobrepasado, pensando que era el más elevado y exaltado de todos. Entonces, se los lleva a orar. Ahora, permítame decirle algo. Si Cristo mismo necesita orar frente a la tentación, ¿cuánto más necesitamos orar? Conforme fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado, Él dependió del poder y la protección del Padre. ¿Cuánto más lo necesitamos nosotros?

Entonces, los 3 van con Jesús hasta cierto punto. conforme caminaban, versículo 33 dice: “comenzó a entristecerse y a angustiarse.” Y ENTRISTECERSE es una palabra muy interesante. Es una forma compuesta del verbo ‘estar asombrado’, ‘estar asombrado’. Y usted se preguntaría a sí mismo, ¿Qué podía asombrar a Jesús? Él es omnisciente. Él conoce todo. ¿Qué le va a asombrar? ¿Qué lo va a sorprender? ¿Que lo va a impresionar? ¿Hay alguna experiencia que Él nunca ha tenido? ¿Hay algo que Él no conoce? 

Respuesta: sí. Hay una experiencia que nunca ha tenido, y está a punto de tenerla. Ahí está el conocimiento de esa experiencia que nunca ha tenido, y está a punto de tenerla. Y Él está asombrado por lo que está experimentando porque es totalmente diferente a todo lo que jamás ha experimentado y jamás ha conocido. 

De hecho, hace que esté angustiado. Una palabra muy fuerte que significa estar sorprendido. Esto es asombro y sorpresa en angustia. La palabra angustiarse significa estar angustiado a un nivel realmente incomprensible. Entonces, está asombrado y sorprendido ante el nivel de angustia que está sintiendo por esto. Eso es algo nuevo para Él. ¿Qué era? ¿Qué estaba causando esto? ¿Acaso era el rechazo de la nación de Israel? ¿Acaso fue la deserción de Judas? ¿Acaso fue la deserción de los 11 que pronto sucedería? ¿Acaso fue la injusticia de sos juicios falsos que vendrían más tarde en la mañana? ¿Acaso fue la burla? ¿Acaso fue que le iban a escupir? ¿Acaso fueron los golpes en la cara? ¿Acaso fue la crucifixión? ¿Acaso fue morir? ¿Qué fue lo que causó este tipo de sentimientos de asombro de angustia? 

Bueno, fue algo más que esas cosas. Esas cosas le causaron una gran cantidad de tristeza, pero el asombro de angustia que lo cautiva ahora, es algo más allá de eso. Es lo que viene al experimentar la voluntad del Padre y aceptar la función de volverse un sacrificio por el pecado. Volverse el que llevaría el pecado. Él está enfrentando algo totalmente extraño para Él. Él nunca ha conocido el pecado. Él nunca ha conocido la ira de Dios. Él nunca ha conocido la separación. 

Como Dios, Él no puede ser tentado. Santiago 1:13 dice: “Dios no puede ser tentado”. Como Dios, Él no puede ser tentado, no es capaz de pecar. Como hombre, puede ser tentado. Él fue tentado en todo según nuestra semejanza, Hebreos dice. Y era incapaz de pecar. Como Dios no puede ser tentado. Pero debido a que es el Dios hombre, Él puede ser tentado. ¿Puede ser tentado con éxito? No. Él es incapaz de pecar, pero Él puede ser tentado. Su lucha no es como la nuestra. No como la nuestra. 

Somos tentados por los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, dice la Biblia. él no tenía ninguna de esas. Él no tenía pecaminosidad humana. Él era plenamente hombre, pero no tenía pecaminosidad humana. Nada en Su naturaleza que fuera atraído a pecar. Su tentación, por lo tanto, no lo está atacando en el punto del pecado como Su vulnerabilidad, como es para nosotros. Lo está atacando al punto de la santidad. En esta tentación, Satanás está del lado de Su santidad. Déjeme explicar lo que quiero decir. 

Nosotros luchamos porque el poder de la maldad es tan fuerte en nosotros, ¿verdad? Luchamos con el pecado porque el poder de la maldad es tan fuerte en nuestra naturaleza. Luchamos contra impulsos que siempre están presentes, impulsos no santos, que están en nosotros, que son internos y son fuertes. Y luchamos por hacer lo correcto, por aferrarnos a la rectitud. Nuestra lucha es pelear contra los impulsos fuertes de la maldad que hay en nosotros. No fue así con Jesús. Él luchó exactamente de la manera opuesta debido a Su naturaleza santa, debido a Su pureza sin pecado, debido a Su rectitud total, debido a Su amor perfecto y obediencia a Dios. Él luchó porque el poder de la santidad era lo único que había en Él. 

Que la rectitud era el único motivo singular e impulso de Su alma santa es indicado de manera clara en la Escritura, y lo que Dios le estaba pidiendo que hiciera era aceptar el pecado como alguien que llevaría el pecado, no como un pecador, sino como alguien que llevaría el pecado para llevar la ira de Dios por el pecado, para recibir el castigo divino. Luchamos debido a que el poder del pecado es tan fuerte en nosotros. Él luchó porque el poder de la santidad era el único poder que existía en Él. ¿Cómo es posible que Él se vuelva alguien que lleve el pecado y reciba la ira de Dios? El nivel de ira divina es asombroso porque nuestro Señor va recibir eternidades de ira; eternidades de castigo divino. 

¿Qué quieres decir con eso? Quiero decir que por cada pecador por quien Él murió, Él llevó la ira eterna de ese pecador. Para los millones de pecadores por quienes murió, Él llevó millones de eternidades llenas de ira. Y Él era santo inocente y sin mancha apartado de los pecadores, ¿Y cómo podía ser esto? Esa es la razón por la que la lucha era tan inmensa. 

Y el versículo 34 dice, “Y les dijo, Mi alma está muy triste, perilupos, literalmente rodeada de tristeza, rodeada de dolor, peri, perímetro, periferia. Él está inmerso en esta tristeza al punto de la muerte. Al punto de la muerte. Él nunca había dicho sí a la separación de Su Padre. Él nunca había dicho sí a la culpabilidad. Él nunca había dicho sí a llevar el pecado. Él nunca dijo sí al castigo. Casi lo mató. De hecho, Su angustia es mucho más inmensa en esta lucha de Su propia naturaleza en lugar de ser ayudada e incrementada de alguna manera por Satanás, tratando de evitar la cruz. 

Y Lucas 22:43 dice Dios envió un ángel para fortalecerle. Un ángel poderoso vino para salvarlo cuando llegó al punto de la muerte. ¿Qué tan severo era? Lucas 22:44 dice que la lucha fue tan inmensa, la presión en Su forma física fue tan grande que comenzó a sudar gotas de sangre. Hay un nombre clínico para eso: hematidrosis. Lo que sucede es que, bajo una presión inmensa, los capilares se hinchan, se inflan, y explotan, y la sangre sale por las glándulas de sudor. Y este es el punto máximo de presión humana Y la angustia era tan profunda que un ángel tuvo que salvar Su vida. Él pudo haberse desangrado hasta la muerte por la mera lucha y presión de esto. 

“Quedaos aquí,” dice en el versículo 34, “y velad.” Y dejó a los tres, y se adentró en el jardín. Yéndose un poco adelante. Y Lucas 22, versículo 41 dice, que se apartó a distancia como de un tiro de piedra, hasta donde usted podía aventar una piedra. y se postró en tierra, y oró que, si fuese posible, pasase de Él aquella hora. La hora. La hora. La hora del poder de las tinieblas, de todo el sufrimiento llevando a… incluyendo la cruz. No somos santos, entonces no podemos identificarnos con esto. 

Algunas personas dicen, Bueno, espera un minuto. ¿Acaso esto no muestra debilidad por parte de Jesús? ¿Acaso esto no muestra resistencia a obedecer a Su Padre? Mire, si Él no reaccionara así, nos preguntaríamos si Él era santo, ¿verdad? Esta es la única respuesta posible de una persona santa al pensamiento de llevar el pecado y la culpabilidad y el juicio. Esta es la respuesta más aceptable, normal, esperada. No tenemos un odio perfecto hacia el pecado, Él sí. Todo en Su ser rechazaba por el pensamiento de la iniquidad. Su ruego es absolutamente consistente con Su naturaleza como Dios, Él es demasiado puro como para ver cosas que son pecaminosas, ni siquiera puede verlas, Habacuc 1:13 dice. 

No nos sorprende que llegó casi al punto de la muerte. La pérdida de sangre fue tan severa que un ángel tuvo que venir y rescatarlo de alguna manera. Incluso sus palabras son dadas aquí. Ésta es Su oración misma, y eso nos lleva a un segundo punto, una súplica apasionada o petición apasionada. Y decía: Abba, Padre, significa Papá, papito. Es un término de conocimiento. Ningún judío jamás ni siquiera llamaría a Dios Padre, mucho menos llamarlo Abba. Pero nuestro Señor invoca el nombre de afecto, íntimo, personal de Dios como si estuviera rogando porque ese amor íntimo lo rescatara. Todas las cosas son posibles para ti, dice Él. 

Teóricamente eso es verdad. Ese es un hecho absoluto, todas las cosas son posibles para Dios. No hay nada para lo que Dios no tiene el poder de hacer y el privilegio de hacer y la prerrogativa de hacer. Él puede hacer lo que quiere en toda la tierra, la Escritura dice eso. Podrías hacerlo. Podrías hacer cualquier cosa. Eso es verdad teóricamente. Pero, no es verdad en hecho. Dios no podía permitir que evitara la cruz. Cuando Él dice, todas las cosas son posibles para ti, aparta de mí esta copa, ese es un problema. Si Él no va a la cruz, entonces tenemos algunos problemas grandes. Satanás gana, el cielo está vacío; el infierno está lleno, la Biblia no es verdad, las promesas de Dios son mentiras, no hay salvación. 

Ahora, teóricamente, Dios puede hacer lo que quiera. Pero Dios ya ha afirmado que la salvación vendrá mediante el sacrificio de sangre. Sin derramamiento de sangre, no hay perdón de pecados. Dios no puede retroceder de lo que ha dicho. Y mientras que Dios puede hacer lo que quiera, una cosa que no quiere hacer es hacer lo que dice que nunca haría o no hacer lo que dijo que haría. Esto es, nunca es inconsistente con Sus promesas. 

No obstante, la petición es clara. Sabemos lo que está en el corazón de Jesús, “Aparta de mí esta copa.” Copa es un símbolo de ira divina del Antiguo Testamento. Una copa de ira. Usted la ve en el Salmo 11, Salmo 75, Isaías 51, Jeremías 25, Jeremías 49, Lamentaciones capítulo 4, otros lugares. “Aparta de mí esta copa de ira. Quítala.” 

Nuestro Señor se refirió a ella antes, Mateo 20:22, cuando estaba hablándole a los discípulos que querían ser elevados, Él dijo, ¿pueden beber la copa que voy a beber? Juan 18:11, Él dijo: la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber? Entonces, es la copa de ira divina. Él tiene que beber de la ira de Su Padre. Eso es algo que nunca había experimentado. Él sabía que estaba por venir. Claro que Él sabía que estaba por venir. Antes, en el capítulo doce de Juan, el cual registra un tiempo antes en Su vida y ministerio, el asunto de que Él iba a morir surgió. Él dijo, Voy a morir. 

E incluso Él dio una ilustración de eso. Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo, pero si muere—una semilla va y muere—lleva mucho fruto. Y Él estaba diciendo: “Necesito morir para producir el fruto que Dios ha ordenado.” Y después Él dijo esto en Juan 12:27, esto es antes, “Ahora está turbada mi alma,” Él está comenzando a pensar en eso, “¿Y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Más para esto he llegado a esta hora.” Él sabía eso. él dijo, ¿voy a decir eso? Y adivine ¿qué? lo dijo: “En la agonía de los horrores de eso, sálvame de esta hora, aparta de mí esta copa.” 

Pero después viene Su resolución triunfal, “mas no lo que yo quiero, sino lo que tú. No lo que yo quiero, sino lo que tú.” Al final, eso es lo que siempre dijo. Él dijo una y otra vez, “Yo solo hago lo que el Padre me dice, me muestra, desea de mí, y lo que veo que hace el Padre. Solo sigo Su dirección. Es porque, como dijo cuando tenía 12 años de edad, “en los negocios de mi Padre me es necesario estar.” 

Bueno, en los horrores de esa lucha agonizante, Él empieza a pensar en los discípulos. Asombroso. Y eso nos lleva a una tercera escena aquí, y vemos la aflicción transcendente y petición apasionada, y después vemos la exhortación de afecto. Versículo 37: “Vino luego y los halló durmiendo.” Regresa a los tres, Pedro, Jacobo y Juan. “Y dijo a Pedro: Simón,” siempre lo llamó por su nombre viejo cuando actuaba como su viejo hombre, “¿duermes? ¿No has podido velar una hora?” Están durmiendo. Dice usted, Bueno, fue un día largo; es la mitad de la noche. Por favor, déjalos en paz, comieron mucho. Caminaron mucho en un monte y simplemente lo están esperando, y no saben lo que está pasando. 

Bueno, Lucas de hecho añade algo muy útil para nosotros. Estaban durmiendo, Lucas añade, a causa de la tristeza. A causa de la tristeza. Las cosas no estaban saliendo como querían que salieran. ¿En dónde estaba el reino? ¿En dónde estaba toda la gloria que esperaban? Y ahora hay un traidor entre ellos que ha salido a hacer su obra sucia. Ahora se les ha dicho que van a huir, van apartarse, van a negarlo. No se ve bien. La nación se ha vuelto contra Él. Los líderes lo odian. Lo quieren muerto. Él ya pronunció juicio sobre Jerusalén, dijo: “El templo entero va ser destruido. Ninguna piedra va a quedar encima de otra.” Esto no es lo que esperaban. Todo es triste. 

Y Lucas agrega, “Estaban durmiendo a causa de la tristeza”. Dormir es un tranquilizante, ¿no es cierto? ¿Alguna vez se queda usted dormido cuando simplemente quiere escapar? La tristeza lo va a dormir. Y sus tristezas eran excesivamente pesadas, tristezas pesadas. Pero nuestro Señor les da una advertencia en el versículo 38: “Velad y orad, para que no entréis en tentación.” ¿No entienden el peligro en el que están? Manténganse alerta y orando. Esa es una lección antigua, no nos metas en tentación, de nuevo, Mateo 6, Lucas 11. Muchas veces en el Nuevo Testamento, Mateo, 1 de Tesalonicenses, 1 Corintios, Romanos 13, Colosenses 4. “Velad y orad, velad y orad. Estén alerta. Usen los medios de gracia.” 

Pedro aprendió esta lección. Le dije que estas lecciones fueron aprendidas por estos hombres. Y fueron aprendidas de manera negativa por su fracaso. Pedro, creo yo, se refiere a esto en su mente cuando escribe en 1 Pedro 5:8, “Sed sobrios y velad porque vuestro adversario el diablo como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.” Y él había sido devorado, él se convirtió en un negador que lloró porque no se había preparado mediante la oración y confió en su propia fortaleza. 

Las buenas intenciones no son suficientes. Nuestro Señor nos da esta lección simple, “el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. El nuevo hombre, la naturaleza regenerada, el hombre interior tiene aspiraciones nobles; pero la carne es débil. Esa es la razón por la que Pablo dijo: “Miserable de mí, tengo el anhelo en el hombre interior por las cosas que honran a Dios, y tengo otro principio operando en mí, el principio de pecado.” ¿Verdad? Es como un cuerpo de muerte pegado a mí. Más vale que dependa usted del poder divino. 

Pero ¿cuál es el punto de esto? El punto es este, y esto es algo tan profundo de entender. En medio de la agonía más consumada de Su existencia entera como un ser eterno, Él está preocupado por estos hombres. Ahora, ese es el tipo de Sumo Sacerdote que usted necesita, ¿verdad? Un Sumo Sacerdote comprensivo, misericordioso, compasivo, quien, en medio de una lucha cósmica, sobrenatural, de proporciones épicas, incomprensible para nosotros, interrumpe Su oración y sale porque está preocupado por la vulnerabilidad espiritual de Sus amigos, Sus discípulos. Ese es nuestro Gran Sumo Sacerdote. 

Entonces, solo en caso de que se preguntara si al estar ocupado Jesús en Sus actividades se olvida de usted, ya no se pregunte. No importa cuán intensa sea la lucha, Él lo tiene a usted en Su corazón. Mi nombre, decía la canción que cantamos, está grabado en Sus manos. Mi nombre está escrito en Su corazón, y Él vive para siempre para interceder por nosotros”. Hermoso. Otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras. ¿Qué palabras? De regreso al versículo 36: “Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti, aparta de mí esta copa, mas no lo que yo quiero, sino lo que tú.” 

Y no era así de simple. Él no lo dijo en 6 segundos. Él repitió esas palabras agonizando quizás por un período prolongado de horas. Pero Él regreso a orar esa misma oración. Él solo interrumpió la oración porque estaba preocupado por ellos. Al volver, todavía preocupado, Él deja de orar otra vez y sale de esta lucha inmensa. Y otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño, y no sabían qué responderle. Me imagino que no. No hay excusas, ¿verdad? ¿Qué podían decir ellos? 

Y después Él regresó a orar un poco más. Y dijo lo mismo otra vez. Tres veces derramó Su corazón, diciendo: “Aparta de mí esta copa.” Y nos recuerda a Pablo en 2 Corintios 12, acudiendo al Señor tres veces para pedir que el aguijón en la carne sea quitado, ¿verdad? Y finalmente diciendo: No; se acabó. “Vino la tercera vez, y les dijo: ¿Todavía están durmiendo y descansando?” Increíble. Su oración solo fue interrumpida debido a Su compasión. Este es nuestro Gran Sumo Sacerdote que se preocupa por nosotros. 

Entonces vemos la aflicción, la petición, la exhortación. Hay una consideración final que viene en los últimos dos versículos. Simplemente llamémosla sumisión triunfal. Él cede a la voluntad del Padre en cada uno de esos tres ciclos de oración. Pero finalmente sale triunfal. La última tentación se acabó. Él está determinado de manera triunfal, majestuosa, sin vacilaciones, para hacer lo que Su Padre le ha pedido que haga; Él va a la cruz. 

Versículo 41, a la mitad, dice que Él dice: “Basta. Basta. Basta.” La tentación se acabó, la lucha terminó, la oración se acabó, la respuesta es clara. “La ahora ha venido.” La hora ha venido. Lo que quiere decir con eso es que es ahora, está aquí, está presente. ¿La prueba? Él dice, “He aquí,” o mejor, “Miren”. De hecho, creo que dijo, “Miren, el Hijo del Hombre está siendo entregado en manos de los pecadores.” 

¿Qué quiso decir con eso? Estaban arriba en la subida del Monte de los Olivos. Había un grupo que venía formado por los líderes, el Sanedrín de Israel, y otros dignatarios y seguidores de la religión judía. Estaba la policía del templo que eran los que supervisaban a las multitudes en el templo a favor de la operación del templo. Y después había un grupo de romanos que podía ser tan grande como de 600 soldados. Pudieron haber habido mil personas subiendo por el monte con antorchas. Él lo ve. Miren, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores. ¿Cómo saben en dónde estamos? ¿Cómo sabrían en dónde estamos en este jardín privado en medio de la noche? ¿Cómo sabrían? El traidor. 

El énfasis en esa afirmación “El Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores” está en la palabra “pecadores”. Esto es lo que hizo que la lucha fuera tan inmensa. ¿Cómo es que él podía ser entregado a pecadores? ¿Cómo es que Dios permitiría que Él fuera entregado a pecadores que lo matarían? Todo esto era tan extraño a todo en Él. Ese era precisamente el asunto con Él que luchó. Y después ser entregado a pecadores que lo matarían para Dios, quienes en eso lo castigarían. 

Pero Él entra triunfalmente en el versículo 42: “Levantaos, levantaos, se acabó su sueño. Levántense del suelo.” La copa está en Su mano, y Él no está temblando. Él se pone de pie, con sudor sangriento corriendo por Su rostro exhausto, mojando Su ropa. Él está ensangrentado, pero no derrotado, y Él da la orden triunfal, Levantaos, vamos. Y Él no quiso decir por atrás. Él quiso decir directamente hacia ellos. 

Juan 18 registra lo que pasó. Él fue directo a ellos. Él fue directo a ellos. “Vamos, he aquí, se acerca el que me entrega, ahora puedo ver a Judas subiendo por el monte.” El versículo 43 describe a Judas guiando al grupo, a la multitud, las espadas, palos, ¿por qué? Porque todos tenían miedo de que, si las multitudes de Jerusalén se enteraban de lo que estaban haciendo, podría haber un tipo de revolución masiva para proteger a Jesús, y necesitarían ese tipo de fuerza para controlar el alboroto. Aquí venían con espadas y palos. Los romanos están incluidos, Juan nos dice, los principales sacerdotes, los escribas, los ancianos, todos los oficiales. Y Judas guiando. 

Jesús no va por otro lado, Él los confronta. Él les dice, según Juan 18: “¿A quién buscan?” Ellos dicen: “a Jesús de Nazaret.” Él dice: “Yo soy.” Y todos se cayeron al suelo. Todos ellos. Tantos como mil de ellos cayeron en el polvo simplemente por el sonido de Su voz cuando dijo: Yo soy. Se arrastraron y se levantaron de regreso. Lo dijo por segunda vez. Él es triunfal. Él es majestuoso. ¿Pero los discípulos? No fue así. Van a huir por sus vidas. No preparados. sin oración y sin preparación. Entonces, en determinación triunfal, Él va a enfrentar a Su traidor, va a enfrentar a los enemigos religiosos del judaísmo y a los soldados romanos y al resto de la multitud. 

Ahora, el resto de la historia de ese momento mismo es crítico para nosotros. Y vamos a ver eso el próximo domingo por la mañana. Pero antes de que lo hagamos, solo quiero cerrar esto con una pregunta muy importante y contundente. ¿Qué fue lo que causó que Jesús saliera con esa sumisión triunfal? ¿Por qué dijo Él, iré a la muerte? ¿Por qué hizo eso? ¿Por qué aceptó esto de Dios? La respuesta viene en Hebreos capítulo 5 versículo 7, donde el escritor de Hebreos mira hacia atrás a este acontecimiento, y dice esto, en los días de su carne, en los días en los que Cristo estuvo en la tierra, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas, ¿muy bien? Eso fue en el jardín, escuche esto, al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. ¿Qué significa eso? Él se encomendó a Dios, al que podía salvarlo de la muerte y lo haría porque Él era santo. 

En otras palabras, Jesús confió en la promesa de la resurrección. Dios lo salvaría de la muerte. Él no evitaría la muerte, Él lo salvaría de ella. Esto es un reflejo del Salmo 16:10, una afirmación profética acerca de Cristo que dice esto: “No dejarás que tu Santo vea corrupción, sino que le mostrarás el camino de la vida”. La promesa de la resurrección. Que Su cuerpo no se corrompería en una tumba, sino que sería resucitado. 

Entonces, con súplicas y con gran clamor y lágrimas, Él oró al que podía salvarlo de la muerte, que lo oyó porque era el Santo. Y en ese domingo por la mañana, lo resucitó de los muertos. Romanos 1:3 y 4 dice: “El Padre lo resucitó, declarando así que era el Hijo de Dios con poder mediante la resurrección”. Dios lo resucitaría porque Él era el santo. Fue la confianza de nuestro Señor en la promesa de resurrección del Padre, Salmo 16, y el poder de resurrección del Padre que lo capacitó para aceptar esto de Su Padre, ir a la cruz, y ver más allá de ella a Su propia resurrección. 

Padre, te agradecemos por Tu verdad. La Palabra es luz en la oscuridad, y esto es como colocar una luz de minero en nuestros cascos y descender en la profundidad del vientre de la Tierra y ver cosas que están escondidas de la mayoría de la gente en la oscuridad. Te agradecemos porque nos has dejado encender la luz de la Escritura y descender en las profundidades de las tristezas y sufrimientos de nuestro propio Salvador. Recuérdanos que Él hizo esto por nosotros, que Él hizo esto por nosotros. Pero solo se aplica aquellos que creen en Él. 

Recordamos que fue dicho de Juan, en las Escrituras, leemos: “Él vio y creyó.” Que veamos y creamos. Pero el que murió, el que llevó nuestro pecado, que recibió las eternidades de castigo, las absorbió todas en un período de tres horas, fue a la tumba, y el domingo por la mañana salió de la tumba triunfal, glorificando a Su Padre quo lo había resucitado como lo prometió. Que sepamos que debido a que murió llevando nuestros pecados, debido a que resucitó en vida nueva, nosotros, también, podemos resucitar para caminar en vida nueva si ponemos nuestra confianza en Él. 

Señor, oro hoy porque haya personas aquí que doblen la rodilla en arrepentimiento, dejen el pecado, y se sometan a Jesucristo como su propio Salvador y Señor. Haz una obra poderosa en los corazones de las personas que están aquí. El mismo poder que resucitó a Cristo puede resucitarlos de su propia muerte espiritual y darles vida en Él. Y danos un buen día conforme celebramos el resto de este día, nuestro Señor vivo, en cuyo nombre oramos. Amén.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org 
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